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Hellfest Open Air 2024 Día 1: “Thrash, death, black, punk, ¿jazz, pop?”
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Con su castillo medieval, su iglesia católica del siglo XIX, sus ríos y ambiente rural, está claro que la pequeña comuna francesa de Clisson, en el oeste del país galo, tiene sus cosas para la persona común que quiera pasar unos días en un lugar turístico. Pero si usted es la clase de oyente adicto a la música pesada y distorsionada, esta población de 7000 habitantes tiene un elemento muy atractivo, y es que este lugar acoge al Hellfest, uno de los festivales de heavy metal más grandes del mundo junto al Wacken alemán. La edición de 2023 atrajo un estimado de 180.000 personas, multiplicando más de 25 veces la cantidad de habitantes del lugar, y a lo largo de los cuatro días de la edición del 2024 esperábamos poder ver un espectáculo similar.

A las 16:30 del 27 de julio, el Mainstage 1 tendría la primera actuación de todo el evento con los deathmetaleros Asinhell, este proyecto encabezado por el guitarrista Michael Poulsen (Volbeat) junto al cantante Marc Grewe (ex Morgoth y hombre de mil bandas) y el baterista Morten Toft Hansen (Raunchy). 

Con su disco debut Impii Hora habiendo recibido reseñas positivas, verlos en vivo era uno de los grandes atractivos del primer día, y este quinteto (completado en vivo con el bajista Jacob Hansen y el segundo guitarrista Flemming Lund) logró cumplir las expectativas. Death / thrash de la vieja escuela, sin muchos firuletes ni pretensiones más allá de la de darle una inyección de adrenalina a un público que buscara riffs como para justificar abrirle la cabeza de un golpe a quien tuvieran al lado. Los germanodaneses tocaron su único álbum casi completo, aunque variando el orden de las canciones de manera efectiva para el contexto en vivo, con mucha gente saltando e incluso armando circle pits. Un buen comienzo.

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Mientras Asinhell encendía el Mainstage, en el escenario Altar teníamos a los singapurenses Wormrot haciendo lo suyo. La salida del cantante Arif tras la grabación del recomendable Hiss en 2022 podría haber sido una piedra en el camino para el trío de grindcore, pero durante este periodo de transición las voces están en buenas manos gracias a la incorporación del argentino Gabriel Dubko, con sus gritos y rugidos acompañando de manera perfecta a la guitarra de Rasyid y la batería de Vijesh. Todo el resto sigue en su lugar, con Wormrot demostrando que su instrumentación minimalista no es un impedimento para su música: “Eternal Sunshine of the Spotless Grind”, “Blockhead Fuck Off”, “When Talking Fails, It’s Time for Violence”, “Your Dystopian Hell” y demás odas a la violencia pasaron por el Altar, con la gente cabeceando al ritmo aunque no hubiera estado mal ver un poco más de mosh. No se pierdan de ver en vivo a Wormrot, se los pido por favor.

Al término del set de Asinhell y con la producción preparando todo para la siguiente banda, pudimos dirigirnos al Mainstage 2 para ver a los escoceses Bleed From Within. El “core” como etiqueta tendrá mala fama en el mundo del metal más ortodoxo incluso a década y media de su punto máximo de popularidad, pero el quinteto de Glasgow ha sabido capear el temporal y adaptarse al paso del tiempo sin comprometer su identidad, con elementos de death melódico y groove metiéndose en su propuesta con el paso de los álbumes.

Con una audiencia muy numerosa, Bleed From Within repasaron su nuevo álbum Shrine y tuvieron a la gente saltando al ritmo de sus riffs gruesos y las vocalizaciones brutales de Scott Kennedy, que no paró de agitar y animar al público entre sus rugidos. Más allá de que para verlos se estuviera a pleno sol (la gran cantidad de gente con sombreros no era sólo una decisión estética), este fue otro que se llevó un aprobado.

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Volviendo al Mainstage 1 a las 18:00 pudimos ver a los enmascarados rusos Slaughter To Prevail, capitaneados por el cantante Alex Terrible y su máscara demoníaca dorada. STP es una de esas bandas donde la idea detrás del grupo es más atractiva que la práctica: esta especie de deathcore cavernícola tiene mucho para entretener, como queda obvio con ya clásicos como “Demolisher”, “Baba Yaga” y “Viking”, pero en estudio el puñado de buenos tracks queda sepultado debajo de demasiado material que me deja tibio. Por suerte, en vivo STP tienen la posibilidad de elegir las mejores instancias de su catálogo y en el escenario del Hellfest lo hicieron de manera efectiva, con la gente acompañando a Alex Terrible con sus brutales gritos guturales en las canciones antes mencionadas y en otras como “CONFLICT” y “Kid of Darkness”

Ojalá mejoraran en estudio, porque en vivo con STP se pasa un buen rato. 

