


Cuando las entradas para el concierto de Blood Incantation, Oranssi Pazuzu y Sijjin en The Garage de Glasgow salieron a la venta, quedó claro que la expectación era enorme. No pasó mucho tiempo antes de que el evento quedara sold out, un indicio inequívoco de que la comunidad del metal extremo en Escocia estaba ansiosa por recibir a estas tres bandas que representan vertientes muy distintas del género. Para Blood Incantation, además, era un momento histórico: su primera visita a Escocia, dentro de la segunda etapa de su “Absolute Elsetour 2025″, promocionando su último álbum Absolute Elsewhere. La presión y la emoción se sentían desde mucho antes de que se abrieran las puertas del recinto.
Al entrar a The Garage, la atmósfera estaba cargada de expectación. El espacio, aunque no especialmente grande, se sentía denso y vibrante, lleno de fans ansiosos por la propuesta musical de la noche. La iluminación del escenario era inusual: todas las luces provenían de la parte trasera, apuntando hacia la audiencia desde la espalda de los músicos. Esto no solo dificultaba tomar fotografías decentes, sino que generaba un efecto visual que, sin ser perfecto, añadía un aura misteriosa y algo distorsionada al espectáculo. Más allá de ese detalle técnico, estaba claro que el escenario estaba listo para recibir a tres fuerzas distintas del metal, cada una con su propio universo sonoro.
La noche comenzó con Sijjin, una banda que trae consigo un enfoque más clásico, con raíces sólidas en el thrash y el death metal tradicional. Desde los primeros riffs quedó claro que su ejecución era meticulosa: cada golpe de batería, cada cambio de tempo y cada riff estaban calculados con precisión, sin perder la intensidad que caracteriza al thrash. La banda mostró una técnica sólida y un conocimiento profundo de los matices que hacen que el metal clásico siga siendo relevante incluso frente a propuestas más modernas o experimentales.
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Canciones como “Angel of the Eastern Gate” hicieron vibrar la sala, con riffs que parecían golpear directamente en el pecho del público. Su sonido no buscaba sorprender con ornamentos, sino entregar pura fuerza y claridad musical, algo que el público agradeció y respondió con entusiasmo. Sijjin logró calentar el ambiente, preparando a la audiencia para los viajes más abstractos que vendrían después, mientras se percibía un respeto generalizado por su dominio técnico y su coherencia estilística.
Tras la primera descarga de energía clásica, llegó el momento de Oranssi Pazuzu, banda finlandesa que fusiona black metal, psicodelia, ambient y progresión musical compleja. La transición entre Sijjin y Oranssi Pazuzu no podría haber sido más marcada: mientras que la primera banda se centraba en la agresividad directa, Oranssi Pazuzu sumergió al público en un mar de capas sonoras y texturas densas. Su puesta en escena aprovechó la iluminación posterior para crear siluetas enigmáticas, acentuando la sensación de otro mundo.
Canciones de Muuntautuja se desplegaron como paisajes sonoros hipnóticos, mezclando pasajes lentos y atmosféricos con explosiones de black metal primitivo. Lo más impresionante fue cómo la banda logró mantener una coherencia rítmica y tonal a pesar de la complejidad de las composiciones, hilando secciones largas sin que la música se sintiera dispersa. Cada cambio de tempo o de intensidad estaba cuidadosamente calibrado, y el público se dejó llevar por la atmósfera, sumergido en la experiencia sin necesidad de elementos externos ni artificios visuales exagerados.
En momentos como “Oasis” o “Värähtelijä”, la densidad sonora alcanzaba niveles casi cinematográficos: guitarras que se entrelazaban con sintetizadores y percusiones complejas, generando un viaje auditivo que se sentía tanto expansivo como íntimo. La respuesta del público fue silenciosa pero concentrada, una especie de respeto reverencial por la complejidad del sonido y la calidad de la ejecución.
