El equipo de Track to Hell retornó a la sala Razzmatazz 2 para la presentación del combo brasileño Angra en Barcelona, pero con un ambiente moderado y animado por la presencia de numerosos seguidores de Opera Magna, banda que estaría como telonera. El puesto de merchandising ofrecía tentaciones inusuales, como platillos firmados, mientras el volumen del concierto vibraba en un crescendo constante que desafiaba los tímpanos.
Arwen tomó el escenario con una selección de su álbum “The Soul’s Sentence”, aunque la ejecución vocal del cantante dejaba algo que desear, con desafinaciones que enturbiaban la experiencia auditiva.
Entre las canciones presentadas, “Hollow Days” evocaba una melancolía palpable, mientras que “Crying Blood” llevaba consigo un lamento profundo. “Dance of Souls” intentaba en vano elevar el ánimo, pero las desafinaciones oscurecían su impacto. “The Void” parecía sumergirnos en una oscuridad insondable, contrastando con la efímera belleza de “Dreamland”. “My Worst Self” y “Torn From Home” completaron el conjunto, cada una reflejando una lucha interna y una búsqueda de redención, aunque empañadas por la ejecución inconsistente.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Amaranthe – The Catalyst (2024)
Opera Magna prolongó el evento con un espectáculo que se sintió extenso y, para algunos, monótono. El volumen estridente hacía difícil disfrutar plenamente del concierto, limitando la claridad del sonido a los confines del patio de fumadores. La voz del cantante, con su tono único y repetitivo, parecía perder su encanto con el paso del tiempo.
A través de canciones como “Por un corazón de piedra” y “La muerte de un poeta”, Opera Magna conectaba con la audiencia, aunque sus esfuerzos se vieron empañados por el excesivo volumen, sobre todo, en las primeras filas. “Donde latía un corazón” y “Para siempre” se desvanecieron en la uniformidad, mientras que “Volver”, “Horizontes de gloria” y “La herida” lograron capturar la atención de manera significativa.
Angra, en el clímax de la noche, parecía aferrarse a una época pasada, reviviendo los días dorados del metal progresivo con una mezcla de nostalgia y determinación. A pesar de los desafíos con el idioma, Fabio Lione lideró la banda a través de su último álbum, “Cycles of Pain”, en un intento por mantenerse relevantes en un mundo cambiante.
A través de canciones como “Nothing to Say” y “Final Light”, Angra buscaba avivar la llama de su antigua grandeza, aunque sus esfuerzos se vieron ensombrecidos por una sensación de estancamiento. “Tide of Changes – Part I” y “Tide of Changes – Part II” fluían sin dirección clara, mientras que “Angels Cry” y “Vida seca” evocaban recuerdos de tiempos mejores. “Cycles of Pain” y “Ride Into the Storm” intentaban inyectar nueva energía en la audiencia, pero el resultado final parecía quedar corto de las expectativas. La noche concluyó con “Nova Era”, marcando el fin de una velada que, aunque no cumplió del todo las expectativas, dejó una huella duradera en los corazones de los fieles seguidores.
El equipo de Track to Hell retornó a la sala Razzmatazz 2 para la presentación del combo brasileño Angra en Barcelona, pero con un ambiente moderado y animado por la presencia de numerosos seguidores de Opera Magna, banda que estaría como telonera. El puesto de merchandising ofrecía tentaciones inusuales, como platillos firmados, mientras el volumen del concierto vibraba en un crescendo constante que desafiaba los tímpanos.
Arwen tomó el escenario con una selección de su álbum “The Soul’s Sentence”, aunque la ejecución vocal del cantante dejaba algo que desear, con desafinaciones que enturbiaban la experiencia auditiva.
Entre las canciones presentadas, “Hollow Days” evocaba una melancolía palpable, mientras que “Crying Blood” llevaba consigo un lamento profundo. “Dance of Souls” intentaba en vano elevar el ánimo, pero las desafinaciones oscurecían su impacto. “The Void” parecía sumergirnos en una oscuridad insondable, contrastando con la efímera belleza de “Dreamland”. “My Worst Self” y “Torn From Home” completaron el conjunto, cada una reflejando una lucha interna y una búsqueda de redención, aunque empañadas por la ejecución inconsistente.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Amaranthe – The Catalyst (2024)
Opera Magna prolongó el evento con un espectáculo que se sintió extenso y, para algunos, monótono. El volumen estridente hacía difícil disfrutar plenamente del concierto, limitando la claridad del sonido a los confines del patio de fumadores. La voz del cantante, con su tono único y repetitivo, parecía perder su encanto con el paso del tiempo.
A través de canciones como “Por un corazón de piedra” y “La muerte de un poeta”, Opera Magna conectaba con la audiencia, aunque sus esfuerzos se vieron empañados por el excesivo volumen, sobre todo, en las primeras filas. “Donde latía un corazón” y “Para siempre” se desvanecieron en la uniformidad, mientras que “Volver”, “Horizontes de gloria” y “La herida” lograron capturar la atención de manera significativa.
Angra, en el clímax de la noche, parecía aferrarse a una época pasada, reviviendo los días dorados del metal progresivo con una mezcla de nostalgia y determinación. A pesar de los desafíos con el idioma, Fabio Lione lideró la banda a través de su último álbum, “Cycles of Pain”, en un intento por mantenerse relevantes en un mundo cambiante.
A través de canciones como “Nothing to Say” y “Final Light”, Angra buscaba avivar la llama de su antigua grandeza, aunque sus esfuerzos se vieron ensombrecidos por una sensación de estancamiento. “Tide of Changes – Part I” y “Tide of Changes – Part II” fluían sin dirección clara, mientras que “Angels Cry” y “Vida seca” evocaban recuerdos de tiempos mejores. “Cycles of Pain” y “Ride Into the Storm” intentaban inyectar nueva energía en la audiencia, pero el resultado final parecía quedar corto de las expectativas. La noche concluyó con “Nova Era”, marcando el fin de una velada que, aunque no cumplió del todo las expectativas, dejó una huella duradera en los corazones de los fieles seguidores.