Lemmy le gana la partida de póker a Pinhead (Hellraiser), la entidad que metaforiza la perdición de concentrar todos nuestros goces hasta estallar racionalmente. Lemmy coleccionaba parafernalia Nazi por estética e interés histórico, estando muy lejos de identificarse con esa doctrina perversa. Lemmy un día decía que todos los políticos eran una porquería, y al otro llamaba a votar demócratas en contra de republicanos, porque estaba a favor del aborto. Lemmy sabía tocar como una bestia un instrumento que, en realidad, decía que no había que saber tocar. Lemmy tomaba whiskey con Coca-Cola… En fin, Lemmy era Lemmy: una brillante síntesis de contradicciones, tanto que lucía homogénea y coherente, como el poderoso símbolo del as de picas, que no deja de ser fuerte, a la vez que ambiguo. Se lo suele asociar con la muerte, así como con la buena suerte, pero de seguro, tiene que ver con la búsqueda de la fortuna personal. “Fortuna” no en el sentido monetario, sino en términos de lo que cada quien desea para su propia vida. No olvidemos que Lemmy vivió hasta el final en departamentos diminutos, alquilados, y yendo a los mismos bares de siempre, entre los que se destaca el célebre Rainbow.
“Ace of Spades” vio la luz el 8 de noviembre de 1980, y fue el cuarto álbum del trío británico de Hard Rock que marcó a fuego el desarrollo del Heavy Metal, sobre todo del Thrash. Metallica, solo por nombrar una banda, hace un culto de la figura de Lemmy, y tuvieron la oportunidad de tocar juntos. Incluso Fenriz, de Darkthrone, el grupo noruego de Black Metal, nombra a Motörhead en su graciosa “clase universitaria” sobre la historia del oscuro género de violentas manifestaciones en tierras nórdicas.
El disco tuvo la primera portada con una foto de la banda, en lugar del usual Snaggletooth, y trajo al mundo la canción que hasta el día de hoy sigue siendo su máximo hit, justamente, “Ace of Spades”, que da comienzo al álbum. De hecho, este disco sigue siendo el más exitoso comercialmente hasta el día de la fecha entre toda la producción de los ingleses.
En ese entonces, Motörhead contaba, además de Lemmy, a Eddie Clarke en guitarra y Phil “Philthy Animal” Taylor en batería. La tapa del disco los muestra a los tres en plan cowboy estadounidense, cosa totalmente ajena a su cultura británica. No obstante, el sombrero y las botas de cuero eran el atuendo típico de Mr. Kilmister.
Doce temas relativamente cortos –en la veta Punk que a Lemmy le simpatizaba- conformaron la edición original, a la que luego se agregarían algunos bonus tracks. El productor fue Vic Mayle y el sello a cargo del lanzamiento Bronze Records.
Elegir los favoritos en un tracklist sin ningún “relleno” es un desafío carente de sentido. Tras el máximo clásico de la banda, se suceden “Love Me Like a Reptile”, “Shoot You in the Back”, “Live to Win”, “Fast and Loose”, “(We Are) The Road Crew”, “Fire, Fire”, “Jailbait”, “Dance”, “Bite the Bullet”, “The Chase Is Better Than the Catch” y “The Hammer”, sin parar de sacudir al oyente.
El aniversario de esta obra maestra se viene celebrado con varias propuestas, entre ellas, una edición de lujo con dos discos dobles en vivo inéditos, un EP de diez pulgadas de temas instrumentales inéditos, un disco doble de lados B y rarezas, dos CDs remasterizados, un DVD que recopila apariciones televisivas de la banda, un libro con la historia del disco, un cómic, un programa de la gira y un juego de cinco dados de póker; “360 Reality Audio”, una experiencia musical inmersiva que utiliza la tecnología de audio espacial de Sony, que requiere uso de auriculares y conexión a Tidal, Deezer y Amazon Music HD; una serie oficial de podcasts: “Ace Of Spades: The Motorcast”, de suscripción en distintas plataformas, etc. Nada parece demasiado para la celebración, y en efecto, no lo es. Tal sería el mensaje de Lemmy, y lo dejó claro hasta su último día luchando contra el cáncer.
Vale la pena recordar las palabras que su amigo Rob Halford, pronunciara durante el concurrido funeral del ídolo popular: “Tanto amor (…) la risa era la emoción dominante en cada encuentro (…) en presencia de Lord Lemmy sentía admiración: fue un hombre que vivió el Rock & Roll y su vida misma en sus propios términos (…) su música habla por sí misma y como sabemos, la música vive para siempre.”
