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Dark Country: Oscuridad musical más allá del metal – Parte 1
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Este especial va dirigido a todas aquellas personas que disfrutan de distintos subgéneros del heavy metal, no solamente por su potencia, sino también por la “oscuridad” que suelen evocar y, además, están dispuestas a buscarla en otros territorios creativos. Al hablar de oscuridad, solemos hacer referencia tanto a aspectos sonoros, como ritmos, melodías y armonías, que generan climas tenebrosos, agresivos o melancólicos, pero también, al contenido de las letras y a las historias personales y artísticas que, muchas veces, hacen al contexto compositivo de cada obra.

Un enfoque posible que podríamos seguir, sería indagar en la gran cantidad de bandas de metal que tienen como una de sus influencias a referentes del dark country o, incluso, que poseen integrantes con proyectos paralelos de este estilo, como podría ser el caso Steve Von Till y Scott Kelly de Neurosis, Dorthia Cottrell de Windhand o David Vincent de Morbid Angel con sus discos solistas, Nergal de Behemoth con Me and That Man, Amenra y Wino de Saint Vitus y The Obsessed con sus tributos a Townes Van Zandt, Zeal & Ardor con su black metal de inspiración en la cultura negra del sur estadounidense, etc. También hay que mencionar a muchos grupos de música pesada que suelen tener sus momentos más calmos en la forma de canciones acústicas o baladas que, por lo general, son bastante bien recibidas y tienen reminiscencias del country. Esto es común dentro del heavy clásico, el thrash y el groove metal, por ejemplo. Recordemos a Ozzy Osbourne y Zakk Wylde, Metallica, Pantera, o más recientemente, colaboraciones como la de Rob Halford cantando junto a la legendaria Dolly Parton, quien está próxima a lanzar un disco de rock tras haber sido inducida al Rock & Roll Hall of Fame. En dicho álbum, participan más artistas del ámbito del metal, tal como el guitarrista John 5, quien tocó con Marilyn Manson y Rob Zombie. A su vez, cada vez hay más artistas femeninas que, interpretando una música por momentos pesada, siempre abrevan en atmósferas propias del estilo que nos ocupa, tales como Chelsea Wolfe (que además grabó un disco con Converge) y Emma Ruth Rundle (que hizo lo propio con Thou). Sin embargo, la propuesta aquí será presentar al dark country como tal, independientemente del mundo del metal, a modo de invitación para que se acerquen quienes consideren que pueden encontrar allí una estética que también expresa emociones e ideas afines.

El dark country, gothic country, dark Americana, gothic Americana o southern gothic (entre otras denominaciones posibles) es un subgénero de la música country, que -a su vez- es un estilo dentro de la música folk estadounidense. Si bien hoy se lo etiqueta y reconoce como tal, sobre todo desde la década de 1990, cuando recibió influencias dark wave, aquí haremos énfasis en las figuras icónicas que sentaron sus bases.  El estilo se desarrolló en la región sur de los Estados Unidos, un área abarcada por Tennessee, Georgia, Virginia, Alabama, Kentucky, Louisiana, Mississippi, Texas, etc., que presenta rasgos geográficos, históricos, culturales, económicos y políticos que constituyen un fermento especialmente efervescente para la inspiración artística. Montañas, bosques y ríos, llanuras verdes y zonas desérticas, grandes sectores de la población de clase media-baja que habita espacios rurales, conflictos raciales latentes y fuerzas conservadoras que siguen activas, el culto por las armas a pesar de las masacres habituales, etc. Recordemos que el Sur fue Confederado durante la Guerra Civil (1861-1865) y defendía la esclavitud de la “raza negra”. Allí, posteriormente, surgió el Ku Klux Klan (KKK), como reacción ante la derrota de la facción esclavista. Las creencias asociadas a estos antecedentes nefastos persisten en algunos reductos, por suerte bastante marginales en la actualidad, más allá del racismo que sigue siendo estructural en gran parte de esa sociedad. Ese tipo de organizaciones son percibidas como resabios anacrónicos y siempre existieron actitudes rebeldes que encarnaron energías progresistas. Pero es importante entender que la derrota, la pobreza, el resentimiento, la alienación y la violencia, forman parte del caldero en el que también se mezclan el amor por la tierra, la pasión por la simpleza, el honor en la decadencia, el orgullo en la supervivencia.

