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Liturgy
93696 (2023)
Thrill Jockey Records

TRACKLIST

Sovereignty
1 Daily Bread
2 Djennaration
3 Caela
4 Angel of Sovereignty
Hierarchy
5 Haelegen II
6 Before I Knew the Truth
7 Angel of Hierarchy
8 Red Crown II
Emancipation
9 Angel of Emancipation
10 Ananon
11 93696
Individuation
12 Haelegen II (Reprise)
13 Angel of Individuation
14 Antigone II
15 Immortal Life II

Liturgy es el proyecto de Haela Ravenna Hunt-Hendrix, una mujer de Nueva York que, a lo largo de los años, ha atravesado una transición, una metamorfosis, en los sentidos más profundos posibles, abarcando desde el género y lo corporal, hasta lo espiritual, haciendo siempre de la música el elemento casi alquímico para catalizar este proceso. Su “black metal trascendental” da cuenta de una búsqueda interior que la llevó a desarrollar un estilo sumamente vanguardista, a la vez que a crear una teología propia, basada en una interpretación personal del cristianismo. Su arte emerge justo allí, en una intersección ritual, mística. El sonido es un instrumento para la transformación más esencial del ser. Hunt-Hendrix sigue construyendo un sistema de pensamiento propio, entramando aspectos de las Sagradas Escrituras, con aportes que abarcan desde el psicoanálisis hasta el marxismo, pasando por la numerología y varios autores posmodernos. La teorización alcanza a la música como tal, llegando a elaborar una suerte de tratado en el que caracteriza a su black metal, introduciendo conceptos tales como el de “burst-beat” (en lugar del típico blast-beat), solo por mencionar una de las cuestiones que aborda.  Cabe señalar que Hunt-Hendrix también manifiesta su visión mediante las artes plásticas.

93696 es una obra excepcional que despliega algo que ya se venía anunciando desde el EP que lo precedió, As the Blood of God Bursts the Veins of Time (2022), pero si nos remontamos más atrás, podemos considerar que nos encontramos ante una síntesis de componentes que fueron surgiendo en distintos momentos del recorrido de la discografía de Liturgy: los trémolos vertiginosos de Renihilation (2009), los riffs de Aesthethica (2011), las “rayaduras de disco” de The Ark Work (2015) y los rasgos sinfónicos de H.A.Q.Q. (2019) y Origin of the Alimonies (2020).

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Fvnerals – Let the Earth Be Silent (2023)

No se puede decir que lo hecho por esta banda sea “experimental” en el sentido usual que se le da al término dentro de la música pesada, o sea, algo que se distancia, en mayor o menor medida, de lo habitual dentro del estilo. Es experimental de un modo profundo, es decir, pensando en la música como arte de la forma más amplia posible. Si bien se puede afirmar que hablamos de black metal, nos encontramos en terreno que me animo a llamar propio de la música contemporánea, incluso en sus manifestaciones más “cultas”. Es por esto que, así como podemos comparar el arte de Liturgy con lo generado por otras bandas tales como Deathspell Omega, Blut Aus NordDødheimsgard o Scarcity, solo por nombrar algunas, también valen las referencias a compositores como György LigetiKrzysztof Penderecki, Arvo Pärt, Iannis Xenakis o Karlheinz Stockhausen. Más aún: también a artistas más del lado “rockero” de la experimentación, como Pink Floyd o King Crimson, o del lado más “pop”, tales como Diamanda Galás, Massive Attack o Björk.

Realmente sería un despropósito intentar hacer una descripción de cada track en esta obra integral de una hora y veintidós minutos, contenida en dos discos. Es más sensato señalar algunas líneas transversales, los pilares que sostienen el templo sonoro. Podemos comenzar por las voces: abundan los coros, en ocasiones “angelicales”, o recitados de cadencia oratoria, pero predomina la voz de Hunt-Hendrix, con cualidades de alarido orgásmico. La variedad de recursos que emplean la batería, el bajo y las guitarras es exorbitante y es que pretenden ser enérgicos, dinámicos, fluctuantes, palpitantes.

