

Siendo una banda tan relacionada con un estilo tan relacionado con los ochentas, es extraño pensar que las raíces de Exodus se puedan rastrear hasta los setentas. El baterista Tom Hunting y el guitarrista Kirk Hammett, de 14 y 17 años respectivamente, se habían conocido en De Anza, la escuela secundaria a la que iban, y en 1979 juntos formaron Exodus, con Hammett tomando el nombre de la novela Exodus (1958), del escritor Leon Uris. A poco de esto se sumó el guitarrista Tim Agnello, de 15 años, quien era amigo de Hammett, y el bajista Jeff Andrews, completando la formación primero con el cantante Keith Stewart y al poco tiempo su reemplazo, el ruso-estadounidense Paul Baloff. En el medio de esto se daría la salida de Agnello en 1981, que propiciaría la llegada de Gary Holt al grupo. Holt conocía a Kirk Hammett desde hacía un tiempo y este último incluso había sido su primer maestro de guitarra, uniéndose a Exodus seis meses después de comenzar a aprender a tocar.
La llegada de Holt fue la última pieza del rompecabezas de la primera formación estable de Exodus, que comenzó a dar recitales en lugares icónicos de San Francisco como Keystone, The Stone y Mabuhay Gardens. Fue en estos lugares donde fueron puliendo sus primeras composiciones, que aparecieron en sus demos 1982 Demo y Die By His Hand (1983). Era en esa época que estaba desarrollándose una mezcla de metal y punk mucho más agresiva que cualquier cosa que se hubiera escuchado hasta ese momento en esos géneros. A esta rama de punk pesado y violento en estos días se la conoce como “hardcore punk”, pero a principios de los ochentas recibía el nombre de “thrash”, un término para referirse a un golpe o a romper todo a su alrededor. No pasaría mucho tiempo hasta que ese término se refiriera a la rama metalera de ese sonido, de la que Exodus era una de sus primeras bandas importantes.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Especial: “Malvinas: La llama sigue encendida”
En la misma época que Exodus estaba dando sus primeros recitales, otra banda de San Francisco estaba haciendo lo suyo. Esta era Metallica, cuarteto que tenía como uno de sus mayores atractivos la pirotecnia técnica de su guitarrista líder Dave Mustaine. Sin embargo, su habilidad con la guitarra no fue suficiente excusa para que el grupo pudiera seguir aguantando sus problemas de alcoholismo, algo que era bastante que decir de una banda que era conocida por su alto consumo de alcohol, y después de echar a Mustaine en 1983 llamaron a varios músicos amigos para ver si querían audicionar para ser el nuevo guitarrista de Metallica. Uno de estos sería Kirk Hammett, quien terminaría siendo elegido como nuevo miembro del grupo tras tocar “Seek and Destroy”.
Kirk Hammett yéndose a Metallica tenía mucho sentido: su nueva banda estaba teniendo mucha repercusión en el under y apenas un mes después estaría grabando su LP debut, siendo la primera banda del thrash de San Francisco en tener la posibilidad de grabar un disco. Pero también causó ciertas rispideces entre el guitarrista y sus ahora ex compañeros de Exodus. Gary Holt, por otro lado, ha dicho que esto no duró tanto y que Hammett incluso dio una fiesta en la casa de su madre para celebrar el haber quedado en Metallica donde estuvieron los de Exodus. La salida de Hammett llevó a un cambio importante en la manera de trabajar de Exodus, siendo que el guitarrista se encargaba de la composición en el grupo: de ahí en más, sería Holt el compositor principal de las canciones
