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Machine Girl en Buenos Aires: “Violencia digital”
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La idea de estar sacando el “rock” del “punk rock” es una tradición que se remonta a los orígenes mismos del punk: ¿qué sería más “punk” que alejarse directamente del rock? Una banda como Suicide, que era apenas un dúo de teclados y baterías programadas, es considerada de las pioneras del punk, y en los setentas gente como Throbbing Gristle y Nurse With Wound estaba llevando a nuevos límites lo que se podía considerar “música”, algo que terminaría siendo extremadamente influyente en las décadas posteriores. Es dentro de esa tradición que entra algo como Machine Girl.

Machine Girl comenzó como un proyecto en solitario de Matt Stephenson, quien grabó el debut WLFGRL (2014) en solitario, pero más tarde pasó a ser un dúo con la suma del baterista Sean Kelly. La idea de un grupo usando teclados y samples para hacer su música siempre ha sido una espina entre el público más tradicionalista, pero es innegable que Machine Girl se ha establecido como una de las apariciones más explosivas de la música pesada en la última década. 

De la misma manera que el rock alternativo expresara la alienación sentida por la Generación X, Machine Girl parece haber capturado de manera perfecta en su música el ambiente de pesadilla virtual tanto de la generación millennial que recuerda los años de la Internet salvaje de principios del nuevo siglo como de una Generación Z para los que las redes sociales y el tener una computadora siempre en la mano son algo de toda la vida.

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Es por eso que el anuncio de que Machine Girl daría en 2025 su primera gira por Sudamérica, como parte de la presentación de su sexto álbum MG Ultra, causó una cantidad enorme de expectativa: para muchos, no parecía de las bandas que uno fuera a ver en vivo nunca por estos lares. Pero ya estaba confirmado, y es así que el domingo 27 de abril las puertas de Uniclub se abrieron para dar la bienvenida a las hordas de fanáticos dispuestos a someterse a la violencia digital.

A las 20:00 apenas se podía caminar por Uniclub, con el recinto de Guardia Vieja 3360 estando casi copado en su capacidad cuando todavía faltaba que saliera la banda telonera. La tarea de abrir la noche estaría a cargo de K4, rapero perteneciente a la llamada “RIPGANG”, una crew que también incluye a gente como Dillom, Muerejoven e Ill Quentin. Con un DJ con una mesa de mezclas cubierta con un logo simple por un lado y con K4 vistiendo unos pantalones con flecos brillantes, que mi compañero Fisu comparó con algo salido de una murga, por el otro, el set comenzó con la primera ola de ritmos distorsionados.

Mentiría si dijera que entiendo todo lo que grita y rapea K4 al micrófono (si es que entiendo alguna palabra), pero la energía que le mete a su performance es contagiosa incluso para alguien que no está súper metido en esa escena. Moviéndose por las tablas de Uniclub, comunicándose con el público, golpeando el micrófono contra el retorno, parecía que en cualquier momento todo arriba del escenario se iba a romper con la manera en la que K4 daba su presentación. 

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Mientras tanto, las pantallas mostraban imágenes distorsionadas, de vez en cuando convirtiéndose en el nombre del rapero, aunque creo que “rapero” es una manera bastante limitada de describirlo: muchas veces las cosas parecen estar más cerca del hardcore punk más allá de los beats electrónicos que suenan de fondo. Más tarde tuvimos la aparición de La Piba Berreta, cantante que los indie / punks Los Rusos Hijos de Puta que ha colaborado con K4 tanto en estudio como en vivo. La presencia de LPB es llamativa, con su vestimenta como de bailarina de teatro de revista e intercambiando gestos con K4 mientras cantaban. Fue una experiencia particular pero positiva, claramente demostrando que hay mucho en la escena nacional si tenemos el valor de explorar por fuera de lo más obvio, y la tremenda respuesta del público en cada canción es prueba de ello.

Durante la espera posterior a la presentación de K4, tuvimos incluso más gente sumándose a un Uniclub que ya había llegado a niveles Obituary o Discharge, otras bandas que tuve la fortuna de ver ahí, de público apretado, y hasta diría que cada vez que se habría la puerta y entraba el aire frío de afuera era todo un alivio. Durante la noche pudimos ver al menos tres ocasiones en las que la gente de seguridad tuvo que sacar a alguno del público por alguna emergencia, al menos de las veces que pude presenciar. 

Mientras tanto, de fondo sonaba música electrónica como para ponernos en ambiente, y hubo un momento memorable donde la gente se puso a cantar al unísono el “I watched a change in you!” de “Change (In the House of Flies)” de Deftones. Hablando del público, era un rejunte variopinto: una mezcla de góticos, emos, visitantes de la Bond Street de los 2000s, otakus (un aplauso a la chica que se puso a hacer el Caramelldansen, con las manos haciendo las orejas de gato), alternativos, hipsters y demás.