La composición explora, con medidas equivalentes de brutalidad y delicadeza, las armonías más cautivantes, las disonancias más atractivas, los motivos más encantadoramente diversos, las más acertadas repeticiones con modificaciones sutiles de evidente intención hipnótica, inductoras de un trance. Hay una profusa orquestación: aparecen instrumentos de percusión melódica, glockenspiel, piano, órgano, flautas, ocarinas, contrabajos, violonchelos… Se suceden pasajes gloriosos, de ímpetu épico, con otros de misterio minimalista. En ocasiones la música parece estar manipulada por un DJ que la eleva a la segunda potencia.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Downfall of Gaia – Silhouettes of Disgust (2023)

Hay varios tracks breves que, por más bellos que sean, no dejan de sentirse como espacios de reflexión entre cada sesión de catarsis. “Djennaration” es casi un universo en sí mismo, la más compleja heterogeneidad en la unidad. Es inevitable usar el adjetivo “progresivo” en relación a lo ejecutado por Liturgy. “Caela” hace aparecer los riffs trabados, casi combinando aires del groove metal de los 90’s con el djent, que serán objeto de indagación en muchos tramos del álbum. “Haelegen II” es casi una maniobra de resucitación, en la que se insuflan corrientes emotivamente abrasantes. “Ananon” impresiona como una suerte de caos controlado que logra condensarse para luego volver a expandirse. “93696” impacta con una batería y unos riffs de tremenda magnificencia: muy probablemente sea la canción con los lapsos más “accesibles” para la audiencia metalera en general, pues casi obligan a sacudir la cabeza, aunque termine en un clímax metafísico. “Antigone II” adquiere la intensidad de un éxtasis religioso, hay que decirlo, y también incluye martillazos de la guitarra que dan en el clavo oxidado que gran parte del público busca que perfore sus tímpanos.

En mi opinión “93696” está entre lo mejor que he escuchado en el campo del black metal avant-garde, e incluso, de la música contemporánea que suena por fuera de los “circuitos académicos”. Si se abandonan los prejuicios acerca de las hordas seguidoras de lo extremo, es un disco que puede ser gozado por las mentes ávidas de forzar los límites y animarse a probar la otredad, lo diferente. Para quienes ya conocen a Liturgy, se trata de un álbum que resume su existencia de manera cabal.

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Liturgy
93696 (2023)
Thrill Jockey Records

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Sovereignty
1 Daily Bread
2 Djennaration
3 Caela
4 Angel of Sovereignty
Hierarchy
5 Haelegen II
6 Before I Knew the Truth
7 Angel of Hierarchy
8 Red Crown II
Emancipation
9 Angel of Emancipation
10 Ananon
11 93696
Individuation
12 Haelegen II (Reprise)
13 Angel of Individuation
14 Antigone II
15 Immortal Life II




Liturgy es el proyecto de Haela Ravenna Hunt-Hendrix, una mujer de Nueva York que, a lo largo de los años, ha atravesado una transición, una metamorfosis, en los sentidos más profundos posibles, abarcando desde el género y lo corporal, hasta lo espiritual, haciendo siempre de la música el elemento casi alquímico para catalizar este proceso. Su “black metal trascendental” da cuenta de una búsqueda interior que la llevó a desarrollar un estilo sumamente vanguardista, a la vez que a crear una teología propia, basada en una interpretación personal del cristianismo. Su arte emerge justo allí, en una intersección ritual, mística. El sonido es un instrumento para la transformación más esencial del ser. Hunt-Hendrix sigue construyendo un sistema de pensamiento propio, entramando aspectos de las Sagradas Escrituras, con aportes que abarcan desde el psicoanálisis hasta el marxismo, pasando por la numerología y varios autores posmodernos. La teorización alcanza a la música como tal, llegando a elaborar una suerte de tratado en el que caracteriza a su black metal, introduciendo conceptos tales como el de “burst-beat” (en lugar del típico blast-beat), solo por mencionar una de las cuestiones que aborda.  Cabe señalar que Hunt-Hendrix también manifiesta su visión mediante las artes plásticas.