Al igual que con gente como Misfits, White Zombie, The Cramps y Lordi, Ice Nine Kills se han dado cuenta de que la combinación de rock y estética de película de terror es una fórmula ganadora, con su álbum The Silver Scream poniéndolos en boca y reseñas de muchos. La gracia con los estadounidenses, a mi parecer, es que no recuerdo que alguien lo hubiera hecho dentro del metalcore. 

Viéndolos en el Mainstage 2, con la enorme figura de un asesino en el fondo del escenario, el micrófono decorado con esqueletos y máscaras de Leatherface y Jason y las manchas de sangre en los integrantes, se podría subestimarlos como pura imagen. Pero el quinteto hace todo el esfuerzo posible para que la combinación no se quede sólo en un chiste (como podría ser el caso de Lordi), y además de recordarnos clásicos del terror Ice Nine Kills también nos recuerdan que son una banda con buenas canciones. La particular “Hip To Be Scared”, “Rainy Day”, “The American Nightmare” y demás hicieron del set de Ice Nine Kills uno de los más entretenidos del festival. Habrá mucho circo, pero no mucho más que el que muchas otras bandas ultra respetadas arman, y con Ice Nine Kills nunca se olvidan que la música está primero.

Ice Nine Kills no eran los únicos apelando a nuestro gusto por la oscuridad, porque al mismo tiempo pero en el escenario Temple teníamos a los alemanes (Dolch). Claro que las comparaciones entre ambas bandas terminan ahí, siendo que lo de (Dolch) es mucho más gótico y etéreo, más para estar en medio de una ciudad desolada de noche con anteojos de sol (como los del baterista P) que para huir de un maniático con una motosierra. Las voces de la cantante M son uno de los ingredientes clave de la música del quinteto, que nada sin problemas en una mezcla bastante particular de doom metal, rock gótico, post punk, ruido y momentos mucho más calmados pero igual de tensos. 

La intro “Lights Out” funciona perfecta para ir creando la atmósfera justo antes de pasar a la pesada “Halo”, marcada por el bajo de N, mientras “House of Glass” es puro rock gótico con un toque metalero importante. El cantante y guitarrista T dirige unas palabras en francés al público antes de la lúgubre “I Am OK”, y a pesar de la imagen tan oscura de la banda se siente una búsqueda de conexión con la gente. (Dolch) trasladan sus canciones de manera perfecta al escenario, manteniendo la atmósfera pero agregando ese encanto de estar escuchando todo en vivo. Muy recomendables para ver.

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Después de esta seguidilla de “core” y rock gótico, era momento de que un veterano del metal le recordara a la gente cómo es la verdadera música pesada, y nos dirigimos al Mainstage 1 para ver a Kerry King, quien fuera uno de los amos y señores de los riffs en Slayer y ahora se centrara en su carrera solista. Claro, el tema acá es que From Hell I Rise, su álbum debut, es un disco al que no le tenía mucha fe en las semanas previas a su salida y un par de escuchadas confirmaron mis sospechas, con muchas de las canciones sonando como descartes más o menos pulidos de canciones de los últimos trabajos de Slayer. Pero eso es en estudio, y en vivo quedaba ver cómo salían las cosas.

Obviamente la mayor parte de las canciones de las presentación de King en el Hellfest salieron de su disco debut, porque tiene que demostrar que hay vida después de Slayer, pero queda claro que la enorme mayoría de los asistentes estaban ahí para escuchar los clásicos. Es así que entre instancias como “Shrapnel” y el tema título “From Hell I Rise” también pudimos escuchar “Black Magic” y el clásico inmortal “Raining Blood”, con Mark Osegueda demostrando en las voces que tiene la suficiente espalda como para encargarse de todas estas canciones sin despeinarse. Mucho circle pit y pogo, aunque ya para las 19:30 el cansancio de muchos en el público era visible, con muchos puños extendidos y cabeceos discretos.

Tras 12 años, pudimos ver de vuelta a Brujería en los escenarios del Hellfest. Plantando bandera (literalmente, una bandera mexicana al lado de la batería) en el escenario Altar, el circo comandado por Juan Brujo llevó a cabo su set de puro death metal narco, con toda la diversión de siempre. Claro que ya sabemos que es todo un acto, que no son narcotraficantes satánicos y que incluso algunos de los músicos son de países elegantes europeos, pero nada de eso impide disfrutar las descargas de violencia casi caricaturesca de canciones como “La migra”, “Hechando chingasos”, “Colas de rata”, “Matando Güeros” o “La Ley de Plomo”. O incluso cuando hacen “Marijuana”, su parodia cannábica de “La Macarena”, donde queda claro que es todo un chiste pero no por eso dejan de ser entretenidos.

