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O.R.K. en Barcelona: “De orkos y lagartos progresivos”
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Otro sábado bien nutrido de conciertos, muchos de ellos concentrados en la zona de Poble Nou, o incluso en la misma sala, concretamente en el complejo Razzmatazz, donde se celebraba el festival thrash liderado por Overkill, por un lado, y una actuación algo más ecléctica en la sala tres donde los progresivos O.R.k. y Lizzard repetían visita. Ya habían actuado de forma conjunta, coliderando el cartel en esta misma sala en 2018. 

En esta ocasión llegué a Razzmatazz justo cuando Lizzard iniciaban puntualmente una efectista exposición de su último disco Eroded (2021) con la magistral construcción alt rock “The Decline”, con un afilado solo de guitarra, antes de caer en una embriagadora melodía que se torna brusca y tosca en su abrupto final. El segundo corte nos lleva hasta su álbum Majestic (2014), con el incesante tintineo que acompaña la post metalera “Vigilent”, donde su guitarra y vocalista Mathieu Ricou, grita de un modo más contenido que en estudio. 

De vuelta al nuevo trabajo con el corte “Haywire”, y tras él un cambio de guitarra durante el cual Mathieu preguntó si estábamos bien, si teníamos ganas de bailar, y en vista de la respuesta afirmativa, el francés propuso tocar “La Bamba” el gran éxito del malogrado Ricardo E. Valenzuela aka Ritchie Valens, y de la cual tocó unos acordes a modo de broma, antes de entrar ya en serio, con la poderosa “Blowdown”, curiosamente también más comedida, y menos agresiva que en su versión videoclip, aunque igual de compleja, y en la que el impávido William Knox al bajo, Katy Elwell tras la batería, y M. Ricou muestran su gran compenetración. 

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Nuevo cambio de guitarra, ahora con una de tipo acústico pero transformada en electro acústica gracias a una pastilla, al mismo tiempo Mathieu se muestra feliz de volver a Barcelona, a pesar de tener un mal recuerdo de su última visita junto a Soen en la sala Apolo, y es que a la baterista británica le desapareció una de las piezas de su batería. Prosiguió presentando la próxima canción, una del 2014 que se llama “Circles”, con un corte muy intimista, al igual que “Open View” de su tercer álbum, Shift (2018). Otra de las nuevas es “Blue Moon” que sube y baja como el flujo y reflujo de la marea hasta llegar a un final bien tormentoso. 

Como en la anterior, Mathieu se apoya en loops para atacar con “Shift” durante la cual expulsaron algo de efecto de humo. Redobles, loops, y distorsión para “Min(e)d” con aguerrido grito final. Llegamos al final con los ritmos sincopados que posee “The Orbiter”, y la reposada “Tear Down the Sky” desde su Out of Reach (2012), donde Ricou pone la voz súper aguda. Pues nada, once cortes, en una hora aproximada, y cerca de un minuto de aplausos por parte de una cincuentena de fans que quedaron encantados con la banda de art rock francesa, aunque son diversos los estilos que conjugan desde el metal prog al rock alternativo. Brillantes.

Durante los veinte minutos entre grupo y grupo aproveché para ver lejanamente la barbarie que estaban montando Overkill en la sala contigua, donde el sonido no parecía muy cuidado, todo lo contrario de lo que viviríamos con O.R.k., la súper banda compuesta por los venerables ex componentes de King Crimson Pat Mastelotto a la batería, y el ex bajista de Porcupine Tree, Colin Edwin, junto a los italianos Carmelo Pipitone (Marta Sui Tubi) a la guitarra, y el vocalista y productor, Lorenzo Esposito Fornasari aka LEF. 

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El cuarteto venía para presentar su nuevo álbum Screamnasium y vaya si lo hicieron, ya que solo se dejaron una de las balas en la recamara. El primer impacto en el frontis sería “Something Broke”, seguido por una de las pocas piezas de otro de sus trabajos que incluirían en el setlist, que serían única y exclusivamente del anterior, Ramagehead (2019) con la envolvente e incisiva “Signals Erased”. En “Don’t Call Me a Joke” Mastelotto construye todo un armazón alrededor de unas intrincadas guitarras, pero es la melodía vocal de LEF la convierte en uno de los temas más atractivos del disco, de hecho el poco más de medio centenar presente acompañó la banda con unas palmas bien vivas durante esta composición. 

Antes de vibrar con “Kneel to Nothing”, Colin tomó la palabra para dirigirse a las primeras filas con algo así como si quieres gritar, grita, hazlo, a lo que uno de los allí presentes se lo tomó al pie de la letra y pegó un grito de órdago, lo que sorprendió al propio bajista. Lenta y sincopada es “Time Corroded”, e incluye un mini solo de redobles y una voz que toma protagonismo gracias a unos conmovedores gritos finales. “As I Live” suena atronadora, y supura a Soudgarden en el estribillo, en cambio sus coros tan Alice in Chains no son tan apreciables en directo como lo son en el propio disco. 

