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Chat Pile
God’s Country (2022)
The Flenser

Tracklist:

01. Slaughterhouse
02. Why
03. Pamela
04. Wicked Puppet Dance
05. Anywhere
06. Tropical Beaches, Inc.
07. The Mask
08. I Don’t Care If I Burn
09. grimace_smoking_weed.jpeg


Parece que ya pasó la época cuando las bandas de rock, si querían demostrar una preocupación más allá de la frivolidad de la vida acomodada que les permitían sus cuantiosas ganancias, participaban de eventos masivos para recaudar fondos y efectuar donaciones a países exóticos de continentes que jamás habían pisado, pero que todo el mundo sabía que estaban –y siguen estando- sumergidos en la miseria. Siempre hubo grupos con la mirada puesta hacia el interior de sus propios lugares de residencia y con un posicionamiento político explícito, y eso siempre les generó conflictos, en el marco del eternamente reciclado debate sobre la ideología manifiesta en la música.

Pues parece que la pandemia de Covid, la guerra que está teniendo lugar en Europa, el ascenso de la ultraderecha y el fanatismo cristiano en ese continente y en EEUU, el calentamiento global, y la inflación que se propaga internacionalmente como otra peste, junto con la recesión económica, están haciendo que la pretensión de que “el mal está afuera” se haya convertido en una ilusión ofensiva.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Ashenspire – Hostile Architecture (2022)

Por supuesto, dentro del hardcore punk y la música pesada, grupos como Discharge, Napalm Death, Bad Religion o Rage Against The Machine, históricamente tuvieron posturas muy claras ante la realidad. Hoy nos encontramos ante una nueva generación de bandas que, no solamente se comprometen mediante acciones concretas por fuera de la música en sí, con causas específicas tales como los derechos civiles de las mujeres y las personas LGBTIAQ+, el cuidado del medio ambiente, la lucha contra la pobreza, el racismo, la violencia policial y la guerra, sino que están incluyendo estos problemas en su arte y lo hacen sin temerle más al “fantasma rojo”, reconociendo en el capitalismo tardío la fuente de todos los males. Podemos mencionar a Zeal & Ardor, Idles y Ashenspire, por ejemplo. Chat Pile se suma a este movimiento.

Se trata de un cuarteto de sludge metal y noise rock oriundo de Oklahoma que utiliza la música como medio para expresar la furia que les genera el hecho de que los Estados Unidos, un país que siempre hizo gala de una petulante retórica acerca de la libertad individual, no haga más que valorar a las personas en la medida en que puedan poner en movimiento la maquinaria de un sistema explotador, tanto mediante su fuerza de trabajo como a través del consumo. Se habla de una supuesta “libertad” mientras la avaricia restringe el acceso universal a la salud y la educación, el fanatismo religioso y el supremacismo blanco subyugan a las disidencias sexogenéricas y las etnias no “caucásicas”, quitan derechos a las mujeres y reniegan de la inmigración. De allí el título del álbum “God’s Country” (“El país de Dios”). En la nación más rica del orbe, autoproclamada defensora global de las democracias, existen la indigencia, la gente sin hogar, las hordas adictas a las drogas duras, los tiroteos masivos en escuelas, los asesinos seriales, los crímenes de odio, y muchas desgracias más. Las letras son bastante claras al respecto.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Zeal & Ardor – Zeal & Ardor (2022)

Este álbum debut, editado por el sello The Flenser, está atravesado por la sordidez de la zona en la que viven los músicos y la evidente falacia del “sueño americano”. La banda, integrada por Raygun Busch (voz), Luther Manhole (guitarra), Stin (bajo) y Captain Ron (batería) se formó en 2019 y lanzó dos EPs antes de este primer full-length. El vocalista tiene un estilo que recuerda a Henry Rollins, y la música de la banda, si bien posee momentos mucho más pesados, puede compararse, no sólo con la de los proyectos de dicho artista, sino también con la de Daughters y Alexis Marshall, Swans y Michael Gira, The Birthday Party y Nick Cave, y los ya mencionados Idles y Ashenspire, entre otros.

