Vivimos tiempos en los que decenas (sino cientos) de miles de bandas nuevas aparecen todos los años en el mundo entero. Cada vez es más difícil sobresalir, aunque sea un poco, entre las masas creativas ávidas de atención. Sin los contactos adecuados o grandes inversiones en publicidad, por más redes sociales que haya, el underground es más underground que nunca. Antes la popularidad era un sueño lejano, pero ahora, que podría ser posible en cuestión de minutos, parece más distante que nunca porque los proyectos pueden perderse en una avalancha incesante. En este marco, encontré a Throwing Bricks. Se trata de un quinteto de los Países Bajos que ejecuta un post-metal con matices bastante mutables. The Burden es su segundo disco de estudio, tras el debut What Will Be Lost (2020). Tuvieron como productor a Tim De Gieter, quien es bajista de Amenra, uno de los grupos que es una de las influencias evidentes que pueden oírse en su música.

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Este nuevo trabajo es oportuno tras el impacto de la pandemia de Covid-19, ya que aborda temas como aceptar las pérdidas, aprender a lidiar con los problemas mentales y tratar de disfrutar de la vida en un mundo en decadencia. El arte visual que siempre acompañó la propuesta musical es urbano, ajeno a toda intención mística o sobrenatural. “Bricks Of Grace” es una buena muestra del sonido moderno de la banda: un comienzo a puro grito y riffs trabados, perforados por líneas melódicas, con varios cortes y transiciones. “False Promises”, de estilo muy similar, sigue haciendo de los múltiples cambios una característica compositiva y “Clearly Awake” tiene un riff bastante repetitivo, el bajo suena con más presencia que nunca, y asoma cierto influjo post-hardcore. Converge podría mencionarse como otra posible referencia para ubicar la música de Throwing Bricks en un campo imaginario.

A continuación, “Doubt”, de inicio tranquilo, no tarda en estallar con esa mezcla entre angustia e ira que siempre transmite el canto acompañado por el resto del conjunto. Promediando la canción, las guitarras sorprenden con algunos armónicos de púa, y se reiteran los momentos introspectivos. “Endless Blockade” es un interludio instrumental que nos transporta hasta “Hall Of Mirrors” donde todo se acelera y volvemos a hallar esos riffs entrecortados, junto con las partes más guturales de la voz, además de un histriónico recitado femenino, que retorna en “Safta”, un track de construcción minimalista. En este punto se puede plantear una similitud con lo hecho en el último disco por los suecos de Suffocate For Fuck Sake: esa intención testimonial musicalizada. También por lo editado hasta el momento por los estadounidenses de Sunrot.

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“The Burden/Noose” recupera las características de las primeras pistas aunque, conforme avanza el álbum, empiezan a adquirir mayor entidad los numerosos ojos de tormenta. Esta vez, por ejemplo, anticipando furiosos blast beats y una seguidilla de riffs afilados. Hay que destacar la calidad de la mezcla en toda la obra: cada elemento se entrama a la perfección con el resto y es claramente distinguible en la totalidad. El disco termina con “Find My Way Out”, donde todo lo que Throwing Bricks fue demostrando a lo largo de un recorrido de casi 46 minutos adquiere una particular emotividad, aunque no para dejarnos sin esperanzas, sino mirando hacia el futuro, aunque sea con incertidumbre.