Redes Sociales:

Redes Sociales:

NOTICIAS / AGENDA / CRONICAS / ENTREVISTAS / RESEÑAS / ESPECIALES / CONTACTO
Alter Bridge estrena el videoclip de “Playing Aces”

Alter Bridge estrena el videoclip de “Playing Aces”

  Una de las bandas de rock alternativo más importantes de los últimos tres lustros como son Alter Bridge están muy cerca de lanzar su nuevo disco homónimo que llegará […]

Guns N’ Roses estrena dos nuevos temas y estalla el debate

Guns N’ Roses estrena dos nuevos temas y estalla el debate

  A estas alturas de la película dudar de que Guns N’ Roses son una de las mejores bandas de rock de la historia es simplemente ridículo, pero a su […]

Granollers Metal Meltdown confirma su cartel completo para 2026

Granollers Metal Meltdown confirma su cartel completo para 2026

  El 2026 comenzará con todo en la comunidad catalana y es que los compañeros del Granollers Metal Meltdown ya tienen el cartel completo para su tercera edición, que tendrá […]

Cobra Spell anuncia dos bajas muy importantes

Cobra Spell anuncia dos bajas muy importantes

  Cobra Spell ha sorprendido a sus seguidores ya que se encuentran inmersos en el tour europeo junto a Thundermother y como se ha podido ver…con novedades encima del escenario. […]

Mayhem dispara nuevamente en la diana gracias a “Despair”

Mayhem dispara nuevamente en la diana gracias a “Despair”

  Las leyendas del black metal noruego Mayhem, siguen adelantando material de su nuevo disco Liturgy of Death, el cual llegará a las tiendas el próximo 6 de febrero a […]

Of Mice & Men se presentan en Glasgow

Of Mice & Men se presentan en Glasgow

Of Mice & Men regresan a Glasgow este 14 de diciembre para presentarse en The Garage, en una nueva parada de su gira internacional. La banda norteamericana vuelve a la […]

The Sword llegarán a España a mediados de la próxima primavera

The Sword llegarán a España a mediados de la próxima primavera

  Los estadounidenses The Sword han anunciado que su nueva gira europea de 2026 llegará a nuestro país de la mano de Noise on Tour el próximo año, donde además […]

Koba Live cierra sus puertas y no habrá más ediciones del festival

Koba Live cierra sus puertas y no habrá más ediciones del festival

  Tras tres años celebrándose en la localidad de Abadiño, Vizcaya, la asociación Sugaar Musika Elkartea ha anunciado que el festival Koba Live llega a su fin y no habrá […]

Tiamat vuelve a la Argentina tras 16 años

Tiamat vuelve a la Argentina tras 16 años

TIAMAT, vuelve a la Argentina de la mano de Noiseground. El emblema sueco del doom metal, se formó a fines de los 80 y marcó un antes y un después […]

Orange Goblin y su poder stoner en Glasgow

Orange Goblin y su poder stoner en Glasgow

Orange Goblin regresan a Glasgow para una nueva fecha en directo el 10 de diciembre en The Garage, en el marco de su actual gira. La banda es uno de […]


Turnstile en Madrid: “Mosheando hacia la gloria”
thumb image

Crónica: Oscar Gil Escobar

La primera banda nominada a cinco premios Grammy en distintas categorías el mismo año (rock, metal y alternativo) está en la cresta de la ola y esta noche llenando el imponente Palacio de Vistalegre de Madrid. Hablamos de Turnstile, combo de hardcore punk desde Maryland, viven su momento más viral estando en boca de todos por su último trabajo, pero también por sus abrumadores directos con la pista convertida en un auténtico campo de batalla.

Para la ocasión, los norteamericanos contaron como bandas invitadas con The Garden y High Vis. La apertura de puertas se produjo a eso de las siete y media con mucha tranquilidad, sin grandes carreras ni problemas en los accesos, algo curioso al tratarse de prácticamente un ‘sold out’ en un pabellón de estas características.

Llegan las ocho y media y aparecen en escena High Vis, grupo británico que lleva por bandera el post-punk e incluso el indie rock, pero con raíces de bandas hardcore y punk. “Drop Me Out” y “Walking Wires” con esas interesantes melodías dan paso a las hostilidades con un sonido un tanto enlatado, menudo corte más contagioso. La parte media del show incluyó “Out Cold” o la pegadiza “0151”, una pena tener un ambiente aún no tan potente para disfrutar de los ingleses.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: The Troops of doom en Madrid: “Cuando la pasión supera al aforo”

Nos acercábamos al final con la agresiva y cruda “Mind’s a Lie” para cerrar definitivamente con “Trauma Bonds”, más melódica y perfecta para describir el sonido actual de la banda. Correcta presentación de unos High Vis que hicieron los honores a la perfección.

Tras esta gran presentación y el correspondiente cambio de set, cerca de las nueve y media ya, un horario habitualmente destinado al artista principal, era el turno de The Garden. Los gemelos Wyatt y Fletcher Shears tuvieron su mayor resonancia a mediados de la década pasada con un rock innovador que dio bastante que hablar en la escena, y hoy regresan a Madrid con su puesta en escena cuanto menos curiosa.

Un dúo muy peculiar en todos los sentidos que comenzaba su show a ritmo del homónimo de su disco de 2022 “Horseshit On Route 66” y de “Filthy Rabbit Hole”. “What Else Could I Be but a Jester” es un ejemplo perfecto de lo que significa la música de estos gemelos, un sonido rock punk con muchos elementos distintos que muchas veces no sabes por dónde coger. Curioso también es el título “Puerta de Limosina” con gran protagonismo para tanto bajo como batería dando pie a una de las piezas más vertiginosas y agresivas de la formación. El cierre lo pone “Thy Mission” y los vientos haciendo acto de presencia en su canción más reseñable hasta la fecha. Así finalizó una puesta en escena que no dejó indiferente a ninguno de los presentes.

Diez y media de la noche y aún quedaba mucha tela que cortar. Ese fondo multicolor que ya caracteriza a Turnstile aparecía al son de “Never Enough” y ese repetitivo grito que coreaba junto a su vocalista todo Madrid, impresionante forma de ponerse las botas y comenzar con la brutalidad ahora sí con “T.L.C.” y un mosh pit de lo más agresivo se hacía notar mientras el sonido no terminaba de adaptarse aún. “Endless” continúa con la dinámica de la anterior, mientras la preciosa “I Care” se abre paso de nuevo con un público muy participativo. 

Momento para volver a vibrar con un trallazo impresionante como “Dull”, agresivo y sin concesiones. Los bailes en los mosh pits y la sangría no se detendría con la acertadísima “Don’t Play” o “Real Thing”. Por lo general cortes de escasa duración y potencia como “Drop” que no dan respiro a pesar de algunos pequeños parones entre temas, dando paso ahora a “Light Design”, vuelta a su último LP. “Come Back For More”, “Sunshower” y “7” muestran un sonido mucho más asentado que al inicio del show, pudiéndose disfrutar un gran sonido desde cualquier recodo de Vistalegre. Los de Maryland estaban pletóricos, solo necesitan cuatro luces y un telón para poner a arder a la capital como mandaban “Keep It Moving” o “Pushing Me Away”. 

Sin quererlo ni beberlo estábamos atravesando ya la parte media del show con “Fly Again” o la excelente “Sole”, cómo gana enteros en directo esta pieza siendo una auténtica máquina rítmica que puso a saltar y corear a todo el recinto, una de esas para el recuerdo de su aclamado y último “Never Enough”. También de este último trabajo llegaba ahora “Seein’ Stars”, bajando una bola de discoteca desde lo alto del recinto y reflejando los focos la misma creando una bellísima iluminación, otro de los momentos álgidos de la velada sin lugar a dudas.

Nos acercamos al final con la poderosa “Holiday” volviendo a la masacre en la pista, enlazando después con “Alien Love Call”. El cierre lo ponía “Look Out for Me”, dando paso a la despedida de la banda con una música de fondo que podría dar a pensar que estábamos ante el final, ¡pero no! El quinteto regresa con dos maravillas como “Mystery” o la poderosa “Blackout” que arma uno de los agujeros más grandes en la pista sin lugar a dudas. La locura absoluta se formaba con ese inicio de batería que da paso a la inconfundible “Birds”, en la que la pista se vuelve a convertir en un campo de batalla con varios crowdsurfers que llegan a lo alto del escenario junto a la banda en un final épico, aunque es cierto que no hubo grandes saltos desde el escenario al público por parte de los que iban subiendo. Aún así la seguridad tuvo que emplearse a fondo para  llevar a cabo un trabajo esta noche especialmente encomiable.

Así finalizaba el paso de los virales Turnstile, quienes han hecho de su hardcore punk mezclado con otros elementos un sonido más accesible llegando al mainstream más absoluto. Una pista abarrotada y una grada en la que prácticamente había que escalar para alcanzar tu asiento disfrutaron del paso de una banda que está en su momento dulce y se nota, actitud arrolladora, potencia y entrega, la clave de su éxito. ¡Esperamos desde ya su próxima visita con especial interés!

Fotografías: Sergio Albert

 

 

Etiquetas: , , , , , ,
Boris en Buenos Aires: “Hermoso Ruido Rosa”
thumb image

Boris no es una banda que tuviera en mi lista de “alguna vez la veré en vivo”. No porque no tuviera todas las ganas del mundo desde que los descubriera en algún blog perdido sobre música rara hace como 15 años, sino porque no creía que fuera posible: pensaba que la propuesta de la banda podría atraer hordas de nerds de la música a lo largo y ancho de la Internet, pero no era de la clase que pudiera justificar arriesgarse a organizar una presentación de estos japoneses en Argentina. Pero por suerte tenemos a la siempre confiable gente de Rueda de la Fortuna Producciones para marcarme lo equivocado que estoy, porque en el marco de la primera gira sudamericana del trío se pusieron al hombro la tarea de producir el primer desembarco de los tokiotas en Argentina, que no solo incluiría el recital típico en Buenos Aire sino un paso inesperado, al menos para mí, de la banda por Córdoba: sonaré como el porteño más porteño del mundo pero no me podía imaginar que hubiera tantos fans de Boris por ahí. La expectativa estaba el aire, encima teniendo al grupo celebrando los 20 años de su clásico Pink, por lejos de los discos más rockeros de su discografía,.

Así que el viernes 28 de noviembre, después de todo un día de calor bastante intenso que va adelantando lo que será el típico diciembre en Buenos Aires, me calcé una remera de Kamikaze de Spinetta (como para ir con la estética del disco que se recordaba) y me dirigí al Teatrito de Sarmiento 1752. Después del cacheo de rutina, estando adentro me di cuenta de que aparte de mí debía haber una o dos personas que habían decidido ir con remera rosa, haciéndome sentir como Homero en el capítulo donde va a la planta nuclear con una camisa rosa y termina en un hospital psiquiátrico. Pero lo que más me llamó la atención era la cantidad de gente, que sin llegar a un lleno completo (al menos a primera vista) era mucho mayor de la que esperaba para un recital así. Muchas remeras de Electric Wizard pero también de My Bloody Valentine, de Sonic Youth pero también una sorpresiva de Prurient e incluso de Corrupted: mucha variedad de público, pero todos unidos por la idea de disfrutar el ruido y la distorsión.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Cinco álbumes para entender a Boris antes de su visita a Argentina

La jornada era oficialmente un festival, la primera edición del llamado Buenos Aires Noise, pero no creo que sea desubicado decir que era una fecha de Boris con un par de teloneros de lujo. Para el momento en el que llegué me había perdido la presentación de los primeros teloneros Dronego, grupo que caracteriza su propuesta como “funeraldronegaze a dos bajos”, y por lo que escuché de ellos es una descripción muy acertada. Aunque no pude verlos, quiero destacar la gracia que me causó el merch de la banda, con el nombre de la banda estilizado en la forma del logo de Judas Priest.

Tras un rato de espera comenzó el set de Ararat, los últimos teloneros del concierto. El proyecto encabezado por Sergio Chotsourian, el otrora cantante y guitarrista de (Los) Natas que en su nueva aventura cambiara las seis cuerdas por las cuatro, hizo lo suyo en formato de dúo de bajo y batería a lo OM, flanqueados por columnas de amplificadores Orange. La propuesta de Ararat es ciertamente interesante, con su sonido lento, grave y distorsionado, pero puede que fuera por el contexto de ser teloneros o por un tema del sonido del mismo Teatrito que a lo de Ararat le faltara algún condimento más, en especial en el tema de aumentar la distorsión o el volumen del bajo, que muchas veces quedaba tapado por la batería. Las pocas veces que Chotsourian se acercó al micrófono el sonido estaba lejos de ser el mejor, algo que era más que obvio cuando dirigió unas palabras al público y apenas se escuchaba lo que decía. Una pena, pero son las cosas de tirar la moneda al aire en el mundo de los teloneros.

El siguiente rato fue la típica rutina de tener el lugar cada vez llenándose más, y de la gente emocionándose cada vez que venía algún ruido por detrás del telón, por más mínimo que fuera. Me había encontrado con un amigo ahí y llegó un punto donde este me comentó que “tenían que dejar de baitear al público”. Si les suena como una declaración extraña, tendrían que haber estado ahí porque tenía todo el sentido del mundo. Por suerte, a las 21:30 en punto las cosas se pusieron serias, con las luces apagándose y el telón abriéndose para revelar nuevamente todo el set de la banda, con los parlantes y la batería puesta en el medio, con la inclusión de un gong detrás como su característica más llamativa.

