El Festival Necesse Mori es un evento anual dedicado al Black Metal y Death Metal que se celebra en la imponente fortaleza de Hostalric, una construcción medieval reconvertida en fortificación defensiva en el siglo XVII. Ubicada en lo alto de una colina, la fortaleza ofrece una vista panorámica espectacular de la población amurallada y sus alrededores, creando una atmósfera única y sombría para los amantes de estos géneros extremos.
En la última edición, fuimos testigos de una auténtica ceremonia musical en la que, aunque el festival se dirige a un nicho pequeño, logra atraer a una cantidad considerable de seguidores del Black Metal a este rincón de Cataluña.
El primer acto lo protagonizó Nagyszeben, un cantante con el característico corpse paint, maquillaje que deshumaniza al intérprete y crea una imagen aterradora. Las luces rojas, asociadas con la sangre, el fuego y el infierno, acompañaban a la perfección la iconografía del metal extremo. Sobre el escenario, un candelabro con dos calaveras servía como símbolo claro de muerte y oscuridad, temas recurrentes en este género. La música de Nagyszeben fue una mezcla caótica de blast beats, riffs disonantes y guturales intensos que componían un denso y pesado tapiz sonoro. Sus letras, cargadas de simbolismo, giraban en torno a la muerte, la destrucción y la desesperanza, invitando a una introspección profunda sobre los aspectos más oscuros de la condición humana.
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La noche se cernía en un ritual de oscuridad, y en las entrañas de un sótano húmedo y oscuro, Fúnebre se preparaba para invocar a los demonios del black metal. Con Asmodeus a la voz, Necrozeron desatando una tormenta de riffs afilados y Hautvas machacando la batería con una ferocidad inigualable, el trío catalán estaba listo para sumergir al público en un abismo de oscuridad y desesperanza.
El repertorio se centró principalmente en sus dos álbumes de estudio, “Funebre” y “Lluvia de Ceniza”, que sirvieron como una guía para un viaje a través de las profundidades del alma. Cada canción era un golpe certero al corazón, una descarga de adrenalina que sacudía los cimientos del local.
La atmósfera era densa y opresiva con una intensa luz roja de cortina. El público, formado por una congregación de devotos del black metal, se entregaba por completo a la música, headbangeando y coreando las letras con una devoción casi religiosa.
En un momento de la actuación, la tensión se hizo palpable. Un murmullo recorrió la multitud mientras los asistentes se preguntaban qué tema vendría a continuación. En ese instante, un relámpago de energía eléctrica iluminó el escenario. Un fanático del black metal, con la adrenalina a flor de piel, se acercó al micrófono y profirió un grito gutural que resonó en todo el local.
La respuesta fue inmediata. Hautvas desató una salva de golpes en el hi-hat, creando una ráfaga de sonido que sacudió los cimientos del local. Asmodeus y Necrozeron se unieron a la orgía sonora, creando una pared de ruido impenetrable. La batería, la guitarra y la voz se fusionaron en una sola entidad, creando una fuerza imparable que arrastró al público hacia un torbellino de caos y destrucción. Durante varios minutos, la música se convirtió en una entidad viva, una fuerza incontrolable que dominaba el espacio y el tiempo. Las pausas breves entre las canciones servían únicamente para intensificar la tensión, como un breve respiro antes de sumergirse nuevamente en las profundidades del abismo.
Con cada tema, demostraron su maestría en el arte del black metal. Su música era cruda, visceral y llena de una rabia contenida que se desbordaba en cada nota. Las letras, oscuras y pesimistas, resonaban en el corazón de los presentes, creando una conexión profunda entre la banda y el público.
El concierto culminó con una interpretación épica , al nihilismo y la destrucción que dejó a la audiencia extasiada. Con los instrumentos a todo volumen y los cuerpos empapados en sudor, Fúnebre se despidió del público con una última descarga de energía, dejando una huella imborrable en la memoria de todos los presentes.
