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Dirkschneider en Buenos Aires: “Puro metal germano en Argentina”
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Foto de portada: Pablo Pisnoy

Udo Dirkschneider es una leyenda del metal alemán, habiendo sido cantante de Accept durante la etapa más icónica de los germanos y teniendo su voz al frente de más de un par de clásicos del heavy de los ochentas, y su carrera solista bajo la estilización U.D.O. también es extremadamente destacable, editando casi de manera constante desde los ochentas y siempre manteniéndose dentro de su estilo de puro heavy de músculo y riffs. 

Pero el nacido en Wuppertal sabe que la gente sigue añorando su obra junto a su banda madre y, en vez de ponerse a renegar de su etapa con Accept o convertirse en una banda de tributo eterno a sí mismo, el cantante decidió dividir su carrera en dos y con ello también su nombre: U.D.O. es cómo se presenta en su carrera solista, y con Dirkschneider se dedica a pleno a los covers de Accept. Una propuesta justa, y una que la gente presente el miércoles 13/11 en el Teatro Flores de Buenos Aires aceptó (ja) de manera plena, a juzgar la cantidad de público de gran rango de edad (canosos con la remera negra tirando ya a gris por un lado, varios más jóvenes pero con la misma pasión por el heavy metal del otro) que estaba presente en el recinto de Rivadavia 7806.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: U.D.O. en Barcelona: “¿Udo juega su última partida?”

Con bastante público ya apostado en el campo y bastante en los alrededores del Teatro, haciendo la previa en las afueras al no dejar entrar con bebida o comida al lugar (aunque siempre hay métodos, claro está), fue momento de ir calentando motores con el set de los locales Helker. 25 años de carrera (y contando) y la banda del guitarrista Mariano Ríos sigue al frente de la lucha por el heavy metal clásico en Argentina. 

El quinteto hizo un picadito de su enorme discografía, dentro de los límites de un puesto de telonero: dos canciones (“El bien y el mal” y “Guardianes de tu creación”) del último Cara o Cruz, dos de aquel ya lejano Resistir de 2008 (“Traición” y “Basurero Nuclear”), y luego una canción para representar varios de los trabajos en el medio, como “Lágrimas de Sangre” de Alma de fuego y “Redención” de En algún lugar del círculo. Buena lista y una buena actuación porque del grupo, con muchas sonrisas y un sonido decente, aunque en un momento uno del público dijo de bajarle el volumen al bombo y el cantante Matias Ochoa respondió que aquel fuera a hacerles el sonido (siempre en plan broma, claramente). Si están en Buenos Aires el 21 de diciembre, vayan a verlos al Roxy ese día que estarán cerrando la gira de Cara o Cruz.

El día anterior había estado en el concierto de Movements y, después de aquella previa musicalizada con hip hop y cosas raras, volver a la lista con temas de metal bien clásico fue como volver a la casa de tu vieja después de un viaje largo, más allá de que escuchar a Helloween al lado de Rage Against The Machine fuera un tanto extraño. Como nota aparte, además de las remeras obvias de Accept y U.D.O. había muchas de Black Sabbath, Motörhead, Mercyful Fate y toda la camada del metal germano como Primal Fear, Destruction, Sodom y asociados, e incluso una de Burzum como para que no digan que esto no puede ser una bolsa de gatos.

Después de una previa con algunos sonidos de prueba de sonido detrás del telón, a las 21:00 en punto comenzó a sonar de fondo “Living After Midnight” de Judas Priest, la señal de que era hora de que darle rienda suelta al acto principal de la noche. Y fue tal cual así, ya que a su término, con la gente gritando “¡Udo! ¡Udo! ¡Udo”, comenzó a sonar la canción folclórica alemana “Ein Heller und ein Batzen”, que tuvo a todos estos metaleros de remera negra y tachas cantando a coro el “Heidi! Heido! Heida!”, y tras apagarse las luces se dio la apertura del telón para que Udo gritara el comienzo de “Fast As A Shark”, clasicazo no sólo de Accept sino también del speed metal temprano allá por 1982.

