


El metal siempre fue objeto de polémica. Desde su acercamiento a lo oculto, la vestimenta y su potente sonido. Esto llevó a que este movimiento generara ciertas reglas que, si no se respetan, excluyen a quienes desean formar parte. Esta rigidez generó en muchos ámbitos el deseo de derribar esas normas, pero sin dejar de pertenecer al estilo pesado. Si bien podríamos dar muchos ejemplos, hoy nos ocupa el caso de Ghost, banda que comenzó con una propuesta cercana a los orígenes del género, con un enfoque de culto, para transformarse en un grupo masivo con canciones pegadizas y gancheras. Esto dio pie a muchas discusiones sobre si este grupo practica música metalera o si es una banda pop. Vamos a tratar de encontrar una respuesta a esa discusión en esta reseña sobre su concierto del pasado 17 de mayo en el Royal Arena de Copenhague.
Antes de adentrarnos en el concierto, abordaremos otra gran polémica en torno a este Skeletour 2025: la prohibición del uso de celulares por parte del público. Al ingresar al recinto, el personal colocaba tu teléfono en una bolsa cerrada con una máquina, y te lo devolvían sellado para que lo mantuvieras durante todo el evento. Había zonas designadas para usar el móvil, y al ingresar nuevamente al espacio del concierto, volvían a cerrar la bolsa. Ya ubicado en la platea, se podía ver un imponente escenario tapado por unas cortinas desgarradas. Al caer el telón, descubrimos que contaba con una pequeña pasarela, múltiples pasajes con escaleras y plataformas donde los músicos podían desplazarse. Pero lo más impactante era el logo del grupo —una letra G combinada con una cruz— colgando sobre la batería, formado por luces y colocado en diagonal.
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Unos minutos después de la hora pactada, con la banda ya en el escenario tras el telón y Papa V cantando las primeras estrofas de “Peacefield” proyectado en las pantallas, el show dio comienzo. Justo cuando la canción explota, cayó el telón y se reveló todo lo descripto anteriormente, generando una gran emoción en el público. Pero la verdadera explosión se dio con la entrada de Tobias Forge, desbordante de carisma. La lista continuó con “Lachryma“, de su último trabajo Skeletá, y varias canciones de Meliora, destacando “Majesty“, en la que el vocalista —disfrazado de Papa— cantó al fondo, elevado en una plataforma a gran altura. Si bien el despliegue de luces y el vestuario de los Ghouls era muy detallado y atractivo, visualmente el fondo estaba descuidado: simplemente un telón negro. Esto cambió en la instrumental “Devil’s Church“, donde dicho telón se transformó en una pantalla que mostraba la clásica imagen de una iglesia.
Antes de continuar con la descripción del setlist y los momentos del show, vale la pena detenerse en algunos detalles. El primero es el sonido. Si bien la canción inicial sonó con una excesiva presencia de graves —especialmente en el bombo de la batería—, esto se solucionó rápidamente. A partir de ahí, el resto de los instrumentos lograron acomodarse y todo sonó claro, nítido y equilibrado. Desde las guitarras hasta los coros, todo se apreció con lujo de detalle. El segundo punto a destacar son los Ghouls, la banda que acompaña a Tobias. En muchas agrupaciones donde hay un líder definido, el resto de los integrantes suele quedar en segundo plano. Ghost está muy lejos de eso: todos los músicos tuvieron un nivel de protagonismo casi tan fuerte como el del Papa. No dejaron de recorrer el escenario, interactuar con el público mediante gestos y cada uno tuvo su momento destacado para lucirse y recibir ovaciones. También es importante señalar que, durante esos momentos de protagonismo de los Ghouls, el vocalista aprovechaba para cambiarse de vestuario o prepararse para el siguiente número.
Luego de un divertido juego entre uno de los guitarristas y los asistentes que colmaron el recinto, la poderosa “Cirice” hizo delirar a los presentes, seguida por la balada “Darkness at the Heart of My Love“, donde el público se encargó de entonar los últimos coros. Como comentario personal, no me gustó que esta haya sido la única canción representativa del disco Impera (2022), un trabajo que marcó un gran crecimiento para la banda y que contiene varias canciones muy recordadas. Siento que temas de ese álbum podrían haber reemplazado a otras del repertorio.