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A las 21:30 en punto y ya con todo preparado detrás de las telas, pudimos escuchar los primeros sonidos de la batería y se corrió el telón para dar inicio al set principal de la noche. En batería podíamos ver al implacable Sean Kelly, con la intimidante tarea de tener que ir palmo a palmo con los beats programados de las canciones de Machine Girl. En el costado derecho se encontraba Lucy Caputi, la única girl en Machine Girl y guitarrista en vivo que se encargará de agregarle algo de distorsión valvular a la frialdad digital. Y a lo último pudimos ver a Matt Stephenson, la mente detrás de este proyecto, completando el trío para no perder más tiempo y dar rienda suelta al sample con el arranca “…BECAUSE I’M YOUNG ARROGANT AND HATE EVERYTHING YOU STAND FOR” (todo en mayúsculas), la primera explosión de violencia por parte del grupo estadounidense.

Desde el primer segundo el público se volvió completamente loco, con la gente bailando como se pudiera al ritmo de estos kicks  y teclados distorsionados mezclados con el sonido de la guitarra, sobre las cuales Stephenson grita dejando las cuerdas vocales y los pulmones en cada línea. Lo que pasaba arriba del escenario parecía caótico, con las luces estroboscópicas y los videos en las pantallas a los lados mientras Stephenson hacía cosas como colgarse de los parlantes a los lados o refrescarse con alguna botellita antes de tirarle el resto del contenido a la gente de la primera fila y luego tirar la botella al público para que alguno buscara atraparla para quedársela como recuerdo. También hay que mencionar la cantidad de veces que Stephenson se lanzó al público, un ritual rockero que espero que nunca desaparezca.

Pero está claro que todo estaba controlado, que es todo parte del plan: de vez en cuando podíamos escuchar a Stephenson entre canciones bromeando con la gente acerca de la cantidad de canciones que Machine Girl iba a estar tocando, y el contraste entre su voz gritada y la manera casi tímida con la que hablaba era fuerte. Y la gente recibió cada uno de sus gestos con brazos abiertos, mientras iban pasando cada una de los rejuntes samples de películas, series de animé, baterías de hip hop y punk y letras abstractas exclamadas a grito pelado que constituyen gran parte de las canciones del grupo, con títulos como “The Fortress [The Blood Inside…]”, “DUMBASS!!!”, “Ionic Funk (20XXX Battle Music)”, “ATHOTH A GO!! GO!!!”, “Xleepy”, “BITTEN TWICE” y demás particularidades. En medio de una de las canciones, Stephenson se tomó unos segundos para firmar un CD que le estaba acercando una de la primera fila, con marcador y todo. 

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Puede que parezca que estoy criticando de manera negativa lo hecho por Machine Girl, pera nada podría estar más lejos de la realidad: lo hecho por estos tres músicos es destacable en la manera de llevar los sonidos electrónicos a la suciedad del punk, o adaptar el punk a los sonidos fríos y calculados de la electrónica. Y de vez en cuando podemos ver cómo Stephenson se cuelga el bajo y completa la formación rockera de Machine Girl para un par de canciones, aunque con los ritmos programados de su pequeño secuenciador siempre presentes: un Nine Inch Nails para la generación de los 2000s.

“Schizodipshit” y “Psychic Attack” fueron las dos últimas del set principal, dos tracks espectaculares de MG Ultra que parecen una cruza de la banda sonora de Einhänder, gran juego de la PS1, con el horror sonoro de Cruelty Squad. Machine Girl se retiraron del escenario por un par de minutos, pero obviamente la cosa no iba a terminar ahí y los tuvimos de vuelta para los bises, otra gran tradición rockera. Matt Stephenson agradeció a K4 por abrir la noche y prometió a la gente que iban a tocar como 50000 canciones, suficiente como para que se quedaran a vivir tocando para siempre en Uniclub, pero creo que la gente también estuvo más que feliz con las dos con las que cerraron. 

Estas fueron “Black Glass”, canción de su EP SUPER FREQ, y “Batsu Forever” de U-Void Synthesizer, dos de las más breakbeat, e incluso más “accesibles”, que sonaron en Uniclub, casi como un respiro después de tener los oídos atacados durante los 70 minutos anteriores. Pero incluso con sus ritmos más bailables y sus melodías más marcadas era imposible no sentir un atmósfera un tanto perversa en ellas, como una visión casi distópica de estar jugando Unreal Tournament 2004 en un cyber en 2006 mientras el volumen de los parlantes te dejaba un silbido en los oídos que nunca pudiste sacarte, o de andar viendo capítulos de animé divididos en tres partes en Youtube.

