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Rock Imperium 2025 – Dia 1: “Pura Adrenalina”
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¡Vaya manera de arrancar el Rock Imperium Festival en Cartagena!, el pasado jueves 26 de junio, el Parque El Batel ha sido un auténtico volcán de energía desde que las puertas abrieron a la 1 de la tarde y la música empezó a sonar. Ha sido una jornada inaugural épica, con bandas que nos han volado la cabeza y un ambiente inmejorable.

Crummy: ¡Un Inicio Ardiente de Metal Clásico Bajo el Sol Abrasador!

Abriendo la jornada del Rock Imperium de Cartagena, la banda malagueña Crummy ha marcado el inicio con una actuación valiente y enérgica. A pesar del sol abrasador y la temprana hora, la agrupación ha demostrado su heroicidad en el escenario, entregando una sólida muestra de heavy metal clásico en castellano.

Liderados por la destreza a la guitarra de Víctor C. Gil (ex-Anubis), Crummy ha desplegado un repertorio contundente con grandes composiciones. Temas como “Alias” resonaron con fuerza, combinando potencia y melodías pegadizas. La banda ha desprendido una energía contagiosa, con Kiko Romero dándolo todo en el cierre con la explosiva “Falsos poetas“.

Ha sido una valiente y potente carta de presentación bajo el sol de Murcia, dejando claro que el heavy metal clásico en español tiene un futuro prometedor.

Diabulus in Música La Sinfonía del metal hecha realidad

¡La banda española Diabulus in Musica ofreció hoy una cátedra de metal sinfónico en el Rock Imperium de Cartagena! Liderados por la imponente voz de Zuberoa Aznárez y los guturales de Gorka Elso (también a los teclados), el quinteto navarro cautivó al público con un setlist épico y cargado de emoción.

El concierto arrancó con la energía de “One Step Higher” y la complejidad de “Ex Nihilo“, mostrando desde el principio su pulida combinación de orquestaciones grandiosas y riffs potentes. La poderosa sección rítmica de Ion Feligreras (batería) y David Erro (bajo) cimentó cada tema, mientras que la guitarra de Aimar Metal añadió la fuerza necesaria.

Temas como “In Quest of Sense” e “Inner Force” resonaron con una intensidad particular, con Zuberoa deslumbrando con su versatilidad vocal. La audiencia disfrutó de la teatralidad de “The Misfit’s Swing” y la melancolía de “Invisible” y “Otoi“.

El tramo final fue una explosión de su poderío sinfónico: “Shadow of the Throne” y “Sceneries of Hope” prepararon el terreno para el asalto épico de “From the Embers” y la monumental “Battle of Atlantis“, coreada por muchos. Cerraron su impecable actuación con la envolvente “Earthly Illusions“, dejando una huella profunda y reafirmando su estatus como una de las bandas más destacadas del metal sinfónico español. ¡Un directo espectacular!

Iron Curtain ¡Heavy metal sin anestesia!

Así fue la descarga que Iron Curtain ofreció en el Rock Imperium 2025. La banda murciana, con Mike Leprosy (voz, guitarra) al frente, Miguel Ángel López (guitarra) con sus riffs afilados, y la potente base rítmica de Joserra (bajo) y Moroco (batería), convirtió el escenario en un vendaval de speed/thrash metal.

Desde el inicio, la energía fue palpable. Temas como “Devil’s Eyes“, “Jaguar Spirit” o “Savage Dawn” sonaron con una precisión brutal, desatando mosh pits y headbanging sin control entre un público entregado. Iron Curtain no solo tocó; transmitió pura adrenalina, reafirmando su lugar como referente del género. Una actuación demoledora que dejó al público agotado y eufórico.

Hellripper Desata el Caos a la usanza de la vieja escuela del Thrash Metal

¡El Parque El Batel de Cartagena tembló esta tarde con la imparable energía de Hellripper! La banda escocesa, comandada por el incombustible James McBain, ofreció un asalto sónico que dejó a los asistentes sudorosos, satisfechos y con ganas de más.

Desde el primer acorde, quedó claro que Hellripper venía a por todas. Arrancaron con la demoledora “All Hail the Goat“, que instantáneamente encendió al público, seguido sin tregua por la furia desenfrenada de “Blood Orgy of the She-Devils“. El sonido de su black/thrash metal old school es crudo, directo y brutalmente efectivo, transportando a la audiencia a los rincones más oscuros y salvajes del género.

La banda mantuvo la intensidad con temas como “Spectres of the Blood Moon Sabbath” y la ya clásica “Black Arts & Alchemy“, que resonó con una fuerza abrumadora. Cada riff era un puñetazo, cada golpe de batería una patada en el estómago. No hubo respiro.

Uno de los momentos culminantes llegó con la esperadísima “From Hell“, un tema que el público coreó y celebró con euforia. La banda no solo demostró su pericia técnica, sino también una conexión palpable con sus seguidores. La sucesión de “The Affair of the Poisons” y “Goat Vomit Nightmare” siguió machacando los tímpanos de una manera gloriosa, con McBain demostrando ser un frontman carismático y poseído por la esencia del metal.

El final del set fue una declaración de intenciones. “The Hanging Tree” y “The Nuckelavee” prepararon el terreno para el apocalipsis final. La energía alcanzó su clímax con la blasfema y arrolladora “Nunfucking Armageddon 666“, que provocó un auténtico pandemónium entre las primeras filas. Para cerrar un concierto inolvidable, “Bastard of Hades” sirvió como el golpe de gracia, dejando a los fans exhaustos pero eufóricos.

Far East Groove Deslumbra en el Rock Imperium con su metal

dio una experiencia musical única con el debut europeo de Far East Groove! Liderados por el renombrado compositor y tecladista Yasuharu Takanashi (conocido por sus trabajos en ‘Naruto Shippuden’ y ‘Fairy Tail’), la banda transformó el escenario en una épica banda sonora de anime en vivo.

Desde el primer momento, la maestría de Takanashi, combinando su pasión por el heavy metal con las melodías icónicas del anime, creó una atmósfera electrizante. Junto al virtuoso guitarrista japonés Nozomu Wakai (Sigh, Destinia), Far East Groove ofreció un espectáculo donde la potencia del metal se fusiona perfectamente con la extravagancia y la emoción de las bandas sonoras que han marcado a millones.

Este concierto, su única fecha en festivales europeos este año, fue una oportunidad exclusiva para sentir la energía de temas como “Beyond the Quest” y otras piezas emblemáticas en un formato completamente nuevo. Far East Groove no solo tocó música; ¡hizo que el público viviera la potencia del groove del Lejano Oriente!

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¡Satan Desata la Leyenda británica!

¡Menuda descarga nos han pegado los legendarios Satan hoy en el Rock Imperium de Cartagena! La banda de Newcastle, auténticos pilares de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM), nos han dejado claro por qué, aunque quizás no tuvieron la fama masiva de otros, su influencia es innegable y su directo, simplemente demoledor.

Con Brian Ross al frente, cuya voz sigue siendo una fuerza de la naturaleza, y esos riffs intrincados y afiladisimos de las guitarras de Steve Ramsey y Russ Tippins, Satan nos ha teletransportado directos a la edad de oro del heavy metal. La base rítmica, con Graeme English al bajo y Sean Taylor en la batería, sonaba sólida como una roca, dándonos esa base perfecta para su proto-thrash tan característico.

El concierto ha sido un asalto frontal desde el minuto uno, con un setlist que ha puesto a vibrar tanto a los fans de la vieja escuela como a los que acababan de descubrirlos. Los himnos de su icónico álbum debut Court in the Act han resonado con una potencia que te volaba la cabeza.

El setlist que desató la furia de Satan en el Rock Imperium incluyó: “Trial by Fire” (un arranque incendiario que prendió la mecha de la noche), “Blades of Steel” (puro heavy metal clásico con esos riffs que te taladran), “Broken Treaties” (una joya que demuestra su complejidad compositiva), “Twenty Twenty Five” (una muestra de su material más reciente, igual de contundente), “Cenotaph” (una pieza más elaborada que mantuvo la intensidad), “Into the Fire” (el fuego de su sonido más puro, directo a la yugular), “Siege Mentality” (demostrando su habilidad para crear atmósferas opresivas), “The Devil’s Infantry” (otro golpe de pura potencia thrash), “The Doomsday Clock (intro)” (la antesala de un final apoteósico), y “Burning Hammer” (un cierre demoledor que nos dejó sin aliento).

El público ha vibrado con cada tema, que han ejecutado con una precisión y una energía admirables. ¡Es que Satan no solo toca sus canciones, las viven! Y esa pasión se contagia a una audiencia que se ha rendido por completo ante la maestría de estos veteranos.

Hubo un momento súper cómplice con la peña cuando Brian Ross preguntó si había alguien de Newcastle entre el público. Al no recibir una respuesta clara, o quizás sintiendo la energía metalera que siempre ha influido en su tierra natal, con una sonrisa pícara y esa actitud que solo un ícono del rock puede tener, remató la interacción con un simpático y contundente: “¡Fuck off!”. Un puntazo de autenticidad que fue recibido con risas y aplausos, dejando claro que Satan no solo está formada por músicos excepcionales, sino también por personalidades genuinas.

Justo cuando la peña pensaba que el show ya había llegado a su fin, Brian Ross, con esa intensidad que lo define, anunció con una sonrisa que la noche aún no había terminado para ellos, soltando el esperado: “¡Una canción más para ustedes!”, desatando la euforia final entre los asistentes.

Satan ha reafirmado hoy su legado, demostrando que la calidad, la pasión y una buena dosis de actitud siguen siendo los ingredientes clave para un concierto de heavy metal absolutamente inolvidable. ¡Pura esencia NWOBHM en Cartagena!

Desde Escocia para el mundo: GUN

Los escoceses GUN también han reventado el escenario, demostrando que su energía y carisma están intactos. Con los hermanos Dante y Giuliano Gizzi al mando, junto a Scott Shields, Andy Carr y el nuevo guitarrista Ru Macfarlane, nos han regalado un conciertazo brutal. La intro de “Delilah” (¡sí, la de Tom Jones!) ha sido el pistoletazo de salida para una cátedra de rock. Aunque “Word Up!” no estuvo en el setlist, han compensado con creces. Tras el primer cañonazo, Dante preguntó “¿Estáis listos para el hard rock?” y el público estalló. Han encadenado hits como “Don’t Say It’s Over” y la potentísima “Better Days“, que ha resonado con fuerza. Dante no paró de animar, interactuando con la audiencia y presentando una nueva canción dedicada a España con un sincero “¡Muchas gracias Cartagena! Tocamos música para vuestros oídos“. Han cerrado con la pegadiza “Shame on You” con el público “manos arriba” y se han despedido con “Just Like Paradise” de David Lee Roth sonando mientras bajaba la cortina. ¡Pura dinamita!

¡Airbourne Desata la Locura Australiana con el ADN de Bon Scott!

El escenario derecho  ha temblado hoy con la arrolladora energía de Airbourne! La banda australiana, única en pisar un festival en España este año, ha transformado el Rock Imperium en su propio campo de batalla de puro rock ‘n’ roll, dejando claro por qué son una de las fuerzas más potentes del género. ¡Menuda descarga nos han metido!

Desde el primer acorde, la adrenalina se ha disparado. Los australianos han arrancado con la declaración de intenciones perfecta: “Ready to Rock“. Y vaya si estábamos listos. La gente se ha enloquecido al instante, con los puños en alto y las gargantas preparadas para corear cada estribillo. Joel O’Keeffe, como un auténtico ciclón en la voz y la guitarra principal, ha liderado la carga, sin parar de moverse y conectar con la multitud. Sin darnos un respiro, han encadenado con la pegadiza “Girls in Black“, que ha puesto a todo el mundo a saltar.

El concierto ha sido una sucesión imparable de riffs afilados y un showman total en Joel. La banda no solo toca, ¡vive cada nota! Hemos visto a Ryan O’Keeffe machacando la batería con una fuerza descomunal, cimentando cada golpe como un martillo pilón. Al bajo, Justin Street ha sido la base inamovible que ha hecho vibrar el suelo. Y en la guitarra rítmica, el reciente fichaje de Brett Tyrrell ha demostrado por qué está ahí, aportando esa capa de sonido sólida y potente que caracteriza a Airbourne con una solvencia impresionante. Han demostrado su maestría con temas potentes como “Bottom of the Well” y la explosiva “Breakin’ Outta Hell“, que ha sido una auténtica patada en la boca. La energía era palpable, con la banda entregándose al máximo y el público respondiendo con la misma intensidad.

Un momento cumbre ha llegado con “It’s All for Rock ‘n’ Roll“, un himno que resume la filosofía de Airbourne y que ha sido coreado por miles de gargantas. La banda ha demostrado que no hay trucos, solo sudor, riffs y una pasión desbordante por el rock. Han seguido machacando con la contundente “Gutsy“, y aquí el espectáculo ha subido de nivel cuando Justin Street ha accionado manualmente una sirena antiaérea, añadiendo un sonido estridente que ha enloquecido aún más a la multitud. Luego han encendido el ambiente con la festiva “Live It Up“, que ha convertido el recinto en una fiesta masiva.

El broche de oro ha sido con la icónica “Runnin’ Wild“. El público ha estallado en un último grito de euforia, con la banda dejando hasta la última gota de energía en el escenario. Ha sido un final apoteósico para un concierto que ha sido pura dinamita de principio a fin. Joel, como un auténtico predicador del rock, ha corrido de un lado a otro del escenario, haciendo alardes con su guitarra y bajando a las primeras filas para saludar a sus “feligreses”, mientras resonaba su mantra final: “¡Rock and Roll Never Die!“.

Airbourne ha cumplido todas las expectativas, entregando una actuación visceral y sin filtros. Han demostrado por qué son los herederos más salvajes del rock australiano

King Diamond Desata la Ópera Gótica ¡Una Noche de Puro Horror Show!

¡La primera noche de festival ha alcanzado su clímax con la llegada del maestro de la oscuridad, King Diamond! A las 22:20 horas, el escenario principal se ha transformado en el teatro de pesadilla personal del legendario vocalista, ofreciendo una experiencia teatral y musical que ha sido pura magia negra. La expectación era palpable, y el Rey, como siempre, no ha defraudado.

El concierto ha comenzado con un aura de misterio y dramatismo. La intro de “The Wizard” de Black Sabbath ha envuelto el recinto en una atmósfera inquietante, antes de sumergirnos directamente en la oscuridad con la pesada “Funeral” y la inminente “Arrival“. Desde el primer momento, la característica voz de falsete de King Diamond, junto a su inconfundible corpsepaint meticulosamente aplicado y su icónico micrófono de huesos en forma de cruz, ha hipnotizado a la multitud. ¡Muchos, directamente, han agarrado una silla para poder disfrutar cada segundo de esta pieza de terror danés, saboreando cada matiz de la puesta en escena! Otros, rendidos por el cansancio de la jornada o simplemente queriendo absorber cada detalle del espectáculo, se han tirado literalmente en el césped, disfrutando de la atmósfera única. La banda, un engranaje perfecto de metal macabro, ha recreado fielmente el sonido de sus álbumes, llevando a los asistentes por un viaje a través de sus historias de terror gótico.

La escenografía ha sido, como siempre, un personaje más en el show de King Diamond, elevando la experiencia más allá de un concierto de metal. El escenario no era un simple telón de fondo; era el portal a sus historias más retorcidas. Los intrincados diseños, los telones que simulaban viejas mansiones o pasillos de manicomios, y la iluminación teatral, todo estaba calculado para sumergirnos en sus narrativas de horror. Los focos han creado sombras alargadas y atmósferas opresivas, mientras la niebla artificial ha añadido una capa etérea y misteriosa a cada movimiento del Rey. La banda tocaba en medio de este elaborado montaje, que cambiaba sutilmente para reflejar la ambientación de cada canción o arco narrativo.

El repertorio ha sido un festín para los fans, mezclando clásicos absolutos con gemas de su discografía, todo presentado con esa teatralidad que es el ADN de King Diamond. “A Mansion in Darkness” nos ha sumergido aún más en la locura de sus relatos, seguida por la esperadísima “Halloween“. Aquí, el Rey ha hecho gala de sus agudos estratosféricos y su histrionismo característico, deteniéndose en seco con una pose dramática para recibir la singular respuesta del coro del público, que él ha agradecido con un gélido “¡Thank you!” que ha erizado el vello. ¡La teatralidad ha sido máxima! En un momento, “a little bit from” cómodo con su particular bastón, ha aparecido en escena Jody Cachia, la talentosa bailarina que da vida a diversos personajes de sus álbumes, añadiendo más elementos visuales a la narrativa. La diestra mirada de la tecladista, Myjur, ataviada con una máscara hecha de piel humana, y el batería han seguido atentos a cada movimiento de la coreografía macabra.

Los temas de ‘Voodoo‘ y ‘Them‘ han sido interpretados con una intensidad visceral, creando una narrativa oscura que ha mantenido a todos en vilo. La canción “Voodoo” en particular ha sido una inmersión total en la trama del álbum homónimo de 1998, que explora la historia de una familia acosada por un espíritu vengativo y la práctica del vudú en su nueva casa. La banda ha recreado la atmósfera inquietante de este relato con sus ritmos sincopados y coros siniestros, transportando a la audiencia a los pantanos de Luisiana, donde los rituales y los espíritus acechan. King Diamond, con su dominio vocal, ha alternado entre las voces de los personajes, desde el terror de la familia hasta las invocaciones del bokor (sacerdote vudú), haciendo que el público sintiera el frío de lo sobrenatural o una mueca de ignorancia.

La complejidad y el drama de canciones como “Spider Lilly” y la emotiva “Two Little Girls” han demostrado la profundidad lírica y musical del maestro. La energía no ha decaído, pasando de la melancolía a la furia con cortes como “Sleepless Nights” y el escalofriante “Out from the Asylum“. El duelo entre el bajo y la guitarra se ha transformado en una verdadera “guerra de mástiles” son codo a “codo”, una muestra de la increíble conexión y sincronía de la banda. La teatralidad también se ha manifestado en las letanías entre la locura y la oscuridad, mientras King arrojaba un par de muñecos por las escaleras del escenario, un gesto que sumaba al ambiente perturbador.

El momento más esperado llegó con la escalofriante introducción de “Welcome Home”, desatando un coro masivo de miles de voces. La aparición de la siniestra anciana en silla de ruedas —ya un símbolo clásico de sus presentaciones— marcó el inicio de un acto cargado de dramatismo. En un giro escénico tan macabro como brillante, King Diamond se despojó del sombrero para mostrar su rostro avejentado, interactuando con su “invisible español” frente a la figura inmóvil. Luego, mientras una iluminación espectral caía desde las alturas, recitó con voz inquietante: “mi nombre es Face”, profundizando en el relato de su perturbador universo. Todo transcurrió bajo el gigantesco emblema de St. Lucifer’s Hospital 1920, título de su próximo álbum, que sirvió como telón de fondo perfecto para esta ópera de horror en carne viva.

El maestro ha continuado con “The Invisible Guests” y la mística “The Candle“, creando un ambiente casi ritualista. La reciente “Masquerade of Madness” ha demostrado que su creatividad sigue intacta, sonando con la misma fuerza que sus clásicos.

El momento de “Eye of the Witch” ha sido particularmente intenso y teatral. Aquí, King Diamond ha subido el listón de la interacción dramática. Con una mirada penetrante, ha “reprendido” a su teclista, Mykur, no solo con palabras sino con una gestualidad que transmitía furia y autoridad. En respuesta a su reprimenda, Mykur no se ha limitado a tocar, sino que ha contestado con una voz gutural y demoníaca, un añadido vocal que ha resonado por el recinto y ha intensificado la escena. Este intercambio, casi un mini-acto teatral dentro de la canción, ha reforzado la idea de que cada miembro de la banda no solo interpreta música, sino que encarna un papel en la pesadilla de King Diamond. La bruja ha cobrado vida en ese momento, con la dualidad vocal añadiendo capas de oscuridad y locura a la narrativa. El cierre apoteósico, como no podía ser de otra forma, ha llegado con la magistral “Abigail“, la épica que ha coronado una noche inolvidable. Se han despedido solemnemente, dejando a una audiencia fascinada por la inmersión total en su mundo de horror gótico. King Diamond ha ofrecido una actuación impecable y envolvente, una verdadera ópera de terror que trasciende el mero concierto de metal. Su show en el Rock Imperium ha sido una experiencia teatral y musical de primer nivel, consolidando su estatus como una leyenda indiscutible del heavy metal y el padre del horror show. ¡Una noche que quedará grabada en la memoria de todos los “feligreses” de la oscuridad!

