


El pasado 10 de octubre se convirtió en el epicentro del power metal europeo en el Amager Bio de Copenhague. Una velada que dejó a los asistentes con una sensación de euforia difícil de describir. Tres bandas, tres estilos distintos dentro del mismo género y una audiencia entregada que vibró desde el primer acorde hasta el último. Angus McSix, Orden Ogan y Wind Rose ofrecieron un show memorable que quedará grabado en la memoria de todos los presentes. Para muchos, incluido quien escribe, era la primera vez viendo a estas bandas en vivo, lo que añadió una capa extra de emoción a la experiencia.
La noche arrancó puntual con Angus McSix, quienes tuvieron el honor de calentar motores. Durante aproximadamente media hora, la banda demostró por qué merecían abrir una jornada de tal calibre. A pesar de ser los primeros en subir al escenario, supieron aprovechar cada minuto de su set para conquistar al público. Desde el primer tema, quedó claro que el sonido de la sala estaba impecable: la mezcla era nítida, permitiendo que cada instrumento brillara con claridad sin opacar a los demás. Los riffs de guitarra cortaban el aire con precisión quirúrgica, mientras la batería mantenía un pulso firme y contundente. Angus McSix aprovechó esta claridad sónica para desplegar su arsenal de power metal épico, consiguiendo que varias cabezas del público comenzaran a moverse al ritmo de sus composiciones.
Aunque su tiempo en el escenario fue breve, los músicos dejaron una impresión más que positiva, superando las expectativas de quienes, como yo, no los conocíamos previamente. Su profesionalismo y energía sentaron las bases perfectas para lo que vendría después, logrando ese delicado equilibrio entre encender al público sin agotarlo antes de los platos fuertes de la noche. Fue un descubrimiento grato que invitaba a explorar más su discografía, especialmente su más reciente trabajo Angus McSix and the Sword of Power.
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Si Angus McSix había preparado el terreno, Orden Ogan llegó dispuesto a conquistarlo. La banda alemana salió al escenario con la seguridad de quienes saben exactamente lo que hacen, y desde el primer momento quedó patente que estábamos ante profesionales de primer nivel. Para quienes nunca los habíamos visto en vivo, fue una revelación absoluta. El sonido durante su presentación fue simplemente soberbio: cada nota, cada armonía vocal y cada golpe de bombo llegaban con una claridad cristalina que hacía justicia a la complejidad de sus composiciones. Los alemanes desplegaron su característico power metal sinfónico con una precisión técnica impresionante, pero sin perder nunca ese componente emocional que conecta con el público. Las guitarras gemelas dialogaban en perfecta sincronía, mientras la sección rítmica proporcionaba una base sólida como el acero.
Pero si algo elevó la actuación de Orden Ogan a un nivel superior fue el carisma de su vocalista. Lejos de limitarse a cantar, el frontman se convirtió en un verdadero maestro de ceremonias, estableciendo una conexión genuina con el público danés. Entre canciones, se animó a hacer bromas que arrancaron carcajadas sinceras entre los asistentes. Su mezcla de humor autocrítico y respeto hacia la audiencia creó una atmósfera de complicidad que transformó el concierto en una experiencia íntima, a pesar de las dimensiones de la sala. “¿Están listos para más?”, preguntaba con una sonrisa, sabiendo perfectamente que la respuesta sería un rugido ensordecedor. Su capacidad para leer al público y ajustar la energía del show en consecuencia demostró no solo talento musical, sino también una comprensión profunda de lo que significa ser un entertainer completo.
Y si alguien pensaba que la noche no podía mejorar más, Wind Rose llegó para demostrar lo contrario. La banda italiana transformó el Amager Bio en una verdadera fiesta medieval que hizo honor a su temática épica y fantástica de enanos guerreros. Desde el momento en que pisaron el escenario, fue evidente que esto no sería simplemente un concierto: sería una celebración. Wind Rose desplegó todo su arsenal de power metal con influencias folk y temáticas inspiradas en el mundo de Tolkien y la cultura nórdica. Los asistentes no solo escuchaban música; participaban activamente en cada canción, coreando estribillos, levantando los brazos al unísono y dejándose llevar por la energía contagiosa que emanaba del escenario.