Hammett no sería el único que abandonaría Exodus en 1983, ya que el bajista Jeff Andrews dejaría la banda para unirse a Possessed y sería reemplazado por Rob McKillop. Con esta nueva formación, Exodus seguiría dando conciertos durante el resto de 183, estrenando nuevas canciones de la pluma de Holt y comenzando a preparar las cosas para lo que sería su LP debut, el cual comenzarían a grabar en julio de 1984 en los estudios Prairie Sun. La fecha de comienzo de la grabación tiene mucha relevancia, siendo que una de las cosas que Exodus había planeado era grabar la canción “Impaler”, compuesta por Kirk Hammett y que la banda había llegado a tocar en vivo pero sin haberla incluido en ninguno de sus demos, pero en Ride The Lightning, segundo disco de Metallica y lanzado en julio de 1984 se encontraba “Trapped Under Ice”, donde Hammett había utilizado el riff principal de “Impaler”. Es así que Exodus decidió excluirla de su debut, que sólo contendría material compuesto por Gary Holt con algunos aportes de Rick Hunolt, nuevo guitarrista del grupo: “Impaler” no aparecería en un álbum de Exodus hasta 20 años después.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Del Metal al Cómic: La unión de dos artes marginadas
Durante la grabación del álbum, se había decidido que el título sería A Lesson In Violence, nombre tomado de una de las dos composiciones acreditadas a Holt y Hunolt. Pero Exodus empezaron a tener problemas con la portada: el primer artista que habían elegido para crearla había sido un hombre llamado Tad Hunter, un “viejo hippie” que hizo un trabajo que no le gustó para nada a la banda, descrito por Holt a Louder como una pintura “llena de púrpuras y colores locos”. Después de ese primer fiasco, Exodus terminaron alistando la ayuda del artista Donald J. Munz, que terminaría ilustrando la portada del álbum debut con la imagen de dos gemelos unidos por la espalda, uno representando al bien y otro al mal. Fue a partir de esta imagen que Exodus decidieron cambiar el nombre del álbum debut a Bonded By Blood, basado en otra de las canciones del álbum, para que pegara mejor con la nueva portada.
El debate por la portada del álbum debut terminó extendiéndose mucho más de lo que los músicos de Exodus esperaban. Sumado a los problemas de Torrid Records, sello que no sólo recién se había formado sino que con Bonded By Blood estaba teniendo su primera experiencia en el arte de editar discos, la salida del álbum debut terminó posponiéndose durante un año. Durante esa espera, un cassette con las canciones “A Lesson In Violence” y “Strike of the Beast” comenzó a distribuirse a través de los círculos de intercambio de cintas de la escena thrashera, el cual fue bien recibido y contribuyó a crear grandes expectativas acerca de lo que sería el debut de Exodus. Finalmente, el 25 de abril de 1985 las disquerías pudieron tener en sus bateas el tan esperado Bonded By Blood.
Escuchando a Bonded By Blood en 2025, queda claro que el debut de Exodus es un disco under. Sin llegar a los niveles casi demo del Show No Mercy de Slayer, tiene un sonido poco pulido y algunas decisiones un tanto particulares, como esas secciones en “Bonded By Blood” y “No Love” donde podemos escuchar el doble bombo repiqueteando justo al lado del oído si lo escuchamos con auriculares. El tema del sonido y la mezcla del álbum es un tanto divisivo, y no culpo a Gary Holt y Tom Hunting por haber querido regrabar el álbum en 2008 con Let There Be Blood.
Baloff no es un “buen cantante”, noten las comillas, y la enorme cantidad de reverb en la voz parece querer tapar los elementos más ásperos de su actuación frente al micrófono. Sin embargo, es obvio a esta altura que la de Baloff parece ser la única manera de cantar las letras llenas de violencia juvenil, casi caricaturesca, de canciones como “Deliver Us To Evil” o “Exodus”, con esa rabia similar a un perro enojado ladrando, queriendo saltar sobre su presa y siendo a duras penas detenido por las rejas de una casa mientras escupe saliva y muestra los dientes.