En este marco, el dark country encarna una suerte de deconstrucción identitaria con actitud reivindicativa, pero también la angustia por la crueldad de los luchas, los sentimientos inspirados por la desgracia, la nostalgia por la paz en la naturaleza, la soledad en vastos paisajes salvajes, y también, el recuerdo de tradiciones macabras ligadas a brujas, fantasmas y criaturas de leyenda. Cómo olvidar el célebre mito de la Bruja de Bell, que, de hecho, inspiró el nombre de una famosa banda de funeral doom metal. Escribiendo desde Buenos Aires, no puedo evitar establecer una comparación con el tango y también con parte del folklore pampeano y litoraleño. El llanto contenido, la dramática añoranza, el lamento resignado, la búsqueda constante por llenar una falta eterna, el dolor por las pérdidas, la romantización de las miserias cotidianas: todo vibrando en una sonoridad expresiva que destila bilis negra. Se canta desde una sabiduría capturada en tramas que puedan resultar pesimistas. El alcohol, especialmente el whiskey, ocupa un lugar muy importante y las razones pueden resultar obvias, más allá del hecho de que Jack Daniel creó su mundialmente famoso brebaje en Tennessee.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Dolly Parton anuncia una impresionante lista de invitados para su nuevo disco

Las raíces del dark country, como del country en general, están en el blues y el gospel, así como en expresiones musicales europeas que llegaron, sobre todo, con la inmigración irlandesa.  Posteriormente, en la década de 1950 recibió el influjo  del rock. Más allá del canto, la instrumentación típica está dada por la guitarra (muchas veces como único acompañamiento de la voz), bajo o contrabajo, batería, violín y en ocasiones banjo, mandolina, piano, acordeón o armónica. Con respecto al violín hay que señalar que en el ámbito de la música popular se lo suele llamar “fiddle”, una etiqueta coloquial que se aplica al “violín tradicional” en contraposición al “violín clásico”. Esto no supone diferencias en la construcción, ni nada similar. Se trata, simplemente, de que la calidad de los instrumentos se supone inferior y quienes los ejecutan, por lo general, no tienen entrenamiento académico, sino que son autodidactas o se les enseña una habilidad familiar, teniendo que aprender melodías de oído (por no saber leer partituras), y limitándose a la forma de tocar característica de un estilo en particular.

Hablar de dark country nos lleva directamente al movimiento “outlaw”, formado por artistas que buscaron su libertad creativa al rebelarse contra lo que ya en 1970 se conocía como “sonido de Nashville”: el canon de lo que se suponía debía ser la música country. En verdad, ese estilo no era más que una reacción al “honky-tonk”, un country más crudo, rudimentario y desprejuiciado que se tocaba en bares de mala reputación, con un sonido elemental y estridente. Actualmente, existe Honky Tonk Highway, un distrito en el centro de Nashville donde se concentra una gran cantidad de bares, aunque ya no con esa actitud del pasado. Justamente, en la ciudad capital de Tennessee, la industria procuró elevar los niveles de refinamiento para hacer que el género fuera más “accesible” al público en general y así ampliar el éxito comercial. No obstante, algunos “outlaws” llegaron a ser muy populares, como es el caso de Johnny Cash, Townes Van Zandt, Willie Nelson y Kris Kristofferson, entre otros.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Dorthia Cottrell – Death Folk Country (2023)

Estos artistas resultaban subversivos no solamente por el sonido de su música, sino también por el contenido de sus letras, que retrataban la desesperación, el consumo de drogas, la criminalidad, la violencia policial y la realidad de las cárceles, las decepciones familiares y amorosas, las interpretaciones “alternativas” del cristianismo, etc. Por otro lado, tuvieron sus antecedentes penales e, incluso, su activismo a favor de causas vinculadas a los derechos civiles que siguen siendo controversiales hasta el día de hoy, tales como el consumo de marihuana.

Es interesante destacar que esta estética no solamente tiene su expresión musical, sino que, además, se refleja en las artes visuales y la literatura, donde se utiliza la expresión “country noir”, en especial como un subgénero de la novela negra, o cierta tendencia al momento de escribir guiones originales para películas o series. En el country noir, las intrigas se desarrollan en ámbitos agrestes, pauperizados, alejados de la opulencia de las grandes urbes. Hay una descomposición social, atroces consecuencias de catástrofes naturales, tradiciones degradadas y legalidades cuestionables, siempre en tensión con formas de legitimidad basadas en creencias religiosas o el poder de la costumbre. Pequeños universos donde, más allá del bien y del mal, muchas veces se trata de ser y de hacer, simplemente, lo que se puede.