Finalmente, llegó el momento que muchos esperaban: Blood Incantation, encabezando la noche en su debut escocés. La primera vez que una banda de esta magnitud toca en un territorio nuevo siempre lleva consigo tensión y expectativa, y esta no fue la excepción. Desde los primeros acordes de “The Stargate”, quedó claro que la banda había venido a mostrar por qué su death metal combina densidad, disonancia y progresión poco convencional con atmósferas espaciales y pasajes ambientales que desafían la linealidad típica del género.
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La ejecución técnica fue impecable: la batería de Isaac Faulk marcaba con precisión tanto los ritmos más vertiginosos como los cambios más sutiles, mientras que las guitarras de Paul Riedl y Morris Kolontyrsky se alternaban entre riffs aplastantes y texturas melódicas que se expandían en el espacio del escenario. Jeff Barrett en el bajo aportaba profundidad y resonancia, creando una base sólida que permitía que los elementos atmosféricos respiraran y ganaran peso.
La banda interpretó Absolute Elsewhere de principio a fin, incluyendo momentos clave como “The Vth Tablet (Of Enûma Elish)” y “The Giza Power Plant”. Cada canción parecía diseñada para sumergir al oyente en un viaje cósmico, donde la brutalidad del death metal coexistía con pasajes ambientales que generaban tensión y liberación de manera continua. Los sintetizadores y los efectos de ambientación fueron gestionados en vivo de manera que complementaban la densidad de las guitarras, evitando que la complejidad musical se volviera confusa o sobrecargada.
La respuesta del público fue inmediata y fervorosa: cada riff técnico, cada pasaje atmosférico provocaba un aplauso o un murmullo de asombro. A diferencia de las otras bandas, Blood Incantation logró un equilibrio constante entre agresión y expansión sonora, llevando al público a experimentar no solo la fuerza física del metal, sino también su dimensión conceptual y emocional. El cierre con “Meticulous Soul Devourment” y “Obliquity of the Ecliptic” fue una declaración de poder y precisión, dejando claro que la banda no solo domina su instrumento, sino que sabe cómo construir un viaje auditivo coherente e impactante.
Lo que hizo que la noche fuera memorable no fue solo la calidad individual de cada banda, sino cómo las tres propuestas distintas se complementaron y construyeron un relato colectivo de metal. Sijjin aportó la base clásica y contundente, Oranssi Pazuzu llevó al público a territorios experimentales y atmosféricos, y Blood Incantation cerró con un viaje épico de death metal cósmico y progresivo. Cada banda tuvo su espacio y su público, pero juntas crearon un tapiz sonoro completo, mostrando la diversidad y riqueza del metal extremo actual.
A pesar de que la iluminación posterior complicaba la documentación fotográfica y algunas sombras generaban cierto desconcierto visual, la energía y la calidad musical dominaron la percepción general. Cada acorde, cada cambio de tempo y cada efecto atmosférico se sentía medido, preciso y lleno de intención. El público, que llenó The Garage hasta agotar su capacidad, respondió con entusiasmo sostenido, desde la concentración silenciosa durante los pasajes más densos de Oranssi Pazuzu hasta la entrega total en los momentos más explosivos de Sijjin y Blood Incantation.
El concierto del 9 de octubre en Glasgow fue un ejemplo de cómo el metal puede explorar distintas dimensiones sin perder coherencia ni impacto. La noche ofreció una experiencia de tres capas: el thrash tradicional de Sijjin, el black psicodélico y progresivo de Oranssi Pazuzu, y el death metal cósmico y progresivo de Blood Incantation. Cada banda supo capitalizar su estilo y conectarlo con la audiencia, mostrando que la técnica y la creatividad pueden coexistir con la brutalidad y la energía en vivo.
Para Blood Incantation, debutar en Escocia de esta manera —con un recinto sold out, junto a bandas que amplifican y contrastan su propuesta— marca un hito en su trayectoria europea. Para los fans y para quienes seguimos de cerca la escena del metal extremo, fue una noche que consolidó el poder de la diversidad dentro del género y reafirmó por qué estas tres bandas están en la vanguardia de sus respectivas vertientes.