Es así que cerró su presentación Machine Girl, con un par de saludos y la gente apresurándose para salir a tomar un respiro y ver si podían manguear la lista de canciones o algún otro souvenir por parte de la banda. Habiendo tenido el Uniclub atestado y a la gente coreando el nombre de la banda siguiendo las tradiciones inmortales de público argentino, espero que esto anime a más productores a apostar a traer a Machine Girl y bandas similares al país, tal vez en un escenario más cómodo y que dé más espacio a la gente, porque ciertamente se lo merece.

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Machine Girl en Buenos Aires: “Violencia digital”
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La idea de estar sacando el “rock” del “punk rock” es una tradición que se remonta a los orígenes mismos del punk: ¿qué sería más “punk” que alejarse directamente del rock? Una banda como Suicide, que era apenas un dúo de teclados y baterías programadas, es considerada de las pioneras del punk, y en los setentas gente como Throbbing Gristle y Nurse With Wound estaba llevando a nuevos límites lo que se podía considerar “música”, algo que terminaría siendo extremadamente influyente en las décadas posteriores. Es dentro de esa tradición que entra algo como Machine Girl.

Machine Girl comenzó como un proyecto en solitario de Matt Stephenson, quien grabó el debut WLFGRL (2014) en solitario, pero más tarde pasó a ser un dúo con la suma del baterista Sean Kelly. La idea de un grupo usando teclados y samples para hacer su música siempre ha sido una espina entre el público más tradicionalista, pero es innegable que Machine Girl se ha establecido como una de las apariciones más explosivas de la música pesada en la última década. 

De la misma manera que el rock alternativo expresara la alienación sentida por la Generación X, Machine Girl parece haber capturado de manera perfecta en su música el ambiente de pesadilla virtual tanto de la generación millennial que recuerda los años de la Internet salvaje de principios del nuevo siglo como de una Generación Z para los que las redes sociales y el tener una computadora siempre en la mano son algo de toda la vida.

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A las 20:00 apenas se podía caminar por Uniclub, con el recinto de Guardia Vieja 3360 estando casi copado en su capacidad cuando todavía faltaba que saliera la banda telonera. La tarea de abrir la noche estaría a cargo de K4, rapero perteneciente a la llamada “RIPGANG”, una crew que también incluye a gente como Dillom, Muerejoven e Ill Quentin. Con un DJ con una mesa de mezclas cubierta con un logo simple por un lado y con K4 vistiendo unos pantalones con flecos brillantes, que mi compañero Fisu comparó con algo salido de una murga, por el otro, el set comenzó con la primera ola de ritmos distorsionados.

Mentiría si dijera que entiendo todo lo que grita y rapea K4 al micrófono (si es que entiendo alguna palabra), pero la energía que le mete a su performance es contagiosa incluso para alguien que no está súper metido en esa escena. Moviéndose por las tablas de Uniclub, comunicándose con el público, golpeando el micrófono contra el retorno, parecía que en cualquier momento todo arriba del escenario se iba a romper con la manera en la que K4 daba su presentación. 

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Durante la espera posterior a la presentación de K4, tuvimos incluso más gente sumándose a un Uniclub que ya había llegado a niveles Obituary o Discharge, otras bandas que tuve la fortuna de ver ahí, de público apretado, y hasta diría que cada vez que se habría la puerta y entraba el aire frío de afuera era todo un alivio. Durante la noche pudimos ver al menos tres ocasiones en las que la gente de seguridad tuvo que sacar a alguno del público por alguna emergencia, al menos de las veces que pude presenciar. 

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Pero está claro que todo estaba controlado, que es todo parte del plan: de vez en cuando podíamos escuchar a Stephenson entre canciones bromeando con la gente acerca de la cantidad de canciones que Machine Girl iba a estar tocando, y el contraste entre su voz gritada y la manera casi tímida con la que hablaba era fuerte. Y la gente recibió cada uno de sus gestos con brazos abiertos, mientras iban pasando cada una de los rejuntes samples de películas, series de animé, baterías de hip hop y punk y letras abstractas exclamadas a grito pelado que constituyen gran parte de las canciones del grupo, con títulos como “The Fortress [The Blood Inside…]”, “DUMBASS!!!”, “Ionic Funk (20XXX Battle Music)”, “ATHOTH A GO!! GO!!!”, “Xleepy”, “BITTEN TWICE” y demás particularidades. En medio de una de las canciones, Stephenson se tomó unos segundos para firmar un CD que le estaba acercando una de la primera fila, con marcador y todo. 

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