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¡Kissin’ Dynamite Calienta Cartagena al Rojo Vivo en la Recta Final del Rock Imperium!

¡Vaya manera de acercarse al cierre del primer día del Rock Imperium! La temperatura infernal de Cartagena subió aún más con la explosiva actuación de Kissin’ Dynamite. La banda alemana llegó con todo su glam y energía para demostrar que el hard rock melódico está más vivo que nunca. ¡Menudo show cargado de carisma y temazos que nos hicieron vibrar a todos! Fueron los penúltimos en pisar el escenario, dejando el listón altísimo para el gran final.

Desde el primer momento, salieron a por todas, sin guardarse nada. Abrieron con el prometedor “Back With a Bang“, y vaya si volvieron con una explosión. La energía de Hannes Braun en la voz, con esa presencia escénica arrolladora, conectó al instante con el público. Los riffs afilados y el ritmo contagioso de Ande Braun y Jim Müller a las guitarras, junto a la potente base rítmica de Steffen Haile al bajo y Silas Braun en la batería, sonaron impecables, calentando aún más el ambiente ya abrasador. La simpatía de la banda fue innegable; Hannes incluso se atrevió con un divertido conteo en español de “uno, dos, cuatro” que arrancó carcajadas y aplausos.

Siguieron el asalto con “DNA“, un tema que resalta su identidad musical y mantuvo la euforia por las nubes. La banda no solo interpreta sus canciones, las vive, y esa pasión se transmite con cada acorde. El público coreó cada estribillo, especialmente cuando llegaron himnos como “No One Dies a Virgin“, que convirtió el recinto en una gran fiesta, con gente saltando y cantando a pleno pulmón.

La intensidad no bajó ni un segundo. Con “I’ve Got the Fire“, Kissin’ Dynamite encendió aún más la llama del hard rock, demostrando su capacidad para crear melodías pegadizas y estribillos memorables. Continuaron con la poderosa “My Monster” y la épica “I Will Be King“, que mostró la versatilidad de la banda, combinando fuerza con toques orquestales y un aura majestuosa.

El final de su set fue apoteósico. “Not the End of the Road” resonó como una declaración de intenciones, dejando claro que a Kissin’ Dynamite le queda muchísimo camino por recorrer en el mundo del rock. La emotiva “You’re Not Alone” fue un momento de conexión pura con la audiencia, creando una atmósfera de camaradería. Y para cerrar la fiesta por todo lo alto, remataron con “Raise Your Glass“, invitando a todos a levantar sus vasos y celebrar la buena música.

Kissin’ Dynamite nos entregó un concierto lleno de energía, buen rollo y un hard rock melódico de altísimo nivel. Su carisma sobre el escenario y la potencia de sus temas dejaron un sello personal, consolidándose como una de las bandas más frescas de la escena actual. ¡Una actuación que dejó el terreno preparado para el número final de la noche!

HELLHAMMER performed by Tom Gabriel Warrior’s TRIUMPH OF DEATH: ¡Una Patada en el Trasero Directa de los 80 en Rock Imperium, Con un Toque a las Pesadillas de H.R. Giger!

¡Agárrense para volver  en el tiempo a la prehistoria más cruda del metal extremo con HELLHAMMER performed by Tom Gabriel Warrior’s TRIUMPH OF DEATH! A eso de las 22:20, el escenario principal se ha convertido en una cueva oscura y ruidosa, un altar a la bestialidad sonora de Tom Gabriel Warrior, el mismísimo padrino de todo lo que hoy llamamos black y death metal. Si pensabas que habías visto algo “extremo”, prepárate para un repaso a mano armada de lo que realmente significa. ¡El estruendo de esta banda fue, sin duda, lo más potente que sonó en toda esta primera jornada, con tambores y riffs a la velocidad de la luz!

Hellhammer existió solo dos años, de mayo del ’82 a mayo del ’84, pero en ese tiempo, estos suizos plantaron la semilla de lo que vendría. La carrera de Tom Warrior es esencial para entender cómo el metal se volvió tan cabrón, y no hay mejor forma de vivirlo que con su propuesta en directo. Triumph Of Death, que toma su nombre de la canción más infame de Hellhammer, no es una banda tributo cualquiera; es la encarnación viva de ese legado, una oportunidad única en España en este 2025 de ver cómo se gestó todo el cotarro.

Desde el primer golpe, esto no ha sido un concierto, ha sido un puto ritual. Tom Gabriel Warrior a la voz y guitarra, con esa presencia que impone y su instrumento que es como un hacha que ha talado la historia del metal, ha liderado a TRIUMPH OF DEATH. Le acompañan André Mathieu a la guitarra y voz, Jamie Lee Cussigh al bajo y Tim Iso Wey en la batería, quienes han recreado fiel y brutalmente los clásicos de Hellhammer. Aquí no ha habido artificios ni lucecitas de colores; la movida es pura, sin filtros, directa a la yugular, como debe ser el metal extremo de verdad.

El ambiente era espartano, despojado de artificios, justo como prometía Warrior. Olvídate de grandes escenografías o bailarinas; la fuerza bruta reside en la música misma. Esa crudeza de los riffs, la batería que te taladraba el cráneo y la voz inconfundible de Warrior, que sigue resonando con la misma brutalidad de antaño, nos han transportado directamente a los ochenta más oscuros. Era como estar en un ensayo clandestino de esos años, donde el sonido era lo único que importaba. La atmósfera creada en el escenario, con la iluminación mínima y las sombras danzando, evocaba las pesadillas biomecánicas y oscuras de H.R. Giger, un telón de fondo perfecto para la brutalidad sónica que se desataba.

El setlist ha sido una excavación arqueológica en los cimientos del metal más duro, desenterrando joyas de sus demos legendarias y del EP “Apocalyptic Raids“. El público ha sido testigo de la furia de “The Third Of The Storms (Evoked Damnation)“, seguida por la implacable “Massacra“, un puto martillazo en la cara. La locura ha continuado con “Maniac“, que te dejaba sin aliento, y la oscuridad de “Blood Insanity“. Han arremetido con “Decapitator” y la blasfema “Crucifixion“, antes de pasar a la velocidad de “Reaper“. La brutalidad no ha cesado con “Horus/Aggressor” y las proféticas “Revelations Of Doom“. La seminal “Messiah” ha resonado con una potencia abrumadora, revelando la influencia innegable que tuvieron en incontables bandas posteriores. Han cerrado con la introspectiva “Visions Of Mortality” y la homónima “Triumph Of Death“. Cada canción era una patada en el trasero, un testimonio de la agresividad y oscuridad que Hellhammer le metió a la escena. La banda ha clavado con una precisión acojonante esa simplicidad demoledora y esa energía punk que les hacía únicos.

Tom Gabriel Warrior, una figura icónica, se ha mantenido fiel a la esencia de Hellhammer: pura ejecución, sin florituras. Su manera de tocar y cantar, aunque con la experiencia de décadas, ha mantenido esa crudeza y esa urgencia que hizo a Hellhammer algo tan especial. Para los que sabemos de qué va esto, ha sido una oportunidad irrepetible de presenciar en vivo la música de una banda que nunca pudo tocar en directo en su momento, porque era demasiado bestia y adelantada para su época.

El show de HELLHAMMER performed by Tom Gabriel Warrior’s TRIUMPH OF DEATH ha sido una puta lección de historia del metal en vivo, una demostración de que la relevancia de una banda que desafió todas las putas normas y pavimentó el camino para generaciones enteras sigue más viva que nunca bajo la batuta de su creador. Una experiencia para los puristas del metal, una reafirmación de que la oscuridad, la crudeza y la pasión de Hellhammer son eternas. ¡Pura dinamita negra!


 

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Deafheaven en Copenhague: “Un rugido melancólico”
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Este año han estado saliendo muy buenos álbumes en lo que a metal se refiere, y mi preferido hasta ahora es el nuevo de Deafheaven, titulado “Lonely People With Power”. Un álbum poderoso donde los riffs potentes se mezclan con momentos de mucha emoción y melancolía. Por ende, el hecho de poder asistir a la presentación del disco en Copenhagen, a sala llena, me tenía lleno de entusiasmo. En los siguientes párrafos voy a contarles mi experiencia.

Primero vamos a hablar de la banda soporte, Oddism, con miembros belgas y franceses que practican un mathcore furioso, técnico y agresivo. Su presentación fue corta, de apenas 30 minutos, pero les bastó para dejar una huella en los presentes a base de breakdowns intensos, gritos desgarradores y una energía contagiosa que rápidamente prendió al público.

El momento más destacado del show fue el final, donde el vocalista se metió en medio de un circle pit mientras cantaba, y casi provoca un accidente, ya que el cable del micrófono se enredó en uno de los asistentes. Afortunadamente no pasó a mayores, pero fue un cierre tan explosivo como memorable.

Una media hora después de los teloneros, las luces se apagaron por completo, generando una gran expectativa. Comenzó a sonar una introducción ambiental que dio paso a la pista —mitad sample, mitad tocada en vivo— “Incidental 1”, que conectó perfectamente con la primera canción propiamente dicha: “Doberman”.

Ya desde el instante inicial, las conclusiones que saqué fueron todas positivas. Primero, el sonido era perfecto, con mucha claridad y detalle, pero a la vez pesado y contundente. Todo esto acompañado por un juego de luces maravilloso que iba decorando cada momento con un color distinto. Y por último, la energía de la banda no recaía únicamente en su vocalista, George Clarke, como en las anteriores veces que los había visto. En esta ocasión, todo el grupo estaba buscando conectar con el público, y lograr que este se divierta y participe activamente del show.

Si bien, como mencioné en el párrafo anterior, toda la banda mostró una conexión con la audiencia, obviamente el mayor encargado de esto fue el vocalista. Sin parar de saltar, moverse y correr por todo el escenario, también tuvo el rol clave de hacer que el público saltara, pogueara e incluso hiciera crowdsurfing. Su energía duró todo el concierto; me sorprendió la cantidad de intensidad que posee y lo bien que la administra durante el set completo.

Y por más arengas que haya, si las canciones no son buenas, el show se cae a pique. Pero en este caso, el setlist fue demoledor. Constó, básicamente, de su excelente trabajo actual, presentado casi en su totalidad, más las canciones más clásicas del grupo como “Brought to the Water” y “Sunbather”, que da nombre al disco que los puso en el mapa internacional.

Luego de una breve pausa, llegó la hora del final con “Dreamhouse”, donde el cantante bajó al público e hizo cantar a la gente la estrofa final con él. Finalmente, cerraron con uno de los cortes de difusión del nuevo álbum, “Winona”, donde George pidió el último pogo. Deseo que fue cumplido por un público completamente entregado y feliz con semejante concierto.

La banda saludó, arrojó un par de objetos al público y se retiró ovacionada. Nadie quería que se terminara.

Para concluir, el concierto me dejó una sensación hermosa. Vi a una banda que me encanta en un momento de madurez plena, dándole lugar a su presente, que es de una calidad igualitaria —o superior— al pasado que los consagró. Ojalá el futuro los lleve a momentos todavía mejores y escenarios aún más altos.

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Eagles Of Death Metal en Barcelona: “Una Religión como Alimento para el Alma”
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La noche del 24 de junio de 2025, la Sala Razzmatazz de Barcelona se convirtió en el epicentro de un auténtico vendaval de rock ‘n’ roll desenfadado, cortesía de los inigualables Eagles of Death Metal. La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del alma. La banda, fundada en 1998 por Jesse Hughes y Josh Homme, es célebre por su sonido irreverente y enérgico, una explosiva fusión de rock setentero con toques de hard rock y metal que desmiente su nombre engañoso. Su misma concepción, nacida de una broma de Homme sobre una hipotética fusión de The Eagles con Death Metal, ya presagiaba la actitud despreocupada y el sentido del humor que los caracteriza.

A pesar del trágico atentado en la sala Bataclan de París en 2015, la banda ha mantenido su compromiso inquebrantable con la música, eligiendo cada concierto como una celebración de la vida y el poder del rock. Este espíritu de resiliencia y vitalidad fue palpable desde el primer momento en Barcelona.

Entre gritos, vitoreos y una gran ovación, Jesse Hughes y la banda junto a Leah Bluestein en la batería, Scott Shiflett y Rex Roulette en las guitarras, y Jennie Vee en el bajo, hicieron su entrada triunfal al ritmo del icónico “We Are Family” de Sister Sledge. La euforia era instantánea. Jesse apareció en el escenario cual Elvis, ataviado con una capa de superhéroe del rock, y se dirigió directamente a las primeras filas, saludando de la mano y lanzando besos al público. Incluso, el autor de esta crónica tuvo el privilegio de intercambiar un apretón de manos con él desde el foso, un gesto que evocó con nostalgia su visita anterior a la ciudad. Sin apenas preámbulos, y en menos de un minuto, el público ya estaba entregado por completo. La velada se inauguró guitarra en mano con la potente “I Only Want You”, el tema que abre su primer disco, desatando de inmediato pogos frenéticos en las primeras filas y una descarga de adrenalina que marcaría el tono de la noche.

El ritmo no decayó con “Don’t Speak (I Came to Make a Bang!)” y “Anything ‘Cept the Truth”, que mantuvieron la sala en un estado de ebullición constante. La energía se mantuvo alta con “I Got a Feelin (Just Nineteen)”, preparando el terreno para las sorpresas de la noche.

La primera de las destacadas versiones de la noche llegó con “Complexity”, un explosivo cover de Boots Electric que sonó rotundo y que el público abrazó con fervor, sumándose al desenfreno general. Tras ella, la banda mantuvo la llama con “Save a Prayer” de Duran Duran, una interpretación solvente que demostró la versatilidad del grupo para reinterpretar himnos de otras épocas a su estilo inconfundible. Durante este tema, Jesse Hughes se lanzó valientemente a las primeras filas, acercándose al público para cantar con ellos, creando una comunión mágica que electrizó aún más el ambiente.

El setlist continuó su progresión ascendente con “Silverlake (K.S.O.F.M.)”, antes de que la contagiosa “Heart On” contribuye a mantener el ambiente de fiesta. La atmósfera se mantuvo vibrante a través de “Secret Plans”, “Flames Go Higher” y “Now I’m a Fool”, cada una aportando su propia chispa al espectáculo.

Uno de los puntos álgidos de la noche fue, sin duda, la interpretación de “Cherry Cola”, donde Jesse Hughes volvió a demostrar por qué es un frontman como pocos. La festiva melodía puso patas arriba al personal, con Jesse instigando una competición de decibelios entre chicas y chicos que provocó una explosión de gritos y vitoreos. Su carisma es magnético: lanzando corazones con sus manos, besos volados y guiños de ojos a cada rincón de la sala, supo cómo meterse al público en el bolsillo por la vía rápida.

El tramo final del concierto antes del bis se mantuvo electrizante con “I Like to Move in the Night”, un tema potente que mantuvo la garra. Luego, llegó el momento de la icónica “I Want You So Hard (Boy’s Bad News)”. Desde los primeros acordes, la sala Razzmatazz estalló en un frenesí. Este himno al rock descarado y pegadizo, con su riff inconfundible y la voz característica de Hughes, se erigió como uno de los momentos cumbres de la noche. La multitud coreó cada verso con una pasión desbordante, transformando la sala en un mar de brazos levantados y cabezas moviéndose al ritmo. La energía cruda y la alegría contagiosa de la banda alcanzaron su máxima expresión, demostrando por qué esta canción es un clásico instantáneo de su repertorio y un verdadero motor en sus directos.

Tras este arrebato de pura potencia, la irreverente “Whorehoppin’ (Shit, Goddamn)” preparó el terreno para el broche de oro antes del encore. Seguidamente, la banda comenzó a tocar “I Love You All the Time”, proveniente de su álbum “Zipper Down” (2015). Durante este tema, la intensidad fue tal que la baterista Leah Bluestein fue alcanzada a duras penas por una astilla de su propia baqueta. Rápidamente, Jesse Hughes se percató del incidente y, con un gesto de preocupación y cariño, la envió a camerinos para que pudiera solucionar el asunto. La pausa fue breve, y Leah regresó al escenario para el tramo final, momento en el que Jesse, para asegurar que no ocurriera otro altercado y que el concierto no corriera peligro, le ofreció sus propias gafas, un gesto que el público celebró con una ovación.

El esperado cover de “Moonage Daydream” de David Bowie fue resuelto con una gran solvencia, dejando una vez más a Hughes como el líder absoluto y un gentleman hasta el infinito en su particular homenaje al Duque Blanco. En este tema, fue especialmente notable el virtuosismo de Leah Bluestein en la batería, cuyo ritmo impecable y poderoso dio vida a la icónica pieza de Bowie, demostrando su increíble habilidad y precisión. Cabe destacar el trabajo impecable de toda la banda: las mil y una guitarras de Scott Shiflett y Rex Roulette fueron atronadoras, con riffs que perforaban la sala, y el bajo de Jennie Vee fue absolutamente impecable, demostrando su destreza en cada línea.

Después de un merecido y breve descanso, la banda regresó al escenario para el esperado bis. La noche culminó con la poderosa “Speaking in Tongues”, un broche de oro que finiquitó una noche de puro rock ‘n’ roll que fue recibida como agua de mayo por los asistentes. En un momento de pura electricidad, Jesse Hughes y Scott Shiflett se apostaron sobre las barras laterales de la sala, enfrascándose en un duelo a muerte de riffs y solos electrizantes que subió la temperatura de la Razzmatazz a niveles insospechados. Estos temas potentes y con garra confirmaron una vez más que Eagles of Death Metal funciona a la perfección, con Jesse Hughes al frente, llevando la bandera de un sonido directo y sin artificios.

La formación actual en esta gira, demostró ser una máquina perfectamente engrasada, entregando un espectáculo lleno de energía, humor y esa actitud irreverente que hace de Eagles of Death Metal una banda única. Barcelona fue testigo de una auténtica fiesta, un recordatorio visceral de que el espíritu del rock ‘n’ roll sigue vivo y coleando.

Al acabar el show, y tras un breve receso, los pocos valientes que decidieron esperar, acompañados por el reconfortante sonido de unas cervezas y el humo pecaminoso del cigarro, tuvieron su recompensa. Lograron capturar fotos, videos y obtener autógrafos del simpático Jesse Hughes, quien recuerda cada una de sus visitas con una cercanía asombrosa, como si cada una fuera la última. Como muestra de su peculiar y personal carisma, en el setlist que me firmó, en lugar de su rúbrica habitual, añadió su timbre en tinta y estampó un significativo “Great Photos”, un gesto muy personal que subraya su conexión con los fans. A pesar de la tragedia vivida por la banda, noches como esta demuestran que el rock and roll, en su esencia más pura, sigue curando las heridas del alma.

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Festival Summer Blast: “Noche de hardcore y resistencia”
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La noche del solsticio de verano de 2025 —la más corta del año, que marca el inicio de la nueva estación, la Sala Upload de Barcelona se convirtió en el epicentro de una explosión de hardcore con el Festival Summer Blast, con un cartel que prometía intensidad y mensajes potentes. A pesar de la pertinaz lluvia que caía sobre la ciudad, el fervor en el interior era palpable, anticipando la descarga de bandas que, cada una a su manera, representan la diversidad y la pasión del género. Encabezando la velada, los icónicos Earth Crisis celebraban su 35.º aniversario como pioneros del hardcore con mensaje straight edge, desatando sus himnos del straight edge y generando una curiosa dicotomía con una audiencia que, como es habitual, disfrutaba de la noche con sus propias bebidas, en contraste con el mensaje central de la banda.

Earth Crisis no es solo una banda: es una declaración de principios. Desde su formación en 1989 en Syracuse, Nueva York, se han erigido como pilares en la evolución del hardcore y el metalcore. Su sonido agresivo y técnico, combinado con su inquebrantable compromiso con el vegan straight edge, los ha convertido en una voz clave. “Earth Crisis somos un grupo vegano straight edge auténtico”, han afirmado, usando su música como altavoz para defender los derechos de los animales, el veganismo y un estilo de vida libre de drogas y alcohol. Aunque su mensaje es claro, también han aclarado: “Hablamos de cosas que nos interesan y cantamos sobre lo que pasa políticamente, pero no somos ni de izquierda ni de derecha”, aunque sus letras apuntan hacia la liberación de la tierra mediante la ecodefensa y una nueva ética contra la “falsedad antropocéntrica”.