Lemmy le gana la partida de póker a Pinhead (Hellraiser), la entidad que metaforiza la perdición de concentrar todos nuestros goces hasta estallar racionalmente. Lemmy coleccionaba parafernalia Nazi por estética e interés histórico, estando muy lejos de identificarse con esa doctrina perversa. Lemmy un día decía que todos los políticos eran una porquería, y al otro llamaba a votar demócratas en contra de republicanos, porque estaba a favor del aborto. Lemmy sabía tocar como una bestia un instrumento que, en realidad, decía que no había que saber tocar. Lemmy tomaba whiskey con Coca-Cola… En fin, Lemmy era Lemmy: una brillante síntesis de contradicciones, tanto que lucía homogénea y coherente, como el poderoso símbolo del as de picas, que no deja de ser fuerte, a la vez que ambiguo. Se lo suele asociar con la muerte, así como con la buena suerte, pero de seguro, tiene que ver con la búsqueda de la fortuna personal. “Fortuna” no en el sentido monetario, sino en términos de lo que cada quien desea para su propia vida. No olvidemos que Lemmy vivió hasta el final en departamentos diminutos, alquilados, y yendo a los mismos bares de siempre, entre los que se destaca el célebre Rainbow.
“Ace of Spades” vio la luz el 8 de noviembre de 1980, y fue el cuarto álbum del trío británico de Hard Rock que marcó a fuego el desarrollo del Heavy Metal, sobre todo del Thrash. Metallica, solo por nombrar una banda, hace un culto de la figura de Lemmy, y tuvieron la oportunidad de tocar juntos. Incluso Fenriz, de Darkthrone, el grupo noruego de Black Metal, nombra a Motörhead en su graciosa “clase universitaria” sobre la historia del oscuro género de violentas manifestaciones en tierras nórdicas.
El disco tuvo la primera portada con una foto de la banda, en lugar del usual Snaggletooth, y trajo al mundo la canción que hasta el día de hoy sigue siendo su máximo hit, justamente, “Ace of Spades”, que da comienzo al álbum. De hecho, este disco sigue siendo el más exitoso comercialmente hasta el día de la fecha entre toda la producción de los ingleses.
En ese entonces, Motörhead contaba, además de Lemmy, a Eddie Clarke en guitarra y Phil “Philthy Animal” Taylor en batería. La tapa del disco los muestra a los tres en plan cowboy estadounidense, cosa totalmente ajena a su cultura británica. No obstante, el sombrero y las botas de cuero eran el atuendo típico de Mr. Kilmister.
Doce temas relativamente cortos –en la veta Punk que a Lemmy le simpatizaba- conformaron la edición original, a la que luego se agregarían algunos bonus tracks. El productor fue Vic Mayle y el sello a cargo del lanzamiento Bronze Records.
Elegir los favoritos en un tracklist sin ningún “relleno” es un desafío carente de sentido. Tras el máximo clásico de la banda, se suceden “Love Me Like a Reptile”, “Shoot You in the Back”, “Live to Win”, “Fast and Loose”, “(We Are) The Road Crew”, “Fire, Fire”, “Jailbait”, “Dance”, “Bite the Bullet”, “The Chase Is Better Than the Catch” y “The Hammer”, sin parar de sacudir al oyente.
El aniversario de esta obra maestra se viene celebrado con varias propuestas, entre ellas, una edición de lujo con dos discos dobles en vivo inéditos, un EP de diez pulgadas de temas instrumentales inéditos, un disco doble de lados B y rarezas, dos CDs remasterizados, un DVD que recopila apariciones televisivas de la banda, un libro con la historia del disco, un cómic, un programa de la gira y un juego de cinco dados de póker; “360 Reality Audio”, una experiencia musical inmersiva que utiliza la tecnología de audio espacial de Sony, que requiere uso de auriculares y conexión a Tidal, Deezer y Amazon Music HD; una serie oficial de podcasts: “Ace Of Spades: The Motorcast”, de suscripción en distintas plataformas, etc. Nada parece demasiado para la celebración, y en efecto, no lo es. Tal sería el mensaje de Lemmy, y lo dejó claro hasta su último día luchando contra el cáncer.
Vale la pena recordar las palabras que su amigo Rob Halford, pronunciara durante el concurrido funeral del ídolo popular: “Tanto amor (…) la risa era la emoción dominante en cada encuentro (…) en presencia de Lord Lemmy sentía admiración: fue un hombre que vivió el Rock & Roll y su vida misma en sus propios términos (…) su música habla por sí misma y como sabemos, la música vive para siempre.”