El pasado jueves 23 estuvimos en la Sala Nazca desde bien pronto para esperar la cola pertinente. La lluvia no fue un impedimento y una hora antes de la apertura ya éramos unos 20 los que nos arrejuntábamos. Varios fotógrafos, puntuales, buscaban asegurar una posición desde la que trabajar, obligatoria cuando no hay foso.
Skin on Flesh irrumpió en el escenario con la energía de un huracán. Sin embargo, la euforia inicial se vio truncada cuando, de repente, la sala se sumió en una oscuridad total. El desconcierto se apoderó de todos, pero la banda, con una naturalidad asombrosa, transformó el contratiempo en una oportunidad para conectar aún más con el público. Bromeando y gestualizando, lograron contagiar su buen humor y mantener la energía a tope. Tras una breve pausa, volvieron a la carga con la primera canción, demostrando una profesionalidad envidiable. Su actuación convenció, fueron energía pura y su propuesta llegó al público que coreó varias canciones y vitoreó a la banda en cada ocasión. Se nota que es una banda auténtica que lleva su música con personalidad, cantar en español, aunque sean solo partes ayudó también. Las luces eran muy oscuras y con mucho humo complicando el resultado. El sonido sí me pareció bueno dejando escuchar cada instrumento sin perder la voz.
Siguió el power trío francés Elyose. No terminaron de convencer, sus temas resultaban algo repetitivos y aunque la interpretación musicalmente fue muy buena, mis sensaciones fueron que no convencieron. De nuevo las luces volvieron a ser algo más oscuras y el sonido perdió bastante la voz de la cantante, ambos puntos restaron espectacularidad al show. Creo que volveré a escucharlos más tranquilo cuando tenga oportunidad.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Infected Rain en Barcelona: “Locura desenfrenada”
Miruthan nos tomó por sorpresa. La entrada de la banda, envuelta en un aura de misterio gracias a sus originales máscaras y vestimentas, generó una expectación palpable. Pero nada nos preparó para la explosión sonora que siguió. Con sus riffs demoledores y una puesta en escena visceral, los músicos de Miruthan desataron una tormenta de decibelios que sacudió la sala hasta sus cimientos. La combinación de su virtuosismo técnico y su carisma sobre el escenario fue sencillamente electrizante. Sus movimientos frenéticos, sus miradas penetrantes y sus poses teatrales crearon una experiencia visual impactante que se quedó grabada en mi retina. Sin duda, fueron los grandes triunfadores de la noche. La luz volvió a ser agradecida para las fotos y su poses, movimientos y caras dejaron grandes momentos. El sonido estuvo perfecto y las voces en especial se beneficiaron de ello, sin dejar de escuchar cada instrumento, destacando los teclados que dan personalidad y diferenciación a la banda. Me encantaría poder verles de nuevo en el futuro como cabeza de cartel y con más tiempo para deleitarnos.
Infected Rain cerró la noche con una actuación marcada por la adversidad. A pesar de que Lena, su carismática vocalista, luchaba contra una fuerte gripe, subió al escenario dispuesta a darlo todo. Sin embargo, un desafortunado incidente, una torcedura de tobillo al tropezar con un foco, complicó aún más la situación. A pesar de estos contratiempos, la banda demostró una profesionalidad admirable, entregándose al máximo hasta donde sus fuerzas se lo permitieron. Aunque la actuación no alcanzó el nivel de otras ocasiones, la energía de la banda y la espectacularidad de su puesta en escena . La suma de tanto contratiempo no se reflejó en el sonido ni la fuerza interpretativa de la banda, pero sí que se notó menos excelso que en otras ocasiones. Las pantallas que traen con el show y el derroche de luces fue espectacular dejando momentazos que espero se puedan adivinar en las fotos. El sonido siguió bien ajustado y se pudo disfrutar de cada tema sin reparar en ello.
Bajo una lluvia de aplausos y vítores, la noche llegó a su fin. Cinco bandas, cinco universos musicales que se entrelazaron para crear una experiencia inolvidable. La Sala Nazca vibró con una energía contagiosa, dejando claro que la música en vivo sigue siendo una fuerza imparable. En resumen, un sabor agridulce por la actuación de Infected Rain, pero con la satisfacción de haber vivido una noche de metal, el botín fotográfico al hombro y el corazón alegre.