La noche arrancó con una buena dosis de hardcore que calentó el ambiente para los cabezas de cartel. L’Irreal Omega, desde la escena catalana, abrió con una propuesta fresca y visceral, conectando rápidamente con el público local a base de riffs contundentes. Luego vino Bajo Control, desde Madrid, con su enfoque de hardcore-punk cargado de crítica social y una energía arrolladora. La intensidad subió con Fleau, que aportó una propuesta más pesada y oscura, rozando el metalcore más crudo con breakdowns demoledores. Finalmente, Restraining Order, con un rollo más melódico y cercano al hardcore old school, desató el caos organizado con canciones pegajosas y una descarga de pura adrenalina.

Los actuales miembros de Earth Crisis, presentes desde su reunión en 2007, demostraron en la Sala Upload por qué siguen siendo guardianes de este legado. La cohesión sobre el escenario es total, y se traduce en una ejecución en directo que hace justicia a la potencia de sus grabaciones. Karl Buechner en la voz es pura entrega: su rugido gutural no solo canta, sino que arenga, domina el escenario con una energía magnética. Scott Crouse, en la guitarra principal, lanza riffs devastadores con técnica impecable. Ian “Bulldog” Edwards en el bajo es la base rítmica que da cuerpo al sonido, y Dennis Merrick en la batería es el motor: preciso e incansable, va de blast beats a ritmos aplastantes sin pestañear. Erick Edwards, en la guitarra rítmica, cierra el muro de sonido con una base agresiva que no deja huecos.

El concierto fue una bomba de energía. Con un sonido potente, compacto y metálico, Earth Crisis no defraudó. El setlist se centró en sus discos más emblemáticos. Abrieron con una explosiva “Forced March”, seguida por “Forged in the Flames” y sus breakdowns demoledores. Clásicos como “Gomorrah’s Season Ends” y “Against the Current” mantuvieron la presión, y “All Out War” se erigió como himno de batalla. En el núcleo del concierto, destacaron “Born From Pain”, “The Wrath of Sanity” y la cambiante “End Begins”. El clímax llegó con “Vegan for the Animals”, que conectó fuerte con el público, y “The Discipline” reforzó el compromiso. “Firestorm” fue pura descarga mosh. Cerraron el set principal con “Counter”, una versión de The Path of Resistance que fue pura agresión y determinación.

El paso de Earth Crisis por Barcelona no solo dejó una descarga de hardcore impecable, sino una reafirmación de principios en tiempos donde la coherencia escasea. En una escena que a menudo fluctúa entre la moda y la nostalgia, ellos siguen siendo una voz firme, incómoda y necesaria. Su directo fue más que una celebración de aniversario: fue un acto de integridad. En cada acorde y en cada proclama, recordaron al público que la música puede ser una trinchera, un refugio y un arma al mismo tiempo. Mientras haya bandas legendarias sobre los escenarios, el hardcore seguirá teniendo algo importante que decir Gracias totales por volver a reagruparse, por mantenerse firmes en sus convicciones y, sobre todo, por seguir dando caña con la misma intensidad de siempre. En tiempos de ruido vacío, ellos siguen demostrando que la música puede —y debe— tener un propósito. Que vengan más noches como esta.


 

 

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Tete Novoa en Buenos Aires: “Cuando menos es más”
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Fotos: Martin DarkSoul

Para muchos, Tete Novoa es sinónimo de potencia vocal, carisma y entrega y aunque su nombre empezó a sonar fuerte como frontman de Saratoga, su historia comenzó mucho tiempo atrás: fue líder de la banda Shaigon y tomó clases con Leo Jiménez, a quien luego reemplazaría en 2007 tras ser convocado por Niko del Hierro. Desde entonces, Novoa supo consolidarse no solo como cantante, sino como un artista integral, capaz de conectar con el público desde la sinceridad y el corazón. Y eso fue justamente lo que lo trajo nuevamente a El Teatrito la noche del sábado 22 de junio, cuando presentó en Buenos Aires su propuesta solista bajo el tour “Historias que cantar – El Show”, una experiencia donde se entrecruzan anécdotas, canciones e identidad artística. La jornada ofreció varios números de apertura como King Dragón, Neon Rider, Portals of Glory y Tandem, estos últimos los únicos que pude ver su set completo debido a que la ciudad estuvo afectada por el crudo clima polar, además de otros compromisos previos y como ya es costumbre, ofreciero una presentación sólida en todas sus fomas y hasta adelantaron temas de su próximo disco.

A diferencia de su visita anterior con Saratoga, cuando reventaron este mismo recinto en noviembre del año pasado, esta vez el marco fue más acotado, pero no por eso menos intenso. La menor cantidad de público se compensó con creces en calor y entrega. Aquella fue una noche especial: el cierre de la gira hispanoamericana, que lo llevó por México, Perú, Colombia y Chile… y, además, era el cumpleaños del vocalista, lo cual el público celebró con cantos, aplausos y un ambiente festivo de principio a fin. Tete, por supuesto, no estuvo solo. Llegó al país acompañado por una formación femenina de lujo: JimePau en batería (de la banda de Alejandra Guzmán), Cinthya Blackcat M. en guitarra (Mystica Girls) y Carla Soriano en bajo (Disaster Machine), quienes aportaron una base contundente y elegante, que permitió a Novoa moverse cómodo y brillar.

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El show arrancó con “Vayamos a más” y un cover explosivo de “We Will Rock You”, de Queen. Hubo lugar para baladas que tocaron la fibra como “Inmortal”, “A tu luz” y “Parte de ti”; power directo al pecho con “Techos de cristal”, “Evil Machine” y “Seremos tú y yo”; y versiones celebradas como “Beat It”, de Michael Jackson, y “Maldito sea tu nombre”, de Ángeles del Infierno, que fue una bomba emocional para los “más viejitos” y conocedores del metal español. El tramo final del show fue pura celebración: “Sin saber nadar” encontró al público y al cantante en la pista del venue, sentados en plan íntimo. Luego continuaron con un gran himno del hard rock como “Highway to Hell”, de AC/DC y para cerrar, “Somos”, uno de los himnos más coreados y representativos del espíritu de la noche. Un evento cuidado, emocional y sin excesos, como fue pensado: para compartir música, historias y agradecimientos sinceros.

Como es costumbre, mención especial para Icarus Music y Anubis Music Shows por las atenciones y el apoyo constante a la escena.

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SiM en Madrid: “Gritos, breakdowns y ska”
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Texto y fotografias: Eneko

En una noche cargada de distorsión, sudor y actitud desafiante, Bolu2 Death se plantó sobre el escenario de la sala Mon Live de Madrid como si el apocalipsis hubiera llegado en forma de breakdowns y gritos descarnados. Formados en 2009 en Huelva, este cuarteto compuesto por Mario Lérida (voz principal y productor), José Luis Corrales (guitarra), Fernando Campo (bajo) y Francisco Llévenes (batería), lleva más de una década puliendo una mezcla abrasiva de hardcore, metal, punk y flamenco con tintes electrónicos. Su directo es una descarga sin filtros, un cóctel de furia y verdad que no admite etiquetas, y en esta ocasión sirvió para presentar en vivo su último álbum, Quebranto, una obra tan cruda como introspectiva que ha elevado aún más el listón de su carrera.

Con un arranque explosivo, la banda dejó claro que su sonido no es para oídos conformistas. Temas como “Desentiérrame” o “El retorcido sabor del fracaso” rompieron el aire con riffs desquiciantes y ritmos que alternaban entre el caos y la precisión quirúrgica. El público, entregado desde el primer acorde, respondió con pogos furiosos y coros que vibraban con una mezcla de rabia compartida y catarsis. Bolu2 Death no interpreta canciones: las escupe, las vive, las hace arder. Su puesta en escena, cargada de luces agresivas y una actitud sin concesiones, refuerza esa identidad que han construido a lo largo de cuatro álbumes anteriores y cientos de conciertos en festivales como Resurrection Fest o el Viña Rock.

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Tras un cierre abrasador, el relevo lo tomó SiM (Silence iz Mine), la banda japonesa que aterrizaba por primera vez en suelo español. Con una propuesta sonora que desafía la lógica, fusionando metalcore, ska, reggae y punk en un solo golpe de adrenalina, SiM encendió el escenario como si estuvieran en el mismísimo Summer Sonic de Tokio. El cuarteto liderado por MAH (voz), junto a SHOW-HATE (guitarra), SIN (bajo) y GODRi (batería), venía de hacer temblar Razzmatazz 2 en Barcelona y completaba en Madrid su parada española antes de continuar su gira mundial. Con “The Rumbling”, su explosivo tema incluido en el anime Attack on Titan, desataron una ola de locura colectiva que convirtió el recinto en un hervidero de saltos, gritos y emoción desenfrenada.

Lejos de mantener la distancia que a veces imponen los tours internacionales, MAH demostró una cercanía inesperada: se sentó al borde del escenario entre tema y tema, firmó autógrafos y agradeció en español los vítores del público madrileño. La conexión fue instantánea. Los asistentes, muchos de ellos descubriendo a la banda en directo por primera vez, se sumergieron en un espectáculo que no escatimó en intensidad ni en autenticidad. Las coreografías alocadas, los cambios rítmicos imposibles y el carisma de los músicos convirtieron el concierto en una celebración del mestizaje musical y la energía sin fronteras.

La noche concluyó como debía: entre aplausos, sudor y una sensación de haber vivido algo irrepetible. Bolu2 Death reafirmó su lugar como emblema del metal alternativo nacional, con un discurso sonoro que sigue rompiendo moldes, mientras que SiM dejó claro por qué es una de las bandas más eclécticas y emocionantes de la escena asiática actual. Fue más que un concierto; fue una comunión de dos mundos que, sin hablar el mismo idioma, encontraron en la música un punto de encuentro feroz y sincero.

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The Casualties en Buenos Aires: “Victimas del Punk Rock”
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Después de un largo tiempo The Casualties volvió a visitar nuestro país. Los oriundos de Nueva York se presentaron el pasado 17 de junio en el marco de su South América Tour el cual los llevo a girar por gran parte del continente para traer todo su hardcore Street punk. El lugar pactado para el encuentro fue Uniclub y contaron con invitados de lujo. De Brasil estuvo el icono punk Supla y el acto local fue a cargo de Quebraditos. Uno de esos martes atípicos donde se pudo disfrutar de un punk de calidad.

 Cerca de las 19:00 hs se abrieron las puertas del recinto para el ingreso de los fanáticos. Tan solo media hora después fue el turno del primer acto a cargo de Quebraditos que, dejando que su música hable por ellos, demostraron porque ya tienen un nombre más que ganado en la escena punk nacional. Con un público que lentamente ingresaba, los locales dejaron todo listo para el segundo acto el cual comenzó apenas pasadas las 20:30. Había llegado el turno de Supla quien junto a su banda desato toda la locura de los punks de boutique como él se denomina. El set estuvo cargado de varios éxitos del brasilero entre los cuales sonaron “Do you belive in nosferatu” e incluso algunos covers entre los cuales se destacaron “Imagine” de John Lennon, “Dancing With myself” de Billy Idol y algo que, jamás debe faltar, de The Ramones. Por eso hizo lo propio con “Beat on the Brat” dejando todo listo para el acto principal.

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Cerca de las 21:30 después de algunas idas y vueltas, con un público tranquilo, pero a la vez ansioso fue el turno del acto principal. Uno por uno empezaron a salir los miembros de The Casualties siendo el ultimo su vocalista David Rodríguez. La velada da inicio con “Under Attack” para que la gente comience con locura a agitar. Rápidamente pasaron sin mediar mucha palabra “1312”, “Get Off My Back” “Writen In Blood” y “Chaos Sound”. Después de esto paso el saludo y el agradecimiento de la banda con el público. Rodríguez anuncio que era el turno de “Ashes Of My Enemies” y fue cuando el frontman invito al público a subir al escenario para poder tirarse en el momento que la canción sonara. En el correr de la noche uno de los momentos más festejados fue cuando sonó “We Are All We Have” la cual acompañada de su icónico coro hizo gritar a todo Uniclub. La banda se mostró muy receptiva con el público dejando que suba al escenario en varias ocasiones, e incluso bajando a cantar con la gente. En medio de todo el delirio hubo un momento especial ya que el baterista Mark “meggers” Eggers estaba de cumpleaños, por lo que sus compañeros se tomaron el tiempo de desearle un feliz cumpleaños junto con un mensaje en video de su esposa y una torta. Continuando con la noche pasaron “Resistance”, “On The Front Line” y “Made In NYC”. Entre todo esto en un momento apareció una remera de The Ramones en el escenario. Parecía una señal ya que inmediatamente comenzó a sonar “Blitzkrieg Bop” para hacer honor a esta gran banda.

Otro gran momento de la noche fue cuando sonó “Riot” ya que David Rodríguez bajo del escenario nuevamente y pidió a los presentes que haga un wall of death, algo que ya es costumbre con esta canción. Más allá del pedido, el frontman permaneció abajo mientras los presentes chocaban entre ellos en no uno, sino en los dos walls of death que se hicieron. Para el cierre de la primera parte pasaron “Ya Basta”, “Punk Rock Love” y “My Blood, My Life, Always Foward”. Después de este momento la banda se retiró del escenario unos instantes para que los presentes pidan una canción más. The Casualties escucho el pedido y volvió para cerrar con los clásicos de clásicos “Corazones Intoxicados” y “Unknown Soldier” cerrando un martes atípico que dejo a más de uno con una sonrisa. Se prenden las luces, la banda se retira saludando a los presentes finalizando una nueva visita de los neoyorkinos.

Así paso The Casualties una vez más por nuestro país y como aquella vez en 2018 nos pasó una aplanadora por encima, mostrando que esta banda tiene bien merecido su lugar en lo más alto del punk mundial. Fue una hora y media de show con 21 canciones que dejaron el mensaje que no se debe olvidar jamás, los punks no están muertos. The Casualties se encarga muy bien de mantener viva esa llama eterna.

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Comeback Kid en Buenos Aires: “De Canadá, con amor (y mucho hardcore)”
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Sexta visita de los canadienses Comeback Kid a la Argentina. Para la ocasión, el recinto elegido fue Uniclub y la excusa de este nuevo encuentro con el público albiceleste fue la conmemoración del 20° aniversario de Wake The Dead, segundo disco de estudio de la banda. La velada arrancó con los locales Los Verdaderos, quienes comenzaron su set poquito después de las 20:00 hs y durante un lapso menor a los veinte minutos. Pero por un tema de logística, no pude degustar su set. Y me voy a detener un momento para hacer catarsis en torno al motivo por el cual no llegué a tiempo. No a modo de excusa, sino sencillamente de catarsis. Fui en auto y un estacionamiento lindero cerraba temprano, por lo que no era una opción y tuve que volver al auto a buscar otro. Todo en el marco de un barrio del Abasto cuasi colapsado, en donde hay movimiento constantemente. Consigo entrar al estacionamiento del shopping center de la zona y luego de unos varios minutos buscando una luz verde que me indique dónde estacionar, pude hacerlo. Todo para luego encontrarme con que el lugar en cuestión no acepta otro medio de pago que no sea efectivo o tarjeta de débito, por lo que tuve que salir del estacionamiento, esta vez un tanto ofuscado por la situación, nuevamente a buscar otro. Año 2025 y todavía hay entes que no aceptan pago con QR. En fin, se agradece el momento catártico.

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A las 21:05 hs y ante un local a un claro 70% de ocupación, el PA comenzó a escupir acoples de guitarra, dando así inicio a un nuevo show de los canadienses en esta parte del cono sur, de la mano de “False Idol Falls“, tema con que abre Wake The Dead. Y como la excusa era conmemorar el 20° aniversario de este registro, los Comeback Kid lo performaron íntegramente, aunque de los once tracks del disco, solo diez sonaron en Uniclub. El que quedó afuera fue “Partners in Crime“. Y como el álbum conmemorado dura veinticinco minutos, la banda se despachó con otros temas de su discografía, como por ejemplo “G.M. Vincent & I” y “Absolute“, este último en cuya versión de estudio aparece Devin Townsend como invitado, aportando su magnífica voz podrida en la antesala al breakdown del tema. El cierre del show, de tan solo cincuenta minutos de duración, llegó de la mano del track que le da nombre al disco festejado.

El sonido fue muy bueno y parejo a lo largo del show. Incluso personalmente sentí que estábamos escuchando una versión remasterizada de Wake The Dead debido al buen sonido. Ni hablar de la performance de la banda, muy profesional y ajustada. El frontman Andrew Neufeld dio todo de sí y se notó claramente a gusto con el público local. Incluso festejó cada vez que alguien se colaba al escenario para cantar junto a él y luego tirarse a la gente. Hubo un pequeño desperfecto con su micrófono, pero rápidamente Neufeld se deshizo de él y fue en búsqueda del mic del bajista para seguir haciendo de las suyas sin interrupciones ni problemas técnicos. El resto de la banda, compuesta por los guitarristas Jeremy Hiebert y Stu Ross; el bajista Chase Brenneman y el baterista Loren Legare, también se mostró muy a gusto con la velada en general, agitando a la gente en todo momento.

Fueron así cincuenta intensos minutos de hardcore nueva escuela, aunque con marcadas reminiscencias de la vieja, por parte de uno de los máximos referentes del género, aunque quizás sin el reconocimiento que verdaderamente merecen, no solo en esta parte del planeta, sino a nivel mundial.

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Z! Live 2025 – Dia 3: “Un Festival con Alma de Titanes”
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El Broche de Oro del Z Live 2025: El Factor X de una Década que Resuena en la Historia

Cumplir diez años en la escena musical, sin importar de qué rincón de esta disciplina provenga el logro, es un verdadero hito. ¡Y que se lo digan al equipo indomable de Z! Hace solo dos años, el cielo les cayó encima, pero demostraron una resiliencia admirable, digna de la historia de batallas y victorias que forjaron Castilla y León. Se levantaron, se conectaron y, de repente, los vemos más aguerridos y centrados en el universo del metal que nunca. ¡Felicidades, Z Live Rock Fest! ¡Que venga al menos el doble de ese factor X!

La jornada final fue un reflejo de este camino. Incluso en las horas menos concurridas, el aumento de asistentes era notable, confirmando el rotundo éxito de un festival que, año tras año, supera todas las expectativas. Un sábado de inicio de verano con temperaturas estivales sólo podía traducirse en un ambiente inmejorable. Si a esto le sumamos un cartel con nombres mayúsculos, quizás menos recurrentes que de costumbre, o al menos con argumentos más sólidos que en otras ocasiones, el resultado es evidente: ¡un imán que atrae a la multitud!

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El escenario vibró con la fuerza de Sepultura, la inconfundible presencia de Lita Ford, el hard rock melódico de Gotthard y la épica sinfonía de Rhapsody of Fire. No faltaron los locales Ankhara con su potente metal ni la oscuridad envolvente de los nórdicos Dark Funeral, conformando una mezcla que atrajo a todo tipo de amantes del rock y el metal. El cesto se llenó de entusiastas, ¡y eso es digno de ovación!

Opensight: Un Espectáculo Audiovisual Bizarro

Los británicos Opensight, liderados por la enérgica voz y guitarra de Iván David, irrumpieron en el escenario con una propuesta tan audaz como inesperada. Con Iván dirigiéndose al público en un español fluido, la banda, ataviada con trajes impecables y camisas rojas, no solo presentó música, sino una auténtica odisea cinematográfica. Neil McLaughlin en la segunda guitarra, Duncan Arkley al bajo y Redd Reddington en la batería, todos ellos cual hombres de negro, desplegaron una ofensiva musical acompañada de proyecciones de películas clásicas y de serie B, tejiendo un tapiz visual que complementaba a la perfección su sonido.

Este cuarteto, más cercano a lo bizarro que a lo convencional, apostó por una atmósfera sonora intensa y la anarquía como estandarte. Su estilo, que navega entre el metal progresivo, el groove metal y toques de thrash, se caracteriza por riffs intrincados, ritmos contundentes y una vocalización versátil que transita entre lo melódico y lo gutural. Demostraron que no dejan nada al azar, y bajo el sol radiante, se entregaron por completo a su esquizoide propuesta, cautivando incluso a los más indecisos. Su secreto radica en la imprevisibilidad; uno nunca sabe qué maravilla sacarán de su chistera. Tras adelantar algunas piezas de su próximo disco en un “petit comité”, el público disfrutó de un setlist arrollador.

Abrieron con la contundencia de “Killer“, una explosión de energía que estableció el tono. Le siguió la envolvente “Plain Sight“, donde las melodías complejas se entrelazan con pasajes más pesados. Después, arremetieron con la furia de “Stained Remains” y la fuerza implacable de “Primitive Principle“, dos temas que destacaron su habilidad para combinar agresividad y técnica. La intriga llegó con una nueva canción, aún con el título provisional de “Clan“, o la potente “Defying Eye“, que ofrecieron un adelanto de su evolución musical. Luego, dieron paso a la compleja “Plot Twist“, una pieza que ejemplifica su enfoque progresivo con cambios de ritmo y atmósferas. La noche culminó con la vibrante “Midnight Hunter“, un cierre potente y memorable que dejó al público con ganas de más de esta banda singular.

