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Allá por 2021 me llegó la oportunidad de reseñar Judas, el séptimo álbum de los alemanes Lord of the Lost, y ciertamente no supe bien qué pensar cuando me puse a investigar sobre ellos, siendo una banda de la que nunca había escuchado a nadie hablar, y su mezcla de sonidos góticos e industriales, una combinación para nada nueva dentro del universo de la música oscura. Pero a medida que escuchaba ese disco, me quedaba en claro que estaba frente a un grupo con una identidad propia y un sonido no necesariamente original, pero cuya ejecución entiende bien lo que la gente encuentra atractivo en esos dos estilos, y que lograban crear canciones con cierto sonido épico pero sin son abrumadores, pegadizas sin sonar empalagosas, y oscuras sin terminar siendo lúgubres, haciendo que ese álbum conceptual doble no terminara siendo aburrido.
Y parece que mucha gente coincidió conmigo: tanto Judas como el anterior Thornstar, sus primeros trabajos en una discográfica grande, le dieron un empujón importante al grupo encabezado por el cantante y guitarrista Chris Harms, con el disco llegando al segundo puesto en los charts de su país natal y apareciendo en varias publicaciones. Pero incluso con todo esto no creo que alguien llegara a vaticinar lo que se venía, con el quinteto lanzando el sucesor Blood & Glitter en diciembre de 2022 de la nada y llegando al puesto Nº1 en Alemania, que este fuera una combinación de elementos góticos y glam que funciona mejor de lo que uno se esperaría, y que el grupo fuera elegido para representar a Alemania en el festival de Eurovisión con una canción de ese mismo trabajo. Y que encima tendría la oportunidad de verlos en vivo más temprano que tarde.
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Tras su paso por México, Lord of the Lost hicieron escala en Argentina. Aquel martes 25 de abril se había tornado lúgubre pero no de una manera gótica, con la escalada maratónica del dólar que le subió la presión a más de uno y tuvo a muchos comercios teniendo que retocar precios en tiempo real. Un día de mierda en todo sentido, pero si sos argentino es la clase de día de mierda a la que estás acostumbrado lamentablemente.
De cualquier manera esa no era la atmósfera que se vivía en el interior del Teatrito de Sarmiento 1752, donde se había reunido la camada gótica para disfrutar de este debut de los alemanes en nuestras tierras. El delineador, las botas negras, los corsets, las medias de red, los abrigos largos (agradezcan que vinieron en otoño) y los cortes de pelo con algún tipo de desnivel o rapado eran algo más que común de ver entre un público que casi llenaba el lugar, aunque también se viera a algunos con el combo simple de jean y remera negra (un par de Rammstein) o incluso con ropa claramente de trabajo. A veces lo gótico se lleva dentro.
La previa estuvo a cargo de Bloodparade, una elección bastante obvia pero con todo el sentido considerando que no hay muchos representantes de esta onda “electro gótica metalera” en el país, o al menos uno con el estatus como para telonear grupos internacionales. Pude ver los últimos 15 minutos de su set, donde la banda mostró toda su energía arriba del escenario y su combinación infecciosa de riffs pesados con teclados prominentes y beats electrónicos, aunque en vivo ganen más por la potencia de sus ritmos que por la claridad de sus instrumentos. Tal vez cuando tenga la oportunidad de verlos como banda principal pueda sentirme 100% satisfecho con ellos, porque tienen una propuesta interesante que las posibilidades sonoras de una banda telonera hacen difícil mostrar.
Durante la espera no sólo estuvo sonando música pesada y en un momento saltó una alarma, sino que en varios momentos tuvimos a la gente pidiendo ya la salida de Lord of the Lost, incluso buscando adaptar el típico “olé olé olé” a una métrica y fonología complicada. A las 21:35 se apagaron las luces y los gritos inundaron la sala cuando el quinteto de Hamburgo salió a escena con “Drag Me To Hell”, con un sonido potente desde el inicio. Chris Harms dedicó un saludo a Buenos Aires en medio de la canción, mientras la gente cantaba la letra de principio a fin y saltaba como si estuvieran en algún festival de electrónica. El cantante estaba con ese look tan particular de esta gira, con el pelo atado en dos colitas y un traje reluciente para ir con la temática glam del disco.