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La lista retomó un tono más rockero con “Satanized“, el hit del último trabajo; “Ritual“, el único tema del ya lejano debut; “Umbra“, donde una de las coristas se hizo cargo del cencerro que adorna la canción; y la festejada “Year Zero“, donde el traje de Papa volvió a aparecer. El fuego, el humo y la pirotecnia acompañaron este clásico, y en la pantalla la iglesia fue reemplazada por una animación del infierno. Con unas antorchas a los costados, la emotiva “He Is” puso a cantar a todo el público, seguida por “Rats“, en la que el infierno de la pantalla dio paso a un cielo estrellado. Dicho cielo duró poco, ya que las siguientes tres canciones contaron con su propia animación: “Kiss the Goat” —finalizada con un beso de Tobias hacia el público—, “Mummy Dust” —dueña del único desperfecto de la noche: se lanzaron papeles con billetes personalizados de la banda, que terminaron esparcidos por el escenario, lo que Forge resolvió con humor—, y la épica “Monstrance Clock“, en la que el Papa preguntó cuántos daneses y suecos había en el repleto arena, revelando la gran cantidad de gente que viajó especialmente para presenciar el concierto. Esta canción tomó el control del show y dejó a la audiencia cantando sola el coro final.
Tras una breve pausa, sonorizada por el pedido incansable de los fans por más música, Tobias Forge volvió a escena para agradecer al público, afirmar que fue el mejor de toda la gira y presentar el hit “Mary on a Cross“, que puso a toda la platea de pie para bailar y saltar. Esto se potenció con “Dance Macabre“, que transformó el concierto en una gran pista de baile, hasta que el rock retomó el control con la poderosa “Square Hammer“. Esta última fue acompañada por una explosión de pirotecnia y un largo saludo final, seguido de una ovación igualmente extensa.
Fue una experiencia interesante vivir el concierto sin teléfonos celulares. Hizo que el público estuviera completamente concentrado en el espectáculo y que los móviles no contaminaran la visión de otros espectadores. Se logró plenamente el objetivo de que lo único importante fuera lo que ocurría sobre el escenario. Sin embargo, considero que esta decisión podría jugarle en contra a la banda, ya que gran parte de su popularidad se construyó gracias a las redes sociales y al contenido generado por sus jóvenes fanáticos. Me da la sensación de que restringir los teléfonos podría reducir un poco su visibilidad.
Ghost es una banda que apunta a llegar a lo más alto del podio del rock. No teme coquetear con estilos suaves y melódicos, pero no descuida su faceta pesada y contundente, sobre todo en sus presentaciones en vivo, donde las guitarras tienen mucho protagonismo y la batería mucho peso. En definitiva, Ghost no necesita etiquetas puristas para consolidarse como una de las bandas más relevantes del rock actual. Su propuesta híbrida no traiciona al metal: lo redefine.



El metal siempre fue objeto de polémica. Desde su acercamiento a lo oculto, la vestimenta y su potente sonido. Esto llevó a que este movimiento generara ciertas reglas que, si no se respetan, excluyen a quienes desean formar parte. Esta rigidez generó en muchos ámbitos el deseo de derribar esas normas, pero sin dejar de pertenecer al estilo pesado. Si bien podríamos dar muchos ejemplos, hoy nos ocupa el caso de Ghost, banda que comenzó con una propuesta cercana a los orígenes del género, con un enfoque de culto, para transformarse en un grupo masivo con canciones pegadizas y gancheras. Esto dio pie a muchas discusiones sobre si este grupo practica música metalera o si es una banda pop. Vamos a tratar de encontrar una respuesta a esa discusión en esta reseña sobre su concierto del pasado 17 de mayo en el Royal Arena de Copenhague.
Antes de adentrarnos en el concierto, abordaremos otra gran polémica en torno a este Skeletour 2025: la prohibición del uso de celulares por parte del público. Al ingresar al recinto, el personal colocaba tu teléfono en una bolsa cerrada con una máquina, y te lo devolvían sellado para que lo mantuvieras durante todo el evento. Había zonas designadas para usar el móvil, y al ingresar nuevamente al espacio del concierto, volvían a cerrar la bolsa. Ya ubicado en la platea, se podía ver un imponente escenario tapado por unas cortinas desgarradas. Al caer el telón, descubrimos que contaba con una pequeña pasarela, múltiples pasajes con escaleras y plataformas donde los músicos podían desplazarse. Pero lo más impactante era el logo del grupo —una letra G combinada con una cruz— colgando sobre la batería, formado por luces y colocado en diagonal.
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Unos minutos después de la hora pactada, con la banda ya en el escenario tras el telón y Papa V cantando las primeras estrofas de “Peacefield” proyectado en las pantallas, el show dio comienzo. Justo cuando la canción explota, cayó el telón y se reveló todo lo descripto anteriormente, generando una gran emoción en el público. Pero la verdadera explosión se dio con la entrada de Tobias Forge, desbordante de carisma. La lista continuó con “Lachryma“, de su último trabajo Skeletá, y varias canciones de Meliora, destacando “Majesty“, en la que el vocalista —disfrazado de Papa— cantó al fondo, elevado en una plataforma a gran altura. Si bien el despliegue de luces y el vestuario de los Ghouls era muy detallado y atractivo, visualmente el fondo estaba descuidado: simplemente un telón negro. Esto cambió en la instrumental “Devil’s Church“, donde dicho telón se transformó en una pantalla que mostraba la clásica imagen de una iglesia.