“Slaughterhouse” fue el primer single con un video tan oscuro como la canción, que tiene un clima denso, lúgubre y corrosivo. El bajo suena y sonará brutal a lo largo de todo el disco. Le sigue “Why”, otro track devastador, con riffs de guitarra aplastantes y una letra políticamente obscena: habla acerca de ser homeless en el país con el mayor poderío económico. “Pamela” introduce una atmósfera decadente de película erótica vintage en una pista donde la guitarra tiene momentos siniestros. Luego, “Wicked Puppet Dance” profundiza el caos con malicia. Fue el tercer single y como puede verse en su video, es otro embate en contra del dominio cristiano en las esferas de la vida pública y privada. “Anywhere” resulta más liviano, con reminiscencias post-punk o dark wave. Chat Pile demuestra versatilidad a medida que avanza el álbum.

El ataque frontal continua en “Tropical Beaches, Inc.”, donde la potencia musical es proporcional a la dureza de la crítica a una existencia paupérrima en la que todo se hace por la promesa de unas vacaciones efímeras en algún destino turístico paradisíaco. En varios momentos de este trabajo se oyen ecos de lo hecho por Sepultura en su etapa final con Max Cavalera. “The Mask” agrega contundencia a la sacudida existencial y “I Don’t Care If I Burn” irrumpe confirmando la diversidad de la que es capaz el grupo, en una pista que recuerda al ya nombrado M. Gira, pero también a Nick Cave o también a Bauhaus y Peter Murphy. Y así llega el track final, “grimace_smoking_weed.jpeg”, que funciona como una suerte de recapitulación general de todo lo sucedido hasta el momento. Busch va más lejos en su histrionismo vocal, desplegando múltiples recursos. Lo mismo puede decirse del conjunto instrumental. La batería y la guitarra demuestran nuevas expresiones, con un bajo que impacta todo el tiempo. Así termina un disco que, sin dudas, se halla entre una de las ediciones más destacables de este año en curso y que incomodará a la audiencia fanática del Capitán América. Amén.

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Chat Pile
God’s Country (2022)
The Flenser

Tracklist:

01. Slaughterhouse
02. Why
03. Pamela
04. Wicked Puppet Dance
05. Anywhere
06. Tropical Beaches, Inc.
07. The Mask
08. I Don’t Care If I Burn
09. grimace_smoking_weed.jpeg





Parece que ya pasó la época cuando las bandas de rock, si querían demostrar una preocupación más allá de la frivolidad de la vida acomodada que les permitían sus cuantiosas ganancias, participaban de eventos masivos para recaudar fondos y efectuar donaciones a países exóticos de continentes que jamás habían pisado, pero que todo el mundo sabía que estaban –y siguen estando- sumergidos en la miseria. Siempre hubo grupos con la mirada puesta hacia el interior de sus propios lugares de residencia y con un posicionamiento político explícito, y eso siempre les generó conflictos, en el marco del eternamente reciclado debate sobre la ideología manifiesta en la música.

Pues parece que la pandemia de Covid, la guerra que está teniendo lugar en Europa, el ascenso de la ultraderecha y el fanatismo cristiano en ese continente y en EEUU, el calentamiento global, y la inflación que se propaga internacionalmente como otra peste, junto con la recesión económica, están haciendo que la pretensión de que “el mal está afuera” se haya convertido en una ilusión ofensiva.

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Por supuesto, dentro del hardcore punk y la música pesada, grupos como Discharge, Napalm Death, Bad Religion o Rage Against The Machine, históricamente tuvieron posturas muy claras ante la realidad. Hoy nos encontramos ante una nueva generación de bandas que, no solamente se comprometen mediante acciones concretas por fuera de la música en sí, con causas específicas tales como los derechos civiles de las mujeres y las personas LGBTIAQ+, el cuidado del medio ambiente, la lucha contra la pobreza, el racismo, la violencia policial y la guerra, sino que están incluyendo estos problemas en su arte y lo hacen sin temerle más al “fantasma rojo”, reconociendo en el capitalismo tardío la fuente de todos los males. Podemos mencionar a Zeal & Ardor, Idles y Ashenspire, por ejemplo. Chat Pile se suma a este movimiento.

