


Fotos de Gabriela Braguzzi
Todos sabemos lo complicado que es hacerse un nombre y apellido dentro de la escena nacional. Parece sencillo: formar una banda, componer unos temas, que el público te ame, y luego empezar a llenar salas y sitios. Pero la realidad dista mucho de eso.
Lograr el éxito y prestigio, requiere años de trabajo, giras, discos y un compromiso muy grande que excede incluso, la pasión y amor que pueda tener uno por la música. Hermética, V8, Almafuerte, Malón, Horcas. Todos conocemos esos nombres. Son los bastiones del Metal argentino. Gusten más o gusten menos, son grupos que supieron tener una carrera exitosa y mantenerse vigentes a lo largo de los años en el inconsciente colectivo del púbico metalero argentino. Es imposible escuchar Heavy metal Nacional y no haber escuchado algo de estas bandas.
Es por eso, que ver como un grupo como Presto Vivace haya podido festejar sus 30 años de carrera, el pasado sábado 29 de noviembre en la Sala Caras y Caretas, no es un hito menor.
Y es que la banda liderada por Marcelo Pérez Scneider, le regaló a su gente una noche muy especial de ni más ni menos que dos horas y media, en dónde desplegaron todo su talento y virtuosísimo, trajeron grandes invitados y demostraron porque son el máximo referente dentro de la escena progresiva del país.
Pero para poder llegar a esa sentencia, es necesario hacer un pequeño recorrido de lo que sucedió esa noche, ya que todo arrancó relativamente temprano, pasadas las 21 horas. No hubo acto soporte y en su lugar, el show arrancó primero con un breve vídeo que recorrió la historia de la banda a lo largo de los años, mostrando las distintas alineaciones y etapas que atravesó el grupo.
Tras esta pequeña introducción que sirvió para poner en ambiente a la gente de la sala, las se fueron apagando para que hagan acto de presencia en el escenario los músicos, Martín de Pas en la batería, Luciano Pérez Schneider en la guitarra y el alienígena que lidera esta nave técnica espacial de otro planeta llamada Presto Vivace, Marcelo Pérez Schneider, quién con su bajo de 5 cuerdas, fue el principal protagonista y foco de atención de la noche.
Luego de un cálido y entusiasmado recibimiento, los tres músicos no tardaron en colgarse sus instrumentos, y en hacernos saber a qué habíamos ido: a presenciar un acto de destreza técnica sin igual. Y que mejor forma de hacerlo, que con el tema que abre su último disco, “La Adveniza” de Inmanencia (2023).
Un tema de 13 minutos con muchos segmentos y pasajes, en dónde ninguno de los 3 se guardó nada e hicieron gala de todas sus habilidades y recursos técnicos que poseen cada uno. Sin embargo, faltaba una estrella más sobre el escenario, ni más ni menos que la persona da voz a la banda, Brunella Bolocco Boye, o simplemente Brunella. En medio del despliegue instrumental a cargo del escenario, la cantante irrumpió en escena con su cautivadora pero potente voz. El tema fue una declaración de principios del sonido actual del grupo y una reafirmación del rumbo musical por el que apuesta Marcelo, con muchos segmentos dando rienda suelta a su bajo y a la guitarra de Luciano. Todo esto, con una impronta moderna y pesada.
“Otra Nada” con sus para nada escasos 15 minutos de duración, fue la siguiente en sonar y lo único que hizo fue elevar aún más la magnitud y capacidad técnica de cada uno de los integrantes. Y es que uno no descubre nada al afirmar que los cuatro miembros son superdotados en lo suyo. Pero el nivel de perfeccionismo instrumental y vocal desplegados en este tema y el que le siguió, “Laberintos Hacia el Infinito” confirmó al público que estaba ante la presencia de cuatro monstruos llevando la escala musical del metal progresivo a un siguiente nivel.
