Aunque ambos vinieran del mundo del metal progresivo, con el estadounidense Vikram Shankar siendo guitarrista en Meridian y el sueco Tom Englund siendo el cantante, guitarrista y líder de las leyendas progresivas oscuras Evergrey, sería el poder de la Internet y la búsqueda de nuevas sonoridades la que permitiría que los caminos de ambos músicos se cruzaran. El resultado de esto sería primero Silent Skies, un proyecto donde la voz de Englund se encuentra con el piano y otras sonoridades en las antípodas del metal, y más tarde la incorporación de Shankar como tecladista a los progresivos estadounidenses Redemption, a poco de la entrada de Englund a la formación.
Pero los músicos no se olvidan de este dúo tan particular que dio comienzo a sus colaboraciones, y el 1ro de septiembre tendrán en la calle Dormant, su tercer álbum de estudio y el que es, según sus propias palabras, el disco más diverso que hayan hecho hasta el momento. Es por eso que nos contactamos con Vikram Shankar para tener de su parte toda la información necesaria para entender el viaje emocional que plantea este nuevo trabajo del dúo sueco-estadounidense.
—Vikram, es un gran honor poder hacerte esta entrevista. Y veo que estás con todos tus teclados e instrumentos…
Sí, ¡es la cueva nerd!
—Estás involucrado en una gran cantidad de proyectos aparte de Silent Skies, sos un tipo bastante ocupado. ¿Cómo vienen las cosas?
Todo viene muy bien. Como sabrás estamos a dos semanas de la salida del disco así que las cosas están un tanto frenéticas, pero está bueno tener estos momentos en casa antes de que salga el álbum. Ha estado en nuestro mundo por tanto tiempo y ahora por fin tendrá su lugar en el mundo. Podremos escuchar lo que todos piensan acerca de él, tener estas entrevistas y hablar con los periodistas y ver cómo interpretan las cosas. A veces interpretan las cosas de una forma que nos ayuda a entender y a recibir una perspectiva fresca a partir de hablar acerca de la música.
—Esa es una opinión interesante, porque estás tanto tiempo trabajando en un álbum que terminás desarrollando una relación con él. Y eso hace que sea difícil de juzgar.
Eso siempre pasa, y el proceso de este álbum fue más profundo y obsesivo que el del último. Para el final estaba orgulloso, pero mientras tanto fue trabajoso y arduo, y hubo momentos de tensión porque estábamos tratando de hacer las cosas tan bien como pudiéramos. Nos ponemos la vara tan absurdamente alta haciendo este disco y tenemos cada detalle analizado a un punto que es importante tener esa perspectiva.
—¿Cómo describirías a Dormant en un par de palabras?
Diría que es dinámico, expansivo e inmersivo. Y por supuesto melancólico, porque siempre haremos las cosas con ese dejo melancólico, pero creo que el mundo sonoro se ha expandido de una manera bastante drástica comparado con el primer y segundo álbum. Hay más elementos, los momentos bien arriba están más arriba, los momentos bajoneros son más bajoneros, los momentos silenciosos son más íntimos, los momentos ruidosos son más explosivos, hay una expansión en básicamente cada dirección desde donde comenzamos.
—¿Cómo es el proceso detrás de las canciones? ¿Ha cambiado desde el primer álbum?
De algunas maneras ha cambiado. Mi proceso personal comienza en los instrumentos y es muy particular, porque tengo una relación muy cercana con los instrumentos, es casi espiritual. Siento que los instrumentos tienen almas, y que cada instrumento tiene algo particular que busca y que necesita decir, y yo trato de mantenerme en contacto con mis instrumentos cuando los toco, los encuentro muy inspiradores. Para Nectar y para este álbum muchas de las canciones comenzaron en el “piano de fieltro”, que es un piano particular que crecí tocando, aprendí a tocar el piano en este instrumento en la casa de mis padres a 500 millas de aquí.
Cada vez que me siento frente a ese instrumento algo muy especial sucede, y sé que si me siento a las ocho de la mañana y prendo el grabador para la noche puedo tener todo un disco escrito. Y eso ocurre a veces de esa manera, pudo tener seis o siete canciones que quedaron en el álbum en un solo día de sentarme frente al piano de fieltro. Hay algo muy especial acerca de ese instrumento, no sé qué es pero esa cosa de confiar y que el instrumento desde el mismo comienzo del proceso sea tan intuitivo y fácil, porque no es que estoy tratando de forzar las cosas sino que sólo quiero que las cosas ocurran de manera natural. Ahí es siempre donde comienza el proceso, aunque ha evolucionado bastante porque cuando hicimos nuestro primer álbum Satellites yo básicamente grababa un demo instrumental, se lo mandaba por e-mail a Tom para que grabara algunas voces y haríamos algunos cambios y era absurdamente ineficiente.
Comenzando con Nectar empezamos a trabajar más por Zoom, haciendo las cosas en tiempo real, así si teníamos que refinar algo lo hacíamos en el momento, en quince minutos le mostraba el resultado y era mucho mejor que mandarle un mp3 y esperar toda la noche para que me respondiera o cosas por el estilo. Y el proceso se volvió más interconectado trabajando en Dormant, pasamos tanto tiempo juntos en Zoom, trabajando los detalles, desarrollando cosas y demás. Estamos metidos en el mundo del otro, por lo que yo paso más tiempo trabajando el aspecto vocal y él pasa más tiempo trabajando el aspecto instrumental. Pasamos mucho tiempo trabajando en las voces juntos, las melodías y las letras. Creo que por ser hablante nativo de inglés Tom confía en cómo expresaría las cosas.
