Accept, la banda teutona, nos visita por decimotercera ocasión desde aquel acompañamiento triunfal junto a Iron Maiden en 1984, con el aun a día de hoy disco más emblemático de su dilatada carrera, el Balls to the Wall de 1983, ahora lo hacen con su decimoséptimo álbum en estudio, Humanoid, bajo el brazo.
Invitado de lujo con el exguitarrista de Motörhead, Phil Campbell and The Bastard Sons, que al igual que en su última visita, el pasado año en Salamandra, repartieron sabiamente temas nuevos, con algunas de las composiciones escritas junto a Lemmy Kilmister.
Tras la introductoria Highway Star sobre las siete de la tarde, aparecen sobre el escenario de Razzmatazz Phil y sus vástagos interpretando la cognitiva “We’re the Bastards”, y “Freak Show”, para acto seguido preguntar el galés por los fans de Motörhead presentes, y transportarnos al pasado con la bluesera “Going to Brazil”, sufriendo más de uno, una especie de Deja Vu, y es que la banda británica actuó en numerosas ocasiones en esta misma sala, Zeleste, en los noventa, en una de ellas con invasión de escenario, asalto a las barras, etcétera.
El vocalista Joel Peters es ahora quien nos anuncia la agitada “Schizophrenia”, desde su último disco, Kings of the Asylum (2023), del que vemos su portada como telón de fondo, aunque tapada en parte por la enorme batería de Accept, y la tela que la cubre. Continuaron con “High Rule” desde su The Age of Absurdity (2018), un trago de agua de Phil para obsequiarnos con una versión extendida del “Born to Raise Hell”, ya que Joel aprovechó para presentarnos al jefe, al señor Phil Campbell, pidiendo para el un fuerte aplauso, también para Todd Campbell, con una bandera galesa que cubre su amplificador, así como hacernos vociferar el título de este corte del disco Bastards hasta el hastío.
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Phil nos presenta ahora una canción compuesta junto a Rob Halford, “Straight Up”, incluida en un disco de duetos junto a Dee Snider, Alice Cooper, Satriani, etcétera, denominado Old Lions Still Roar (2019), para volver rápidamente a las andadas con Joel enfrascado en que todo el mundo diga, Fuck you Tyla Campbell, para acto seguido entrar a saco con la imprescindible “Ace of Spades”, aunque sea anterior a la presencia de PC en Motörhead.
Palmas y coros para la rockera “Strike the Match”, para llegar al final con Peters agradeciendo nuestro apoyo con otra clásica, “Kill by Death”, lógicamente coreada y celebrada por el personal presente, que prácticamente llenaba la sala barcelonesa, y en la que padre e hijo compartieron los solos de guitarra que en su época ejecutaran Phil junto a Wurzel.
Unos cincuenta minutos en los que volvimos a ver un Phil Campbell que deambula con cierta parsimonia, y que arranca alguna que otra sonrisa entre tema y tema a sus sesenta y un años de edad, compensados por la energía que desprenden sus chavales, a los que volvió a presentar al final del show, junto al ex Bootyard Bandits, y extécnico de guitarra de bandas como Alestorm, Wednesday 13, o Skindred, el frontman Joel Peters.
Nos hicieron pasar un buen rato, aunque si no recurriera a los hits de su hermano Lemmy no sé si la cosa acabaría de igual forma, ya que su material propio no acaba de cuajar. De hecho, se anuncia una futura gira exclusivamente compuesta por temas de Motörhead, como ya hiciera a su paso por el Rock Fest 2022. Veremos que nos depara el futuro.
Más de media hora de espera, a pesar de tener perfectamente armada la batería de Christopher Williams, tras la cual se vislumbra la portada de su nuevo álbum Humanoid, abriendo con un par de ellas, la que le da título, y “The Reckoning” con Mark Tornillo, Wolf Hoffman, y el guitarra de directo Phil Shouse ocupando la parte central del escenario, quedando en un segundo plano al bajista Matin Motik, y al ex-Rebellion Uwe Lulis. Aunque para “Restless and Wild” el cuarteto de guitarras formaron perfectamente alineadas y en formación con Uwe encargándose del solo principal de este mítico tema, seguida por otra no menos vital, como es “London Leatherboys” desde su obra maestra, Balls to the Wall.
Cambio de guitarras general para otra novedad, esta con notables reminiscencias y rindiendo pleitesía a AC/DC, con una constante y repetitiva “Straight Up Jack”, con solo de guitarra a cargo de Shouse.
Tornillo agita sus brazos hacia un lado y otro junto a los fans para una plana y apocalíptica “The Abyss”, seguida por “Dying Breed”, con una letra llena de referencias a las bandas pioneras del hard rock y el heavy metal, Sabbath, Purple, Zeppelin, Priest, Saxon, Rainbow, etcétera, y al hecho irremediable de su inexorable desaparición, todo un homenaje a los ancestros.