- Sijjin
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- Oranssi Pazuzu
- Oranssi Pazuzu
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- Blood Incantation
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Cuando las entradas para el concierto de Blood Incantation, Oranssi Pazuzu y Sijjin en The Garage de Glasgow salieron a la venta, quedó claro que la expectación era enorme. No pasó mucho tiempo antes de que el evento quedara sold out, un indicio inequívoco de que la comunidad del metal extremo en Escocia estaba ansiosa por recibir a estas tres bandas que representan vertientes muy distintas del género. Para Blood Incantation, además, era un momento histórico: su primera visita a Escocia, dentro de la segunda etapa de su “Absolute Elsetour 2025″, promocionando su último álbum Absolute Elsewhere. La presión y la emoción se sentían desde mucho antes de que se abrieran las puertas del recinto.
Al entrar a The Garage, la atmósfera estaba cargada de expectación. El espacio, aunque no especialmente grande, se sentía denso y vibrante, lleno de fans ansiosos por la propuesta musical de la noche. La iluminación del escenario era inusual: todas las luces provenían de la parte trasera, apuntando hacia la audiencia desde la espalda de los músicos. Esto no solo dificultaba tomar fotografías decentes, sino que generaba un efecto visual que, sin ser perfecto, añadía un aura misteriosa y algo distorsionada al espectáculo. Más allá de ese detalle técnico, estaba claro que el escenario estaba listo para recibir a tres fuerzas distintas del metal, cada una con su propio universo sonoro.
La noche comenzó con Sijjin, una banda que trae consigo un enfoque más clásico, con raíces sólidas en el thrash y el death metal tradicional. Desde los primeros riffs quedó claro que su ejecución era meticulosa: cada golpe de batería, cada cambio de tempo y cada riff estaban calculados con precisión, sin perder la intensidad que caracteriza al thrash. La banda mostró una técnica sólida y un conocimiento profundo de los matices que hacen que el metal clásico siga siendo relevante incluso frente a propuestas más modernas o experimentales.
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Canciones como “Angel of the Eastern Gate” hicieron vibrar la sala, con riffs que parecían golpear directamente en el pecho del público. Su sonido no buscaba sorprender con ornamentos, sino entregar pura fuerza y claridad musical, algo que el público agradeció y respondió con entusiasmo. Sijjin logró calentar el ambiente, preparando a la audiencia para los viajes más abstractos que vendrían después, mientras se percibía un respeto generalizado por su dominio técnico y su coherencia estilística.
Tras la primera descarga de energía clásica, llegó el momento de Oranssi Pazuzu, banda finlandesa que fusiona black metal, psicodelia, ambient y progresión musical compleja. La transición entre Sijjin y Oranssi Pazuzu no podría haber sido más marcada: mientras que la primera banda se centraba en la agresividad directa, Oranssi Pazuzu sumergió al público en un mar de capas sonoras y texturas densas. Su puesta en escena aprovechó la iluminación posterior para crear siluetas enigmáticas, acentuando la sensación de otro mundo.
Canciones de Muuntautuja se desplegaron como paisajes sonoros hipnóticos, mezclando pasajes lentos y atmosféricos con explosiones de black metal primitivo. Lo más impresionante fue cómo la banda logró mantener una coherencia rítmica y tonal a pesar de la complejidad de las composiciones, hilando secciones largas sin que la música se sintiera dispersa. Cada cambio de tempo o de intensidad estaba cuidadosamente calibrado, y el público se dejó llevar por la atmósfera, sumergido en la experiencia sin necesidad de elementos externos ni artificios visuales exagerados.
En momentos como “Oasis” o “Värähtelijä”, la densidad sonora alcanzaba niveles casi cinematográficos: guitarras que se entrelazaban con sintetizadores y percusiones complejas, generando un viaje auditivo que se sentía tanto expansivo como íntimo. La respuesta del público fue silenciosa pero concentrada, una especie de respeto reverencial por la complejidad del sonido y la calidad de la ejecución.