Conformada por Andrey Smirnov y Dee Dammers en guitarras, el recientemente ingresado y viejo conocido Peter Baltes en bajo, y su hijo Sven Dirkschneider en batería, la banda que acompaña a Udo en las dos partes de su carrera solista es un espectáculo, y eso es lo que se vio arriba del escenario del Teatro desde el inicio, con una precisión en cada riff disfrazada bajo la distorsión y fuerza del buen metal germano. Y Udo es un tema aparte, porque con 72 años sigue sonando tan fuerte como en aquellos álbumes de Accept, cual hijo bastardo de Judas Priest y AC/DC. Siempre vestido de camuflaje marca registrada, el cantante entonaba cada nota con la potencia que estas requerían, mientras de fondo se podía ver el logo gigante de Dirkschneider, al buen estilo de heavy de los ochentas.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Udo Dirkschneider – My Way (2022)

“¡Muchas gracias, Buenos Aires!”, dijo Udo, con el público enloquecido. Tras otras palabras en español, el cantante pasó al inglés, idioma que manejará mucho mejor aunque no se le entienda mucho (más allá de que no necesite comunicar tanto) y agradeció a todos los fans, antes de arrancar con “Midnight Mover”, nuevamente con la gente coreando la intro. Mucho pogo, mucho cabeceo y mucho más consumo de cerveza, con ese sentimiento rocanrolero en la música de Accept y la carrera de Udo que hace que a uno le agarre una sed peligrosa. Toda esta primera parte del recital estuvo dedicada a clásico tras clásico de los germanos: “Living For Tonite”, “Breaker”, “Princess Of The Dawn” y “Flash Rockin’ Man” pasaron una después de la otra y tuvieron a todos disfrutando de toda la potencia de una banda de alto volumen y riffs precisos en sus instrumentos.

Pero tras cerrar con “Metal Heart”, era momento de comenzar con la sección principal del evento. Allá por diciembre de 1983 Accept lanzaron su quinto álbum y el que a la postre sería el que marcaría su carrera: Balls To The Wall. No sería hasta 1984 que el álbum saldría en Estados Unidos, una decisión de la discográfica para no hacerle competencia al anterior Restless And Wild, y con su sugerente portada este lanzamiento sería el más icónico y exitoso de la banda. Parece que Udo decidió tomar la fecha estadounidense o simplemente esperar a este año, pero era momento de festejar los 40 años de la salida de Balls To The Wall repasando todo el álbum en vivo.

Tras el anuncio de parte de Udo de que estábamos viendo un momento histórico, el público explotó con el tema título “Balls To The Wall”, un clásico absoluto del heavy metal de los ochentas y que parece hecho científicamente para ser coreado por todo el público a lo largo y ancho de cada recital en el que suena. Con Udo mostrando que los años no han hecho mella en su voz, sus músicos de apoyo sólo deben hacer lo suyo en cada nota y una batería que sonaba tremenda, aunque sin importar su habilidad nunca voy a dejar de considerar esos momentos de solos de guitarras alargados como otra cosa que no sea relleno. Con todos enfrente de ellos aportando al coro icónico de la canción y este estribillo tan ridículo como épico y pegadizo, sería muy obvio decir que este fue por lejos uno de los mejores momentos, sino el mejor, de toda la noche.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Accept – Humanoid (2024)

Y la cosa no terminó ahí, claro, siendo que luego tuvimos a la rockera “London Leatherboys”, otro himno clásico con estribillo ultra coreable. Pero la idea de tocar un disco completo no es solo que podamos escuchar clásicos de toda la vida, sino también otras que el grupo en cuestión no tocaría de otra manera, algo que este álbum tiene bastante. Así es que pudimos escuchar la veloz “Fight It Back”, una canción que Accept no tocó por fuera de la gira de presentación de Balls To The Wall y que Udo desenterró primero hace un par de años para ahora ganarse su lugar en la noche de Flores, y lo mismo podría decirse de las siguientes “Head Over Heels” y “Losing More Than You’ve Ever Had”, otros secretos pesados que la audiencia de Udo pudo disfrutar después de décadas.