Retrocedemos unas décadas hasta el 81 con una demoledora “Breaker”, para volver al presente con la novedosa “Southside of Hell” llena de intensidad y energía.
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Otro intercambio de guitarras para el medley que nos anuncia Mark, conformado por “Demon’s Night”, “Starlight”, “Losers and Winners”, y “Flash Rockin’ Man”. Después de esta orgia de riffs como ellos mismos llaman a esta comprimida compilación de clásicos, llegan los botes de humo con la melancólica “Shadow Soldiers”, desde su belicista Stalingrad (2012) con Mark enarbolando una banderola con el logo de la banda, una composición poco apetecible en vivo, haciéndose algo pesada y reiterativa.
Todos sobre los cajones en formación para recibir a la gran “Princess of the Dawn”, en la que los fans tomaron el mando, prevaleciendo durante su interpretación, para satisfacción del propio Wolf ante tan magna respuesta del auditorio.
Para “Metal Heart”, es Hoffman quien abarca todo el protagonismo, mientras el resto del grupo se posiciona junto a la batería del norteamericano Christopher Williams, que ejecutó un preciosista mini solo al final de este emblemático himno, que empalman con “Teutonic Terror” entre columnas de vapor, en la que los tres guitarristas se suceden en una doble sesión de solos que acaba con un esordecedor rugido por parte de una más que entregada audiencia.
Llegamos a los bises con lo más de lo más de los alemanes, “Fast as a Shark” para la que Mark lanzá un tiburón inflable de un par de metros de longitud, y “Balls to the Wall” en la que Wolf se deja las yemas de sus dedos pegadas a los trastes de su Flying V, y con los cuatro hachas disparando con sus instrumentos tal que de metralletas se tratara.
Tremendo tema extra final con la pieza que da nombre a su segundo álbum, “I’m Rebel”, fantástico fin de fiesta de alrededor de cien minutos de duración, en la que la banda originaria de Solingen ejecutó con mano de hierro, y como siempre con la calidad y fiabilidad alemana, aunque el line up actual sea en su cincuenta por ciento sea estadounidense, y medio radicados en Nashville, donde reside de forma habitual Wolf Hoffman.
Accept, la banda teutona, nos visita por decimotercera ocasión desde aquel acompañamiento triunfal junto a Iron Maiden en 1984, con el aun a día de hoy disco más emblemático de su dilatada carrera, el Balls to the Wall de 1983, ahora lo hacen con su decimoséptimo álbum en estudio, Humanoid, bajo el brazo.
Invitado de lujo con el exguitarrista de Motörhead, Phil Campbell and The Bastard Sons, que al igual que en su última visita, el pasado año en Salamandra, repartieron sabiamente temas nuevos, con algunas de las composiciones escritas junto a Lemmy Kilmister.
Tras la introductoria Highway Star sobre las siete de la tarde, aparecen sobre el escenario de Razzmatazz Phil y sus vástagos interpretando la cognitiva “We’re the Bastards”, y “Freak Show”, para acto seguido preguntar el galés por los fans de Motörhead presentes, y transportarnos al pasado con la bluesera “Going to Brazil”, sufriendo más de uno, una especie de Deja Vu, y es que la banda británica actuó en numerosas ocasiones en esta misma sala, Zeleste, en los noventa, en una de ellas con invasión de escenario, asalto a las barras, etcétera.
El vocalista Joel Peters es ahora quien nos anuncia la agitada “Schizophrenia”, desde su último disco, Kings of the Asylum (2023), del que vemos su portada como telón de fondo, aunque tapada en parte por la enorme batería de Accept, y la tela que la cubre. Continuaron con “High Rule” desde su The Age of Absurdity (2018), un trago de agua de Phil para obsequiarnos con una versión extendida del “Born to Raise Hell”, ya que Joel aprovechó para presentarnos al jefe, al señor Phil Campbell, pidiendo para el un fuerte aplauso, también para Todd Campbell, con una bandera galesa que cubre su amplificador, así como hacernos vociferar el título de este corte del disco Bastards hasta el hastío.
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Phil nos presenta ahora una canción compuesta junto a Rob Halford, “Straight Up”, incluida en un disco de duetos junto a Dee Snider, Alice Cooper, Satriani, etcétera, denominado Old Lions Still Roar (2019), para volver rápidamente a las andadas con Joel enfrascado en que todo el mundo diga, Fuck you Tyla Campbell, para acto seguido entrar a saco con la imprescindible “Ace of Spades”, aunque sea anterior a la presencia de PC en Motörhead.