Finalmente, llegó el momento que muchos esperaban: Blood Incantation, encabezando la noche en su debut escocés. La primera vez que una banda de esta magnitud toca en un territorio nuevo siempre lleva consigo tensión y expectativa, y esta no fue la excepción. Desde los primeros acordes de “The Stargate”, quedó claro que la banda había venido a mostrar por qué su death metal combina densidad, disonancia y progresión poco convencional con atmósferas espaciales y pasajes ambientales que desafían la linealidad típica del género.
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La ejecución técnica fue impecable: la batería de Isaac Faulk marcaba con precisión tanto los ritmos más vertiginosos como los cambios más sutiles, mientras que las guitarras de Paul Riedl y Morris Kolontyrsky se alternaban entre riffs aplastantes y texturas melódicas que se expandían en el espacio del escenario. Jeff Barrett en el bajo aportaba profundidad y resonancia, creando una base sólida que permitía que los elementos atmosféricos respiraran y ganaran peso.
La banda interpretó Absolute Elsewhere de principio a fin, incluyendo momentos clave como “The Vth Tablet (Of Enûma Elish)” y “The Giza Power Plant”. Cada canción parecía diseñada para sumergir al oyente en un viaje cósmico, donde la brutalidad del death metal coexistía con pasajes ambientales que generaban tensión y liberación de manera continua. Los sintetizadores y los efectos de ambientación fueron gestionados en vivo de manera que complementaban la densidad de las guitarras, evitando que la complejidad musical se volviera confusa o sobrecargada.
La respuesta del público fue inmediata y fervorosa: cada riff técnico, cada pasaje atmosférico provocaba un aplauso o un murmullo de asombro. A diferencia de las otras bandas, Blood Incantation logró un equilibrio constante entre agresión y expansión sonora, llevando al público a experimentar no solo la fuerza física del metal, sino también su dimensión conceptual y emocional. El cierre con “Meticulous Soul Devourment” y “Obliquity of the Ecliptic” fue una declaración de poder y precisión, dejando claro que la banda no solo domina su instrumento, sino que sabe cómo construir un viaje auditivo coherente e impactante.
Lo que hizo que la noche fuera memorable no fue solo la calidad individual de cada banda, sino cómo las tres propuestas distintas se complementaron y construyeron un relato colectivo de metal. Sijjin aportó la base clásica y contundente, Oranssi Pazuzu llevó al público a territorios experimentales y atmosféricos, y Blood Incantation cerró con un viaje épico de death metal cósmico y progresivo. Cada banda tuvo su espacio y su público, pero juntas crearon un tapiz sonoro completo, mostrando la diversidad y riqueza del metal extremo actual.
A pesar de que la iluminación posterior complicaba la documentación fotográfica y algunas sombras generaban cierto desconcierto visual, la energía y la calidad musical dominaron la percepción general. Cada acorde, cada cambio de tempo y cada efecto atmosférico se sentía medido, preciso y lleno de intención. El público, que llenó The Garage hasta agotar su capacidad, respondió con entusiasmo sostenido, desde la concentración silenciosa durante los pasajes más densos de Oranssi Pazuzu hasta la entrega total en los momentos más explosivos de Sijjin y Blood Incantation.
El concierto del 9 de octubre en Glasgow fue un ejemplo de cómo el metal puede explorar distintas dimensiones sin perder coherencia ni impacto. La noche ofreció una experiencia de tres capas: el thrash tradicional de Sijjin, el black psicodélico y progresivo de Oranssi Pazuzu, y el death metal cósmico y progresivo de Blood Incantation. Cada banda supo capitalizar su estilo y conectarlo con la audiencia, mostrando que la técnica y la creatividad pueden coexistir con la brutalidad y la energía en vivo.
Para Blood Incantation, debutar en Escocia de esta manera —con un recinto sold out, junto a bandas que amplifican y contrastan su propuesta— marca un hito en su trayectoria europea. Para los fans y para quienes seguimos de cerca la escena del metal extremo, fue una noche que consolidó el poder de la diversidad dentro del género y reafirmó por qué estas tres bandas están en la vanguardia de sus respectivas vertientes.
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