Y hablando de chistes, es increíble pensar que Babymetal sacaron su primer disco hace ya una década y que un chiste como mezclar guitarras ultra pesadas con un trío de chicas japonesas cantando pop terminara teniendo tanto alcance y que perdurara en el tiempo. Personalmente siempre defendí a Babymetal, pero está claro que el impacto inicial pasó hace rato y que el último disco The Other One de 2023 muestra a la gente a cargo volviendo un tanto más genérico su sonido para el público internacional, perdiendo algo de esa chispa “kawaii” de sus inicios. Pero de cualquier manera tener al trío encabezado por Suzuka “Su-metal” Nakamoto en el segundo escenario del Hellfest era toda una atracción, y hasta me gustaría saber cuántos de los que vieron a Kerry King estarían también acá.

El set fue un repaso de la discografía del grupo, extrañamente sin incluir ninguna canción de The Other One. Es así que pudimos escuchar “BABYMETAL DEATH”, “PA PA YA!!” y la ridícula e icónica “Gimme Chocolate!!”, con su sobredosis de teclados y guitarras brutales: se nota que más allá de las coreografías de parte de Su-metal, Moa “MOMETAL” Kikuchi y la recién llegada Momoko “MOMOMETAL” Okazaki y sus voces aniñadas como de intro de animé, los músicos que componen la Kami Band son unos monstruos detrás de sus instrumentos. Lamentablemente hubo varios problemas con la mezcla, con las voces y la batería estando muy altas y empañando el set, aunque espero que la enorme audiencia que se acercó a verlas motive a verlas de vuelta por aquí lo antes posible, en mejores circunstancias.

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Por otro lado, en el escenario Temple teníamos más presencia femenina de la mano de Sylvaine. La cantante noruega viene haciéndose un nombre tanto con sus colaboraciones en el mundo del “blackgaze”, sobre todo junto a Alcest, y con su carrera solista, combinando la suavidad de sus voces limpias con sus gritos y la crudeza de las guitarras cargadas de distorsión. Con un setlist balanceado entre sus distintos álbumes, pudimos disfrutar de una hora de melodías etéreas con “Mørklagt”, “I Close My Eyes So I Can See”, la minimalista “Livets dans” y el cierre con “Eg Er Framand”, canción cantada a capella. Puede que su música no sea para todo el mundo y tenga momentos donde las canciones salgan mejores que otras, pero el talento de Sylvaine es indudable y su voz es poderosa en cualquiera de sus formas.

A las 21:25, el Mainstage 1 tenía todo el campo colmado para ver a las que de seguro eran las mayores estrellas de este primer día del Hellfest 2024, con Megadeth tomando por asalto el escenario. Déjenme decir que Dave Mustaine me parece una de esas personalidades que dividen al mundo del metal: resentido, peleador, ególatra… e indudablemente un compositor tocado por la varita y uno de los guitarristas más icónicos de la música pesada. 

Su habilidad con las seis cuerdas ya está clara, pero el pelirrojo siempre la tuvo complicada con las voces: nadie va a negar que es por lejos el peor cantante del Big 4 del Thrash, ni siquiera él. Pero ya con esas expectativas, su voz se escuchó en forma para todos los que ya sabíamos cómo suele sonar arriba del escenario, sobre todo en “Skin O’ My Teeth”, y por suerte el bajista James LoMenzo y el recientemente llegado guitarrista Teemu Mäntysaari acompañan con coros para aliviar la carga del eterno líder de Megadeth, mientras Dirk Verbeuren es un reloj suizo detrás de la batería. Que las canciones estuvieran con la afinación más baja también ayudó.

Más allá de los temas vocales, que era lo que se esperaba, el set del cuarteto fue imparable: a pesar de ser de sólo una hora, pudimos escuchar “Tornado of Souls”, “Symphony of Destruction”, “Holy Wars”, “Mechanix” y demás clásicos eternos del thrash, con un par de canciones del último The Sick, the Dying… and the Dead! como para balancear las cosas e incluso sumando “Kick The Chair”, canción que no tocaban en vivo hace década y media. No creo que alguien se haya ido insatisfecho, con el público frente a la imagen de Vic Rattlehead extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Las cosas en este primer día podrían haberse terminado ahí para el metalero más tradicional, pero en el escenario principal quedaba un grupo más por presentarse.

Mientras esperábamos por ellos, nos dirigimos a ver a Dark Tranquillity llenando de melodías melancólicas el ambiente del escenario Altar. Con los cambios de miembros que afectaron a la antes extremadamente estable formación de los suecos en la etapa post pandemia dejando al cantante Mikael Stanne como único miembro fundador, está claro que estamos viendo al quinteto de Gotemburgo en un periodo de transición en su carrera. Pero Dark Tranquillity siguen adelante a pesar de todo, con su decimotercer álbum Endtime Signals preparado para salir en agosto y con una formación renovada que demuestra tener la espalda como para continuar el legado de una de las bandas más grandes del death melódico sueco.