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Esta noche, Hail Conjurer y Absolute Key se unieron en el escenario: fue una inmersión en las profundidades del noise black metal más extremo. Un ritual sonoro que desafió los límites de la percepción y puso a prueba los umbrales de resistencia de los asistentes.
Desde el primer acorde, un muro de sonido ensordecedor envolvió la sala. La guitarra de Hail Conjurer, como una sierra eléctrica desatada, desgarraba el aire con riffs programados disonantes y atonalidades que perforaban los tímpanos. Los blast beats frenéticos en el goliath creaban un maelstrom de ruido que parecía sacudir los cimientos del recinto.
Absolute Key, por su parte, aportó una capa de experimentación y caos sonoro que complementaba a la perfección la brutalidad de Hail Conjurer. Utilizando una olla tuneada de efectos como instrumento percusivo, generaba una lluvia de feedback y distorsión que se mezclaba con los samples y las texturas electrónicas. Los dos miembros de la banda intercambiaban papeles constantemente, pasando la voz teclados y cacharros varios en un viceversa continuo, creando una dinámica caótica e impredecible.
Sin duda, este concierto fue una experiencia polarizante. Para los amantes del noise y la experimentación, fue un viaje alucinante y liberador; para otros, fue una tortura sonora insoportable. Pero lo que nadie puede negar es que Hail Conjurer y Absolute Key demostraron ser maestros del caos y la disonancia, creando una experiencia musical única e inolvidable.
La noche avanza lentamente y se vistió de negro para recibir a Gorgon, una de las instituciones más emblemáticas del black metal francés. Con una puesta en escena que evocaba las catacumbas más profundas, la banda transportó a su público a un universo de oscuridad y misticismo.
El concierto comenzó con una demolición sonora. Los primeros acordes de “Blood of Sorcerer” resonaron como un golpe certero, anunciando lo que estaba por venir. El guitarrista, con una maestría que solo la experiencia puede otorgar, tejió un entramado de riffs oscuros y melódicos, creando una atmósfera opresiva que envolvía a la audiencia.
La voz gutural de Christophe Chalete, fundador y alma de Gorgon, se alzó sobre la cacofonía, recitando letras cargadas de nihilismo y blasfemia. Con cada palabra, el público se sumergía más profundamente en la oscuridad, respondiendo con feroces headbangs y círculos de mosh.
Temas como “Death Was Here” y “The Lady Rides A Black Horse”, extraídos de sus álbumes más clásicos, provocaron una euforia incontrolable. La bajista, con una mirada perdida en la lejanía, impulsaba la música con una energía desbordante, mientras que el batería martirizaba su instrumento con una precisión diabólica.
La intensidad no decae ni un solo instante. Temas como “As A Stone”, “Still Six Six Six” y “Depraved Conception” se sucedieron a un ritmo frenético, creando una ola de sonido que sacudió los cimientos del recinto.
Sin embargo, en medio de tanta brutalidad, también ofreció momentos de introspección. “Path of Doom” sirvió como una tregua, un respiro antes de adentrarse nuevamente en las profundidades del infierno.
La segunda mitad del concierto fue un torbellino de violencia sonora. Temas como “Tower of Gargoyles”, “Tod. Mort.Death” y “My Filth Is Worth Your Purity” demostraron que Gorgon sigue siendo una fuerza a tener en cuenta en el panorama del black metal.
El concierto culminó con “The Jackal Pact”, un himno a la oscuridad que selló un pacto de sangre entre la banda y su público. Y para poner el broche de oro, “Time to Murder Your Family” desató una última oleada de caos y destrucción.
Se convirtió en un epicentro de oscuridad y caos cuando Cauldron, una de las bandas pioneras del black metal español, celebró sus 30 años de existencia. Con una energía desbordante y una pasión inquebrantable, la banda transportó a su público a un universo de sombras y blasfemias.