“Love Child” tiene un riff básico pero tan efectivo como para levantar a los muertos y que encendió a la gente para mover la cabeza a su ritmo, y “Turn Me On” es otro track desenterrado que da ganas de subirse a una moto enorme y viajar a toda velocidad por la ruta, sobre todo en las manos de estos músicos expertos en la materia. “Losers and Winners” levanta velocidad con sus riffs de manual y su actitud de confrontación, donde Udo tiene los coros de sus compañeros apoyándolo en el estribillo mientras eleva su voz con toda la soltura del mundo.

Ya para el final fue momento de sacar el pie del acelerador y colgarnos la acústica para la intro de “Guardian of the Night”, con esa intro delicada precediendo a un hard rock bien intenso y un estribillo un tanto básico y muy de “inglés como segundo idioma”, pero que gana muchos puntos por el carisma de la presentación de Udo en cada nota. Y ya que teníamos la acústica, era momento de darle un buen uso en la final “Winterdreams”, una balada pesada hecha y derecha que sirve como un buen contrapunto a los truenos y relámpagos de la propuesta tradicional de estos alemanes, marcando el final del set de Balls To The Wall con una nota alta.

La cosa podría haber terminado ahí, pero al ejército de Udo le quedaba algo de nafta en el tanque. Así que le regalaron al público no uno sino dos canciones para los bises, en este caso las movidas y queridas “Up To The Limit” y “Burning”, esta última con un final donde se iba acelerando cada vez más, testeando la resistencia de un público que tras casi 105 minutos de concierto se veía exhausto pero agradecido, con un par eligiendo sacarse las remeras para aliviar el calor acumulado. Con un último agradecimiento por parte de Udo y una promesa de volver, la fecha en el Teatro Flores cerró con broche de oro.

Recurrir a la nostalgia de esta manera puede parecer un tanto barato a esta altura, pero en su carrera solista Udo ya ha demostrado que sigue manteniéndose en forma y con talento para lo suyo y que si quiere hacer un homenaje a su carrera lo hace porque quiere y no porque se vea obligado. Y los presentes en el Teatro Flores lo agradecieron, con una noche espectacular para todos los fans del metal clásico, dejando sonrisas por todos lados y ganas de volver.

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Dirkschneider en Buenos Aires: “Puro metal germano en Argentina”
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Foto de portada: Pablo Pisnoy

Udo Dirkschneider es una leyenda del metal alemán, habiendo sido cantante de Accept durante la etapa más icónica de los germanos y teniendo su voz al frente de más de un par de clásicos del heavy de los ochentas, y su carrera solista bajo la estilización U.D.O. también es extremadamente destacable, editando casi de manera constante desde los ochentas y siempre manteniéndose dentro de su estilo de puro heavy de músculo y riffs. 

Pero el nacido en Wuppertal sabe que la gente sigue añorando su obra junto a su banda madre y, en vez de ponerse a renegar de su etapa con Accept o convertirse en una banda de tributo eterno a sí mismo, el cantante decidió dividir su carrera en dos y con ello también su nombre: U.D.O. es cómo se presenta en su carrera solista, y con Dirkschneider se dedica a pleno a los covers de Accept. Una propuesta justa, y una que la gente presente el miércoles 13/11 en el Teatro Flores de Buenos Aires aceptó (ja) de manera plena, a juzgar la cantidad de público de gran rango de edad (canosos con la remera negra tirando ya a gris por un lado, varios más jóvenes pero con la misma pasión por el heavy metal del otro) que estaba presente en el recinto de Rivadavia 7806.