Combinando canciones más modernas como “Atoma”, “Phantom Days” y “Encircled” con clásicos como “ThereIn”, “Misery’s Crown” y “Terminus”, Dark Tranquillity demostraron seguir siendo toda una potencia arriba del escenario. Como mencioné antes, la melancolía es un ingrediente fundamental en la fórmula de la banda, pero si uno está más de humor como para hacer mosh al ritmo de los riffs las canciones de Dark Tranquillity también dan para eso. Stanne sigue siendo un maestro al momento de pasar de las voces podridas a las melódicas, y la dupla conformada por Johan Reinholdz y el invitado Peter Lyse Hansen (también integrante de HateSphere) son demoledores detrás de las guitarras. Puede que haya cambios en el seno de la banda, pero no hay que perder la esperanza en el futuro del grupo.

Más tarde, en el Temple pudimos ver a los Shining noruegos. La banda liderada por el cantante, saxofonista y guitarrista Jørgen Munkeby se encuentra repasando su clásico Blackjazz, aquel que los pusiera en el mapa de la música pesada con su mezcla de metal avant-garde, jazz, electrónica y rock progresivo allá por 2010. Si esto fue una maniobra como para mitigar el mal sabor que dejó su disco Animal de 2018 o simplemente fue porque les dio la gana de hacerlo, de cualquier manera fue una decisión inteligente.

El inicio con “The Madness and the Damage Done” ya nos marca que Shining no han perdido un ápice de locura en su interpretación, algo que sigue con “Fisheye” y la dupla “Exit Sun” y “Exit Sun Pt. 2”. Munkeby es una bestia detrás del micrófono y dibujando esas melodías erráticas con su saxofón, pero sus acompañantes no se quedan para nada atrás y parecen dejarse dedos y brazos en cada riff y ritmo cambiante. Cerrando con su brutal versión de “21st Century Schizoid Man” de King Crimson, todos en el público quedamos mareados por la música de los noruegos pero satisfechos.

Recuerdo cuando mucha gente veía en Avenged Sevenfold a “los nuevos Metallica”, y más allá de si la calidad de sus álbumes ameritaba semejante comparación creo que desde un punto de vista de popularidad y llegada no creo que haya muchas bandas “modernas” (el grupo ya tiene 25 años) que hayan logrado lo que M. Shadows y compañía en la música pesada (tal vez Ghost serían lo más cercanos), teniendo un puñado de clásicos envidiable y una cantidad enorme de fans incondicionales. Personalmente nunca me terminaron de convencer y hasta pondría a su último disco Life Is But a Dream… en una lista de peores lanzamientos del 2023, pero eso algo mío y la cantidad de gente acumulada demostraba que la presencia de Avenged Sevenfold en el Hellfest era todo gran atractivo para muchos.

Casi la mitad del set estuvo dedicado justamente a Life Is But a Dream…, así que pueden contarlo como un punto negativo, pero el carisma de los músicos y el calor de la gente, coreando cada clásico como si fuera un himno, levanta hasta los muertos. M. Shadows es un gran cantante y Synyster Gates un guitarrista tremendo, y cuando se sacan de la manga un riff pegadizo queda claro en la manera que la gente se mueve y agita. “Hail To The King”, “A Little Piece of Heaven” y “Nightmare” fueron de los mejores momentos de la noche, dando ya por cerrada las presentaciones en el escenario principal, a menos que uno quisiera ir al segundo escenario para ver los Dropkick Murphys, que dieron un set de trasnoche. En mi caso ya era momento de retirarse para descansar, que se venía un día para despertarse temprano y disfrutar al máximo.

Sin embargo, también pudimos aprovechar para pasar por los escenarios más chicos y tener algunas experiencias pesadas. Justo a la medianoche en el Temple pudimos ver la actuación de las leyendas del thrash alemán Sodom, con un set centrado mayormente en los clásicos con “Nuclear Winter”, “Agent Orange”, “The Saw is The Law”, “Remember The Fallen” y obviamente “Bombenhagel”, aunque también incluyendo la más moderna “Conflagration” y el deep cut “Jabba The Hut” de Get What You Deserve que volvió al setlist tras casi treinta años. Tan tremendos como se pueden imaginar.

Y para cerrar tuvimos a Cradle of Filth. Los comandados por el inglés Dani Filth dieron una hora de su black gótico cursi con una dosis extra de teclados, pero vaya que hacen bien ese black gótico cursi y sus últimos discos se pueden contar entre los mejores de su catálogo. El del Hellfest fue otro repaso mayormente de clásicos como “Her Ghost In The Fog”, “Dusk and Her Embrace” y otras infaltables, mezcladas con la más moderna “Existential Terror”. Zoe Marie Federoff hace un gran trabajo tanto en los teclados como en las voces femeninas, y Dani hace sus particulares vocalizaciones con mucha soltura, además de remarcar que su clásico The Principle of Evil Made Flesh cumple treinta años antes de tocar la canción que le da título. Todo en orden y con mucha elegancia, como suele ser normal de parte de los ingleses.