Como cierre de esta primera parte, una breve playlist que, integrando lo clásico con lo actual, deja una buena idea de la estética que abordamos:

Fotografías por Marcos De Caro (Tennessee, EEUU – Abril 2023)

 

 

 

 

 

 

 

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Dark Country: Oscuridad musical más allá del metal – Parte 1
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Este especial va dirigido a todas aquellas personas que disfrutan de distintos subgéneros del heavy metal, no solamente por su potencia, sino también por la “oscuridad” que suelen evocar y, además, están dispuestas a buscarla en otros territorios creativos. Al hablar de oscuridad, solemos hacer referencia tanto a aspectos sonoros, como ritmos, melodías y armonías, que generan climas tenebrosos, agresivos o melancólicos, pero también, al contenido de las letras y a las historias personales y artísticas que, muchas veces, hacen al contexto compositivo de cada obra.

Un enfoque posible que podríamos seguir, sería indagar en la gran cantidad de bandas de metal que tienen como una de sus influencias a referentes del dark country o, incluso, que poseen integrantes con proyectos paralelos de este estilo, como podría ser el caso Steve Von Till y Scott Kelly de Neurosis, Dorthia Cottrell de Windhand o David Vincent de Morbid Angel con sus discos solistas, Nergal de Behemoth con Me and That Man, Amenra y Wino de Saint Vitus y The Obsessed con sus tributos a Townes Van Zandt, Zeal & Ardor con su black metal de inspiración en la cultura negra del sur estadounidense, etc. También hay que mencionar a muchos grupos de música pesada que suelen tener sus momentos más calmos en la forma de canciones acústicas o baladas que, por lo general, son bastante bien recibidas y tienen reminiscencias del country. Esto es común dentro del heavy clásico, el thrash y el groove metal, por ejemplo. Recordemos a Ozzy Osbourne y Zakk Wylde, Metallica, Pantera, o más recientemente, colaboraciones como la de Rob Halford cantando junto a la legendaria Dolly Parton, quien está próxima a lanzar un disco de rock tras haber sido inducida al Rock & Roll Hall of Fame. En dicho álbum, participan más artistas del ámbito del metal, tal como el guitarrista John 5, quien tocó con Marilyn Manson y Rob Zombie. A su vez, cada vez hay más artistas femeninas que, interpretando una música por momentos pesada, siempre abrevan en atmósferas propias del estilo que nos ocupa, tales como Chelsea Wolfe (que además grabó un disco con Converge) y Emma Ruth Rundle (que hizo lo propio con Thou). Sin embargo, la propuesta aquí será presentar al dark country como tal, independientemente del mundo del metal, a modo de invitación para que se acerquen quienes consideren que pueden encontrar allí una estética que también expresa emociones e ideas afines.

El dark country, gothic country, dark Americana, gothic Americana o southern gothic (entre otras denominaciones posibles) es un subgénero de la música country, que -a su vez- es un estilo dentro de la música folk estadounidense. Si bien hoy se lo etiqueta y reconoce como tal, sobre todo desde la década de 1990, cuando recibió influencias dark wave, aquí haremos énfasis en las figuras icónicas que sentaron sus bases.  El estilo se desarrolló en la región sur de los Estados Unidos, un área abarcada por Tennessee, Georgia, Virginia, Alabama, Kentucky, Louisiana, Mississippi, Texas, etc., que presenta rasgos geográficos, históricos, culturales, económicos y políticos que constituyen un fermento especialmente efervescente para la inspiración artística. Montañas, bosques y ríos, llanuras verdes y zonas desérticas, grandes sectores de la población de clase media-baja que habita espacios rurales, conflictos raciales latentes y fuerzas conservadoras que siguen activas, el culto por las armas a pesar de las masacres habituales, etc. Recordemos que el Sur fue Confederado durante la Guerra Civil (1861-1865) y defendía la esclavitud de la “raza negra”. Allí, posteriormente, surgió el Ku Klux Klan (KKK), como reacción ante la derrota de la facción esclavista. Las creencias asociadas a estos antecedentes nefastos persisten en algunos reductos, por suerte bastante marginales en la actualidad, más allá del racismo que sigue siendo estructural en gran parte de esa sociedad. Ese tipo de organizaciones son percibidas como resabios anacrónicos y siempre existieron actitudes rebeldes que encarnaron energías progresistas. Pero es importante entender que la derrota, la pobreza, el resentimiento, la alienación y la violencia, forman parte del caldero en el que también se mezclan el amor por la tierra, la pasión por la simpleza, el honor en la decadencia, el orgullo en la supervivencia.