Ankhara: La Maestra Evolución del Heavy Metal Español

Ankhara, los veteranos de Madrid, están viviendo un auténtico revival, demostrando que el buen vino, con el tiempo, solo mejora. Desde su formación en 1995, se labraron una reputación merecida en la escena del heavy metal español, fusionando elementos clásicos con toques de power y progresivo. Tres álbumes fueron suficientes para catapultar a la fama, y aunque su actividad se detuvo por un tiempo, su regreso discográfico hace cinco años y dos nuevos trabajos les ha sentado francamente bien.

La voz de Pacho Brea se mantiene tan distintiva como siempre, un sello inconfundible de la banda. Alberto Marín, un músico multifacético, y Cecilio Sánchez en las guitarras han perfeccionado su virtuosismo con cada paso, construyendo armonías y riffs que suenan como el relámpago en la noche. Alberto, en particular, deslumbra con su talento, tejiendo solos intrincados y melodías que elevan cada composición. Dani Criado se ha adueñado de las líneas de bajo, aportando una solidez impecable, mientras que Matías de Vallejo en la batería ha inyectado una vitalidad contagiosa, dándoles más vida que la que nos roba el “conejo de Duracell”. Aunque Matías no pudo acompañarlos en esta ocasión, un joven y enérgico sustituto asumió el rol de motor, impulsando la banda con una fuerza impresionante.

Sobre el escenario, Ankhara es una banda que ha agrietado la barrica de su sonido, extrayendo toda la nobleza de su esencia. Esparcen semillas de genialidad con cada nota, atrayendo a una legión de seguidores que buscan refugio en su ímpetu y se nutren de la brillantez que irradian. En sus presentaciones recientes, su setlist es un recorrido por su rica discografía, combinando himnos del pasado con la fuerza de sus nuevas creaciones. Es habitual escuchar la intensidad de “Demasiado tarde“, la promesa de “Un paso más“, la épica de “Hasta el fin” y la introspección de “No mires atrás“, todas ellas piezas fundamentales de su aclamado álbum Dueño del Tiempo (1999). También resuenan la turbulencia de “Mente atormentada“, la camaradería de “Junto al viento” y la fortaleza de “En mis manos“. La inspiradora “Nunca mueras por un sueño” y la mágica “Acordes mágicos” de Sombras del Pasado (2003) no suelen faltar, al igual que la contundencia de “Sigue en pie” de Sinergia (2018). Cada canción es una muestra de su coherencia y evolución, reafirmando por qué Ankhara sigue siendo un referente en el heavy metal nacional.

Dynazty: La Fuerza Sueca que Redefine el Metal Moderno

La cuestión flota en el aire: ¿es Dynazty una nueva generación del metal, o es su música la que engendra una nueva estirpe de metaleros? Lo que es innegable es la expectación que rodeaba a los suecos, quienes, tras una década pivotando desde el hard rock, han consolidado un sonido híbrido entre el power metal melódico y el heavy más aplastante. ¡El público respondió llenando el recinto hasta la bandera, ansioso por presenciar su imponente despliegue!

Nils Molin, nuestro frontman, no solo canta como los ángeles (o demonios, según el tema), sino que su presencia en el escenario es pura magia. ¡El tío tiene un carisma que te engancha desde el primer riff! Y hablando de riffs, la maquinaria musical de Dynazty es una locura. Jonathan Olsson y Love Magnusson en las guitarras son unos auténticos maestros, tejiendo melodías que te atrapan y riffs que te hacen headbangear sin control. Georg Härnsten Egg a la batería es una bestia parda, un metrónomo humano que le da una pegada brutal a cada tema. Y Mike Lavér al bajo, aunque a veces no lo veamos tanto, es el pilar que lo une todo, ¡con una solidez que te deja flipando! La verdad es que esta gente tiene un sonido tan macizo que, estés donde estés, te llega con una fuerza que te sacude. A ver, sí, su propuesta está muy trabajada y a veces parece todo súper programado, pero eso no quita que cada canción sea una auténtica bomba.

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El setlist fue un recorrido contundente por su evolución, intercalando himnos conocidos con el frescor de su último trabajo. Abrieron con la flamante “Game of Faces” y el potente sencillo “Call of the Night“, ambos extraídos de su nuevo álbum de 2025, que marcó una clara apuesta por su material más reciente. La contundencia no cesó con la demoledora “Natural Born Killer” y la épica “Waterfall“. La emotiva “Yours” ofreció un respiro melódico antes de que la batería de Egg tomará el protagonismo en un solo que demostró su maestría. Retomaron la embestida con la potente “Presence of Mind” y la intrincada “The Human Paradox“, para culminar con la arrolladora “Heartless Madness“. Aunque la banda se pasó un poco de la raya interactuando con el público y perdieron algo de tiempo, su innegable calidad musical y la entrega en cada interpretación dejaron una marca imborrable en la jornada.

Rhapsody Of Fire: La Fuerza Imperecedera del Metal Sinfónico y sus Raíces Épicas

¡Prepárense, amantes del metal! Rhapsody Of Fire, los titanes del power  metal sinfónico que te hace soñar despierto, nos ofrecieron un show que, a pesar de los años y algún que otro cambio en la banda, demostró que su magia sigue intacta. Es verdad que ahora solo queda un miembro original al frente y que a veces se debate cuánto es en vivo y cuánto viene de “cintas”, pero la verdad es que la esencia de lo que los hizo grandes sigue ahí, ¡a tope! Para muchos, esa nostalgia es justo lo que nos tiene enganchados a este género tan especial.

El genio de Alex Staropoli en los teclados es, sin duda, el alma de la fiesta. ¡Este tío es un mago! Su capacidad para crear esos paisajes sonoros gigantescos y complejos es lo que ha marcado el sonido de Rhapsody desde el principio. Y ojo al dato con el guitarrista Roberto De Micheli: ¡es un fuera de serie! Sus solos y melodías no solo están a la altura de las composiciones originales, sino que a menudo las mejoran, dándole un toque de virtuosismo y potencia que te deja con la boca abierta. El resto de la banda, con su energía y precisión, se encargan de que todo suene espectacular.

La banda nos demostró que no se quedan estancados. Nos soltaron temas recientes como “Rain of Fury” y “Warrior Heart” (de The Eighth Mountain, 2019), la emotiva “I’ll Be Your Hero” (de su EP de 2021) y la poderosa “Challenge the Wind” (de su álbum homónimo de 2024). Estas canciones no solo muestran que siguen evolucionando, sino que mantienen esa identidad épica y esa complejidad melódica que los hace únicos.

Pero seamos sinceros, el verdadero subidón del concierto llega cuando tiran de clásicos, ¡esos himnos que nos volaron la cabeza hace años y que siguen resonando en el alma de los fans! El setlist fue una mezcla explosiva de lo nuevo y lo glorioso del pasado. Arrancaron con el canto de batalla épico “Unholy Warcry“, que desató la locura con sus coros grandilocuentes y esa velocidad que nos encanta del power metal. Luego nos metieron una de las nuevas, “I’ll Be Your Hero“, que sirvió de puente entre su presente y su sonido más melódico. Después vino “Chains of Destiny“, que te lleva de viaje por sus historias fantásticas con sus cambios de ritmo y atmósferas. El concierto siguió con el temazo “The March of the Swordmaster”, cargado de energía y con orquestaciones que te hacían mover la cabeza sin parar, ¡un clásico de sus raíces más potentes! Y para rematar, la atronadora “Dawn of Victory“, otro himno que electrificó el ambiente con la contundencia de sus guitarras y la majestuosidad sinfónica. El broche de oro, como no podía ser de otra forma, fue “Emerald Sword“. ¡Esto ya fue la explosión total! Miles de voces se unieron en un coro unánime, puños en alto, confirmando el legado eterno de una banda que ha sabido construir su propio reino épico en la historia del metal.

Al final, Rhapsody Of Fire sigue siendo un faro para los amantes del metal sinfónico, capaces de arrastrar a miles de fans que, inmersos en la fantasía de sus relatos y la grandiosidad de su música, responden con una pasión brutal a cada llamada de sus profundas y majestuosas raíces. ¡Larga vida a la espada de esmeralda!

Gotthard: El Fénix Resurge con Poder Renovado

¡Es un hecho! La legendaria banda de Lugano, Suiza, Gotthard, ha superado la inmensa sombra de la trágica pérdida de su icónico vocalista Steve Lee. A pesar de que la comparación consigo mismos ha sido un obstáculo constante, impidiendo a veces competir con la inmediatez de otras bandas, Gotthard ha demostrado que el legado musical forjado por el respetado Leo Leoni es inmortal. Nic Maeder, con una fortaleza inquebrantable, ha llevado el manto del “nuevo” vocalista durante trece años, y con su flamante disco, Stereo Crush, bajo el brazo, ¡es hora de dejar de considerarlo sólo “el otro”! Este álbum es una auténtica joya. Así que, tómense un momento, despréndanse de prejuicios y, ¡simplemente gocen! Puede que no sea exactamente lo mismo, pero cada vez se acercan más a la perfección.

Donde realmente demuestran su valía es sobre el escenario, y ¡vaya si lo consiguen! Con un sonido apabullante que merecía aún más volumen, la banda se reafirma en sus convicciones. Como era de esperar, la respuesta a los temas nuevos es diferente a la euforia que generan sus éxitos de antes de 2010. ¿Frustrante? Quizás, pero esa sensación se disipa cuando ves a miles de personas vibrar con cada nota, inhalando y exhalando vida a través de su música. ¡Es un espectáculo que te eleva!

El setlist fue una muestra impecable de su trayectoria, mezclando la potencia de lo nuevo con la inmortalidad de sus himnos. Abrieron con la profunda “AI & I“, seguida por la electrizante “Thunder & Lightning“. La multitud coreó al unísono “All We Are” antes de que la banda rindiera un emotivo tributo con su poderosa versión de “Hush“, original de Joe South. Fue originalmente grabada por Billy Joe Royal, y luego versionada por Deep Purple en su álbum debut “Shades of Deep Purple” en 1968, que les valió una de las primeras grandes ovaciones de la noche.

Continuaron con la enérgica “Mountain Mama“, un clásico que siempre levanta pasiones, y la impresionante “Burning Bridges” de su nuevo álbum, que sonó espectacularmente potente en vivo. La atmósfera se volvió mágica con la belleza de “Heaven“, donde permitieron al público cantar los primeros compases, haciéndonos sentir parte de la leyenda. El viaje siguió con la emotiva “Feel What I Feel” y la inconfundible “Top of the World“. Finalmente, la banda cerró con la inspiradora “Lift U Up“, dejando una sensación de triunfo y conexión con la audiencia.

Gotthard ha retoñado como pequeñas llamas desprendidas del Fénix absoluto, mostrando una resiliencia admirable. Ahora es el momento de apoyarlos de verdad, ya que ellos no guardan rencor y desean seguir compartiendo su luz musical con el mundo.

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Lita Ford: Un Torbellino de Rock y Legado

¡Qué fuerza la de Lita Ford sobre el escenario! Con 66 años de pura energía, Lita demuestra que la pasión por el rock no tiene edad. Sus presentaciones son una auténtica descarga de potencia y actitud rockera, prueba viviente de que el número 66, lejos de cualquier connotación, simboliza la vitalidad incombustible de una leyenda. Lita no solo es una guitarrista excepcional, capaz de hacer rugir las seis cuerdas con una destreza impresionante, sino que su voz poderosa complementa a la perfección cada riff y cada solo. Verla en acción es ser testigo de una verdadera leyenda del rock.

Desde el primer acorde, Lita sabe cómo conectar con su gente. En este concierto, una fan con un cartel en mano pidió un tema apenas comenzó el show, y la mismísima Lita, con una sonrisa, prometió cumplir su deseo casi al final. Esta interacción es parte de su encanto, mostrando una pasión contagiosa por la música que se desborda en cada nota.

El repertorio de la noche fue un viaje electrizante a través de su trayectoria. Arrancó con la pegadiza “Gotta Let Go“, marcando un ritmo implacable. Le siguió la vibrante “Restless“, que mantuvo la energía a tope. La sorpresa llegó con una contundente versión de “The Bitch Is Back” de Elton John, que demostró su versatilidad y respeto por los clásicos. La temperatura subió con la incendiaria “Playin’ With Fire” y el potente groove de “Back to the Cave“. Un solo de batería permitió a la banda lucirse antes de que Lita nos regalara un momento de pura nostalgia con “Cherry Bomb“. Este himno, aquel que una adolescente en las primeras filas pedía a gritos y que la emparenta directamente con otra grande de las seis cuerdas como Joan Jett, nos transportó a su icónica etapa en The Runaways, poniendo a corear a todo el público. No faltó otra reinterpretación inesperada, la explosiva “Black Leather” de Sex Pistols; su vertiente más punk hizo que la línea de bajo y el demoledor estribillo pusieran a la multitud a hacer pogo. El ambiente se volvió íntimo con la emotiva balada “Close My Eyes Forever“, la cual interpretó a dúo con el mismísimo y gran Ozzy Osbourne, y donde su voz brilló con luz propia. Y para cerrar la noche por todo lo alto, el público estalló con el inmortal “Kiss Me Deadly“, donde por un instante, volvimos a los tiempos de la laca, los pelos cardados y la dominación del hard rock en la MTV. Fue un broche de oro que dejó a todos con ganas de más rock and roll de la mano de esta incombustible artista.

Sepultura: Un Adiós Épico Marcado por la Historia del Metal Brasileño

El telón se baja para Sepultura, y es una despedida agridulce que marca el fin de una era. Cuarenta años de “chaos” musical llegan a su punto final, una odisea relatada por el cincuenta por ciento de sus protagonistas, pero con la notable ausencia de una parte fundamental de su alma. Es verdaderamente una pena que una banda que, sin contar con los mismos medios y la visibilidad de las grandes potencias musicales, logró colarse entre los gigantes del metal extremo, diga adiós en medio de divisiones. La actual gira de despedida de Sepultura, sin los hermanos Cavalera, ha provocado profundas reflexiones sobre la trayectoria de la banda y la inmensa importancia de sus miembros originales. Esto ha generado debates constantes entre los fans sobre quiénes representan realmente el espíritu de Sepultura y ha impulsado comparaciones entre su música actual (con Kisser y Paulo Jr.) y la de Cavalera Conspiracy y Soulfly (con los hermanos Cavalera), notándose claramente las diferencias en estilo y sonido que definieron cada etapa.

Andreas Kisser, el virtuoso guitarrista de São Bernardo do Campo, se unió a la banda en 1987, y su técnica depurada, con el tapping, sweep picking y slide, se convirtió en un pilar fundamental del sonido distintivo de Sepultura. Su pasión al tocar es innegable y palpable en cada riff, y ha sido una figura clave en la evolución y consolidación del thrash metal brasileño a nivel mundial. A su lado, Paulo Jr. Se ha mantenido como el inmutable y sólido bajista, un ancla vital que ha brindado la base rítmica inquebrantable a lo largo de décadas de cambios y evoluciones. Acompañándolos en esta etapa final, encontramos a Derrick Green, un vocalista potente y solvente que, a pesar de haber pasado más años en la banda que el propio Max Cavalera, siempre ha cargado con la difícil pero inevitable sombra de no poder reemplazar la figura icónica y fundacional del creador de la banda. Y para completar esta formidable formación, el sorprendente Greyson Nekrutman, un joven pero ya consolidado talento que ha demostrado ser un digno sucesor del todopoderoso Eloy Casagrande en la batería, aportando una energía arrolladora y una precisión impecable. Ha llegado el momento de la despedida para esta era dorada del metal.

En esta ocasión, la banda ofreció, probablemente, el concierto de su vida, o al menos, el mejor de todos los que les he visto en las múltiples ocasiones en las que he podido unirme a su “chaos” controlado. El setlist fue una verdadera y brutal embestida sonora que hizo temblar los cimientos del recinto, una declaración de intenciones desde el primer momento. Tras una “Mixed Intro” cargada de tensión y anticipación, la banda abrió fuego con un trío demoledor que dejó a todos sin aliento. La atmósfera se volvió densa y electrizante cuando los primeros acordes de “Beneath the Remains” e “Inner Self” –dos himnos atemporales del álbum homónimo de 1989– resonaron, seguidos de la implacable y brutal “Desperate Cry” de Arise (1991). ¡Aquello fue sencillamente acojonante! Arise fue, sin duda, una patada en la boca que los catapultó al olimpo del metal desde el “tercer mundo”, un disco que solidifica su sonido y los llevó a una audiencia global. Derrick Green, con su imponente presencia escénica y su voz gutural y potente, lideraba el asalto sonoro mientras Kisser desgranaba riffs demoledores y solos vertiginosos que cortaban el aire. La base rítmica, con Paulo Jr. imperturbable y sólido al bajo, y Greyson Nekrutman demostrando por qué es el nuevo prodigio de la batería, mantenía una potencia descomunal que hacía vibrar el suelo bajo nuestros pies. Incluso se atrevieron con una inesperada versión de “Polícia” de Titãs, una joya brasileña que conectó aún más con el público local, mostrando el orgullo de sus raíces.

Después de este arranque fulminante, con una vitalidad asombrosa, la banda se empastó en un batiburrillo magistral de clásicos inmortales de la era de Max e Iggor, inteligentemente intercalados con joyas de sus introspecciones artísticas más recientes, que han cogido peso y relevancia. Así, resonaron la potente y rítmica “Phantom Self” de Machine Messiah (2017), la enérgica “Attitude” del popular álbum Roots (1996), un verdadero punto de inflexión en su carrera por su incursión en sonidos tribales, y la contundente “Means to an End” junto a las épicas “Guardians of Earth” y “Agony of Defeat” del aclamado Quadra (2020), que demostraron su evolución sonora y su capacidad para seguir creando material impactante. No faltaron temas esenciales como “Kairos” del disco del mismo título (2011), la oscura y atmosférica.

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SiM en Barcelona: “caos, carisma y conexión total”
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Texto y fotos: Edko Fuzz

La noche del 18 de junio en Razzmatazz 2 comenzó fuerte con Bolu2 Death como banda telonera. Los onubenses salieron al escenario con la energía a tope y un sonido que combinó metalcore, flamenco y electrónica, demostrando por qué se han convertido en una de las propuestas más originales de la escena nacional. Su actuación fue intensa, directa, y sirvió como un calentamiento perfecto para lo que vendría después: el debut de SiM en España. Para muchos, la noche ya valía con ver esa mezcla explosiva entre raíces andaluzas y brutalidad sónica.

Minutos más tarde, el público se volcó por completo cuando SiM pisó el escenario. Sin necesidad de despliegues escénicos, con solo tres tarimas y toneladas de actitud, los japoneses mostraron por qué llevan más de dos décadas siendo un referente en su país. Su capacidad para pasar del metal al ska punk, del reggae al rap, con total naturalidad, mantuvo a la sala completamente entregada. “CHAMPIONS”, su más reciente single, sonó como un auténtico himno, con ese groove infeccioso que hace imposible quedarse quieto. El directo confirmó que su propuesta cobra un sentido mucho mayor cuando se vive cara a cara.

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Hubo ecos claros del nu-metal de principios de los 2000 —con guiños estilísticos que recordaban a Linkin Park o Limp Bizkit—, pero SiM tiene algo más: una esencia marcada por sus orígenes en Shonan, donde la cultura surf, el reggae y el hardcore conviven desde siempre. Esa identidad única se tradujo en un show energético, divertido y con momentos imprevisibles: desde bromas espontáneas entre tema y tema hasta un cartel que pedía “Play Baseball Bat” y acabó con el vocalista MAH rompiendo un bate en el escenario. Todo eso, sin perder ni un segundo de intensidad.

El momento más esperado llegó con “The Rumbling”, tema que los catapultó a la fama mundial gracias a su inclusión en Attack on Titan. La sala se iluminó de pantallas mientras MAH recordaba al público que también había que vivir el momento. Tras exactamente 60 minutos de música sin tregua, SiM se despidió dejando una promesa en el aire: si logran mover su propio festival en Japón a abril, podrán estar en el Resurrection Fest el año que viene. Si eso ocurre, muchos podrán decir con orgullo que los vieron antes, en una sala pequeña, en una noche que se sintió como el inicio de algo grande.