Así terminamos el primer día del Hellfest 2024, preparándonos para más el viernes.

 

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Con su castillo medieval, su iglesia católica del siglo XIX, sus ríos y ambiente rural, está claro que la pequeña comuna francesa de Clisson, en el oeste del país galo, tiene sus cosas para la persona común que quiera pasar unos días en un lugar turístico. Pero si usted es la clase de oyente adicto a la música pesada y distorsionada, esta población de 7000 habitantes tiene un elemento muy atractivo, y es que este lugar acoge al Hellfest, uno de los festivales de heavy metal más grandes del mundo junto al Wacken alemán. La edición de 2023 atrajo un estimado de 180.000 personas, multiplicando más de 25 veces la cantidad de habitantes del lugar, y a lo largo de los cuatro días de la edición del 2024 esperábamos poder ver un espectáculo similar.

A las 16:30 del 27 de julio, el Mainstage 1 tendría la primera actuación de todo el evento con los deathmetaleros Asinhell, este proyecto encabezado por el guitarrista Michael Poulsen (Volbeat) junto al cantante Marc Grewe (ex Morgoth y hombre de mil bandas) y el baterista Morten Toft Hansen (Raunchy). 

Con su disco debut Impii Hora habiendo recibido reseñas positivas, verlos en vivo era uno de los grandes atractivos del primer día, y este quinteto (completado en vivo con el bajista Jacob Hansen y el segundo guitarrista Flemming Lund) logró cumplir las expectativas. Death / thrash de la vieja escuela, sin muchos firuletes ni pretensiones más allá de la de darle una inyección de adrenalina a un público que buscara riffs como para justificar abrirle la cabeza de un golpe a quien tuvieran al lado. Los germanodaneses tocaron su único álbum casi completo, aunque variando el orden de las canciones de manera efectiva para el contexto en vivo, con mucha gente saltando e incluso armando circle pits. Un buen comienzo.

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Mientras Asinhell encendía el Mainstage, en el escenario Altar teníamos a los singapurenses Wormrot haciendo lo suyo. La salida del cantante Arif tras la grabación del recomendable Hiss en 2022 podría haber sido una piedra en el camino para el trío de grindcore, pero durante este periodo de transición las voces están en buenas manos gracias a la incorporación del argentino Gabriel Dubko, con sus gritos y rugidos acompañando de manera perfecta a la guitarra de Rasyid y la batería de Vijesh. Todo el resto sigue en su lugar, con Wormrot demostrando que su instrumentación minimalista no es un impedimento para su música: “Eternal Sunshine of the Spotless Grind”, “Blockhead Fuck Off”, “When Talking Fails, It’s Time for Violence”, “Your Dystopian Hell” y demás odas a la violencia pasaron por el Altar, con la gente cabeceando al ritmo aunque no hubiera estado mal ver un poco más de mosh. No se pierdan de ver en vivo a Wormrot, se los pido por favor.

Al término del set de Asinhell y con la producción preparando todo para la siguiente banda, pudimos dirigirnos al Mainstage 2 para ver a los escoceses Bleed From Within. El “core” como etiqueta tendrá mala fama en el mundo del metal más ortodoxo incluso a década y media de su punto máximo de popularidad, pero el quinteto de Glasgow ha sabido capear el temporal y adaptarse al paso del tiempo sin comprometer su identidad, con elementos de death melódico y groove metiéndose en su propuesta con el paso de los álbumes.

Con una audiencia muy numerosa, Bleed From Within repasaron su nuevo álbum Shrine y tuvieron a la gente saltando al ritmo de sus riffs gruesos y las vocalizaciones brutales de Scott Kennedy, que no paró de agitar y animar al público entre sus rugidos. Más allá de que para verlos se estuviera a pleno sol (la gran cantidad de gente con sombreros no era sólo una decisión estética), este fue otro que se llevó un aprobado.

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Volviendo al Mainstage 1 a las 18:00 pudimos ver a los enmascarados rusos Slaughter To Prevail, capitaneados por el cantante Alex Terrible y su máscara demoníaca dorada. STP es una de esas bandas donde la idea detrás del grupo es más atractiva que la práctica: esta especie de deathcore cavernícola tiene mucho para entretener, como queda obvio con ya clásicos como “Demolisher”, “Baba Yaga” y “Viking”, pero en estudio el puñado de buenos tracks queda sepultado debajo de demasiado material que me deja tibio. Por suerte, en vivo STP tienen la posibilidad de elegir las mejores instancias de su catálogo y en el escenario del Hellfest lo hicieron de manera efectiva, con la gente acompañando a Alex Terrible con sus brutales gritos guturales en las canciones antes mencionadas y en otras como “CONFLICT” y “Kid of Darkness”

Ojalá mejoraran en estudio, porque en vivo con STP se pasa un buen rato. 

