

Crónica Rosario Árbol
Con el calor sin darnos tregua, Club V nos citaba a homenajear al más grande. Un poco antes de las 20.30 ya nos estaban advirtiendo desde la puerta que apuremos las bebidas que nos mantenían frescos porque el show comenzaba puntual, y así fue.
A las 21 horas en punto, Cruces Negras ya estaba en el escenario preparándose para una velada de dos horas a puro Black Sabbath para conmemorar los primeros cuatro meses sin el “Madman”. La noche empezó con “After Forever”, un poco atípico me pareció para un homenaje, pero después entendí que serían dos horas paseando por la discografía del Sabbath con Ozzy. Sin parecerse a una lista de Spotify, el setlist siguió con “Hole in the Sky” y “Symptom of the Universe”, para desembocar en un coreable “N.I.B”.

La destreza vocal de Renzo Favaro fue admirable, recordándonos que estábamos escuchando artistas homenajeando y no simplemente una copia.
El primer giro de tuerca del show se dio cuando Renzo da lugar en las voces al bajista Julián Rodríguez, para recordar sus tiempos como vocalista de la agrupación. Dos interpretaciones más que buenas de “Into The Void” y “Sweet Leaf” por partes de Julian, quien con humildad devuelve el micrófono a Renzo diciendo “Por eso nos conseguimos un cantante“.
La primera invitada de la noche fue Amy Alejandra Rama, cantante de Tormenta Arrolladora; una elección apropiada para interpretar el exigente Sabbath Bloody Sabbath. De esta manera, culminaba una primera parte del show, con el broche acorde, una gran interpretación de Black Sabbath.
Durante diez minutos de descanso, el ambiente de Club V se volvía más amigable. La familia y amigos de los músicos rondaban, y se podía ver a varios asistentes contentos con lo que acababan de escuchar. Como siempre, en estos casos, abundamos los +30. En la intimidad de Club V éramos más las canas que la carne joven, pero eso hizo que sea un show cálido incluso para los que estábamos de espectadores. La mayoría volvíamos del trabajo, y disfrutamos de un buen espectáculo con una cerveza bien fría, junto a los amigos.
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La segunda parte llegó también puntual, y esto siempre es algo que debemos festejar. Las grabaciones de lluvia y sirenas me transportaron automáticamente a ese 5 de Julio cuando veía a “los padres del Metal” interpretar por última vez “War Pigs”, y recordé aquel momento donde aún no sabíamos que sería la última vez que veríamos al “Príncipe de las Tinieblas”, para siempre. No tengo ninguna certeza de que todos hayamos sentido lo mismo, pero creo que sí, porque esa noche en Club V no hubo persona que no cantara a la par de los muchachos de Cruces Negras.
La lista siguió su recorrido entre mega clásicos y clásicos (porque… ¿podemos decir que no hay clásicos de Black Sabbath?). Los invitaron siguieron subiendo, el Tano Fabiano tomó el lugar de Prati Suarez para interpretar “A National Acrobat”, “Snowblind” – que contó nuevamente con la voz de Amy – y Cornucopia. Y una vez más, Renzo entregó su micrófono a Julián para que interpretara Electric Funeral y, lo que a mi respeta, una gran interpretación de “Fairies Wear Boots”, con solo de batería incluido.
Íbamos culminando la noche, y un nuevo invitado subía al escenario, Valentín de Orquesta de Diablos agarraba el micrófono para cantar junto a Renzo “Children of the Grave”. Irremediablemente, el fin llegó con las interpretaciones de “Iron Man” y “Paranoid”, pero nos dejaron con ganas de más.
El reloj ya marcaba las once de la noche, el show debía terminar, y el público empezó a pedir más acompañado de aplausos. Unos minutos bastaron para convencer a quienes había que convencer y tras una pequeña explicación “bueno, es de otra era, pero…” arrancaron los primeros acordes del clásico de la era Dio, “Heaven and Hell”.
El público parecía haber estado esperando este momento porque la euforia inundó la intimidad del lugar con coreos y agite. Las diferencias fanáticas Ozzy-Dio no existieron en esos minutos en los que se festejaba la plenitud de la obra de la banda más importante de esta música que tanto amamos.
Así culminó mi primera vez viendo a Cruces Negras, de una manera más que satisfactoria. Recordando en cada momento a Ozzy, y cómo su música nos cambió la cabeza a todos. Me volví a casa, y mientras caminaba, no dejaba de pensar qué afortunados fuimos en vivir en el mismo tiempo que esta leyenda.



