Después de un año repleto de experiencias sonoras, con múltiples conciertos y festivales que resonaron con intensidad, concluimos el 2023 con la última incursión del equipo de Track to Hell en la sala Razzmatazz de Barcelona. Nos adentramos en lo que sería uno de los últimos eventos musicales del año en la Ciudad Condal, optando por una propuesta alejada del metal convencional. Aunque la banda en cuestión lleva la palabra “metal” en su nombre, Babymetal, su enfoque musical contrasta drásticamente con la connotación usual de la palabra “baby”.
La paradoja se materializa en Babymetal, cuyo nombre, música y espectáculo resultan aún más desconcertantes, especialmente para aquellos que han sido oyentes regulares del metal a lo largo de su vida. La velada se inauguró con la actuación de los locales Megara, centrando su breve pero impactante presentación en su último álbum Truco o Trato. Iniciando con “Estanque de Tormentas”, la energética Kenzy desplegó su carisma acostumbrado, explorando todo el escenario tanto en el plano aéreo como en el terrestre. Aunque no presentaron nuevo material, introdujeron su formación renovada, estrenando batería y bajista en Cataluña. Acompañados por coreografías ejecutadas por dos bailarinas, Megara recorrió gran parte de “Truco o Trato”, mientras revisitaban composiciones de trabajos anteriores como “Enredados” de Aquí Estamos Todos Locos y “Héroes” de su álbum debut “Siete” lanzado en 2016.
Tras una presentación amena y divertida, le llegó el turno a la banda principal, Babymetal, en un Razzmatazz con entradas agotadas y una audiencia expectante. Esta era la primera vez que la banda se presentaba en Barcelona, y tal vez, según mi esperanza, también sería la última.
Quizás mi falta de conexión con el mundo animé/kawaii/k-pop/j-pop o cualquiera de sus variantes, la carencia de conocimientos en japonés, o mi incapacidad para aprehender la faceta “metal” de Babymetal explique mi reacción. Era la primera vez que me exponía a este conjunto nipón, y con razón. A pesar de su actividad discográfica desde 2015, nunca me atrajo su propuesta, menos aún su música, y mucho menos la estrategia mercadotécnica que subyace a todo ello.
Con títulos de canciones de tono diabólico como “PA PA YA”, “METALI”, y la ultragore que podría estremecer hasta a los mismísimos Necrophagist, “Gimme Chocolate!!”, las animadoras tokiotas, más inclinadas al baile que a la interpretación vocal, evocaban recuerdos de las maestras jardineras que entonaban los “buenos días, buenos días, ya es hora de empezar”. Estos son los elementos que en ocasiones me llevan a concluir que el metal yace inerte, al igual que la relevancia de Mötley Crüe como banda. Dejemos atrás las críticas por este año. Recarguemos energías para el próximo, que promete ser más productivo y, por supuesto, notablemente más ácido.
Después de un año repleto de experiencias sonoras, con múltiples conciertos y festivales que resonaron con intensidad, concluimos el 2023 con la última incursión del equipo de Track to Hell en la sala Razzmatazz de Barcelona. Nos adentramos en lo que sería uno de los últimos eventos musicales del año en la Ciudad Condal, optando por una propuesta alejada del metal convencional. Aunque la banda en cuestión lleva la palabra “metal” en su nombre, Babymetal, su enfoque musical contrasta drásticamente con la connotación usual de la palabra “baby”.
La paradoja se materializa en Babymetal, cuyo nombre, música y espectáculo resultan aún más desconcertantes, especialmente para aquellos que han sido oyentes regulares del metal a lo largo de su vida. La velada se inauguró con la actuación de los locales Megara, centrando su breve pero impactante presentación en su último álbum Truco o Trato. Iniciando con “Estanque de Tormentas”, la energética Kenzy desplegó su carisma acostumbrado, explorando todo el escenario tanto en el plano aéreo como en el terrestre. Aunque no presentaron nuevo material, introdujeron su formación renovada, estrenando batería y bajista en Cataluña. Acompañados por coreografías ejecutadas por dos bailarinas, Megara recorrió gran parte de “Truco o Trato”, mientras revisitaban composiciones de trabajos anteriores como “Enredados” de Aquí Estamos Todos Locos y “Héroes” de su álbum debut “Siete” lanzado en 2016.
Tras una presentación amena y divertida, le llegó el turno a la banda principal, Babymetal, en un Razzmatazz con entradas agotadas y una audiencia expectante. Esta era la primera vez que la banda se presentaba en Barcelona, y tal vez, según mi esperanza, también sería la última.
Quizás mi falta de conexión con el mundo animé/kawaii/k-pop/j-pop o cualquiera de sus variantes, la carencia de conocimientos en japonés, o mi incapacidad para aprehender la faceta “metal” de Babymetal explique mi reacción. Era la primera vez que me exponía a este conjunto nipón, y con razón. A pesar de su actividad discográfica desde 2015, nunca me atrajo su propuesta, menos aún su música, y mucho menos la estrategia mercadotécnica que subyace a todo ello.
Con títulos de canciones de tono diabólico como “PA PA YA”, “METALI”, y la ultragore que podría estremecer hasta a los mismísimos Necrophagist, “Gimme Chocolate!!”, las animadoras tokiotas, más inclinadas al baile que a la interpretación vocal, evocaban recuerdos de las maestras jardineras que entonaban los “buenos días, buenos días, ya es hora de empezar”. Estos son los elementos que en ocasiones me llevan a concluir que el metal yace inerte, al igual que la relevancia de Mötley Crüe como banda. Dejemos atrás las críticas por este año. Recarguemos energías para el próximo, que promete ser más productivo y, por supuesto, notablemente más ácido.