Cutting The Throat of God (2024)
Debemur Morti Productions
1. To Flow Through Ashen Hearts
2. The Dawn Is Hollow
3. Further Opening the Wounds
4. Transfiguration In and Out of Worlds
5. To See Death Just Once
6. Undying as an Apparition
7. Cutting the Throat of God
A cada ser que habita este plano de existencia le digo: he aquí una obra maestra. Su título, que suena violentamente nietzscheano, es absolutamente digno de su grandilocuencia creativa. Puede que todavía haya quienes no conozcan a esta banda, por eso voy a presentarla, antes de adentrarnos en los detalles de la obra sublime que han compuesto.
El proyecto surgió en Nueva Zelanda, allá por el año 2000, y no tardó demasiado en consolidarse como una expresión del movimiento más vanguardista dentro del death metal, con un estilo de gran calidad técnica, alejado de la mera intención de exhibir virtuosismo, concentrado en la elaboración de una música tan brutal como melódica, tan compleja como evocativa, con una trama estertórea de armonías atrevidas, disonancias sentimentales, cambios de compás y diversas sutilezas que se manifiestan hasta en los lapsos de más conmovedora intensidad. Para quienes necesiten algunos puntos de referencia, podríamos mencionar a Gorguts, Immolation, Cryptopsy y Deathspell Omega.
El trío de Paul Kelland (voz y bajo), Michael Hoggard (guitarra) y Jamie Saint Merat (batería), suena con un poder que parece multiplicarlos sónicamente. Ya con “Shrines of Paralysis” (2016) y “Stare into Death and Be Still” (2020) se habían consolidado como una fuerza impactante dentro de la escena del metal extremo internacional. Ahora, este nuevo trabajo cosechó el clamor tanto de la crítica como del público desde el momento mismo de su salida. La banda volvió a asociarse con Dehn Sora para realizar los videos de cada single que lanzaron.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Inter Arma – New Heaven (2024)
Decía que el nombre de este disco tiene algo de nietzscheano, por la idea de la muerte de Dios pero, además, creo que el arte de Ulcerate experimenta con esa dinámica entre lo dionisíaco y lo apolíneo que el filósofo alemán analiza en El Origen de la Tragedia. Lo dionisíaco es lo pasional, lo desbordante de potencia visceral, el éxtasis de los sentidos, el goce voluptuoso más allá de la moral. Lo apolíneo, por otro lado, representa lo equilibrado, lo racional, el cuidado en cultivar la justa belleza de las formas. Precisamente, nos hallamos ante una música trágica con todas las connotaciones posibles que eso puede tener. Resulta increíble el talento de esta banda para producir algo siempre en el límite exacto entre el poder del caos y orden del lenguaje musical.
El viaje introspectivo comienza apaciblemente con “To Flow Through Ashen Hearts”, y pronto nuestra médula espinal empieza a sentir la corriente eléctrica que generan esas notas afiladas de la guitarra y esa base rítmica de reiterados cambios orgásmicos. La voz gutural es de una profundidad insondable. Un aspecto clave en la composición que Ulcerate lleva a cabo es la construcción de un motivo, una unidad mínima con sentido expresivo, que van utilizando y mutando a lo largo de las extensas canciones (todas duran más de siete minutos). De esta manera, cuando nos impresionan esas tres o cuatro notas, por ejemplo, que casi nos hacen llorar, sabemos que van a repetirse una y otra vez, cambiando su intención, en otros contextos, con otros efectos, integrando variantes armónicas, pero siempre efectivas. “The Dawn Is Hollow” sigue con mucha energía, aunque ya somos conscientes de que sobrevendrán lapsos más calmos o atmosféricos, como suele decirse en la jerga del análisis de la música rock. Ulcerate degolla a Dios y llora esbozando una sonrisa. La maestría con que es ejecutada la batería es digna de un verdugo piadoso. “Further Opening the Wounds” va incursionando con más bravura en este miasma emocional flotando en un agujero negro que nos transporta hacia la incertidumbre. Hay gran placer en cada aceleración, cada deliberado “desfasaje”, cada arreglo percusivo, cada arpegio deforme. Dios se desangra en las manos de Ulcerate. Es como una trampa de encajes móviles a tal velocidad que la rigidez simula un flujo.