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Rock Imperium 2025 – Dia 1: “Pura Adrenalina”
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¡Vaya manera de arrancar el Rock Imperium Festival en Cartagena!, el pasado jueves 26 de junio, el Parque El Batel ha sido un auténtico volcán de energía desde que las puertas abrieron a la 1 de la tarde y la música empezó a sonar. Ha sido una jornada inaugural épica, con bandas que nos han volado la cabeza y un ambiente inmejorable.

Crummy: ¡Un Inicio Ardiente de Metal Clásico Bajo el Sol Abrasador!

Abriendo la jornada del Rock Imperium de Cartagena, la banda malagueña Crummy ha marcado el inicio con una actuación valiente y enérgica. A pesar del sol abrasador y la temprana hora, la agrupación ha demostrado su heroicidad en el escenario, entregando una sólida muestra de heavy metal clásico en castellano.

Liderados por la destreza a la guitarra de Víctor C. Gil (ex-Anubis), Crummy ha desplegado un repertorio contundente con grandes composiciones. Temas como “Alias” resonaron con fuerza, combinando potencia y melodías pegadizas. La banda ha desprendido una energía contagiosa, con Kiko Romero dándolo todo en el cierre con la explosiva “Falsos poetas“.

Ha sido una valiente y potente carta de presentación bajo el sol de Murcia, dejando claro que el heavy metal clásico en español tiene un futuro prometedor.

Diabulus in Música La Sinfonía del metal hecha realidad

¡La banda española Diabulus in Musica ofreció hoy una cátedra de metal sinfónico en el Rock Imperium de Cartagena! Liderados por la imponente voz de Zuberoa Aznárez y los guturales de Gorka Elso (también a los teclados), el quinteto navarro cautivó al público con un setlist épico y cargado de emoción.

El concierto arrancó con la energía de “One Step Higher” y la complejidad de “Ex Nihilo“, mostrando desde el principio su pulida combinación de orquestaciones grandiosas y riffs potentes. La poderosa sección rítmica de Ion Feligreras (batería) y David Erro (bajo) cimentó cada tema, mientras que la guitarra de Aimar Metal añadió la fuerza necesaria.

Temas como “In Quest of Sense” e “Inner Force” resonaron con una intensidad particular, con Zuberoa deslumbrando con su versatilidad vocal. La audiencia disfrutó de la teatralidad de “The Misfit’s Swing” y la melancolía de “Invisible” y “Otoi“.

El tramo final fue una explosión de su poderío sinfónico: “Shadow of the Throne” y “Sceneries of Hope” prepararon el terreno para el asalto épico de “From the Embers” y la monumental “Battle of Atlantis“, coreada por muchos. Cerraron su impecable actuación con la envolvente “Earthly Illusions“, dejando una huella profunda y reafirmando su estatus como una de las bandas más destacadas del metal sinfónico español. ¡Un directo espectacular!

Iron Curtain ¡Heavy metal sin anestesia!

Así fue la descarga que Iron Curtain ofreció en el Rock Imperium 2025. La banda murciana, con Mike Leprosy (voz, guitarra) al frente, Miguel Ángel López (guitarra) con sus riffs afilados, y la potente base rítmica de Joserra (bajo) y Moroco (batería), convirtió el escenario en un vendaval de speed/thrash metal.

Desde el inicio, la energía fue palpable. Temas como “Devil’s Eyes“, “Jaguar Spirit” o “Savage Dawn” sonaron con una precisión brutal, desatando mosh pits y headbanging sin control entre un público entregado. Iron Curtain no solo tocó; transmitió pura adrenalina, reafirmando su lugar como referente del género. Una actuación demoledora que dejó al público agotado y eufórico.

Hellripper Desata el Caos a la usanza de la vieja escuela del Thrash Metal

¡El Parque El Batel de Cartagena tembló esta tarde con la imparable energía de Hellripper! La banda escocesa, comandada por el incombustible James McBain, ofreció un asalto sónico que dejó a los asistentes sudorosos, satisfechos y con ganas de más.

Desde el primer acorde, quedó claro que Hellripper venía a por todas. Arrancaron con la demoledora “All Hail the Goat“, que instantáneamente encendió al público, seguido sin tregua por la furia desenfrenada de “Blood Orgy of the She-Devils“. El sonido de su black/thrash metal old school es crudo, directo y brutalmente efectivo, transportando a la audiencia a los rincones más oscuros y salvajes del género.

La banda mantuvo la intensidad con temas como “Spectres of the Blood Moon Sabbath” y la ya clásica “Black Arts & Alchemy“, que resonó con una fuerza abrumadora. Cada riff era un puñetazo, cada golpe de batería una patada en el estómago. No hubo respiro.

Uno de los momentos culminantes llegó con la esperadísima “From Hell“, un tema que el público coreó y celebró con euforia. La banda no solo demostró su pericia técnica, sino también una conexión palpable con sus seguidores. La sucesión de “The Affair of the Poisons” y “Goat Vomit Nightmare” siguió machacando los tímpanos de una manera gloriosa, con McBain demostrando ser un frontman carismático y poseído por la esencia del metal.

El final del set fue una declaración de intenciones. “The Hanging Tree” y “The Nuckelavee” prepararon el terreno para el apocalipsis final. La energía alcanzó su clímax con la blasfema y arrolladora “Nunfucking Armageddon 666“, que provocó un auténtico pandemónium entre las primeras filas. Para cerrar un concierto inolvidable, “Bastard of Hades” sirvió como el golpe de gracia, dejando a los fans exhaustos pero eufóricos.

Far East Groove Deslumbra en el Rock Imperium con su metal

dio una experiencia musical única con el debut europeo de Far East Groove! Liderados por el renombrado compositor y tecladista Yasuharu Takanashi (conocido por sus trabajos en ‘Naruto Shippuden’ y ‘Fairy Tail’), la banda transformó el escenario en una épica banda sonora de anime en vivo.

Desde el primer momento, la maestría de Takanashi, combinando su pasión por el heavy metal con las melodías icónicas del anime, creó una atmósfera electrizante. Junto al virtuoso guitarrista japonés Nozomu Wakai (Sigh, Destinia), Far East Groove ofreció un espectáculo donde la potencia del metal se fusiona perfectamente con la extravagancia y la emoción de las bandas sonoras que han marcado a millones.

Este concierto, su única fecha en festivales europeos este año, fue una oportunidad exclusiva para sentir la energía de temas como “Beyond the Quest” y otras piezas emblemáticas en un formato completamente nuevo. Far East Groove no solo tocó música; ¡hizo que el público viviera la potencia del groove del Lejano Oriente!

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¡Satan Desata la Leyenda británica!

¡Menuda descarga nos han pegado los legendarios Satan hoy en el Rock Imperium de Cartagena! La banda de Newcastle, auténticos pilares de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM), nos han dejado claro por qué, aunque quizás no tuvieron la fama masiva de otros, su influencia es innegable y su directo, simplemente demoledor.

Con Brian Ross al frente, cuya voz sigue siendo una fuerza de la naturaleza, y esos riffs intrincados y afiladisimos de las guitarras de Steve Ramsey y Russ Tippins, Satan nos ha teletransportado directos a la edad de oro del heavy metal. La base rítmica, con Graeme English al bajo y Sean Taylor en la batería, sonaba sólida como una roca, dándonos esa base perfecta para su proto-thrash tan característico.

El concierto ha sido un asalto frontal desde el minuto uno, con un setlist que ha puesto a vibrar tanto a los fans de la vieja escuela como a los que acababan de descubrirlos. Los himnos de su icónico álbum debut Court in the Act han resonado con una potencia que te volaba la cabeza.

El setlist que desató la furia de Satan en el Rock Imperium incluyó: “Trial by Fire” (un arranque incendiario que prendió la mecha de la noche), “Blades of Steel” (puro heavy metal clásico con esos riffs que te taladran), “Broken Treaties” (una joya que demuestra su complejidad compositiva), “Twenty Twenty Five” (una muestra de su material más reciente, igual de contundente), “Cenotaph” (una pieza más elaborada que mantuvo la intensidad), “Into the Fire” (el fuego de su sonido más puro, directo a la yugular), “Siege Mentality” (demostrando su habilidad para crear atmósferas opresivas), “The Devil’s Infantry” (otro golpe de pura potencia thrash), “The Doomsday Clock (intro)” (la antesala de un final apoteósico), y “Burning Hammer” (un cierre demoledor que nos dejó sin aliento).

El público ha vibrado con cada tema, que han ejecutado con una precisión y una energía admirables. ¡Es que Satan no solo toca sus canciones, las viven! Y esa pasión se contagia a una audiencia que se ha rendido por completo ante la maestría de estos veteranos.

Hubo un momento súper cómplice con la peña cuando Brian Ross preguntó si había alguien de Newcastle entre el público. Al no recibir una respuesta clara, o quizás sintiendo la energía metalera que siempre ha influido en su tierra natal, con una sonrisa pícara y esa actitud que solo un ícono del rock puede tener, remató la interacción con un simpático y contundente: “¡Fuck off!”. Un puntazo de autenticidad que fue recibido con risas y aplausos, dejando claro que Satan no solo está formada por músicos excepcionales, sino también por personalidades genuinas.

Justo cuando la peña pensaba que el show ya había llegado a su fin, Brian Ross, con esa intensidad que lo define, anunció con una sonrisa que la noche aún no había terminado para ellos, soltando el esperado: “¡Una canción más para ustedes!”, desatando la euforia final entre los asistentes.

Satan ha reafirmado hoy su legado, demostrando que la calidad, la pasión y una buena dosis de actitud siguen siendo los ingredientes clave para un concierto de heavy metal absolutamente inolvidable. ¡Pura esencia NWOBHM en Cartagena!

Desde Escocia para el mundo: GUN

Los escoceses GUN también han reventado el escenario, demostrando que su energía y carisma están intactos. Con los hermanos Dante y Giuliano Gizzi al mando, junto a Scott Shields, Andy Carr y el nuevo guitarrista Ru Macfarlane, nos han regalado un conciertazo brutal. La intro de “Delilah” (¡sí, la de Tom Jones!) ha sido el pistoletazo de salida para una cátedra de rock. Aunque “Word Up!” no estuvo en el setlist, han compensado con creces. Tras el primer cañonazo, Dante preguntó “¿Estáis listos para el hard rock?” y el público estalló. Han encadenado hits como “Don’t Say It’s Over” y la potentísima “Better Days“, que ha resonado con fuerza. Dante no paró de animar, interactuando con la audiencia y presentando una nueva canción dedicada a España con un sincero “¡Muchas gracias Cartagena! Tocamos música para vuestros oídos“. Han cerrado con la pegadiza “Shame on You” con el público “manos arriba” y se han despedido con “Just Like Paradise” de David Lee Roth sonando mientras bajaba la cortina. ¡Pura dinamita!

¡Airbourne Desata la Locura Australiana con el ADN de Bon Scott!

El escenario derecho  ha temblado hoy con la arrolladora energía de Airbourne! La banda australiana, única en pisar un festival en España este año, ha transformado el Rock Imperium en su propio campo de batalla de puro rock ‘n’ roll, dejando claro por qué son una de las fuerzas más potentes del género. ¡Menuda descarga nos han metido!

Desde el primer acorde, la adrenalina se ha disparado. Los australianos han arrancado con la declaración de intenciones perfecta: “Ready to Rock“. Y vaya si estábamos listos. La gente se ha enloquecido al instante, con los puños en alto y las gargantas preparadas para corear cada estribillo. Joel O’Keeffe, como un auténtico ciclón en la voz y la guitarra principal, ha liderado la carga, sin parar de moverse y conectar con la multitud. Sin darnos un respiro, han encadenado con la pegadiza “Girls in Black“, que ha puesto a todo el mundo a saltar.

El concierto ha sido una sucesión imparable de riffs afilados y un showman total en Joel. La banda no solo toca, ¡vive cada nota! Hemos visto a Ryan O’Keeffe machacando la batería con una fuerza descomunal, cimentando cada golpe como un martillo pilón. Al bajo, Justin Street ha sido la base inamovible que ha hecho vibrar el suelo. Y en la guitarra rítmica, el reciente fichaje de Brett Tyrrell ha demostrado por qué está ahí, aportando esa capa de sonido sólida y potente que caracteriza a Airbourne con una solvencia impresionante. Han demostrado su maestría con temas potentes como “Bottom of the Well” y la explosiva “Breakin’ Outta Hell“, que ha sido una auténtica patada en la boca. La energía era palpable, con la banda entregándose al máximo y el público respondiendo con la misma intensidad.

Un momento cumbre ha llegado con “It’s All for Rock ‘n’ Roll“, un himno que resume la filosofía de Airbourne y que ha sido coreado por miles de gargantas. La banda ha demostrado que no hay trucos, solo sudor, riffs y una pasión desbordante por el rock. Han seguido machacando con la contundente “Gutsy“, y aquí el espectáculo ha subido de nivel cuando Justin Street ha accionado manualmente una sirena antiaérea, añadiendo un sonido estridente que ha enloquecido aún más a la multitud. Luego han encendido el ambiente con la festiva “Live It Up“, que ha convertido el recinto en una fiesta masiva.

El broche de oro ha sido con la icónica “Runnin’ Wild“. El público ha estallado en un último grito de euforia, con la banda dejando hasta la última gota de energía en el escenario. Ha sido un final apoteósico para un concierto que ha sido pura dinamita de principio a fin. Joel, como un auténtico predicador del rock, ha corrido de un lado a otro del escenario, haciendo alardes con su guitarra y bajando a las primeras filas para saludar a sus “feligreses”, mientras resonaba su mantra final: “¡Rock and Roll Never Die!“.

Airbourne ha cumplido todas las expectativas, entregando una actuación visceral y sin filtros. Han demostrado por qué son los herederos más salvajes del rock australiano

King Diamond Desata la Ópera Gótica ¡Una Noche de Puro Horror Show!

¡La primera noche de festival ha alcanzado su clímax con la llegada del maestro de la oscuridad, King Diamond! A las 22:20 horas, el escenario principal se ha transformado en el teatro de pesadilla personal del legendario vocalista, ofreciendo una experiencia teatral y musical que ha sido pura magia negra. La expectación era palpable, y el Rey, como siempre, no ha defraudado.

El concierto ha comenzado con un aura de misterio y dramatismo. La intro de “The Wizard” de Black Sabbath ha envuelto el recinto en una atmósfera inquietante, antes de sumergirnos directamente en la oscuridad con la pesada “Funeral” y la inminente “Arrival“. Desde el primer momento, la característica voz de falsete de King Diamond, junto a su inconfundible corpsepaint meticulosamente aplicado y su icónico micrófono de huesos en forma de cruz, ha hipnotizado a la multitud. ¡Muchos, directamente, han agarrado una silla para poder disfrutar cada segundo de esta pieza de terror danés, saboreando cada matiz de la puesta en escena! Otros, rendidos por el cansancio de la jornada o simplemente queriendo absorber cada detalle del espectáculo, se han tirado literalmente en el césped, disfrutando de la atmósfera única. La banda, un engranaje perfecto de metal macabro, ha recreado fielmente el sonido de sus álbumes, llevando a los asistentes por un viaje a través de sus historias de terror gótico.

La escenografía ha sido, como siempre, un personaje más en el show de King Diamond, elevando la experiencia más allá de un concierto de metal. El escenario no era un simple telón de fondo; era el portal a sus historias más retorcidas. Los intrincados diseños, los telones que simulaban viejas mansiones o pasillos de manicomios, y la iluminación teatral, todo estaba calculado para sumergirnos en sus narrativas de horror. Los focos han creado sombras alargadas y atmósferas opresivas, mientras la niebla artificial ha añadido una capa etérea y misteriosa a cada movimiento del Rey. La banda tocaba en medio de este elaborado montaje, que cambiaba sutilmente para reflejar la ambientación de cada canción o arco narrativo.

El repertorio ha sido un festín para los fans, mezclando clásicos absolutos con gemas de su discografía, todo presentado con esa teatralidad que es el ADN de King Diamond. “A Mansion in Darkness” nos ha sumergido aún más en la locura de sus relatos, seguida por la esperadísima “Halloween“. Aquí, el Rey ha hecho gala de sus agudos estratosféricos y su histrionismo característico, deteniéndose en seco con una pose dramática para recibir la singular respuesta del coro del público, que él ha agradecido con un gélido “¡Thank you!” que ha erizado el vello. ¡La teatralidad ha sido máxima! En un momento, “a little bit from” cómodo con su particular bastón, ha aparecido en escena Jody Cachia, la talentosa bailarina que da vida a diversos personajes de sus álbumes, añadiendo más elementos visuales a la narrativa. La diestra mirada de la tecladista, Myjur, ataviada con una máscara hecha de piel humana, y el batería han seguido atentos a cada movimiento de la coreografía macabra.

Los temas de ‘Voodoo‘ y ‘Them‘ han sido interpretados con una intensidad visceral, creando una narrativa oscura que ha mantenido a todos en vilo. La canción “Voodoo” en particular ha sido una inmersión total en la trama del álbum homónimo de 1998, que explora la historia de una familia acosada por un espíritu vengativo y la práctica del vudú en su nueva casa. La banda ha recreado la atmósfera inquietante de este relato con sus ritmos sincopados y coros siniestros, transportando a la audiencia a los pantanos de Luisiana, donde los rituales y los espíritus acechan. King Diamond, con su dominio vocal, ha alternado entre las voces de los personajes, desde el terror de la familia hasta las invocaciones del bokor (sacerdote vudú), haciendo que el público sintiera el frío de lo sobrenatural o una mueca de ignorancia.

La complejidad y el drama de canciones como “Spider Lilly” y la emotiva “Two Little Girls” han demostrado la profundidad lírica y musical del maestro. La energía no ha decaído, pasando de la melancolía a la furia con cortes como “Sleepless Nights” y el escalofriante “Out from the Asylum“. El duelo entre el bajo y la guitarra se ha transformado en una verdadera “guerra de mástiles” son codo a “codo”, una muestra de la increíble conexión y sincronía de la banda. La teatralidad también se ha manifestado en las letanías entre la locura y la oscuridad, mientras King arrojaba un par de muñecos por las escaleras del escenario, un gesto que sumaba al ambiente perturbador.

El momento más esperado llegó con la escalofriante introducción de “Welcome Home”, desatando un coro masivo de miles de voces. La aparición de la siniestra anciana en silla de ruedas —ya un símbolo clásico de sus presentaciones— marcó el inicio de un acto cargado de dramatismo. En un giro escénico tan macabro como brillante, King Diamond se despojó del sombrero para mostrar su rostro avejentado, interactuando con su “invisible español” frente a la figura inmóvil. Luego, mientras una iluminación espectral caía desde las alturas, recitó con voz inquietante: “mi nombre es Face”, profundizando en el relato de su perturbador universo. Todo transcurrió bajo el gigantesco emblema de St. Lucifer’s Hospital 1920, título de su próximo álbum, que sirvió como telón de fondo perfecto para esta ópera de horror en carne viva.

El maestro ha continuado con “The Invisible Guests” y la mística “The Candle“, creando un ambiente casi ritualista. La reciente “Masquerade of Madness” ha demostrado que su creatividad sigue intacta, sonando con la misma fuerza que sus clásicos.

El momento de “Eye of the Witch” ha sido particularmente intenso y teatral. Aquí, King Diamond ha subido el listón de la interacción dramática. Con una mirada penetrante, ha “reprendido” a su teclista, Mykur, no solo con palabras sino con una gestualidad que transmitía furia y autoridad. En respuesta a su reprimenda, Mykur no se ha limitado a tocar, sino que ha contestado con una voz gutural y demoníaca, un añadido vocal que ha resonado por el recinto y ha intensificado la escena. Este intercambio, casi un mini-acto teatral dentro de la canción, ha reforzado la idea de que cada miembro de la banda no solo interpreta música, sino que encarna un papel en la pesadilla de King Diamond. La bruja ha cobrado vida en ese momento, con la dualidad vocal añadiendo capas de oscuridad y locura a la narrativa. El cierre apoteósico, como no podía ser de otra forma, ha llegado con la magistral “Abigail“, la épica que ha coronado una noche inolvidable. Se han despedido solemnemente, dejando a una audiencia fascinada por la inmersión total en su mundo de horror gótico. King Diamond ha ofrecido una actuación impecable y envolvente, una verdadera ópera de terror que trasciende el mero concierto de metal. Su show en el Rock Imperium ha sido una experiencia teatral y musical de primer nivel, consolidando su estatus como una leyenda indiscutible del heavy metal y el padre del horror show. ¡Una noche que quedará grabada en la memoria de todos los “feligreses” de la oscuridad!

