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Vulvodynia
Entabeni (2024)
Unique Leader

1. Imbawula
2. Devil Tree
3. The Rand Lord
4. It Follows
5. Isandlwana (feat. David Simonich)
6. Mamlambo
7. Adamaster (feat. Kyle Medina)
8. Entabeni (feat. Damonteal Harris)
9. Mangled & Maimed
10. Generational Segregation

Vulvodynia se ha hecho un hueco en la escena internacional del deathcore, siendo perfectamente la banda más conocida de todo el continente africano. La banda sudafricana vuelve completamente renovada con su sexto álbum de larga duración “Entabeni”, el cual nos muestra como la banda ha optado por un Deathcore Melódico como el que nos pueden ofrecer bandas como los canadienses de Angelmaker, cambiando la temática gore por letras sobre el folk y mitología sudafricanos, manteniendo el lado slam de la banda. En este trabajo, los del Cabo Este cuentan con la colaboración de vocalistas como David Simonich (Signs of the Swarm), Kyle Medina (Bodysnatcher) y Damonteal Harris (PeelingFlesh).

Entabeni es también el primer álbum lanzado desde la despedida del hasta entonces polémico vocalista Duncan Bentley, donde el guitarrista Lwandile Prusent ocupa el lugar con un resultado más que sorprendente el cual iremos analizando a lo largo de la reseña. Este sin duda ha sido el álbum donde han conseguido una producción más pulida y definida, donde no se me hace nada repetitivo ni pesado como ocurre en otros álbumes del género. Los de Durban han mostrado esta vez la capacidad de crear un proyecto dinámico y energético, cuyas características estaban algo ausentes en sus últimos álbumes, y como persona cercana a la banda, me complace ver cómo los chicos han evolucionado de esta manera.

Lo dicho, el sonido de Entabeni sigue siendo enorme y mucho más entretenido que su predecesor, Praenuntius Infiniti. El álbum es un torbellino rápido y lleno de solos de guitarra intrincados, riffs técnicamente impresionantes y un puñado de breakdowns emocionantes. Las frecuentes instancias de “chugga chugga” puntuadas por armónicos y barridos ocasionalmente se acercan demasiado al territorio de “error de Windows”, pero estos momentos están generalmente bien orquestados y no se sienten tan artificiosos como podrían haberlo sido lo mismo. Hay temas donde los toques sinfónicos se hacen más presentes ‘Devil Tree’, o los coros operísticos de ‘The Rand Lord’. Estas inclusiones no son desconocidas dentro del género, pero aquí, en medio de la barbarie de los cortes más salvajes y el constante trabajo de trastes abrasador, se sienten distraídamente triviales. No obstante, ‘The Rand Lord’, a pesar de sus deficiencias, logra destacar gracias a las guitarras enérgicas y una atmósfera contenida pero épica, aunque se siente ligeramente novedosa para una canción de Vulvodynia.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Whitechapel en Cracovia: “De vuelta a sus inicios”

De manera similar, el cierre ‘Generational Segregation’, uno de los mejores momentos de Entabeni, es un inusual pero memorable estertor final para el álbum, lleno de grooves contundentes y riffs de death metal rudos que fluctúan ágilmente a lo largo de casi cinco minutos. Es un resumen convincente del estilo actual de la banda, en el que todo parece estar afinado a la perfección, funcionando como debería, y sincronizándose excelentemente.

Aunque el estilo encontrado en Entabeni desafía un poco las expectativas para la banda, el vocalista Prusent hace un trabajo más que excelente en este paisaje musical, con sus bajos deliciosos y agudos rasposos que complementan idealmente este cambio estilístico frenéticamente animado, aunque los guturales de este no igualen la monstruosidad de Bentley. Esto último no es ningún inconveniente en mi opinión. La banda solamente ha buscado adaptarse de manera mutua tanto en la instrumental como en los vocales, es decir, que ambos aspectos han evolucionado. Si hay que poner alguna crítica a las vocales de Lwandile, sería una cierta sobreproducción en algunas partes que hace que el LP suene demasiado limpio en varias ocasiones. Esto no es particularmente inusual para los discos de metal técnico, ya que agrega fidelidad a los pasajes musicales más complejos, pero también suaviza gran parte de la explosividad que podría haber elevado este lanzamiento.

En ‘Mamlambo’, por ejemplo, que cuenta con un riff principal satisfactoriamente atronador, la aspereza del tono de la guitarra se diluye por lo nítido del efecto, sustrayendo gran parte del poder y peso de la composición en un instante. Los breakdowns frecuentemente caen víctimas de la producción también, con ‘Isandlwana’ destacándose en este sentido gracias a un outro simplista que se siente subdesarrollado en lugar de rematar con fuerza. Un acabado más crudo podría haber agregado impacto a la naturaleza directa del final, pero debido al pulido, simplemente no sirve como las últimas sacudidas cataclísmicas que debería ser. La producción sí ayuda a dar definición a los solos y pasajes más grandiosos, sin embargo, con el tema principal destacándose notablemente en este sentido; los cambios entre barridos y chugs están bien contrastados mientras las voces de Prusent se deslizan sobre la experiencia.