El pasado jueves 23 estuvimos en la Sala Nazca desde bien pronto para esperar la cola pertinente. La lluvia no fue un impedimento y una hora antes de la apertura ya éramos unos 20 los que nos arrejuntábamos. Varios fotógrafos, puntuales, buscaban asegurar una posición desde la que trabajar, obligatoria cuando no hay foso.
Skin on Flesh irrumpió en el escenario con la energía de un huracán. Sin embargo, la euforia inicial se vio truncada cuando, de repente, la sala se sumió en una oscuridad total. El desconcierto se apoderó de todos, pero la banda, con una naturalidad asombrosa, transformó el contratiempo en una oportunidad para conectar aún más con el público. Bromeando y gestualizando, lograron contagiar su buen humor y mantener la energía a tope. Tras una breve pausa, volvieron a la carga con la primera canción, demostrando una profesionalidad envidiable. Su actuación convenció, fueron energía pura y su propuesta llegó al público que coreó varias canciones y vitoreó a la banda en cada ocasión. Se nota que es una banda auténtica que lleva su música con personalidad, cantar en español, aunque sean solo partes ayudó también. Las luces eran muy oscuras y con mucho humo complicando el resultado. El sonido sí me pareció bueno dejando escuchar cada instrumento sin perder la voz.
Siguió el power trío francés Elyose. No terminaron de convencer, sus temas resultaban algo repetitivos y aunque la interpretación musicalmente fue muy buena, mis sensaciones fueron que no convencieron. De nuevo las luces volvieron a ser algo más oscuras y el sonido perdió bastante la voz de la cantante, ambos puntos restaron espectacularidad al show. Creo que volveré a escucharlos más tranquilo cuando tenga oportunidad.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Infected Rain en Barcelona: “Locura desenfrenada”
Miruthan nos tomó por sorpresa. La entrada de la banda, envuelta en un aura de misterio gracias a sus originales máscaras y vestimentas, generó una expectación palpable. Pero nada nos preparó para la explosión sonora que siguió. Con sus riffs demoledores y una puesta en escena visceral, los músicos de Miruthan desataron una tormenta de decibelios que sacudió la sala hasta sus cimientos. La combinación de su virtuosismo técnico y su carisma sobre el escenario fue sencillamente electrizante. Sus movimientos frenéticos, sus miradas penetrantes y sus poses teatrales crearon una experiencia visual impactante que se quedó grabada en mi retina. Sin duda, fueron los grandes triunfadores de la noche. La luz volvió a ser agradecida para las fotos y su poses, movimientos y caras dejaron grandes momentos. El sonido estuvo perfecto y las voces en especial se beneficiaron de ello, sin dejar de escuchar cada instrumento, destacando los teclados que dan personalidad y diferenciación a la banda. Me encantaría poder verles de nuevo en el futuro como cabeza de cartel y con más tiempo para deleitarnos.
Infected Rain cerró la noche con una actuación marcada por la adversidad. A pesar de que Lena, su carismática vocalista, luchaba contra una fuerte gripe, subió al escenario dispuesta a darlo todo. Sin embargo, un desafortunado incidente, una torcedura de tobillo al tropezar con un foco, complicó aún más la situación. A pesar de estos contratiempos, la banda demostró una profesionalidad admirable, entregándose al máximo hasta donde sus fuerzas se lo permitieron. Aunque la actuación no alcanzó el nivel de otras ocasiones, la energía de la banda y la espectacularidad de su puesta en escena . La suma de tanto contratiempo no se reflejó en el sonido ni la fuerza interpretativa de la banda, pero sí que se notó menos excelso que en otras ocasiones. Las pantallas que traen con el show y el derroche de luces fue espectacular dejando momentazos que espero se puedan adivinar en las fotos. El sonido siguió bien ajustado y se pudo disfrutar de cada tema sin reparar en ello.
Bajo una lluvia de aplausos y vítores, la noche llegó a su fin. Cinco bandas, cinco universos musicales que se entrelazaron para crear una experiencia inolvidable. La Sala Nazca vibró con una energía contagiosa, dejando claro que la música en vivo sigue siendo una fuerza imparable. En resumen, un sabor agridulce por la actuación de Infected Rain, pero con la satisfacción de haber vivido una noche de metal, el botín fotográfico al hombro y el corazón alegre.