Poco a poco tuvimos la salida de los miembros del trío, con el baterista Atsuo destacando por la actitud más rockstar de los tres. La guitarrista Wata y el bajista/guitarrista Takeshi (con su instrumento característico de doble mástil con bajo arriba y guitarra abajo) se pusieron en posición y dieron comienzo a la lentísima “Blackout”, que en el álbum original cierra el primer lado del vinilo, y que sirvió para ir metiendo a muchos en trance y que se fueran preparando, algo que se confirmó con las numerosas nubes de humo que pudimos ver salir de entre varios puntos del públicos. Obviamente había llevado los protectores para los oídos, pero el sonido no era tan atronador como cabría esperarse de una banda como Boris, tan adicta a la distorsión y al ruido: estaba alto, pero no era insoportable. Y después de esa marcha funeraria a todo volumen, pudimos ver a Atsuo sacándose la campera con la que había entrado y escuchar a Wata tocando el riff inicial de “Pink”, y ahí sí las cosas se prendieron fuego entre el público, con muchos tratando de vocalizar el inicio de “Kizuiteru demo ore wa eranda” cantado por Takeshi y otros cabeceando al escuchar ese riff monstruoso.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: MONO en Buenos Aires: “Como luchar contra las olas”

La adrenalina continuó canalizándose con la siguiente “Woman On The Screen”, otra canción de puro rock stoner punk psicodélico distorsionado marca registrada de Boris, que tuvo más pogo y gente dejándose la garganta en cada grito. Inmediatamente después tuvimos “Nothing Special”, de las más punks del disco original y cuya energía sucia y distorsionada se traslada perfectamente al contexto en vivo. Y después de esa seguidilla de Pink tuvimos “Ibitsu”, canción de Akuma No Uta que encaja perfectamente con su mezcla de heavy, punk y psicodelia llena de energía y velocidad, la cual siguieron con “Electric”, que sería la última de esta primera etapa veloz y rockera del concierto.

Boris dirigieron algunas palabras al público en una mezcla de inglés y español, y procedieron a anunciar la siguiente canción. Muchos esperaban que sonara “A Bao a Qu”, algo que tendría sentido no sólo por ser la que venían tocando en los últimos recitales sino también porque toma su nombre de una criatura mencionada en un relato de Borges, pero Boris se sacaran una sorpresa de la manga y anunciaron un track llamado “Arco Iris” (o “Arco-íris”, como sería su nombre original en portugués): era claramente “Rainbow”, la canción del álbum del mismo nombre que editaran junto al guitarrista Michio Kurihara. Puede ser un tanto “tranquila” y demasiado “ambient” para algunos, comparado con el crescendo postrockero de “A Bao A Qu”, pero el hecho de que estuvieran años sin que la tocaran en vivo y eligieron este concierto en Buenos Aires para traerla de vuelta es algo mágico.

Hablando de crescendos y ruido, la siguiente “The Evilone Which Sobs” de Dronevil aportó la cuota dejada de distorsión dejada de lado por ese cambio, con el feedback y la atmósfera profundamente oscura y casi apocalíptica que crea este tipo de música. Boris es la clase de banda que puede pasar de rockearla a puros riffs y después llevar los riffs sabbatheros a nuevos extremos de lentitud y densidad, con muchos en el público eligiendo cerrar los ojos y dejarse llevar por las olas de ruido generadas por estos tres músicos. Claro que algunos esperaban algo más “dinámico”, y para eso tuvimos a Atsuo usando el gong de su batería para dar inicio a “Akuma No Uta”, canción que combina lo mejor de ambos mundos con su primera mitad a pura lentitud doom y la segunda a puro riff stoner pasado por el filtro punk característico de Boris.

Para el final de la sección principal tuvimos nada menos que “Just Abandoned Myself”, canción final de Pink considerada por muchos como el punto más alto de todo el álbum con su extrema duración combinada con más riffs de punk psicodélico, siendo la última canción “rápida” de la noche. Y después siguió “Farewell”, canción que originalmente es la primera de Pink pero cuya atmósfera doom bien podría dar para ver los créditos de alguna película de final ambiguo pero impactante. Tras ello, Boris dieron un saludo y se retiraron… pero siguiendo con la analogía cinematográfica, faltaba la escena post créditos.

Así que tras una vuelta rápida al escenario, Boris dio comienzo a los bises a puro drone. Pero se sacaron otra sorpresa de la galera, y en vez de interpretar un par de secciones del monumental Flood decidieron hacer otro cambio e ir por Feedbacker, otro de sus discos drone / ambient más recordados. Más olas de ruido y distorsión poniendo a la gente en trance… o dándoles una oportunidad para revisar el celular, lo que ocurriera primero. No todos los fans de Boris son fans de su material más ambient y experimental, pero la gente que sí está metida lo hace al 100%, y se notaba entre la gente esa dedicación. Es así que los bises se extendieron por poco más de media hora, cerrando la noche en una marea de feedback y distorsión, seguidos por aplausos y las muestras de cariño de la gente. Ahora sí, todo se había terminado.

Boris se manejan con un balance delicado entre su material 100% rockero, su costado doom de velocidad ultra rebajada y sus experimentos, y creo que logran hacerlo de manera bastante inteligente. Tal vez yo hubiera dejado una última canción rockera justo para el final, pero tal vez hubiera conflictuado con la estética de los bises. Más allá de eso, es indudable que lo de Boris fue un viaje a través de todas las atmósferas que su música puede crear: sin romper los tímpanos, logran sumergir a la gente en un ambiente donde todo está compuesto de ruido y uno se deja llevar sin problemas. Es mágico de cierta manera, y personalmente una gran experiencia, que esperemos que no se tomen mucho tiempo en repetir por estos lares.

Etiquetas: , , , , , , ,
Hanabie en Barcelona: “Kawaii, Purpurina y Metal”
thumb image

El 29 de noviembre la Sala 2 de Apolo se convirtió en el epicentro de una de esas noches que recuerdan por qué Barcelona es terreno fértil para el metal más transgresor. La cita la protagonizabanlas japonesas Hanabie, que aterrizaban por fin en la ciudad dentro de su primera gira española, generando un entusiasmo que se hizo evidente desde mucho antes de abrir puertas. Los encargados de romper el hielo fueron los franceses Sun Brutal Pop, cuya propuesta, tan vistosa como irregular, terminó de encajar con el ambiente expectante que ya calentaba la sala.

El trio galo se movió entre ritmos bailables, guitarras modernas y un juego vocal que alternaba melodía con guturales, pero la ejecución, pese a su energía, no acabó de encontrar un punto de cohesión que atrapara 100% al público. Canciones como “I Killed My Man” o “Krystal Metal” ofrecieron momentos disfrutes, mientras que la peculiar mezcla entre “Survivor” y “Milkshake” se ganó algunas sonrisas incrédulas. Aun así, la impresión general fue la de un grupo con ideas, pero sin un discurso escénico capaz de dejar una verdadera huella esta vez.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Evanescence volverá a España muy bien acompañados en 2026

Todo cambió cuando Hanabie hicieron acto de presencia. Con Reborn Superstar! todavía resonando como carta de presentación internacional, el cuarteto japonés demostró desde los primeros segundos que su directo cobra una dimensión completamente distinta dentro de una sala. Ya las había visto en festivales y siempre me parecieron divertidas, pero aquí la cosa fue otra liga: más contundentes, más nítidas y muchísimo más intensas. Es habitual que se las compare con Babymetal, pero después de verlas en un entorno cerrado, esa comparación resulta hasta impertinente. Lo suyo bebe de fuentes más agresivas, cercanas al metalcore, al hardcore híbrido y a la electrónica frenética, sin necesidad de apoyarse en el espectáculo idol.

“O•TA•KU Lovely Densetsu” marcó un inicio explosivo, y desde ahí no hubo un solo minuto de respiro. Yukina comandó la noche con una versatilidad vocal apabullante, combinando dulzura y ferocidad con una naturalidad que en directo resulta aún más impresionante. El público respondió con pogos desbordados en “Warning!!”, “Bucchigiri Tokyo” y esa bomba de azúcar radioactiva que es “Spicy Queen”. “Meta-moru-phose!” desencadenó uno de los momentos más celebrados de la noche, cuando la sala entera se movía entre baile, caos y gritos mientras las luces acompañaban aquella estética kawaii teñida de rabia.

Para el final reservaron un sprint demoledor con “Osaki ni Shitsurei Shimasu.” y “Today’s Good Day & So Epic”, antes de rematar la noche con una dupla de bis que equilibró violencia y emoción: “L.C.G” y “Sentimental☆Heroine”. El concierto se hizo cortísimo, pero quizá ahí reside parte de su fuerza: concentrar en poco tiempo una descarga tan intensa que sales sudado, eufórico y con la certeza de haber presenciado algo único. Barcelona no solo se rindió a Hanabie; se enamoró del torbellino rosa y brutal que son capaces de desatar cuando las paredes de una sala les permiten desplegar todo su potencial.

Etiquetas: , , , ,
Nailed to Obscurity en Copenhague: “Oscuridad en ascenso”
thumb image

Las noches frías de Copenhague suelen ser una invitación perfecta para buscar refugio en la intensidad del metal en vivo. Y eso fue exactamente lo que ocurrió en Spillderest Stengade, donde tres propuestas muy distintas se reunieron para dar forma a una velada sólida, dinámica y cargada de personalidad. Desde la energía melódica de Oak, Ash & Thorn, pasando por el ritualismo visceral de Yoth Iria, hasta el debut de Nailed to Obscurity como headliners, la jornada construyó una narrativa ascendente que mantuvo al público atento en todo momento.

Los encargados de abrir el tour fueron los estadounidenses Oak, Ash & Thorn. Su propuesta resultó curiosa, ya que, sin inventar nada, encontraron una identidad propia. Su death metal melódico llevaba el sello distintivo de guitarras más típicas del heavy metal tradicional: riffs épicos, melodías armonizadas y juegos de guitarras gemelas que por momentos evocaban a Judas Priest. Todo esto convivía con bases extremas y muy marcadas, con blast beats enérgicos y ritmos de uno a uno que aportaban contundencia.
La guitarra rítmica brilló particularmente por su capacidad de cambiar de rol: acompañaba las secciones más agresivas y luego se sumaba al juego melódico con total naturalidad. El vocalista alternó entre guturales clásicos del death melódico y voces a medio tono propias de bandas de metal tradicional. Aunque hubo pequeñas imperfecciones —algo habitual cuando se manejan dos técnicas vocales tan distintas— su desempeño general fue muy bueno.
Pese a comenzar con poca audiencia, que fue llegando durante su set, la banda no se contuvo y entregó una presentación sólida que logró captar la atención incluso de quienes no los conocían. Un inicio de jornada más que positivo.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Dødsgangen Festival 2025 – Dia I: “Rituales en la prisión”

El turno siguiente fue para los invitados especiales de la noche: los griegos Yoth Iria. Formados en 2019 por el histórico Jim Mutilator, bajista de los primeros tres álbumes de Rotting Christ, el grupo continúa la línea clásica del black metal melódico de los 90, con un enfoque fuerte en generar ambiente y ritualismo.
Sin previo aviso, el vocalista —rostro cubierto con corpse paint— irrumpió entre el público gritando sin micrófono, sosteniendo un péndulo y revolcándose en el piso. Su entrada capturó todas las miradas antes de que el resto de la banda subiera al escenario para abrir con “Blazing Inferno”, tema que da nombre a su último LP.
Desde el primer minuto quedó claro que la actuación sería tan teatral como intensa. Los músicos se movían constantemente, incluso chocándose entre sí, reflejando una energía desbordante. Aunque Jim es la figura histórica de la banda, quien se llevó todas las miradas fue el vocalista He: carismático, impredecible y dueño de la noche. Bajó varias veces del escenario para cantar entre la gente, abrazar asistentes, tirarse al piso e incluso hacer que algunos espectadores cantaran por su micrófono.
El único detalle negativo fue el sonido: las guitarras comenzaron saliendo únicamente por el parlante izquierdo, lo que hacía difícil distinguir ciertos arreglos. Aun así, las melodías principales y los solos se escucharon correctamente. Uno de los guitarristas incluso se mostró molesto con el retorno, lo bajó del escenario y terminó desconectándolo. Ya resuelto el inconveniente, llegaron al momento más celebrado de su set: una ejecución fiel y poderosa del clásico de Rotting Christ, “Non Servium”, que desató la euforia del público. Tras una última canción, la banda se retiró del escenario del mismo modo en que entró: caminando entre los presentes. Una gran presentación, que solo quedó a un paso de la perfección por los detalles sonoros.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR:Catedrales del Dolor: Un Viaje por el Doom Gótico

Finalmente llegó el turno de los headliners, Nailed to Obscurity. Este concierto marcó su primer tour como acto principal, y ese detalle se notó en algunos aspectos, especialmente en la comunicación con la audiencia y en la construcción de momentos memorables durante el set. Hubo puntos donde un poco más de carisma o énfasis podría haber elevado el show a otro nivel.
Dicho esto, el concierto fue muy bueno. Con una puesta en escena compuesta por tubos de luz verticales que daban profundidad y atmósfera, lograron diferenciarse claramente de las bandas anteriores. El sonido fue el mejor de la noche: definido, equilibrado y prolijo. La voz estuvo apenas más baja de lo ideal, pero seguía siendo perfectamente audible. Parte de esta mejora se debió a que viajaban con su propio sonidista, algo que marcó una clara diferencia.
La ejecución musical fue impecable. Las canciones, extensas y con múltiples cambios de climas, fluyeron con naturalidad. Las transiciones entre pasajes melódicos y momentos más pesados lograron que el concierto nunca se volviera monótono. El setlist recorrió toda su discografía, con un enfoque especial en su último trabajo, Generation of the Void.
Tras una hora y media sólida y bien construida, los alemanes se despidieron dejando a la audiencia satisfecha y con la sensación de haber presenciado un show que marca un paso importante en la evolución de la banda como headliners.

En definitiva, la noche en Spillderest Stengade ofreció un recorrido variado y estimulante por diferentes vertientes del metal extremo. Oak, Ash & Thorn aportaron frescura y melodía, Yoth Iria sumergió al público en un ritual caótico y teatral, y Nailed to Obscurity confirmó que están listos para llevar su propuesta al siguiente nivel. Un concierto que demostró, una vez más, que la escena sigue viva, inquieta y en constante crecimiento.

Etiquetas: , , , , , , , , , ,
Cruces Negras en Buenos Aires: “Mucho más que un homenaje”
thumb image

Crónica Rosario Árbol – Fotos Maru Debiassi

Con el calor sin darnos tregua, Club V nos citaba a homenajear al más grande. Un poco antes de las 20.30 ya nos estaban advirtiendo desde la puerta que apuremos las bebidas que nos mantenían frescos porque el show comenzaba puntual, y así fue.

