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Bane en Buenos Aires: “No es la caída lo que importa, sino el levantarse”
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Fotografia de portada: Cuervodeth (Gentileza: Metal-Argento)

Allá por 2016 los hardcore estadounidenses Bane habían puesto fin a su carrera con una serie de conciertos coronada por una enorme presentación en The Palladium, recinto ubicado en su ciudad natal de Worcester, Massachusetts: la separación se dio tras más de dos décadas como una de las bandas más prominentes del hardcore punk estadounidense, y parecía a primera vista definitiva. Pero esa misma escena tiene una gran cantidad de ejemplos de bandas que han vuelto un par de años después de decir que no iban a tocar juntos nunca más, y una banda tan esencial como Bane no podía quedarse afuera de semejante tradición, aunque el contexto en el que se diera esto fuera mucho más trágico de lo común.

En 2019 se le detectó un cáncer pancreático al ex bajista Brendan “Stu” Maguire y luego de dos años de tratamiento se determinó que era terminal, así que Bane anunciaron un concierto en apoyo a su amigo que se convirtió en uno de apoyo a la familia tras la muerte de Stu el 27/6, pocos días antes de la fecha pactada. Esta fecha era algo de una sola vez, pero parece haberles dado suficiente empuje para que en 2023 anunciaran una fecha más que se convirtió en dos por las entradas agotadas en un par de horas, después en un puñado de fechas en festivales estadounidenses y ahora en 2024 una gira por Europa y otra por Latinoamérica. Luego de su presentación en el House of Legends de São Paulo, Bane hacía parada en Buenos Aires para alegría del enorme público hardcore argentino.

Sin embargo, las cosas no saldrían del todo como se esperaban. Énfasis en “del todo”.

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Bane es considerada como parte del movimiento “straight edge” en contra del uso de drogas y alcohol, más por las ideas de los miembros que porque sea una temática prominente en sus letras aunque hagan varias referencias a ello. Así que no sorprendió que, al llegar a Uniclub en la helada noche del domingo 11/08, tanto dentro como en los alrededores se podía ver a muchos punks con remeras con logos con muchas “X” y también “X” marcadas en el dorso de las manos, el símbolo más prominente de este movimiento. 

Por otro lado también se podía ver a otra gran cantidad tomando cerveza y fumando de una manera cero straight edge, a veces con ambos grupos mezclados: como dijo el cantante de Nunca Fue Fácil durante su set telonero, la idea no es andar imponiendo divisiones entre la gente, una actitud sumamente positiva considerando la fama sectaria y hasta violenta que muchas veces se le ha dado al movimiento. 

Y hablando de NFF, el quinteto habrá lidiado con un público un tanto estático (aunque siempre respetuoso), pero mostró una tremenda energía durante su presentación incluso con los problemas que suelen presentarse a cualquier banda que quiera moverse con más de cuatro personas arriba del escenario de Uniclub, incluso si pudieron usar el espacio tradicional de batería en vez de tener que poner un segundo set enfrente, como suele pasar. NFF se encuentra regresando de un periodo de inactividad y lo hizo a puros guitarrazos y gritando consignas a diestra y siniestra, con canciones como “Las Distancias”, “Lamento Decirte” y sus covers de “Straight Edge Revenge” de los Project X y “Straight Edge” de las leyendas Minor Threat, a lo que suman “Borde Recto”, homenaje a todo el movimiento. Durante el recital se pudo conseguir su disco homónimo en sendos cassettes, manteniendo la estética y compromiso de la escena.

Pocos minutos después salieron a escena los Mariscal X, una de las bandas más particulares con las que me haya cruzado en cualquier recital. Esto se da no sólo por la inusual temática centrada en el fútbol americano (inspirada en el grupo Ten Yard Fight), sino también por la presencia de Federico “Pelusa” Inchausti en las voces, el primer chico de 12 años que veo al frente de una banda hardcore. Hijo de Pauli y Fedex (ex cantante de Reconcile) de los Distante, Pelusa pone sus gritos al frente de canciones como “Línea Ofensiva” y “Fuera de Juego”, con un set bastante corto en cuanto a minutos pero lleno de intensidad donde repasaron su EP Una Yarda Más. Una propuesta extrañísima pero muy interesante y entretenida incluso para alguien que nunca haya tocado una pelota que no tuviera forma esférica.

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Uniclub se encontraba sumamente ocupado: no sé si al nivel de lo que fuera Discharge en 2022, pero era muy complicado moverse entre la multitud. A las 20:55 se abrió el telón y pudimos escuchar las primeras notas de parte de Bane, con el cantante Aaron Bedard aprovechando cada momento para moverse de lado a lado arriba del escenario. El público enfrente estaba encendido, con la gente cantando cada letra y/o participando del moshpit que se había desatado en medio de la audiencia.