Desde el primer acorde, la atmósfera se cargó de electricidad. El sonido crudo y agresivo de Cauldron inundó el local, creando una sensación de opresión que invitaba a la introspección y a la rebeldía. El cantante, con una voz gutural y desgarradora, lideró a la banda en un viaje a través de su discografía, interpretando temas clásicos como “Satanic Manifesto”, “Odium” y “Unholy”.
La conexión entre la banda y el público fue inmediata. Los fans, vestidos con camisetas negras y caras pintadas, se entregaron por completo a la música, headbangeando y coreando las letras con una devoción casi religiosa. En un momento álgido del concierto, el cantante se dirigió a las primeras filas, donde un fanático lucía un cinturón de balas como si fuera una mancuerna. Con una mezcla de humor negro y provocación, el vocalista zarandeó al fanático, generando una oleada de euforia entre el público.
La puesta en escena era tan intensa como la música. Las monótonas luces rojas creaban sombras que se contorsionaban en las paredes, mientras los efectos de sonido amplificaban la sensación de inmersión en un mundo paralelo. La batería, precisa y contundente, marcaba el ritmo frenético de la música, mientras las guitarras desgarraban el aire con riffs afilados y solos desgarradores.
“Hell Revealed” fue uno de los momentos más intensos de la noche. El cantante, alzando el micrófono al cielo, invocó a sus dioses oscuros, mientras el público respondía con un rugido ensordecedor. La canción culminó con un poderoso grito gutural que resonó en todo el local.
“Marching Towards The North” fue otro de los temas que más entusiasmo generó en el público. La guitarra y el bajo se unieron en una danza frenética, creando una atmósfera de caos y destrucción. El bajista, con una técnica impecable, cerró la canción con una nota final que resonó en la mente de los presentes.
El concierto de Cauldron fue una celebración de la oscuridad, una reafirmación de la fuerza y la vitalidad del black metal español. La banda demostró, una vez más, por qué es considerada una de las más importantes de su generación.
Los Italianos, Mortuary Drape de la mano de Lord Vlad, con su carisma y voz gutural, demostró por qué es uno de los mejores frontmen del panorama nacional. Su presencia magnética en el escenario cautivó al público, encendiendo la rebeldía con cada gesto y grito desgarrador. El repertorio fue un recorrido por la discografía de la banda, desde los clásicos hasta los temas de Black Mirror, ofreciendo una descarga de adrenalina que estremeció el local.
“Restless Death” abrió la noche con un tono frenético, seguido por temas más lentos como “Liar Jubileum” y la versátil “Larve”, que mostraron la habilidad de Mortuary Drape para combinar caos y melodía. “Rattle Breathe” y “Inquisition” sumergieron al público en una atmósfera oscura, mientras que “Medium Morte” y “Mortuary Drape” unieron a los fans en un solo cuerpo de voces. Un momento destacado fue la interacción entre el público y los miembros de seguridad. En un concierto de black metal, la seguridad siempre está alerta, pero en esta ocasión, el juego del gato y el ratón entre los guardias y los fans más enérgicos añadió un toque de adrenalina extra a la noche.
La interacción entre los fans y la seguridad añadió adrenalina a la noche. El escenario, un castillo fortaleza, intensificó el ambiente. Canciones como “Evil Death” y “Necromaniac” desataron un mosh pit desenfrenado, y “Primordial” cerró el concierto de forma apoteósica.
La noche en que Mortuary Drape se despidió con los cuernos al aire fue una experiencia catártica para los amantes del black metal más extremo. Dejaron claro por qué siguen siendo una fuerza en la escena del metal extremo, ofreciendo una experiencia inolvidable para los fanáticos del black metal.
El concierto de Beyond Death’s Throne fue una experiencia catártica para cualquier fan del death metal melódico. La banda demostró una vez más por qué son considerados pioneros del género, combinando riffs técnicos con melodías pegadizas y una voz gutural que erizaba la piel. La interpretación de sus clásicos “Diaphanous Lethargy”, “The Endless Will”, fue un momento de comunión entre la banda y el público, que coreó cada palabra. Cerrando una inesperada presentación para los que aún se mantenían en pie a esta alturas de la madrugada.