En este marco, el dark country encarna una suerte de deconstrucción identitaria con actitud reivindicativa, pero también la angustia por la crueldad de los luchas, los sentimientos inspirados por la desgracia, la nostalgia por la paz en la naturaleza, la soledad en vastos paisajes salvajes, y también, el recuerdo de tradiciones macabras ligadas a brujas, fantasmas y criaturas de leyenda. Cómo olvidar el célebre mito de la Bruja de Bell, que, de hecho, inspiró el nombre de una famosa banda de funeral doom metal. Escribiendo desde Buenos Aires, no puedo evitar establecer una comparación con el tango y también con parte del folklore pampeano y litoraleño. El llanto contenido, la dramática añoranza, el lamento resignado, la búsqueda constante por llenar una falta eterna, el dolor por las pérdidas, la romantización de las miserias cotidianas: todo vibrando en una sonoridad expresiva que destila bilis negra. Se canta desde una sabiduría capturada en tramas que puedan resultar pesimistas. El alcohol, especialmente el whiskey, ocupa un lugar muy importante y las razones pueden resultar obvias, más allá del hecho de que Jack Daniel creó su mundialmente famoso brebaje en Tennessee.

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Las raíces del dark country, como del country en general, están en el blues y el gospel, así como en expresiones musicales europeas que llegaron, sobre todo, con la inmigración irlandesa.  Posteriormente, en la década de 1950 recibió el influjo  del rock. Más allá del canto, la instrumentación típica está dada por la guitarra (muchas veces como único acompañamiento de la voz), bajo o contrabajo, batería, violín y en ocasiones banjo, mandolina, piano, acordeón o armónica. Con respecto al violín hay que señalar que en el ámbito de la música popular se lo suele llamar “fiddle”, una etiqueta coloquial que se aplica al “violín tradicional” en contraposición al “violín clásico”. Esto no supone diferencias en la construcción, ni nada similar. Se trata, simplemente, de que la calidad de los instrumentos se supone inferior y quienes los ejecutan, por lo general, no tienen entrenamiento académico, sino que son autodidactas o se les enseña una habilidad familiar, teniendo que aprender melodías de oído (por no saber leer partituras), y limitándose a la forma de tocar característica de un estilo en particular.

Hablar de dark country nos lleva directamente al movimiento “outlaw”, formado por artistas que buscaron su libertad creativa al rebelarse contra lo que ya en 1970 se conocía como “sonido de Nashville”: el canon de lo que se suponía debía ser la música country. En verdad, ese estilo no era más que una reacción al “honky-tonk”, un country más crudo, rudimentario y desprejuiciado que se tocaba en bares de mala reputación, con un sonido elemental y estridente. Actualmente, existe Honky Tonk Highway, un distrito en el centro de Nashville donde se concentra una gran cantidad de bares, aunque ya no con esa actitud del pasado. Justamente, en la ciudad capital de Tennessee, la industria procuró elevar los niveles de refinamiento para hacer que el género fuera más “accesible” al público en general y así ampliar el éxito comercial. No obstante, algunos “outlaws” llegaron a ser muy populares, como es el caso de Johnny Cash, Townes Van Zandt, Willie Nelson y Kris Kristofferson, entre otros.

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Estos artistas resultaban subversivos no solamente por el sonido de su música, sino también por el contenido de sus letras, que retrataban la desesperación, el consumo de drogas, la criminalidad, la violencia policial y la realidad de las cárceles, las decepciones familiares y amorosas, las interpretaciones “alternativas” del cristianismo, etc. Por otro lado, tuvieron sus antecedentes penales e, incluso, su activismo a favor de causas vinculadas a los derechos civiles que siguen siendo controversiales hasta el día de hoy, tales como el consumo de marihuana.

Es interesante destacar que esta estética no solamente tiene su expresión musical, sino que, además, se refleja en las artes visuales y la literatura, donde se utiliza la expresión “country noir”, en especial como un subgénero de la novela negra, o cierta tendencia al momento de escribir guiones originales para películas o series. En el country noir, las intrigas se desarrollan en ámbitos agrestes, pauperizados, alejados de la opulencia de las grandes urbes. Hay una descomposición social, atroces consecuencias de catástrofes naturales, tradiciones degradadas y legalidades cuestionables, siempre en tensión con formas de legitimidad basadas en creencias religiosas o el poder de la costumbre. Pequeños universos donde, más allá del bien y del mal, muchas veces se trata de ser y de hacer, simplemente, lo que se puede.

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