El equipo de Track to Hell se adentró nuevamente en la Sala Bóveda, un recinto que no presenciaba tal aglomeración desde el último estruendoso concierto de Bellako. Barcelona se sumergió en la vorágine del mes más intenso del año, y la sala vibró con la promesa de una noche que haría temblar los cimientos. El público, enarbolando destapa-inodoros, cotillón hinchable y máscaras de cerdos, creaba un ambiente de festival en el que cada rincón vibraba con la energía de un carnaval infernal, como se puede apreciar en una de las fotos de Pablo Gándara, a solo unos ligeros scrolls para abajo.
La apertura estuvo a cargo de Phrymerial, cuyo bajista Anton Bilozerov también es conocido por su participación en Devorate The Universe, un detalle que resonaba entre los conocedores desde el regreso del Castellhell el año pasado. Su obra más reciente, Xenophobic Creation, lanzada en 2019, dejó una huella sonora visceral en la audiencia que se dejaba llevar por el rugir de su brutalidad. Entre las canciones, “Anunnaki Sperm Shot”, “C-137”, “Intramolecular Massacre” y “Present of Our Gods” se entrelazaron en un viaje auditivo que evocaba mareas turbulentas y emociones violentas.
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Luego, el plato fuerte: Gutalax, desde la República Checa, irrumpió en el escenario con un despliegue escatológico que hacía honor a sus títulos de canciones y a la perversa diversión que ofrecen. Martin Matoušek, el cantante, desataba su técnica única que emulaba el sonido de un cerdo en pleno éxtasis grotesco. Los globos volaban incesantemente mientras la banda se fusionaba con la horda de seguidores. La gente, impulsada por la locura festiva, se lanzaba al escenario para luego precipitarse entre la multitud en un pogo desenfrenado.
La lista de canciones, como una descarga de pura insolencia musical, incluyó desde la hilarante “Diarrhero” hasta la irreverente “Nosím místo ponožky kousek svojí předkožky”. “Fart Fart Away” resonó como una flatulencia cósmica, mientras “Poopcorn” dejó caer sus notas como gránulos de excreción sonora. “Total Rectal” y “Fart and Furious” sacudieron las entrañas del público, que se entregó por completo al desenfreno. Gutalax también ofreció una versión del clásico “Old MacDonald Had a Farm” en checo, llevando la irreverencia a nuevas cotas mientras el público rugía en éxtasis.
Este es el segundo concierto de 2024 que seguramente se encontrará entre el Top 10: Shows 2024, que publicaré a fin de año.
El equipo de Track to Hell se adentró nuevamente en la Sala Bóveda, un recinto que no presenciaba tal aglomeración desde el último estruendoso concierto de Bellako. Barcelona se sumergió en la vorágine del mes más intenso del año, y la sala vibró con la promesa de una noche que haría temblar los cimientos. El público, enarbolando destapa-inodoros, cotillón hinchable y máscaras de cerdos, creaba un ambiente de festival en el que cada rincón vibraba con la energía de un carnaval infernal, como se puede apreciar en una de las fotos de Pablo Gándara, a solo unos ligeros scrolls para abajo.
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La lista de canciones, como una descarga de pura insolencia musical, incluyó desde la hilarante “Diarrhero” hasta la irreverente “Nosím místo ponožky kousek svojí předkožky”. “Fart Fart Away” resonó como una flatulencia cósmica, mientras “Poopcorn” dejó caer sus notas como gránulos de excreción sonora. “Total Rectal” y “Fart and Furious” sacudieron las entrañas del público, que se entregó por completo al desenfreno. Gutalax también ofreció una versión del clásico “Old MacDonald Had a Farm” en checo, llevando la irreverencia a nuevas cotas mientras el público rugía en éxtasis.
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