

El viernes 18 de abril tuve el privilegio de asistir a un nuevo ritual blasfemo de la mano de Ancient, una de las leyendas vivas del black metal noruego. Agradezco a Leo y Néstor de Heresy por la buena onda de siempre, la correspondiente acreditación y por hacer posible este evento para todos los amantes del “metal oscuro”.
El Bula abriría sus puertas para dar lugar a una jornada que destilaba underground en su forma más pura. Un sótano que alberga aproximadamente 200 personas fue el elegido para simular el aura de aquellos años, cuando la escena del black metal y el famoso “inner circle” daban sus primeros pasos. Una turba oscura de metaleros fue llegando poco a poco y copando el lugar. Acá podría hacer un alto: entre el público se pudo observar a quienes conocían de antemano la obra del autor, a los curiosos que aprovecharon el 2×1 en entradas y no quisieron perderse una banda de black metal europea, y a los que asisten a cuanto evento under aparece. Ahí estaban todos, compartiendo una cerveza, una charla, preparándose para otra lección de violencia.
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Una vez dentro, me ubiqué a un costado del escenario, donde arrancaba la performance de Rhaug. ¡Wooow, vaya sorpresa! No tenía conocimiento de lo que practicaban —sí del renombre— y debo confesar que quedé alucinado. Tocan un black sinfónico similar a Emperor, con un sonido compacto e intenso que te mantiene atento a cada uno de sus riffs, atmósferas y pasajes que se te quedan grabados en la cabeza. Bastante recomendables y, en general, más que bien aceptados por la gente con la que pude charlar luego del set.
El segundo acto fue para Dios Serpiente, el proyecto de metal experimental a cargo de Leandro Buceta. Con algunos inconvenientes iniciales en el micrófono y algo de retraso, comenzaría con todo su poder. Con sonidos emitidos desde una pista pregrabada, una guitarra que lo acompañó durante todo el set y su bajo, entregaron un mini set lleno de oscuridad, con ritmos densos que mezclaban sludge, doom y hasta algo de drone. Lamentablemente, el sonido saturado no lo acompañó, pero lo dejó todo en el mini escenario del lugar.
La tercera banda —y última antes del acto principal— fue Gloriam Satanas, otra banda desconocida para mí y relativamente nueva, que cuenta con un disco editado en 2022 titulado There Above, Here Below. Los integrantes subieron al escenario y sorprendieron con toda su parafernalia: cuero, corpse paint, muñequeras y espinilleras repletas de pinchos largos, huesos y dos cruces invertidas. La propuesta musical circula dentro del trve black con tintes thrasheros, ejecutado con gran precisión. Si bien las canciones no eran necesariamente las más originales ni las que se te quedan grabadas en la cabeza, los muchachos dieron un buen espectáculo. Lo primero que me llamó la atención fue la voz del vocalista: potente y con buen registro. Compartió líricas con el guitarrista, y se complementaron de gran manera.
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Siendo casi las 22, apenas 30 minutos pasadas del horario originalmente pautado, los integrantes de Ancient ajustaban sus “armas” directamente frente al público. No había técnicos, plomos ni asistentes personales: era todo hecho a pulmón y a la vieja usanza.
La legendaria banda, formada en 1992 por Aphazel como único miembro —quien después estuvo de trotamundos por EE. UU., Italia y Grecia— fue acompañada por diversos músicos. En esta oportunidad, el grupo que se presentó aquella noche contó con: Zel en guitarra y voz; el italiano Ivan McSimon en guitarra solista; su compatriota Danilo “Dhilorz” Di Lorenzo en bajo, y el esloveno Jan “Volkun” Martin Dobre en batería. Quien no participó en esta parte de la gira por Argentina fue el brasilero Valério Costa, más conocido como Kaiaphas por lo que, quien tomó el rol de cantante fue el mismo líder del proyecto.
Si bien la banda no ha sacado material en más de nueve años —siendo Back to the Land of the Dead su último registro discográfico, sin contar el compilado de 2022—, volvieron al país para ejecutar los clásicos The Cainian Chronicle (1996) y Svartalvheim (1994) casi en su totalidad. Aphazel portaba su rostro cadavérico y su indumentaria típica, incluyendo la corona, además de su clásico chaleco con remaches decorativos. Con gran personalidad, se adueñó del escenario para transportar al público directamente a las profundidades heladas de la Noruega del siglo XIX.