Al igual que con gente como Misfits, White Zombie, The Cramps y Lordi, Ice Nine Kills se han dado cuenta de que la combinación de rock y estética de película de terror es una fórmula ganadora, con su álbum The Silver Scream poniéndolos en boca y reseñas de muchos. La gracia con los estadounidenses, a mi parecer, es que no recuerdo que alguien lo hubiera hecho dentro del metalcore. 

Viéndolos en el Mainstage 2, con la enorme figura de un asesino en el fondo del escenario, el micrófono decorado con esqueletos y máscaras de Leatherface y Jason y las manchas de sangre en los integrantes, se podría subestimarlos como pura imagen. Pero el quinteto hace todo el esfuerzo posible para que la combinación no se quede sólo en un chiste (como podría ser el caso de Lordi), y además de recordarnos clásicos del terror Ice Nine Kills también nos recuerdan que son una banda con buenas canciones. La particular “Hip To Be Scared”, “Rainy Day”, “The American Nightmare” y demás hicieron del set de Ice Nine Kills uno de los más entretenidos del festival. Habrá mucho circo, pero no mucho más que el que muchas otras bandas ultra respetadas arman, y con Ice Nine Kills nunca se olvidan que la música está primero.

Ice Nine Kills no eran los únicos apelando a nuestro gusto por la oscuridad, porque al mismo tiempo pero en el escenario Temple teníamos a los alemanes (Dolch). Claro que las comparaciones entre ambas bandas terminan ahí, siendo que lo de (Dolch) es mucho más gótico y etéreo, más para estar en medio de una ciudad desolada de noche con anteojos de sol (como los del baterista P) que para huir de un maniático con una motosierra. Las voces de la cantante M son uno de los ingredientes clave de la música del quinteto, que nada sin problemas en una mezcla bastante particular de doom metal, rock gótico, post punk, ruido y momentos mucho más calmados pero igual de tensos. 

La intro “Lights Out” funciona perfecta para ir creando la atmósfera justo antes de pasar a la pesada “Halo”, marcada por el bajo de N, mientras “House of Glass” es puro rock gótico con un toque metalero importante. El cantante y guitarrista T dirige unas palabras en francés al público antes de la lúgubre “I Am OK”, y a pesar de la imagen tan oscura de la banda se siente una búsqueda de conexión con la gente. (Dolch) trasladan sus canciones de manera perfecta al escenario, manteniendo la atmósfera pero agregando ese encanto de estar escuchando todo en vivo. Muy recomendables para ver.

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Después de esta seguidilla de “core” y rock gótico, era momento de que un veterano del metal le recordara a la gente cómo es la verdadera música pesada, y nos dirigimos al Mainstage 1 para ver a Kerry King, quien fuera uno de los amos y señores de los riffs en Slayer y ahora se centrara en su carrera solista. Claro, el tema acá es que From Hell I Rise, su álbum debut, es un disco al que no le tenía mucha fe en las semanas previas a su salida y un par de escuchadas confirmaron mis sospechas, con muchas de las canciones sonando como descartes más o menos pulidos de canciones de los últimos trabajos de Slayer. Pero eso es en estudio, y en vivo quedaba ver cómo salían las cosas.

Obviamente la mayor parte de las canciones de las presentación de King en el Hellfest salieron de su disco debut, porque tiene que demostrar que hay vida después de Slayer, pero queda claro que la enorme mayoría de los asistentes estaban ahí para escuchar los clásicos. Es así que entre instancias como “Shrapnel” y el tema título “From Hell I Rise” también pudimos escuchar “Black Magic” y el clásico inmortal “Raining Blood”, con Mark Osegueda demostrando en las voces que tiene la suficiente espalda como para encargarse de todas estas canciones sin despeinarse. Mucho circle pit y pogo, aunque ya para las 19:30 el cansancio de muchos en el público era visible, con muchos puños extendidos y cabeceos discretos.

Tras 12 años, pudimos ver de vuelta a Brujería en los escenarios del Hellfest. Plantando bandera (literalmente, una bandera mexicana al lado de la batería) en el escenario Altar, el circo comandado por Juan Brujo llevó a cabo su set de puro death metal narco, con toda la diversión de siempre. Claro que ya sabemos que es todo un acto, que no son narcotraficantes satánicos y que incluso algunos de los músicos son de países elegantes europeos, pero nada de eso impide disfrutar las descargas de violencia casi caricaturesca de canciones como “La migra”, “Hechando chingasos”, “Colas de rata”, “Matando Güeros” o “La Ley de Plomo”. O incluso cuando hacen “Marijuana”, su parodia cannábica de “La Macarena”, donde queda claro que es todo un chiste pero no por eso dejan de ser entretenidos.

