La batería retumba en mi pecho, el sudor me empapa la camiseta y el pogo me empuja hacia adelante. Estoy en La Trinchera, en medio de un maremoto de sonido. La Menäce acaba de subir al escenario y la energía es palpable.
Apenas unos minutos antes, me encontraba en la calle, un simple espectador más, pero ahora soy parte de esta vorágine de metal extremo. El barrio de Vallecas me recibió en su apogeo, terrazas llenas, calles rebosantes, actividad en los comercios, voces con distintos acentos, alguna música que llena el callejón por donde subo deseoso de llenar la tarjeta de fotos.
La Menäce arrancó con fuerza, contagiando al público con su ritmo frenético y sus voces enérgicas. La banda se puede clasificar como neocrust que fusiona elementos del hardcore, el crust punk y el death metal melódico. Su sonido es una mezcla explosiva de riffs afilados, baterías contundentes y voces desgarradoras. Las letras de La Menäce son oscuras y pesimistas, explorando temas como la desesperación, la violencia y la alienación. La voz del cantante, potente y llena de matices, se entrelazaba con los riffs de guitarra, creando una atmósfera electrizante. Se notó que estaban deseosos de agradar y no pararon ni un segundo sobre el escenario, pronto comienzan los primeros signos de aprobación por parte del respetable, con gritos de alavanza, pogos y melenas al viento. Mola ver la variedad de edades, géneros y vestimentas, todos unidos por la música en directo. Las luces estaban repartidas de manera bastante desigual por el escenario, iluminando de blanco con un chorro de luz el centro y dejando los laterales y el fondo en penumbra, con tonos rojos. Cuesta hacer fotos de todos los integrantes pero la energía de la música te hace olvidarte de la técnica y centrarte en captar poses, gestos…, todo lo que atrae al ojo. No sonaron nada mal para el poco tiempo de ajustes previos y la banda interpretó tema tras tema con gran precisión, el bajo bien contundente se podía distinguir sin comerse el sonido de la guitarra, el ritmo de la batería limpio y constante marcaba a la perfección. Las voces, más que feroces y desgarradas, me llegaron desde las primeras líneas obligándome a sacudir la melena dejando la cámara de lado. Destacar el último tema que cerró super alto dejando la pista preparada para Lust, 15 minutos de pura intensidad que recordaré.
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Con la pequeña pausa para ajustar y cambiar el escenario Lust saltó al escenario, la energía seguía en la tarima y se transformó en un hardcore potente y directo, el bajo me retumbaba en el pecho al ritmo imparable de la batería con las dos guitarras afiladas llenando todo de sonidos distorsionados. Arrancaron con la colaboración de Mario, la mezcla de las dos voces me pareció un arranque poderoso y todos nos agolpamos contras las vallas, saltando y agitando la cabeza, imposible resistirse al ritmo y la buena onda de la banda. Las luces siguieron igual, algo más bajas si cabe. La mezcla de voces con los coros de apoyo dan mucho empaque a los temas. De nuevo se formaron buenos pogos en la pista y la fiesta aumentó con cada tema, los miembros de La Menäce lideraban el núcleo más animado dejando momentos muy divertidos al ritmo que marcaba Lust. La temperatura estaba bien caldeada cuando los de Madrid anunciaron su último tema con la peña pidiendo “¡2 más, 6 más!”. Sonaron genial y se nota las horas de ensayo, se vió una unión total entre los músicos. Hacía tiempo que no veía una banda tan compenetrada que creara un sonido tan crudo y agresivo, y no dejó indiferente a nadie. Sus letras, directas y contundentes, abordan temas sociales y personales con una honestidad brutal. Se pasó fugaz su actuación pero el tiempo estaba muy ajustado, sin bises, salieron ovacionados y sudorosos.