LEF también le da un aire a Chris Cornell en “Beyond Sight”, que presentó haciendo un juego de palabras con el título dedicándole la canción a Beyoncé, algo que diría que nadie acabó de entender a la primera de cambio, ya que todos nos quedamos atónitos ante tal dedicatoria. “I Feel Wrong” me recuerda en su lirismo inicial a Ian Anderson (Jethro Tull), ya no tanto en su parte central con notas vocales mucho más altas, y en las que todos los miembros de la banda se lucen con su respectivo instrumento. 

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“Deadly Bite” en cambio, destaca por los constantes cambios de la sección rítmica Mastelotto – Edwin, éste volverá a agarrar el micrófono para presentarnos a la formación, en la que echaremos en falta a Elisa Toffoli, la encantadora voz femenina que acompaña a Lorenzo en la seductora “Consequence”. Por otra parte, “Unspoken Words“ es el corte más complejo e intrincado, con un elaborado solo a cargo de Pipitone, que por su look parece salido de alguna de las bandas que andaban descargando en la sala dos, con sus pantalones cortos, gorra, tattoos, etcétera, donde LEF vuelve a hacer patente esa gran similitud con el rango de barítono del desaparecido vocalista de Seattle. 

Tras la inquietante “Lonely Crowd”, es Mastelotto quien se dirige a los presentes para decirnos que esa misma tarde había fallecido un amigo suyo, y eso te recuerda cuán frágil es la vida, que nos cuidemos unos de otros, etcétera. Para cerrar la noche con una canción de despedida, como es la triste y lánguida “Someone Waits” que reproduce al igual que en el disco el sonido, pregrabado supongo, del violonchelo a cargo de Jo Quail que encontramos en el disco. 

Pues saldo negativo tanto para la organización, como para las bandas que no progresan aritméticamente en número de acólitos, ya que repiten la cantidad de asistentes que ya asistieron hace unos años en este mismo local. Una lástima que dos formaciones tan prodigiosas sean subestimadas por el gran público, y en especial por los seguidores del rock/metal progresivo. Para los que disfrutamos del show fue todo a pedir de boca, excepto diría por el tema luces que fueron muy monótonas, y especialmente monocromáticas durante el directo de O.R.k. Una verdadera pena.


 

 

 

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En esta ocasión llegué a Razzmatazz justo cuando Lizzard iniciaban puntualmente una efectista exposición de su último disco Eroded (2021) con la magistral construcción alt rock “The Decline”, con un afilado solo de guitarra, antes de caer en una embriagadora melodía que se torna brusca y tosca en su abrupto final. El segundo corte nos lleva hasta su álbum Majestic (2014), con el incesante tintineo que acompaña la post metalera “Vigilent”, donde su guitarra y vocalista Mathieu Ricou, grita de un modo más contenido que en estudio. 

De vuelta al nuevo trabajo con el corte “Haywire”, y tras él un cambio de guitarra durante el cual Mathieu preguntó si estábamos bien, si teníamos ganas de bailar, y en vista de la respuesta afirmativa, el francés propuso tocar “La Bamba” el gran éxito del malogrado Ricardo E. Valenzuela aka Ritchie Valens, y de la cual tocó unos acordes a modo de broma, antes de entrar ya en serio, con la poderosa “Blowdown”, curiosamente también más comedida, y menos agresiva que en su versión videoclip, aunque igual de compleja, y en la que el impávido William Knox al bajo, Katy Elwell tras la batería, y M. Ricou muestran su gran compenetración. 

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Como en la anterior, Mathieu se apoya en loops para atacar con “Shift” durante la cual expulsaron algo de efecto de humo. Redobles, loops, y distorsión para “Min(e)d” con aguerrido grito final. Llegamos al final con los ritmos sincopados que posee “The Orbiter”, y la reposada “Tear Down the Sky” desde su Out of Reach (2012), donde Ricou pone la voz súper aguda. Pues nada, once cortes, en una hora aproximada, y cerca de un minuto de aplausos por parte de una cincuentena de fans que quedaron encantados con la banda de art rock francesa, aunque son diversos los estilos que conjugan desde el metal prog al rock alternativo. Brillantes.

Durante los veinte minutos entre grupo y grupo aproveché para ver lejanamente la barbarie que estaban montando Overkill en la sala contigua, donde el sonido no parecía muy cuidado, todo lo contrario de lo que viviríamos con O.R.k., la súper banda compuesta por los venerables ex componentes de King Crimson Pat Mastelotto a la batería, y el ex bajista de Porcupine Tree, Colin Edwin, junto a los italianos Carmelo Pipitone (Marta Sui Tubi) a la guitarra, y el vocalista y productor, Lorenzo Esposito Fornasari aka LEF. 

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Antes de vibrar con “Kneel to Nothing”, Colin tomó la palabra para dirigirse a las primeras filas con algo así como si quieres gritar, grita, hazlo, a lo que uno de los allí presentes se lo tomó al pie de la letra y pegó un grito de órdago, lo que sorprendió al propio bajista. Lenta y sincopada es “Time Corroded”, e incluye un mini solo de redobles y una voz que toma protagonismo gracias a unos conmovedores gritos finales. “As I Live” suena atronadora, y supura a Soudgarden en el estribillo, en cambio sus coros tan Alice in Chains no son tan apreciables en directo como lo son en el propio disco. 

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