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“Transfiguration In and Out of Worlds” brinda otro tramo de espasmos menos frenéticos, y un motivo (con el significado anteriormente mencionado) que es uno de los más pregnantes de todo el disco. El artificio de los platillos merece ser legendario. Si hoy me preguntan cuál es la mejor banda de death metal en la actualidad, exclamo Ulcerate sin dudarlo. Lo que hacen es genialidad pura. “To See Death Just Once” me hace pensar que la decisión de detenerme en cada track de este álbum no le hace justicia, pues conforme avanzo se me van terminando las palabras, y usar un diccionario sería engañarme a mí mismo. Tengo que decir que es brillante algo que busca ser tremendamente oscuro. Quizás estoy viviendo algo de una dimensión con cualidades de ese ficticio inconsciente freudiano donde no existe la contradicción lógica y se generan las pesadillas. La maldad hace llorar de la alegría.
Hay pasajes que son de una delicadeza propia del jazz, caricias en una larga agonía que alterna estupor y convulsiones. “Undying as an Apparition” tiene la duración más extensa del disco. Aquí se me ocurre destacar el rasgo progresivo de la música de Ulcerate, pero podría haberlo hecho antes. Ya no sé a qué propósito sirve la linealidad que persigo para ponerle palabras a lo indescriptible. ¿Disco del año? Esa es una minucia para las redes sociales. El álbum cierra con una alucinante canción homónima. No conozco otra banda que logre nada semejante. Es como la habilidad de Miguel Ángel para esculpir el mármol: a martillazos se da lugar a las curvas más sensuales, las de un glúteo, las del espacio-tiempo.
Cutting The Throat of God (2024)
Debemur Morti Productions
1. To Flow Through Ashen Hearts
2. The Dawn Is Hollow
3. Further Opening the Wounds
4. Transfiguration In and Out of Worlds
5. To See Death Just Once
6. Undying as an Apparition
7. Cutting the Throat of God
A cada ser que habita este plano de existencia le digo: he aquí una obra maestra. Su título, que suena violentamente nietzscheano, es absolutamente digno de su grandilocuencia creativa. Puede que todavía haya quienes no conozcan a esta banda, por eso voy a presentarla, antes de adentrarnos en los detalles de la obra sublime que han compuesto.
El proyecto surgió en Nueva Zelanda, allá por el año 2000, y no tardó demasiado en consolidarse como una expresión del movimiento más vanguardista dentro del death metal, con un estilo de gran calidad técnica, alejado de la mera intención de exhibir virtuosismo, concentrado en la elaboración de una música tan brutal como melódica, tan compleja como evocativa, con una trama estertórea de armonías atrevidas, disonancias sentimentales, cambios de compás y diversas sutilezas que se manifiestan hasta en los lapsos de más conmovedora intensidad. Para quienes necesiten algunos puntos de referencia, podríamos mencionar a Gorguts, Immolation, Cryptopsy y Deathspell Omega.
El trío de Paul Kelland (voz y bajo), Michael Hoggard (guitarra) y Jamie Saint Merat (batería), suena con un poder que parece multiplicarlos sónicamente. Ya con “Shrines of Paralysis” (2016) y “Stare into Death and Be Still” (2020) se habían consolidado como una fuerza impactante dentro de la escena del metal extremo internacional. Ahora, este nuevo trabajo cosechó el clamor tanto de la crítica como del público desde el momento mismo de su salida. La banda volvió a asociarse con Dehn Sora para realizar los videos de cada single que lanzaron.
