TEXTO Y CRÓNICA: Unai Endemaño
Todo el mundo sabe que los martes no son los mejores días para organizar conciertos, pero, aun así, el reciente paso de Abbath por la capital bilbaína se saldó con triunfo. Una buenísima entrada para un día entre semana, confirmó el estatus de leyenda que ha terminado consiguiendo el que un día fuese líder de Immortal.
Abriendo la lata con una sala sorprendentemente llena para las horas que eran, se posicionaron Hellripper, un proyecto ideado y diseñado por el escoces James McBain que el año pasado consiguió una cierta repercusión con su último Warlocks Grim & Withered Hags.
Su comparecencia fue fulgurante por la intensidad empleada, pero pelín chicharrera en lo referente al sonido. En directo demostraron que pueden llegar a ser una banda habitual para calentar festivales, aunque la homogeneidad de sus canciones a veces juegue en su contra. Como aperitivo resultaron eficaces, y casi tocaron más tiempo que las otras dos formaciones de la noche.
Toxic Holocaust es una banda con muchos más recursos que Hellripper, y así lo demostraron en la Santana. A pesar de tocar estilos similares y también haber sido formados por un único hombre orquesta, la propuesta de los de Portland incide mucho más en el thrash ochentero, dándole un color diferente al ramalazo de riffs acelerados.
Tuvieron una actuación excesivamente corta para ellos, ya que abandonaron el escenario en el último tramo, con clara intención de volver y tocar bises, pero cuando regresaron sobre las tablas, se les indicó que ya no tocaran más. Desconozco cuál sería el motivo de esa decisión tan tajante.
La finalización por sorpresa de los Toxic, provocó un hueco de cuarenta y cinco minutos antes de que Abbath arrancase, por lo que el ritmo que estaba llevando la noche, se enfrió irremediablemente. En cualquier caso, la cosa volvió a coger color una vez que el ex Immortal comenzó salvaje con “Hecate”. Le siguieron un par de cortes de su último trabajo que ya desde los primeros compases, confirmaron que el sonido iba a ser sólido.
En este punto, es necesario hacer mención a las luces y humo que Abbath empleo durante la hora corta que se tiro sobre el escenario. La oscuridad fue tal que en ningún momento pudo apreciarse un palmo del emblemático maquillaje de la estrella. Una negrura que afeó el conjunto del concierto ya que es posible usar las luces de escenario para oscurecer una puesta en escena, dejando detalles para que haya posibilidades para ver algo. Con ver cuatro siluetas nos tuvimos que conformar, por tanto.
En lo concerniente a lo meramente musical, los temas de Immortal fueron los que levantaron la plaza. “In My Kingdom Cold” y “Beyond The North Waves” actuaron como fieles recordatorios de aquel glorioso redondo que era Sons Of Northern Darkness, con “One By One” subrayando en el tramo final, que Abbath tiene especial cariño a ese álbum.
Especialmente épica fue también la interpretación de “Winterbane” en los últimos momentos de la comparecencia, dejando que “Endless” cerrase la noche entre bruma y muchas caras de extrañeza. Una hora tan solo que terminó sabiendo a poco, a pesar de las excelentes sensaciones que recibimos desde lo más profundo de la niebla noruega.
TEXTO Y CRÓNICA: Unai Endemaño
Todo el mundo sabe que los martes no son los mejores días para organizar conciertos, pero, aun así, el reciente paso de Abbath por la capital bilbaína se saldó con triunfo. Una buenísima entrada para un día entre semana, confirmó el estatus de leyenda que ha terminado consiguiendo el que un día fuese líder de Immortal.
Abriendo la lata con una sala sorprendentemente llena para las horas que eran, se posicionaron Hellripper, un proyecto ideado y diseñado por el escoces James McBain que el año pasado consiguió una cierta repercusión con su último Warlocks Grim & Withered Hags.
Su comparecencia fue fulgurante por la intensidad empleada, pero pelín chicharrera en lo referente al sonido. En directo demostraron que pueden llegar a ser una banda habitual para calentar festivales, aunque la homogeneidad de sus canciones a veces juegue en su contra. Como aperitivo resultaron eficaces, y casi tocaron más tiempo que las otras dos formaciones de la noche.
Toxic Holocaust es una banda con muchos más recursos que Hellripper, y así lo demostraron en la Santana. A pesar de tocar estilos similares y también haber sido formados por un único hombre orquesta, la propuesta de los de Portland incide mucho más en el thrash ochentero, dándole un color diferente al ramalazo de riffs acelerados.
Tuvieron una actuación excesivamente corta para ellos, ya que abandonaron el escenario en el último tramo, con clara intención de volver y tocar bises, pero cuando regresaron sobre las tablas, se les indicó que ya no tocaran más. Desconozco cuál sería el motivo de esa decisión tan tajante.
La finalización por sorpresa de los Toxic, provocó un hueco de cuarenta y cinco minutos antes de que Abbath arrancase, por lo que el ritmo que estaba llevando la noche, se enfrió irremediablemente. En cualquier caso, la cosa volvió a coger color una vez que el ex Immortal comenzó salvaje con “Hecate”. Le siguieron un par de cortes de su último trabajo que ya desde los primeros compases, confirmaron que el sonido iba a ser sólido.
En este punto, es necesario hacer mención a las luces y humo que Abbath empleo durante la hora corta que se tiro sobre el escenario. La oscuridad fue tal que en ningún momento pudo apreciarse un palmo del emblemático maquillaje de la estrella. Una negrura que afeó el conjunto del concierto ya que es posible usar las luces de escenario para oscurecer una puesta en escena, dejando detalles para que haya posibilidades para ver algo. Con ver cuatro siluetas nos tuvimos que conformar, por tanto.
En lo concerniente a lo meramente musical, los temas de Immortal fueron los que levantaron la plaza. “In My Kingdom Cold” y “Beyond The North Waves” actuaron como fieles recordatorios de aquel glorioso redondo que era Sons Of Northern Darkness, con “One By One” subrayando en el tramo final, que Abbath tiene especial cariño a ese álbum.
Especialmente épica fue también la interpretación de “Winterbane” en los últimos momentos de la comparecencia, dejando que “Endless” cerrase la noche entre bruma y muchas caras de extrañeza. Una hora tan solo que terminó sabiendo a poco, a pesar de las excelentes sensaciones que recibimos desde lo más profundo de la niebla noruega.