 A las 21 horas en punto, Cruces Negras ya estaba en el escenario preparándose para una velada de dos horas a puro Black Sabbath para conmemorar los primeros cuatro meses sin el “Madman”. La noche empezó con “After Forever”, un poco atípico me pareció para un homenaje, pero después entendí que serían dos horas paseando por la discografía del Sabbath con Ozzy. Sin parecerse a una lista de Spotify, el setlist siguió con “Hole in the Sky” y “Symptom of the Universe”, para desembocar en un coreable “N.I.B”.

La destreza vocal de Renzo Favaro fue admirable, recordándonos que estábamos escuchando artistas homenajeando y no simplemente una copia.

El primer giro de tuerca del show se dio cuando Renzo da lugar en las voces al bajista Julián Rodríguez, para recordar sus tiempos como vocalista de la agrupación. Dos interpretaciones más que buenas de “Into The Void” y “Sweet Leaf” por partes de Julian, quien con humildad devuelve el micrófono a Renzo diciendo “Por eso nos conseguimos un cantante“.

La primera invitada de la noche fue Amy Alejandra Rama, cantante de Tormenta Arrolladora; una elección apropiada para interpretar el exigente Sabbath Bloody Sabbath. De esta manera, culminaba una primera parte del show, con el broche acorde, una gran interpretación de Black Sabbath.

Durante diez minutos de descanso, el ambiente de Club V se volvía más amigable. La familia y amigos de los músicos rondaban, y se podía ver a varios asistentes contentos con lo que acababan de escuchar. Como siempre, en estos casos, abundamos los +30. En la intimidad de Club V éramos más las canas que la carne joven, pero eso hizo que sea un show cálido incluso para los que estábamos de espectadores. La mayoría volvíamos del trabajo, y disfrutamos de un buen espectáculo con una cerveza bien fría, junto a los amigos.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Especial: 40 años de “Born Again”, de Black Sabbath

La segunda parte llegó también puntual, y esto siempre es algo que debemos festejar. Las grabaciones de lluvia y sirenas me transportaron automáticamente a ese 5 de Julio cuando veía a “los padres del Metal” interpretar por última vez “War Pigs”, y recordé aquel momento donde aún no sabíamos que sería la última vez que veríamos al “Príncipe de las Tinieblas”, para siempre. No tengo ninguna certeza de que todos hayamos sentido lo mismo, pero creo que sí, porque esa noche en Club V no hubo persona que no cantara a la par de los muchachos de Cruces Negras.

La lista siguió su recorrido entre mega clásicos y clásicos (porque… ¿podemos decir que no hay clásicos de Black Sabbath?). Los invitaron siguieron subiendo, el Tano Fabiano tomó el lugar de Prati Suarez para interpretar “A National Acrobat”, “Snowblind” – que contó nuevamente con la voz de Amy – y Cornucopia. Y una vez más, Renzo entregó su micrófono a Julián para que interpretara Electric Funeral y, lo que a mi respeta, una gran interpretación de “Fairies Wear Boots”, con solo de batería incluido.

Íbamos culminando la noche, y un nuevo invitado subía al escenario, Valentín de Orquesta de Diablos agarraba el micrófono para cantar junto a Renzo “Children of the Grave”. Irremediablemente, el fin llegó con las interpretaciones de “Iron Man” y “Paranoid”, pero nos dejaron con ganas de más.

El reloj ya marcaba las once de la noche, el show debía terminar, y el público empezó a pedir más acompañado de aplausos. Unos minutos bastaron para convencer a quienes había que convencer y tras una pequeña explicación “bueno, es de otra era, pero…” arrancaron los primeros acordes del clásico de la era Dio, “Heaven and Hell”.

El público parecía haber estado esperando este momento porque la euforia inundó la intimidad del lugar con coreos y agite. Las diferencias fanáticas Ozzy-Dio no existieron en esos minutos en los que se festejaba la plenitud de la obra de la banda más importante de esta música que tanto amamos.

Así culminó mi primera vez viendo a Cruces Negras, de una manera más que satisfactoria. Recordando en cada momento a Ozzy, y cómo su música nos cambió la cabeza a todos. Me volví a casa, y mientras caminaba, no dejaba de pensar qué afortunados fuimos en vivir en el mismo tiempo que esta leyenda.

Etiquetas: , , , , , ,
Candlemass en Roskilde: “Cuarenta años de oscuridad y vigencia”
thumb image

Hay géneros que no alcanzan la masividad, pero sí una buena cantidad de fans como para que la escena pueda subsistir. En el caso del Doom Metal, es un género con muchas vertientes y una gran cantidad de adeptos en general. Este tipo de estilos suelen ser llamados “de culto”, ya que únicamente llegan a oídos de gente con el gusto adecuado para disfrutarlos. Una de las bandas más importantes de este género es Candlemass, quienes agregaron al estilo un tono teatral, sumado a letras épicas sobre magia negra, hechiceros y demonios. Esto gracias a álbumes clásicos como Nightfall y Epicus Doomicus Metallicus.

En esta oportunidad pudimos verlos en vivo, en el marco de su gira de 40 aniversario. El concierto se llevó a cabo en Gimle, hermosa sala con capacidad para 500 asistentes situada en la antigua capital danesa, Roskilde. A 30 kilómetros de Copenhague, la pequeña ciudad alberga iglesias con tesoros de los antiguos reyes vikingos y también un museo de barcos vikingos encontrados en sus costas.

El concierto comenzó demorado, pero eso no evitó que el entusiasmo por el acto soporte disminuyera. Estos fueron los daneses de Blazing Eternity, quienes en su carrera recorrieron estilos como el death/doom y el gothic rock. El sonido fue sólido y contundente, con la batería y el bajo marcando un ritmo firme y poderoso, con notas bien graves, como el género lo necesita. Las guitarras y el teclado aportaron la belleza característica del estilo, con melodías melancólicas y tristes, de esas conmovedoras que llegan al corazón. La voz era un gutural grave y sencillo, bien al estilo del primer My Dying Bride y del primer Paradise Lost, claras influencias del conjunto.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Catedrales del Dolor: Un Viaje por el Doom Gótico

Tras una presentación de unos 45 minutos, los locales se retiraron aplaudidos tanto por los fans que tenían entre el público como por los que ganaron tras una excelente actuación.

Llegó la hora del plato principal, por lo que la introducción de la marcha fúnebre musicalizó la entrada del grupo. Esta dio paso a su clásica “Bewitched”, puntapié inicial para un show que ya prometía. Desde el comienzo se apreciaba que el sonido era perfecto. Con la batería en el centro, se pudo escuchar con claridad cada golpe y arreglo. También, bien al frente, el bajo, corazón de Candlemass. Las canciones se fueron articulando según los riffs y las melodías del gran Leif Edling, principal compositor. El bajo sonó crujiente y poderoso.

Las guitarras se encontraban por encima en la mezcla, bien diferenciadas ambas. La guitarra rítmica acompañaba al bajo, mientras que la principal iba coloreando las canciones. El guitarrista principal, Lars Johansson, brilló en sus solos: cada uno era preciso, sin ninguna nota de más y con la duración justa. El vocalista Johan Längquist gozó de un buen sonido. Su performance fue muy buena y carismática, aunque se notaron algunos signos de cansancio y/o de la edad.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR:Fields of the Nephilim en Glasgow: Bajo el Manto de Humo y Ceniza

El público, que agotó el recinto, festejó todas las canciones con gran entusiasmo: cantando las melodías de guitarra, haciendo palmas y levantando los puños en alto al lento ritmo de la batería. La lista de canciones estuvo compuesta por clásicos de su etapa ochentera, con la excepción de “Sweet Evil Sun”, la única de su época más actual. Si bien es cierto que los clásicos del grupo provienen de sus primeros álbumes, hubiera estado bueno que rescataran más canciones de su extensa carrera.

Luego de momentos altísimos como “Crystal Ball”, donde Leif hizo un solo de bajo muy potente, o “A Sorcerer’s Pledge”, donde el público cantó junto a la banda la melodía vocal final, los suecos dejaron el escenario. Por suerte hubo tiempo para tres canciones más, coronando el show con su tema más famoso: la oscura, triste y épica “Solitude”, cantada por toda la audiencia al unísono con la banda.

Al terminar este himno, Candlemass saludó muy afectuosamente a sus fans y se retiró tras haber dado un espectáculo genial. Este concierto demostró que lo mejor, en cuanto a calidad, no es necesariamente lo que llega a las masas. Hay nichos underground donde existen propuestas longevas y de un nivel excelente. Por suerte esos espacios cuentan con la audiencia necesaria para subsistir.

Etiquetas: , , , , , , ,
The Troops of doom en Madrid: “Cuando la pasión supera al aforo”
thumb image

Madrid, 27 de noviembre de 2025. La música underground a menudo se libra en escenarios donde la pasión del artista y la entrega del técnico de sonido deben suplir las deficiencias logísticas. Esta fue la tónica de la noche en la Sala Revi Live, que acogió al death/thrash metal brasileño de The Troops of Doom con el telón de apertura de los portugueses Sacred Sin.

El concierto estaba programado originalmente en el espacio principal de la sala, pero la baja venta de entradas (estimada en unas 50) obligó a la promotora a reubicar el evento en el escenario pequeño. Este cambio, si bien garantizó cierta cercanía, subrayó un ambiente inicial “descafeinado” que flotó sobre la velada, ajeno a la calidad musical que se ofrecería.

Los lusos Sacred Sin fueron los encargados de calentar el frío ambiente. Con su death metal denso y oscuro, la banda exhibió una veteranía admirable. A pesar de la escasa luz del pequeño escenario, una limitación habitual en este formato de la Revi Live, aunque ligeramente mejorada respecto a anteriores citas, su propuesta sonora fue compacta.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Easy Rider en Madrid: “Un jinete desbocado”

El público, disperso pero atento, respondió con cortesía a la descarga, que fue notablemente bien mezclada. El trabajo del técnico de sonido resultó crucial, logrando una definición encomiable que evitó que la pesadez del death metal se convirtiera en una masa ininteligible, una proeza considerando la acústica limitada del espacio. Su esfuerzo sentó una base firme.

La banda intenttó animar cada vez que pudo al público que respondió con interés pero más por voluntad que por número. Cabezas agitadas, puños al aire, aplausos celebrando el cierre de cada tema. Al terminar, con foto de recuerdo, se vació casi por completo el escenario para montar el backline de los brasileños.

Después de dejar la batería montada y probarla, el cuarteto de The Troops of Doom, liderados por Jairo “Tormentor” Guedz (ex-Sepultura), tomaron el asalto. El cuarteto brasileño llegó a Madrid con la misión de rendir pleitesía a la vieja escuela del thrash/death metal y, a pesar de la escasa audiencia, demostraron un profesionalismo inquebrantable.

La banda arrojó un sonido musculoso y nostálgico, con riffs cortantes y la energía que les es característica. Su empeño fue palpable: trataron con todo su poderío de levantar al público, interactuando constantemente y ejecutando su setlist con la furia que merecía un aforo completo. Sin embargo, el espacio físico no vibraba al nivel de la música. La limitación lumínica seguía restando espectacularidad, dejando en penumbra muchos de los movimientos enérgicos de los músicos. Estoy convencido que los presentes lo disfrutaron y así se vio en sus ovaciones y gestos, coreando cada tema y aplaudiendo.

El talento de The Troops of Doom y Sacred Sin para ejecutar metal de alta fidelidad quedó fuera de toda duda. La profesionalidad de ambas bandas y el buen hacer técnico merecieron un marco más grandilocuente. Al final, lo que quedó fue una sensación agridulce: un gran concierto presenciado por muy pocos, reafirmando que, en ocasiones, la calidad del directo tiene que luchar contra la indiferencia del mercado.

Etiquetas: , , , ,
Morbidfest en Copenhague: “Leyendas que aún muerden”
thumb image

Estamos en un momento de la historia donde bandas icónicas y fundacionales están dando lo último que les queda. Pero, por suerte, en su mayoría lo hacen con gran dignidad. En este caso, Possessed Terrorizer, pioneros del death metal y el grindcore, unieron fuerzas para el Morbidfest Tour. Iban a estar acompañados por Massacre como invitados especiales, pero debieron bajarse de la gira y fueron reemplazados por Suicidal Angels. Como actos de apertura estuvieron Nightfall y Ater.

La banda en abrir la extensa jornada fue Ater, agrupación que practica un blackened death metal disonante. Lo central de su propuesta es crear atmósferas oscuras y tensas. Contaban con dos guitarras de ocho cuerdas que generaban sonidos graves y disonantes, combinándose entre sí y formando capas muy densas y pesadas. Detrás, un bajo acentuaba los momentos fuertes y sumaba agresividad al conjunto. El trabajo del baterista fue brutal: pasaba de blast beats a ritmos muy interesantes, pincelando cada arreglo de guitarras o bajo con algún golpe. El único punto en contra fue el poco carisma de los músicos, que simplemente estaban estáticos tocando. Pero, más allá de ese detalle, fue un show con una propuesta musical interesante y particular.

Los siguientes fueron Nightfall, grupo de death metal melódico bastante pesado. No sacrificaron brutalidad en pos de las melodías. Esta propuesta fue más entretenida de ver, especialmente por el carisma del vocalista, quien se encargó de arengar al público constantemente y de hacer gestos con un cuchillo de plástico con el que adornó su micrófono. Esto se notó en la respuesta del público, que acompañó las canciones moviendo los puños y armando tímidos pogos. El sonido fue excelente, al igual que en la banda anterior, por lo que el show se disfrutó al máximo.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Neckbreakker en Copenhague: “La juventud que devuelve la brutalidad al metal”

Llegó el turno de los invitados especiales de la noche, los thrashers griegos Suicidal Angels. Entre tanto death metal, uno podría pensar que una propuesta thrashera quedaría liviana, pero esto no pudo estar más lejos de la realidad. El show fue una catarata de violencia absoluta. Los guitarristas no pararon de escupir riffs desquiciados y enfermizos, intercalados con solos agresivos pero de muy buen gusto. Todo esto se sostenía sobre un bajo grave e intenso y una batería asesina. El uno y uno de batería fue una patada en la cabeza constante; te seguía castigando mientras pedías clemencia.

Los músicos dieron una performance impecable: sonaron prolijos, ajustados y no descuidaron la comunicación con el público. Se la pasaron corriendo por el escenario y pidiendo que la gente grite. Desafortunadamente, la mayoría del público era adulto y no hubo pogo, pero los gritos, las cabezas girando y los puños en alto no faltaron. Los momentos más altos del show fueron las rabiosas “Purified by Fire” y la final “Apokhatilosis”. Una presentación increíble, que dejó la energía por los aires.