Palmas y coros para la rockera “Strike the Match”, para llegar al final con Peters agradeciendo nuestro apoyo con otra clásica, “Kill by Death”, lógicamente coreada y celebrada por el personal presente, que prácticamente llenaba la sala barcelonesa, y en la que padre e hijo compartieron los solos de guitarra que en su época ejecutaran Phil junto a Wurzel.
Unos cincuenta minutos en los que volvimos a ver un Phil Campbell que deambula con cierta parsimonia, y que arranca alguna que otra sonrisa entre tema y tema a sus sesenta y un años de edad, compensados por la energía que desprenden sus chavales, a los que volvió a presentar al final del show, junto al ex Bootyard Bandits, y extécnico de guitarra de bandas como Alestorm, Wednesday 13, o Skindred, el frontman Joel Peters.
Nos hicieron pasar un buen rato, aunque si no recurriera a los hits de su hermano Lemmy no sé si la cosa acabaría de igual forma, ya que su material propio no acaba de cuajar. De hecho, se anuncia una futura gira exclusivamente compuesta por temas de Motörhead, como ya hiciera a su paso por el Rock Fest 2022. Veremos que nos depara el futuro.
Más de media hora de espera, a pesar de tener perfectamente armada la batería de Christopher Williams, tras la cual se vislumbra la portada de su nuevo álbum Humanoid, abriendo con un par de ellas, la que le da título, y “The Reckoning” con Mark Tornillo, Wolf Hoffman, y el guitarra de directo Phil Shouse ocupando la parte central del escenario, quedando en un segundo plano al bajista Matin Motik, y al ex-Rebellion Uwe Lulis. Aunque para “Restless and Wild” el cuarteto de guitarras formaron perfectamente alineadas y en formación con Uwe encargándose del solo principal de este mítico tema, seguida por otra no menos vital, como es “London Leatherboys” desde su obra maestra, Balls to the Wall.
Cambio de guitarras general para otra novedad, esta con notables reminiscencias y rindiendo pleitesía a AC/DC, con una constante y repetitiva “Straight Up Jack”, con solo de guitarra a cargo de Shouse.
Tornillo agita sus brazos hacia un lado y otro junto a los fans para una plana y apocalíptica “The Abyss”, seguida por “Dying Breed”, con una letra llena de referencias a las bandas pioneras del hard rock y el heavy metal, Sabbath, Purple, Zeppelin, Priest, Saxon, Rainbow, etcétera, y al hecho irremediable de su inexorable desaparición, todo un homenaje a los ancestros.
Retrocedemos unas décadas hasta el 81 con una demoledora “Breaker”, para volver al presente con la novedosa “Southside of Hell” llena de intensidad y energía.
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Otro intercambio de guitarras para el medley que nos anuncia Mark, conformado por “Demon’s Night”, “Starlight”, “Losers and Winners”, y “Flash Rockin’ Man”. Después de esta orgia de riffs como ellos mismos llaman a esta comprimida compilación de clásicos, llegan los botes de humo con la melancólica “Shadow Soldiers”, desde su belicista Stalingrad (2012) con Mark enarbolando una banderola con el logo de la banda, una composición poco apetecible en vivo, haciéndose algo pesada y reiterativa.
Todos sobre los cajones en formación para recibir a la gran “Princess of the Dawn”, en la que los fans tomaron el mando, prevaleciendo durante su interpretación, para satisfacción del propio Wolf ante tan magna respuesta del auditorio.
Para “Metal Heart”, es Hoffman quien abarca todo el protagonismo, mientras el resto del grupo se posiciona junto a la batería del norteamericano Christopher Williams, que ejecutó un preciosista mini solo al final de este emblemático himno, que empalman con “Teutonic Terror” entre columnas de vapor, en la que los tres guitarristas se suceden en una doble sesión de solos que acaba con un esordecedor rugido por parte de una más que entregada audiencia.
Llegamos a los bises con lo más de lo más de los alemanes, “Fast as a Shark” para la que Mark lanzá un tiburón inflable de un par de metros de longitud, y “Balls to the Wall” en la que Wolf se deja las yemas de sus dedos pegadas a los trastes de su Flying V, y con los cuatro hachas disparando con sus instrumentos tal que de metralletas se tratara.
Tremendo tema extra final con la pieza que da nombre a su segundo álbum, “I’m Rebel”, fantástico fin de fiesta de alrededor de cien minutos de duración, en la que la banda originaria de Solingen ejecutó con mano de hierro, y como siempre con la calidad y fiabilidad alemana, aunque el line up actual sea en su cincuenta por ciento sea estadounidense, y medio radicados en Nashville, donde reside de forma habitual Wolf Hoffman.