La voz de Baloff y la manera en la que la emplea va de la mano con las canciones, las cuales tienen una energía envidiable de principio a fin. Exodus está lejos de ser una banda “técnica”, claramente no son ni Watchtower o Mekong Delta en ese aspecto, pero sí que era una banda que sonaba excelente haciendo lo suyo: Holt y Hunolt constituyen una dupla asesina detrás de las guitarras, y es imposible escuchar la batería de Tom Hunting en cada uno de los nueve tracks de Bonded By Blood sin imaginarse un mosh brutal desatándose cada vez que comienza a sonar, formando un mar de chalecos de parches y jeans. La producción, con esa atmósfera under antes mencionada, de todas maneras se siente correcta, con las guitarras y la batería bien al frente.
Escucharlo en retrospectiva es todavía más particular. En estos días puede que no suene muy impresionante porque hay muchísimas bandas de thrash que suenan así, sobre todo en la escena del retro thrash que explotó en la primera década del nuevo milenio. Pero eso es porque la gran mayoría de las bandas de esas bandas retro tomaron gran inspiración de este álbum específico. Las piezas están ahí: aparte de los elementos antes mencionados, tenemos la paranoia de la Guerra Fría con respecto un posible holocausto nuclear en “And Then There Were None”, las referencias al acto mismo de tocar metal en “Bonded By Blood”, los riffs callejeros, los coros pandilleros, la intro acústica de “No Love”, la intro de batería de “Piranha” y demás serían elementos que terminarían siendo de los elementos más característicos del sonido del estilo en los años por venir.
Bonded By Blood no es un disco que dé para el análisis profundo sobre todos sus aspectos técnicos, ni tampoco se presta para que se lo analice de esa manera. Es un disco que deja bien en claro sus intenciones: bien se podría pensar en el debut de Exodus como un álbum de música bailable, sobre todo esos que están hechos para escucharse completos como si fueran un set, pero en vez de querer que la gente baile al ritmo de los beats y las cantidades industrial de éxtasis y demás drogas psicodélicas, el álbum busca que la gente se una en un mosh violento potenciado por cantidades industriales de cerveza barata. Ayuda mucho que los 40 minutos del álbum estén bien distribuidos, con la secuencia de canciones manteniendo la energía de las canciones pero dando algunas dinámicas como para que no todo suene tan igual, con canciones un tanto más lentas como “And Then There Were None” y “Piranha” entre los festivales de riffs a toda velocidad.
Es difícil encontrar reseñas contemporáneas de Bonded By Blood: una de ellas apareció en el N°9 de la revista británica Metal Forces, donde Bernard Doe dijo: “Cada canción es exactamente lo que te recetó tu médico fanático del metal: thrash total. No hay tregua desde el primer segundo, cuando ‘Bonded By Blood’ irrumpe a todo volumen por los parlantes. La energía que produce Exodus es tan intensa que debe resultar aterradora para el fan promedio del heavy metal.”
Pero creo que la reseña más interesante vino de parte del pastor evangélico estadounidense Fletcher A. Brothers, quien en su libro de 1987 The Rock Report dijo sobre la canción “Exodus”: “Es difícil creer que haya gente capaz de negar que letras como estas, combinadas con un ritmo hipnótico, tienen un efecto negativo en quienes las escuchan. El término ‘efecto negativo’ apenas empieza a describir lo que el rock and roll le está haciendo a sus víctimas.”
Una de las grandes tragedias de la historia de Exodus es que el tiempo que tardaron en tener a Bonded By Blood en la calle Metallica ya hubiera lanzado Kill ‘Em All y Ride The Lightning, Slayer ya tuviera Show No Mercy y Hell Awaits, y Anthrax lanzaran Fistful of Metal: aunque sean ampliamente reconocidos como una de las bandas pioneras de la movida thrash, al momento de hablar de los “Cuatro Grandes del Thrash” la lista se limita a esos grupos y a Megadeth, la única de las cuatro que todavía no había sacado su debut para ese momento.
Es obvio que Exodus es una banda amada en el mundo del heavy metal y por cualquier persona que se precie como fan del thrash, pero es interesante pensar en un escenario alternativo donde el quinteto hubiera podido editar su debut en tiempo y forma, tal vez uno donde ese reputado “Big Four” se vea bastante diferente y se hable mucho más de la banda por fuera de los círculos metaleros más fanáticos. Pero más allá de ese tipo de ucronías, es obvio que Bonded By Blood tiene bien ganado su lugar como uno de los discos más legendarios no sólo del thrash metal, sino de toda la música pesada.


