Nueva entrega de esta banda argentina, luego de su debut con un EP homónimo (2018) editado por el sello Transcending Obscurity. Este cuarteto integrado por Lucien Anello (voz y bajo), Sebastián Barrionuevo (guitarra líder), Federico Ramos Mejía (guitarra rítmica) y Ramiro Gutiérrez (batería), toca un Crust despiadado, y como tal, hallaremos ese ritmo intenso y rápido, alternado con momentos ralentizados, ese sonido abrasivo en las cuerdas y las voces sucias, con reminiscencias que pueden rastrearse hasta Motörhead, Discharge y Venom, con ecos, tal vez, del Black Metal más “Punk” de Darkthrone, o hasta el Grindcore de Napalm Death.

Cuatro tracks, y menos de 12 minutos de duración, son más que suficientes para desplegar una bienvenida contribución al paisaje musical del corriente año. El proceso de grabación, mezcla y masterización se llevó a cabo en múltiples estudios (Ochava Records, Espectro Records, FDM Records y Fvck Life Studios, este último en Suecia). El apocalíptico arte de tapa, a cargo de Dezskull, sigue la veta monocromática del EP anterior.

“Radar Horns” -corte de difusión con lyric video- empieza con ese “sonar” que remite al título, hasta que las guitarras, acompañadas por la base rítmica, ejecutan riffs rápidos y contundentes. La canción tiene un segmento más lento a mitad de su recorrido. La voz siempre rabiosa, acorde a la furia que caracteriza la propuesta musical de la banda.  La batería tiene más protagonismo en “Darkspeed” y el bajo suena con una altura que lo expone mucho más que antes. Todo avanza a gran velocidad hacia algún terrible destino, como un camión que ha perdido los frenos. Cada track de este EP obliga a sacudir la cabeza, hasta con las cervicales rectificadas.

“Wake Up Screaming” tiene un comienzo de órgano, para dar paso a unas guitarras más melódicas –solos incluidos- mientras la base rítmica adquiere mayor heterogeneidad y momentos de bastante groove. Otra vez, promediando el tema, nos hallamos en un paraje distinto, esta vez más amenazante. La voz también se torna más violenta. Es destacable la claridad que tiene cada componente en la mezcla a lo largo de todo el trabajo.

El final llega con “Renegade Device” que sigue ofreciendo riffs gancheros y esa cadencia tan cara a las raíces Crust del grupo, marcada por la agresividad constante del ritmo. Cabe señalar que cada tema logra, en sí mismo, evocar un clima distinto, sin perder un hilo de continuidad transversal a los cuatro. A su vez, todos exhiben aspectos diferentes a nivel compositivo. Hay que decirlo: MediuM maneja aspectos fundamentales de la composición. Saben bien cómo distribuir las voces, cómo intercalar momentos de protagonismo instrumental y entramar texturas combinando los elementos, cómo equilibrar estructuralmente cada canción en tanto unidad dentro de una totalidad mayor.

Se trata de una obra enérgica, atrapante, vertiginosa, quizás abrumadora, ya que induce al oyente a un estado de frenesí que cuando termina -y no tarda mucho en terminar- deja un silencio reflexivo, casi post-catártico. Escucha totalmente recomendable: música pesada bien hecha, y por lo que dura, cualquiera debería prestarle el oído.