Llegamos a la penúltima banda, Black Altar, formados en 1996 y liderados por su bajista y vocalista Shadow, son parte esencial de la potente escena del black metal polaco. Su reciente concierto fue una auténtica invocación a las fuerzas oscuras. Desde la apertura del telón, con un altar adornado con cráneos, un chivo y velas negras, el ambiente se cargó de una energía siniestra.
El setlist incluyó clásicos, además de temas recientes, mostrando la evolución de la banda. Cada canción transportó al público a un mundo de caos, destacando la brutalidad de “Black Metal Terror”, el ritmo implacable de “Path ov Death” y la energía de “Ancient Warlust”. A pesar de algunos problemas técnicos en “Vía Draconis”, la banda mantuvo una sólida interpretación.
La puesta en escena, con túnicas, máscaras y un altar lleno de símbolos oscuros, fue clave para crear una atmósfera ritualística. Momentos como “Sacrilegious Congregation” y el clímax visual de “Kingdom of Razors”, con el cantante quitándose la capa, elevaron la intensidad del show.
Black Altar ofreció una experiencia intensa y memorable, consolidando su estatus como una de las bandas más importantes del black metal, con un sonido brutal y una puesta en escena impactante.
Para cerrar los conciertos, Voidescent, con Kv como vocalista, ofreció un set a altas horas de la madrugada, despidiéndose de sus incondicionales para cerrar una jornada repleta de novedades dentro del black metal y sus variantes. Canciones como “Black Crowned Triangle”, “The Necrotic Vell” y “Venom Scythe Liturgy” fueron introducidas con letanías, preparando al público para una descarga de energía implacable.
El evento concluyó con un DJ que, fiel al estilo extremo de la jornada, ofreció una selección de canciones infernales, poniendo fin a una intensa maratón de black metal en Hostalric.
Lamentablemente, el festival Necesse Mori llegó a su fin con esta edición , tras tres ediciones exitosas. Las obras de mantenimiento y restauración previstas para la fortaleza de Hostalric en 2025 imposibilitaran la celebración de futuras ediciones.
El Festival Necesse Mori es un evento anual dedicado al Black Metal y Death Metal que se celebra en la imponente fortaleza de Hostalric, una construcción medieval reconvertida en fortificación defensiva en el siglo XVII. Ubicada en lo alto de una colina, la fortaleza ofrece una vista panorámica espectacular de la población amurallada y sus alrededores, creando una atmósfera única y sombría para los amantes de estos géneros extremos.
En la última edición, fuimos testigos de una auténtica ceremonia musical en la que, aunque el festival se dirige a un nicho pequeño, logra atraer a una cantidad considerable de seguidores del Black Metal a este rincón de Cataluña.
El primer acto lo protagonizó Nagyszeben, un cantante con el característico corpse paint, maquillaje que deshumaniza al intérprete y crea una imagen aterradora. Las luces rojas, asociadas con la sangre, el fuego y el infierno, acompañaban a la perfección la iconografía del metal extremo. Sobre el escenario, un candelabro con dos calaveras servía como símbolo claro de muerte y oscuridad, temas recurrentes en este género. La música de Nagyszeben fue una mezcla caótica de blast beats, riffs disonantes y guturales intensos que componían un denso y pesado tapiz sonoro. Sus letras, cargadas de simbolismo, giraban en torno a la muerte, la destrucción y la desesperanza, invitando a una introspección profunda sobre los aspectos más oscuros de la condición humana.
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La noche se cernía en un ritual de oscuridad, y en las entrañas de un sótano húmedo y oscuro, Fúnebre se preparaba para invocar a los demonios del black metal. Con Asmodeus a la voz, Necrozeron desatando una tormenta de riffs afilados y Hautvas machacando la batería con una ferocidad inigualable, el trío catalán estaba listo para sumergir al público en un abismo de oscuridad y desesperanza.
