Los catalanes de Bellako tomaron el escenario principal del segundo dia del Resurrection Fest para el desayuno, como si fueran a asaltar una fortaleza. El hardcore de Mataró era una explosión de energía, un vendaval de distorsión y adrenalina que arrasó con todo a su paso. Saltos, gritos y una conexión casi eléctrica con la audiencia, Bellako convirtió el escenario en su patio de recreo, abriendo el festival con una intensidad que prometía incendiar el resto del día.
Luego, Ankor, liderados por la carismática Jessie Williams, trajeron una mezcla de metalcore, rock alternativo y una pizca de rap, condimentada con bases electrónicas. El sol comenzaba a perder su brillo, pero Ankor iluminaba el escenario con “Darkbeat” y “Stereo”, resonando con una calidad indiscutible que hacía entender por qué son tan buscados en festivales como Hellfest y Tuska. La voz de Jessie se fundía con la multitud, creando un ambiente de pura energía y ritmo.
Counterparts, debutando en tierras celtas, introdujeron una introspectiva melódica que combinaba la agresividad del hardcore con una profundidad emocional. “Love” y “Paradise and Plagues” resonaban como mantras modernos de una generación perdida en su propia furia y desesperación. El tiempo se convertía en una entidad elástica mientras las intros de Counterparts hipnotizaban, y “Monument” golpeaba los sentidos como un martillo.
Y entonces, el maestro apareció. Bruce Dickinson, la leyenda, la voz de Iron Maiden, se materializó en el escenario con una presencia que abducía a todos los presentes. Desde “Accident of Birth” hasta “Tears of The Dragon”, cada canción era un capítulo de una epopeya épica. La audiencia, guiada por Dickinson como si fueran una orquesta, movía sus manos al ritmo de su voz poderosa y llena de vida. Las notas de “Resurrection Men” se convirtieron en un himno del festival, con Dickinson dirigiendo la lluvia con “Rain On The Graves” y dejando un rastro de pura energía y gratitud con “Road To Hell”.
Bring Me The Horizon llevaron el espectáculo a otro nivel, con una producción que mezclaba láseres, pirotecnia y pantallas gigantes. Oliver Sykes, el chamán de Sheffield, canalizaba una intensidad casi sobrenatural. “DarksidE”, “MANTRA” y “AMEN!” no eran solo canciones, eran rituales que transformaban la multitud en una entidad vibrante y colectiva. El punto álgido llegó con “Drown”, cuando Sykes se unió a sus fanáticos, cámara en mano, creando un momento tan íntimo como caótico.
High On Fire irrumpieron como un trueno californiano. Matt Pike, guitarra en mano, lideraba una carga de stoner metal que se sentía como una patada en los oídos. “Burning Down” y “Turk” eran avalanchas de riffs y percusión que no daban tregua, y el monstruoso “siamés” de bajo y guitarra de Jeff Matz se destacaba como una bestia en plena batalla. La batería de Cody Willis marcaba el ritmo de esta tormenta sonora que dejó a los sensibles amantes de la radio en estado de shock.
Lendakaris Muertos, con su irreverencia punk del País Vasco, no dejaron títere con cabeza. Aitor Ibarretxe, el bufón y poeta, desgranaba su sátira afilada mientras la multitud se unía en un pogo frenético. “Cómeme la Franja de Gaza” y “El 4K Se Llevó a Mi Chica” eran gritos de batalla, mientras “ETA Deja Alguna Discoteca” convertía el escenario en un campo de caos organizado. La energía no decayó ni un segundo, con “Veteranos de la Kale Borroka” llevando el punk a nuevas alturas de anarquía y camaradería.
Mientras tanto, en el Ritual Stage, Fallen At Dawn inauguraba la jornada con un metalcore joven y vibrante, aunque su tiempo fue breve y apenas dejó una marca. Sanguisugabogg, desde Ohio, traían un brutal death técnico que se sentía como un rompecabezas sonoro, cada pieza un golpe certero de brutalidad. Urne, con su metal progresivo, transformaba el escenario en un templo de complejidad y emoción, mientras Delain, liderados por Diana Leah, ofrecían un espectáculo de metal sinfónico que era pura teatralidad y elegancia.
Crypta, las amazonas del death metal brasileño, cerraban el día en el Ritual Stage con una brutalidad exquisita. Fernanda Lira y su banda demostraron que el talento y la energía del metal femenino están más vivos que nunca, con “Aftermath” y “Trial of Traitors” destacándose como verdaderas joyas de agresividad y técnica.