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¡Kissin’ Dynamite Calienta Cartagena al Rojo Vivo en la Recta Final del Rock Imperium!

¡Vaya manera de acercarse al cierre del primer día del Rock Imperium! La temperatura infernal de Cartagena subió aún más con la explosiva actuación de Kissin’ Dynamite. La banda alemana llegó con todo su glam y energía para demostrar que el hard rock melódico está más vivo que nunca. ¡Menudo show cargado de carisma y temazos que nos hicieron vibrar a todos! Fueron los penúltimos en pisar el escenario, dejando el listón altísimo para el gran final.

Desde el primer momento, salieron a por todas, sin guardarse nada. Abrieron con el prometedor “Back With a Bang“, y vaya si volvieron con una explosión. La energía de Hannes Braun en la voz, con esa presencia escénica arrolladora, conectó al instante con el público. Los riffs afilados y el ritmo contagioso de Ande Braun y Jim Müller a las guitarras, junto a la potente base rítmica de Steffen Haile al bajo y Silas Braun en la batería, sonaron impecables, calentando aún más el ambiente ya abrasador. La simpatía de la banda fue innegable; Hannes incluso se atrevió con un divertido conteo en español de “uno, dos, cuatro” que arrancó carcajadas y aplausos.

Siguieron el asalto con “DNA“, un tema que resalta su identidad musical y mantuvo la euforia por las nubes. La banda no solo interpreta sus canciones, las vive, y esa pasión se transmite con cada acorde. El público coreó cada estribillo, especialmente cuando llegaron himnos como “No One Dies a Virgin“, que convirtió el recinto en una gran fiesta, con gente saltando y cantando a pleno pulmón.

La intensidad no bajó ni un segundo. Con “I’ve Got the Fire“, Kissin’ Dynamite encendió aún más la llama del hard rock, demostrando su capacidad para crear melodías pegadizas y estribillos memorables. Continuaron con la poderosa “My Monster” y la épica “I Will Be King“, que mostró la versatilidad de la banda, combinando fuerza con toques orquestales y un aura majestuosa.

El final de su set fue apoteósico. “Not the End of the Road” resonó como una declaración de intenciones, dejando claro que a Kissin’ Dynamite le queda muchísimo camino por recorrer en el mundo del rock. La emotiva “You’re Not Alone” fue un momento de conexión pura con la audiencia, creando una atmósfera de camaradería. Y para cerrar la fiesta por todo lo alto, remataron con “Raise Your Glass“, invitando a todos a levantar sus vasos y celebrar la buena música.

Kissin’ Dynamite nos entregó un concierto lleno de energía, buen rollo y un hard rock melódico de altísimo nivel. Su carisma sobre el escenario y la potencia de sus temas dejaron un sello personal, consolidándose como una de las bandas más frescas de la escena actual. ¡Una actuación que dejó el terreno preparado para el número final de la noche!

HELLHAMMER performed by Tom Gabriel Warrior’s TRIUMPH OF DEATH: ¡Una Patada en el Trasero Directa de los 80 en Rock Imperium, Con un Toque a las Pesadillas de H.R. Giger!

¡Agárrense para volver  en el tiempo a la prehistoria más cruda del metal extremo con HELLHAMMER performed by Tom Gabriel Warrior’s TRIUMPH OF DEATH! A eso de las 22:20, el escenario principal se ha convertido en una cueva oscura y ruidosa, un altar a la bestialidad sonora de Tom Gabriel Warrior, el mismísimo padrino de todo lo que hoy llamamos black y death metal. Si pensabas que habías visto algo “extremo”, prepárate para un repaso a mano armada de lo que realmente significa. ¡El estruendo de esta banda fue, sin duda, lo más potente que sonó en toda esta primera jornada, con tambores y riffs a la velocidad de la luz!

Hellhammer existió solo dos años, de mayo del ’82 a mayo del ’84, pero en ese tiempo, estos suizos plantaron la semilla de lo que vendría. La carrera de Tom Warrior es esencial para entender cómo el metal se volvió tan cabrón, y no hay mejor forma de vivirlo que con su propuesta en directo. Triumph Of Death, que toma su nombre de la canción más infame de Hellhammer, no es una banda tributo cualquiera; es la encarnación viva de ese legado, una oportunidad única en España en este 2025 de ver cómo se gestó todo el cotarro.

Desde el primer golpe, esto no ha sido un concierto, ha sido un puto ritual. Tom Gabriel Warrior a la voz y guitarra, con esa presencia que impone y su instrumento que es como un hacha que ha talado la historia del metal, ha liderado a TRIUMPH OF DEATH. Le acompañan André Mathieu a la guitarra y voz, Jamie Lee Cussigh al bajo y Tim Iso Wey en la batería, quienes han recreado fiel y brutalmente los clásicos de Hellhammer. Aquí no ha habido artificios ni lucecitas de colores; la movida es pura, sin filtros, directa a la yugular, como debe ser el metal extremo de verdad.

El ambiente era espartano, despojado de artificios, justo como prometía Warrior. Olvídate de grandes escenografías o bailarinas; la fuerza bruta reside en la música misma. Esa crudeza de los riffs, la batería que te taladraba el cráneo y la voz inconfundible de Warrior, que sigue resonando con la misma brutalidad de antaño, nos han transportado directamente a los ochenta más oscuros. Era como estar en un ensayo clandestino de esos años, donde el sonido era lo único que importaba. La atmósfera creada en el escenario, con la iluminación mínima y las sombras danzando, evocaba las pesadillas biomecánicas y oscuras de H.R. Giger, un telón de fondo perfecto para la brutalidad sónica que se desataba.

El setlist ha sido una excavación arqueológica en los cimientos del metal más duro, desenterrando joyas de sus demos legendarias y del EP “Apocalyptic Raids“. El público ha sido testigo de la furia de “The Third Of The Storms (Evoked Damnation)“, seguida por la implacable “Massacra“, un puto martillazo en la cara. La locura ha continuado con “Maniac“, que te dejaba sin aliento, y la oscuridad de “Blood Insanity“. Han arremetido con “Decapitator” y la blasfema “Crucifixion“, antes de pasar a la velocidad de “Reaper“. La brutalidad no ha cesado con “Horus/Aggressor” y las proféticas “Revelations Of Doom“. La seminal “Messiah” ha resonado con una potencia abrumadora, revelando la influencia innegable que tuvieron en incontables bandas posteriores. Han cerrado con la introspectiva “Visions Of Mortality” y la homónima “Triumph Of Death“. Cada canción era una patada en el trasero, un testimonio de la agresividad y oscuridad que Hellhammer le metió a la escena. La banda ha clavado con una precisión acojonante esa simplicidad demoledora y esa energía punk que les hacía únicos.

Tom Gabriel Warrior, una figura icónica, se ha mantenido fiel a la esencia de Hellhammer: pura ejecución, sin florituras. Su manera de tocar y cantar, aunque con la experiencia de décadas, ha mantenido esa crudeza y esa urgencia que hizo a Hellhammer algo tan especial. Para los que sabemos de qué va esto, ha sido una oportunidad irrepetible de presenciar en vivo la música de una banda que nunca pudo tocar en directo en su momento, porque era demasiado bestia y adelantada para su época.

El show de HELLHAMMER performed by Tom Gabriel Warrior’s TRIUMPH OF DEATH ha sido una puta lección de historia del metal en vivo, una demostración de que la relevancia de una banda que desafió todas las putas normas y pavimentó el camino para generaciones enteras sigue más viva que nunca bajo la batuta de su creador. Una experiencia para los puristas del metal, una reafirmación de que la oscuridad, la crudeza y la pasión de Hellhammer son eternas. ¡Pura dinamita negra!


 

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Deafheaven en Copenhague: “Un rugido melancólico”
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Este año han estado saliendo muy buenos álbumes en lo que a metal se refiere, y mi preferido hasta ahora es el nuevo de Deafheaven, titulado “Lonely People With Power”. Un álbum poderoso donde los riffs potentes se mezclan con momentos de mucha emoción y melancolía. Por ende, el hecho de poder asistir a la presentación del disco en Copenhagen, a sala llena, me tenía lleno de entusiasmo. En los siguientes párrafos voy a contarles mi experiencia.

Primero vamos a hablar de la banda soporte, Oddism, con miembros belgas y franceses que practican un mathcore furioso, técnico y agresivo. Su presentación fue corta, de apenas 30 minutos, pero les bastó para dejar una huella en los presentes a base de breakdowns intensos, gritos desgarradores y una energía contagiosa que rápidamente prendió al público.

El momento más destacado del show fue el final, donde el vocalista se metió en medio de un circle pit mientras cantaba, y casi provoca un accidente, ya que el cable del micrófono se enredó en uno de los asistentes. Afortunadamente no pasó a mayores, pero fue un cierre tan explosivo como memorable.

Una media hora después de los teloneros, las luces se apagaron por completo, generando una gran expectativa. Comenzó a sonar una introducción ambiental que dio paso a la pista —mitad sample, mitad tocada en vivo— “Incidental 1”, que conectó perfectamente con la primera canción propiamente dicha: “Doberman”.

Ya desde el instante inicial, las conclusiones que saqué fueron todas positivas. Primero, el sonido era perfecto, con mucha claridad y detalle, pero a la vez pesado y contundente. Todo esto acompañado por un juego de luces maravilloso que iba decorando cada momento con un color distinto. Y por último, la energía de la banda no recaía únicamente en su vocalista, George Clarke, como en las anteriores veces que los había visto. En esta ocasión, todo el grupo estaba buscando conectar con el público, y lograr que este se divierta y participe activamente del show.

Si bien, como mencioné en el párrafo anterior, toda la banda mostró una conexión con la audiencia, obviamente el mayor encargado de esto fue el vocalista. Sin parar de saltar, moverse y correr por todo el escenario, también tuvo el rol clave de hacer que el público saltara, pogueara e incluso hiciera crowdsurfing. Su energía duró todo el concierto; me sorprendió la cantidad de intensidad que posee y lo bien que la administra durante el set completo.

Y por más arengas que haya, si las canciones no son buenas, el show se cae a pique. Pero en este caso, el setlist fue demoledor. Constó, básicamente, de su excelente trabajo actual, presentado casi en su totalidad, más las canciones más clásicas del grupo como “Brought to the Water” y “Sunbather”, que da nombre al disco que los puso en el mapa internacional.

Luego de una breve pausa, llegó la hora del final con “Dreamhouse”, donde el cantante bajó al público e hizo cantar a la gente la estrofa final con él. Finalmente, cerraron con uno de los cortes de difusión del nuevo álbum, “Winona”, donde George pidió el último pogo. Deseo que fue cumplido por un público completamente entregado y feliz con semejante concierto.

La banda saludó, arrojó un par de objetos al público y se retiró ovacionada. Nadie quería que se terminara.

Para concluir, el concierto me dejó una sensación hermosa. Vi a una banda que me encanta en un momento de madurez plena, dándole lugar a su presente, que es de una calidad igualitaria —o superior— al pasado que los consagró. Ojalá el futuro los lleve a momentos todavía mejores y escenarios aún más altos.

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Eagles Of Death Metal en Barcelona: “Una Religión como Alimento para el Alma”
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La noche del 24 de junio de 2025, la Sala Razzmatazz de Barcelona se convirtió en el epicentro de un auténtico vendaval de rock ‘n’ roll desenfadado, cortesía de los inigualables Eagles of Death Metal. La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del alma. La banda, fundada en 1998 por Jesse Hughes y Josh Homme, es célebre por su sonido irreverente y enérgico, una explosiva fusión de rock setentero con toques de hard rock y metal que desmiente su nombre engañoso. Su misma concepción, nacida de una broma de Homme sobre una hipotética fusión de The Eagles con Death Metal, ya presagiaba la actitud despreocupada y el sentido del humor que los caracteriza.

A pesar del trágico atentado en la sala Bataclan de París en 2015, la banda ha mantenido su compromiso inquebrantable con la música, eligiendo cada concierto como una celebración de la vida y el poder del rock. Este espíritu de resiliencia y vitalidad fue palpable desde el primer momento en Barcelona.

Entre gritos, vitoreos y una gran ovación, Jesse Hughes y la banda junto a Leah Bluestein en la batería, Scott Shiflett y Rex Roulette en las guitarras, y Jennie Vee en el bajo, hicieron su entrada triunfal al ritmo del icónico “We Are Family” de Sister Sledge. La euforia era instantánea. Jesse apareció en el escenario cual Elvis, ataviado con una capa de superhéroe del rock, y se dirigió directamente a las primeras filas, saludando de la mano y lanzando besos al público. Incluso, el autor de esta crónica tuvo el privilegio de intercambiar un apretón de manos con él desde el foso, un gesto que evocó con nostalgia su visita anterior a la ciudad. Sin apenas preámbulos, y en menos de un minuto, el público ya estaba entregado por completo. La velada se inauguró guitarra en mano con la potente “I Only Want You”, el tema que abre su primer disco, desatando de inmediato pogos frenéticos en las primeras filas y una descarga de adrenalina que marcaría el tono de la noche.

El ritmo no decayó con “Don’t Speak (I Came to Make a Bang!)” y “Anything ‘Cept the Truth”, que mantuvieron la sala en un estado de ebullición constante. La energía se mantuvo alta con “I Got a Feelin (Just Nineteen)”, preparando el terreno para las sorpresas de la noche.

La primera de las destacadas versiones de la noche llegó con “Complexity”, un explosivo cover de Boots Electric que sonó rotundo y que el público abrazó con fervor, sumándose al desenfreno general. Tras ella, la banda mantuvo la llama con “Save a Prayer” de Duran Duran, una interpretación solvente que demostró la versatilidad del grupo para reinterpretar himnos de otras épocas a su estilo inconfundible. Durante este tema, Jesse Hughes se lanzó valientemente a las primeras filas, acercándose al público para cantar con ellos, creando una comunión mágica que electrizó aún más el ambiente.

El setlist continuó su progresión ascendente con “Silverlake (K.S.O.F.M.)”, antes de que la contagiosa “Heart On” contribuye a mantener el ambiente de fiesta. La atmósfera se mantuvo vibrante a través de “Secret Plans”, “Flames Go Higher” y “Now I’m a Fool”, cada una aportando su propia chispa al espectáculo.

Uno de los puntos álgidos de la noche fue, sin duda, la interpretación de “Cherry Cola”, donde Jesse Hughes volvió a demostrar por qué es un frontman como pocos. La festiva melodía puso patas arriba al personal, con Jesse instigando una competición de decibelios entre chicas y chicos que provocó una explosión de gritos y vitoreos. Su carisma es magnético: lanzando corazones con sus manos, besos volados y guiños de ojos a cada rincón de la sala, supo cómo meterse al público en el bolsillo por la vía rápida.

El tramo final del concierto antes del bis se mantuvo electrizante con “I Like to Move in the Night”, un tema potente que mantuvo la garra. Luego, llegó el momento de la icónica “I Want You So Hard (Boy’s Bad News)”. Desde los primeros acordes, la sala Razzmatazz estalló en un frenesí. Este himno al rock descarado y pegadizo, con su riff inconfundible y la voz característica de Hughes, se erigió como uno de los momentos cumbres de la noche. La multitud coreó cada verso con una pasión desbordante, transformando la sala en un mar de brazos levantados y cabezas moviéndose al ritmo. La energía cruda y la alegría contagiosa de la banda alcanzaron su máxima expresión, demostrando por qué esta canción es un clásico instantáneo de su repertorio y un verdadero motor en sus directos.

Tras este arrebato de pura potencia, la irreverente “Whorehoppin’ (Shit, Goddamn)” preparó el terreno para el broche de oro antes del encore. Seguidamente, la banda comenzó a tocar “I Love You All the Time”, proveniente de su álbum “Zipper Down” (2015). Durante este tema, la intensidad fue tal que la baterista Leah Bluestein fue alcanzada a duras penas por una astilla de su propia baqueta. Rápidamente, Jesse Hughes se percató del incidente y, con un gesto de preocupación y cariño, la envió a camerinos para que pudiera solucionar el asunto. La pausa fue breve, y Leah regresó al escenario para el tramo final, momento en el que Jesse, para asegurar que no ocurriera otro altercado y que el concierto no corriera peligro, le ofreció sus propias gafas, un gesto que el público celebró con una ovación.

El esperado cover de “Moonage Daydream” de David Bowie fue resuelto con una gran solvencia, dejando una vez más a Hughes como el líder absoluto y un gentleman hasta el infinito en su particular homenaje al Duque Blanco. En este tema, fue especialmente notable el virtuosismo de Leah Bluestein en la batería, cuyo ritmo impecable y poderoso dio vida a la icónica pieza de Bowie, demostrando su increíble habilidad y precisión. Cabe destacar el trabajo impecable de toda la banda: las mil y una guitarras de Scott Shiflett y Rex Roulette fueron atronadoras, con riffs que perforaban la sala, y el bajo de Jennie Vee fue absolutamente impecable, demostrando su destreza en cada línea.

Después de un merecido y breve descanso, la banda regresó al escenario para el esperado bis. La noche culminó con la poderosa “Speaking in Tongues”, un broche de oro que finiquitó una noche de puro rock ‘n’ roll que fue recibida como agua de mayo por los asistentes. En un momento de pura electricidad, Jesse Hughes y Scott Shiflett se apostaron sobre las barras laterales de la sala, enfrascándose en un duelo a muerte de riffs y solos electrizantes que subió la temperatura de la Razzmatazz a niveles insospechados. Estos temas potentes y con garra confirmaron una vez más que Eagles of Death Metal funciona a la perfección, con Jesse Hughes al frente, llevando la bandera de un sonido directo y sin artificios.

La formación actual en esta gira, demostró ser una máquina perfectamente engrasada, entregando un espectáculo lleno de energía, humor y esa actitud irreverente que hace de Eagles of Death Metal una banda única. Barcelona fue testigo de una auténtica fiesta, un recordatorio visceral de que el espíritu del rock ‘n’ roll sigue vivo y coleando.

Al acabar el show, y tras un breve receso, los pocos valientes que decidieron esperar, acompañados por el reconfortante sonido de unas cervezas y el humo pecaminoso del cigarro, tuvieron su recompensa. Lograron capturar fotos, videos y obtener autógrafos del simpático Jesse Hughes, quien recuerda cada una de sus visitas con una cercanía asombrosa, como si cada una fuera la última. Como muestra de su peculiar y personal carisma, en el setlist que me firmó, en lugar de su rúbrica habitual, añadió su timbre en tinta y estampó un significativo “Great Photos”, un gesto muy personal que subraya su conexión con los fans. A pesar de la tragedia vivida por la banda, noches como esta demuestran que el rock and roll, en su esencia más pura, sigue curando las heridas del alma.

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Festival Summer Blast: “Noche de hardcore y resistencia”
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La noche del solsticio de verano de 2025 —la más corta del año, que marca el inicio de la nueva estación, la Sala Upload de Barcelona se convirtió en el epicentro de una explosión de hardcore con el Festival Summer Blast, con un cartel que prometía intensidad y mensajes potentes. A pesar de la pertinaz lluvia que caía sobre la ciudad, el fervor en el interior era palpable, anticipando la descarga de bandas que, cada una a su manera, representan la diversidad y la pasión del género. Encabezando la velada, los icónicos Earth Crisis celebraban su 35.º aniversario como pioneros del hardcore con mensaje straight edge, desatando sus himnos del straight edge y generando una curiosa dicotomía con una audiencia que, como es habitual, disfrutaba de la noche con sus propias bebidas, en contraste con el mensaje central de la banda.

Earth Crisis no es solo una banda: es una declaración de principios. Desde su formación en 1989 en Syracuse, Nueva York, se han erigido como pilares en la evolución del hardcore y el metalcore. Su sonido agresivo y técnico, combinado con su inquebrantable compromiso con el vegan straight edge, los ha convertido en una voz clave. “Earth Crisis somos un grupo vegano straight edge auténtico”, han afirmado, usando su música como altavoz para defender los derechos de los animales, el veganismo y un estilo de vida libre de drogas y alcohol. Aunque su mensaje es claro, también han aclarado: “Hablamos de cosas que nos interesan y cantamos sobre lo que pasa políticamente, pero no somos ni de izquierda ni de derecha”, aunque sus letras apuntan hacia la liberación de la tierra mediante la ecodefensa y una nueva ética contra la “falsedad antropocéntrica”.

