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Sprain
The Lamb As Effigy or Three Hundred And Fifty XOXOXOS For A Spark Union With My Darling Divine (2023)
The Flenser

TRACKLIST

1. Man Proposes, God Disposes
2. Reiterations
3. Privilege of Being
4. Margin For Error
5. The Commercial Nude
6. The Reclining Nude
7. We Think So Ill of You
8. God, or Whatever You Call It

Suele suceder que cuando algún artista icónico en su estilo cae en desgracia, por lo general debido a las consecuencias de sus propias acciones, otro emerge para llenar el vacío, ocupar el nicho vacante. No importa que la influencia del predecesor sea evidente, la novedad es amplificada por cierta sensación de redención para el público decepcionado. Y en este punto, me permito hacer un aporte al eterno debate acerca de la separación entre cada persona creadora y su obra. En efecto, dicha distinción puede –y debe- hacerse, más allá de que cada trabajo surja en un contexto histórico vivido (social, cultural, económico, político) pero también psicológico (subjetividad, ideología, experiencias, etc.). No obstante, lo cierto es que, si se decide consumir el producto de alguien cuya acciones individuales se rechazan (divulgar mensajes de odio, o hasta haber perpetrado maltratos, abusos, homicidios), aunque nada de eso se refleje estéticamente (algo que puede pasar, pero no es lo más frecuente para la mirada y la escucha atentas), es innegable que el consumo supone un apoyo financiero, entonces el dinero es una unión indisoluble entre esas dos cosas que filosóficamente se desea disociar: lamentablemente es así.

Sprain es una banda de California que llega justo para ascender tras el declive de Daughters y Alexis Marshall. Este grupo, liderado por Alexander Kent, ejecuta un noise/drone/post-rock de actitud claramente experimental y nos entrega uno de los discos más extraordinarios de este año en curso, que también nos trajo, dentro de un campo afín, lo nuevo de Swans. Aparte de la influencia de las referencias mencionadas hasta el momento, también hay una búsqueda que podría vincularse a la impronta de compositores contemporáneos como Xenakis, Richter, Penderecki, Stockhausen, solo por nombrar algunos.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Khanate – To Be Cruel (2023)

El álbum dura más de una hora y media, lo que –considerando el género- puede constituir un desafío. “Man Proposes, God Disposes” es un comienzo bastante “amigable”, como para invitar a la audiencia a entrar en un espacio con una confianza que será traicionada… O recompensada, según las expectativas de cada oyente. Si bien la composición se presenta accesible en los primeros momentos, pronto se desata el caos controlado que se necesita para generar esa diversidad alienante, vertiginosa, tan agresiva como cotidiana. Revuelan los fantasmas de The Velvet Underground, Sonic Youth y tantas otras leyendas. No tarda en resultar evidente que se nos propone un recorrido por atmósferas turbulentas. Las letras son muy extensas, y constituyen una mezcla de rumiaciones existenciales y crítica social, por no decir desprecio.

“Reiterations” empieza con una potencia corrosiva, para luego caer en una melancolía enervante. Ambas tendencias se alternarán, como era esperable. Hay que decir que, además del histrionismo vocal, que va desde los susurros paranoicos hasta los alaridos iracundos, pasando por momentos melódicos, la instrumentación es excelente. El despliegue de las bases rítmicas es grandioso. La versatilidad de la batería es muy destacable, las líneas de bajo son absolutamente precisas en sus variadas intenciones, y la guitarra es temeraria en su exploración. “Privilege of Being” tiene un inicio que suena a una larvada amenaza “New Age” que deriva en una estridencia terrorífica, del tipo de las que traen reminiscencias de la música más textural, disonante, cacofónica y conceptual. Hacia el final aparece una sección de cuerdas en tono casi pastoral. Luego, en “Margin For Error” irrumpe un órgano tocando notas largas, interminables, que se van superponiendo gradualmente y después oscilan, todo para dar un fondo a una voz que suena entre resignada y decadente, para más tarde alzarse casi operística, en medio de un clima eclesiástico, cuando se suman un piano y pinceladas percusivas, en un track de más de 24 minutos de conclusión cinematográfica.