Ihsahn, la leyenda del black metal noruego, nos transportaba a paisajes sonoros épicos y oscuros. Cada canción, desde “The Promethean Spark” hasta “A Taste of The Ambrosia”, era un viaje a través de los bosques nórdicos y las profundidades de la mente humana, con una técnica de guitarra que bordeaba lo divino.
En el Chaos Stage, Aneuma de Asturias, con su potente death metal, comenzaron el día con un pedido de matrimonio sorpresa desde las primeras filas. Pest Control y su thrash comprimido inyectaban una dosis temprana de adrenalina, mientras Son de Aguirre & Scila mezclaban rap y metal en un acto de protesta y lucha social. Death Before Dishonor y Scowl mantenían la intensidad con hardcore y punk rabioso, mientras Bob Vylan rompía esquemas con una mezcla explosiva de punk, rap y grime, dejando al público en un estado de euforia total.
En el Desert Chaos, La Excavadora y The Lizards, con su herencia punk rock, cerraban la noche con una intensidad y una pasión que resonaban en cada acorde y cada grito, demostrando que el espíritu del punk sigue ardiendo con fuerza. Long Distance Calling, aunque no pudo ser visto, dejaba un vacío que promete ser llenado en una próxima oportunidad.
El día dos del Resurrection Fest en Viveiro fue un viaje a través de géneros, emociones y experiencias sonoras que se entrelazaron en una sinfonía de caos y belleza. Cada banda, cada canción, cada momento fue un recordatorio de por qué la música es una de las fuerzas más poderosas del universo.
Etiquetas: Aneuma, Ankor, Bellako, Bob Vylan, Bring Me The Horizon, Bring the noise, Bruce Dickinson, Counerparts, Crypta, Death Before Dishonor, delain, Fallen At Dawn, Galicia, High on Fire, Ihsahn, La Excavadora, Lendakaris Muertos, Pest Control, Resurrection Fest, Resurrection Fest 2024, Sanguisugabogg, Scowl, Son de Aguirre & Scila, The Lizards, Urne, Viveiro
Los catalanes de Bellako tomaron el escenario principal del segundo dia del Resurrection Fest para el desayuno, como si fueran a asaltar una fortaleza. El hardcore de Mataró era una explosión de energía, un vendaval de distorsión y adrenalina que arrasó con todo a su paso. Saltos, gritos y una conexión casi eléctrica con la audiencia, Bellako convirtió el escenario en su patio de recreo, abriendo el festival con una intensidad que prometía incendiar el resto del día.
Luego, Ankor, liderados por la carismática Jessie Williams, trajeron una mezcla de metalcore, rock alternativo y una pizca de rap, condimentada con bases electrónicas. El sol comenzaba a perder su brillo, pero Ankor iluminaba el escenario con “Darkbeat” y “Stereo”, resonando con una calidad indiscutible que hacía entender por qué son tan buscados en festivales como Hellfest y Tuska. La voz de Jessie se fundía con la multitud, creando un ambiente de pura energía y ritmo.
Counterparts, debutando en tierras celtas, introdujeron una introspectiva melódica que combinaba la agresividad del hardcore con una profundidad emocional. “Love” y “Paradise and Plagues” resonaban como mantras modernos de una generación perdida en su propia furia y desesperación. El tiempo se convertía en una entidad elástica mientras las intros de Counterparts hipnotizaban, y “Monument” golpeaba los sentidos como un martillo.
Y entonces, el maestro apareció. Bruce Dickinson, la leyenda, la voz de Iron Maiden, se materializó en el escenario con una presencia que abducía a todos los presentes. Desde “Accident of Birth” hasta “Tears of The Dragon”, cada canción era un capítulo de una epopeya épica. La audiencia, guiada por Dickinson como si fueran una orquesta, movía sus manos al ritmo de su voz poderosa y llena de vida. Las notas de “Resurrection Men” se convirtieron en un himno del festival, con Dickinson dirigiendo la lluvia con “Rain On The Graves” y dejando un rastro de pura energía y gratitud con “Road To Hell”.
