Barcelona fue testigo el 7 de mayo de la presentación de las bandas rusas de black metal Grima y Ultar, en la que fue la primera de las presentaciones de la serie de presentaciones que estos mensajeros de la oscuridad tenían preparadas en España.
Con una Sala Upload a medio llenar, algo típico de un concierto del estilo, y con 15 minutos de demora, los blackers de Catalunya pudieron ver un nuevo concierto de los rusos Ultar. Enfundados en corpsepaint blanco y negro y rigurosos abrigos, el quinteto llevó a cabo un set que pasaba de la tranquilidad a la furia invernal sin siquiera despeinarse. “Blackgaze” se le suele decir a su estilo, buscando un punto medio entre las paredes de guitarras del shoegaze y la violencia auditiva del black metal, y creo que Ultar lo logran con la manera en la que meten los riffs gélidos del guitarrista Max Sysoev y la voz de su hermano gemelo Gleb Sysoev, quien detrás del micrófono suena como alguna bestia lovecraftiana chillando en medio de una tormenta de nieve en medio de Siberia, tierra natal de los Sysoev, luego de una melodía de guitarra melancólica y hasta diría nostálgica en su estructura.
Un muy buen sonido acompañó a un público muy tranquilo, algo que podría sonar como un insulto en el mundo del black metal si no tenemos en cuenta que el black metal de Ultar no es de la clase que invite al mosh o al cabeceo intenso rockero. Apenas fueron 50 minutos y monedas de presentación, pero dentro del contexto de su música y del lugar funcionaron muy bien.
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Tras la apertura a cargo de Ultar, fue momento de que Grima saliera al escenario, lo cual se dio con bastante rapidez. Claro, esto se da debido a que la situación de Ultar y Grima es algo que daría para un relato de Jorge Luis Borges: a pesar de que tengan nombres diferentes, logos diferentes, estilos (ligeramente) diferentes, discográficas diferentes y apariencias diferentes, ambas bandas son en realidad la misma entidad. Tanto Ultar como Grima son comandados por Gleb y Max, adoptando los seudónimos Vilhelm y Morbius al presentarse con los segundos, y utilizan a los mismos músicos, que cambian los trajes negros por máscaras y disfraces como de alguna criatura arbórea… o como si fueran Groot, pero es mejor no pensar en ello.
Más allá de que en vivo Grima sea un cuarteto y no use bajo, dejando a Pavel Dil como el único músico que sólo participa en Ultar, ambos grupos son la misma entidad pero con identidades diferentes, dando lugar a un evento que es más como un concierto largo dividido en dos partes y temáticas.
Dicho todo eso, el estilo de Grima es bastante diferente al de Ultar. Ambas serán bandas de black metal, pero el cuarteto apela a un sonido más directo, sin miedo al blast beat y a la distorsión densa y atmosférica, estando más cercanos a Agalloch que a Alcest. Manteniendo el buen sonido, Grima lograron trasladar esa atmósfera helada forestal al medio de la primavera barcelonesa, viéndose como un rejunte de fieles paganos realizando rituales a algún dios olvidado pero fuerte. Al igual que pasó con el set de Ultar, lo de Grima fue bastante corto con apenas una hora de concierto, aunque si consideramos la duración generosa de sus canciones no había mucha opción. Y el público recibió más que bien todo lo hecho por el grupo, agradecidos de poder experimentar semejante evento.
Barcelona fue testigo el 7 de mayo de la presentación de las bandas rusas de black metal Grima y Ultar, en la que fue la primera de las presentaciones de la serie de presentaciones que estos mensajeros de la oscuridad tenían preparadas en España.
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Un muy buen sonido acompañó a un público muy tranquilo, algo que podría sonar como un insulto en el mundo del black metal si no tenemos en cuenta que el black metal de Ultar no es de la clase que invite al mosh o al cabeceo intenso rockero. Apenas fueron 50 minutos y monedas de presentación, pero dentro del contexto de su música y del lugar funcionaron muy bien.
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Más allá de que en vivo Grima sea un cuarteto y no use bajo, dejando a Pavel Dil como el único músico que sólo participa en Ultar, ambos grupos son la misma entidad pero con identidades diferentes, dando lugar a un evento que es más como un concierto largo dividido en dos partes y temáticas.
Dicho todo eso, el estilo de Grima es bastante diferente al de Ultar. Ambas serán bandas de black metal, pero el cuarteto apela a un sonido más directo, sin miedo al blast beat y a la distorsión densa y atmosférica, estando más cercanos a Agalloch que a Alcest. Manteniendo el buen sonido, Grima lograron trasladar esa atmósfera helada forestal al medio de la primavera barcelonesa, viéndose como un rejunte de fieles paganos realizando rituales a algún dios olvidado pero fuerte. Al igual que pasó con el set de Ultar, lo de Grima fue bastante corto con apenas una hora de concierto, aunque si consideramos la duración generosa de sus canciones no había mucha opción. Y el público recibió más que bien todo lo hecho por el grupo, agradecidos de poder experimentar semejante evento.