Crónica Rosario Árbol
Con el calor sin darnos tregua, Club V nos citaba a homenajear al más grande. Un poco antes de las 20.30 ya nos estaban advirtiendo desde la puerta que apuremos las bebidas que nos mantenían frescos porque el show comenzaba puntual, y así fue.
A las 21 horas en punto, Cruces Negras ya estaba en el escenario preparándose para una velada de dos horas a puro Black Sabbath para conmemorar los primeros cuatro meses sin el “Madman”. La noche empezó con “After Forever”, un poco atípico me pareció para un homenaje, pero después entendí que serían dos horas paseando por la discografía del Sabbath con Ozzy. Sin parecerse a una lista de Spotify, el setlist siguió con “Hole in the Sky” y “Symptom of the Universe”, para desembocar en un coreable “N.I.B”.

La destreza vocal de Renzo Favaro fue admirable, recordándonos que estábamos escuchando artistas homenajeando y no simplemente una copia.
El primer giro de tuerca del show se dio cuando Renzo da lugar en las voces al bajista Julián Rodríguez, para recordar sus tiempos como vocalista de la agrupación. Dos interpretaciones más que buenas de “Into The Void” y “Sweet Leaf” por partes de Julian, quien con humildad devuelve el micrófono a Renzo diciendo “Por eso nos conseguimos un cantante“.
La primera invitada de la noche fue Amy Alejandra Rama, cantante de Tormenta Arrolladora; una elección apropiada para interpretar el exigente Sabbath Bloody Sabbath. De esta manera, culminaba una primera parte del show, con el broche acorde, una gran interpretación de Black Sabbath.
Durante diez minutos de descanso, el ambiente de Club V se volvía más amigable. La familia y amigos de los músicos rondaban, y se podía ver a varios asistentes contentos con lo que acababan de escuchar. Como siempre, en estos casos, abundamos los +30. En la intimidad de Club V éramos más las canas que la carne joven, pero eso hizo que sea un show cálido incluso para los que estábamos de espectadores. La mayoría volvíamos del trabajo, y disfrutamos de un buen espectáculo con una cerveza bien fría, junto a los amigos.
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La segunda parte llegó también puntual, y esto siempre es algo que debemos festejar. Las grabaciones de lluvia y sirenas me transportaron automáticamente a ese 5 de Julio cuando veía a “los padres del Metal” interpretar por última vez “War Pigs”, y recordé aquel momento donde aún no sabíamos que sería la última vez que veríamos al “Príncipe de las Tinieblas”, para siempre. No tengo ninguna certeza de que todos hayamos sentido lo mismo, pero creo que sí, porque esa noche en Club V no hubo persona que no cantara a la par de los muchachos de Cruces Negras.
La lista siguió su recorrido entre mega clásicos y clásicos (porque… ¿podemos decir que no hay clásicos de Black Sabbath?). Los invitaron siguieron subiendo, el Tano Fabiano tomó el lugar de Prati Suarez para interpretar “A National Acrobat”, “Snowblind” – que contó nuevamente con la voz de Amy – y Cornucopia. Y una vez más, Renzo entregó su micrófono a Julián para que interpretara Electric Funeral y, lo que a mi respeta, una gran interpretación de “Fairies Wear Boots”, con solo de batería incluido.
Íbamos culminando la noche, y un nuevo invitado subía al escenario, Valentín de Orquesta de Diablos agarraba el micrófono para cantar junto a Renzo “Children of the Grave”. Irremediablemente, el fin llegó con las interpretaciones de “Iron Man” y “Paranoid”, pero nos dejaron con ganas de más.
El reloj ya marcaba las once de la noche, el show debía terminar, y el público empezó a pedir más acompañado de aplausos. Unos minutos bastaron para convencer a quienes había que convencer y tras una pequeña explicación “bueno, es de otra era, pero…” arrancaron los primeros acordes del clásico de la era Dio, “Heaven and Hell”.
El público parecía haber estado esperando este momento porque la euforia inundó la intimidad del lugar con coreos y agite. Las diferencias fanáticas Ozzy-Dio no existieron en esos minutos en los que se festejaba la plenitud de la obra de la banda más importante de esta música que tanto amamos.
Así culminó mi primera vez viendo a Cruces Negras, de una manera más que satisfactoria. Recordando en cada momento a Ozzy, y cómo su música nos cambió la cabeza a todos. Me volví a casa, y mientras caminaba, no dejaba de pensar qué afortunados fuimos en vivir en el mismo tiempo que esta leyenda.