Bring Me The Horizon llevaron el espectáculo a otro nivel, con una producción que mezclaba láseres, pirotecnia y pantallas gigantes. Oliver Sykes, el chamán de Sheffield, canalizaba una intensidad casi sobrenatural. “DarksidE”, “MANTRA” y “AMEN!” no eran solo canciones, eran rituales que transformaban la multitud en una entidad vibrante y colectiva. El punto álgido llegó con “Drown”, cuando Sykes se unió a sus fanáticos, cámara en mano, creando un momento tan íntimo como caótico.
High On Fire irrumpieron como un trueno californiano. Matt Pike, guitarra en mano, lideraba una carga de stoner metal que se sentía como una patada en los oídos. “Burning Down” y “Turk” eran avalanchas de riffs y percusión que no daban tregua, y el monstruoso “siamés” de bajo y guitarra de Jeff Matz se destacaba como una bestia en plena batalla. La batería de Cody Willis marcaba el ritmo de esta tormenta sonora que dejó a los sensibles amantes de la radio en estado de shock.
Lendakaris Muertos, con su irreverencia punk del País Vasco, no dejaron títere con cabeza. Aitor Ibarretxe, el bufón y poeta, desgranaba su sátira afilada mientras la multitud se unía en un pogo frenético. “Cómeme la Franja de Gaza” y “El 4K Se Llevó a Mi Chica” eran gritos de batalla, mientras “ETA Deja Alguna Discoteca” convertía el escenario en un campo de caos organizado. La energía no decayó ni un segundo, con “Veteranos de la Kale Borroka” llevando el punk a nuevas alturas de anarquía y camaradería.
Mientras tanto, en el Ritual Stage, Fallen At Dawn inauguraba la jornada con un metalcore joven y vibrante, aunque su tiempo fue breve y apenas dejó una marca. Sanguisugabogg, desde Ohio, traían un brutal death técnico que se sentía como un rompecabezas sonoro, cada pieza un golpe certero de brutalidad. Urne, con su metal progresivo, transformaba el escenario en un templo de complejidad y emoción, mientras Delain, liderados por Diana Leah, ofrecían un espectáculo de metal sinfónico que era pura teatralidad y elegancia.
Crypta, las amazonas del death metal brasileño, cerraban el día en el Ritual Stage con una brutalidad exquisita. Fernanda Lira y su banda demostraron que el talento y la energía del metal femenino están más vivos que nunca, con “Aftermath” y “Trial of Traitors” destacándose como verdaderas joyas de agresividad y técnica.
Ihsahn, la leyenda del black metal noruego, nos transportaba a paisajes sonoros épicos y oscuros. Cada canción, desde “The Promethean Spark” hasta “A Taste of The Ambrosia”, era un viaje a través de los bosques nórdicos y las profundidades de la mente humana, con una técnica de guitarra que bordeaba lo divino.
En el Chaos Stage, Aneuma de Asturias, con su potente death metal, comenzaron el día con un pedido de matrimonio sorpresa desde las primeras filas. Pest Control y su thrash comprimido inyectaban una dosis temprana de adrenalina, mientras Son de Aguirre & Scila mezclaban rap y metal en un acto de protesta y lucha social. Death Before Dishonor y Scowl mantenían la intensidad con hardcore y punk rabioso, mientras Bob Vylan rompía esquemas con una mezcla explosiva de punk, rap y grime, dejando al público en un estado de euforia total.
En el Desert Chaos, La Excavadora y The Lizards, con su herencia punk rock, cerraban la noche con una intensidad y una pasión que resonaban en cada acorde y cada grito, demostrando que el espíritu del punk sigue ardiendo con fuerza. Long Distance Calling, aunque no pudo ser visto, dejaba un vacío que promete ser llenado en una próxima oportunidad.
El día dos del Resurrection Fest en Viveiro fue un viaje a través de géneros, emociones y experiencias sonoras que se entrelazaron en una sinfonía de caos y belleza. Cada banda, cada canción, cada momento fue un recordatorio de por qué la música es una de las fuerzas más poderosas del universo.
Etiquetas: Aneuma, Ankor, Bellako, Bob Vylan, Bring Me The Horizon, Bring the noise, Bruce Dickinson, Counerparts, Crypta, Death Before Dishonor, delain, Fallen At Dawn, Galicia, High on Fire, Ihsahn, La Excavadora, Lendakaris Muertos, Pest Control, Resurrection Fest, Resurrection Fest 2024, Sanguisugabogg, Scowl, Son de Aguirre & Scila, The Lizards, Urne, Viveiro