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“The Commercial Nude” lastima inesperadamente, es como un empujón para caer del borde, libremente en un coma. Todo se torna clínicamente onírico, pasando de sueños calmos a otros impactantes, que se manifiestan en acordes distorsionados de guitarra especialmente pesados, en contraste con vocalizaciones agudas. Cuando el espíritu se tranquiliza, nos hallamos con resonancias de Nick Cave, y sobrevolando, múltiples silbidos espectrales. “The Reclining Nude” es una invitación a seguir por esa veta tan sutil como sublime, de una enorme angustia urbana. Inesperadamente, se logra alcanzar la belleza y hasta cierta paz. Si hacía falta un poco de sucio sludge metal, éste llega con “We Think So Ill of You” y la locura empeora. La base de bajo es excelente. La comparación con Chat Pile resulta inevitable. “God, or Whatever You Call It” demuestra que Sprain no iba a dejar a la audiencia tener una despedida apacible. Se transitan los caminos de esa violencia tan cara, no solo a determinados artistas de rock, sino también del free jazz, la improvisación libre y la música contemporánea más “culta”, en otro track de más de 24 minutos, de cualidades completamente esquizoides. Y así termina uno de los discos que, sin dudas, formará parte de mi lista de favoritos del 2023.

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The Lamb As Effigy or Three Hundred And Fifty XOXOXOS For A Spark Union With My Darling Divine (2023)
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1. Man Proposes, God Disposes
2. Reiterations
3. Privilege of Being
4. Margin For Error
5. The Commercial Nude
6. The Reclining Nude
7. We Think So Ill of You
8. God, or Whatever You Call It




Suele suceder que cuando algún artista icónico en su estilo cae en desgracia, por lo general debido a las consecuencias de sus propias acciones, otro emerge para llenar el vacío, ocupar el nicho vacante. No importa que la influencia del predecesor sea evidente, la novedad es amplificada por cierta sensación de redención para el público decepcionado. Y en este punto, me permito hacer un aporte al eterno debate acerca de la separación entre cada persona creadora y su obra. En efecto, dicha distinción puede –y debe- hacerse, más allá de que cada trabajo surja en un contexto histórico vivido (social, cultural, económico, político) pero también psicológico (subjetividad, ideología, experiencias, etc.). No obstante, lo cierto es que, si se decide consumir el producto de alguien cuya acciones individuales se rechazan (divulgar mensajes de odio, o hasta haber perpetrado maltratos, abusos, homicidios), aunque nada de eso se refleje estéticamente (algo que puede pasar, pero no es lo más frecuente para la mirada y la escucha atentas), es innegable que el consumo supone un apoyo financiero, entonces el dinero es una unión indisoluble entre esas dos cosas que filosóficamente se desea disociar: lamentablemente es así.

Sprain es una banda de California que llega justo para ascender tras el declive de Daughters y Alexis Marshall. Este grupo, liderado por Alexander Kent, ejecuta un noise/drone/post-rock de actitud claramente experimental y nos entrega uno de los discos más extraordinarios de este año en curso, que también nos trajo, dentro de un campo afín, lo nuevo de Swans. Aparte de la influencia de las referencias mencionadas hasta el momento, también hay una búsqueda que podría vincularse a la impronta de compositores contemporáneos como Xenakis, Richter, Penderecki, Stockhausen, solo por nombrar algunos.

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“Reiterations” empieza con una potencia corrosiva, para luego caer en una melancolía enervante. Ambas tendencias se alternarán, como era esperable. Hay que decir que, además del histrionismo vocal, que va desde los susurros paranoicos hasta los alaridos iracundos, pasando por momentos melódicos, la instrumentación es excelente. El despliegue de las bases rítmicas es grandioso. La versatilidad de la batería es muy destacable, las líneas de bajo son absolutamente precisas en sus variadas intenciones, y la guitarra es temeraria en su exploración. “Privilege of Being” tiene un inicio que suena a una larvada amenaza “New Age” que deriva en una estridencia terrorífica, del tipo de las que traen reminiscencias de la música más textural, disonante, cacofónica y conceptual. Hacia el final aparece una sección de cuerdas en tono casi pastoral. Luego, en “Margin For Error” irrumpe un órgano tocando notas largas, interminables, que se van superponiendo gradualmente y después oscilan, todo para dar un fondo a una voz que suena entre resignada y decadente, para más tarde alzarse casi operística, en medio de un clima eclesiástico, cuando se suman un piano y pinceladas percusivas, en un track de más de 24 minutos de conclusión cinematográfica.

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