El repertorio se centró principalmente en sus dos álbumes de estudio, “Funebre” y “Lluvia de Ceniza”, que sirvieron como una guía para un viaje a través de las profundidades del alma. Cada canción era un golpe certero al corazón, una descarga de adrenalina que sacudía los cimientos del local.
La atmósfera era densa y opresiva con una intensa luz roja de cortina. El público, formado por una congregación de devotos del black metal, se entregaba por completo a la música, headbangeando y coreando las letras con una devoción casi religiosa.
En un momento de la actuación, la tensión se hizo palpable. Un murmullo recorrió la multitud mientras los asistentes se preguntaban qué tema vendría a continuación. En ese instante, un relámpago de energía eléctrica iluminó el escenario. Un fanático del black metal, con la adrenalina a flor de piel, se acercó al micrófono y profirió un grito gutural que resonó en todo el local.
La respuesta fue inmediata. Hautvas desató una salva de golpes en el hi-hat, creando una ráfaga de sonido que sacudió los cimientos del local. Asmodeus y Necrozeron se unieron a la orgía sonora, creando una pared de ruido impenetrable. La batería, la guitarra y la voz se fusionaron en una sola entidad, creando una fuerza imparable que arrastró al público hacia un torbellino de caos y destrucción. Durante varios minutos, la música se convirtió en una entidad viva, una fuerza incontrolable que dominaba el espacio y el tiempo. Las pausas breves entre las canciones servían únicamente para intensificar la tensión, como un breve respiro antes de sumergirse nuevamente en las profundidades del abismo.
Con cada tema, demostraron su maestría en el arte del black metal. Su música era cruda, visceral y llena de una rabia contenida que se desbordaba en cada nota. Las letras, oscuras y pesimistas, resonaban en el corazón de los presentes, creando una conexión profunda entre la banda y el público.
El concierto culminó con una interpretación épica , al nihilismo y la destrucción que dejó a la audiencia extasiada. Con los instrumentos a todo volumen y los cuerpos empapados en sudor, Fúnebre se despidió del público con una última descarga de energía, dejando una huella imborrable en la memoria de todos los presentes.
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Esta noche, Hail Conjurer y Absolute Key se unieron en el escenario: fue una inmersión en las profundidades del noise black metal más extremo. Un ritual sonoro que desafió los límites de la percepción y puso a prueba los umbrales de resistencia de los asistentes.
Desde el primer acorde, un muro de sonido ensordecedor envolvió la sala. La guitarra de Hail Conjurer, como una sierra eléctrica desatada, desgarraba el aire con riffs programados disonantes y atonalidades que perforaban los tímpanos. Los blast beats frenéticos en el goliath creaban un maelstrom de ruido que parecía sacudir los cimientos del recinto.
Absolute Key, por su parte, aportó una capa de experimentación y caos sonoro que complementaba a la perfección la brutalidad de Hail Conjurer. Utilizando una olla tuneada de efectos como instrumento percusivo, generaba una lluvia de feedback y distorsión que se mezclaba con los samples y las texturas electrónicas. Los dos miembros de la banda intercambiaban papeles constantemente, pasando la voz teclados y cacharros varios en un viceversa continuo, creando una dinámica caótica e impredecible.
Sin duda, este concierto fue una experiencia polarizante. Para los amantes del noise y la experimentación, fue un viaje alucinante y liberador; para otros, fue una tortura sonora insoportable. Pero lo que nadie puede negar es que Hail Conjurer y Absolute Key demostraron ser maestros del caos y la disonancia, creando una experiencia musical única e inolvidable.
La noche avanza lentamente y se vistió de negro para recibir a Gorgon, una de las instituciones más emblemáticas del black metal francés. Con una puesta en escena que evocaba las catacumbas más profundas, la banda transportó a su público a un universo de oscuridad y misticismo.