La noche arrancó con una buena dosis de hardcore que calentó el ambiente para los cabezas de cartel. L’Irreal Omega, desde la escena catalana, abrió con una propuesta fresca y visceral, conectando rápidamente con el público local a base de riffs contundentes. Luego vino Bajo Control, desde Madrid, con su enfoque de hardcore-punk cargado de crítica social y una energía arrolladora. La intensidad subió con Fleau, que aportó una propuesta más pesada y oscura, rozando el metalcore más crudo con breakdowns demoledores. Finalmente, Restraining Order, con un rollo más melódico y cercano al hardcore old school, desató el caos organizado con canciones pegajosas y una descarga de pura adrenalina.

Los actuales miembros de Earth Crisis, presentes desde su reunión en 2007, demostraron en la Sala Upload por qué siguen siendo guardianes de este legado. La cohesión sobre el escenario es total, y se traduce en una ejecución en directo que hace justicia a la potencia de sus grabaciones. Karl Buechner en la voz es pura entrega: su rugido gutural no solo canta, sino que arenga, domina el escenario con una energía magnética. Scott Crouse, en la guitarra principal, lanza riffs devastadores con técnica impecable. Ian “Bulldog” Edwards en el bajo es la base rítmica que da cuerpo al sonido, y Dennis Merrick en la batería es el motor: preciso e incansable, va de blast beats a ritmos aplastantes sin pestañear. Erick Edwards, en la guitarra rítmica, cierra el muro de sonido con una base agresiva que no deja huecos.

El concierto fue una bomba de energía. Con un sonido potente, compacto y metálico, Earth Crisis no defraudó. El setlist se centró en sus discos más emblemáticos. Abrieron con una explosiva “Forced March”, seguida por “Forged in the Flames” y sus breakdowns demoledores. Clásicos como “Gomorrah’s Season Ends” y “Against the Current” mantuvieron la presión, y “All Out War” se erigió como himno de batalla. En el núcleo del concierto, destacaron “Born From Pain”, “The Wrath of Sanity” y la cambiante “End Begins”. El clímax llegó con “Vegan for the Animals”, que conectó fuerte con el público, y “The Discipline” reforzó el compromiso. “Firestorm” fue pura descarga mosh. Cerraron el set principal con “Counter”, una versión de The Path of Resistance que fue pura agresión y determinación.

El paso de Earth Crisis por Barcelona no solo dejó una descarga de hardcore impecable, sino una reafirmación de principios en tiempos donde la coherencia escasea. En una escena que a menudo fluctúa entre la moda y la nostalgia, ellos siguen siendo una voz firme, incómoda y necesaria. Su directo fue más que una celebración de aniversario: fue un acto de integridad. En cada acorde y en cada proclama, recordaron al público que la música puede ser una trinchera, un refugio y un arma al mismo tiempo. Mientras haya bandas legendarias sobre los escenarios, el hardcore seguirá teniendo algo importante que decir Gracias totales por volver a reagruparse, por mantenerse firmes en sus convicciones y, sobre todo, por seguir dando caña con la misma intensidad de siempre. En tiempos de ruido vacío, ellos siguen demostrando que la música puede —y debe— tener un propósito. Que vengan más noches como esta.


 

 

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Tete Novoa en Buenos Aires: “Cuando menos es más”
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Fotos: Martin DarkSoul

Para muchos, Tete Novoa es sinónimo de potencia vocal, carisma y entrega y aunque su nombre empezó a sonar fuerte como frontman de Saratoga, su historia comenzó mucho tiempo atrás: fue líder de la banda Shaigon y tomó clases con Leo Jiménez, a quien luego reemplazaría en 2007 tras ser convocado por Niko del Hierro. Desde entonces, Novoa supo consolidarse no solo como cantante, sino como un artista integral, capaz de conectar con el público desde la sinceridad y el corazón. Y eso fue justamente lo que lo trajo nuevamente a El Teatrito la noche del sábado 22 de junio, cuando presentó en Buenos Aires su propuesta solista bajo el tour “Historias que cantar – El Show”, una experiencia donde se entrecruzan anécdotas, canciones e identidad artística. La jornada ofreció varios números de apertura como King Dragón, Neon Rider, Portals of Glory y Tandem, estos últimos los únicos que pude ver su set completo debido a que la ciudad estuvo afectada por el crudo clima polar, además de otros compromisos previos y como ya es costumbre, ofreciero una presentación sólida en todas sus fomas y hasta adelantaron temas de su próximo disco.

A diferencia de su visita anterior con Saratoga, cuando reventaron este mismo recinto en noviembre del año pasado, esta vez el marco fue más acotado, pero no por eso menos intenso. La menor cantidad de público se compensó con creces en calor y entrega. Aquella fue una noche especial: el cierre de la gira hispanoamericana, que lo llevó por México, Perú, Colombia y Chile… y, además, era el cumpleaños del vocalista, lo cual el público celebró con cantos, aplausos y un ambiente festivo de principio a fin. Tete, por supuesto, no estuvo solo. Llegó al país acompañado por una formación femenina de lujo: JimePau en batería (de la banda de Alejandra Guzmán), Cinthya Blackcat M. en guitarra (Mystica Girls) y Carla Soriano en bajo (Disaster Machine), quienes aportaron una base contundente y elegante, que permitió a Novoa moverse cómodo y brillar.

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El show arrancó con “Vayamos a más” y un cover explosivo de “We Will Rock You”, de Queen. Hubo lugar para baladas que tocaron la fibra como “Inmortal”, “A tu luz” y “Parte de ti”; power directo al pecho con “Techos de cristal”, “Evil Machine” y “Seremos tú y yo”; y versiones celebradas como “Beat It”, de Michael Jackson, y “Maldito sea tu nombre”, de Ángeles del Infierno, que fue una bomba emocional para los “más viejitos” y conocedores del metal español. El tramo final del show fue pura celebración: “Sin saber nadar” encontró al público y al cantante en la pista del venue, sentados en plan íntimo. Luego continuaron con un gran himno del hard rock como “Highway to Hell”, de AC/DC y para cerrar, “Somos”, uno de los himnos más coreados y representativos del espíritu de la noche. Un evento cuidado, emocional y sin excesos, como fue pensado: para compartir música, historias y agradecimientos sinceros.

Como es costumbre, mención especial para Icarus Music y Anubis Music Shows por las atenciones y el apoyo constante a la escena.

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SiM en Madrid: “Gritos, breakdowns y ska”
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Texto y fotografias: Eneko

En una noche cargada de distorsión, sudor y actitud desafiante, Bolu2 Death se plantó sobre el escenario de la sala Mon Live de Madrid como si el apocalipsis hubiera llegado en forma de breakdowns y gritos descarnados. Formados en 2009 en Huelva, este cuarteto compuesto por Mario Lérida (voz principal y productor), José Luis Corrales (guitarra), Fernando Campo (bajo) y Francisco Llévenes (batería), lleva más de una década puliendo una mezcla abrasiva de hardcore, metal, punk y flamenco con tintes electrónicos. Su directo es una descarga sin filtros, un cóctel de furia y verdad que no admite etiquetas, y en esta ocasión sirvió para presentar en vivo su último álbum, Quebranto, una obra tan cruda como introspectiva que ha elevado aún más el listón de su carrera.

Con un arranque explosivo, la banda dejó claro que su sonido no es para oídos conformistas. Temas como “Desentiérrame” o “El retorcido sabor del fracaso” rompieron el aire con riffs desquiciantes y ritmos que alternaban entre el caos y la precisión quirúrgica. El público, entregado desde el primer acorde, respondió con pogos furiosos y coros que vibraban con una mezcla de rabia compartida y catarsis. Bolu2 Death no interpreta canciones: las escupe, las vive, las hace arder. Su puesta en escena, cargada de luces agresivas y una actitud sin concesiones, refuerza esa identidad que han construido a lo largo de cuatro álbumes anteriores y cientos de conciertos en festivales como Resurrection Fest o el Viña Rock.

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Tras un cierre abrasador, el relevo lo tomó SiM (Silence iz Mine), la banda japonesa que aterrizaba por primera vez en suelo español. Con una propuesta sonora que desafía la lógica, fusionando metalcore, ska, reggae y punk en un solo golpe de adrenalina, SiM encendió el escenario como si estuvieran en el mismísimo Summer Sonic de Tokio. El cuarteto liderado por MAH (voz), junto a SHOW-HATE (guitarra), SIN (bajo) y GODRi (batería), venía de hacer temblar Razzmatazz 2 en Barcelona y completaba en Madrid su parada española antes de continuar su gira mundial. Con “The Rumbling”, su explosivo tema incluido en el anime Attack on Titan, desataron una ola de locura colectiva que convirtió el recinto en un hervidero de saltos, gritos y emoción desenfrenada.

Lejos de mantener la distancia que a veces imponen los tours internacionales, MAH demostró una cercanía inesperada: se sentó al borde del escenario entre tema y tema, firmó autógrafos y agradeció en español los vítores del público madrileño. La conexión fue instantánea. Los asistentes, muchos de ellos descubriendo a la banda en directo por primera vez, se sumergieron en un espectáculo que no escatimó en intensidad ni en autenticidad. Las coreografías alocadas, los cambios rítmicos imposibles y el carisma de los músicos convirtieron el concierto en una celebración del mestizaje musical y la energía sin fronteras.

La noche concluyó como debía: entre aplausos, sudor y una sensación de haber vivido algo irrepetible. Bolu2 Death reafirmó su lugar como emblema del metal alternativo nacional, con un discurso sonoro que sigue rompiendo moldes, mientras que SiM dejó claro por qué es una de las bandas más eclécticas y emocionantes de la escena asiática actual. Fue más que un concierto; fue una comunión de dos mundos que, sin hablar el mismo idioma, encontraron en la música un punto de encuentro feroz y sincero.

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The Casualties en Buenos Aires: “Victimas del Punk Rock”
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Después de un largo tiempo The Casualties volvió a visitar nuestro país. Los oriundos de Nueva York se presentaron el pasado 17 de junio en el marco de su South América Tour el cual los llevo a girar por gran parte del continente para traer todo su hardcore Street punk. El lugar pactado para el encuentro fue Uniclub y contaron con invitados de lujo. De Brasil estuvo el icono punk Supla y el acto local fue a cargo de Quebraditos. Uno de esos martes atípicos donde se pudo disfrutar de un punk de calidad.

 Cerca de las 19:00 hs se abrieron las puertas del recinto para el ingreso de los fanáticos. Tan solo media hora después fue el turno del primer acto a cargo de Quebraditos que, dejando que su música hable por ellos, demostraron porque ya tienen un nombre más que ganado en la escena punk nacional. Con un público que lentamente ingresaba, los locales dejaron todo listo para el segundo acto el cual comenzó apenas pasadas las 20:30. Había llegado el turno de Supla quien junto a su banda desato toda la locura de los punks de boutique como él se denomina. El set estuvo cargado de varios éxitos del brasilero entre los cuales sonaron “Do you belive in nosferatu” e incluso algunos covers entre los cuales se destacaron “Imagine” de John Lennon, “Dancing With myself” de Billy Idol y algo que, jamás debe faltar, de The Ramones. Por eso hizo lo propio con “Beat on the Brat” dejando todo listo para el acto principal.

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Cerca de las 21:30 después de algunas idas y vueltas, con un público tranquilo, pero a la vez ansioso fue el turno del acto principal. Uno por uno empezaron a salir los miembros de The Casualties siendo el ultimo su vocalista David Rodríguez. La velada da inicio con “Under Attack” para que la gente comience con locura a agitar. Rápidamente pasaron sin mediar mucha palabra “1312”, “Get Off My Back” “Writen In Blood” y “Chaos Sound”. Después de esto paso el saludo y el agradecimiento de la banda con el público. Rodríguez anuncio que era el turno de “Ashes Of My Enemies” y fue cuando el frontman invito al público a subir al escenario para poder tirarse en el momento que la canción sonara. En el correr de la noche uno de los momentos más festejados fue cuando sonó “We Are All We Have” la cual acompañada de su icónico coro hizo gritar a todo Uniclub. La banda se mostró muy receptiva con el público dejando que suba al escenario en varias ocasiones, e incluso bajando a cantar con la gente. En medio de todo el delirio hubo un momento especial ya que el baterista Mark “meggers” Eggers estaba de cumpleaños, por lo que sus compañeros se tomaron el tiempo de desearle un feliz cumpleaños junto con un mensaje en video de su esposa y una torta. Continuando con la noche pasaron “Resistance”, “On The Front Line” y “Made In NYC”. Entre todo esto en un momento apareció una remera de The Ramones en el escenario. Parecía una señal ya que inmediatamente comenzó a sonar “Blitzkrieg Bop” para hacer honor a esta gran banda.

Otro gran momento de la noche fue cuando sonó “Riot” ya que David Rodríguez bajo del escenario nuevamente y pidió a los presentes que haga un wall of death, algo que ya es costumbre con esta canción. Más allá del pedido, el frontman permaneció abajo mientras los presentes chocaban entre ellos en no uno, sino en los dos walls of death que se hicieron. Para el cierre de la primera parte pasaron “Ya Basta”, “Punk Rock Love” y “My Blood, My Life, Always Foward”. Después de este momento la banda se retiró del escenario unos instantes para que los presentes pidan una canción más. The Casualties escucho el pedido y volvió para cerrar con los clásicos de clásicos “Corazones Intoxicados” y “Unknown Soldier” cerrando un martes atípico que dejo a más de uno con una sonrisa. Se prenden las luces, la banda se retira saludando a los presentes finalizando una nueva visita de los neoyorkinos.

Así paso The Casualties una vez más por nuestro país y como aquella vez en 2018 nos pasó una aplanadora por encima, mostrando que esta banda tiene bien merecido su lugar en lo más alto del punk mundial. Fue una hora y media de show con 21 canciones que dejaron el mensaje que no se debe olvidar jamás, los punks no están muertos. The Casualties se encarga muy bien de mantener viva esa llama eterna.

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Comeback Kid en Buenos Aires: “De Canadá, con amor (y mucho hardcore)”
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Sexta visita de los canadienses Comeback Kid a la Argentina. Para la ocasión, el recinto elegido fue Uniclub y la excusa de este nuevo encuentro con el público albiceleste fue la conmemoración del 20° aniversario de Wake The Dead, segundo disco de estudio de la banda. La velada arrancó con los locales Los Verdaderos, quienes comenzaron su set poquito después de las 20:00 hs y durante un lapso menor a los veinte minutos. Pero por un tema de logística, no pude degustar su set. Y me voy a detener un momento para hacer catarsis en torno al motivo por el cual no llegué a tiempo. No a modo de excusa, sino sencillamente de catarsis. Fui en auto y un estacionamiento lindero cerraba temprano, por lo que no era una opción y tuve que volver al auto a buscar otro. Todo en el marco de un barrio del Abasto cuasi colapsado, en donde hay movimiento constantemente. Consigo entrar al estacionamiento del shopping center de la zona y luego de unos varios minutos buscando una luz verde que me indique dónde estacionar, pude hacerlo. Todo para luego encontrarme con que el lugar en cuestión no acepta otro medio de pago que no sea efectivo o tarjeta de débito, por lo que tuve que salir del estacionamiento, esta vez un tanto ofuscado por la situación, nuevamente a buscar otro. Año 2025 y todavía hay entes que no aceptan pago con QR. En fin, se agradece el momento catártico.

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A las 21:05 hs y ante un local a un claro 70% de ocupación, el PA comenzó a escupir acoples de guitarra, dando así inicio a un nuevo show de los canadienses en esta parte del cono sur, de la mano de “False Idol Falls“, tema con que abre Wake The Dead. Y como la excusa era conmemorar el 20° aniversario de este registro, los Comeback Kid lo performaron íntegramente, aunque de los once tracks del disco, solo diez sonaron en Uniclub. El que quedó afuera fue “Partners in Crime“. Y como el álbum conmemorado dura veinticinco minutos, la banda se despachó con otros temas de su discografía, como por ejemplo “G.M. Vincent & I” y “Absolute“, este último en cuya versión de estudio aparece Devin Townsend como invitado, aportando su magnífica voz podrida en la antesala al breakdown del tema. El cierre del show, de tan solo cincuenta minutos de duración, llegó de la mano del track que le da nombre al disco festejado.

El sonido fue muy bueno y parejo a lo largo del show. Incluso personalmente sentí que estábamos escuchando una versión remasterizada de Wake The Dead debido al buen sonido. Ni hablar de la performance de la banda, muy profesional y ajustada. El frontman Andrew Neufeld dio todo de sí y se notó claramente a gusto con el público local. Incluso festejó cada vez que alguien se colaba al escenario para cantar junto a él y luego tirarse a la gente. Hubo un pequeño desperfecto con su micrófono, pero rápidamente Neufeld se deshizo de él y fue en búsqueda del mic del bajista para seguir haciendo de las suyas sin interrupciones ni problemas técnicos. El resto de la banda, compuesta por los guitarristas Jeremy Hiebert y Stu Ross; el bajista Chase Brenneman y el baterista Loren Legare, también se mostró muy a gusto con la velada en general, agitando a la gente en todo momento.

Fueron así cincuenta intensos minutos de hardcore nueva escuela, aunque con marcadas reminiscencias de la vieja, por parte de uno de los máximos referentes del género, aunque quizás sin el reconocimiento que verdaderamente merecen, no solo en esta parte del planeta, sino a nivel mundial.

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Z! Live 2025 – Dia 3: “Un Festival con Alma de Titanes”
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El Broche de Oro del Z Live 2025: El Factor X de una Década que Resuena en la Historia

Cumplir diez años en la escena musical, sin importar de qué rincón de esta disciplina provenga el logro, es un verdadero hito. ¡Y que se lo digan al equipo indomable de Z! Hace solo dos años, el cielo les cayó encima, pero demostraron una resiliencia admirable, digna de la historia de batallas y victorias que forjaron Castilla y León. Se levantaron, se conectaron y, de repente, los vemos más aguerridos y centrados en el universo del metal que nunca. ¡Felicidades, Z Live Rock Fest! ¡Que venga al menos el doble de ese factor X!

La jornada final fue un reflejo de este camino. Incluso en las horas menos concurridas, el aumento de asistentes era notable, confirmando el rotundo éxito de un festival que, año tras año, supera todas las expectativas. Un sábado de inicio de verano con temperaturas estivales sólo podía traducirse en un ambiente inmejorable. Si a esto le sumamos un cartel con nombres mayúsculos, quizás menos recurrentes que de costumbre, o al menos con argumentos más sólidos que en otras ocasiones, el resultado es evidente: ¡un imán que atrae a la multitud!

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El escenario vibró con la fuerza de Sepultura, la inconfundible presencia de Lita Ford, el hard rock melódico de Gotthard y la épica sinfonía de Rhapsody of Fire. No faltaron los locales Ankhara con su potente metal ni la oscuridad envolvente de los nórdicos Dark Funeral, conformando una mezcla que atrajo a todo tipo de amantes del rock y el metal. El cesto se llenó de entusiastas, ¡y eso es digno de ovación!

Opensight: Un Espectáculo Audiovisual Bizarro

Los británicos Opensight, liderados por la enérgica voz y guitarra de Iván David, irrumpieron en el escenario con una propuesta tan audaz como inesperada. Con Iván dirigiéndose al público en un español fluido, la banda, ataviada con trajes impecables y camisas rojas, no solo presentó música, sino una auténtica odisea cinematográfica. Neil McLaughlin en la segunda guitarra, Duncan Arkley al bajo y Redd Reddington en la batería, todos ellos cual hombres de negro, desplegaron una ofensiva musical acompañada de proyecciones de películas clásicas y de serie B, tejiendo un tapiz visual que complementaba a la perfección su sonido.

Este cuarteto, más cercano a lo bizarro que a lo convencional, apostó por una atmósfera sonora intensa y la anarquía como estandarte. Su estilo, que navega entre el metal progresivo, el groove metal y toques de thrash, se caracteriza por riffs intrincados, ritmos contundentes y una vocalización versátil que transita entre lo melódico y lo gutural. Demostraron que no dejan nada al azar, y bajo el sol radiante, se entregaron por completo a su esquizoide propuesta, cautivando incluso a los más indecisos. Su secreto radica en la imprevisibilidad; uno nunca sabe qué maravilla sacarán de su chistera. Tras adelantar algunas piezas de su próximo disco en un “petit comité”, el público disfrutó de un setlist arrollador.

Abrieron con la contundencia de “Killer“, una explosión de energía que estableció el tono. Le siguió la envolvente “Plain Sight“, donde las melodías complejas se entrelazan con pasajes más pesados. Después, arremetieron con la furia de “Stained Remains” y la fuerza implacable de “Primitive Principle“, dos temas que destacaron su habilidad para combinar agresividad y técnica. La intriga llegó con una nueva canción, aún con el título provisional de “Clan“, o la potente “Defying Eye“, que ofrecieron un adelanto de su evolución musical. Luego, dieron paso a la compleja “Plot Twist“, una pieza que ejemplifica su enfoque progresivo con cambios de ritmo y atmósferas. La noche culminó con la vibrante “Midnight Hunter“, un cierre potente y memorable que dejó al público con ganas de más de esta banda singular.