Bedard aprovechó una pausa para agradecer a todos los que se habían hecho presentes, recordando que la última visita de la banda se había dado hacía ya 10 años (11 de noviembre de 2014 en el Salón Pueyrredón de CABA), y apelar un poco a la demagogia, diciendo que Buenos Aires era uno de los destinos que más pensó que iba a extrañar con la separación de Bane, antes de dar comienzo a “Superhero”, que tuvo a la gente delirando entre la catarata de riffs por parte de la banda: Aaron Dalbec y el pelilargo Zack Jordan (con una gran remera de …And Justice For All) son un dúo brutal en las seis cuerdas, acompañados por el bajista James Siboni y el baterista Bob Mahoney. También tendríamos a Bedard señalando una camiseta de Tom Brady (leyenda del fútbol americano) entre la gente.

No sería la única comunicación con el público, porque llegó un punto donde Bedard se sacó de la galera un discurso de presentación del clasicazo “Non-Negotiable”, hablando sobre que hay cosas de la vida donde uno deberá hacer compromisos pero otras donde las ideas no se negocian: dar esas explicaciones detrás de las canciones es un clásico del hardcore y puede llegar a ponerse un poco cómico si la explicación previa a la canción termina siendo más larga que la canción en sí, pero también demuestra la dedicación que estos músicos tienen con respecto a sus ideas, dando inicio a otra patada punk al pecho. 

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Pero fue a poco de esto que se dio el primer revés de la noche, porque a poco de comenzar esa canción se cortó no sólo el sonido, sino también las luces del escenario. En medio de la oscuridad, Mahoney estuvo unos segundos manteniendo el ritmo, como para que la energía no decayera, mientras el público se ponía a cantar la letra de la canción al mismo tiempo que se intentaba arreglar el problema del sonido. Pero con el paso de los minutos quedó claro que las cosas no iban a ser tan fáciles (alguno podría decir que nunca fue fácil) y se decidió cerrar el telón del escenario por el momento. 

Aunque hubo algunos gritos para que los técnicos se fueran apurando, la enorme mayoría de los presentes decidió que era buen momento para chequear si había algún mensaje nuevo en el celular y/o para ponerse a hablar de cualquier otra cosa con el de al lado: cuando escuchás a la gente hablando de la vuelta de Gallardo a River del sábado anterior, te queda claro que la espera estaba haciendo mella, sobre todo sin alguna certeza de si el concierto iba a seguir o cancelarse, algún anuncio o siquiera algo de música de fondo como se acostumbra en las esperas entre bandas.

La pausa se terminó extendiendo durante 40 minutos, hasta que a las 21:59 pudimos ver cómo volvía a abrirse el telón de Uniclub y a las 22:05 comenzaba a sonar el acople de la guitarra, marcando la vuelta de Bane al escenario. En vez de arrancar de vuelta con “Non-Negotiable”, los estadounidenses decidieron seguir con la lista y dar rienda suelta a “Count Me Out”, no sólo otro clásico de la banda sino también un himno straight edge, con Bedard haciendo el símbolo de la “X” en un par de ocasiones y el público correspondiendo mientras se estaba otro circle pit entre la gente, demostrando que la espera sólo los había puesto más ansiosos.

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Sin dejar mucho para descansar, Bane siguieron la seguidilla de clásicos con “Can We Start Again”, incluso ordenando que se armara otro circle pit durante la canción. Al terminar y mientras agradecía a todos por la paciencia que habían tenido mientras arreglaban el problema de sonido, alguien del público se acercó a la banda para informar que a uno de los fans le habían robado un celular directamente del bolsillo, lo que llevó a los de Bane a hacer otra pausa, amenazando con que no volverían a tocar hasta que apareciera el celular, y con Bedard diciendo que “no podían creer que tuvieran que andar explicando lo horrible que es andar robando en un recital hardcore”. 

Esta segunda pausa fue menos prominente: cinco minutos después Bane decidieron continuar, como para que el público que nada tenía que ver no se viera perjudicado. “Swan Song” fue la elegida para continuar esa noche accidentada, con Zack Jordan cantando las líneas finales. 

Mientras arreglaban unos cables, Bedard aprovechó para contarle a la gente la aventura que había sido la gira hasta el momento a pesar de que sólo habían dado dos recitales: tres vuelos con retrasos para llegar a Brasil, apenas una hora después de esa fecha para armar las cosas e irse al aeropuerto, pasaportes olvidados en el hotel por los que tuvieron que mandar un Uber a buscarlos y haber quedado atrapados en un ascensor fueron apenas un par de las cosas que el cantante relató sentado en el escalón del escenario. El cantante lo acompañó diciendo que no creía en un dios, pero si había uno “seguro tenía algo en contra de ellos”, con una sonrisa de por medio.