Sin embargo, el momento estelar de la noche claramente ocurrió a mitad del show, cuando al terminar de interpretar “Niño Putrefacto”, Brunella agarra el micrófono y con mucha alegría le comunicó al público su agradecimiento por venir, felicitó a Marcelo por su trayectoria y legado, y con una tímida sonrisa, dijo: “Ahora, los dejó con el alienígena”. Ni más ni menos, que con Marcelo en escena.
Y lo que ocurrió, fue lo que se podría denominar un momento de éxtasis auditivo para los más melómanos y apasionados por lo técnico y sonidos más vanguardistas. Sentado sobre un bafle, el bajista apoyó su instrumento sobre sus piernas e interpretó un solo de una forma muy especial. Comenzó a tocar el bajo como si se tratase de un piano, apretando las cuerdas como si fueran teclas. Y dándole pequeños golpes como si fuese un instrumento de percusión. Esto evidentemente, le valió los aplausos de todos en la sala, que se quedaron maravillados y cautivados por el viaje sonoro que dibujó y creo el músico. Cada nota, nos invitaba a tomar de la mano la música de Marcelo, y ser transportados más allá de los astros. Quizás, al planeta de dónde proviene él. Porque si algo nos quedó claro en ese momento, es que las palabras de Brunella eras ciertas: ¡Nos había dejado solos con un alienígena de otro mundo!
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Marcelo Pérez Schneider: “Hubo compañeros que preferian morir por la patria a rendirse”
Tras este íntimo segmento musical, llegaron las sorpresas e invitados. Porque si bien la banda celebraba sus 30 años de trayectoria, también estaba festejando los 25 años de su disco, Utopías Color Esmeralda (2000). Y que mejor forma de hacerlo, que con dos personas que estuvieron en la grabación y composición de dicho trabajo, como lo son el guitarrista, “Agustín Pinto” y el vocalista, “Gabriel Chaperón”, quienes fueron recibidos con mucha calidez y reconocimiento.
Con ellos sobre el escenario, se sintió otra dinámica grupal. Mucho más unida, más compenetrada, intercambiando gestos y miradas, y demostrando que la química que fueron cocinando a lo largo de los años, no se perdió ni tampoco desapareció, sino que de alguna forma, sigue latente.
Y los clásicos no tardaron en caer: “Wall Street”, “Más lejos, Más Cerca”, “13 Serpientes y 48 Alacranes”, “Siempre Las Mismas Palabras”. Todos a cargo de Chaperón, que con una impronta más cercana al Heavy Metal tradicional, demostró estar en un gran estado vocal.
Ya para concluir, la banda reunió a todos los músicos sobre el escenario, y entre los seis, hicieron una versión sumamente original de “Jerusalén”, flamante clásico de Rata Blanca, con Brunella y Chaperón haciendo dupla vocal. A estas alturas, más que un recital, lo que se estaba presenciando era una fiesta. Una en la que todos los músicos ya no tocaban por una cuestión de compromiso, sino que se reflejaba las ganas y alegría de poder ser parte del show.
Es en esta instancia, que Marcelo agarra el micrófono y tras unas palabras de agradecimiento al público que siempre lo acompaño y banco, también dedica unos minutos para nombrar a todas las personas que fueron parte en algún momento de Presto Vivace, haciendo más emotivo y sincero el discurso.
“La Dictadura de las Máquinas” y “Solo por Hoy” fueron las piezas con las que Presto Vivace se despidió en una noche inolvidable. Tanto para ellos, como para la gente que asistió al show y pudo ser testigo de un espectáculo sonoro que los dejó atónitos y alegres. Y es que no todos los días una banda celebra 30 años de carrera con un repertorio variado, de más de dos horas, con miembros pasados como invitados, y con el nivel de dominio y maestría que ofrecieron Marcelo y compañía. Porque si bien el alienígena podrá ser él, sin el resto hoy capaz Presto Vivace no tendría el nombre y apellido que tienen: El del máximo exponente del Metal Progresivo nacional. Lo cual, no es poca cosa.
Agradecemos a Icarus Music y Anubis Producciones por la invitación, acreditación y, como no, realización del evento.