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La producción visual complementó perfectamente la música, con una iluminación que evocaba tanto las profundidades de las montañas enanas como los cielos estrellados del norte. Pero más allá de los aspectos técnicos, lo que realmente hizo especial la actuación de Wind Rose fue esa capacidad innata de hacer sentir a cada persona en la sala como parte de algo más grande. Los músicos se movían por el escenario con una energía incansable, interactuando entre ellos y con el público de manera natural y genuina. No había pose ni artificio, solo pasión pura por lo que hacían. Cuando llegaron los temas más conocidos como “Diggy Diggy Hole” y “Rock and Stone”, la sala literalmente explotó en júbilo colectivo. Era imposible no contagiarse de esa alegría compartida, de ese sentimiento de comunidad que solo la música en vivo puede crear. Hasta se dieron el lujo de versionar un clásico de Ozzy Osbourne, “Shot in the Dark”, para la sorpresa y el deleite de los asistentes, redondeando una jornada maravillosa llena de alegría y celebración.
Al salir del Amager Bio, con los oídos todavía zumbando y las gargantas roncas de tanto cantar, la sensación general era de plenitud absoluta. La noche fue un recordatorio perfecto de por qué el metal —y especialmente el power metal— sigue siendo un género vibrante y emocionante. Tres bandas, cada una con su personalidad única, pero todas compartiendo la misma pasión inquebrantable por la música que hacen. El Amager Bio demostró una vez más ser una de las mejores salas de Copenhague para este tipo de eventos, con un sonido impecable que permitió disfrutar de cada matiz musical.
Pero, sobre todo, fue una noche que recordó que la música en vivo, cuando se hace con corazón y profesionalismo, tiene el poder único de unir a desconocidos en una experiencia compartida que trasciende el simple entretenimiento. Para los afortunados que estuvieron presentes, será un recuerdo que atesorarán. Para los que se lo perdieron, una razón más para no dejar pasar la próxima oportunidad.

Etiquetas: Amager Bio, Angus McSix, Copenhague, Epic Metal, Epic Power Metal, Heavy Metal, Live Nation DK, Orden Ogan, Power Metal, Wind Rose



El pasado 10 de octubre se convirtió en el epicentro del power metal europeo en el Amager Bio de Copenhague. Una velada que dejó a los asistentes con una sensación de euforia difícil de describir. Tres bandas, tres estilos distintos dentro del mismo género y una audiencia entregada que vibró desde el primer acorde hasta el último. Angus McSix, Orden Ogan y Wind Rose ofrecieron un show memorable que quedará grabado en la memoria de todos los presentes. Para muchos, incluido quien escribe, era la primera vez viendo a estas bandas en vivo, lo que añadió una capa extra de emoción a la experiencia.
La noche arrancó puntual con Angus McSix, quienes tuvieron el honor de calentar motores. Durante aproximadamente media hora, la banda demostró por qué merecían abrir una jornada de tal calibre. A pesar de ser los primeros en subir al escenario, supieron aprovechar cada minuto de su set para conquistar al público. Desde el primer tema, quedó claro que el sonido de la sala estaba impecable: la mezcla era nítida, permitiendo que cada instrumento brillara con claridad sin opacar a los demás. Los riffs de guitarra cortaban el aire con precisión quirúrgica, mientras la batería mantenía un pulso firme y contundente. Angus McSix aprovechó esta claridad sónica para desplegar su arsenal de power metal épico, consiguiendo que varias cabezas del público comenzaran a moverse al ritmo de sus composiciones.
Aunque su tiempo en el escenario fue breve, los músicos dejaron una impresión más que positiva, superando las expectativas de quienes, como yo, no los conocíamos previamente. Su profesionalismo y energía sentaron las bases perfectas para lo que vendría después, logrando ese delicado equilibrio entre encender al público sin agotarlo antes de los platos fuertes de la noche. Fue un descubrimiento grato que invitaba a explorar más su discografía, especialmente su más reciente trabajo Angus McSix and the Sword of Power.