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“Leave Your Hate in the Comments” tuvo la misma respuesta por parte de la gente, con más dedicaciones en español por parte de Harms, aunque con la gente mucho más amuchada quedaba en claro que el teatrito no estaba tan lleno como creía, aunque un 60% sigue siendo extremadamente respetable para una banda que recién debutaba en el país. “Morgana” puso la cuota verdaderamente gótica con esa intro de piano por parte del tecladista Gared Dirge, quien en esta canción cumpliría también el papel de percusionista y más tarde podríamos escucharlo haciendo de segunda guitarra en “Born With a Broken Heart”, pudiendo considerarse todo un MVP de los recitales de Lord of the Lost. Antes de arrancar esa última, Harms expresó que esta era la primera vez de la banda en el país, pero que no se sentía así con el entusiasmo de la gente. Obvia demagogia rockera, pero no por eso una mentira, viendo la respuesta de la gente a “The Future of a Past Life”.
“Reset the Preset” tuvo a la gente bailando como loca, con esa atmósfera techno gótica y una estructura tan particular con los cambios de velocidad pero que la gente la disfrutó igual. “Hemos escuchado muchas cosas de las audiencias argentinas, todas ellas buenas, y ahora sabemos que son ciertas” continuó Harms antes de comenzar con “Prison”, con la gente cantando la intro de piano y saltando cuando el riff explota, en un momento tiraron una remera al escenario que cayó en la cabeza del guitarrista Pi Stoffers, donde se quedó más de un par de segundos mientras sonaba “Dry the Rain”.
“Break your Heart” es otro hit oscuro para agregar a la lista de LOTL, con el baterista Niklas Kahl agregando la cuota metalera con su doble bombo. Con la gente cantando el “olé olé olé” el tecladista se sumó con un acompañamiento musical, y cuando Harms dijo que el lugar parecía un funeral lo acompañó con la marcha fúnebre. Harms destacó el poder de las redes sociales al hacer que una banda así pueda estar tocando al otro lado del mundo, y presentó la siguiente canción como “una canción escrita por el bajista de una gran banda” antes de arrancar con un gran cover de “Children of the Damned” de Iron Maiden, canción que se adapta sorpresivamente bien a la oscuridad gótica, con la gente levantando las manos al ritmo de las de Harms y Pi Stoffers haciendo la pose de las guitarras dobles con el bajista Class Grenayde.
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“The Gospel of Judas” aplica la cuota bailable con sus sonidos electrónicos, combinándolos con los machaques poderosos de las guitarras y una batería pesadísima, donde también se pudo ver una conversación entre el guitarrista y el tecladista. “Under the Sun” mantuvo la atmósfera oscura, mientras que “Full Metal Whore” nos mostró un lado un poco más escandaloso del grupo. Harms aprovechó “Loreley” para presentar a los miembros de la banda uno por uno, con la gente gritando a pulmón el título de la canción.
“Die Tomorrow” tiene una intro cinematográfica, que se ve amplificada por la visión del baterista y percusionista de pie y Harms recitando sus partes, ya en musculosa con el calor que se había acumulado en el lugar. Más “olé olé olé”, ahora reducido a un “lordó lordó”, con Harms agradeciendo y contando lo particular que es que una banda así vaya a eurovisión, justo antes de comenzar con “Blood & Glitter”, que tuvo a Harms tomando uno de los celulares del público y grabándose mientras cantaba. “One Last Song” daba para ser literalmente la última canción, pero no por eso es menos poderosa en su marcha y su letra melancólica.
“Blood for Blood” tuvo al baterista adelantando la intro de teclado penetrante y el suelo del teatrito temblando con los saltos de la gente , otra vez volviendo la atmósfera de festival electrónico. Y la fiesta terminó por desatarse con la particular “La Bomba”, no solo por el ritmo pegadizo sino porque Harms se bajó del escenario y se subió a la barra del teatro, con la gente amontonada alrededor para tocarlo y sacarse fotos.
Harms mencionó que los bises le parecen una pérdida de tiempo, así que mientras el guitarrista se ponía una bandera argentina con el logo de la banda anunció que la siguiente canción estaba hecha para que la cantaran dos personas así que el público tendría que ayudar. Fue así que quemaron el último cartucho de la noche con el clásico “The Look” de Roxette, con muchos pesados dejando de lado los prejuicios para entregarse a esa joya pop pasada por la distorsión de Lord of the Lost y sus “nana nana na”. Apenas terminaron comenzó a sonar una versión de “LOTL”, la versión que grabaron de “Y.M.C.A” de Village People, mientras a Chris le acercaron un cartel que decía “Chris fick Mich”, que el cantante mostró casi orgulloso.