93696 es una obra excepcional que despliega algo que ya se venía anunciando desde el EP que lo precedió, As the Blood of God Bursts the Veins of Time (2022), pero si nos remontamos más atrás, podemos considerar que nos encontramos ante una síntesis de componentes que fueron surgiendo en distintos momentos del recorrido de la discografía de Liturgy: los trémolos vertiginosos de Renihilation (2009), los riffs de Aesthethica (2011), las “rayaduras de disco” de The Ark Work (2015) y los rasgos sinfónicos de H.A.Q.Q. (2019) y Origin of the Alimonies (2020).

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No se puede decir que lo hecho por esta banda sea “experimental” en el sentido usual que se le da al término dentro de la música pesada, o sea, algo que se distancia, en mayor o menor medida, de lo habitual dentro del estilo. Es experimental de un modo profundo, es decir, pensando en la música como arte de la forma más amplia posible. Si bien se puede afirmar que hablamos de black metal, nos encontramos en terreno que me animo a llamar propio de la música contemporánea, incluso en sus manifestaciones más “cultas”. Es por esto que, así como podemos comparar el arte de Liturgy con lo generado por otras bandas tales como Deathspell Omega, Blut Aus NordDødheimsgard o Scarcity, solo por nombrar algunas, también valen las referencias a compositores como György LigetiKrzysztof Penderecki, Arvo Pärt, Iannis Xenakis o Karlheinz Stockhausen. Más aún: también a artistas más del lado “rockero” de la experimentación, como Pink Floyd o King Crimson, o del lado más “pop”, tales como Diamanda Galás, Massive Attack o Björk.

Realmente sería un despropósito intentar hacer una descripción de cada track en esta obra integral de una hora y veintidós minutos, contenida en dos discos. Es más sensato señalar algunas líneas transversales, los pilares que sostienen el templo sonoro. Podemos comenzar por las voces: abundan los coros, en ocasiones “angelicales”, o recitados de cadencia oratoria, pero predomina la voz de Hunt-Hendrix, con cualidades de alarido orgásmico. La variedad de recursos que emplean la batería, el bajo y las guitarras es exorbitante y es que pretenden ser enérgicos, dinámicos, fluctuantes, palpitantes.

La composición explora, con medidas equivalentes de brutalidad y delicadeza, las armonías más cautivantes, las disonancias más atractivas, los motivos más encantadoramente diversos, las más acertadas repeticiones con modificaciones sutiles de evidente intención hipnótica, inductoras de un trance. Hay una profusa orquestación: aparecen instrumentos de percusión melódica, glockenspiel, piano, órgano, flautas, ocarinas, contrabajos, violonchelos… Se suceden pasajes gloriosos, de ímpetu épico, con otros de misterio minimalista. En ocasiones la música parece estar manipulada por un DJ que la eleva a la segunda potencia.

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Hay varios tracks breves que, por más bellos que sean, no dejan de sentirse como espacios de reflexión entre cada sesión de catarsis. “Djennaration” es casi un universo en sí mismo, la más compleja heterogeneidad en la unidad. Es inevitable usar el adjetivo “progresivo” en relación a lo ejecutado por Liturgy. “Caela” hace aparecer los riffs trabados, casi combinando aires del groove metal de los 90’s con el djent, que serán objeto de indagación en muchos tramos del álbum. “Haelegen II” es casi una maniobra de resucitación, en la que se insuflan corrientes emotivamente abrasantes. “Ananon” impresiona como una suerte de caos controlado que logra condensarse para luego volver a expandirse. “93696” impacta con una batería y unos riffs de tremenda magnificencia: muy probablemente sea la canción con los lapsos más “accesibles” para la audiencia metalera en general, pues casi obligan a sacudir la cabeza, aunque termine en un clímax metafísico. “Antigone II” adquiere la intensidad de un éxtasis religioso, hay que decirlo, y también incluye martillazos de la guitarra que dan en el clavo oxidado que gran parte del público busca que perfore sus tímpanos.

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