La hora del primer headliner llegó, y el entusiasmo del público lo hizo notar. Si bien mencioné que hubo poco agite en la banda anterior, esto se revirtió en cuanto Terrorizer salió a escena. Con un pogo atroz y gente volando por los aires, los pioneros del grindcore interpretaron entero su clásico World Downfall, editado en 1988. El sonido, al igual que en las bandas anteriores, fue perfecto, permitiendo apreciar cada detalle de la ajustada presentación.

Obviamente, el centro de las miradas fue para las leyendas vivientes David Vincent —bajo— y Pete Sandoval tras los parches, aunque el vocalista Brian Werner también obtuvo atención gracias a su gran carisma y personalidad. Los momentos más destacados del set fueron los finales. Por ejemplo, en “Dead Shall Rise” subieron al escenario a un fan, quien no paró de hacer pogo para luego tirarse sobre la gente. El gran cierre con “Crematorium” y “Nightmare” dio broche de oro a una hora y veinte de violencia.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Crypta en Buenos Aires: “Jugando de local”

Tras una demora de 15 minutos, los legendarios Possessed subieron al escenario. Al comienzo, el sonido fue poco claro: las guitarras estaban bajas, la voz enterrada en la mezcla y el bajo muy fuerte. Pero esto se solucionó rápidamente, aunque la voz siguió un poco baja. También cabe la posibilidad de que Jeff haya cantado bajo, ya que por momentos se lo notaba sobreexigirse. Incluso recortó dos canciones de la lista. Es posible que tantos años de gira, más sus conocidos problemas de salud, ya lo estén afectando.

Quitando estos detalles, la presentación fue muy buena y entretenida. La banda sonó ajustada y las canciones se lucieron, sobre todo el set especial de Seven Churches, disco clásico y fundamental del género que fue interpretado en su totalidad. La dupla de guitarras se llevó muy bien, intercambiándose el liderazgo y pasándose los solos entre sí. Junto al gran desempeño del baterista, quien recorrió cada cuerpo de su enorme batería, fueron los pilares del show.

Entre canciones, el icónico vocalista aprovechó para bromear con el público y saludar a los alocados fans que estaban al frente. El final llegó de la mano de “Swing of the Axe”, festejada y pogueada como corresponde.

Pudimos disfrutar de una fecha donde el metal extremo de culto y clásico demostró que todavía sigue en forma. Más allá de que no haya música nueva, la nostalgia y la altura de las leyendas hacen que la llama esté más viva que nunca.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , ,
Heretic Steel Fest: Ambush brilló y el heavy metal fue el gran ganador
thumb image

Esta nueva crónica quiero arrancarla de otra manera. Esta vez invertiré las líneas de los saludos que habitualmente dejo para el final para, en esta ocasión, poner sobre la mesa y agradecer el profesionalismo, predisposición y tantos otros adjetivos que podría dar con quienes formaron parte de la organización del evento, pero no quiero quedar como chupamedias. La realidad es que cuando las cosas se hacen bien, hay que reconocerlas. Gracias familia Heresy, Argentina Thrash Metal, South Of Hell Productions. Gracias por la magia!


Debido a una cancelación de último momento por parte de Atrophy y Artillery, los encargados de la producción tuvieron que moverse de manera urgente para “salvar” el festival, y lo hicieron con creces porque el mismo fue un éxito.

Ahora bien, retomemos el cauce normal de los hechos. Ya consumada la baja de las bandas thrasheras, el resto del lineup se mantuvo firme y hasta con sorpresas, dado que Ambush extendió su set y no solo eso: hasta hubo un meet & greet con los fanáticos. La tarde/noche estaba cargada de thrash y heavy/speed metal con grandes exponentes locales e internacionales.

Llegaba la hora de la verdad. Al acercarme al Teatrito y luego de charlas amenas con los colegas, pasé el filtro de la acreditación y, una vez dentro, sobre las tablas estaban sonando los chicos de Mercurio, banda que sigue en su crecimiento exponencial y acumulando fans que cantan, bailan y saltan al ritmo de ese heavy metal “fiestero” con tintes glam, como si hubiesen nacido en los dorados 80s.

 

Con la gente ingresando constantemente, algunos iban directamente a la valla de contención para estar cerca de los músicos; otros hacían una parada técnica para pedir una birra o fernet, o simplemente se quedaban dando vueltas a la espera de los actos principales.

Otra de las grandes bandas argentinas que están haciendo ruido hace 10 años son los Frantic. Uff, estos pibes rompen con el esquema y patean culos. Cada presentación es mejor que la anterior y se los nota más afilados que nunca. Thrash a la velocidad de la luz, con apenas un momento en donde una de las violas tuvo un desperfecto, pero se arregló al instante. Tras ese incidente, todo fue “tupa tupa” como le gusta a la gente. Siempre es un placer verlos en vivo.

Metaluria fue la tercera banda en subir a las tablas y darle al público una nueva inyección de energía metalera. Con su estilo, garra y pasión hicieron que cada uno de los presentes “moviera la patita” y levantara los puños en alto al ritmo de sus interpretaciones. Un set sin fisuras en donde rindieron culto al metal.

El último acto nacional ya estaba listo para subir a las tablas, nada más y nada menos que Velocidad 22, otra de las bandas que vienen levantando la espada del heavy metal en Argentina. Con Gaby (el pelado de Frantic) haciéndose cargo de la batería desde hace un tiempo, demostraron una vez más por qué son tan amados por el público que los sigue a donde sea.

Paul Di Vano, su cantante, va escupiendo letras cargadas de sentimiento metalero como le gusta a la gente de bien. Tachas, cuero, cadenas, pogos, velocidad y alcohol armaron un combo explosivo que, luego de la presentación de la banda, un puñado de gente empezó a retirarse (ese mismo día tocaba Ulcerate a pocas cuadras del lugar) habiendo disfrutado de otra demostración de sentimiento puro por el metal.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Crypta en Buenos Aires: “Jugando de local”

Finalizadas las actuaciones de los argentinos, era hora de descubrir y disfrutar la presentación de los chilenos Hëiligen. Qué buen show, qué gran banda. Si bien habiendo escuchado el disco con anticipación no me pareció que hayan inventado la pólvora, en vivo me “partieron la cabeza”. Con su sonido y puesta en escena rememorando a los grandes de la NWOBHM, iban precalentando a la gente para el cierre.

Con la gran voz de Renzo Palomino, fueron ejecutando canciones de su debut Shadows in the Church, editado en 2020, y sorprendieron con “Beast in the Night”, canción perteneciente a los dinamarqueses Randy. Una muy buena banda para ver y disfrutar en vivo.

 

 

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Enforcer en Buenos Aires: “Con un poco de rock, todo está bien”

Las agujas del reloj marcaban que habían pasado minutos de las 21:30 cuando los suecos de Ambush pisaron nuevamente un escenario argentino, esta vez en el Teatrito, para confirmar que el heavy metal clásico sigue más vivo que nunca.
El arranque del set fue con “Firestorm”, canción que también abre el álbum debut editado en 2014, y que hizo explotar el venue desde el primer riff. El agite no sólo se veía en el público: cada uno de los músicos mantenía una sonrisa en su rostro, disfrutando lo que estaba ocurriendo.

Sin dar respiro, la banda continuó con “Possessed by Evil” y enseguida llegó el primer corte de su último trabajo, “Evil in All Dimensions”, momento en el que aparecieron las primeras rondas en el pit.

Al momento de “Maskirovska” (ya convertida en clásico), cada persona levantaba los puños al compás del coro, mientras los riffs se sucedían y los guitarristas, junto al bajista, rememoraban aquella coreografía heredada de Judas Priest o Kiss.

No hay que obviar la labor de Oskar Jacobsson, un vocalista que se pone al frente de una locomotora que te pasa por arriba. Su tono vocal y sus agudos sonaron tal cual fueron registrados en los discos. Se mostró cómodo sobre el escenario; si bien interactuó poco con la gente, todo lo que hizo estuvo preciso, con algunos mensajes en español. Cortos, pero efectivos.

Hubo tiempo para la demostración individual de cada músico con un breve solo y, tras ellos, el set fue recorriendo la discografía de los suecos, coreada por todo el lugar con una entrega que generó una conexión generalizada.

Entre otras sonaron “Hellbiter” (ufff, temón, mientras escribía esta crónica fui a buscar mi walkman, agarré una escoba y me puse a bailar mientras simulaba ser un Ambush más. Vergüenza ajena aparte, mejor sigo con la crónica). Otros de los temas ejecutados fueron “Bending the Steel”, “Heavy Metal Brethren” y cerraron el set regular con otra de esas canciones que te hacen apretar el puño y cantar fuerte: “Natural Born Killers” del Firestorm.

Mientras los músicos se retiraban, se veían abrazos y camaradería entre los presentes mientras otros entonaban los cantitos pidiendo “una más, una más“.

Oskar, Linus, Olof, Karl y Oskar (el bajista) retornaron para dar el golpe final. Ya el cansancio se notaba en las caras de quienes habían aguantado el calor, los litros de alcohol, los golpes del pogo y alguna que otra caída, pero todos queríamos un último round y los suecos se despidieron de Argentina con la veloz “Don’t Shoot (Let Them Burn)”.

Ambush demostró por qué son una de esas bandas señaladas —junto a Enforcer, Stallion, Skull Fist, Cauldron, Screamer y Bullet— como punta de lanza del movimiento que recupera el sonido de los 80 y levanta la bandera de la New Wave of Traditional Heavy Metal.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , ,
Cradle of Filth en Copenhague: “Cuando los invitados superan al anfitrión”
thumb image

El éxito de una banda no solo depende de la calidad de productos que ofrezca, sino también de su management. En el caso que nos convoca hoy, Cradle of Filth, se supo que sus managers han tenido malos tratos con músicos que pasaron por la banda y se han quedado con dinero extra. Pero, más allá de esto, hace tiempo se observa que intentan posicionar a la banda en un mercado que no corresponde, alejándola de sus orígenes black metal o de su presente gótico. En esta gira, que los trajo a Copenhague, pudimos ver varias de las consecuencias de este mal manejo.

Los encargados de abrir la noche fueron los australianos de Melancolia. Su propuesta mezcla deathcore con nü metal y algunas bases industriales, pasando de guturales profundos a gritos agudos, con algunos momentos de voces melódicas. Los riffs de machaques entrecortados se entrelazan con sonidos atmosféricos, mientras que la batería va a toda velocidad con blast beats. Visualmente se encontraban vestidos de blanco, de manera muy llamativa, sobre todo el vocalista, quien contaba con un coro y una campera de plumas. Desafortunadamente, toda esta puesta en escena se ve deslucida por la actitud pedante del vocalista, que, aparte, cuenta con la desagradable costumbre de escupir y jugar con su saliva, algo muy asqueroso de presenciar. El sonido tampoco fue bueno: era una bola de ruido grave. Apenas sobresalía una batería deslucida y algún grito. Tras media hora, la presentación finalizó con más pena que gloria.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Cradle of Filth en Buenos Aires: “Cuando el Drama Se Transforma en Espectáculo”

Los invitados de lujo del tour fueron los legendarios Suffocation, quienes, con su formación actual, están pasando por un momento excelente. Vienen sacando discos a la altura del estatus del grupo y dando unos conciertos brutales. Cuando la clásica “Catatonia” se apoderó de los parlantes, el lugar se transformó en un caos: grandes circle pits, gente eufórica moviendo sus cabezas y alguna que otra cerveza volando por el aire. El sonido fue excelente: se distinguía a la perfección cada instrumento. Se hacía base en la potente batería, que sonó superclara y nítida. Por encima de ella, el crujiente bajo se mezclaba con las poderosas guitarras, que estaban niveladas perfectamente. La voz se encontraba un punto más baja de lo preferido, pero se llegó a escuchar.

¿Qué se puede decir sobre la ejecución? Perfecta. Técnica, precisa y poderosa. Desde los fills inhumanos de la batería hasta los solos ultratécnicos y las bases de bajo. Todo en su lugar y sin ningún tipo de desajuste. Los momentos más altos del show fueron “Funeral Inception”, que contó con el vocalista de Melancolia como invitado, y el gran final con “Infecting the Crypts”, a puro mosh y cabeceo. Una presentación corta pero efectiva, que supo dejar la vara muy alta y difícil de superar.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR:Suffocation en Copenhague: “Sangre, Sudor y Mosh”

A las 21:30 puntuales, las luces se apagaron y una extensa introducción musicalizó el ingreso de los músicos a escena. El último en entrar fue el vocalista —y dueño de la banda— Dani Filth, quien se encontraba encapuchado y no se veía su cara. Al arrancar “To Live Deliciously”, mostró su rostro y el resto de los músicos comenzó a recorrer el escenario. La cuestión sonora no empezó bien. Se escuchaban la batería, los teclados y los coros muy bien. La voz principal también fue muy nítida. Pero las guitarras y el bajo no se escuchaban para nada, hasta daban la sensación de ser un murmullo de fondo. Esto, con el correr de las canciones, se acomodó, aunque no llegó a un nivel de perfección. El bajo se escuchó mejor, y subieron el volumen de las guitarras, pero de forma dispareja: una estaba muy fuerte y la otra apenas se oía. Esto jugó en contra para una banda que se jacta de tener un dúo de guitarras gemelas tan fuerte; este error es inadmisible.

Dejando de lado la cuestión sonora, la performance fue muy entretenida. Todos los músicos iban recorriendo el escenario y jugando con el público: moviendo sus cabezas, acercándose a la gente y pidiendo arengue. El centro de las miradas, obviamente, fue Dani, quien se encuentra en buen estado vocal. A su vez, él sabe que es el protagonista y no desperdicia ninguna chance para lucirse. La lista hizo foco en su reciente The Screaming of the Valkyries, lanzado este año, con canciones como “Malignant Perfection” o la extensa “White Hellebour”. Pero obviamente los puntos más altos del show fueron los viejos clásicos, como la bella “Bathory Aria” o la vampírica y gótica “Funeral in Carpathia”.