Antes de continuar con la descripción del setlist y los momentos del show, vale la pena detenerse en algunos detalles. El primero es el sonido. Si bien la canción inicial sonó con una excesiva presencia de graves —especialmente en el bombo de la batería—, esto se solucionó rápidamente. A partir de ahí, el resto de los instrumentos lograron acomodarse y todo sonó claro, nítido y equilibrado. Desde las guitarras hasta los coros, todo se apreció con lujo de detalle. El segundo punto a destacar son los Ghouls, la banda que acompaña a Tobias. En muchas agrupaciones donde hay un líder definido, el resto de los integrantes suele quedar en segundo plano. Ghost está muy lejos de eso: todos los músicos tuvieron un nivel de protagonismo casi tan fuerte como el del Papa. No dejaron de recorrer el escenario, interactuar con el público mediante gestos y cada uno tuvo su momento destacado para lucirse y recibir ovaciones. También es importante señalar que, durante esos momentos de protagonismo de los Ghouls, el vocalista aprovechaba para cambiarse de vestuario o prepararse para el siguiente número.
Luego de un divertido juego entre uno de los guitarristas y los asistentes que colmaron el recinto, la poderosa “Cirice” hizo delirar a los presentes, seguida por la balada “Darkness at the Heart of My Love“, donde el público se encargó de entonar los últimos coros. Como comentario personal, no me gustó que esta haya sido la única canción representativa del disco Impera (2022), un trabajo que marcó un gran crecimiento para la banda y que contiene varias canciones muy recordadas. Siento que temas de ese álbum podrían haber reemplazado a otras del repertorio.
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La lista retomó un tono más rockero con “Satanized“, el hit del último trabajo; “Ritual“, el único tema del ya lejano debut; “Umbra“, donde una de las coristas se hizo cargo del cencerro que adorna la canción; y la festejada “Year Zero“, donde el traje de Papa volvió a aparecer. El fuego, el humo y la pirotecnia acompañaron este clásico, y en la pantalla la iglesia fue reemplazada por una animación del infierno. Con unas antorchas a los costados, la emotiva “He Is” puso a cantar a todo el público, seguida por “Rats“, en la que el infierno de la pantalla dio paso a un cielo estrellado. Dicho cielo duró poco, ya que las siguientes tres canciones contaron con su propia animación: “Kiss the Goat” —finalizada con un beso de Tobias hacia el público—, “Mummy Dust” —dueña del único desperfecto de la noche: se lanzaron papeles con billetes personalizados de la banda, que terminaron esparcidos por el escenario, lo que Forge resolvió con humor—, y la épica “Monstrance Clock“, en la que el Papa preguntó cuántos daneses y suecos había en el repleto arena, revelando la gran cantidad de gente que viajó especialmente para presenciar el concierto. Esta canción tomó el control del show y dejó a la audiencia cantando sola el coro final.
Tras una breve pausa, sonorizada por el pedido incansable de los fans por más música, Tobias Forge volvió a escena para agradecer al público, afirmar que fue el mejor de toda la gira y presentar el hit “Mary on a Cross“, que puso a toda la platea de pie para bailar y saltar. Esto se potenció con “Dance Macabre“, que transformó el concierto en una gran pista de baile, hasta que el rock retomó el control con la poderosa “Square Hammer“. Esta última fue acompañada por una explosión de pirotecnia y un largo saludo final, seguido de una ovación igualmente extensa.
Fue una experiencia interesante vivir el concierto sin teléfonos celulares. Hizo que el público estuviera completamente concentrado en el espectáculo y que los móviles no contaminaran la visión de otros espectadores. Se logró plenamente el objetivo de que lo único importante fuera lo que ocurría sobre el escenario. Sin embargo, considero que esta decisión podría jugarle en contra a la banda, ya que gran parte de su popularidad se construyó gracias a las redes sociales y al contenido generado por sus jóvenes fanáticos. Me da la sensación de que restringir los teléfonos podría reducir un poco su visibilidad.
Ghost es una banda que apunta a llegar a lo más alto del podio del rock. No teme coquetear con estilos suaves y melódicos, pero no descuida su faceta pesada y contundente, sobre todo en sus presentaciones en vivo, donde las guitarras tienen mucho protagonismo y la batería mucho peso. En definitiva, Ghost no necesita etiquetas puristas para consolidarse como una de las bandas más relevantes del rock actual. Su propuesta híbrida no traiciona al metal: lo redefine.