Debido a eso las canciones se desarrollaron de manera muy orgánica entre la música y las letras desde el comienzo. Crecieron como flores silvestres, y me refiero específicamente a las flores silvestres porque crecen de maneras impredecibles, no siempre puedes anticipar dónde van a salir, en qué dirección, y esa es la manera en la que crecen nuestras canciones: no tenemos idea de dónde van a terminar, simplemente hay que estar atento al proceso y tratar de no interrumpirlo. Si la canción quiere ir en cierta dirección creo que es importante dejarla que vaya para ese lado.
Es por eso que en este álbum pasan cosas muy extrañas: por mencionar algunas en la canción “Just Above The Clouds” toco el shakuhachi, una flauta japonesa, y en el séptimo track (“The Real Me”) toco la mandolina. En cada canción toco algo de guitarra eléctrica, y en esa séptima canción hay mucho vocoder y efectos vocales que nunca habíamos usado antes. Estamos buscando empujarnos y ser abiertos a lo que la canción quiera hacer, si quiere hacer un giro a la izquierda que no nos esperábamos que lo haga. Creo que por eso el álbum se siente todo lo diverso y dinámico que es, porque queremos hacer todas estas cosas diferentes y dejamos que ocurran, no tenemos esos límites arbitrarios donde ponemos una pared y decimos que tal cosa no encaja y que por eso no lo haremos. Eso no es algo que digamos muy seguido, porque generalmente si estamos inspirados para hacer algo encontramos la manera para hacerlo.
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—Recuerdo cuando estaba escuchando el primer disco Satellites, que mencionaste antes, y se sintió… No sé si es porque estábamos en medio de la pandemia, que es una época que no queremos recordar porque era horrible, y obviamente el primer single había sido un año antes de eso en 2019, pero escuchándolo en medio de la pandemia se sintió como un proyecto muy del estilo de esa época. O sea, era muy minimalista sólo con el piano y las voces, además de haber trabajado por Internet, pero ahora tienen un sonido mucho más diverso.
Lo interesante acerca de Satellites es que estaba completamente terminado mucho antes de la pandemia. Salió en 2020 pero lo habíamos terminado en 2018, pero perfectamente lo podríamos haber hecho en la pandemia, porque lo hicimos todo enteramente virtual con excepción de que el piano de cola lo grabé en Gotemburgo: viajé allí para grabar con un piano Steinway de nueve pies, la única vez que hemos usado un piano de cola de conciertos, siendo que desde esa vez hemos usado el piano de fieltro, que tiene un sonido muy diferente. Eso ha definido nuestra transición en muchos aspectos, porque a pesar de que el álbum lo hicimos antes de la pandemia el flujo de trabajo fue muy “pandémico” y distante con sus transferencias de archivos y los clichés de los proyectos modelos hechos con intercambios de archivos.
Aunque no necesariamente tienen que salir de esa manera, muchos de estos proyectos se pueden sentir un tanto distantes, como si fueran dos elementos que fueron puestos uno encima del otro pero sin esa idea unificada de que parezcan hechos de manera conjunta. Trabajamos mucho para que todo se sienta unificado, y aunque no lo grabamos juntos en persona en el mismo lugar siempre quisimos que se sintiera de esa manera. Creo que una manera que lo logramos es que pasamos tanto tiempo juntos componiendo la música, produciéndola y dejándola que crezca, hablando un montón entre nosotros sobre diferentes cosas, entendiendo el mundo del otro y permitiendo que el álbum se vaya desarrollando entre los dos de manera orgánica: incluso si no terminamos grabando el producto final, estar sentados uno con el otro en la misma habitación es como si hubiéramos estado en el mundo del otro todo este tiempo. Así que tiene esa experiencia unificada, que se vuelve más unida con cada álbum. Así que hemos aprendido un montón trabajando en Silent Skies.
—Parece que aprendieron mucho de Silent Skies. Sé que tienes y colaboras con muchas bandas diferentes pero aprendiste mucho de este proyecto no-metalero.
Sí, o sea el metal fue algo que llegó mucho más tarde a mi vida musical, para ser honesto. En realidad no escuchaba nada que no fuera música clásica europea, o mejor dicho música clásica occidental, hasta que tuve 12 o 13 años. Estaba puramente metido en la música clásica hasta ese momento, y cuando comencé la secundaria mi universo explotó en cada dirección, me obsesioné con el jazz, me obsesioné con el rock, el metal y la electrónica, todo eso era nuevo para mí y era muy emocionante. Pero siempre estuve interesado en hacer metal como una suerte de “forastero”, y se nota cuando hago música metal con otros artistas o cuando hago covers, que solían ser una parte muy importante de lo que hacía y que fue la manera en la que conocí a Tom en primer lugar aunque ya no los haga tanto. Pero creo que el principio sigue estando de que mi musicalidad sale de mi crianza clásica y de todo el tiempo que pasé tocando jazz, y también la manera en la que me acerco al piano viene de esas dos tradiciones.
Así que sea que esté tocando con Silent Skies, que no es metal, o esté tocando con Pain of Salvation, que de cierta manera son una banda de metal o al menos de rock/metal, siento que lo hago de una manera diferente a lo que haría alguien que nació y se crió tocando metal. No digo que sea mejor, diría que es peor a veces, pero es honesto: simplemente significa que a fin de cuentas hago lo que siento al tocar. Si me das siete notas y me dices que las toque creo que lo haré de una manera que la reconocerás como mía, pero probablemente no las toque tan rápido como otros. Porque todo ese costado súper técnico de las cosas solía ser una obsesión para mí pero es algo en lo que he pensado mucho durante los últimos cuatro o cinco años, y ahí creo que Silent Skies ha sido una parte importante porque me alienta a pensar en la música de una manera diferente, me lleva a pensar en el minimalismo antes todo y a elegir cada nota de manera muy cuidadosa. Y también me alienta a pensar en la textura y el color del sonido, el ambiente y todas las formas diferentes de hacer interesante la música.