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Decía que el nombre de este disco tiene algo de nietzscheano, por la idea de la muerte de Dios pero, además, creo que el arte de Ulcerate experimenta con esa dinámica entre lo dionisíaco y lo apolíneo que el filósofo alemán analiza en El Origen de la Tragedia. Lo dionisíaco es lo pasional, lo desbordante de potencia visceral, el éxtasis de los sentidos, el goce voluptuoso más allá de la moral. Lo apolíneo, por otro lado, representa lo equilibrado, lo racional, el cuidado en cultivar la justa belleza de las formas. Precisamente, nos hallamos ante una música trágica con todas las connotaciones posibles que eso puede tener. Resulta increíble el talento de esta banda para producir algo siempre en el límite exacto entre el poder del caos y orden del lenguaje musical.
El viaje introspectivo comienza apaciblemente con “To Flow Through Ashen Hearts”, y pronto nuestra médula espinal empieza a sentir la corriente eléctrica que generan esas notas afiladas de la guitarra y esa base rítmica de reiterados cambios orgásmicos. La voz gutural es de una profundidad insondable. Un aspecto clave en la composición que Ulcerate lleva a cabo es la construcción de un motivo, una unidad mínima con sentido expresivo, que van utilizando y mutando a lo largo de las extensas canciones (todas duran más de siete minutos). De esta manera, cuando nos impresionan esas tres o cuatro notas, por ejemplo, que casi nos hacen llorar, sabemos que van a repetirse una y otra vez, cambiando su intención, en otros contextos, con otros efectos, integrando variantes armónicas, pero siempre efectivas. “The Dawn Is Hollow” sigue con mucha energía, aunque ya somos conscientes de que sobrevendrán lapsos más calmos o atmosféricos, como suele decirse en la jerga del análisis de la música rock. Ulcerate degolla a Dios y llora esbozando una sonrisa. La maestría con que es ejecutada la batería es digna de un verdugo piadoso. “Further Opening the Wounds” va incursionando con más bravura en este miasma emocional flotando en un agujero negro que nos transporta hacia la incertidumbre. Hay gran placer en cada aceleración, cada deliberado “desfasaje”, cada arreglo percusivo, cada arpegio deforme. Dios se desangra en las manos de Ulcerate. Es como una trampa de encajes móviles a tal velocidad que la rigidez simula un flujo.
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“Transfiguration In and Out of Worlds” brinda otro tramo de espasmos menos frenéticos, y un motivo (con el significado anteriormente mencionado) que es uno de los más pregnantes de todo el disco. El artificio de los platillos merece ser legendario. Si hoy me preguntan cuál es la mejor banda de death metal en la actualidad, exclamo Ulcerate sin dudarlo. Lo que hacen es genialidad pura. “To See Death Just Once” me hace pensar que la decisión de detenerme en cada track de este álbum no le hace justicia, pues conforme avanzo se me van terminando las palabras, y usar un diccionario sería engañarme a mí mismo. Tengo que decir que es brillante algo que busca ser tremendamente oscuro. Quizás estoy viviendo algo de una dimensión con cualidades de ese ficticio inconsciente freudiano donde no existe la contradicción lógica y se generan las pesadillas. La maldad hace llorar de la alegría.
Hay pasajes que son de una delicadeza propia del jazz, caricias en una larga agonía que alterna estupor y convulsiones. “Undying as an Apparition” tiene la duración más extensa del disco. Aquí se me ocurre destacar el rasgo progresivo de la música de Ulcerate, pero podría haberlo hecho antes. Ya no sé a qué propósito sirve la linealidad que persigo para ponerle palabras a lo indescriptible. ¿Disco del año? Esa es una minucia para las redes sociales. El álbum cierra con una alucinante canción homónima. No conozco otra banda que logre nada semejante. Es como la habilidad de Miguel Ángel para esculpir el mármol: a martillazos se da lugar a las curvas más sensuales, las de un glúteo, las del espacio-tiempo.