El final fue compuesto por dos canciones de Midian, el álbum que en el 2000 los llevó a la fama mundial. Las canciones elegidas fueron “Death Magick for Adepts” y el hit del grupo “Her Ghost in the Fog”. Dichas canciones contaron con un vocalista invitado para las partes graves. Tras un afectuoso y extenso saludo, la banda se retiró aplaudida.

En una noche donde los británicos tenían todo por ganar, terminaron empatando con sus invitados. Y acá es donde sale la pregunta: ¿por qué elegir una banda con una propuesta más pesada y energética como apertura? Esto es una mala decisión de los managers, ya que obviamente una banda más pesada y más enérgica va a opacar a otra que es menos extrema, más aún si cuentan con un sonido ampliamente superior. Creo que Cradle of Filth debe buscar otro representante que entienda y respete el nicho de la banda, y no busque hacerlos competir en ligas que no les corresponden.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , ,

Turnstile en Madrid: “Mosheando hacia la gloria”
thumb image

Crónica: Oscar Gil Escobar

La primera banda nominada a cinco premios Grammy en distintas categorías el mismo año (rock, metal y alternativo) está en la cresta de la ola y esta noche llenando el imponente Palacio de Vistalegre de Madrid. Hablamos de Turnstile, combo de hardcore punk desde Maryland, viven su momento más viral estando en boca de todos por su último trabajo, pero también por sus abrumadores directos con la pista convertida en un auténtico campo de batalla.

Para la ocasión, los norteamericanos contaron como bandas invitadas con The Garden y High Vis. La apertura de puertas se produjo a eso de las siete y media con mucha tranquilidad, sin grandes carreras ni problemas en los accesos, algo curioso al tratarse de prácticamente un ‘sold out’ en un pabellón de estas características.

Llegan las ocho y media y aparecen en escena High Vis, grupo británico que lleva por bandera el post-punk e incluso el indie rock, pero con raíces de bandas hardcore y punk. “Drop Me Out” y “Walking Wires” con esas interesantes melodías dan paso a las hostilidades con un sonido un tanto enlatado, menudo corte más contagioso. La parte media del show incluyó “Out Cold” o la pegadiza “0151”, una pena tener un ambiente aún no tan potente para disfrutar de los ingleses.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: The Troops of doom en Madrid: “Cuando la pasión supera al aforo”

Nos acercábamos al final con la agresiva y cruda “Mind’s a Lie” para cerrar definitivamente con “Trauma Bonds”, más melódica y perfecta para describir el sonido actual de la banda. Correcta presentación de unos High Vis que hicieron los honores a la perfección.

Tras esta gran presentación y el correspondiente cambio de set, cerca de las nueve y media ya, un horario habitualmente destinado al artista principal, era el turno de The Garden. Los gemelos Wyatt y Fletcher Shears tuvieron su mayor resonancia a mediados de la década pasada con un rock innovador que dio bastante que hablar en la escena, y hoy regresan a Madrid con su puesta en escena cuanto menos curiosa.

Un dúo muy peculiar en todos los sentidos que comenzaba su show a ritmo del homónimo de su disco de 2022 “Horseshit On Route 66” y de “Filthy Rabbit Hole”. “What Else Could I Be but a Jester” es un ejemplo perfecto de lo que significa la música de estos gemelos, un sonido rock punk con muchos elementos distintos que muchas veces no sabes por dónde coger. Curioso también es el título “Puerta de Limosina” con gran protagonismo para tanto bajo como batería dando pie a una de las piezas más vertiginosas y agresivas de la formación. El cierre lo pone “Thy Mission” y los vientos haciendo acto de presencia en su canción más reseñable hasta la fecha. Así finalizó una puesta en escena que no dejó indiferente a ninguno de los presentes.

Diez y media de la noche y aún quedaba mucha tela que cortar. Ese fondo multicolor que ya caracteriza a Turnstile aparecía al son de “Never Enough” y ese repetitivo grito que coreaba junto a su vocalista todo Madrid, impresionante forma de ponerse las botas y comenzar con la brutalidad ahora sí con “T.L.C.” y un mosh pit de lo más agresivo se hacía notar mientras el sonido no terminaba de adaptarse aún. “Endless” continúa con la dinámica de la anterior, mientras la preciosa “I Care” se abre paso de nuevo con un público muy participativo. 

Momento para volver a vibrar con un trallazo impresionante como “Dull”, agresivo y sin concesiones. Los bailes en los mosh pits y la sangría no se detendría con la acertadísima “Don’t Play” o “Real Thing”. Por lo general cortes de escasa duración y potencia como “Drop” que no dan respiro a pesar de algunos pequeños parones entre temas, dando paso ahora a “Light Design”, vuelta a su último LP. “Come Back For More”, “Sunshower” y “7” muestran un sonido mucho más asentado que al inicio del show, pudiéndose disfrutar un gran sonido desde cualquier recodo de Vistalegre. Los de Maryland estaban pletóricos, solo necesitan cuatro luces y un telón para poner a arder a la capital como mandaban “Keep It Moving” o “Pushing Me Away”. 

Sin quererlo ni beberlo estábamos atravesando ya la parte media del show con “Fly Again” o la excelente “Sole”, cómo gana enteros en directo esta pieza siendo una auténtica máquina rítmica que puso a saltar y corear a todo el recinto, una de esas para el recuerdo de su aclamado y último “Never Enough”. También de este último trabajo llegaba ahora “Seein’ Stars”, bajando una bola de discoteca desde lo alto del recinto y reflejando los focos la misma creando una bellísima iluminación, otro de los momentos álgidos de la velada sin lugar a dudas.

Nos acercamos al final con la poderosa “Holiday” volviendo a la masacre en la pista, enlazando después con “Alien Love Call”. El cierre lo ponía “Look Out for Me”, dando paso a la despedida de la banda con una música de fondo que podría dar a pensar que estábamos ante el final, ¡pero no! El quinteto regresa con dos maravillas como “Mystery” o la poderosa “Blackout” que arma uno de los agujeros más grandes en la pista sin lugar a dudas. La locura absoluta se formaba con ese inicio de batería que da paso a la inconfundible “Birds”, en la que la pista se vuelve a convertir en un campo de batalla con varios crowdsurfers que llegan a lo alto del escenario junto a la banda en un final épico, aunque es cierto que no hubo grandes saltos desde el escenario al público por parte de los que iban subiendo. Aún así la seguridad tuvo que emplearse a fondo para  llevar a cabo un trabajo esta noche especialmente encomiable.

Así finalizaba el paso de los virales Turnstile, quienes han hecho de su hardcore punk mezclado con otros elementos un sonido más accesible llegando al mainstream más absoluto. Una pista abarrotada y una grada en la que prácticamente había que escalar para alcanzar tu asiento disfrutaron del paso de una banda que está en su momento dulce y se nota, actitud arrolladora, potencia y entrega, la clave de su éxito. ¡Esperamos desde ya su próxima visita con especial interés!

Fotografías: Sergio Albert

 

 

Etiquetas: , , , , , ,
Boris en Buenos Aires: “Hermoso Ruido Rosa”
thumb image

Boris no es una banda que tuviera en mi lista de “alguna vez la veré en vivo”. No porque no tuviera todas las ganas del mundo desde que los descubriera en algún blog perdido sobre música rara hace como 15 años, sino porque no creía que fuera posible: pensaba que la propuesta de la banda podría atraer hordas de nerds de la música a lo largo y ancho de la Internet, pero no era de la clase que pudiera justificar arriesgarse a organizar una presentación de estos japoneses en Argentina. Pero por suerte tenemos a la siempre confiable gente de Rueda de la Fortuna Producciones para marcarme lo equivocado que estoy, porque en el marco de la primera gira sudamericana del trío se pusieron al hombro la tarea de producir el primer desembarco de los tokiotas en Argentina, que no solo incluiría el recital típico en Buenos Aire sino un paso inesperado, al menos para mí, de la banda por Córdoba: sonaré como el porteño más porteño del mundo pero no me podía imaginar que hubiera tantos fans de Boris por ahí. La expectativa estaba el aire, encima teniendo al grupo celebrando los 20 años de su clásico Pink, por lejos de los discos más rockeros de su discografía,.

Así que el viernes 28 de noviembre, después de todo un día de calor bastante intenso que va adelantando lo que será el típico diciembre en Buenos Aires, me calcé una remera de Kamikaze de Spinetta (como para ir con la estética del disco que se recordaba) y me dirigí al Teatrito de Sarmiento 1752. Después del cacheo de rutina, estando adentro me di cuenta de que aparte de mí debía haber una o dos personas que habían decidido ir con remera rosa, haciéndome sentir como Homero en el capítulo donde va a la planta nuclear con una camisa rosa y termina en un hospital psiquiátrico. Pero lo que más me llamó la atención era la cantidad de gente, que sin llegar a un lleno completo (al menos a primera vista) era mucho mayor de la que esperaba para un recital así. Muchas remeras de Electric Wizard pero también de My Bloody Valentine, de Sonic Youth pero también una sorpresiva de Prurient e incluso de Corrupted: mucha variedad de público, pero todos unidos por la idea de disfrutar el ruido y la distorsión.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Cinco álbumes para entender a Boris antes de su visita a Argentina

La jornada era oficialmente un festival, la primera edición del llamado Buenos Aires Noise, pero no creo que sea desubicado decir que era una fecha de Boris con un par de teloneros de lujo. Para el momento en el que llegué me había perdido la presentación de los primeros teloneros Dronego, grupo que caracteriza su propuesta como “funeraldronegaze a dos bajos”, y por lo que escuché de ellos es una descripción muy acertada. Aunque no pude verlos, quiero destacar la gracia que me causó el merch de la banda, con el nombre de la banda estilizado en la forma del logo de Judas Priest.

Tras un rato de espera comenzó el set de Ararat, los últimos teloneros del concierto. El proyecto encabezado por Sergio Chotsourian, el otrora cantante y guitarrista de (Los) Natas que en su nueva aventura cambiara las seis cuerdas por las cuatro, hizo lo suyo en formato de dúo de bajo y batería a lo OM, flanqueados por columnas de amplificadores Orange. La propuesta de Ararat es ciertamente interesante, con su sonido lento, grave y distorsionado, pero puede que fuera por el contexto de ser teloneros o por un tema del sonido del mismo Teatrito que a lo de Ararat le faltara algún condimento más, en especial en el tema de aumentar la distorsión o el volumen del bajo, que muchas veces quedaba tapado por la batería. Las pocas veces que Chotsourian se acercó al micrófono el sonido estaba lejos de ser el mejor, algo que era más que obvio cuando dirigió unas palabras al público y apenas se escuchaba lo que decía. Una pena, pero son las cosas de tirar la moneda al aire en el mundo de los teloneros.

El siguiente rato fue la típica rutina de tener el lugar cada vez llenándose más, y de la gente emocionándose cada vez que venía algún ruido por detrás del telón, por más mínimo que fuera. Me había encontrado con un amigo ahí y llegó un punto donde este me comentó que “tenían que dejar de baitear al público”. Si les suena como una declaración extraña, tendrían que haber estado ahí porque tenía todo el sentido del mundo. Por suerte, a las 21:30 en punto las cosas se pusieron serias, con las luces apagándose y el telón abriéndose para revelar nuevamente todo el set de la banda, con los parlantes y la batería puesta en el medio, con la inclusión de un gong detrás como su característica más llamativa.

Poco a poco tuvimos la salida de los miembros del trío, con el baterista Atsuo destacando por la actitud más rockstar de los tres. La guitarrista Wata y el bajista/guitarrista Takeshi (con su instrumento característico de doble mástil con bajo arriba y guitarra abajo) se pusieron en posición y dieron comienzo a la lentísima “Blackout”, que en el álbum original cierra el primer lado del vinilo, y que sirvió para ir metiendo a muchos en trance y que se fueran preparando, algo que se confirmó con las numerosas nubes de humo que pudimos ver salir de entre varios puntos del públicos. Obviamente había llevado los protectores para los oídos, pero el sonido no era tan atronador como cabría esperarse de una banda como Boris, tan adicta a la distorsión y al ruido: estaba alto, pero no era insoportable. Y después de esa marcha funeraria a todo volumen, pudimos ver a Atsuo sacándose la campera con la que había entrado y escuchar a Wata tocando el riff inicial de “Pink”, y ahí sí las cosas se prendieron fuego entre el público, con muchos tratando de vocalizar el inicio de “Kizuiteru demo ore wa eranda” cantado por Takeshi y otros cabeceando al escuchar ese riff monstruoso.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: MONO en Buenos Aires: “Como luchar contra las olas”

La adrenalina continuó canalizándose con la siguiente “Woman On The Screen”, otra canción de puro rock stoner punk psicodélico distorsionado marca registrada de Boris, que tuvo más pogo y gente dejándose la garganta en cada grito. Inmediatamente después tuvimos “Nothing Special”, de las más punks del disco original y cuya energía sucia y distorsionada se traslada perfectamente al contexto en vivo. Y después de esa seguidilla de Pink tuvimos “Ibitsu”, canción de Akuma No Uta que encaja perfectamente con su mezcla de heavy, punk y psicodelia llena de energía y velocidad, la cual siguieron con “Electric”, que sería la última de esta primera etapa veloz y rockera del concierto.

Boris dirigieron algunas palabras al público en una mezcla de inglés y español, y procedieron a anunciar la siguiente canción. Muchos esperaban que sonara “A Bao a Qu”, algo que tendría sentido no sólo por ser la que venían tocando en los últimos recitales sino también porque toma su nombre de una criatura mencionada en un relato de Borges, pero Boris se sacaran una sorpresa de la manga y anunciaron un track llamado “Arco Iris” (o “Arco-íris”, como sería su nombre original en portugués): era claramente “Rainbow”, la canción del álbum del mismo nombre que editaran junto al guitarrista Michio Kurihara. Puede ser un tanto “tranquila” y demasiado “ambient” para algunos, comparado con el crescendo postrockero de “A Bao A Qu”, pero el hecho de que estuvieran años sin que la tocaran en vivo y eligieron este concierto en Buenos Aires para traerla de vuelta es algo mágico.