Es así que he estado haciendo música cada vez menos técnica y más aventurada sónicamente, con Dormant siendo ejemplo de ello donde no estoy tocando tantas notas como habría tocado diez años atrás. O incluso en Satellites, que tenía estos pasajes virtuosos de piano. Pero estoy explorando mucho más en cuanto a los sintetizadores y las guitarras y la manera en la que proceso la música en la computadora pero también en cuanto al hardware y los teclados: Silent Skies me lleva a encontrar otras maneras de expresarme, algo que me gusta mucho.
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—Mencionaste antes las canciones covers, que obviamente son una parte enorme en el mundo del jazz. En Silent Skies ya habían grabado antes un cover, “Here Comes The Rain Again” de Eurythmics, y para este nuevo álbum incluyeron covers de Linkin Park, Iron Maiden y Bruce Springsteen. Estos no son la clase de artistas en los que pienso al hablar sobre Silent Skies, y tampoco tienen mucho que ver uno con otro. ¿Cómo decidieron grabar estas canciones?
Sí, esa fue la idea. No son canciones obvias para el universo de Silent Skies, pero lo que sí tienen en común con nosotros, y que es algo que está en el epicentro de lo que hace a estas canciones, es que tienen algo emocional que hizo que a Tom y a mí nos llamara la atención, alguna clase de tendencia emocional, algún elemento de la historia lírica tal vez.
En estas tres es algo muy potente, pero en todos estos casos la música alrededor te puede despistar en cuanto a lo emocionalmente potentes que son. Es el mismo caso con “Here Comes The Rain Again”, que es una canción triste con un barniz extremadamente ochentoso. Como poner un ejemplo, “The Trooper” es una canción que creo que todo fan de Iron Maiden identifica con las voces enormes de Bruce Dickinson y con las guitarras galopantes, la energía pura y la emoción de esa canción icónica, pero toda la historia lírica es extremadamente trágica. Y creo que estoy conjeturando yo acá pero siento que muchos fans de Iron Maiden puede que no siempre se estén enfocando en eso cuando escuchan la canción, debido a la energía de todo lo que tiene, y honestamente es una canción divertida y estimulante, pero las letras no son ni tan divertidas ni tan estimulantes: son extremadamente tristes. Entender esto hizo que Tom y yo sintiéramos que traer la canción a nuestro panorama musical llevaría esa emoción al frente y no se vería oscurecida por todo lo demás, la gente podría enfocarse en la esencia emocional detrás y tal vez incluso escuchar la original de una manera diferente.
A partir de eso se convierte en una tarea creativa muy divertida la de tomar la composición de otro y aplicar tu propia creatividad, como si estuvieras componiendo esta canción, tuvieras estas letras y estos acordes: ¿cómo te gustaría expresar estas ideas? Y eso es fácil para mí, me es más difícil replicar un cover original con todos sus matices: simplemente dejo que mi creatividad fluya, porque creo que eso se me viene natural, es una expresión de mí mismo y de lo que estoy sintiendo comparado con tratar de expresar lo que otro está sintiendo. Eso presenta un desafío único que no tienen cuando tocas tu propia música, y puede ser muy gratificante mostrarle esa canción a fan de Iron Maiden y que te digan: “Guau, nunca me había dado cuenta de que esta canción era tan hermosa”, o algo por el estilo.
Es la recompensa definitiva que puedes recibir de hacer un arreglo como ese, que la gente entiendo que no estamos tratando de faltarle el respeto a Iron Maiden, sino que tratamos de mostrar que son genios todavía más grandes que lo que les dan crédito, porque lograron hacer algo tan hermoso pero al mismo tiempo tan interesante y tan poderoso. Eso siempre es divertido.
—Mencionaste ese sonido melancólico de Silent Skies, que siempre suelo relacionar mucho, obviamente, con Evergrey, la banda de Tom, porque todas sus canciones son bastante oscuras y melancólicas. En tu opinión, ¿qué es lo que guía a tu música?
Creo que tanto para Tom como para mí, lo básico es algo que me gusta llamar “honestidad radical”: la idea de que cuando nos sentamos a escribir para Silent Skies, y estoy seguro de que Tom hace lo mismo cuando se sienta a escribir para Evergrey, toda la idea es mirarse frente a un espejo y escribir música que refleje lo que ves. La música es un reflejo de quienes somos, de quiénes queremos llegar a ser y de lo que vemos en nosotros mismos: lo que nos gusta, lo que no, nuestras luchas y nuestras historias. Nuestros demonios personales, nuestros demonios culturales también, y los demonios universales con los que lidiamos.
La música se vuelve un reflejo radicalmente honesto de eso, y creo que eso es lo más importante porque la honestidad es tan importante para mí, porque siento por un lado que si no estoy haciendo música que es radicalmente honesta entonces creo que no sale tan bien. Creo que la mejor música que puedo hacer es música que sea un reflejo honesto de quien soy yo emocional y musicalmente, las cosas que me gustan, las que me inspiran y que me siento inspirado a hacer. Nuestra música es simplemente un reflejo de eso en un nuevo nivel.
