

Se cumplen tres décadas desde que “Painkiller” saliera al mundo: un acontecimiento que fue importante, no solamente por la calidad artística del álbum, sino por lo que implicó en la historia de Judas Priest, en la vida personal de su frontman, Rob Halford, y en el Heavy Metal como género.
Judas Priest es -sin lugar a dudas- una de las bandas fundamentales en la historia de la música pesada, y Halford, bueno, es el “Dios del Metal”, como se lo suele llamar, y como él mismo se autoproclama, con bastante humor.
Estamos hablando del duodécimo disco de los británicos, lanzado el 3 de septiembre de 1990 por Columbia Records. Fue grabado durante los primeros meses de ese mismo año en el estudio Miraval de Francia. La mezcla se realizó en el estudio Wisselord de Holanda, y la masterización en el estudio londinense Townhouse. Mucho más tarde, en 2001, fue remasterizado y reeditado con dos pistas adicionales: el tema “Living Bad Dreams”, que había quedado fuera de la lista original, y el registro en vivo de “Leather Rebel”, una de las canciones clásicas del álbum. “Painkiller” fue exitoso en términos de ventas y de crítica especializada. De hecho, la banda recibió su primera nominación al Premio Grammy a la mejor interpretación de Metal por este álbum.
El baterista cambió para su grabación, Dave Holland fue reemplazado por Scott Travis. También llegó un nuevo productor, Chris Tsangarides, en lugar de Tom Allon, que había trabajado con la banda durante una década. El teclista invitado Don Airey, hizo un aporte valioso a lo que terminó siendo el resultado final: un clásico indiscutible. Cabe recordar que, además de Rob Halford, Scott Travis (batería) y Don Airey (teclados), la formación que creó esta obra maestra se completaba con Glenn Tipton y K.K. Downing en guitarras e Ian Hill en bajo.
El arte de tapa fue realizado por Mark Wilkinson, a partir de ideas de la propia banda. En la contraportada se escribieron algunas líneas con el fin de contar una breve historia del personaje ficticio que puede verse montando su motocicleta: «Tal como la humanidad se lanzó hacia las profundidades del abismo del caos eterno, los restos de la civilización gritaron por la salvación. De la rendición surgió a través del cielo en llamas… the Painkiller».
Todos los temas del disco son excelentes, y en conjunto, dieron la imagen más potente y agresiva de la banda hasta el momento. No obstante, sobresalen hits como “Painkiller”, que abre el álbum, “Hell Patrol”, “Leather Rebel”, “Night Crawler”, “A Touch of Evil” y “Between the Hammer and the Anvil”. Los cortes de difusión con video clips propios fueron “Painkiller” y “A Touch of Evil”.
Un par de años después de que “Painkiller” viera la luz, Rob Halford se fue de la banda, lo que generó un lapso de inactividad del grupo por varios años. En este punto, hay que resaltar la importancia afectiva del disco para esta figura emblemática del Metal, integrante de ese Olimpo en el que podemos encontrar a otros íconos como Ozzy o Lemmy.
En 1985, Halford tuvo un intento de suicidio por sobredosis de ansiolíticos. Este episodio se vinculaba al estrés que el artista padecía por tener que ocultar su orientación sexual, aunque, siendo honestos, desde la perspectiva que nos da el tiempo, resulta increíble que no haya sido evidente para el público. Este lamentable suceso se relaciona directamente con el concepto de “Painkiller”, vocablo que puede traducirse como “analgésico” o “calmante”. Hubiera sido un tanto excéntrico llamar al disco “Anxiolytic”, pero “Painkiller” era un equivalente perfecto para expresar la misma idea. Más allá del compromiso emocional que este trabajo tuvo para Halford, que luego declaró públicamente su homosexualidad en 1998, durante una entrevista en MTV, los motivos que motivaron su alejamiento de Judas Priest luego de crear esta obra, también fueron artísticos y políticos.
En esa época, Halford quería que la banda empezara a tener un sonido más moderno, en la veta de Pantera, por ejemplo. Esto se tornó evidente con su banda Fight, formada tras su partida de Judas Priest. En cambio, el resto de los integrantes insistía en mantener un sonido clásico. A su vez, el cantante tenía una postura diferente a la de sus compañeros con respecto a la Guerra del Golfo, una diferencia que explotó con la participación en un festival para celebrar los resultados de la misma. Este conflicto bélico inauguró la era de las transmisiones en vivo de las batallas (casi como shows televisivos) y el “ecoterrorismo” (acciones que con fines militares causaron daños terribles al medio ambiente); pero lo más triste de todo fue la enorme cantidad de muertes de civiles, que, con distintas versiones, de seguro superó las cien mil.
Está claro que, por diversas causas, “Painkiller” fue un disco muy significativo, para Judas Priest como banda, para Rob Halford como persona y para el Heavy Metal como género musical y merece un reconocimiento muy especial en la historia de la música que nos convoca.


