

Fotos cortesía de Gody Mex
El regreso de Evaristo Páramos a Buenos Aires fue una auténtica celebración punk. El histórico vocalista, ícono eterno del género, se presentó en el Estadio Abierto Malvinas Argentinas con una banda renovada y un repertorio cargado de historia, rabia, sarcasmo y memoria.
Debido a cuestiones laborales, arribé a la zona del barrio de La Paternal, cuna del fútbol argentino y tierra donde surgió uno de los mejores jugadores del mundo: Diego Armando Maradona. Desde temprano, miles de almas se congregaron en las inmediaciones del estadio, latas de cerveza en mano; los punks se hicieron presentes para disfrutar del regreso del cantante. La mística alrededor de Evaristo no entiende de generaciones: entre los presentes se podían ver punks veteranos con crestas intactas, jóvenes que lo descubrieron en plataformas digitales y familias enteras que crecieron con La Polla… como banda sonora de la rebeldía doméstica.
Aunque el show estaba programado para las 21:20 horas, sufrió un retraso por motivos que no fueron aclarados y cerca de las 21:45, sin preámbulos, cada uno de los músicos se fue presentando en escena. Al momento de la salida de Evaristo, el público estalló de alegría y jolgorio por volver a ver a este referente del punk español y mundial. Arrancaron con “Nuestra alegre juventud”, uno de esos clásicos que funcionó como declaración de principios inmediata y el pogo fue instantáneo, una explosión colectiva que encendió la mecha y no se apagó por un largo rato.
La voz de Evaristo, a sus 64 años, sigue siendo un látigo. Una tras otra, las canciones no dieron respiro, ni para el público ni para el vocalista. Moviéndose por el escenario como pez en el agua, marcó su territorio, haciendo gestos mientras mostraba a sus fans una sonrisa que alegró a los presentes.
La lista de temas que recorrió la noche no fue un simple repaso por los éxitos de La Polla Records; fue un conjunto de clásicos que pasaban de la nostalgia a la vigencia, e incluyó material de Tropa do Carallo, Gatillazo, The Meas y The Kagas. Entre las perlitas que no podían faltar, “No somos nada” y “Txus” fueron las más festejadas, pero también sonaron “Vacaciones en Europa”, “Otra canción para la policía”, “Come libertad”, “En el submundo”, “Los siete enanitos”, “Así es la vida” y “Odio a los partidos”, entre otras.
A diferencia de otros shows donde se percibe una división entre escenario y platea, en este concierto la comunión fue absoluta. El clima acompañó, dado que no hubo viento, por lo cual el sonido no se perdió en los aires, y una iluminación sobria pero efectiva convirtió todo en un único cuerpo vibrando al compás de una batería furiosa, guitarras filosas y una base rítmica implacable.
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Existieron dos puntos negativos en la noche. El primero, y no menos importante: faltando al menos seis canciones, el concierto se demoró debido a inconvenientes en uno de los amplificadores. Mientras el equipo técnico corría a toda marcha para solucionar el incidente, Evaristo tomó el rol de standupero y, entre broma y broma, fue contando algunos chistes hasta que, sin más repertorio, pidió ayuda para zafar de la situación. Sacando el momento cómico, y una vez solucionado el embrollo, pudieron continuar con el setlist pautado. “Carne pa’ la picadora” y “Ellos dicen mierda”, dos himnos históricos, retumbaron como estampidas y desataron una ola de coros a los gritos para dar cierre a una noche cargada de emoción, tanto para quienes peinan crestas con canas como para la nueva generación que disfruta de esta rebeldía llamada punk rock.
La otra situación se dio afuera del predio, y este cronista no se enteró de lo sucedido hasta una vez finalizado el show. Quienes no tenían tickets, u otros que simplemente “hacen puerta” esperando poder entrar como sea, intentaron ingresar a la fuerza, chocando de frente con la policía que, según se pudo observar a la salida, recibió una lluvia de piedrazos y botellazos. Por suerte, esto no empañó el show, pero sí es algo lamentable que siga ocurriendo.
La velada también contó con la participación de Luciano Scaglione, exbajista de la recordada banda punk noventera Attaque 77. Luego de aproximadamente 30 minutos de show, junto a sus compañeros de Lucho al Attaque, nos transportó a los años 90 con esas míticas canciones que sonaban en la adolescencia de muchos de los presentes. Entre otras, sonaron “No Te Quiero Más”, “Espadas y Serpientes”, “Brigada antidisturbios”, “Ska del Éxodo”, la presentación en sociedad de un tema nuevo titulado “Tiene que aprender”, “Flores robadas” y “Tres pájaros negros”, que desató uno de los primeros pogos de la noche. Cerraron su set con el clásico “Donde las águilas se atreven”. Habiendo sido contemporáneo a la banda madre, el sonido ajustado de Luciano con su proyecto fue digno de ver.
Previamente, mientras transcurrían los últimos minutos del set del trío Q’ Acelga?, aproveché para visitar los stands que vendían remeras, gorras, vinilos y demás artículos que los fans podían adquirir, mientras de fondo las chicas demostraron su rock garajero con algo de influencia grunge.
Evaristo Páramos, con su voz áspera, sus letras incómodas y su eterna mirada de sospecha hacia todo lo establecido, demostró que no se trata solo de tocar fuerte y rápido. Se trata de sostener una actitud, de no bajar la guardia y de seguir cuestionándolo todo. En un mundo donde todo se recicla, él sigue siendo auténtico.
Agradezco a Nadya Cabrera y Gonna Go! por la posibilidad de estar presente para cubrir este evento.