Siendo que la honestidad radical es genial porque… digamos que fueras un fan y que estás pasando por un momento complicado, y escuchas a alguien en una canción y es un artista que escuchas siendo radicalmente honesto acerca de sus propias luchas. Es entonces que entiendes que no estás solo, que lo que estás sintiendo no te hace un raro o un paria, que no hay nada malo con eso, que no “saliste mal”, que esta persona está pasando por lo mismo. Lee sus letras, mira cómo está lidiando con ello, cómo lo expresa y puedes encontrar solidaridad, un punto en común. Y puedes encontrar inspiración acerca de cómo podrías lidiar con lo mismo, y es lo mismo fuera de la música: si ninguno de nosotros habla acerca de sus problemas mentales, si todos pretendemos que estamos todos bien y nadie admite que tienen algo malo, entonces los que tienen problemas se van a sentir todavía más raros: “¿Soy el único que está lidiando con esto? El mundo está tan bien hecho y yo tengo tantos problemas”.
Pero cuando la gente es radicalmente honesta con otros puedes entender que algún tipo de comunidad, que no estás solo. Creo que necesitamos eso en la sociedad, y siento que es lo que estoy haciendo con mi música, porque me gusta ayudar a la gente y que la música es mi herramienta para ayudar. Otras personas tienen otras herramientas y deberían usarlas si se sienten tan inspirados, pero yo quiero hacerlo a través de la música. Y si estoy siendo honesto y transparente sobre mis problemas y si Tom y yo juntos lo hacemos entonces tenemos la habilidad de ayudar a algunas personas, y creo que eso es lo más grande que puedes querer hacer como un artista, el ayudar a la sociedad de alguna manera.
Y quiero decir esto, porque a veces la gente me mira rara por esto: no hay motivaciones equivocadas al momento de hacer música. Muchos de mis amigos hacen música sólo para satisfacer su ego y no les importa lo que la gente diga y eso está genial, siendo honesto. Es una forma perfectamente válida de hacer música, pero a mí me gusta hacer música que tenga un rol y que haya un diálogo con mis oyentes, que haya una comunicación con ellos, que cuando escuchen mi música no sea yo dándoles respuestas, sino que quiero provocar que hagan preguntas. Que escuchen nuestras música y que comiencen a hacerse preguntas a si mismos que sean transformativas, y ayudarlos con ese proceso de sanación.
¿Sabes? Están todas estas cosas en las que pienso pero no me obsesiono, porque si yo comienzo a obsesionarme con mis oyentes entonces empiezas a comprometer lo que haces y se da un poco como una paradoja: es una cuerda floja por la que debes caminar, el estar al tanto de la responsabilidad social, pero también entender que sólo siendo honesto contigo mismo puedes lograr esa responsabilidad social.
—Silent Skies se ha mantenido exclusivamente como una banda de estudio. ¿Tienen planes de dar recitales en vivo a futuro?
¡Definitivamente! Creo que durante nuestra existencia siempre hemos tenido alguna barrera para poder lograrlo. La más grande fue la pandemia global que detuvo todo durante un par de años. Esa ya no es una excusa que podamos invocar en estos días, pero siempre hay obstáculos: Tom tiene una vida tan ocupada, estando al frente de Evergrey, y esta es una parte de lo que hago como músico también, así que hacer que todo esto funcione es un desafío.
Pero también somos muy particulares en cuanto a cómo queremos presentarnos y queremos que un show de Silent Skies sea especial, queremos evocar el mismo universo que se aparecería te sientas en tu habitación, te pones los auriculares y cierras los ojos. Queremos que las cosas sean igual de poderosas, y se agrega la complicación de que a pesar de que seguimos siendo nosotros dos el mundo sonoro de Dormant es lo más amplio que ha sido hasta ahora, así que para poder tocar esta música en vivo necesitaríamos seis, siete u ocho músicos.
Necesitaríamos un baterista, alguien a cargo de todos los bajos, uno o dos tecladistas, al menos un instrumento de cuerda y tal vez dos, y definitivamente un guitarrista. Así que comienza a crecer muy rápido la orquesta para que la música se dé, pero dicho eso ha sido un sueño desde hace años, y definitivamente queremos convertir ese sueño en realidad lo más rápido que podamos. Así que siempre estamos hablando sobre eso, tratando de encontrar maneras para que funcione, y tenemos la esperanza de que algún día se dará.
—Para ir terminando, ¿qué te gustaría decirle a tus fans en España y América Latina?
Bueno, primero quería agradecerles por escuchar y por darnos una oportunidad, porque sabemos que lo que hacemos no es algo que interesaría a una gran cantidad de oyentes, al menos visto en papel. Pero si tienen ganas de probar algo nuevo, con estos niveles de melancolía y valor emocional, y lo intentas con el corazón y la mente abierta, estoy seguro de que descubrirán que tienen más en común con este tipo de música de lo que pensaban, y yo creo que eso es algo hermoso. Y esperamos poder tocar en vivo para ustedes algún día, poder ir a sus hermosos países y poder hacer realidad nuestros sueños personales.
Y tocar muy bien, eso sería espectacular: personalmente no he tocado nunca en Latinoamérica con ningún proyecto, así que me encantaría. Toqué en España una vez en el festival Rock Imperium junto a Pain of Salvation el año pasado, fue la primera vez que toqué en España y fue una experiencia muy genial. Amo la energía de un recital en vivo, el hecho de que la música se siente más colectiva cuando es en vivo, y lo mejor es cuando la audiencia se vuelve otro integrante de la banda con el que dialogas y compartes energía.