Hablando de crescendos y ruido, la siguiente “The Evilone Which Sobs” de Dronevil aportó la cuota dejada de distorsión dejada de lado por ese cambio, con el feedback y la atmósfera profundamente oscura y casi apocalíptica que crea este tipo de música. Boris es la clase de banda que puede pasar de rockearla a puros riffs y después llevar los riffs sabbatheros a nuevos extremos de lentitud y densidad, con muchos en el público eligiendo cerrar los ojos y dejarse llevar por las olas de ruido generadas por estos tres músicos. Claro que algunos esperaban algo más “dinámico”, y para eso tuvimos a Atsuo usando el gong de su batería para dar inicio a “Akuma No Uta”, canción que combina lo mejor de ambos mundos con su primera mitad a pura lentitud doom y la segunda a puro riff stoner pasado por el filtro punk característico de Boris.

Para el final de la sección principal tuvimos nada menos que “Just Abandoned Myself”, canción final de Pink considerada por muchos como el punto más alto de todo el álbum con su extrema duración combinada con más riffs de punk psicodélico, siendo la última canción “rápida” de la noche. Y después siguió “Farewell”, canción que originalmente es la primera de Pink pero cuya atmósfera doom bien podría dar para ver los créditos de alguna película de final ambiguo pero impactante. Tras ello, Boris dieron un saludo y se retiraron… pero siguiendo con la analogía cinematográfica, faltaba la escena post créditos.

Así que tras una vuelta rápida al escenario, Boris dio comienzo a los bises a puro drone. Pero se sacaron otra sorpresa de la galera, y en vez de interpretar un par de secciones del monumental Flood decidieron hacer otro cambio e ir por Feedbacker, otro de sus discos drone / ambient más recordados. Más olas de ruido y distorsión poniendo a la gente en trance… o dándoles una oportunidad para revisar el celular, lo que ocurriera primero. No todos los fans de Boris son fans de su material más ambient y experimental, pero la gente que sí está metida lo hace al 100%, y se notaba entre la gente esa dedicación. Es así que los bises se extendieron por poco más de media hora, cerrando la noche en una marea de feedback y distorsión, seguidos por aplausos y las muestras de cariño de la gente. Ahora sí, todo se había terminado.

Boris se manejan con un balance delicado entre su material 100% rockero, su costado doom de velocidad ultra rebajada y sus experimentos, y creo que logran hacerlo de manera bastante inteligente. Tal vez yo hubiera dejado una última canción rockera justo para el final, pero tal vez hubiera conflictuado con la estética de los bises. Más allá de eso, es indudable que lo de Boris fue un viaje a través de todas las atmósferas que su música puede crear: sin romper los tímpanos, logran sumergir a la gente en un ambiente donde todo está compuesto de ruido y uno se deja llevar sin problemas. Es mágico de cierta manera, y personalmente una gran experiencia, que esperemos que no se tomen mucho tiempo en repetir por estos lares.

Etiquetas: , , , , , , ,
Hanabie en Barcelona: “Kawaii, Purpurina y Metal”
thumb image

El 29 de noviembre la Sala 2 de Apolo se convirtió en el epicentro de una de esas noches que recuerdan por qué Barcelona es terreno fértil para el metal más transgresor. La cita la protagonizabanlas japonesas Hanabie, que aterrizaban por fin en la ciudad dentro de su primera gira española, generando un entusiasmo que se hizo evidente desde mucho antes de abrir puertas. Los encargados de romper el hielo fueron los franceses Sun Brutal Pop, cuya propuesta, tan vistosa como irregular, terminó de encajar con el ambiente expectante que ya calentaba la sala.

El trio galo se movió entre ritmos bailables, guitarras modernas y un juego vocal que alternaba melodía con guturales, pero la ejecución, pese a su energía, no acabó de encontrar un punto de cohesión que atrapara 100% al público. Canciones como “I Killed My Man” o “Krystal Metal” ofrecieron momentos disfrutes, mientras que la peculiar mezcla entre “Survivor” y “Milkshake” se ganó algunas sonrisas incrédulas. Aun así, la impresión general fue la de un grupo con ideas, pero sin un discurso escénico capaz de dejar una verdadera huella esta vez.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Evanescence volverá a España muy bien acompañados en 2026

Todo cambió cuando Hanabie hicieron acto de presencia. Con Reborn Superstar! todavía resonando como carta de presentación internacional, el cuarteto japonés demostró desde los primeros segundos que su directo cobra una dimensión completamente distinta dentro de una sala. Ya las había visto en festivales y siempre me parecieron divertidas, pero aquí la cosa fue otra liga: más contundentes, más nítidas y muchísimo más intensas. Es habitual que se las compare con Babymetal, pero después de verlas en un entorno cerrado, esa comparación resulta hasta impertinente. Lo suyo bebe de fuentes más agresivas, cercanas al metalcore, al hardcore híbrido y a la electrónica frenética, sin necesidad de apoyarse en el espectáculo idol.

“O•TA•KU Lovely Densetsu” marcó un inicio explosivo, y desde ahí no hubo un solo minuto de respiro. Yukina comandó la noche con una versatilidad vocal apabullante, combinando dulzura y ferocidad con una naturalidad que en directo resulta aún más impresionante. El público respondió con pogos desbordados en “Warning!!”, “Bucchigiri Tokyo” y esa bomba de azúcar radioactiva que es “Spicy Queen”. “Meta-moru-phose!” desencadenó uno de los momentos más celebrados de la noche, cuando la sala entera se movía entre baile, caos y gritos mientras las luces acompañaban aquella estética kawaii teñida de rabia.

Para el final reservaron un sprint demoledor con “Osaki ni Shitsurei Shimasu.” y “Today’s Good Day & So Epic”, antes de rematar la noche con una dupla de bis que equilibró violencia y emoción: “L.C.G” y “Sentimental☆Heroine”. El concierto se hizo cortísimo, pero quizá ahí reside parte de su fuerza: concentrar en poco tiempo una descarga tan intensa que sales sudado, eufórico y con la certeza de haber presenciado algo único. Barcelona no solo se rindió a Hanabie; se enamoró del torbellino rosa y brutal que son capaces de desatar cuando las paredes de una sala les permiten desplegar todo su potencial.

Etiquetas: , , , ,
Nailed to Obscurity en Copenhague: “Oscuridad en ascenso”
thumb image

Las noches frías de Copenhague suelen ser una invitación perfecta para buscar refugio en la intensidad del metal en vivo. Y eso fue exactamente lo que ocurrió en Spillderest Stengade, donde tres propuestas muy distintas se reunieron para dar forma a una velada sólida, dinámica y cargada de personalidad. Desde la energía melódica de Oak, Ash & Thorn, pasando por el ritualismo visceral de Yoth Iria, hasta el debut de Nailed to Obscurity como headliners, la jornada construyó una narrativa ascendente que mantuvo al público atento en todo momento.

Los encargados de abrir el tour fueron los estadounidenses Oak, Ash & Thorn. Su propuesta resultó curiosa, ya que, sin inventar nada, encontraron una identidad propia. Su death metal melódico llevaba el sello distintivo de guitarras más típicas del heavy metal tradicional: riffs épicos, melodías armonizadas y juegos de guitarras gemelas que por momentos evocaban a Judas Priest. Todo esto convivía con bases extremas y muy marcadas, con blast beats enérgicos y ritmos de uno a uno que aportaban contundencia.
La guitarra rítmica brilló particularmente por su capacidad de cambiar de rol: acompañaba las secciones más agresivas y luego se sumaba al juego melódico con total naturalidad. El vocalista alternó entre guturales clásicos del death melódico y voces a medio tono propias de bandas de metal tradicional. Aunque hubo pequeñas imperfecciones —algo habitual cuando se manejan dos técnicas vocales tan distintas— su desempeño general fue muy bueno.
Pese a comenzar con poca audiencia, que fue llegando durante su set, la banda no se contuvo y entregó una presentación sólida que logró captar la atención incluso de quienes no los conocían. Un inicio de jornada más que positivo.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Dødsgangen Festival 2025 – Dia I: “Rituales en la prisión”

El turno siguiente fue para los invitados especiales de la noche: los griegos Yoth Iria. Formados en 2019 por el histórico Jim Mutilator, bajista de los primeros tres álbumes de Rotting Christ, el grupo continúa la línea clásica del black metal melódico de los 90, con un enfoque fuerte en generar ambiente y ritualismo.
Sin previo aviso, el vocalista —rostro cubierto con corpse paint— irrumpió entre el público gritando sin micrófono, sosteniendo un péndulo y revolcándose en el piso. Su entrada capturó todas las miradas antes de que el resto de la banda subiera al escenario para abrir con “Blazing Inferno”, tema que da nombre a su último LP.
Desde el primer minuto quedó claro que la actuación sería tan teatral como intensa. Los músicos se movían constantemente, incluso chocándose entre sí, reflejando una energía desbordante. Aunque Jim es la figura histórica de la banda, quien se llevó todas las miradas fue el vocalista He: carismático, impredecible y dueño de la noche. Bajó varias veces del escenario para cantar entre la gente, abrazar asistentes, tirarse al piso e incluso hacer que algunos espectadores cantaran por su micrófono.
El único detalle negativo fue el sonido: las guitarras comenzaron saliendo únicamente por el parlante izquierdo, lo que hacía difícil distinguir ciertos arreglos. Aun así, las melodías principales y los solos se escucharon correctamente. Uno de los guitarristas incluso se mostró molesto con el retorno, lo bajó del escenario y terminó desconectándolo. Ya resuelto el inconveniente, llegaron al momento más celebrado de su set: una ejecución fiel y poderosa del clásico de Rotting Christ, “Non Servium”, que desató la euforia del público. Tras una última canción, la banda se retiró del escenario del mismo modo en que entró: caminando entre los presentes. Una gran presentación, que solo quedó a un paso de la perfección por los detalles sonoros.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR:Catedrales del Dolor: Un Viaje por el Doom Gótico

Finalmente llegó el turno de los headliners, Nailed to Obscurity. Este concierto marcó su primer tour como acto principal, y ese detalle se notó en algunos aspectos, especialmente en la comunicación con la audiencia y en la construcción de momentos memorables durante el set. Hubo puntos donde un poco más de carisma o énfasis podría haber elevado el show a otro nivel.
Dicho esto, el concierto fue muy bueno. Con una puesta en escena compuesta por tubos de luz verticales que daban profundidad y atmósfera, lograron diferenciarse claramente de las bandas anteriores. El sonido fue el mejor de la noche: definido, equilibrado y prolijo. La voz estuvo apenas más baja de lo ideal, pero seguía siendo perfectamente audible. Parte de esta mejora se debió a que viajaban con su propio sonidista, algo que marcó una clara diferencia.
La ejecución musical fue impecable. Las canciones, extensas y con múltiples cambios de climas, fluyeron con naturalidad. Las transiciones entre pasajes melódicos y momentos más pesados lograron que el concierto nunca se volviera monótono. El setlist recorrió toda su discografía, con un enfoque especial en su último trabajo, Generation of the Void.
Tras una hora y media sólida y bien construida, los alemanes se despidieron dejando a la audiencia satisfecha y con la sensación de haber presenciado un show que marca un paso importante en la evolución de la banda como headliners.

En definitiva, la noche en Spillderest Stengade ofreció un recorrido variado y estimulante por diferentes vertientes del metal extremo. Oak, Ash & Thorn aportaron frescura y melodía, Yoth Iria sumergió al público en un ritual caótico y teatral, y Nailed to Obscurity confirmó que están listos para llevar su propuesta al siguiente nivel. Un concierto que demostró, una vez más, que la escena sigue viva, inquieta y en constante crecimiento.

Etiquetas: , , , , , , , , , ,
Cruces Negras en Buenos Aires: “Mucho más que un homenaje”
thumb image

Crónica Rosario Árbol – Fotos Maru Debiassi

Con el calor sin darnos tregua, Club V nos citaba a homenajear al más grande. Un poco antes de las 20.30 ya nos estaban advirtiendo desde la puerta que apuremos las bebidas que nos mantenían frescos porque el show comenzaba puntual, y así fue.

 A las 21 horas en punto, Cruces Negras ya estaba en el escenario preparándose para una velada de dos horas a puro Black Sabbath para conmemorar los primeros cuatro meses sin el “Madman”. La noche empezó con “After Forever”, un poco atípico me pareció para un homenaje, pero después entendí que serían dos horas paseando por la discografía del Sabbath con Ozzy. Sin parecerse a una lista de Spotify, el setlist siguió con “Hole in the Sky” y “Symptom of the Universe”, para desembocar en un coreable “N.I.B”.

La destreza vocal de Renzo Favaro fue admirable, recordándonos que estábamos escuchando artistas homenajeando y no simplemente una copia.

El primer giro de tuerca del show se dio cuando Renzo da lugar en las voces al bajista Julián Rodríguez, para recordar sus tiempos como vocalista de la agrupación. Dos interpretaciones más que buenas de “Into The Void” y “Sweet Leaf” por partes de Julian, quien con humildad devuelve el micrófono a Renzo diciendo “Por eso nos conseguimos un cantante“.

La primera invitada de la noche fue Amy Alejandra Rama, cantante de Tormenta Arrolladora; una elección apropiada para interpretar el exigente Sabbath Bloody Sabbath. De esta manera, culminaba una primera parte del show, con el broche acorde, una gran interpretación de Black Sabbath.

Durante diez minutos de descanso, el ambiente de Club V se volvía más amigable. La familia y amigos de los músicos rondaban, y se podía ver a varios asistentes contentos con lo que acababan de escuchar. Como siempre, en estos casos, abundamos los +30. En la intimidad de Club V éramos más las canas que la carne joven, pero eso hizo que sea un show cálido incluso para los que estábamos de espectadores. La mayoría volvíamos del trabajo, y disfrutamos de un buen espectáculo con una cerveza bien fría, junto a los amigos.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Especial: 40 años de “Born Again”, de Black Sabbath

La segunda parte llegó también puntual, y esto siempre es algo que debemos festejar. Las grabaciones de lluvia y sirenas me transportaron automáticamente a ese 5 de Julio cuando veía a “los padres del Metal” interpretar por última vez “War Pigs”, y recordé aquel momento donde aún no sabíamos que sería la última vez que veríamos al “Príncipe de las Tinieblas”, para siempre. No tengo ninguna certeza de que todos hayamos sentido lo mismo, pero creo que sí, porque esa noche en Club V no hubo persona que no cantara a la par de los muchachos de Cruces Negras.