Y hablando de chistes, es increíble pensar que Babymetal sacaron su primer disco hace ya una década y que un chiste como mezclar guitarras ultra pesadas con un trío de chicas japonesas cantando pop terminara teniendo tanto alcance y que perdurara en el tiempo. Personalmente siempre defendí a Babymetal, pero está claro que el impacto inicial pasó hace rato y que el último disco The Other One de 2023 muestra a la gente a cargo volviendo un tanto más genérico su sonido para el público internacional, perdiendo algo de esa chispa “kawaii” de sus inicios. Pero de cualquier manera tener al trío encabezado por Suzuka “Su-metal” Nakamoto en el segundo escenario del Hellfest era toda una atracción, y hasta me gustaría saber cuántos de los que vieron a Kerry King estarían también acá.

El set fue un repaso de la discografía del grupo, extrañamente sin incluir ninguna canción de The Other One. Es así que pudimos escuchar “BABYMETAL DEATH”, “PA PA YA!!” y la ridícula e icónica “Gimme Chocolate!!”, con su sobredosis de teclados y guitarras brutales: se nota que más allá de las coreografías de parte de Su-metal, Moa “MOMETAL” Kikuchi y la recién llegada Momoko “MOMOMETAL” Okazaki y sus voces aniñadas como de intro de animé, los músicos que componen la Kami Band son unos monstruos detrás de sus instrumentos. Lamentablemente hubo varios problemas con la mezcla, con las voces y la batería estando muy altas y empañando el set, aunque espero que la enorme audiencia que se acercó a verlas motive a verlas de vuelta por aquí lo antes posible, en mejores circunstancias.

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Por otro lado, en el escenario Temple teníamos más presencia femenina de la mano de Sylvaine. La cantante noruega viene haciéndose un nombre tanto con sus colaboraciones en el mundo del “blackgaze”, sobre todo junto a Alcest, y con su carrera solista, combinando la suavidad de sus voces limpias con sus gritos y la crudeza de las guitarras cargadas de distorsión. Con un setlist balanceado entre sus distintos álbumes, pudimos disfrutar de una hora de melodías etéreas con “Mørklagt”, “I Close My Eyes So I Can See”, la minimalista “Livets dans” y el cierre con “Eg Er Framand”, canción cantada a capella. Puede que su música no sea para todo el mundo y tenga momentos donde las canciones salgan mejores que otras, pero el talento de Sylvaine es indudable y su voz es poderosa en cualquiera de sus formas.

A las 21:25, el Mainstage 1 tenía todo el campo colmado para ver a las que de seguro eran las mayores estrellas de este primer día del Hellfest 2024, con Megadeth tomando por asalto el escenario. Déjenme decir que Dave Mustaine me parece una de esas personalidades que dividen al mundo del metal: resentido, peleador, ególatra… e indudablemente un compositor tocado por la varita y uno de los guitarristas más icónicos de la música pesada. 

Su habilidad con las seis cuerdas ya está clara, pero el pelirrojo siempre la tuvo complicada con las voces: nadie va a negar que es por lejos el peor cantante del Big 4 del Thrash, ni siquiera él. Pero ya con esas expectativas, su voz se escuchó en forma para todos los que ya sabíamos cómo suele sonar arriba del escenario, sobre todo en “Skin O’ My Teeth”, y por suerte el bajista James LoMenzo y el recientemente llegado guitarrista Teemu Mäntysaari acompañan con coros para aliviar la carga del eterno líder de Megadeth, mientras Dirk Verbeuren es un reloj suizo detrás de la batería. Que las canciones estuvieran con la afinación más baja también ayudó.

Más allá de los temas vocales, que era lo que se esperaba, el set del cuarteto fue imparable: a pesar de ser de sólo una hora, pudimos escuchar “Tornado of Souls”, “Symphony of Destruction”, “Holy Wars”, “Mechanix” y demás clásicos eternos del thrash, con un par de canciones del último The Sick, the Dying… and the Dead! como para balancear las cosas e incluso sumando “Kick The Chair”, canción que no tocaban en vivo hace década y media. No creo que alguien se haya ido insatisfecho, con el público frente a la imagen de Vic Rattlehead extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Las cosas en este primer día podrían haberse terminado ahí para el metalero más tradicional, pero en el escenario principal quedaba un grupo más por presentarse.

Mientras esperábamos por ellos, nos dirigimos a ver a Dark Tranquillity llenando de melodías melancólicas el ambiente del escenario Altar. Con los cambios de miembros que afectaron a la antes extremadamente estable formación de los suecos en la etapa post pandemia dejando al cantante Mikael Stanne como único miembro fundador, está claro que estamos viendo al quinteto de Gotemburgo en un periodo de transición en su carrera. Pero Dark Tranquillity siguen adelante a pesar de todo, con su decimotercer álbum Endtime Signals preparado para salir en agosto y con una formación renovada que demuestra tener la espalda como para continuar el legado de una de las bandas más grandes del death melódico sueco.