Y obviamente las audiencias latinoamericanas son legendarias debido a su habilidad para llevar ese sentimiento. Ha sido un sueño mío por un largo tiempo, y esperemos que se dé… aunque sospecho que si Silent Skies toca en vivo no habrá muchos gritos ni vítores. ¡Lo más seguro es que estarán cantando más fuerte que nosotros a ese punto! (Risas)
Aunque ambos vinieran del mundo del metal progresivo, con el estadounidense Vikram Shankar siendo guitarrista en Meridian y el sueco Tom Englund siendo el cantante, guitarrista y líder de las leyendas progresivas oscuras Evergrey, sería el poder de la Internet y la búsqueda de nuevas sonoridades la que permitiría que los caminos de ambos músicos se cruzaran. El resultado de esto sería primero Silent Skies, un proyecto donde la voz de Englund se encuentra con el piano y otras sonoridades en las antípodas del metal, y más tarde la incorporación de Shankar como tecladista a los progresivos estadounidenses Redemption, a poco de la entrada de Englund a la formación.
Pero los músicos no se olvidan de este dúo tan particular que dio comienzo a sus colaboraciones, y el 1ro de septiembre tendrán en la calle Dormant, su tercer álbum de estudio y el que es, según sus propias palabras, el disco más diverso que hayan hecho hasta el momento. Es por eso que nos contactamos con Vikram Shankar para tener de su parte toda la información necesaria para entender el viaje emocional que plantea este nuevo trabajo del dúo sueco-estadounidense.
—Vikram, es un gran honor poder hacerte esta entrevista. Y veo que estás con todos tus teclados e instrumentos…
Sí, ¡es la cueva nerd!
—Estás involucrado en una gran cantidad de proyectos aparte de Silent Skies, sos un tipo bastante ocupado. ¿Cómo vienen las cosas?
Todo viene muy bien. Como sabrás estamos a dos semanas de la salida del disco así que las cosas están un tanto frenéticas, pero está bueno tener estos momentos en casa antes de que salga el álbum. Ha estado en nuestro mundo por tanto tiempo y ahora por fin tendrá su lugar en el mundo. Podremos escuchar lo que todos piensan acerca de él, tener estas entrevistas y hablar con los periodistas y ver cómo interpretan las cosas. A veces interpretan las cosas de una forma que nos ayuda a entender y a recibir una perspectiva fresca a partir de hablar acerca de la música.
—Esa es una opinión interesante, porque estás tanto tiempo trabajando en un álbum que terminás desarrollando una relación con él. Y eso hace que sea difícil de juzgar.
Eso siempre pasa, y el proceso de este álbum fue más profundo y obsesivo que el del último. Para el final estaba orgulloso, pero mientras tanto fue trabajoso y arduo, y hubo momentos de tensión porque estábamos tratando de hacer las cosas tan bien como pudiéramos. Nos ponemos la vara tan absurdamente alta haciendo este disco y tenemos cada detalle analizado a un punto que es importante tener esa perspectiva.
—¿Cómo describirías a Dormant en un par de palabras?
Diría que es dinámico, expansivo e inmersivo. Y por supuesto melancólico, porque siempre haremos las cosas con ese dejo melancólico, pero creo que el mundo sonoro se ha expandido de una manera bastante drástica comparado con el primer y segundo álbum. Hay más elementos, los momentos bien arriba están más arriba, los momentos bajoneros son más bajoneros, los momentos silenciosos son más íntimos, los momentos ruidosos son más explosivos, hay una expansión en básicamente cada dirección desde donde comenzamos.
—¿Cómo es el proceso detrás de las canciones? ¿Ha cambiado desde el primer álbum?
De algunas maneras ha cambiado. Mi proceso personal comienza en los instrumentos y es muy particular, porque tengo una relación muy cercana con los instrumentos, es casi espiritual. Siento que los instrumentos tienen almas, y que cada instrumento tiene algo particular que busca y que necesita decir, y yo trato de mantenerme en contacto con mis instrumentos cuando los toco, los encuentro muy inspiradores. Para Nectar y para este álbum muchas de las canciones comenzaron en el “piano de fieltro”, que es un piano particular que crecí tocando, aprendí a tocar el piano en este instrumento en la casa de mis padres a 500 millas de aquí.
Cada vez que me siento frente a ese instrumento algo muy especial sucede, y sé que si me siento a las ocho de la mañana y prendo el grabador para la noche puedo tener todo un disco escrito. Y eso ocurre a veces de esa manera, pudo tener seis o siete canciones que quedaron en el álbum en un solo día de sentarme frente al piano de fieltro. Hay algo muy especial acerca de ese instrumento, no sé qué es pero esa cosa de confiar y que el instrumento desde el mismo comienzo del proceso sea tan intuitivo y fácil, porque no es que estoy tratando de forzar las cosas sino que sólo quiero que las cosas ocurran de manera natural. Ahí es siempre donde comienza el proceso, aunque ha evolucionado bastante porque cuando hicimos nuestro primer álbum Satellites yo básicamente grababa un demo instrumental, se lo mandaba por e-mail a Tom para que grabara algunas voces y haríamos algunos cambios y era absurdamente ineficiente.
Comenzando con Nectar empezamos a trabajar más por Zoom, haciendo las cosas en tiempo real, así si teníamos que refinar algo lo hacíamos en el momento, en quince minutos le mostraba el resultado y era mucho mejor que mandarle un mp3 y esperar toda la noche para que me respondiera o cosas por el estilo. Y el proceso se volvió más interconectado trabajando en Dormant, pasamos tanto tiempo juntos en Zoom, trabajando los detalles, desarrollando cosas y demás. Estamos metidos en el mundo del otro, por lo que yo paso más tiempo trabajando el aspecto vocal y él pasa más tiempo trabajando el aspecto instrumental. Pasamos mucho tiempo trabajando en las voces juntos, las melodías y las letras. Creo que por ser hablante nativo de inglés Tom confía en cómo expresaría las cosas.