 

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1. Imbawula
2. Devil Tree
3. The Rand Lord
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5. Isandlwana (feat. David Simonich)
6. Mamlambo
7. Adamaster (feat. Kyle Medina)
8. Entabeni (feat. Damonteal Harris)
9. Mangled & Maimed
10. Generational Segregation




Vulvodynia se ha hecho un hueco en la escena internacional del deathcore, siendo perfectamente la banda más conocida de todo el continente africano. La banda sudafricana vuelve completamente renovada con su sexto álbum de larga duración “Entabeni”, el cual nos muestra como la banda ha optado por un Deathcore Melódico como el que nos pueden ofrecer bandas como los canadienses de Angelmaker, cambiando la temática gore por letras sobre el folk y mitología sudafricanos, manteniendo el lado slam de la banda. En este trabajo, los del Cabo Este cuentan con la colaboración de vocalistas como David Simonich (Signs of the Swarm), Kyle Medina (Bodysnatcher) y Damonteal Harris (PeelingFlesh).

Entabeni es también el primer álbum lanzado desde la despedida del hasta entonces polémico vocalista Duncan Bentley, donde el guitarrista Lwandile Prusent ocupa el lugar con un resultado más que sorprendente el cual iremos analizando a lo largo de la reseña. Este sin duda ha sido el álbum donde han conseguido una producción más pulida y definida, donde no se me hace nada repetitivo ni pesado como ocurre en otros álbumes del género. Los de Durban han mostrado esta vez la capacidad de crear un proyecto dinámico y energético, cuyas características estaban algo ausentes en sus últimos álbumes, y como persona cercana a la banda, me complace ver cómo los chicos han evolucionado de esta manera.

Lo dicho, el sonido de Entabeni sigue siendo enorme y mucho más entretenido que su predecesor, Praenuntius Infiniti. El álbum es un torbellino rápido y lleno de solos de guitarra intrincados, riffs técnicamente impresionantes y un puñado de breakdowns emocionantes. Las frecuentes instancias de “chugga chugga” puntuadas por armónicos y barridos ocasionalmente se acercan demasiado al territorio de “error de Windows”, pero estos momentos están generalmente bien orquestados y no se sienten tan artificiosos como podrían haberlo sido lo mismo. Hay temas donde los toques sinfónicos se hacen más presentes ‘Devil Tree’, o los coros operísticos de ‘The Rand Lord’. Estas inclusiones no son desconocidas dentro del género, pero aquí, en medio de la barbarie de los cortes más salvajes y el constante trabajo de trastes abrasador, se sienten distraídamente triviales. No obstante, ‘The Rand Lord’, a pesar de sus deficiencias, logra destacar gracias a las guitarras enérgicas y una atmósfera contenida pero épica, aunque se siente ligeramente novedosa para una canción de Vulvodynia.

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De manera similar, el cierre ‘Generational Segregation’, uno de los mejores momentos de Entabeni, es un inusual pero memorable estertor final para el álbum, lleno de grooves contundentes y riffs de death metal rudos que fluctúan ágilmente a lo largo de casi cinco minutos. Es un resumen convincente del estilo actual de la banda, en el que todo parece estar afinado a la perfección, funcionando como debería, y sincronizándose excelentemente.

Aunque el estilo encontrado en Entabeni desafía un poco las expectativas para la banda, el vocalista Prusent hace un trabajo más que excelente en este paisaje musical, con sus bajos deliciosos y agudos rasposos que complementan idealmente este cambio estilístico frenéticamente animado, aunque los guturales de este no igualen la monstruosidad de Bentley. Esto último no es ningún inconveniente en mi opinión. La banda solamente ha buscado adaptarse de manera mutua tanto en la instrumental como en los vocales, es decir, que ambos aspectos han evolucionado. Si hay que poner alguna crítica a las vocales de Lwandile, sería una cierta sobreproducción en algunas partes que hace que el LP suene demasiado limpio en varias ocasiones. Esto no es particularmente inusual para los discos de metal técnico, ya que agrega fidelidad a los pasajes musicales más complejos, pero también suaviza gran parte de la explosividad que podría haber elevado este lanzamiento.

En ‘Mamlambo’, por ejemplo, que cuenta con un riff principal satisfactoriamente atronador, la aspereza del tono de la guitarra se diluye por lo nítido del efecto, sustrayendo gran parte del poder y peso de la composición en un instante. Los breakdowns frecuentemente caen víctimas de la producción también, con ‘Isandlwana’ destacándose en este sentido gracias a un outro simplista que se siente subdesarrollado en lugar de rematar con fuerza. Un acabado más crudo podría haber agregado impacto a la naturaleza directa del final, pero debido al pulido, simplemente no sirve como las últimas sacudidas cataclísmicas que debería ser. La producción sí ayuda a dar definición a los solos y pasajes más grandiosos, sin embargo, con el tema principal destacándose notablemente en este sentido; los cambios entre barridos y chugs están bien contrastados mientras las voces de Prusent se deslizan sobre la experiencia.


 

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