Siendo una banda tan relacionada con un estilo tan relacionado con los ochentas, es extraño pensar que las raíces de Exodus se puedan rastrear hasta los setentas. El baterista Tom Hunting y el guitarrista Kirk Hammett, de 14 y 17 años respectivamente, se habían conocido en De Anza, la escuela secundaria a la que iban, y en 1979 juntos formaron Exodus, con Hammett tomando el nombre de la novela Exodus (1958), del escritor Leon Uris. A poco de esto se sumó el guitarrista Tim Agnello, de 15 años, quien era amigo de Hammett, y el bajista Jeff Andrews, completando la formación primero con el cantante Keith Stewart y al poco tiempo su reemplazo, el ruso-estadounidense Paul Baloff. En el medio de esto se daría la salida de Agnello en 1981, que propiciaría la llegada de Gary Holt al grupo. Holt conocía a Kirk Hammett desde hacía un tiempo y este último incluso había sido su primer maestro de guitarra, uniéndose a Exodus seis meses después de comenzar a aprender a tocar.
La llegada de Holt fue la última pieza del rompecabezas de la primera formación estable de Exodus, que comenzó a dar recitales en lugares icónicos de San Francisco como Keystone, The Stone y Mabuhay Gardens. Fue en estos lugares donde fueron puliendo sus primeras composiciones, que aparecieron en sus demos 1982 Demo y Die By His Hand (1983). Era en esa época que estaba desarrollándose una mezcla de metal y punk mucho más agresiva que cualquier cosa que se hubiera escuchado hasta ese momento en esos géneros. A esta rama de punk pesado y violento en estos días se la conoce como “hardcore punk”, pero a principios de los ochentas recibía el nombre de “thrash”, un término para referirse a un golpe o a romper todo a su alrededor. No pasaría mucho tiempo hasta que ese término se refiriera a la rama metalera de ese sonido, de la que Exodus era una de sus primeras bandas importantes.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Especial: “Malvinas: La llama sigue encendida”
En la misma época que Exodus estaba dando sus primeros recitales, otra banda de San Francisco estaba haciendo lo suyo. Esta era Metallica, cuarteto que tenía como uno de sus mayores atractivos la pirotecnia técnica de su guitarrista líder Dave Mustaine. Sin embargo, su habilidad con la guitarra no fue suficiente excusa para que el grupo pudiera seguir aguantando sus problemas de alcoholismo, algo que era bastante que decir de una banda que era conocida por su alto consumo de alcohol, y después de echar a Mustaine en 1983 llamaron a varios músicos amigos para ver si querían audicionar para ser el nuevo guitarrista de Metallica. Uno de estos sería Kirk Hammett, quien terminaría siendo elegido como nuevo miembro del grupo tras tocar “Seek and Destroy”.