Debido a eso las canciones se desarrollaron de manera muy orgánica entre la música y las letras desde el comienzo. Crecieron como flores silvestres, y me refiero específicamente a las flores silvestres porque crecen de maneras impredecibles, no siempre puedes anticipar dónde van a salir, en qué dirección, y esa es la manera en la que crecen nuestras canciones: no tenemos idea de dónde van a terminar, simplemente hay que estar atento al proceso y tratar de no interrumpirlo. Si la canción quiere ir en cierta dirección creo que es importante dejarla que vaya para ese lado.
Es por eso que en este álbum pasan cosas muy extrañas: por mencionar algunas en la canción “Just Above The Clouds” toco el shakuhachi, una flauta japonesa, y en el séptimo track (“The Real Me”) toco la mandolina. En cada canción toco algo de guitarra eléctrica, y en esa séptima canción hay mucho vocoder y efectos vocales que nunca habíamos usado antes. Estamos buscando empujarnos y ser abiertos a lo que la canción quiera hacer, si quiere hacer un giro a la izquierda que no nos esperábamos que lo haga. Creo que por eso el álbum se siente todo lo diverso y dinámico que es, porque queremos hacer todas estas cosas diferentes y dejamos que ocurran, no tenemos esos límites arbitrarios donde ponemos una pared y decimos que tal cosa no encaja y que por eso no lo haremos. Eso no es algo que digamos muy seguido, porque generalmente si estamos inspirados para hacer algo encontramos la manera para hacerlo.
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—Recuerdo cuando estaba escuchando el primer disco Satellites, que mencionaste antes, y se sintió… No sé si es porque estábamos en medio de la pandemia, que es una época que no queremos recordar porque era horrible, y obviamente el primer single había sido un año antes de eso en 2019, pero escuchándolo en medio de la pandemia se sintió como un proyecto muy del estilo de esa época. O sea, era muy minimalista sólo con el piano y las voces, además de haber trabajado por Internet, pero ahora tienen un sonido mucho más diverso.
Lo interesante acerca de Satellites es que estaba completamente terminado mucho antes de la pandemia. Salió en 2020 pero lo habíamos terminado en 2018, pero perfectamente lo podríamos haber hecho en la pandemia, porque lo hicimos todo enteramente virtual con excepción de que el piano de cola lo grabé en Gotemburgo: viajé allí para grabar con un piano Steinway de nueve pies, la única vez que hemos usado un piano de cola de conciertos, siendo que desde esa vez hemos usado el piano de fieltro, que tiene un sonido muy diferente. Eso ha definido nuestra transición en muchos aspectos, porque a pesar de que el álbum lo hicimos antes de la pandemia el flujo de trabajo fue muy “pandémico” y distante con sus transferencias de archivos y los clichés de los proyectos modelos hechos con intercambios de archivos.
Aunque no necesariamente tienen que salir de esa manera, muchos de estos proyectos se pueden sentir un tanto distantes, como si fueran dos elementos que fueron puestos uno encima del otro pero sin esa idea unificada de que parezcan hechos de manera conjunta. Trabajamos mucho para que todo se sienta unificado, y aunque no lo grabamos juntos en persona en el mismo lugar siempre quisimos que se sintiera de esa manera. Creo que una manera que lo logramos es que pasamos tanto tiempo juntos componiendo la música, produciéndola y dejándola que crezca, hablando un montón entre nosotros sobre diferentes cosas, entendiendo el mundo del otro y permitiendo que el álbum se vaya desarrollando entre los dos de manera orgánica: incluso si no terminamos grabando el producto final, estar sentados uno con el otro en la misma habitación es como si hubiéramos estado en el mundo del otro todo este tiempo. Así que tiene esa experiencia unificada, que se vuelve más unida con cada álbum. Así que hemos aprendido un montón trabajando en Silent Skies.
—Parece que aprendieron mucho de Silent Skies. Sé que tienes y colaboras con muchas bandas diferentes pero aprendiste mucho de este proyecto no-metalero.
Sí, o sea el metal fue algo que llegó mucho más tarde a mi vida musical, para ser honesto. En realidad no escuchaba nada que no fuera música clásica europea, o mejor dicho música clásica occidental, hasta que tuve 12 o 13 años. Estaba puramente metido en la música clásica hasta ese momento, y cuando comencé la secundaria mi universo explotó en cada dirección, me obsesioné con el jazz, me obsesioné con el rock, el metal y la electrónica, todo eso era nuevo para mí y era muy emocionante. Pero siempre estuve interesado en hacer metal como una suerte de “forastero”, y se nota cuando hago música metal con otros artistas o cuando hago covers, que solían ser una parte muy importante de lo que hacía y que fue la manera en la que conocí a Tom en primer lugar aunque ya no los haga tanto. Pero creo que el principio sigue estando de que mi musicalidad sale de mi crianza clásica y de todo el tiempo que pasé tocando jazz, y también la manera en la que me acerco al piano viene de esas dos tradiciones.
Así que sea que esté tocando con Silent Skies, que no es metal, o esté tocando con Pain of Salvation, que de cierta manera son una banda de metal o al menos de rock/metal, siento que lo hago de una manera diferente a lo que haría alguien que nació y se crió tocando metal. No digo que sea mejor, diría que es peor a veces, pero es honesto: simplemente significa que a fin de cuentas hago lo que siento al tocar. Si me das siete notas y me dices que las toque creo que lo haré de una manera que la reconocerás como mía, pero probablemente no las toque tan rápido como otros. Porque todo ese costado súper técnico de las cosas solía ser una obsesión para mí pero es algo en lo que he pensado mucho durante los últimos cuatro o cinco años, y ahí creo que Silent Skies ha sido una parte importante porque me alienta a pensar en la música de una manera diferente, me lleva a pensar en el minimalismo antes todo y a elegir cada nota de manera muy cuidadosa. Y también me alienta a pensar en la textura y el color del sonido, el ambiente y todas las formas diferentes de hacer interesante la música.