Fotos de Gabriela Braguzzi
Todos sabemos lo complicado que es hacerse un nombre y apellido dentro de la escena nacional. Parece sencillo: formar una banda, componer unos temas, que el público te ame, y luego empezar a llenar salas y sitios. Pero la realidad dista mucho de eso.
Lograr el éxito y prestigio, requiere años de trabajo, giras, discos y un compromiso muy grande que excede incluso, la pasión y amor que pueda tener uno por la música. Hermética, V8, Almafuerte, Malón, Horcas. Todos conocemos esos nombres. Son los bastiones del Metal argentino. Gusten más o gusten menos, son grupos que supieron tener una carrera exitosa y mantenerse vigentes a lo largo de los años en el inconsciente colectivo del púbico metalero argentino. Es imposible escuchar Heavy metal Nacional y no haber escuchado algo de estas bandas.
Es por eso, que ver como un grupo como Presto Vivace haya podido festejar sus 30 años de carrera, el pasado sábado 29 de noviembre en la Sala Caras y Caretas, no es un hito menor.
Y es que la banda liderada por Marcelo Pérez Scneider, le regaló a su gente una noche muy especial de ni más ni menos que dos horas y media, en dónde desplegaron todo su talento y virtuosísimo, trajeron grandes invitados y demostraron porque son el máximo referente dentro de la escena progresiva del país.
Pero para poder llegar a esa sentencia, es necesario hacer un pequeño recorrido de lo que sucedió esa noche, ya que todo arrancó relativamente temprano, pasadas las 21 horas. No hubo acto soporte y en su lugar, el show arrancó primero con un breve vídeo que recorrió la historia de la banda a lo largo de los años, mostrando las distintas alineaciones y etapas que atravesó el grupo.
Tras esta pequeña introducción que sirvió para poner en ambiente a la gente de la sala, las se fueron apagando para que hagan acto de presencia en el escenario los músicos, Martín de Pas en la batería, Luciano Pérez Schneider en la guitarra y el alienígena que lidera esta nave técnica espacial de otro planeta llamada Presto Vivace, Marcelo Pérez Schneider, quién con su bajo de 5 cuerdas, fue el principal protagonista y foco de atención de la noche.
Luego de un cálido y entusiasmado recibimiento, los tres músicos no tardaron en colgarse sus instrumentos, y en hacernos saber a qué habíamos ido: a presenciar un acto de destreza técnica sin igual. Y que mejor forma de hacerlo, que con el tema que abre su último disco, “La Adveniza” de Inmanencia (2023).
Un tema de 13 minutos con muchos segmentos y pasajes, en dónde ninguno de los 3 se guardó nada e hicieron gala de todas sus habilidades y recursos técnicos que poseen cada uno. Sin embargo, faltaba una estrella más sobre el escenario, ni más ni menos que la persona da voz a la banda, Brunella Bolocco Boye, o simplemente Brunella. En medio del despliegue instrumental a cargo del escenario, la cantante irrumpió en escena con su cautivadora pero potente voz. El tema fue una declaración de principios del sonido actual del grupo y una reafirmación del rumbo musical por el que apuesta Marcelo, con muchos segmentos dando rienda suelta a su bajo y a la guitarra de Luciano. Todo esto, con una impronta moderna y pesada.
“Otra Nada” con sus para nada escasos 15 minutos de duración, fue la siguiente en sonar y lo único que hizo fue elevar aún más la magnitud y capacidad técnica de cada uno de los integrantes. Y es que uno no descubre nada al afirmar que los cuatro miembros son superdotados en lo suyo. Pero el nivel de perfeccionismo instrumental y vocal desplegados en este tema y el que le siguió, “Laberintos Hacia el Infinito” confirmó al público que estaba ante la presencia de cuatro monstruos llevando la escala musical del metal progresivo a un siguiente nivel.