Se trata de un cuarteto de sludge metal y noise rock oriundo de Oklahoma que utiliza la música como medio para expresar la furia que les genera el hecho de que los Estados Unidos, un país que siempre hizo gala de una petulante retórica acerca de la libertad individual, no haga más que valorar a las personas en la medida en que puedan poner en movimiento la maquinaria de un sistema explotador, tanto mediante su fuerza de trabajo como a través del consumo. Se habla de una supuesta “libertad” mientras la avaricia restringe el acceso universal a la salud y la educación, el fanatismo religioso y el supremacismo blanco subyugan a las disidencias sexogenéricas y las etnias no “caucásicas”, quitan derechos a las mujeres y reniegan de la inmigración. De allí el título del álbum “God’s Country” (“El país de Dios”). En la nación más rica del orbe, autoproclamada defensora global de las democracias, existen la indigencia, la gente sin hogar, las hordas adictas a las drogas duras, los tiroteos masivos en escuelas, los asesinos seriales, los crímenes de odio, y muchas desgracias más. Las letras son bastante claras al respecto.

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Este álbum debut, editado por el sello The Flenser, está atravesado por la sordidez de la zona en la que viven los músicos y la evidente falacia del “sueño americano”. La banda, integrada por Raygun Busch (voz), Luther Manhole (guitarra), Stin (bajo) y Captain Ron (batería) se formó en 2019 y lanzó dos EPs antes de este primer full-length. El vocalista tiene un estilo que recuerda a Henry Rollins, y la música de la banda, si bien posee momentos mucho más pesados, puede compararse, no sólo con la de los proyectos de dicho artista, sino también con la de Daughters y Alexis Marshall, Swans y Michael Gira, The Birthday Party y Nick Cave, y los ya mencionados Idles y Ashenspire, entre otros.

“Slaughterhouse” fue el primer single con un video tan oscuro como la canción, que tiene un clima denso, lúgubre y corrosivo. El bajo suena y sonará brutal a lo largo de todo el disco. Le sigue “Why”, otro track devastador, con riffs de guitarra aplastantes y una letra políticamente obscena: habla acerca de ser homeless en el país con el mayor poderío económico. “Pamela” introduce una atmósfera decadente de película erótica vintage en una pista donde la guitarra tiene momentos siniestros. Luego, “Wicked Puppet Dance” profundiza el caos con malicia. Fue el tercer single y como puede verse en su video, es otro embate en contra del dominio cristiano en las esferas de la vida pública y privada. “Anywhere” resulta más liviano, con reminiscencias post-punk o dark wave. Chat Pile demuestra versatilidad a medida que avanza el álbum.

El ataque frontal continua en “Tropical Beaches, Inc.”, donde la potencia musical es proporcional a la dureza de la crítica a una existencia paupérrima en la que todo se hace por la promesa de unas vacaciones efímeras en algún destino turístico paradisíaco. En varios momentos de este trabajo se oyen ecos de lo hecho por Sepultura en su etapa final con Max Cavalera. “The Mask” agrega contundencia a la sacudida existencial y “I Don’t Care If I Burn” irrumpe confirmando la diversidad de la que es capaz el grupo, en una pista que recuerda al ya nombrado M. Gira, pero también a Nick Cave o también a Bauhaus y Peter Murphy. Y así llega el track final, “grimace_smoking_weed.jpeg”, que funciona como una suerte de recapitulación general de todo lo sucedido hasta el momento. Busch va más lejos en su histrionismo vocal, desplegando múltiples recursos. Lo mismo puede decirse del conjunto instrumental. La batería y la guitarra demuestran nuevas expresiones, con un bajo que impacta todo el tiempo. Así termina un disco que, sin dudas, se halla entre una de las ediciones más destacables de este año en curso y que incomodará a la audiencia fanática del Capitán América. Amén.

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