Sulphur Nurse es un trio internacional de Música Noise/Industrial integrado por Eeli Helin (Lung Knots, Fawn Limbs), Dan Dolby (Catafalque, Mastiff) y Matt Finney (Clawing, It Only Gets Worse). Los tres tienen influencias muy diversas y sus otros proyectos son muy distintos entre sí, por lo que este disco debut titulado “Roopkund” nos presenta el resultado de una combinación original, con intenciones perturbadoras a nivel sonoro, narrativo y estético, en general. Hay una temática de asesinos seriales y homicidios inexplicables que atraviesa el álbum y es consistente con el desafío auditivo.

“A Headless Body in a Cave Near Idaho” ya nos empuja a las profundidades de un abismo aterrador. Una voz siniestra va desarrollando una narración sobre un fondo de sonidos abrasivos que dan paso a otros espectrales. “Sanguine Clots in the Sewers of Florence” tiene un comienzo más hipnótico, pero todo se va corrompiendo a medida que el track avanza. Otro oscuro relato y gritos distorsionados vuelven a generar un escenario de pesadilla. Se torna evidente la provocativa búsqueda de la cacofonía y la disonancia. Hay ecos de influencias como Goldie y Aphex Twin.

“Fowls Hatching on a Marrow Mound” irrumpe con un ritmo maquinal más rápido y una mayor presencia de canto, aunque siempre furioso. Aquí encontramos reminiscencias de Godflesh o incluso de ciertos álbumes de Leviathan. El único single con videoclip propio fue “The Vaults of Myrrh”, un track que apuesta a una corrosión impiadosa. Las texturas sonoras evocan nuevamente esa espesura onírica, una densidad asfixiante, ocasionalmente atravesada por susurros, alaridos y vocalizaciones casi rituales. “Thames Running with Limbs Swathed in Burlap” sigue el mismo camino, y aquí ya resulta evidente la intención de invocar horrores con un enfoque minimalista.

Otra banda con la que podemos establecer una fuerte asociación sería The Body. “Osseous Grounds of Roopkund” tiene un inicio fantasmal, y perforando la trama de ruido emergen, recurrentemente, esas voces de cualidad alucinatoria, o gritos desesperados. “Quiet Hum at the Servant Cabin” nos hunde aún más en la viscosidad negra de esta caverna mental que nos hace recorrer Sulphur Nurse, y la voz, se torna más gutural, hasta volver a escuchar esos clamores sobre un ritmo de marcha hacia la disolución. “Trapdoor Gait” da un fin casi místico a esta inquietante experiencia en un sentido sublime: lo que puede causar un goce estético sin ser bello. Así termina un disco que, hay que decirlo, no es para cualquiera, pero que será tenido en alta estima por quienes se animen a explorar sus propios límites cuando se trata de apreciar las posibilidades de la música como arte.