Svdestada cerró la noche por todo lo alto, puso el broche de oro a la velada con un show visceral y lleno de energía, quemó todo, dejando solo cenizas a su paso, la “Candela” que todo lo prende y purifica. La fiesta no paró de aumentar entre el público, pogos, bailes, abrazos… energía y metal para todos. Tema tras tema se corearon las letras llenas de desahogo, desesperación y fuerza. Cada canción, la voz desgarradora y los ritmos contundentes nos obligaban a saltar, chocar, gritar… A nivel interpretativo volvieron a demostrar lo agusto que se encuentran sobre el escenario, se les ve relajados, soltando todo su metal, sincronizados, adivino en sus miradas largas horas de ensayo. Venían de viajar por Japón, vendiendo todo y recibiendo muy buenas críticas. En casa, más de lo mismo, cada ser de La Trinchera entregado a la propuesta de la banda. Eligieron apagar las luces y dejar solo el haz central de luz blanca, toda la intimidad que se puede crear, se creó. La banda madrileña ha logrado crear un sonido oscuro y atmosférico, con riffs que se clavan en el cerebro y una batería implacable de ritmos contundentes. Las letras, llenas de poesía y desesperanza, exploran temas universales como la pérdida, la soledad y la búsqueda de sentido, cada tema tiene líneas escritas con un gusto increíble, metáforas que inspiran y te hacen pensar a la vez que te remueven. Se cerró el bolo con Mario, que es una bestia salvaje digna de presenciar en directo (con y sin catarro), por los aires y el personal alegre. Una unión total entre la banda y la sala.
Creo que si te gusta el metal y estás leyendo esto deberías darle una oportunidad a las tres bandas, estoy convencido que encontraras temas que te harán gozar. La noche en La Trinchera fue un recordatorio de la importancia de las salas pequeñas y de la escena underground. En un mundo dominado por los grandes festivales y los conciertos masivos, estos espacios siguen siendo el corazón latiente de la música. Bandas como La Menäce, Lust y Svdestada son la prueba de que el talento y la pasión pueden surgir de cualquier lugar.
La batería retumba en mi pecho, el sudor me empapa la camiseta y el pogo me empuja hacia adelante. Estoy en La Trinchera, en medio de un maremoto de sonido. La Menäce acaba de subir al escenario y la energía es palpable.
Apenas unos minutos antes, me encontraba en la calle, un simple espectador más, pero ahora soy parte de esta vorágine de metal extremo. El barrio de Vallecas me recibió en su apogeo, terrazas llenas, calles rebosantes, actividad en los comercios, voces con distintos acentos, alguna música que llena el callejón por donde subo deseoso de llenar la tarjeta de fotos.
La Menäce arrancó con fuerza, contagiando al público con su ritmo frenético y sus voces enérgicas. La banda se puede clasificar como neocrust que fusiona elementos del hardcore, el crust punk y el death metal melódico. Su sonido es una mezcla explosiva de riffs afilados, baterías contundentes y voces desgarradoras. Las letras de La Menäce son oscuras y pesimistas, explorando temas como la desesperación, la violencia y la alienación. La voz del cantante, potente y llena de matices, se entrelazaba con los riffs de guitarra, creando una atmósfera electrizante. Se notó que estaban deseosos de agradar y no pararon ni un segundo sobre el escenario, pronto comienzan los primeros signos de aprobación por parte del respetable, con gritos de alavanza, pogos y melenas al viento. Mola ver la variedad de edades, géneros y vestimentas, todos unidos por la música en directo. Las luces estaban repartidas de manera bastante desigual por el escenario, iluminando de blanco con un chorro de luz el centro y dejando los laterales y el fondo en penumbra, con tonos rojos. Cuesta hacer fotos de todos los integrantes pero la energía de la música te hace olvidarte de la técnica y centrarte en captar poses, gestos…, todo lo que atrae al ojo. No sonaron nada mal para el poco tiempo de ajustes previos y la banda interpretó tema tras tema con gran precisión, el bajo bien contundente se podía distinguir sin comerse el sonido de la guitarra, el ritmo de la batería limpio y constante marcaba a la perfección. Las voces, más que feroces y desgarradas, me llegaron desde las primeras líneas obligándome a sacudir la melena dejando la cámara de lado. Destacar el último tema que cerró super alto dejando la pista preparada para Lust, 15 minutos de pura intensidad que recordaré.
