

Las bandas punk fundacionales son nuestros padres. Lo digo en más de un sentido, incluso desde el cronológico, y eso que el promedio de edad del público que el pasado sábado 15 de marzo se congregó para ver a The Damned en el Teatro Flores era de, por lo menos, 45 años. No me parece un simple detalle de color, ni algo anecdótico: todo lo contrario, creo que es un preocupante síntoma cultural. Claro que hablamos de un grupo histórico, legendario, pero ¿alguien más aparte de mí se siente interpelado por el hecho de que los artistas que empezaron y siguen cantando sobre la rebeldía y la revolución, son todos viejos? Las personas que crearon estilos musicales nacidos para canalizar el inconformismo, la protesta social y la bronca contra el establishment, hoy nos están entregando sus últimas energías al final de sus carreras, con la frente en alto, pero no sé qué verán reflejado bajo el escenario, más allá de la conciencia de su legado. ¿Dónde está la juventud que se supone desafiante del status quo? Quizás estemos atravesando esa etapa del ciclo en la que las nuevas generaciones anestesiadas simpatizan con la policía, hasta que otra vez haya un nuevo despertar. Si es así, ojalá que ocurra pronto, porque el panorama se presenta desolador. Mientras tanto, las figuras icónicas, los referentes, siguen activos y difundiendo su mensaje. En este contexto, The Damned llegó a Buenos Aires para despedirse del sur del mundo, tras una única visita hace más de 14 años.
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La banda local que abrió la velada fue Semilla de Maldad, con una excelente propuesta de rockabilly a la altura de las circunstancias. Sonido, interpretación vocal y ejecución instrumental impecables, con composiciones muy bien logradas, para cautivar a la audiencia, y hasta lograr que surja el baile. Luego llegó Dub Clash Orquesta, agrupación que incluye al famoso Sergio Rotman, cantando, tocando el saxo y la guitarra. Su inquieta figura de abundantes rulos canosos vestía una remera de The Damned. El proyecto se plantea como una reinterpretación libre de la música de The Clash, no una mera banda de covers. Hablando de celebridades, hubo varias esa noche, tanto músicos como periodistas de renombre.
TV Smith, llegó con la recomendación de sus amigos de Die Toten Hosen, quienes se encargaron de difundir su participación en el evento a través de sus propias redes sociales, y ya se sabe que la palabra de estos alemanes, acá en Argentina, es palabra mayor, y ni siquiera es que, realmente, hiciera falta. Este músico inglés es un enorme exponente de la explosión punk británica de fines de los 70’s con su banda The Adverts, que además de componer varios himnos que deben formar parte de cualquier compilado punk que se considere decente, tuvieron a una de las primeras figuras femeninas dentro del género: Gaye Advert. Las canciones de The Adverts se caracterizaban por estructuras armónicas y rítmicas relativamente poco convencionales (más por una cuestión de desconocimiento de la teoría musical, combinado con una actitud desafiante) y sus letras de denuncia de las injusticias cotidianas. TV Smith llegó con su show unipersonal, solamente acompañado por un violinista en el tramo final de su acto. Con sus 68 años y su contextura en apariencia frágil, demostró ser un pilar en medio del escenario, que solamente con su voz impecable y una guitarra electroacústica, pudo cautivar a las cientos de almas que lo escuchaban extasiadas. Al final del show conseguí que me autografiara su más reciente álbum Handwriting, a la venta en el mismo evento.
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El clima era excepcional. Hacía calor dentro del recinto, pero era calor humano, calor alegre. Es que The Damned representa, verdaderamente, un mito del movimiento punk. Son los monstruos que se animaron a sacudir el mismo nicho de Buzzcocks, Sex Pistols y The Clash, pero coqueteando con lo gótico (que sería clave en el post-punk), y también con el pop. Resulta interesante mencionar que las remeras más vistas entre la gente fueron, aparte de las de The Damned, las de Ramones y Joy Division.
Los ingleses llegaron con su formación más icónica: el cantante Dave Vanian, oscilante entre Drácula y Elvis, el carismático y excéntrico Captain Sensible en guitarra, Paul Gray en bajo y Rat Scabies en batería. Contaron con la colaboración permanente de un tecladista bastante apasionado. Por supuesto, el reciente fallecimiento del guitarrista fundador, Brian James, tuvo un lugar especial en el concierto. Su imagen fue proyectada en pantalla para agregar emoción a un encuentro que ya era emotivo en sí mismo.
Obviamente, el setlist recorrió los puntos más altos de la carrera de la banda, abarcando los clásicos infaltables. Hubo moshing, crowd surfing y mucha cerveza volando por el aire. Sonaron “Neat, Neat, Neat”, “New Rose”, “Life Goes On”, “Love Song”, en fin… Todo lo que era esperable, hasta el cierre con “Smash It Up”. La gente coreaba las melodías y los estribillos, al punto de que Vanian y Sensible extendían sus micrófonos para amplificar la hermosa música que hacían las criaturas de la noche. Hubo un momento en que Rat Scabies, tras hacer un solo, prendió fuego los platillos de su batería, en una demostración más de euforia en un ritual fantástico. Antes del final, los integrantes de la banda arrojaron rosas al público; un gesto que podría mezclar agradecimiento y despedida en iguales proporciones, como en un funeral de alguien que murió feliz y haciendo el bien. Una ceremonia mágica, una oportunidad que no se podía dejar pasar.