Es así que he estado haciendo música cada vez menos técnica y más aventurada sónicamente, con Dormant siendo ejemplo de ello donde no estoy tocando tantas notas como habría tocado diez años atrás. O incluso en Satellites, que tenía estos pasajes virtuosos de piano. Pero estoy explorando mucho más en cuanto a los sintetizadores y las guitarras y la manera en la que proceso la música en la computadora pero también en cuanto al hardware y los teclados: Silent Skies me lleva a encontrar otras maneras de expresarme, algo que me gusta mucho.
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—Mencionaste antes las canciones covers, que obviamente son una parte enorme en el mundo del jazz. En Silent Skies ya habían grabado antes un cover, “Here Comes The Rain Again” de Eurythmics, y para este nuevo álbum incluyeron covers de Linkin Park, Iron Maiden y Bruce Springsteen. Estos no son la clase de artistas en los que pienso al hablar sobre Silent Skies, y tampoco tienen mucho que ver uno con otro. ¿Cómo decidieron grabar estas canciones?
Sí, esa fue la idea. No son canciones obvias para el universo de Silent Skies, pero lo que sí tienen en común con nosotros, y que es algo que está en el epicentro de lo que hace a estas canciones, es que tienen algo emocional que hizo que a Tom y a mí nos llamara la atención, alguna clase de tendencia emocional, algún elemento de la historia lírica tal vez.
En estas tres es algo muy potente, pero en todos estos casos la música alrededor te puede despistar en cuanto a lo emocionalmente potentes que son. Es el mismo caso con “Here Comes The Rain Again”, que es una canción triste con un barniz extremadamente ochentoso. Como poner un ejemplo, “The Trooper” es una canción que creo que todo fan de Iron Maiden identifica con las voces enormes de Bruce Dickinson y con las guitarras galopantes, la energía pura y la emoción de esa canción icónica, pero toda la historia lírica es extremadamente trágica. Y creo que estoy conjeturando yo acá pero siento que muchos fans de Iron Maiden puede que no siempre se estén enfocando en eso cuando escuchan la canción, debido a la energía de todo lo que tiene, y honestamente es una canción divertida y estimulante, pero las letras no son ni tan divertidas ni tan estimulantes: son extremadamente tristes. Entender esto hizo que Tom y yo sintiéramos que traer la canción a nuestro panorama musical llevaría esa emoción al frente y no se vería oscurecida por todo lo demás, la gente podría enfocarse en la esencia emocional detrás y tal vez incluso escuchar la original de una manera diferente.
A partir de eso se convierte en una tarea creativa muy divertida la de tomar la composición de otro y aplicar tu propia creatividad, como si estuvieras componiendo esta canción, tuvieras estas letras y estos acordes: ¿cómo te gustaría expresar estas ideas? Y eso es fácil para mí, me es más difícil replicar un cover original con todos sus matices: simplemente dejo que mi creatividad fluya, porque creo que eso se me viene natural, es una expresión de mí mismo y de lo que estoy sintiendo comparado con tratar de expresar lo que otro está sintiendo. Eso presenta un desafío único que no tienen cuando tocas tu propia música, y puede ser muy gratificante mostrarle esa canción a fan de Iron Maiden y que te digan: “Guau, nunca me había dado cuenta de que esta canción era tan hermosa”, o algo por el estilo.
Es la recompensa definitiva que puedes recibir de hacer un arreglo como ese, que la gente entiendo que no estamos tratando de faltarle el respeto a Iron Maiden, sino que tratamos de mostrar que son genios todavía más grandes que lo que les dan crédito, porque lograron hacer algo tan hermoso pero al mismo tiempo tan interesante y tan poderoso. Eso siempre es divertido.
—Mencionaste ese sonido melancólico de Silent Skies, que siempre suelo relacionar mucho, obviamente, con Evergrey, la banda de Tom, porque todas sus canciones son bastante oscuras y melancólicas. En tu opinión, ¿qué es lo que guía a tu música?
Creo que tanto para Tom como para mí, lo básico es algo que me gusta llamar “honestidad radical”: la idea de que cuando nos sentamos a escribir para Silent Skies, y estoy seguro de que Tom hace lo mismo cuando se sienta a escribir para Evergrey, toda la idea es mirarse frente a un espejo y escribir música que refleje lo que ves. La música es un reflejo de quienes somos, de quiénes queremos llegar a ser y de lo que vemos en nosotros mismos: lo que nos gusta, lo que no, nuestras luchas y nuestras historias. Nuestros demonios personales, nuestros demonios culturales también, y los demonios universales con los que lidiamos.
La música se vuelve un reflejo radicalmente honesto de eso, y creo que eso es lo más importante porque la honestidad es tan importante para mí, porque siento por un lado que si no estoy haciendo música que es radicalmente honesta entonces creo que no sale tan bien. Creo que la mejor música que puedo hacer es música que sea un reflejo honesto de quien soy yo emocional y musicalmente, las cosas que me gustan, las que me inspiran y que me siento inspirado a hacer. Nuestra música es simplemente un reflejo de eso en un nuevo nivel.
