

Madrid, 27 de noviembre de 2025. La música underground a menudo se libra en escenarios donde la pasión del artista y la entrega del técnico de sonido deben suplir las deficiencias logísticas. Esta fue la tónica de la noche en la Sala Revi Live, que acogió al death/thrash metal brasileño de The Troops of Doom con el telón de apertura de los portugueses Sacred Sin.
El concierto estaba programado originalmente en el espacio principal de la sala, pero la baja venta de entradas (estimada en unas 50) obligó a la promotora a reubicar el evento en el escenario pequeño. Este cambio, si bien garantizó cierta cercanía, subrayó un ambiente inicial “descafeinado” que flotó sobre la velada, ajeno a la calidad musical que se ofrecería.
Los lusos Sacred Sin fueron los encargados de calentar el frío ambiente. Con su death metal denso y oscuro, la banda exhibió una veteranía admirable. A pesar de la escasa luz del pequeño escenario, una limitación habitual en este formato de la Revi Live, aunque ligeramente mejorada respecto a anteriores citas, su propuesta sonora fue compacta.
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El público, disperso pero atento, respondió con cortesía a la descarga, que fue notablemente bien mezclada. El trabajo del técnico de sonido resultó crucial, logrando una definición encomiable que evitó que la pesadez del death metal se convirtiera en una masa ininteligible, una proeza considerando la acústica limitada del espacio. Su esfuerzo sentó una base firme.
La banda intenttó animar cada vez que pudo al público que respondió con interés pero más por voluntad que por número. Cabezas agitadas, puños al aire, aplausos celebrando el cierre de cada tema. Al terminar, con foto de recuerdo, se vació casi por completo el escenario para montar el backline de los brasileños.
Después de dejar la batería montada y probarla, el cuarteto de The Troops of Doom, liderados por Jairo “Tormentor” Guedz (ex-Sepultura), tomaron el asalto. El cuarteto brasileño llegó a Madrid con la misión de rendir pleitesía a la vieja escuela del thrash/death metal y, a pesar de la escasa audiencia, demostraron un profesionalismo inquebrantable.
La banda arrojó un sonido musculoso y nostálgico, con riffs cortantes y la energía que les es característica. Su empeño fue palpable: trataron con todo su poderío de levantar al público, interactuando constantemente y ejecutando su setlist con la furia que merecía un aforo completo. Sin embargo, el espacio físico no vibraba al nivel de la música. La limitación lumínica seguía restando espectacularidad, dejando en penumbra muchos de los movimientos enérgicos de los músicos. Estoy convencido que los presentes lo disfrutaron y así se vio en sus ovaciones y gestos, coreando cada tema y aplaudiendo.
El talento de The Troops of Doom y Sacred Sin para ejecutar metal de alta fidelidad quedó fuera de toda duda. La profesionalidad de ambas bandas y el buen hacer técnico merecieron un marco más grandilocuente. Al final, lo que quedó fue una sensación agridulce: un gran concierto presenciado por muy pocos, reafirmando que, en ocasiones, la calidad del directo tiene que luchar contra la indiferencia del mercado.


Madrid, 27 de noviembre de 2025. La música underground a menudo se libra en escenarios donde la pasión del artista y la entrega del técnico de sonido deben suplir las deficiencias logísticas. Esta fue la tónica de la noche en la Sala Revi Live, que acogió al death/thrash metal brasileño de The Troops of Doom con el telón de apertura de los portugueses Sacred Sin.
El concierto estaba programado originalmente en el espacio principal de la sala, pero la baja venta de entradas (estimada en unas 50) obligó a la promotora a reubicar el evento en el escenario pequeño. Este cambio, si bien garantizó cierta cercanía, subrayó un ambiente inicial “descafeinado” que flotó sobre la velada, ajeno a la calidad musical que se ofrecería.
Los lusos Sacred Sin fueron los encargados de calentar el frío ambiente. Con su death metal denso y oscuro, la banda exhibió una veteranía admirable. A pesar de la escasa luz del pequeño escenario, una limitación habitual en este formato de la Revi Live, aunque ligeramente mejorada respecto a anteriores citas, su propuesta sonora fue compacta.
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El público, disperso pero atento, respondió con cortesía a la descarga, que fue notablemente bien mezclada. El trabajo del técnico de sonido resultó crucial, logrando una definición encomiable que evitó que la pesadez del death metal se convirtiera en una masa ininteligible, una proeza considerando la acústica limitada del espacio. Su esfuerzo sentó una base firme.
La banda intenttó animar cada vez que pudo al público que respondió con interés pero más por voluntad que por número. Cabezas agitadas, puños al aire, aplausos celebrando el cierre de cada tema. Al terminar, con foto de recuerdo, se vació casi por completo el escenario para montar el backline de los brasileños.
Después de dejar la batería montada y probarla, el cuarteto de The Troops of Doom, liderados por Jairo “Tormentor” Guedz (ex-Sepultura), tomaron el asalto. El cuarteto brasileño llegó a Madrid con la misión de rendir pleitesía a la vieja escuela del thrash/death metal y, a pesar de la escasa audiencia, demostraron un profesionalismo inquebrantable.
La banda arrojó un sonido musculoso y nostálgico, con riffs cortantes y la energía que les es característica. Su empeño fue palpable: trataron con todo su poderío de levantar al público, interactuando constantemente y ejecutando su setlist con la furia que merecía un aforo completo. Sin embargo, el espacio físico no vibraba al nivel de la música. La limitación lumínica seguía restando espectacularidad, dejando en penumbra muchos de los movimientos enérgicos de los músicos. Estoy convencido que los presentes lo disfrutaron y así se vio en sus ovaciones y gestos, coreando cada tema y aplaudiendo.
El talento de The Troops of Doom y Sacred Sin para ejecutar metal de alta fidelidad quedó fuera de toda duda. La profesionalidad de ambas bandas y el buen hacer técnico merecieron un marco más grandilocuente. Al final, lo que quedó fue una sensación agridulce: un gran concierto presenciado por muy pocos, reafirmando que, en ocasiones, la calidad del directo tiene que luchar contra la indiferencia del mercado.