Sin embargo, el momento estelar de la noche claramente ocurrió a mitad del show, cuando al terminar de interpretar “Niño Putrefacto”, Brunella agarra el micrófono y con mucha alegría le comunicó al público su agradecimiento por venir, felicitó a Marcelo por su trayectoria y legado, y con una tímida sonrisa, dijo: “Ahora, los dejó con el alienígena”. Ni más ni menos, que con Marcelo en escena.
Y lo que ocurrió, fue lo que se podría denominar un momento de éxtasis auditivo para los más melómanos y apasionados por lo técnico y sonidos más vanguardistas. Sentado sobre un bafle, el bajista apoyó su instrumento sobre sus piernas e interpretó un solo de una forma muy especial. Comenzó a tocar el bajo como si se tratase de un piano, apretando las cuerdas como si fueran teclas. Y dándole pequeños golpes como si fuese un instrumento de percusión. Esto evidentemente, le valió los aplausos de todos en la sala, que se quedaron maravillados y cautivados por el viaje sonoro que dibujó y creo el músico. Cada nota, nos invitaba a tomar de la mano la música de Marcelo, y ser transportados más allá de los astros. Quizás, al planeta de dónde proviene él. Porque si algo nos quedó claro en ese momento, es que las palabras de Brunella eras ciertas: ¡Nos había dejado solos con un alienígena de otro mundo!
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Marcelo Pérez Schneider: “Hubo compañeros que preferian morir por la patria a rendirse”
Tras este íntimo segmento musical, llegaron las sorpresas e invitados. Porque si bien la banda celebraba sus 30 años de trayectoria, también estaba festejando los 25 años de su disco, Utopías Color Esmeralda (2000). Y que mejor forma de hacerlo, que con dos personas que estuvieron en la grabación y composición de dicho trabajo, como lo son el guitarrista, “Agustín Pinto” y el vocalista, “Gabriel Chaperón”, quienes fueron recibidos con mucha calidez y reconocimiento.
Con ellos sobre el escenario, se sintió otra dinámica grupal. Mucho más unida, más compenetrada, intercambiando gestos y miradas, y demostrando que la química que fueron cocinando a lo largo de los años, no se perdió ni tampoco desapareció, sino que de alguna forma, sigue latente.
Y los clásicos no tardaron en caer: “Wall Street”, “Más lejos, Más Cerca”, “13 Serpientes y 48 Alacranes”, “Siempre Las Mismas Palabras”. Todos a cargo de Chaperón, que con una impronta más cercana al Heavy Metal tradicional, demostró estar en un gran estado vocal.
Ya para concluir, la banda reunió a todos los músicos sobre el escenario, y entre los seis, hicieron una versión sumamente original de “Jerusalén”, flamante clásico de Rata Blanca, con Brunella y Chaperón haciendo dupla vocal. A estas alturas, más que un recital, lo que se estaba presenciando era una fiesta. Una en la que todos los músicos ya no tocaban por una cuestión de compromiso, sino que se reflejaba las ganas y alegría de poder ser parte del show.
Es en esta instancia, que Marcelo agarra el micrófono y tras unas palabras de agradecimiento al público que siempre lo acompaño y banco, también dedica unos minutos para nombrar a todas las personas que fueron parte en algún momento de Presto Vivace, haciendo más emotivo y sincero el discurso.
“La Dictadura de las Máquinas” y “Solo por Hoy” fueron las piezas con las que Presto Vivace se despidió en una noche inolvidable. Tanto para ellos, como para la gente que asistió al show y pudo ser testigo de un espectáculo sonoro que los dejó atónitos y alegres. Y es que no todos los días una banda celebra 30 años de carrera con un repertorio variado, de más de dos horas, con miembros pasados como invitados, y con el nivel de dominio y maestría que ofrecieron Marcelo y compañía. Porque si bien el alienígena podrá ser él, sin el resto hoy capaz Presto Vivace no tendría el nombre y apellido que tienen: El del máximo exponente del Metal Progresivo nacional. Lo cual, no es poca cosa.
Agradecemos a Icarus Music y Anubis Producciones por la invitación, acreditación y, como no, realización del evento.