El concierto comenzó con una demolición sonora. Los primeros acordes de “Blood of Sorcerer” resonaron como un golpe certero, anunciando lo que estaba por venir. El guitarrista, con una maestría que solo la experiencia puede otorgar, tejió un entramado de riffs oscuros y melódicos, creando una atmósfera opresiva que envolvía a la audiencia.
La voz gutural de Christophe Chalete, fundador y alma de Gorgon, se alzó sobre la cacofonía, recitando letras cargadas de nihilismo y blasfemia. Con cada palabra, el público se sumergía más profundamente en la oscuridad, respondiendo con feroces headbangs y círculos de mosh.
Temas como “Death Was Here” y “The Lady Rides A Black Horse”, extraídos de sus álbumes más clásicos, provocaron una euforia incontrolable. La bajista, con una mirada perdida en la lejanía, impulsaba la música con una energía desbordante, mientras que el batería martirizaba su instrumento con una precisión diabólica.
La intensidad no decae ni un solo instante. Temas como “As A Stone”, “Still Six Six Six” y “Depraved Conception” se sucedieron a un ritmo frenético, creando una ola de sonido que sacudió los cimientos del recinto.
Sin embargo, en medio de tanta brutalidad, también ofreció momentos de introspección. “Path of Doom” sirvió como una tregua, un respiro antes de adentrarse nuevamente en las profundidades del infierno.
La segunda mitad del concierto fue un torbellino de violencia sonora. Temas como “Tower of Gargoyles”, “Tod. Mort.Death” y “My Filth Is Worth Your Purity” demostraron que Gorgon sigue siendo una fuerza a tener en cuenta en el panorama del black metal.
El concierto culminó con “The Jackal Pact”, un himno a la oscuridad que selló un pacto de sangre entre la banda y su público. Y para poner el broche de oro, “Time to Murder Your Family” desató una última oleada de caos y destrucción.
Se convirtió en un epicentro de oscuridad y caos cuando Cauldron, una de las bandas pioneras del black metal español, celebró sus 30 años de existencia. Con una energía desbordante y una pasión inquebrantable, la banda transportó a su público a un universo de sombras y blasfemias.
Desde el primer acorde, la atmósfera se cargó de electricidad. El sonido crudo y agresivo de Cauldron inundó el local, creando una sensación de opresión que invitaba a la introspección y a la rebeldía. El cantante, con una voz gutural y desgarradora, lideró a la banda en un viaje a través de su discografía, interpretando temas clásicos como “Satanic Manifesto”, “Odium” y “Unholy”.
La conexión entre la banda y el público fue inmediata. Los fans, vestidos con camisetas negras y caras pintadas, se entregaron por completo a la música, headbangeando y coreando las letras con una devoción casi religiosa. En un momento álgido del concierto, el cantante se dirigió a las primeras filas, donde un fanático lucía un cinturón de balas como si fuera una mancuerna. Con una mezcla de humor negro y provocación, el vocalista zarandeó al fanático, generando una oleada de euforia entre el público.
La puesta en escena era tan intensa como la música. Las monótonas luces rojas creaban sombras que se contorsionaban en las paredes, mientras los efectos de sonido amplificaban la sensación de inmersión en un mundo paralelo. La batería, precisa y contundente, marcaba el ritmo frenético de la música, mientras las guitarras desgarraban el aire con riffs afilados y solos desgarradores.
“Hell Revealed” fue uno de los momentos más intensos de la noche. El cantante, alzando el micrófono al cielo, invocó a sus dioses oscuros, mientras el público respondía con un rugido ensordecedor. La canción culminó con un poderoso grito gutural que resonó en todo el local.
“Marching Towards The North” fue otro de los temas que más entusiasmo generó en el público. La guitarra y el bajo se unieron en una danza frenética, creando una atmósfera de caos y destrucción. El bajista, con una técnica impecable, cerró la canción con una nota final que resonó en la mente de los presentes.