Kirk Hammett yéndose a Metallica tenía mucho sentido: su nueva banda estaba teniendo mucha repercusión en el under y apenas un mes después estaría grabando su LP debut, siendo la primera banda del thrash de San Francisco en tener la posibilidad de grabar un disco. Pero también causó ciertas rispideces entre el guitarrista y sus ahora ex compañeros de Exodus. Gary Holt, por otro lado, ha dicho que esto no duró tanto y que Hammett incluso dio una fiesta en la casa de su madre para celebrar el haber quedado en Metallica donde estuvieron los de Exodus. La salida de Hammett llevó a un cambio importante en la manera de trabajar de Exodus, siendo que el guitarrista se encargaba de la composición en el grupo: de ahí en más, sería Holt el compositor principal de las canciones
Hammett no sería el único que abandonaría Exodus en 1983, ya que el bajista Jeff Andrews dejaría la banda para unirse a Possessed y sería reemplazado por Rob McKillop. Con esta nueva formación, Exodus seguiría dando conciertos durante el resto de 183, estrenando nuevas canciones de la pluma de Holt y comenzando a preparar las cosas para lo que sería su LP debut, el cual comenzarían a grabar en julio de 1984 en los estudios Prairie Sun. La fecha de comienzo de la grabación tiene mucha relevancia, siendo que una de las cosas que Exodus había planeado era grabar la canción “Impaler”, compuesta por Kirk Hammett y que la banda había llegado a tocar en vivo pero sin haberla incluido en ninguno de sus demos, pero en Ride The Lightning, segundo disco de Metallica y lanzado en julio de 1984 se encontraba “Trapped Under Ice”, donde Hammett había utilizado el riff principal de “Impaler”. Es así que Exodus decidió excluirla de su debut, que sólo contendría material compuesto por Gary Holt con algunos aportes de Rick Hunolt, nuevo guitarrista del grupo: “Impaler” no aparecería en un álbum de Exodus hasta 20 años después.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Del Metal al Cómic: La unión de dos artes marginadas
Durante la grabación del álbum, se había decidido que el título sería A Lesson In Violence, nombre tomado de una de las dos composiciones acreditadas a Holt y Hunolt. Pero Exodus empezaron a tener problemas con la portada: el primer artista que habían elegido para crearla había sido un hombre llamado Tad Hunter, un “viejo hippie” que hizo un trabajo que no le gustó para nada a la banda, descrito por Holt a Louder como una pintura “llena de púrpuras y colores locos”. Después de ese primer fiasco, Exodus terminaron alistando la ayuda del artista Donald J. Munz, que terminaría ilustrando la portada del álbum debut con la imagen de dos gemelos unidos por la espalda, uno representando al bien y otro al mal. Fue a partir de esta imagen que Exodus decidieron cambiar el nombre del álbum debut a Bonded By Blood, basado en otra de las canciones del álbum, para que pegara mejor con la nueva portada.
El debate por la portada del álbum debut terminó extendiéndose mucho más de lo que los músicos de Exodus esperaban. Sumado a los problemas de Torrid Records, sello que no sólo recién se había formado sino que con Bonded By Blood estaba teniendo su primera experiencia en el arte de editar discos, la salida del álbum debut terminó posponiéndose durante un año. Durante esa espera, un cassette con las canciones “A Lesson In Violence” y “Strike of the Beast” comenzó a distribuirse a través de los círculos de intercambio de cintas de la escena thrashera, el cual fue bien recibido y contribuyó a crear grandes expectativas acerca de lo que sería el debut de Exodus. Finalmente, el 25 de abril de 1985 las disquerías pudieron tener en sus bateas el tan esperado Bonded By Blood.
Escuchando a Bonded By Blood en 2025, queda claro que el debut de Exodus es un disco under. Sin llegar a los niveles casi demo del Show No Mercy de Slayer, tiene un sonido poco pulido y algunas decisiones un tanto particulares, como esas secciones en “Bonded By Blood” y “No Love” donde podemos escuchar el doble bombo repiqueteando justo al lado del oído si lo escuchamos con auriculares. El tema del sonido y la mezcla del álbum es un tanto divisivo, y no culpo a Gary Holt y Tom Hunting por haber querido regrabar el álbum en 2008 con Let There Be Blood.
Baloff no es un “buen cantante”, noten las comillas, y la enorme cantidad de reverb en la voz parece querer tapar los elementos más ásperos de su actuación frente al micrófono. Sin embargo, es obvio a esta altura que la de Baloff parece ser la única manera de cantar las letras llenas de violencia juvenil, casi caricaturesca, de canciones como “Deliver Us To Evil” o “Exodus”, con esa rabia similar a un perro enojado ladrando, queriendo saltar sobre su presa y siendo a duras penas detenido por las rejas de una casa mientras escupe saliva y muestra los dientes.