Veinte canciones en 90 minutos puede llegar a ser un tanto abrumador, pero Lord of the Lost logró que no se sintiera demasiado no sólo con la selección de canciones sino también con el orden, manteniendo el recital movido y variado, aunque aparte de la lista de temas tuvo mucho que ver el carisma de Chris Harms y sus acompañantes. La banda no se toma extremadamente en serio el aspecto gótico de su música pero sabe por qué a la gente le gusta este tipo de sonidos, así que por ahora logran hacer un buen balance entre lo serio y lo absurdo. Su debut mostró un seguimiento pequeño pero intenso a nivel local, y no me sorprendería que los tuviéramos de vuelta muy pronto.
Fotografías por Fernando Serani, gentileza Metal Eye Witness
- Bloodparade
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- Lord of the Lost
- Lord of the Lost
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- Lord of the Lost
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Allá por 2021 me llegó la oportunidad de reseñar Judas, el séptimo álbum de los alemanes Lord of the Lost, y ciertamente no supe bien qué pensar cuando me puse a investigar sobre ellos, siendo una banda de la que nunca había escuchado a nadie hablar, y su mezcla de sonidos góticos e industriales, una combinación para nada nueva dentro del universo de la música oscura. Pero a medida que escuchaba ese disco, me quedaba en claro que estaba frente a un grupo con una identidad propia y un sonido no necesariamente original, pero cuya ejecución entiende bien lo que la gente encuentra atractivo en esos dos estilos, y que lograban crear canciones con cierto sonido épico pero sin son abrumadores, pegadizas sin sonar empalagosas, y oscuras sin terminar siendo lúgubres, haciendo que ese álbum conceptual doble no terminara siendo aburrido.
Y parece que mucha gente coincidió conmigo: tanto Judas como el anterior Thornstar, sus primeros trabajos en una discográfica grande, le dieron un empujón importante al grupo encabezado por el cantante y guitarrista Chris Harms, con el disco llegando al segundo puesto en los charts de su país natal y apareciendo en varias publicaciones. Pero incluso con todo esto no creo que alguien llegara a vaticinar lo que se venía, con el quinteto lanzando el sucesor Blood & Glitter en diciembre de 2022 de la nada y llegando al puesto Nº1 en Alemania, que este fuera una combinación de elementos góticos y glam que funciona mejor de lo que uno se esperaría, y que el grupo fuera elegido para representar a Alemania en el festival de Eurovisión con una canción de ese mismo trabajo. Y que encima tendría la oportunidad de verlos en vivo más temprano que tarde.
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De cualquier manera esa no era la atmósfera que se vivía en el interior del Teatrito de Sarmiento 1752, donde se había reunido la camada gótica para disfrutar de este debut de los alemanes en nuestras tierras. El delineador, las botas negras, los corsets, las medias de red, los abrigos largos (agradezcan que vinieron en otoño) y los cortes de pelo con algún tipo de desnivel o rapado eran algo más que común de ver entre un público que casi llenaba el lugar, aunque también se viera a algunos con el combo simple de jean y remera negra (un par de Rammstein) o incluso con ropa claramente de trabajo. A veces lo gótico se lleva dentro.
La previa estuvo a cargo de Bloodparade, una elección bastante obvia pero con todo el sentido considerando que no hay muchos representantes de esta onda “electro gótica metalera” en el país, o al menos uno con el estatus como para telonear grupos internacionales. Pude ver los últimos 15 minutos de su set, donde la banda mostró toda su energía arriba del escenario y su combinación infecciosa de riffs pesados con teclados prominentes y beats electrónicos, aunque en vivo ganen más por la potencia de sus ritmos que por la claridad de sus instrumentos. Tal vez cuando tenga la oportunidad de verlos como banda principal pueda sentirme 100% satisfecho con ellos, porque tienen una propuesta interesante que las posibilidades sonoras de una banda telonera hacen difícil mostrar.