Se cumplen tres décadas desde que “Painkiller” saliera al mundo: un acontecimiento que fue importante, no solamente por la calidad artística del álbum, sino por lo que implicó en la historia de Judas Priest, en la vida personal de su frontman, Rob Halford, y en el Heavy Metal como género.
Judas Priest es -sin lugar a dudas- una de las bandas fundamentales en la historia de la música pesada, y Halford, bueno, es el “Dios del Metal”, como se lo suele llamar, y como él mismo se autoproclama, con bastante humor.
Estamos hablando del duodécimo disco de los británicos, lanzado el 3 de septiembre de 1990 por Columbia Records. Fue grabado durante los primeros meses de ese mismo año en el estudio Miraval de Francia. La mezcla se realizó en el estudio Wisselord de Holanda, y la masterización en el estudio londinense Townhouse. Mucho más tarde, en 2001, fue remasterizado y reeditado con dos pistas adicionales: el tema “Living Bad Dreams”, que había quedado fuera de la lista original, y el registro en vivo de “Leather Rebel”, una de las canciones clásicas del álbum. “Painkiller” fue exitoso en términos de ventas y de crítica especializada. De hecho, la banda recibió su primera nominación al Premio Grammy a la mejor interpretación de Metal por este álbum.
El baterista cambió para su grabación, Dave Holland fue reemplazado por Scott Travis. También llegó un nuevo productor, Chris Tsangarides, en lugar de Tom Allon, que había trabajado con la banda durante una década. El teclista invitado Don Airey, hizo un aporte valioso a lo que terminó siendo el resultado final: un clásico indiscutible. Cabe recordar que, además de Rob Halford, Scott Travis (batería) y Don Airey (teclados), la formación que creó esta obra maestra se completaba con Glenn Tipton y K.K. Downing en guitarras e Ian Hill en bajo.
El arte de tapa fue realizado por Mark Wilkinson, a partir de ideas de la propia banda. En la contraportada se escribieron algunas líneas con el fin de contar una breve historia del personaje ficticio que puede verse montando su motocicleta: «Tal como la humanidad se lanzó hacia las profundidades del abismo del caos eterno, los restos de la civilización gritaron por la salvación. De la rendición surgió a través del cielo en llamas… the Painkiller».
Todos los temas del disco son excelentes, y en conjunto, dieron la imagen más potente y agresiva de la banda hasta el momento. No obstante, sobresalen hits como “Painkiller”, que abre el álbum, “Hell Patrol”, “Leather Rebel”, “Night Crawler”, “A Touch of Evil” y “Between the Hammer and the Anvil”. Los cortes de difusión con video clips propios fueron “Painkiller” y “A Touch of Evil”.
Un par de años después de que “Painkiller” viera la luz, Rob Halford se fue de la banda, lo que generó un lapso de inactividad del grupo por varios años. En este punto, hay que resaltar la importancia afectiva del disco para esta figura emblemática del Metal, integrante de ese Olimpo en el que podemos encontrar a otros íconos como Ozzy o Lemmy.
En 1985, Halford tuvo un intento de suicidio por sobredosis de ansiolíticos. Este episodio se vinculaba al estrés que el artista padecía por tener que ocultar su orientación sexual, aunque, siendo honestos, desde la perspectiva que nos da el tiempo, resulta increíble que no haya sido evidente para el público. Este lamentable suceso se relaciona directamente con el concepto de “Painkiller”, vocablo que puede traducirse como “analgésico” o “calmante”. Hubiera sido un tanto excéntrico llamar al disco “Anxiolytic”, pero “Painkiller” era un equivalente perfecto para expresar la misma idea. Más allá del compromiso emocional que este trabajo tuvo para Halford, que luego declaró públicamente su homosexualidad en 1998, durante una entrevista en MTV, los motivos que motivaron su alejamiento de Judas Priest luego de crear esta obra, también fueron artísticos y políticos.
En esa época, Halford quería que la banda empezara a tener un sonido más moderno, en la veta de Pantera, por ejemplo. Esto se tornó evidente con su banda Fight, formada tras su partida de Judas Priest. En cambio, el resto de los integrantes insistía en mantener un sonido clásico. A su vez, el cantante tenía una postura diferente a la de sus compañeros con respecto a la Guerra del Golfo, una diferencia que explotó con la participación en un festival para celebrar los resultados de la misma. Este conflicto bélico inauguró la era de las transmisiones en vivo de las batallas (casi como shows televisivos) y el “ecoterrorismo” (acciones que con fines militares causaron daños terribles al medio ambiente); pero lo más triste de todo fue la enorme cantidad de muertes de civiles, que, con distintas versiones, de seguro superó las cien mil.
Está claro que, por diversas causas, “Painkiller” fue un disco muy significativo, para Judas Priest como banda, para Rob Halford como persona y para el Heavy Metal como género musical y merece un reconocimiento muy especial en la historia de la música que nos convoca.