Aunque la banda no necesitó esforzarse mucho para captar la atención del público, la sonrisa malvada y los ojos penetrantes del líder fluían sobre los presentes mientras interpretaba sus partes. Se pudo observar durante algunos pasajes del show que Zel se quejaba sobre el retorno de su batería, tanto que, rápidamente, los stage managers se ocuparon arduamente de solucionar el problema, cambiando el bafle, mientras el baterista aprovechaba para lucirse con un potente y breve solo.
Las canciones se sucedían una tras otra, con apenas algunos bocadillos del vocalista, manteniendo un ritmo intenso que no daba respiro. En cuanto al público, se mostró bastante tranquilo, sin desbordarse, sin mosh ni movimientos bruscos, limitándose a sacudir la cabeza y, de vez en cuando, levantar sus cuernos al alto. La noche llegó a su fin después de aproximadamente una hora y cuarto de show, donde como cierre interpretaron “13 Candles”, aquella canción de Bathory que fue muy festejada por cada uno de los blackers que nos hicimos presentes en el Bula.
Para destacar lo hecho por cada una de las bandas, quizás la presentación de Dios Serpiente no pegaba con la onda de la fecha, o bien, yo hubiese cambiado el orden del lineup. Pero hablando de la visita internacional en sí, sin dudas quien ganó todas las miradas fue el baterista: el motor ubicado tras la presencia del hombre con la corona de espinas. Cada golpe en su kit retumbó fuerte en nuestro sótano favorito; revoleaba la cabeza cuál ventilador y no paró un segundo de demostrar que su puesto estuvo bien elegido. Por esto, le doy el premio a lo mejor de la noche.
Como reflexión final, tuvimos una muy buena noche del metal más oscuro, ese black metal que nos teletransporta a paisajes helados, bosques silenciosos, catacumbas e historias blasfemas de la mano de una de las leyendas que iniciaron este sonido maldito que tanto nos gusta.
- Rhaug
- Dios Serpiente
- Gloriam Satanas
- Ancient
- Ancient
- Ancient
- Ancient
- Ancient
- Ancient


El viernes 18 de abril tuve el privilegio de asistir a un nuevo ritual blasfemo de la mano de Ancient, una de las leyendas vivas del black metal noruego. Agradezco a Leo y Néstor de Heresy por la buena onda de siempre, la correspondiente acreditación y por hacer posible este evento para todos los amantes del “metal oscuro”.
El Bula abriría sus puertas para dar lugar a una jornada que destilaba underground en su forma más pura. Un sótano que alberga aproximadamente 200 personas fue el elegido para simular el aura de aquellos años, cuando la escena del black metal y el famoso “inner circle” daban sus primeros pasos. Una turba oscura de metaleros fue llegando poco a poco y copando el lugar. Acá podría hacer un alto: entre el público se pudo observar a quienes conocían de antemano la obra del autor, a los curiosos que aprovecharon el 2×1 en entradas y no quisieron perderse una banda de black metal europea, y a los que asisten a cuanto evento under aparece. Ahí estaban todos, compartiendo una cerveza, una charla, preparándose para otra lección de violencia.
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Una vez dentro, me ubiqué a un costado del escenario, donde arrancaba la performance de Rhaug. ¡Wooow, vaya sorpresa! No tenía conocimiento de lo que practicaban —sí del renombre— y debo confesar que quedé alucinado. Tocan un black sinfónico similar a Emperor, con un sonido compacto e intenso que te mantiene atento a cada uno de sus riffs, atmósferas y pasajes que se te quedan grabados en la cabeza. Bastante recomendables y, en general, más que bien aceptados por la gente con la que pude charlar luego del set.
El segundo acto fue para Dios Serpiente, el proyecto de metal experimental a cargo de Leandro Buceta. Con algunos inconvenientes iniciales en el micrófono y algo de retraso, comenzaría con todo su poder. Con sonidos emitidos desde una pista pregrabada, una guitarra que lo acompañó durante todo el set y su bajo, entregaron un mini set lleno de oscuridad, con ritmos densos que mezclaban sludge, doom y hasta algo de drone. Lamentablemente, el sonido saturado no lo acompañó, pero lo dejó todo en el mini escenario del lugar.