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Con bastante público ya apostado en el campo y bastante en los alrededores del Teatro, haciendo la previa en las afueras al no dejar entrar con bebida o comida al lugar (aunque siempre hay métodos, claro está), fue momento de ir calentando motores con el set de los locales Helker. 25 años de carrera (y contando) y la banda del guitarrista Mariano Ríos sigue al frente de la lucha por el heavy metal clásico en Argentina. 

El quinteto hizo un picadito de su enorme discografía, dentro de los límites de un puesto de telonero: dos canciones (“El bien y el mal” y “Guardianes de tu creación”) del último Cara o Cruz, dos de aquel ya lejano Resistir de 2008 (“Traición” y “Basurero Nuclear”), y luego una canción para representar varios de los trabajos en el medio, como “Lágrimas de Sangre” de Alma de fuego y “Redención” de En algún lugar del círculo. Buena lista y una buena actuación porque del grupo, con muchas sonrisas y un sonido decente, aunque en un momento uno del público dijo de bajarle el volumen al bombo y el cantante Matias Ochoa respondió que aquel fuera a hacerles el sonido (siempre en plan broma, claramente). Si están en Buenos Aires el 21 de diciembre, vayan a verlos al Roxy ese día que estarán cerrando la gira de Cara o Cruz.

El día anterior había estado en el concierto de Movements y, después de aquella previa musicalizada con hip hop y cosas raras, volver a la lista con temas de metal bien clásico fue como volver a la casa de tu vieja después de un viaje largo, más allá de que escuchar a Helloween al lado de Rage Against The Machine fuera un tanto extraño. Como nota aparte, además de las remeras obvias de Accept y U.D.O. había muchas de Black Sabbath, Motörhead, Mercyful Fate y toda la camada del metal germano como Primal Fear, Destruction, Sodom y asociados, e incluso una de Burzum como para que no digan que esto no puede ser una bolsa de gatos.

Después de una previa con algunos sonidos de prueba de sonido detrás del telón, a las 21:00 en punto comenzó a sonar de fondo “Living After Midnight” de Judas Priest, la señal de que era hora de que darle rienda suelta al acto principal de la noche. Y fue tal cual así, ya que a su término, con la gente gritando “¡Udo! ¡Udo! ¡Udo”, comenzó a sonar la canción folclórica alemana “Ein Heller und ein Batzen”, que tuvo a todos estos metaleros de remera negra y tachas cantando a coro el “Heidi! Heido! Heida!”, y tras apagarse las luces se dio la apertura del telón para que Udo gritara el comienzo de “Fast As A Shark”, clasicazo no sólo de Accept sino también del speed metal temprano allá por 1982.

Conformada por Andrey Smirnov y Dee Dammers en guitarras, el recientemente ingresado y viejo conocido Peter Baltes en bajo, y su hijo Sven Dirkschneider en batería, la banda que acompaña a Udo en las dos partes de su carrera solista es un espectáculo, y eso es lo que se vio arriba del escenario del Teatro desde el inicio, con una precisión en cada riff disfrazada bajo la distorsión y fuerza del buen metal germano. Y Udo es un tema aparte, porque con 72 años sigue sonando tan fuerte como en aquellos álbumes de Accept, cual hijo bastardo de Judas Priest y AC/DC. Siempre vestido de camuflaje marca registrada, el cantante entonaba cada nota con la potencia que estas requerían, mientras de fondo se podía ver el logo gigante de Dirkschneider, al buen estilo de heavy de los ochentas.

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Pero tras cerrar con “Metal Heart”, era momento de comenzar con la sección principal del evento. Allá por diciembre de 1983 Accept lanzaron su quinto álbum y el que a la postre sería el que marcaría su carrera: Balls To The Wall. No sería hasta 1984 que el álbum saldría en Estados Unidos, una decisión de la discográfica para no hacerle competencia al anterior Restless And Wild, y con su sugerente portada este lanzamiento sería el más icónico y exitoso de la banda. Parece que Udo decidió tomar la fecha estadounidense o simplemente esperar a este año, pero era momento de festejar los 40 años de la salida de Balls To The Wall repasando todo el álbum en vivo.