Etiquetas: Attaque 77, Evaristo, Gatillazo, La Polla Records, Lucho al Attaque, Punk, Q' Acelga


Fotos cortesía de Gody Mex
El regreso de Evaristo Páramos a Buenos Aires fue una auténtica celebración punk. El histórico vocalista, ícono eterno del género, se presentó en el Estadio Abierto Malvinas Argentinas con una banda renovada y un repertorio cargado de historia, rabia, sarcasmo y memoria.
Debido a cuestiones laborales, arribé a la zona del barrio de La Paternal, cuna del fútbol argentino y tierra donde surgió uno de los mejores jugadores del mundo: Diego Armando Maradona. Desde temprano, miles de almas se congregaron en las inmediaciones del estadio, latas de cerveza en mano; los punks se hicieron presentes para disfrutar del regreso del cantante. La mística alrededor de Evaristo no entiende de generaciones: entre los presentes se podían ver punks veteranos con crestas intactas, jóvenes que lo descubrieron en plataformas digitales y familias enteras que crecieron con La Polla… como banda sonora de la rebeldía doméstica.
Aunque el show estaba programado para las 21:20 horas, sufrió un retraso por motivos que no fueron aclarados y cerca de las 21:45, sin preámbulos, cada uno de los músicos se fue presentando en escena. Al momento de la salida de Evaristo, el público estalló de alegría y jolgorio por volver a ver a este referente del punk español y mundial. Arrancaron con “Nuestra alegre juventud”, uno de esos clásicos que funcionó como declaración de principios inmediata y el pogo fue instantáneo, una explosión colectiva que encendió la mecha y no se apagó por un largo rato.
La voz de Evaristo, a sus 64 años, sigue siendo un látigo. Una tras otra, las canciones no dieron respiro, ni para el público ni para el vocalista. Moviéndose por el escenario como pez en el agua, marcó su territorio, haciendo gestos mientras mostraba a sus fans una sonrisa que alegró a los presentes.
La lista de temas que recorrió la noche no fue un simple repaso por los éxitos de La Polla Records; fue un conjunto de clásicos que pasaban de la nostalgia a la vigencia, e incluyó material de Tropa do Carallo, Gatillazo, The Meas y The Kagas. Entre las perlitas que no podían faltar, “No somos nada” y “Txus” fueron las más festejadas, pero también sonaron “Vacaciones en Europa”, “Otra canción para la policía”, “Come libertad”, “En el submundo”, “Los siete enanitos”, “Así es la vida” y “Odio a los partidos”, entre otras.
A diferencia de otros shows donde se percibe una división entre escenario y platea, en este concierto la comunión fue absoluta. El clima acompañó, dado que no hubo viento, por lo cual el sonido no se perdió en los aires, y una iluminación sobria pero efectiva convirtió todo en un único cuerpo vibrando al compás de una batería furiosa, guitarras filosas y una base rítmica implacable.
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Existieron dos puntos negativos en la noche. El primero, y no menos importante: faltando al menos seis canciones, el concierto se demoró debido a inconvenientes en uno de los amplificadores. Mientras el equipo técnico corría a toda marcha para solucionar el incidente, Evaristo tomó el rol de standupero y, entre broma y broma, fue contando algunos chistes hasta que, sin más repertorio, pidió ayuda para zafar de la situación. Sacando el momento cómico, y una vez solucionado el embrollo, pudieron continuar con el setlist pautado. “Carne pa’ la picadora” y “Ellos dicen mierda”, dos himnos históricos, retumbaron como estampidas y desataron una ola de coros a los gritos para dar cierre a una noche cargada de emoción, tanto para quienes peinan crestas con canas como para la nueva generación que disfruta de esta rebeldía llamada punk rock.
La otra situación se dio afuera del predio, y este cronista no se enteró de lo sucedido hasta una vez finalizado el show. Quienes no tenían tickets, u otros que simplemente “hacen puerta” esperando poder entrar como sea, intentaron ingresar a la fuerza, chocando de frente con la policía que, según se pudo observar a la salida, recibió una lluvia de piedrazos y botellazos. Por suerte, esto no empañó el show, pero sí es algo lamentable que siga ocurriendo.
La velada también contó con la participación de Luciano Scaglione, exbajista de la recordada banda punk noventera Attaque 77. Luego de aproximadamente 30 minutos de show, junto a sus compañeros de Lucho al Attaque, nos transportó a los años 90 con esas míticas canciones que sonaban en la adolescencia de muchos de los presentes. Entre otras, sonaron “No Te Quiero Más”, “Espadas y Serpientes”, “Brigada antidisturbios”, “Ska del Éxodo”, la presentación en sociedad de un tema nuevo titulado “Tiene que aprender”, “Flores robadas” y “Tres pájaros negros”, que desató uno de los primeros pogos de la noche. Cerraron su set con el clásico “Donde las águilas se atreven”. Habiendo sido contemporáneo a la banda madre, el sonido ajustado de Luciano con su proyecto fue digno de ver.
Previamente, mientras transcurrían los últimos minutos del set del trío Q’ Acelga?, aproveché para visitar los stands que vendían remeras, gorras, vinilos y demás artículos que los fans podían adquirir, mientras de fondo las chicas demostraron su rock garajero con algo de influencia grunge.
Evaristo Páramos, con su voz áspera, sus letras incómodas y su eterna mirada de sospecha hacia todo lo establecido, demostró que no se trata solo de tocar fuerte y rápido. Se trata de sostener una actitud, de no bajar la guardia y de seguir cuestionándolo todo. En un mundo donde todo se recicla, él sigue siendo auténtico.
Agradezco a Nadya Cabrera y Gonna Go! por la posibilidad de estar presente para cubrir este evento.
Etiquetas: Attaque 77, Evaristo, Gatillazo, La Polla Records, Lucho al Attaque, Punk, Q' Acelga