La lista siguió su recorrido entre mega clásicos y clásicos (porque… ¿podemos decir que no hay clásicos de Black Sabbath?). Los invitaron siguieron subiendo, el Tano Fabiano tomó el lugar de Prati Suarez para interpretar “A National Acrobat”, “Snowblind” – que contó nuevamente con la voz de Amy – y Cornucopia. Y una vez más, Renzo entregó su micrófono a Julián para que interpretara Electric Funeral y, lo que a mi respeta, una gran interpretación de “Fairies Wear Boots”, con solo de batería incluido.

Íbamos culminando la noche, y un nuevo invitado subía al escenario, Valentín de Orquesta de Diablos agarraba el micrófono para cantar junto a Renzo “Children of the Grave”. Irremediablemente, el fin llegó con las interpretaciones de “Iron Man” y “Paranoid”, pero nos dejaron con ganas de más.

El reloj ya marcaba las once de la noche, el show debía terminar, y el público empezó a pedir más acompañado de aplausos. Unos minutos bastaron para convencer a quienes había que convencer y tras una pequeña explicación “bueno, es de otra era, pero…” arrancaron los primeros acordes del clásico de la era Dio, “Heaven and Hell”.

El público parecía haber estado esperando este momento porque la euforia inundó la intimidad del lugar con coreos y agite. Las diferencias fanáticas Ozzy-Dio no existieron en esos minutos en los que se festejaba la plenitud de la obra de la banda más importante de esta música que tanto amamos.

Así culminó mi primera vez viendo a Cruces Negras, de una manera más que satisfactoria. Recordando en cada momento a Ozzy, y cómo su música nos cambió la cabeza a todos. Me volví a casa, y mientras caminaba, no dejaba de pensar qué afortunados fuimos en vivir en el mismo tiempo que esta leyenda.

Etiquetas: , , , , , ,
Candlemass en Roskilde: “Cuarenta años de oscuridad y vigencia”
thumb image

Hay géneros que no alcanzan la masividad, pero sí una buena cantidad de fans como para que la escena pueda subsistir. En el caso del Doom Metal, es un género con muchas vertientes y una gran cantidad de adeptos en general. Este tipo de estilos suelen ser llamados “de culto”, ya que únicamente llegan a oídos de gente con el gusto adecuado para disfrutarlos. Una de las bandas más importantes de este género es Candlemass, quienes agregaron al estilo un tono teatral, sumado a letras épicas sobre magia negra, hechiceros y demonios. Esto gracias a álbumes clásicos como Nightfall y Epicus Doomicus Metallicus.

En esta oportunidad pudimos verlos en vivo, en el marco de su gira de 40 aniversario. El concierto se llevó a cabo en Gimle, hermosa sala con capacidad para 500 asistentes situada en la antigua capital danesa, Roskilde. A 30 kilómetros de Copenhague, la pequeña ciudad alberga iglesias con tesoros de los antiguos reyes vikingos y también un museo de barcos vikingos encontrados en sus costas.

El concierto comenzó demorado, pero eso no evitó que el entusiasmo por el acto soporte disminuyera. Estos fueron los daneses de Blazing Eternity, quienes en su carrera recorrieron estilos como el death/doom y el gothic rock. El sonido fue sólido y contundente, con la batería y el bajo marcando un ritmo firme y poderoso, con notas bien graves, como el género lo necesita. Las guitarras y el teclado aportaron la belleza característica del estilo, con melodías melancólicas y tristes, de esas conmovedoras que llegan al corazón. La voz era un gutural grave y sencillo, bien al estilo del primer My Dying Bride y del primer Paradise Lost, claras influencias del conjunto.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Catedrales del Dolor: Un Viaje por el Doom Gótico

Tras una presentación de unos 45 minutos, los locales se retiraron aplaudidos tanto por los fans que tenían entre el público como por los que ganaron tras una excelente actuación.

Llegó la hora del plato principal, por lo que la introducción de la marcha fúnebre musicalizó la entrada del grupo. Esta dio paso a su clásica “Bewitched”, puntapié inicial para un show que ya prometía. Desde el comienzo se apreciaba que el sonido era perfecto. Con la batería en el centro, se pudo escuchar con claridad cada golpe y arreglo. También, bien al frente, el bajo, corazón de Candlemass. Las canciones se fueron articulando según los riffs y las melodías del gran Leif Edling, principal compositor. El bajo sonó crujiente y poderoso.

Las guitarras se encontraban por encima en la mezcla, bien diferenciadas ambas. La guitarra rítmica acompañaba al bajo, mientras que la principal iba coloreando las canciones. El guitarrista principal, Lars Johansson, brilló en sus solos: cada uno era preciso, sin ninguna nota de más y con la duración justa. El vocalista Johan Längquist gozó de un buen sonido. Su performance fue muy buena y carismática, aunque se notaron algunos signos de cansancio y/o de la edad.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR:Fields of the Nephilim en Glasgow: Bajo el Manto de Humo y Ceniza

El público, que agotó el recinto, festejó todas las canciones con gran entusiasmo: cantando las melodías de guitarra, haciendo palmas y levantando los puños en alto al lento ritmo de la batería. La lista de canciones estuvo compuesta por clásicos de su etapa ochentera, con la excepción de “Sweet Evil Sun”, la única de su época más actual. Si bien es cierto que los clásicos del grupo provienen de sus primeros álbumes, hubiera estado bueno que rescataran más canciones de su extensa carrera.

Luego de momentos altísimos como “Crystal Ball”, donde Leif hizo un solo de bajo muy potente, o “A Sorcerer’s Pledge”, donde el público cantó junto a la banda la melodía vocal final, los suecos dejaron el escenario. Por suerte hubo tiempo para tres canciones más, coronando el show con su tema más famoso: la oscura, triste y épica “Solitude”, cantada por toda la audiencia al unísono con la banda.

Al terminar este himno, Candlemass saludó muy afectuosamente a sus fans y se retiró tras haber dado un espectáculo genial. Este concierto demostró que lo mejor, en cuanto a calidad, no es necesariamente lo que llega a las masas. Hay nichos underground donde existen propuestas longevas y de un nivel excelente. Por suerte esos espacios cuentan con la audiencia necesaria para subsistir.

Etiquetas: , , , , , , ,
The Troops of doom en Madrid: “Cuando la pasión supera al aforo”
thumb image

Madrid, 27 de noviembre de 2025. La música underground a menudo se libra en escenarios donde la pasión del artista y la entrega del técnico de sonido deben suplir las deficiencias logísticas. Esta fue la tónica de la noche en la Sala Revi Live, que acogió al death/thrash metal brasileño de The Troops of Doom con el telón de apertura de los portugueses Sacred Sin.

El concierto estaba programado originalmente en el espacio principal de la sala, pero la baja venta de entradas (estimada en unas 50) obligó a la promotora a reubicar el evento en el escenario pequeño. Este cambio, si bien garantizó cierta cercanía, subrayó un ambiente inicial “descafeinado” que flotó sobre la velada, ajeno a la calidad musical que se ofrecería.

Los lusos Sacred Sin fueron los encargados de calentar el frío ambiente. Con su death metal denso y oscuro, la banda exhibió una veteranía admirable. A pesar de la escasa luz del pequeño escenario, una limitación habitual en este formato de la Revi Live, aunque ligeramente mejorada respecto a anteriores citas, su propuesta sonora fue compacta.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Easy Rider en Madrid: “Un jinete desbocado”

El público, disperso pero atento, respondió con cortesía a la descarga, que fue notablemente bien mezclada. El trabajo del técnico de sonido resultó crucial, logrando una definición encomiable que evitó que la pesadez del death metal se convirtiera en una masa ininteligible, una proeza considerando la acústica limitada del espacio. Su esfuerzo sentó una base firme.

La banda intenttó animar cada vez que pudo al público que respondió con interés pero más por voluntad que por número. Cabezas agitadas, puños al aire, aplausos celebrando el cierre de cada tema. Al terminar, con foto de recuerdo, se vació casi por completo el escenario para montar el backline de los brasileños.

Después de dejar la batería montada y probarla, el cuarteto de The Troops of Doom, liderados por Jairo “Tormentor” Guedz (ex-Sepultura), tomaron el asalto. El cuarteto brasileño llegó a Madrid con la misión de rendir pleitesía a la vieja escuela del thrash/death metal y, a pesar de la escasa audiencia, demostraron un profesionalismo inquebrantable.

La banda arrojó un sonido musculoso y nostálgico, con riffs cortantes y la energía que les es característica. Su empeño fue palpable: trataron con todo su poderío de levantar al público, interactuando constantemente y ejecutando su setlist con la furia que merecía un aforo completo. Sin embargo, el espacio físico no vibraba al nivel de la música. La limitación lumínica seguía restando espectacularidad, dejando en penumbra muchos de los movimientos enérgicos de los músicos. Estoy convencido que los presentes lo disfrutaron y así se vio en sus ovaciones y gestos, coreando cada tema y aplaudiendo.

El talento de The Troops of Doom y Sacred Sin para ejecutar metal de alta fidelidad quedó fuera de toda duda. La profesionalidad de ambas bandas y el buen hacer técnico merecieron un marco más grandilocuente. Al final, lo que quedó fue una sensación agridulce: un gran concierto presenciado por muy pocos, reafirmando que, en ocasiones, la calidad del directo tiene que luchar contra la indiferencia del mercado.

Etiquetas: , , , ,
Morbidfest en Copenhague: “Leyendas que aún muerden”
thumb image

Estamos en un momento de la historia donde bandas icónicas y fundacionales están dando lo último que les queda. Pero, por suerte, en su mayoría lo hacen con gran dignidad. En este caso, Possessed Terrorizer, pioneros del death metal y el grindcore, unieron fuerzas para el Morbidfest Tour. Iban a estar acompañados por Massacre como invitados especiales, pero debieron bajarse de la gira y fueron reemplazados por Suicidal Angels. Como actos de apertura estuvieron Nightfall y Ater.

La banda en abrir la extensa jornada fue Ater, agrupación que practica un blackened death metal disonante. Lo central de su propuesta es crear atmósferas oscuras y tensas. Contaban con dos guitarras de ocho cuerdas que generaban sonidos graves y disonantes, combinándose entre sí y formando capas muy densas y pesadas. Detrás, un bajo acentuaba los momentos fuertes y sumaba agresividad al conjunto. El trabajo del baterista fue brutal: pasaba de blast beats a ritmos muy interesantes, pincelando cada arreglo de guitarras o bajo con algún golpe. El único punto en contra fue el poco carisma de los músicos, que simplemente estaban estáticos tocando. Pero, más allá de ese detalle, fue un show con una propuesta musical interesante y particular.

Los siguientes fueron Nightfall, grupo de death metal melódico bastante pesado. No sacrificaron brutalidad en pos de las melodías. Esta propuesta fue más entretenida de ver, especialmente por el carisma del vocalista, quien se encargó de arengar al público constantemente y de hacer gestos con un cuchillo de plástico con el que adornó su micrófono. Esto se notó en la respuesta del público, que acompañó las canciones moviendo los puños y armando tímidos pogos. El sonido fue excelente, al igual que en la banda anterior, por lo que el show se disfrutó al máximo.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Neckbreakker en Copenhague: “La juventud que devuelve la brutalidad al metal”

Llegó el turno de los invitados especiales de la noche, los thrashers griegos Suicidal Angels. Entre tanto death metal, uno podría pensar que una propuesta thrashera quedaría liviana, pero esto no pudo estar más lejos de la realidad. El show fue una catarata de violencia absoluta. Los guitarristas no pararon de escupir riffs desquiciados y enfermizos, intercalados con solos agresivos pero de muy buen gusto. Todo esto se sostenía sobre un bajo grave e intenso y una batería asesina. El uno y uno de batería fue una patada en la cabeza constante; te seguía castigando mientras pedías clemencia.

Los músicos dieron una performance impecable: sonaron prolijos, ajustados y no descuidaron la comunicación con el público. Se la pasaron corriendo por el escenario y pidiendo que la gente grite. Desafortunadamente, la mayoría del público era adulto y no hubo pogo, pero los gritos, las cabezas girando y los puños en alto no faltaron. Los momentos más altos del show fueron las rabiosas “Purified by Fire” y la final “Apokhatilosis”. Una presentación increíble, que dejó la energía por los aires.

La hora del primer headliner llegó, y el entusiasmo del público lo hizo notar. Si bien mencioné que hubo poco agite en la banda anterior, esto se revirtió en cuanto Terrorizer salió a escena. Con un pogo atroz y gente volando por los aires, los pioneros del grindcore interpretaron entero su clásico World Downfall, editado en 1988. El sonido, al igual que en las bandas anteriores, fue perfecto, permitiendo apreciar cada detalle de la ajustada presentación.

Obviamente, el centro de las miradas fue para las leyendas vivientes David Vincent —bajo— y Pete Sandoval tras los parches, aunque el vocalista Brian Werner también obtuvo atención gracias a su gran carisma y personalidad. Los momentos más destacados del set fueron los finales. Por ejemplo, en “Dead Shall Rise” subieron al escenario a un fan, quien no paró de hacer pogo para luego tirarse sobre la gente. El gran cierre con “Crematorium” y “Nightmare” dio broche de oro a una hora y veinte de violencia.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Crypta en Buenos Aires: “Jugando de local”

Tras una demora de 15 minutos, los legendarios Possessed subieron al escenario. Al comienzo, el sonido fue poco claro: las guitarras estaban bajas, la voz enterrada en la mezcla y el bajo muy fuerte. Pero esto se solucionó rápidamente, aunque la voz siguió un poco baja. También cabe la posibilidad de que Jeff haya cantado bajo, ya que por momentos se lo notaba sobreexigirse. Incluso recortó dos canciones de la lista. Es posible que tantos años de gira, más sus conocidos problemas de salud, ya lo estén afectando.

Quitando estos detalles, la presentación fue muy buena y entretenida. La banda sonó ajustada y las canciones se lucieron, sobre todo el set especial de Seven Churches, disco clásico y fundamental del género que fue interpretado en su totalidad. La dupla de guitarras se llevó muy bien, intercambiándose el liderazgo y pasándose los solos entre sí. Junto al gran desempeño del baterista, quien recorrió cada cuerpo de su enorme batería, fueron los pilares del show.