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Si Angus McSix había preparado el terreno, Orden Ogan llegó dispuesto a conquistarlo. La banda alemana salió al escenario con la seguridad de quienes saben exactamente lo que hacen, y desde el primer momento quedó patente que estábamos ante profesionales de primer nivel. Para quienes nunca los habíamos visto en vivo, fue una revelación absoluta. El sonido durante su presentación fue simplemente soberbio: cada nota, cada armonía vocal y cada golpe de bombo llegaban con una claridad cristalina que hacía justicia a la complejidad de sus composiciones. Los alemanes desplegaron su característico power metal sinfónico con una precisión técnica impresionante, pero sin perder nunca ese componente emocional que conecta con el público. Las guitarras gemelas dialogaban en perfecta sincronía, mientras la sección rítmica proporcionaba una base sólida como el acero.
Pero si algo elevó la actuación de Orden Ogan a un nivel superior fue el carisma de su vocalista. Lejos de limitarse a cantar, el frontman se convirtió en un verdadero maestro de ceremonias, estableciendo una conexión genuina con el público danés. Entre canciones, se animó a hacer bromas que arrancaron carcajadas sinceras entre los asistentes. Su mezcla de humor autocrítico y respeto hacia la audiencia creó una atmósfera de complicidad que transformó el concierto en una experiencia íntima, a pesar de las dimensiones de la sala. “¿Están listos para más?”, preguntaba con una sonrisa, sabiendo perfectamente que la respuesta sería un rugido ensordecedor. Su capacidad para leer al público y ajustar la energía del show en consecuencia demostró no solo talento musical, sino también una comprensión profunda de lo que significa ser un entertainer completo.
Y si alguien pensaba que la noche no podía mejorar más, Wind Rose llegó para demostrar lo contrario. La banda italiana transformó el Amager Bio en una verdadera fiesta medieval que hizo honor a su temática épica y fantástica de enanos guerreros. Desde el momento en que pisaron el escenario, fue evidente que esto no sería simplemente un concierto: sería una celebración. Wind Rose desplegó todo su arsenal de power metal con influencias folk y temáticas inspiradas en el mundo de Tolkien y la cultura nórdica. Los asistentes no solo escuchaban música; participaban activamente en cada canción, coreando estribillos, levantando los brazos al unísono y dejándose llevar por la energía contagiosa que emanaba del escenario.
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La producción visual complementó perfectamente la música, con una iluminación que evocaba tanto las profundidades de las montañas enanas como los cielos estrellados del norte. Pero más allá de los aspectos técnicos, lo que realmente hizo especial la actuación de Wind Rose fue esa capacidad innata de hacer sentir a cada persona en la sala como parte de algo más grande. Los músicos se movían por el escenario con una energía incansable, interactuando entre ellos y con el público de manera natural y genuina. No había pose ni artificio, solo pasión pura por lo que hacían. Cuando llegaron los temas más conocidos como “Diggy Diggy Hole” y “Rock and Stone”, la sala literalmente explotó en júbilo colectivo. Era imposible no contagiarse de esa alegría compartida, de ese sentimiento de comunidad que solo la música en vivo puede crear. Hasta se dieron el lujo de versionar un clásico de Ozzy Osbourne, “Shot in the Dark”, para la sorpresa y el deleite de los asistentes, redondeando una jornada maravillosa llena de alegría y celebración.
Al salir del Amager Bio, con los oídos todavía zumbando y las gargantas roncas de tanto cantar, la sensación general era de plenitud absoluta. La noche fue un recordatorio perfecto de por qué el metal —y especialmente el power metal— sigue siendo un género vibrante y emocionante. Tres bandas, cada una con su personalidad única, pero todas compartiendo la misma pasión inquebrantable por la música que hacen. El Amager Bio demostró una vez más ser una de las mejores salas de Copenhague para este tipo de eventos, con un sonido impecable que permitió disfrutar de cada matiz musical.
Pero, sobre todo, fue una noche que recordó que la música en vivo, cuando se hace con corazón y profesionalismo, tiene el poder único de unir a desconocidos en una experiencia compartida que trasciende el simple entretenimiento. Para los afortunados que estuvieron presentes, será un recuerdo que atesorarán. Para los que se lo perdieron, una razón más para no dejar pasar la próxima oportunidad.

Etiquetas: Amager Bio, Angus McSix, Copenhague, Epic Metal, Epic Power Metal, Heavy Metal, Live Nation DK, Orden Ogan, Power Metal, Wind Rose
















