Los alemanes Mystic Circle se pueden considerar viejos lobos del black metal germano, habiéndose formado en 1992 en la ciudad de Ludwigshafen. Liderados por el cantante y bajista Graf von Beelzebub, el grupo anunció en 2021 su vuelta luego de 14 años, editando su regreso simplemente titulado Mystic Circle el 4 de febrero a través de Atomic Fire Records.

Antes de meternos de lleno en este octavo álbum de Mystic Circle, es necesario mencionar algunos puntos importantes acerca de la historia de la banda. Como con casi cualquier grupo de black metal, la carrera de Mystic Circle tiene sus altibajos y baches en el camino, pero estos van más allá de crímenes o recambio de miembros, algo de lo que el grupo tiene bastante para contar en el segundo aspecto. Durante su primera etapa, Mystic Circle se podían considerar de las bandas más controversiales de la escena del black metal alemán: además de tener una imagen un tanto ridícula, es conocida tanto su pelea con Kanwulf, de los igualmente controversiales Nargaroth, como su infame entrevista con Thor Wanzek de la revista Legacy, que no ayudó a cambiar esa percepción.

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Claro está que Mystic Circle no es la primera banda que no logra ganarse del todo el respeto de sus pares blackmetaleros por no lograr esa imagen “kvlt”, quedando con una estética casi payasesca que no estaba muy lejos del video de “The Call of the Wintermoon” de Immortal. Sin embargo, a todo esto se le sumaron las acusaciones de subirse a las modas y de no tener un sonido propio, con muchos comentaristas opinando que el cambio a un sonido más melódico a mediados de los noventas se hizo para aprovecharse del éxito de Cradle of Filth. Si ya sabemos lo que suelen decir los puristas del black metal acerca de los británicos y la manera en la que lograron rozar el mainstream, es de imaginarse lo que tendrán para decir a aquellos que simplemente siguen su camino.

A pesar de todo esto, puedo decir que Mystic Circle tienen un par de álbumes más que decentes en su catálogo, como Drachenblut (1998), Infernal Satanic Verses (1999) y Damien (2002), que indican que al menos entienden qué es lo que hace que este black melódico de teclados de película de terror gótico tenga su encanto. Pero ya para el 2007 la fórmula estaba bastante agotada, lo que debe haber motivado la salida de su líder y el anuncio de la pausa poco después.

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Ya habiendo establecido esto, volvamos al presente. Esta nueva etapa en la carrera de Mystic Circle es la primera que tiene al grupo en formato de dúo, con Graf von Beelzebub acompañado por el baterista Aaarrrgon, quien fuera miembro fundador y que tocara en todos los lanzamientos de los noventas. La elección de este como único acompañante del cantante y bajista no es casualidad, siendo que en una reciente entrevista el músico dijo que quería devolver a la banda al sonido de esa época.

Escuchando este nuevo álbum, es fácil decir que las palabras del líder de Mystic Circle no eran en vano, siendo este octavo trabajo del ahora dúo destila espíritu noventoso por cada poro. Ya “Belial Is My Name” arranca con una corta introducción de voces terroríficas antes de apretar el acelerador y escupir melodías blackmetaleras a diestra y siniestra, con blast beats combinados con riffs que le escapan a la simplicidad purista del género. A todo esto se le suman las voces monstruosas de Graf, que no son un mar de originalidad y lejos están de tener la personalidad de un Dani Filth, pero sirven su propósito para la temática demoníaca. Lo de la originalidad también se puede decir de la música, pero es algo que funciona de todas maneras.

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Dicho esto, no creo que Mystic Circle sea un álbum que amerite un análisis de cada canción de manera individual. Es bastante seguro decir que el lector puede dilucidar el estilo de todas las canciones si escuchó Cradle of Filth y Dissection en algún momento de su vida, por lo que se lo puede acusar de ser un disco bastante repetitivo en cuanto a sus decisiones estilísticas, por ponerlo de una manera elegante. Blast beats, riffs melódicos, colchones de teclados y voces entre guturales y gritadas, todas estas son etiquetas que se podrían usar para hablar de cada uno de sus ocho tracks. Pero esta falta de variantes en la fórmula no significa que el disco no agrade: todos estos recursos tienen un público y un atractivo, y si Mystic Circle repiten una y otra vez la misma canción, al menos se aseguran de que no sea una canción aburrida.

Además, hay algunas composiciones con características más propias. “The Arrival of Baphomet” tiene una introducción de teclados símil coro, con una melodía sencilla pero efectiva que se repite en los versos, además de un break en el puente con algo de bajo, y “Hell Demon Rising” tiene unos arreglos interesantes de batería que no se suelen ver mucho en el black metal, además de un final que parece salida de una película de terror. Y si se puede agregar una más, “Letters from the Devil” tiene una buena introducción de teclados, que se salen de su papel de colchones para tener un momento de protagonismo.

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Así que sí, Mystic Circle no es un lanzamiento como para alguien que no esté ya súper metido en este estilo. Es un disco que lleva sus influencias a flor de piel, al igual que sus clichés: lejos de la poesía gótica clásica de Cradle of Filth, Mystic Circle optan por el método más clásico del black metal cuadrado de mencionar a Satanás la mayor cantidad de veces posibles. Cuando menciono las películas de terror como una influencia, es más de esas películas Clase B que cualquier obra de verdad respetada y distinguida del séptimo arte.

Sin embargo, el álbum tiene su encanto. Como una de esas películas de bajo presupuesto, Mystic Circle convierten sus limitaciones en una estética, y saben cuál es el atractivo detrás de esos clichés tan repetidos. Así que si el lector tiene estómago para los clichés del black metal y tiene un hambre por la variante más melódica del género que no necesite saciarse con el plato más gourmet del mundo, no perderá nada dándole una oportunidad al álbum, aunque sea para pasar el rato.