La tercera banda —y última antes del acto principal— fue Gloriam Satanas, otra banda desconocida para mí y relativamente nueva, que cuenta con un disco editado en 2022 titulado There Above, Here Below. Los integrantes subieron al escenario y sorprendieron con toda su parafernalia: cuero, corpse paint, muñequeras y espinilleras repletas de pinchos largos, huesos y dos cruces invertidas. La propuesta musical circula dentro del trve black con tintes thrasheros, ejecutado con gran precisión. Si bien las canciones no eran necesariamente las más originales ni las que se te quedan grabadas en la cabeza, los muchachos dieron un buen espectáculo. Lo primero que me llamó la atención fue la voz del vocalista: potente y con buen registro. Compartió líricas con el guitarrista, y se complementaron de gran manera.
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Siendo casi las 22, apenas 30 minutos pasadas del horario originalmente pautado, los integrantes de Ancient ajustaban sus “armas” directamente frente al público. No había técnicos, plomos ni asistentes personales: era todo hecho a pulmón y a la vieja usanza.
La legendaria banda, formada en 1992 por Aphazel como único miembro —quien después estuvo de trotamundos por EE. UU., Italia y Grecia— fue acompañada por diversos músicos. En esta oportunidad, el grupo que se presentó aquella noche contó con: Zel en guitarra y voz; el italiano Ivan McSimon en guitarra solista; su compatriota Danilo “Dhilorz” Di Lorenzo en bajo, y el esloveno Jan “Volkun” Martin Dobre en batería. Quien no participó en esta parte de la gira por Argentina fue el brasilero Valério Costa, más conocido como Kaiaphas por lo que, quien tomó el rol de cantante fue el mismo líder del proyecto.
Si bien la banda no ha sacado material en más de nueve años —siendo Back to the Land of the Dead su último registro discográfico, sin contar el compilado de 2022—, volvieron al país para ejecutar los clásicos The Cainian Chronicle (1996) y Svartalvheim (1994) casi en su totalidad. Aphazel portaba su rostro cadavérico y su indumentaria típica, incluyendo la corona, además de su clásico chaleco con remaches decorativos. Con gran personalidad, se adueñó del escenario para transportar al público directamente a las profundidades heladas de la Noruega del siglo XIX.
Aunque la banda no necesitó esforzarse mucho para captar la atención del público, la sonrisa malvada y los ojos penetrantes del líder fluían sobre los presentes mientras interpretaba sus partes. Se pudo observar durante algunos pasajes del show que Zel se quejaba sobre el retorno de su batería, tanto que, rápidamente, los stage managers se ocuparon arduamente de solucionar el problema, cambiando el bafle, mientras el baterista aprovechaba para lucirse con un potente y breve solo.
Las canciones se sucedían una tras otra, con apenas algunos bocadillos del vocalista, manteniendo un ritmo intenso que no daba respiro. En cuanto al público, se mostró bastante tranquilo, sin desbordarse, sin mosh ni movimientos bruscos, limitándose a sacudir la cabeza y, de vez en cuando, levantar sus cuernos al alto. La noche llegó a su fin después de aproximadamente una hora y cuarto de show, donde como cierre interpretaron “13 Candles”, aquella canción de Bathory que fue muy festejada por cada uno de los blackers que nos hicimos presentes en el Bula.
Para destacar lo hecho por cada una de las bandas, quizás la presentación de Dios Serpiente no pegaba con la onda de la fecha, o bien, yo hubiese cambiado el orden del lineup. Pero hablando de la visita internacional en sí, sin dudas quien ganó todas las miradas fue el baterista: el motor ubicado tras la presencia del hombre con la corona de espinas. Cada golpe en su kit retumbó fuerte en nuestro sótano favorito; revoleaba la cabeza cuál ventilador y no paró un segundo de demostrar que su puesto estuvo bien elegido. Por esto, le doy el premio a lo mejor de la noche.
Como reflexión final, tuvimos una muy buena noche del metal más oscuro, ese black metal que nos teletransporta a paisajes helados, bosques silenciosos, catacumbas e historias blasfemas de la mano de una de las leyendas que iniciaron este sonido maldito que tanto nos gusta.
- Rhaug
- Dios Serpiente
- Gloriam Satanas
- Ancient
- Ancient
- Ancient
- Ancient
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