Durante la espera no sólo estuvo sonando música pesada y en un momento saltó una alarma, sino que en varios momentos tuvimos a la gente pidiendo ya la salida de Lord of the Lost, incluso buscando adaptar el típico “olé olé olé” a una métrica y fonología complicada. A las 21:35 se apagaron las luces y los gritos inundaron la sala cuando el quinteto de Hamburgo salió a escena con “Drag Me To Hell”, con un sonido potente desde el inicio. Chris Harms dedicó un saludo a Buenos Aires en medio de la canción, mientras la gente cantaba la letra de principio a fin y saltaba como si estuvieran en algún festival de electrónica. El cantante estaba con ese look tan particular de esta gira, con el pelo atado en dos colitas y un traje reluciente para ir con la temática glam del disco.
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“Reset the Preset” tuvo a la gente bailando como loca, con esa atmósfera techno gótica y una estructura tan particular con los cambios de velocidad pero que la gente la disfrutó igual. “Hemos escuchado muchas cosas de las audiencias argentinas, todas ellas buenas, y ahora sabemos que son ciertas” continuó Harms antes de comenzar con “Prison”, con la gente cantando la intro de piano y saltando cuando el riff explota, en un momento tiraron una remera al escenario que cayó en la cabeza del guitarrista Pi Stoffers, donde se quedó más de un par de segundos mientras sonaba “Dry the Rain”.
“Break your Heart” es otro hit oscuro para agregar a la lista de LOTL, con el baterista Niklas Kahl agregando la cuota metalera con su doble bombo. Con la gente cantando el “olé olé olé” el tecladista se sumó con un acompañamiento musical, y cuando Harms dijo que el lugar parecía un funeral lo acompañó con la marcha fúnebre. Harms destacó el poder de las redes sociales al hacer que una banda así pueda estar tocando al otro lado del mundo, y presentó la siguiente canción como “una canción escrita por el bajista de una gran banda” antes de arrancar con un gran cover de “Children of the Damned” de Iron Maiden, canción que se adapta sorpresivamente bien a la oscuridad gótica, con la gente levantando las manos al ritmo de las de Harms y Pi Stoffers haciendo la pose de las guitarras dobles con el bajista Class Grenayde.
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“Die Tomorrow” tiene una intro cinematográfica, que se ve amplificada por la visión del baterista y percusionista de pie y Harms recitando sus partes, ya en musculosa con el calor que se había acumulado en el lugar. Más “olé olé olé”, ahora reducido a un “lordó lordó”, con Harms agradeciendo y contando lo particular que es que una banda así vaya a eurovisión, justo antes de comenzar con “Blood & Glitter”, que tuvo a Harms tomando uno de los celulares del público y grabándose mientras cantaba. “One Last Song” daba para ser literalmente la última canción, pero no por eso es menos poderosa en su marcha y su letra melancólica.
“Blood for Blood” tuvo al baterista adelantando la intro de teclado penetrante y el suelo del teatrito temblando con los saltos de la gente , otra vez volviendo la atmósfera de festival electrónico. Y la fiesta terminó por desatarse con la particular “La Bomba”, no solo por el ritmo pegadizo sino porque Harms se bajó del escenario y se subió a la barra del teatro, con la gente amontonada alrededor para tocarlo y sacarse fotos.
Harms mencionó que los bises le parecen una pérdida de tiempo, así que mientras el guitarrista se ponía una bandera argentina con el logo de la banda anunció que la siguiente canción estaba hecha para que la cantaran dos personas así que el público tendría que ayudar. Fue así que quemaron el último cartucho de la noche con el clásico “The Look” de Roxette, con muchos pesados dejando de lado los prejuicios para entregarse a esa joya pop pasada por la distorsión de Lord of the Lost y sus “nana nana na”. Apenas terminaron comenzó a sonar una versión de “LOTL”, la versión que grabaron de “Y.M.C.A” de Village People, mientras a Chris le acercaron un cartel que decía “Chris fick Mich”, que el cantante mostró casi orgulloso.
Veinte canciones en 90 minutos puede llegar a ser un tanto abrumador, pero Lord of the Lost logró que no se sintiera demasiado no sólo con la selección de canciones sino también con el orden, manteniendo el recital movido y variado, aunque aparte de la lista de temas tuvo mucho que ver el carisma de Chris Harms y sus acompañantes. La banda no se toma extremadamente en serio el aspecto gótico de su música pero sabe por qué a la gente le gusta este tipo de sonidos, así que por ahora logran hacer un buen balance entre lo serio y lo absurdo. Su debut mostró un seguimiento pequeño pero intenso a nivel local, y no me sorprendería que los tuviéramos de vuelta muy pronto.
Fotografías por Fernando Serani, gentileza Metal Eye Witness
- Bloodparade
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