Combinando canciones más modernas como “Atoma”, “Phantom Days” y “Encircled” con clásicos como “ThereIn”, “Misery’s Crown” y “Terminus”, Dark Tranquillity demostraron seguir siendo toda una potencia arriba del escenario. Como mencioné antes, la melancolía es un ingrediente fundamental en la fórmula de la banda, pero si uno está más de humor como para hacer mosh al ritmo de los riffs las canciones de Dark Tranquillity también dan para eso. Stanne sigue siendo un maestro al momento de pasar de las voces podridas a las melódicas, y la dupla conformada por Johan Reinholdz y el invitado Peter Lyse Hansen (también integrante de HateSphere) son demoledores detrás de las guitarras. Puede que haya cambios en el seno de la banda, pero no hay que perder la esperanza en el futuro del grupo.

Más tarde, en el Temple pudimos ver a los Shining noruegos. La banda liderada por el cantante, saxofonista y guitarrista Jørgen Munkeby se encuentra repasando su clásico Blackjazz, aquel que los pusiera en el mapa de la música pesada con su mezcla de metal avant-garde, jazz, electrónica y rock progresivo allá por 2010. Si esto fue una maniobra como para mitigar el mal sabor que dejó su disco Animal de 2018 o simplemente fue porque les dio la gana de hacerlo, de cualquier manera fue una decisión inteligente.

El inicio con “The Madness and the Damage Done” ya nos marca que Shining no han perdido un ápice de locura en su interpretación, algo que sigue con “Fisheye” y la dupla “Exit Sun” y “Exit Sun Pt. 2”. Munkeby es una bestia detrás del micrófono y dibujando esas melodías erráticas con su saxofón, pero sus acompañantes no se quedan para nada atrás y parecen dejarse dedos y brazos en cada riff y ritmo cambiante. Cerrando con su brutal versión de “21st Century Schizoid Man” de King Crimson, todos en el público quedamos mareados por la música de los noruegos pero satisfechos.

Recuerdo cuando mucha gente veía en Avenged Sevenfold a “los nuevos Metallica”, y más allá de si la calidad de sus álbumes ameritaba semejante comparación creo que desde un punto de vista de popularidad y llegada no creo que haya muchas bandas “modernas” (el grupo ya tiene 25 años) que hayan logrado lo que M. Shadows y compañía en la música pesada (tal vez Ghost serían lo más cercanos), teniendo un puñado de clásicos envidiable y una cantidad enorme de fans incondicionales. Personalmente nunca me terminaron de convencer y hasta pondría a su último disco Life Is But a Dream… en una lista de peores lanzamientos del 2023, pero eso algo mío y la cantidad de gente acumulada demostraba que la presencia de Avenged Sevenfold en el Hellfest era todo gran atractivo para muchos.

Casi la mitad del set estuvo dedicado justamente a Life Is But a Dream…, así que pueden contarlo como un punto negativo, pero el carisma de los músicos y el calor de la gente, coreando cada clásico como si fuera un himno, levanta hasta los muertos. M. Shadows es un gran cantante y Synyster Gates un guitarrista tremendo, y cuando se sacan de la manga un riff pegadizo queda claro en la manera que la gente se mueve y agita. “Hail To The King”, “A Little Piece of Heaven” y “Nightmare” fueron de los mejores momentos de la noche, dando ya por cerrada las presentaciones en el escenario principal, a menos que uno quisiera ir al segundo escenario para ver los Dropkick Murphys, que dieron un set de trasnoche. En mi caso ya era momento de retirarse para descansar, que se venía un día para despertarse temprano y disfrutar al máximo.

Sin embargo, también pudimos aprovechar para pasar por los escenarios más chicos y tener algunas experiencias pesadas. Justo a la medianoche en el Temple pudimos ver la actuación de las leyendas del thrash alemán Sodom, con un set centrado mayormente en los clásicos con “Nuclear Winter”, “Agent Orange”, “The Saw is The Law”, “Remember The Fallen” y obviamente “Bombenhagel”, aunque también incluyendo la más moderna “Conflagration” y el deep cut “Jabba The Hut” de Get What You Deserve que volvió al setlist tras casi treinta años. Tan tremendos como se pueden imaginar.

Y para cerrar tuvimos a Cradle of Filth. Los comandados por el inglés Dani Filth dieron una hora de su black gótico cursi con una dosis extra de teclados, pero vaya que hacen bien ese black gótico cursi y sus últimos discos se pueden contar entre los mejores de su catálogo. El del Hellfest fue otro repaso mayormente de clásicos como “Her Ghost In The Fog”, “Dusk and Her Embrace” y otras infaltables, mezcladas con la más moderna “Existential Terror”. Zoe Marie Federoff hace un gran trabajo tanto en los teclados como en las voces femeninas, y Dani hace sus particulares vocalizaciones con mucha soltura, además de remarcar que su clásico The Principle of Evil Made Flesh cumple treinta años antes de tocar la canción que le da título. Todo en orden y con mucha elegancia, como suele ser normal de parte de los ingleses.

Así terminamos el primer día del Hellfest 2024, preparándonos para más el viernes.

 

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