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Con la pequeña pausa para ajustar y cambiar el escenario Lust saltó al escenario, la energía seguía en la tarima y se transformó en un hardcore potente y directo, el bajo me retumbaba en el pecho al ritmo imparable de la batería con las dos guitarras afiladas llenando todo de sonidos distorsionados. Arrancaron con la colaboración de Mario, la mezcla de las dos voces me pareció un arranque poderoso y todos nos agolpamos contras las vallas, saltando y agitando la cabeza, imposible resistirse al ritmo y la buena onda de la banda. Las luces siguieron igual, algo más bajas si cabe. La mezcla de voces con los coros de apoyo dan mucho empaque a los temas. De nuevo se formaron buenos pogos en la pista y la fiesta aumentó con cada tema, los miembros de La Menäce lideraban el núcleo más animado dejando momentos muy divertidos al ritmo que marcaba Lust. La temperatura estaba bien caldeada cuando los de Madrid anunciaron su último tema con la peña pidiendo “¡2 más, 6 más!”. Sonaron genial y se nota las horas de ensayo, se vió una unión total entre los músicos. Hacía tiempo que no veía una banda tan compenetrada que creara un sonido tan crudo y agresivo, y no dejó indiferente a nadie. Sus letras, directas y contundentes, abordan temas sociales y personales con una honestidad brutal. Se pasó fugaz su actuación pero el tiempo estaba muy ajustado, sin bises, salieron ovacionados y sudorosos.
Svdestada cerró la noche por todo lo alto, puso el broche de oro a la velada con un show visceral y lleno de energía, quemó todo, dejando solo cenizas a su paso, la “Candela” que todo lo prende y purifica. La fiesta no paró de aumentar entre el público, pogos, bailes, abrazos… energía y metal para todos. Tema tras tema se corearon las letras llenas de desahogo, desesperación y fuerza. Cada canción, la voz desgarradora y los ritmos contundentes nos obligaban a saltar, chocar, gritar… A nivel interpretativo volvieron a demostrar lo agusto que se encuentran sobre el escenario, se les ve relajados, soltando todo su metal, sincronizados, adivino en sus miradas largas horas de ensayo. Venían de viajar por Japón, vendiendo todo y recibiendo muy buenas críticas. En casa, más de lo mismo, cada ser de La Trinchera entregado a la propuesta de la banda. Eligieron apagar las luces y dejar solo el haz central de luz blanca, toda la intimidad que se puede crear, se creó. La banda madrileña ha logrado crear un sonido oscuro y atmosférico, con riffs que se clavan en el cerebro y una batería implacable de ritmos contundentes. Las letras, llenas de poesía y desesperanza, exploran temas universales como la pérdida, la soledad y la búsqueda de sentido, cada tema tiene líneas escritas con un gusto increíble, metáforas que inspiran y te hacen pensar a la vez que te remueven. Se cerró el bolo con Mario, que es una bestia salvaje digna de presenciar en directo (con y sin catarro), por los aires y el personal alegre. Una unión total entre la banda y la sala.
Creo que si te gusta el metal y estás leyendo esto deberías darle una oportunidad a las tres bandas, estoy convencido que encontraras temas que te harán gozar. La noche en La Trinchera fue un recordatorio de la importancia de las salas pequeñas y de la escena underground. En un mundo dominado por los grandes festivales y los conciertos masivos, estos espacios siguen siendo el corazón latiente de la música. Bandas como La Menäce, Lust y Svdestada son la prueba de que el talento y la pasión pueden surgir de cualquier lugar.