Ankhara: La Maestra Evolución del Heavy Metal Español

Ankhara, los veteranos de Madrid, están viviendo un auténtico revival, demostrando que el buen vino, con el tiempo, solo mejora. Desde su formación en 1995, se labraron una reputación merecida en la escena del heavy metal español, fusionando elementos clásicos con toques de power y progresivo. Tres álbumes fueron suficientes para catapultar a la fama, y aunque su actividad se detuvo por un tiempo, su regreso discográfico hace cinco años y dos nuevos trabajos les ha sentado francamente bien.

La voz de Pacho Brea se mantiene tan distintiva como siempre, un sello inconfundible de la banda. Alberto Marín, un músico multifacético, y Cecilio Sánchez en las guitarras han perfeccionado su virtuosismo con cada paso, construyendo armonías y riffs que suenan como el relámpago en la noche. Alberto, en particular, deslumbra con su talento, tejiendo solos intrincados y melodías que elevan cada composición. Dani Criado se ha adueñado de las líneas de bajo, aportando una solidez impecable, mientras que Matías de Vallejo en la batería ha inyectado una vitalidad contagiosa, dándoles más vida que la que nos roba el “conejo de Duracell”. Aunque Matías no pudo acompañarlos en esta ocasión, un joven y enérgico sustituto asumió el rol de motor, impulsando la banda con una fuerza impresionante.

Sobre el escenario, Ankhara es una banda que ha agrietado la barrica de su sonido, extrayendo toda la nobleza de su esencia. Esparcen semillas de genialidad con cada nota, atrayendo a una legión de seguidores que buscan refugio en su ímpetu y se nutren de la brillantez que irradian. En sus presentaciones recientes, su setlist es un recorrido por su rica discografía, combinando himnos del pasado con la fuerza de sus nuevas creaciones. Es habitual escuchar la intensidad de “Demasiado tarde“, la promesa de “Un paso más“, la épica de “Hasta el fin” y la introspección de “No mires atrás“, todas ellas piezas fundamentales de su aclamado álbum Dueño del Tiempo (1999). También resuenan la turbulencia de “Mente atormentada“, la camaradería de “Junto al viento” y la fortaleza de “En mis manos“. La inspiradora “Nunca mueras por un sueño” y la mágica “Acordes mágicos” de Sombras del Pasado (2003) no suelen faltar, al igual que la contundencia de “Sigue en pie” de Sinergia (2018). Cada canción es una muestra de su coherencia y evolución, reafirmando por qué Ankhara sigue siendo un referente en el heavy metal nacional.

Dynazty: La Fuerza Sueca que Redefine el Metal Moderno

La cuestión flota en el aire: ¿es Dynazty una nueva generación del metal, o es su música la que engendra una nueva estirpe de metaleros? Lo que es innegable es la expectación que rodeaba a los suecos, quienes, tras una década pivotando desde el hard rock, han consolidado un sonido híbrido entre el power metal melódico y el heavy más aplastante. ¡El público respondió llenando el recinto hasta la bandera, ansioso por presenciar su imponente despliegue!

Nils Molin, nuestro frontman, no solo canta como los ángeles (o demonios, según el tema), sino que su presencia en el escenario es pura magia. ¡El tío tiene un carisma que te engancha desde el primer riff! Y hablando de riffs, la maquinaria musical de Dynazty es una locura. Jonathan Olsson y Love Magnusson en las guitarras son unos auténticos maestros, tejiendo melodías que te atrapan y riffs que te hacen headbangear sin control. Georg Härnsten Egg a la batería es una bestia parda, un metrónomo humano que le da una pegada brutal a cada tema. Y Mike Lavér al bajo, aunque a veces no lo veamos tanto, es el pilar que lo une todo, ¡con una solidez que te deja flipando! La verdad es que esta gente tiene un sonido tan macizo que, estés donde estés, te llega con una fuerza que te sacude. A ver, sí, su propuesta está muy trabajada y a veces parece todo súper programado, pero eso no quita que cada canción sea una auténtica bomba.

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El setlist fue un recorrido contundente por su evolución, intercalando himnos conocidos con el frescor de su último trabajo. Abrieron con la flamante “Game of Faces” y el potente sencillo “Call of the Night“, ambos extraídos de su nuevo álbum de 2025, que marcó una clara apuesta por su material más reciente. La contundencia no cesó con la demoledora “Natural Born Killer” y la épica “Waterfall“. La emotiva “Yours” ofreció un respiro melódico antes de que la batería de Egg tomará el protagonismo en un solo que demostró su maestría. Retomaron la embestida con la potente “Presence of Mind” y la intrincada “The Human Paradox“, para culminar con la arrolladora “Heartless Madness“. Aunque la banda se pasó un poco de la raya interactuando con el público y perdieron algo de tiempo, su innegable calidad musical y la entrega en cada interpretación dejaron una marca imborrable en la jornada.

Rhapsody Of Fire: La Fuerza Imperecedera del Metal Sinfónico y sus Raíces Épicas

¡Prepárense, amantes del metal! Rhapsody Of Fire, los titanes del power  metal sinfónico que te hace soñar despierto, nos ofrecieron un show que, a pesar de los años y algún que otro cambio en la banda, demostró que su magia sigue intacta. Es verdad que ahora solo queda un miembro original al frente y que a veces se debate cuánto es en vivo y cuánto viene de “cintas”, pero la verdad es que la esencia de lo que los hizo grandes sigue ahí, ¡a tope! Para muchos, esa nostalgia es justo lo que nos tiene enganchados a este género tan especial.

El genio de Alex Staropoli en los teclados es, sin duda, el alma de la fiesta. ¡Este tío es un mago! Su capacidad para crear esos paisajes sonoros gigantescos y complejos es lo que ha marcado el sonido de Rhapsody desde el principio. Y ojo al dato con el guitarrista Roberto De Micheli: ¡es un fuera de serie! Sus solos y melodías no solo están a la altura de las composiciones originales, sino que a menudo las mejoran, dándole un toque de virtuosismo y potencia que te deja con la boca abierta. El resto de la banda, con su energía y precisión, se encargan de que todo suene espectacular.

La banda nos demostró que no se quedan estancados. Nos soltaron temas recientes como “Rain of Fury” y “Warrior Heart” (de The Eighth Mountain, 2019), la emotiva “I’ll Be Your Hero” (de su EP de 2021) y la poderosa “Challenge the Wind” (de su álbum homónimo de 2024). Estas canciones no solo muestran que siguen evolucionando, sino que mantienen esa identidad épica y esa complejidad melódica que los hace únicos.

Pero seamos sinceros, el verdadero subidón del concierto llega cuando tiran de clásicos, ¡esos himnos que nos volaron la cabeza hace años y que siguen resonando en el alma de los fans! El setlist fue una mezcla explosiva de lo nuevo y lo glorioso del pasado. Arrancaron con el canto de batalla épico “Unholy Warcry“, que desató la locura con sus coros grandilocuentes y esa velocidad que nos encanta del power metal. Luego nos metieron una de las nuevas, “I’ll Be Your Hero“, que sirvió de puente entre su presente y su sonido más melódico. Después vino “Chains of Destiny“, que te lleva de viaje por sus historias fantásticas con sus cambios de ritmo y atmósferas. El concierto siguió con el temazo “The March of the Swordmaster”, cargado de energía y con orquestaciones que te hacían mover la cabeza sin parar, ¡un clásico de sus raíces más potentes! Y para rematar, la atronadora “Dawn of Victory“, otro himno que electrificó el ambiente con la contundencia de sus guitarras y la majestuosidad sinfónica. El broche de oro, como no podía ser de otra forma, fue “Emerald Sword“. ¡Esto ya fue la explosión total! Miles de voces se unieron en un coro unánime, puños en alto, confirmando el legado eterno de una banda que ha sabido construir su propio reino épico en la historia del metal.

Al final, Rhapsody Of Fire sigue siendo un faro para los amantes del metal sinfónico, capaces de arrastrar a miles de fans que, inmersos en la fantasía de sus relatos y la grandiosidad de su música, responden con una pasión brutal a cada llamada de sus profundas y majestuosas raíces. ¡Larga vida a la espada de esmeralda!

Gotthard: El Fénix Resurge con Poder Renovado

¡Es un hecho! La legendaria banda de Lugano, Suiza, Gotthard, ha superado la inmensa sombra de la trágica pérdida de su icónico vocalista Steve Lee. A pesar de que la comparación consigo mismos ha sido un obstáculo constante, impidiendo a veces competir con la inmediatez de otras bandas, Gotthard ha demostrado que el legado musical forjado por el respetado Leo Leoni es inmortal. Nic Maeder, con una fortaleza inquebrantable, ha llevado el manto del “nuevo” vocalista durante trece años, y con su flamante disco, Stereo Crush, bajo el brazo, ¡es hora de dejar de considerarlo sólo “el otro”! Este álbum es una auténtica joya. Así que, tómense un momento, despréndanse de prejuicios y, ¡simplemente gocen! Puede que no sea exactamente lo mismo, pero cada vez se acercan más a la perfección.

Donde realmente demuestran su valía es sobre el escenario, y ¡vaya si lo consiguen! Con un sonido apabullante que merecía aún más volumen, la banda se reafirma en sus convicciones. Como era de esperar, la respuesta a los temas nuevos es diferente a la euforia que generan sus éxitos de antes de 2010. ¿Frustrante? Quizás, pero esa sensación se disipa cuando ves a miles de personas vibrar con cada nota, inhalando y exhalando vida a través de su música. ¡Es un espectáculo que te eleva!

El setlist fue una muestra impecable de su trayectoria, mezclando la potencia de lo nuevo con la inmortalidad de sus himnos. Abrieron con la profunda “AI & I“, seguida por la electrizante “Thunder & Lightning“. La multitud coreó al unísono “All We Are” antes de que la banda rindiera un emotivo tributo con su poderosa versión de “Hush“, original de Joe South. Fue originalmente grabada por Billy Joe Royal, y luego versionada por Deep Purple en su álbum debut “Shades of Deep Purple” en 1968, que les valió una de las primeras grandes ovaciones de la noche.

Continuaron con la enérgica “Mountain Mama“, un clásico que siempre levanta pasiones, y la impresionante “Burning Bridges” de su nuevo álbum, que sonó espectacularmente potente en vivo. La atmósfera se volvió mágica con la belleza de “Heaven“, donde permitieron al público cantar los primeros compases, haciéndonos sentir parte de la leyenda. El viaje siguió con la emotiva “Feel What I Feel” y la inconfundible “Top of the World“. Finalmente, la banda cerró con la inspiradora “Lift U Up“, dejando una sensación de triunfo y conexión con la audiencia.

Gotthard ha retoñado como pequeñas llamas desprendidas del Fénix absoluto, mostrando una resiliencia admirable. Ahora es el momento de apoyarlos de verdad, ya que ellos no guardan rencor y desean seguir compartiendo su luz musical con el mundo.

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Lita Ford: Un Torbellino de Rock y Legado

¡Qué fuerza la de Lita Ford sobre el escenario! Con 66 años de pura energía, Lita demuestra que la pasión por el rock no tiene edad. Sus presentaciones son una auténtica descarga de potencia y actitud rockera, prueba viviente de que el número 66, lejos de cualquier connotación, simboliza la vitalidad incombustible de una leyenda. Lita no solo es una guitarrista excepcional, capaz de hacer rugir las seis cuerdas con una destreza impresionante, sino que su voz poderosa complementa a la perfección cada riff y cada solo. Verla en acción es ser testigo de una verdadera leyenda del rock.

Desde el primer acorde, Lita sabe cómo conectar con su gente. En este concierto, una fan con un cartel en mano pidió un tema apenas comenzó el show, y la mismísima Lita, con una sonrisa, prometió cumplir su deseo casi al final. Esta interacción es parte de su encanto, mostrando una pasión contagiosa por la música que se desborda en cada nota.

El repertorio de la noche fue un viaje electrizante a través de su trayectoria. Arrancó con la pegadiza “Gotta Let Go“, marcando un ritmo implacable. Le siguió la vibrante “Restless“, que mantuvo la energía a tope. La sorpresa llegó con una contundente versión de “The Bitch Is Back” de Elton John, que demostró su versatilidad y respeto por los clásicos. La temperatura subió con la incendiaria “Playin’ With Fire” y el potente groove de “Back to the Cave“. Un solo de batería permitió a la banda lucirse antes de que Lita nos regalara un momento de pura nostalgia con “Cherry Bomb“. Este himno, aquel que una adolescente en las primeras filas pedía a gritos y que la emparenta directamente con otra grande de las seis cuerdas como Joan Jett, nos transportó a su icónica etapa en The Runaways, poniendo a corear a todo el público. No faltó otra reinterpretación inesperada, la explosiva “Black Leather” de Sex Pistols; su vertiente más punk hizo que la línea de bajo y el demoledor estribillo pusieran a la multitud a hacer pogo. El ambiente se volvió íntimo con la emotiva balada “Close My Eyes Forever“, la cual interpretó a dúo con el mismísimo y gran Ozzy Osbourne, y donde su voz brilló con luz propia. Y para cerrar la noche por todo lo alto, el público estalló con el inmortal “Kiss Me Deadly“, donde por un instante, volvimos a los tiempos de la laca, los pelos cardados y la dominación del hard rock en la MTV. Fue un broche de oro que dejó a todos con ganas de más rock and roll de la mano de esta incombustible artista.

Sepultura: Un Adiós Épico Marcado por la Historia del Metal Brasileño

El telón se baja para Sepultura, y es una despedida agridulce que marca el fin de una era. Cuarenta años de “chaos” musical llegan a su punto final, una odisea relatada por el cincuenta por ciento de sus protagonistas, pero con la notable ausencia de una parte fundamental de su alma. Es verdaderamente una pena que una banda que, sin contar con los mismos medios y la visibilidad de las grandes potencias musicales, logró colarse entre los gigantes del metal extremo, diga adiós en medio de divisiones. La actual gira de despedida de Sepultura, sin los hermanos Cavalera, ha provocado profundas reflexiones sobre la trayectoria de la banda y la inmensa importancia de sus miembros originales. Esto ha generado debates constantes entre los fans sobre quiénes representan realmente el espíritu de Sepultura y ha impulsado comparaciones entre su música actual (con Kisser y Paulo Jr.) y la de Cavalera Conspiracy y Soulfly (con los hermanos Cavalera), notándose claramente las diferencias en estilo y sonido que definieron cada etapa.

Andreas Kisser, el virtuoso guitarrista de São Bernardo do Campo, se unió a la banda en 1987, y su técnica depurada, con el tapping, sweep picking y slide, se convirtió en un pilar fundamental del sonido distintivo de Sepultura. Su pasión al tocar es innegable y palpable en cada riff, y ha sido una figura clave en la evolución y consolidación del thrash metal brasileño a nivel mundial. A su lado, Paulo Jr. Se ha mantenido como el inmutable y sólido bajista, un ancla vital que ha brindado la base rítmica inquebrantable a lo largo de décadas de cambios y evoluciones. Acompañándolos en esta etapa final, encontramos a Derrick Green, un vocalista potente y solvente que, a pesar de haber pasado más años en la banda que el propio Max Cavalera, siempre ha cargado con la difícil pero inevitable sombra de no poder reemplazar la figura icónica y fundacional del creador de la banda. Y para completar esta formidable formación, el sorprendente Greyson Nekrutman, un joven pero ya consolidado talento que ha demostrado ser un digno sucesor del todopoderoso Eloy Casagrande en la batería, aportando una energía arrolladora y una precisión impecable. Ha llegado el momento de la despedida para esta era dorada del metal.

En esta ocasión, la banda ofreció, probablemente, el concierto de su vida, o al menos, el mejor de todos los que les he visto en las múltiples ocasiones en las que he podido unirme a su “chaos” controlado. El setlist fue una verdadera y brutal embestida sonora que hizo temblar los cimientos del recinto, una declaración de intenciones desde el primer momento. Tras una “Mixed Intro” cargada de tensión y anticipación, la banda abrió fuego con un trío demoledor que dejó a todos sin aliento. La atmósfera se volvió densa y electrizante cuando los primeros acordes de “Beneath the Remains” e “Inner Self” –dos himnos atemporales del álbum homónimo de 1989– resonaron, seguidos de la implacable y brutal “Desperate Cry” de Arise (1991). ¡Aquello fue sencillamente acojonante! Arise fue, sin duda, una patada en la boca que los catapultó al olimpo del metal desde el “tercer mundo”, un disco que solidifica su sonido y los llevó a una audiencia global. Derrick Green, con su imponente presencia escénica y su voz gutural y potente, lideraba el asalto sonoro mientras Kisser desgranaba riffs demoledores y solos vertiginosos que cortaban el aire. La base rítmica, con Paulo Jr. imperturbable y sólido al bajo, y Greyson Nekrutman demostrando por qué es el nuevo prodigio de la batería, mantenía una potencia descomunal que hacía vibrar el suelo bajo nuestros pies. Incluso se atrevieron con una inesperada versión de “Polícia” de Titãs, una joya brasileña que conectó aún más con el público local, mostrando el orgullo de sus raíces.

Después de este arranque fulminante, con una vitalidad asombrosa, la banda se empastó en un batiburrillo magistral de clásicos inmortales de la era de Max e Iggor, inteligentemente intercalados con joyas de sus introspecciones artísticas más recientes, que han cogido peso y relevancia. Así, resonaron la potente y rítmica “Phantom Self” de Machine Messiah (2017), la enérgica “Attitude” del popular álbum Roots (1996), un verdadero punto de inflexión en su carrera por su incursión en sonidos tribales, y la contundente “Means to an End” junto a las épicas “Guardians of Earth” y “Agony of Defeat” del aclamado Quadra (2020), que demostraron su evolución sonora y su capacidad para seguir creando material impactante. No faltaron temas esenciales como “Kairos” del disco del mismo título (2011), la oscura y atmosférica.

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SiM en Barcelona: “caos, carisma y conexión total”
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Texto y fotos: Edko Fuzz

La noche del 18 de junio en Razzmatazz 2 comenzó fuerte con Bolu2 Death como banda telonera. Los onubenses salieron al escenario con la energía a tope y un sonido que combinó metalcore, flamenco y electrónica, demostrando por qué se han convertido en una de las propuestas más originales de la escena nacional. Su actuación fue intensa, directa, y sirvió como un calentamiento perfecto para lo que vendría después: el debut de SiM en España. Para muchos, la noche ya valía con ver esa mezcla explosiva entre raíces andaluzas y brutalidad sónica.

Minutos más tarde, el público se volcó por completo cuando SiM pisó el escenario. Sin necesidad de despliegues escénicos, con solo tres tarimas y toneladas de actitud, los japoneses mostraron por qué llevan más de dos décadas siendo un referente en su país. Su capacidad para pasar del metal al ska punk, del reggae al rap, con total naturalidad, mantuvo a la sala completamente entregada. “CHAMPIONS”, su más reciente single, sonó como un auténtico himno, con ese groove infeccioso que hace imposible quedarse quieto. El directo confirmó que su propuesta cobra un sentido mucho mayor cuando se vive cara a cara.

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Hubo ecos claros del nu-metal de principios de los 2000 —con guiños estilísticos que recordaban a Linkin Park o Limp Bizkit—, pero SiM tiene algo más: una esencia marcada por sus orígenes en Shonan, donde la cultura surf, el reggae y el hardcore conviven desde siempre. Esa identidad única se tradujo en un show energético, divertido y con momentos imprevisibles: desde bromas espontáneas entre tema y tema hasta un cartel que pedía “Play Baseball Bat” y acabó con el vocalista MAH rompiendo un bate en el escenario. Todo eso, sin perder ni un segundo de intensidad.

El momento más esperado llegó con “The Rumbling”, tema que los catapultó a la fama mundial gracias a su inclusión en Attack on Titan. La sala se iluminó de pantallas mientras MAH recordaba al público que también había que vivir el momento. Tras exactamente 60 minutos de música sin tregua, SiM se despidió dejando una promesa en el aire: si logran mover su propio festival en Japón a abril, podrán estar en el Resurrection Fest el año que viene. Si eso ocurre, muchos podrán decir con orgullo que los vieron antes, en una sala pequeña, en una noche que se sintió como el inicio de algo grande.

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