Fotos: Facundo Rodríguez (Shots by Far)


Las bandas punk fundacionales son nuestros padres. Lo digo en más de un sentido, incluso desde el cronológico, y eso que el promedio de edad del público que el pasado sábado 15 de marzo se congregó para ver a The Damned en el Teatro Flores era de, por lo menos, 45 años. No me parece un simple detalle de color, ni algo anecdótico: todo lo contrario, creo que es un preocupante síntoma cultural. Claro que hablamos de un grupo histórico, legendario, pero ¿alguien más aparte de mí se siente interpelado por el hecho de que los artistas que empezaron y siguen cantando sobre la rebeldía y la revolución, son todos viejos? Las personas que crearon estilos musicales nacidos para canalizar el inconformismo, la protesta social y la bronca contra el establishment, hoy nos están entregando sus últimas energías al final de sus carreras, con la frente en alto, pero no sé qué verán reflejado bajo el escenario, más allá de la conciencia de su legado. ¿Dónde está la juventud que se supone desafiante del status quo? Quizás estemos atravesando esa etapa del ciclo en la que las nuevas generaciones anestesiadas simpatizan con la policía, hasta que otra vez haya un nuevo despertar. Si es así, ojalá que ocurra pronto, porque el panorama se presenta desolador. Mientras tanto, las figuras icónicas, los referentes, siguen activos y difundiendo su mensaje. En este contexto, The Damned llegó a Buenos Aires para despedirse del sur del mundo, tras una única visita hace más de 14 años.
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La banda local que abrió la velada fue Semilla de Maldad, con una excelente propuesta de rockabilly a la altura de las circunstancias. Sonido, interpretación vocal y ejecución instrumental impecables, con composiciones muy bien logradas, para cautivar a la audiencia, y hasta lograr que surja el baile. Luego llegó Dub Clash Orquesta, agrupación que incluye al famoso Sergio Rotman, cantando, tocando el saxo y la guitarra. Su inquieta figura de abundantes rulos canosos vestía una remera de The Damned. El proyecto se plantea como una reinterpretación libre de la música de The Clash, no una mera banda de covers. Hablando de celebridades, hubo varias esa noche, tanto músicos como periodistas de renombre.
TV Smith, llegó con la recomendación de sus amigos de Die Toten Hosen, quienes se encargaron de difundir su participación en el evento a través de sus propias redes sociales, y ya se sabe que la palabra de estos alemanes, acá en Argentina, es palabra mayor, y ni siquiera es que, realmente, hiciera falta. Este músico inglés es un enorme exponente de la explosión punk británica de fines de los 70’s con su banda The Adverts, que además de componer varios himnos que deben formar parte de cualquier compilado punk que se considere decente, tuvieron a una de las primeras figuras femeninas dentro del género: Gaye Advert. Las canciones de The Adverts se caracterizaban por estructuras armónicas y rítmicas relativamente poco convencionales (más por una cuestión de desconocimiento de la teoría musical, combinado con una actitud desafiante) y sus letras de denuncia de las injusticias cotidianas. TV Smith llegó con su show unipersonal, solamente acompañado por un violinista en el tramo final de su acto. Con sus 68 años y su contextura en apariencia frágil, demostró ser un pilar en medio del escenario, que solamente con su voz impecable y una guitarra electroacústica, pudo cautivar a las cientos de almas que lo escuchaban extasiadas. Al final del show conseguí que me autografiara su más reciente álbum Handwriting, a la venta en el mismo evento.
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El clima era excepcional. Hacía calor dentro del recinto, pero era calor humano, calor alegre. Es que The Damned representa, verdaderamente, un mito del movimiento punk. Son los monstruos que se animaron a sacudir el mismo nicho de Buzzcocks, Sex Pistols y The Clash, pero coqueteando con lo gótico (que sería clave en el post-punk), y también con el pop. Resulta interesante mencionar que las remeras más vistas entre la gente fueron, aparte de las de The Damned, las de Ramones y Joy Division.
Los ingleses llegaron con su formación más icónica: el cantante Dave Vanian, oscilante entre Drácula y Elvis, el carismático y excéntrico Captain Sensible en guitarra, Paul Gray en bajo y Rat Scabies en batería. Contaron con la colaboración permanente de un tecladista bastante apasionado. Por supuesto, el reciente fallecimiento del guitarrista fundador, Brian James, tuvo un lugar especial en el concierto. Su imagen fue proyectada en pantalla para agregar emoción a un encuentro que ya era emotivo en sí mismo.
Obviamente, el setlist recorrió los puntos más altos de la carrera de la banda, abarcando los clásicos infaltables. Hubo moshing, crowd surfing y mucha cerveza volando por el aire. Sonaron “Neat, Neat, Neat”, “New Rose”, “Life Goes On”, “Love Song”, en fin… Todo lo que era esperable, hasta el cierre con “Smash It Up”. La gente coreaba las melodías y los estribillos, al punto de que Vanian y Sensible extendían sus micrófonos para amplificar la hermosa música que hacían las criaturas de la noche. Hubo un momento en que Rat Scabies, tras hacer un solo, prendió fuego los platillos de su batería, en una demostración más de euforia en un ritual fantástico. Antes del final, los integrantes de la banda arrojaron rosas al público; un gesto que podría mezclar agradecimiento y despedida en iguales proporciones, como en un funeral de alguien que murió feliz y haciendo el bien. Una ceremonia mágica, una oportunidad que no se podía dejar pasar.