Siendo que la honestidad radical es genial porque… digamos que fueras un fan y que estás pasando por un momento complicado, y escuchas a alguien en una canción y es un artista que escuchas siendo radicalmente honesto acerca de sus propias luchas. Es entonces que entiendes que no estás solo, que lo que estás sintiendo no te hace un raro o un paria, que no hay nada malo con eso, que no “saliste mal”, que esta persona está pasando por lo mismo. Lee sus letras, mira cómo está lidiando con ello, cómo lo expresa y puedes encontrar solidaridad, un punto en común. Y puedes encontrar inspiración acerca de cómo podrías lidiar con lo mismo, y es lo mismo fuera de la música: si ninguno de nosotros habla acerca de sus problemas mentales, si todos pretendemos que estamos todos bien y nadie admite que tienen algo malo, entonces los que tienen problemas se van a sentir todavía más raros: “¿Soy el único que está lidiando con esto? El mundo está tan bien hecho y yo tengo tantos problemas”.
Pero cuando la gente es radicalmente honesta con otros puedes entender que algún tipo de comunidad, que no estás solo. Creo que necesitamos eso en la sociedad, y siento que es lo que estoy haciendo con mi música, porque me gusta ayudar a la gente y que la música es mi herramienta para ayudar. Otras personas tienen otras herramientas y deberían usarlas si se sienten tan inspirados, pero yo quiero hacerlo a través de la música. Y si estoy siendo honesto y transparente sobre mis problemas y si Tom y yo juntos lo hacemos entonces tenemos la habilidad de ayudar a algunas personas, y creo que eso es lo más grande que puedes querer hacer como un artista, el ayudar a la sociedad de alguna manera.
Y quiero decir esto, porque a veces la gente me mira rara por esto: no hay motivaciones equivocadas al momento de hacer música. Muchos de mis amigos hacen música sólo para satisfacer su ego y no les importa lo que la gente diga y eso está genial, siendo honesto. Es una forma perfectamente válida de hacer música, pero a mí me gusta hacer música que tenga un rol y que haya un diálogo con mis oyentes, que haya una comunicación con ellos, que cuando escuchen mi música no sea yo dándoles respuestas, sino que quiero provocar que hagan preguntas. Que escuchen nuestras música y que comiencen a hacerse preguntas a si mismos que sean transformativas, y ayudarlos con ese proceso de sanación.
¿Sabes? Están todas estas cosas en las que pienso pero no me obsesiono, porque si yo comienzo a obsesionarme con mis oyentes entonces empiezas a comprometer lo que haces y se da un poco como una paradoja: es una cuerda floja por la que debes caminar, el estar al tanto de la responsabilidad social, pero también entender que sólo siendo honesto contigo mismo puedes lograr esa responsabilidad social.
—Silent Skies se ha mantenido exclusivamente como una banda de estudio. ¿Tienen planes de dar recitales en vivo a futuro?
¡Definitivamente! Creo que durante nuestra existencia siempre hemos tenido alguna barrera para poder lograrlo. La más grande fue la pandemia global que detuvo todo durante un par de años. Esa ya no es una excusa que podamos invocar en estos días, pero siempre hay obstáculos: Tom tiene una vida tan ocupada, estando al frente de Evergrey, y esta es una parte de lo que hago como músico también, así que hacer que todo esto funcione es un desafío.
Pero también somos muy particulares en cuanto a cómo queremos presentarnos y queremos que un show de Silent Skies sea especial, queremos evocar el mismo universo que se aparecería te sientas en tu habitación, te pones los auriculares y cierras los ojos. Queremos que las cosas sean igual de poderosas, y se agrega la complicación de que a pesar de que seguimos siendo nosotros dos el mundo sonoro de Dormant es lo más amplio que ha sido hasta ahora, así que para poder tocar esta música en vivo necesitaríamos seis, siete u ocho músicos.
Necesitaríamos un baterista, alguien a cargo de todos los bajos, uno o dos tecladistas, al menos un instrumento de cuerda y tal vez dos, y definitivamente un guitarrista. Así que comienza a crecer muy rápido la orquesta para que la música se dé, pero dicho eso ha sido un sueño desde hace años, y definitivamente queremos convertir ese sueño en realidad lo más rápido que podamos. Así que siempre estamos hablando sobre eso, tratando de encontrar maneras para que funcione, y tenemos la esperanza de que algún día se dará.
—Para ir terminando, ¿qué te gustaría decirle a tus fans en España y América Latina?
Bueno, primero quería agradecerles por escuchar y por darnos una oportunidad, porque sabemos que lo que hacemos no es algo que interesaría a una gran cantidad de oyentes, al menos visto en papel. Pero si tienen ganas de probar algo nuevo, con estos niveles de melancolía y valor emocional, y lo intentas con el corazón y la mente abierta, estoy seguro de que descubrirán que tienen más en común con este tipo de música de lo que pensaban, y yo creo que eso es algo hermoso. Y esperamos poder tocar en vivo para ustedes algún día, poder ir a sus hermosos países y poder hacer realidad nuestros sueños personales.
Y tocar muy bien, eso sería espectacular: personalmente no he tocado nunca en Latinoamérica con ningún proyecto, así que me encantaría. Toqué en España una vez en el festival Rock Imperium junto a Pain of Salvation el año pasado, fue la primera vez que toqué en España y fue una experiencia muy genial. Amo la energía de un recital en vivo, el hecho de que la música se siente más colectiva cuando es en vivo, y lo mejor es cuando la audiencia se vuelve otro integrante de la banda con el que dialogas y compartes energía.
Y obviamente las audiencias latinoamericanas son legendarias debido a su habilidad para llevar ese sentimiento. Ha sido un sueño mío por un largo tiempo, y esperemos que se dé… aunque sospecho que si Silent Skies toca en vivo no habrá muchos gritos ni vítores. ¡Lo más seguro es que estarán cantando más fuerte que nosotros a ese punto! (Risas)