Entre canciones, el icónico vocalista aprovechó para bromear con el público y saludar a los alocados fans que estaban al frente. El final llegó de la mano de “Swing of the Axe”, festejada y pogueada como corresponde.

Pudimos disfrutar de una fecha donde el metal extremo de culto y clásico demostró que todavía sigue en forma. Más allá de que no haya música nueva, la nostalgia y la altura de las leyendas hacen que la llama esté más viva que nunca.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , ,
Heretic Steel Fest: Ambush brilló y el heavy metal fue el gran ganador
thumb image

Esta nueva crónica quiero arrancarla de otra manera. Esta vez invertiré las líneas de los saludos que habitualmente dejo para el final para, en esta ocasión, poner sobre la mesa y agradecer el profesionalismo, predisposición y tantos otros adjetivos que podría dar con quienes formaron parte de la organización del evento, pero no quiero quedar como chupamedias. La realidad es que cuando las cosas se hacen bien, hay que reconocerlas. Gracias familia Heresy, Argentina Thrash Metal, South Of Hell Productions. Gracias por la magia!


Debido a una cancelación de último momento por parte de Atrophy y Artillery, los encargados de la producción tuvieron que moverse de manera urgente para “salvar” el festival, y lo hicieron con creces porque el mismo fue un éxito.

Ahora bien, retomemos el cauce normal de los hechos. Ya consumada la baja de las bandas thrasheras, el resto del lineup se mantuvo firme y hasta con sorpresas, dado que Ambush extendió su set y no solo eso: hasta hubo un meet & greet con los fanáticos. La tarde/noche estaba cargada de thrash y heavy/speed metal con grandes exponentes locales e internacionales.

Llegaba la hora de la verdad. Al acercarme al Teatrito y luego de charlas amenas con los colegas, pasé el filtro de la acreditación y, una vez dentro, sobre las tablas estaban sonando los chicos de Mercurio, banda que sigue en su crecimiento exponencial y acumulando fans que cantan, bailan y saltan al ritmo de ese heavy metal “fiestero” con tintes glam, como si hubiesen nacido en los dorados 80s.

 

Con la gente ingresando constantemente, algunos iban directamente a la valla de contención para estar cerca de los músicos; otros hacían una parada técnica para pedir una birra o fernet, o simplemente se quedaban dando vueltas a la espera de los actos principales.

Otra de las grandes bandas argentinas que están haciendo ruido hace 10 años son los Frantic. Uff, estos pibes rompen con el esquema y patean culos. Cada presentación es mejor que la anterior y se los nota más afilados que nunca. Thrash a la velocidad de la luz, con apenas un momento en donde una de las violas tuvo un desperfecto, pero se arregló al instante. Tras ese incidente, todo fue “tupa tupa” como le gusta a la gente. Siempre es un placer verlos en vivo.

Metaluria fue la tercera banda en subir a las tablas y darle al público una nueva inyección de energía metalera. Con su estilo, garra y pasión hicieron que cada uno de los presentes “moviera la patita” y levantara los puños en alto al ritmo de sus interpretaciones. Un set sin fisuras en donde rindieron culto al metal.

El último acto nacional ya estaba listo para subir a las tablas, nada más y nada menos que Velocidad 22, otra de las bandas que vienen levantando la espada del heavy metal en Argentina. Con Gaby (el pelado de Frantic) haciéndose cargo de la batería desde hace un tiempo, demostraron una vez más por qué son tan amados por el público que los sigue a donde sea.

Paul Di Vano, su cantante, va escupiendo letras cargadas de sentimiento metalero como le gusta a la gente de bien. Tachas, cuero, cadenas, pogos, velocidad y alcohol armaron un combo explosivo que, luego de la presentación de la banda, un puñado de gente empezó a retirarse (ese mismo día tocaba Ulcerate a pocas cuadras del lugar) habiendo disfrutado de otra demostración de sentimiento puro por el metal.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Crypta en Buenos Aires: “Jugando de local”

Finalizadas las actuaciones de los argentinos, era hora de descubrir y disfrutar la presentación de los chilenos Hëiligen. Qué buen show, qué gran banda. Si bien habiendo escuchado el disco con anticipación no me pareció que hayan inventado la pólvora, en vivo me “partieron la cabeza”. Con su sonido y puesta en escena rememorando a los grandes de la NWOBHM, iban precalentando a la gente para el cierre.

Con la gran voz de Renzo Palomino, fueron ejecutando canciones de su debut Shadows in the Church, editado en 2020, y sorprendieron con “Beast in the Night”, canción perteneciente a los dinamarqueses Randy. Una muy buena banda para ver y disfrutar en vivo.

 

 

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Enforcer en Buenos Aires: “Con un poco de rock, todo está bien”

Las agujas del reloj marcaban que habían pasado minutos de las 21:30 cuando los suecos de Ambush pisaron nuevamente un escenario argentino, esta vez en el Teatrito, para confirmar que el heavy metal clásico sigue más vivo que nunca.
El arranque del set fue con “Firestorm”, canción que también abre el álbum debut editado en 2014, y que hizo explotar el venue desde el primer riff. El agite no sólo se veía en el público: cada uno de los músicos mantenía una sonrisa en su rostro, disfrutando lo que estaba ocurriendo.

Sin dar respiro, la banda continuó con “Possessed by Evil” y enseguida llegó el primer corte de su último trabajo, “Evil in All Dimensions”, momento en el que aparecieron las primeras rondas en el pit.

Al momento de “Maskirovska” (ya convertida en clásico), cada persona levantaba los puños al compás del coro, mientras los riffs se sucedían y los guitarristas, junto al bajista, rememoraban aquella coreografía heredada de Judas Priest o Kiss.

No hay que obviar la labor de Oskar Jacobsson, un vocalista que se pone al frente de una locomotora que te pasa por arriba. Su tono vocal y sus agudos sonaron tal cual fueron registrados en los discos. Se mostró cómodo sobre el escenario; si bien interactuó poco con la gente, todo lo que hizo estuvo preciso, con algunos mensajes en español. Cortos, pero efectivos.

Hubo tiempo para la demostración individual de cada músico con un breve solo y, tras ellos, el set fue recorriendo la discografía de los suecos, coreada por todo el lugar con una entrega que generó una conexión generalizada.

Entre otras sonaron “Hellbiter” (ufff, temón, mientras escribía esta crónica fui a buscar mi walkman, agarré una escoba y me puse a bailar mientras simulaba ser un Ambush más. Vergüenza ajena aparte, mejor sigo con la crónica). Otros de los temas ejecutados fueron “Bending the Steel”, “Heavy Metal Brethren” y cerraron el set regular con otra de esas canciones que te hacen apretar el puño y cantar fuerte: “Natural Born Killers” del Firestorm.

Mientras los músicos se retiraban, se veían abrazos y camaradería entre los presentes mientras otros entonaban los cantitos pidiendo “una más, una más“.

Oskar, Linus, Olof, Karl y Oskar (el bajista) retornaron para dar el golpe final. Ya el cansancio se notaba en las caras de quienes habían aguantado el calor, los litros de alcohol, los golpes del pogo y alguna que otra caída, pero todos queríamos un último round y los suecos se despidieron de Argentina con la veloz “Don’t Shoot (Let Them Burn)”.

Ambush demostró por qué son una de esas bandas señaladas —junto a Enforcer, Stallion, Skull Fist, Cauldron, Screamer y Bullet— como punta de lanza del movimiento que recupera el sonido de los 80 y levanta la bandera de la New Wave of Traditional Heavy Metal.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , ,
Cradle of Filth en Copenhague: “Cuando los invitados superan al anfitrión”
thumb image

El éxito de una banda no solo depende de la calidad de productos que ofrezca, sino también de su management. En el caso que nos convoca hoy, Cradle of Filth, se supo que sus managers han tenido malos tratos con músicos que pasaron por la banda y se han quedado con dinero extra. Pero, más allá de esto, hace tiempo se observa que intentan posicionar a la banda en un mercado que no corresponde, alejándola de sus orígenes black metal o de su presente gótico. En esta gira, que los trajo a Copenhague, pudimos ver varias de las consecuencias de este mal manejo.

Los encargados de abrir la noche fueron los australianos de Melancolia. Su propuesta mezcla deathcore con nü metal y algunas bases industriales, pasando de guturales profundos a gritos agudos, con algunos momentos de voces melódicas. Los riffs de machaques entrecortados se entrelazan con sonidos atmosféricos, mientras que la batería va a toda velocidad con blast beats. Visualmente se encontraban vestidos de blanco, de manera muy llamativa, sobre todo el vocalista, quien contaba con un coro y una campera de plumas. Desafortunadamente, toda esta puesta en escena se ve deslucida por la actitud pedante del vocalista, que, aparte, cuenta con la desagradable costumbre de escupir y jugar con su saliva, algo muy asqueroso de presenciar. El sonido tampoco fue bueno: era una bola de ruido grave. Apenas sobresalía una batería deslucida y algún grito. Tras media hora, la presentación finalizó con más pena que gloria.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Cradle of Filth en Buenos Aires: “Cuando el Drama Se Transforma en Espectáculo”

Los invitados de lujo del tour fueron los legendarios Suffocation, quienes, con su formación actual, están pasando por un momento excelente. Vienen sacando discos a la altura del estatus del grupo y dando unos conciertos brutales. Cuando la clásica “Catatonia” se apoderó de los parlantes, el lugar se transformó en un caos: grandes circle pits, gente eufórica moviendo sus cabezas y alguna que otra cerveza volando por el aire. El sonido fue excelente: se distinguía a la perfección cada instrumento. Se hacía base en la potente batería, que sonó superclara y nítida. Por encima de ella, el crujiente bajo se mezclaba con las poderosas guitarras, que estaban niveladas perfectamente. La voz se encontraba un punto más baja de lo preferido, pero se llegó a escuchar.

¿Qué se puede decir sobre la ejecución? Perfecta. Técnica, precisa y poderosa. Desde los fills inhumanos de la batería hasta los solos ultratécnicos y las bases de bajo. Todo en su lugar y sin ningún tipo de desajuste. Los momentos más altos del show fueron “Funeral Inception”, que contó con el vocalista de Melancolia como invitado, y el gran final con “Infecting the Crypts”, a puro mosh y cabeceo. Una presentación corta pero efectiva, que supo dejar la vara muy alta y difícil de superar.

TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR:Suffocation en Copenhague: “Sangre, Sudor y Mosh”

A las 21:30 puntuales, las luces se apagaron y una extensa introducción musicalizó el ingreso de los músicos a escena. El último en entrar fue el vocalista —y dueño de la banda— Dani Filth, quien se encontraba encapuchado y no se veía su cara. Al arrancar “To Live Deliciously”, mostró su rostro y el resto de los músicos comenzó a recorrer el escenario. La cuestión sonora no empezó bien. Se escuchaban la batería, los teclados y los coros muy bien. La voz principal también fue muy nítida. Pero las guitarras y el bajo no se escuchaban para nada, hasta daban la sensación de ser un murmullo de fondo. Esto, con el correr de las canciones, se acomodó, aunque no llegó a un nivel de perfección. El bajo se escuchó mejor, y subieron el volumen de las guitarras, pero de forma dispareja: una estaba muy fuerte y la otra apenas se oía. Esto jugó en contra para una banda que se jacta de tener un dúo de guitarras gemelas tan fuerte; este error es inadmisible.

Dejando de lado la cuestión sonora, la performance fue muy entretenida. Todos los músicos iban recorriendo el escenario y jugando con el público: moviendo sus cabezas, acercándose a la gente y pidiendo arengue. El centro de las miradas, obviamente, fue Dani, quien se encuentra en buen estado vocal. A su vez, él sabe que es el protagonista y no desperdicia ninguna chance para lucirse. La lista hizo foco en su reciente The Screaming of the Valkyries, lanzado este año, con canciones como “Malignant Perfection” o la extensa “White Hellebour”. Pero obviamente los puntos más altos del show fueron los viejos clásicos, como la bella “Bathory Aria” o la vampírica y gótica “Funeral in Carpathia”.

El final fue compuesto por dos canciones de Midian, el álbum que en el 2000 los llevó a la fama mundial. Las canciones elegidas fueron “Death Magick for Adepts” y el hit del grupo “Her Ghost in the Fog”. Dichas canciones contaron con un vocalista invitado para las partes graves. Tras un afectuoso y extenso saludo, la banda se retiró aplaudida.

En una noche donde los británicos tenían todo por ganar, terminaron empatando con sus invitados. Y acá es donde sale la pregunta: ¿por qué elegir una banda con una propuesta más pesada y energética como apertura? Esto es una mala decisión de los managers, ya que obviamente una banda más pesada y más enérgica va a opacar a otra que es menos extrema, más aún si cuentan con un sonido ampliamente superior. Creo que Cradle of Filth debe buscar otro representante que entienda y respete el nicho de la banda, y no busque hacerlos competir en ligas que no les corresponden.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , ,


Turnstile en Madrid: “Mosheando hacia la gloria”
thumb image

Crónica: Oscar Gil Escobar La primera banda nominada a cinco premios Grammy en distintas categorías el mismo año (rock, metal y alternativo) está en la cresta de la ola y […]

Boris en Buenos Aires: “Hermoso Ruido Rosa”
thumb image

Boris no es una banda que tuviera en mi lista de “alguna vez la veré en vivo”. No porque no tuviera todas las ganas del mundo desde que los descubriera […]


thumb image
I Prevail
Violent Nature (2025)
thumb image
Murmur
Red Hill (2025)
thumb image
Sabaton
Legends (2025)
thumb image
Nvlo
Noxa (2025)



Turnstile en Madrid: “Mosheando hacia la gloria”
thumb image

Crónica: Oscar Gil Escobar La primera banda nominada a cinco premios Grammy en distintas categorías el mismo año (rock, metal y alternativo) está en la cresta de la ola y […]

Boris en Buenos Aires: “Hermoso Ruido Rosa”
thumb image

Boris no es una banda que tuviera en mi lista de “alguna vez la veré en vivo”. No porque no tuviera todas las ganas del mundo desde que los descubriera […]


thumb image
I Prevail
Violent Nature (2025)
thumb image
Murmur
Red Hill (2025)
thumb image
Sabaton
Legends (2025)
thumb image
Nvlo
Noxa (2025)