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“Calling Hours” sería la siguiente, una de las canciones más melódicas y coreables de la discografía de Bane y con Zack Jordan encargándose de las voces principales: mucho crowd surfing, cantante invitado para todo un verso y la bajista de Mariscal X subiéndose para unos coros. 

La banda se retiró del escenario, pero volvió aunque sea para dar una canción más, una que mereció otro discurso de parte de Bedard hablando sobre no darse por vencido y preocuparse no por el fracaso sino por volver a levantarse, lo cual bien podría ser un resumen de la fecha. Fue así que dieron comienzo a “Ali v. Frazier I”, otra canción infaltable de los conciertos de Bane y otra que tuvo a la gente coreando junto a la banda, demostrando cuánto significa este grupo para sus fans. Fue así que se terminó esta fecha tan particular, con aplausos y muchos apurándose a poder salir a una Buenos Aires helada mientras otros se quedaban hablando con los miembros de la banda.

El cuarto concierto de Bane en Argentina bien podría calificarse como “un desastre”, ciertamente: sin contar la pausa más larga el quinteto habrá arañado apenas la hora de presentación, y a eso hay que sacarle las otras pausas por problemas técnicos y delictivos. Pero el comportamiento tanto de ellos como de las bandas teloneras y de mucha de la gente demostró también muchas de las mejores cosas de las que la escena hardcore gusta jactarse, como su sentido de unidad y comunidad ante las adversidades y la camaradería entre artistas y fanáticos. Si alguno se fue insatisfecho no lo culpo, pero cuando las cosas estaban en orden Bane demostraron que los años no les han sacado la energía. y espero que a futuro podamos verlos dando la revancha en los escenarios porteños ya en mejores circunstancias de las que se presentaron el domingo en Uniclub.

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Bane en Buenos Aires: “No es la caída lo que importa, sino el levantarse”
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Fotografia de portada: Cuervodeth (Gentileza: Metal-Argento)

Allá por 2016 los hardcore estadounidenses Bane habían puesto fin a su carrera con una serie de conciertos coronada por una enorme presentación en The Palladium, recinto ubicado en su ciudad natal de Worcester, Massachusetts: la separación se dio tras más de dos décadas como una de las bandas más prominentes del hardcore punk estadounidense, y parecía a primera vista definitiva. Pero esa misma escena tiene una gran cantidad de ejemplos de bandas que han vuelto un par de años después de decir que no iban a tocar juntos nunca más, y una banda tan esencial como Bane no podía quedarse afuera de semejante tradición, aunque el contexto en el que se diera esto fuera mucho más trágico de lo común.

En 2019 se le detectó un cáncer pancreático al ex bajista Brendan “Stu” Maguire y luego de dos años de tratamiento se determinó que era terminal, así que Bane anunciaron un concierto en apoyo a su amigo que se convirtió en uno de apoyo a la familia tras la muerte de Stu el 27/6, pocos días antes de la fecha pactada. Esta fecha era algo de una sola vez, pero parece haberles dado suficiente empuje para que en 2023 anunciaran una fecha más que se convirtió en dos por las entradas agotadas en un par de horas, después en un puñado de fechas en festivales estadounidenses y ahora en 2024 una gira por Europa y otra por Latinoamérica. Luego de su presentación en el House of Legends de São Paulo, Bane hacía parada en Buenos Aires para alegría del enorme público hardcore argentino.

Sin embargo, las cosas no saldrían del todo como se esperaban. Énfasis en “del todo”.

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Esta segunda pausa fue menos prominente: cinco minutos después Bane decidieron continuar, como para que el público que nada tenía que ver no se viera perjudicado. “Swan Song” fue la elegida para continuar esa noche accidentada, con Zack Jordan cantando las líneas finales. 

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El cuarto concierto de Bane en Argentina bien podría calificarse como “un desastre”, ciertamente: sin contar la pausa más larga el quinteto habrá arañado apenas la hora de presentación, y a eso hay que sacarle las otras pausas por problemas técnicos y delictivos. Pero el comportamiento tanto de ellos como de las bandas teloneras y de mucha de la gente demostró también muchas de las mejores cosas de las que la escena hardcore gusta jactarse, como su sentido de unidad y comunidad ante las adversidades y la camaradería entre artistas y fanáticos. Si alguno se fue insatisfecho no lo culpo, pero cuando las cosas estaban en orden Bane demostraron que los años no les han sacado la energía. y espero que a futuro podamos verlos dando la revancha en los escenarios porteños ya en mejores circunstancias de las que se presentaron el domingo en Uniclub.

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