Tras el anuncio de parte de Udo de que estábamos viendo un momento histórico, el público explotó con el tema título “Balls To The Wall”, un clásico absoluto del heavy metal de los ochentas y que parece hecho científicamente para ser coreado por todo el público a lo largo y ancho de cada recital en el que suena. Con Udo mostrando que los años no han hecho mella en su voz, sus músicos de apoyo sólo deben hacer lo suyo en cada nota y una batería que sonaba tremenda, aunque sin importar su habilidad nunca voy a dejar de considerar esos momentos de solos de guitarras alargados como otra cosa que no sea relleno. Con todos enfrente de ellos aportando al coro icónico de la canción y este estribillo tan ridículo como épico y pegadizo, sería muy obvio decir que este fue por lejos uno de los mejores momentos, sino el mejor, de toda la noche.

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Y la cosa no terminó ahí, claro, siendo que luego tuvimos a la rockera “London Leatherboys”, otro himno clásico con estribillo ultra coreable. Pero la idea de tocar un disco completo no es solo que podamos escuchar clásicos de toda la vida, sino también otras que el grupo en cuestión no tocaría de otra manera, algo que este álbum tiene bastante. Así es que pudimos escuchar la veloz “Fight It Back”, una canción que Accept no tocó por fuera de la gira de presentación de Balls To The Wall y que Udo desenterró primero hace un par de años para ahora ganarse su lugar en la noche de Flores, y lo mismo podría decirse de las siguientes “Head Over Heels” y “Losing More Than You’ve Ever Had”, otros secretos pesados que la audiencia de Udo pudo disfrutar después de décadas.

“Love Child” tiene un riff básico pero tan efectivo como para levantar a los muertos y que encendió a la gente para mover la cabeza a su ritmo, y “Turn Me On” es otro track desenterrado que da ganas de subirse a una moto enorme y viajar a toda velocidad por la ruta, sobre todo en las manos de estos músicos expertos en la materia. “Losers and Winners” levanta velocidad con sus riffs de manual y su actitud de confrontación, donde Udo tiene los coros de sus compañeros apoyándolo en el estribillo mientras eleva su voz con toda la soltura del mundo.

Ya para el final fue momento de sacar el pie del acelerador y colgarnos la acústica para la intro de “Guardian of the Night”, con esa intro delicada precediendo a un hard rock bien intenso y un estribillo un tanto básico y muy de “inglés como segundo idioma”, pero que gana muchos puntos por el carisma de la presentación de Udo en cada nota. Y ya que teníamos la acústica, era momento de darle un buen uso en la final “Winterdreams”, una balada pesada hecha y derecha que sirve como un buen contrapunto a los truenos y relámpagos de la propuesta tradicional de estos alemanes, marcando el final del set de Balls To The Wall con una nota alta.

La cosa podría haber terminado ahí, pero al ejército de Udo le quedaba algo de nafta en el tanque. Así que le regalaron al público no uno sino dos canciones para los bises, en este caso las movidas y queridas “Up To The Limit” y “Burning”, esta última con un final donde se iba acelerando cada vez más, testeando la resistencia de un público que tras casi 105 minutos de concierto se veía exhausto pero agradecido, con un par eligiendo sacarse las remeras para aliviar el calor acumulado. Con un último agradecimiento por parte de Udo y una promesa de volver, la fecha en el Teatro Flores cerró con broche de oro.

Recurrir a la nostalgia de esta manera puede parecer un tanto barato a esta altura, pero en su carrera solista Udo ya ha demostrado que sigue manteniéndose en forma y con talento para lo suyo y que si quiere hacer un homenaje a su carrera lo hace porque quiere y no porque se vea obligado. Y los presentes en el Teatro Flores lo agradecieron, con una noche espectacular para todos los fans del metal clásico, dejando sonrisas por todos lados y ganas de volver.

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