El concierto de Cauldron fue una celebración de la oscuridad, una reafirmación de la fuerza y la vitalidad del black metal español. La banda demostró, una vez más, por qué es considerada una de las más importantes de su generación.
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“Restless Death” abrió la noche con un tono frenético, seguido por temas más lentos como “Liar Jubileum” y la versátil “Larve”, que mostraron la habilidad de Mortuary Drape para combinar caos y melodía. “Rattle Breathe” y “Inquisition” sumergieron al público en una atmósfera oscura, mientras que “Medium Morte” y “Mortuary Drape” unieron a los fans en un solo cuerpo de voces. Un momento destacado fue la interacción entre el público y los miembros de seguridad. En un concierto de black metal, la seguridad siempre está alerta, pero en esta ocasión, el juego del gato y el ratón entre los guardias y los fans más enérgicos añadió un toque de adrenalina extra a la noche.
La interacción entre los fans y la seguridad añadió adrenalina a la noche. El escenario, un castillo fortaleza, intensificó el ambiente. Canciones como “Evil Death” y “Necromaniac” desataron un mosh pit desenfrenado, y “Primordial” cerró el concierto de forma apoteósica.
La noche en que Mortuary Drape se despidió con los cuernos al aire fue una experiencia catártica para los amantes del black metal más extremo. Dejaron claro por qué siguen siendo una fuerza en la escena del metal extremo, ofreciendo una experiencia inolvidable para los fanáticos del black metal.
El concierto de Beyond Death’s Throne fue una experiencia catártica para cualquier fan del death metal melódico. La banda demostró una vez más por qué son considerados pioneros del género, combinando riffs técnicos con melodías pegadizas y una voz gutural que erizaba la piel. La interpretación de sus clásicos “Diaphanous Lethargy”, “The Endless Will”, fue un momento de comunión entre la banda y el público, que coreó cada palabra. Cerrando una inesperada presentación para los que aún se mantenían en pie a esta alturas de la madrugada.
Llegamos a la penúltima banda, Black Altar, formados en 1996 y liderados por su bajista y vocalista Shadow, son parte esencial de la potente escena del black metal polaco. Su reciente concierto fue una auténtica invocación a las fuerzas oscuras. Desde la apertura del telón, con un altar adornado con cráneos, un chivo y velas negras, el ambiente se cargó de una energía siniestra.
El setlist incluyó clásicos, además de temas recientes, mostrando la evolución de la banda. Cada canción transportó al público a un mundo de caos, destacando la brutalidad de “Black Metal Terror”, el ritmo implacable de “Path ov Death” y la energía de “Ancient Warlust”. A pesar de algunos problemas técnicos en “Vía Draconis”, la banda mantuvo una sólida interpretación.
La puesta en escena, con túnicas, máscaras y un altar lleno de símbolos oscuros, fue clave para crear una atmósfera ritualística. Momentos como “Sacrilegious Congregation” y el clímax visual de “Kingdom of Razors”, con el cantante quitándose la capa, elevaron la intensidad del show.
Black Altar ofreció una experiencia intensa y memorable, consolidando su estatus como una de las bandas más importantes del black metal, con un sonido brutal y una puesta en escena impactante.
Para cerrar los conciertos, Voidescent, con Kv como vocalista, ofreció un set a altas horas de la madrugada, despidiéndose de sus incondicionales para cerrar una jornada repleta de novedades dentro del black metal y sus variantes. Canciones como “Black Crowned Triangle”, “The Necrotic Vell” y “Venom Scythe Liturgy” fueron introducidas con letanías, preparando al público para una descarga de energía implacable.
El evento concluyó con un DJ que, fiel al estilo extremo de la jornada, ofreció una selección de canciones infernales, poniendo fin a una intensa maratón de black metal en Hostalric.
Lamentablemente, el festival Necesse Mori llegó a su fin con esta edición , tras tres ediciones exitosas. Las obras de mantenimiento y restauración previstas para la fortaleza de Hostalric en 2025 imposibilitaran la celebración de futuras ediciones.