La voz de Baloff y la manera en la que la emplea va de la mano con las canciones, las cuales tienen una energía envidiable de principio a fin. Exodus está lejos de ser una banda “técnica”, claramente no son ni Watchtower o Mekong Delta en ese aspecto, pero sí que era una banda que sonaba excelente haciendo lo suyo: Holt y Hunolt constituyen una dupla asesina detrás de las guitarras, y es imposible escuchar la batería de Tom Hunting en cada uno de los nueve tracks de Bonded By Blood sin imaginarse un mosh brutal desatándose cada vez que comienza a sonar, formando un mar de chalecos de parches y jeans. La producción, con esa atmósfera under antes mencionada, de todas maneras se siente correcta, con las guitarras y la batería bien al frente.
Escucharlo en retrospectiva es todavía más particular. En estos días puede que no suene muy impresionante porque hay muchísimas bandas de thrash que suenan así, sobre todo en la escena del retro thrash que explotó en la primera década del nuevo milenio. Pero eso es porque la gran mayoría de las bandas de esas bandas retro tomaron gran inspiración de este álbum específico. Las piezas están ahí: aparte de los elementos antes mencionados, tenemos la paranoia de la Guerra Fría con respecto un posible holocausto nuclear en “And Then There Were None”, las referencias al acto mismo de tocar metal en “Bonded By Blood”, los riffs callejeros, los coros pandilleros, la intro acústica de “No Love”, la intro de batería de “Piranha” y demás serían elementos que terminarían siendo de los elementos más característicos del sonido del estilo en los años por venir.
Bonded By Blood no es un disco que dé para el análisis profundo sobre todos sus aspectos técnicos, ni tampoco se presta para que se lo analice de esa manera. Es un disco que deja bien en claro sus intenciones: bien se podría pensar en el debut de Exodus como un álbum de música bailable, sobre todo esos que están hechos para escucharse completos como si fueran un set, pero en vez de querer que la gente baile al ritmo de los beats y las cantidades industrial de éxtasis y demás drogas psicodélicas, el álbum busca que la gente se una en un mosh violento potenciado por cantidades industriales de cerveza barata. Ayuda mucho que los 40 minutos del álbum estén bien distribuidos, con la secuencia de canciones manteniendo la energía de las canciones pero dando algunas dinámicas como para que no todo suene tan igual, con canciones un tanto más lentas como “And Then There Were None” y “Piranha” entre los festivales de riffs a toda velocidad.
Es difícil encontrar reseñas contemporáneas de Bonded By Blood: una de ellas apareció en el N°9 de la revista británica Metal Forces, donde Bernard Doe dijo: “Cada canción es exactamente lo que te recetó tu médico fanático del metal: thrash total. No hay tregua desde el primer segundo, cuando ‘Bonded By Blood’ irrumpe a todo volumen por los parlantes. La energía que produce Exodus es tan intensa que debe resultar aterradora para el fan promedio del heavy metal.”
Pero creo que la reseña más interesante vino de parte del pastor evangélico estadounidense Fletcher A. Brothers, quien en su libro de 1987 The Rock Report dijo sobre la canción “Exodus”: “Es difícil creer que haya gente capaz de negar que letras como estas, combinadas con un ritmo hipnótico, tienen un efecto negativo en quienes las escuchan. El término ‘efecto negativo’ apenas empieza a describir lo que el rock and roll le está haciendo a sus víctimas.”
Una de las grandes tragedias de la historia de Exodus es que el tiempo que tardaron en tener a Bonded By Blood en la calle Metallica ya hubiera lanzado Kill ‘Em All y Ride The Lightning, Slayer ya tuviera Show No Mercy y Hell Awaits, y Anthrax lanzaran Fistful of Metal: aunque sean ampliamente reconocidos como una de las bandas pioneras de la movida thrash, al momento de hablar de los “Cuatro Grandes del Thrash” la lista se limita a esos grupos y a Megadeth, la única de las cuatro que todavía no había sacado su debut para ese momento.
Es obvio que Exodus es una banda amada en el mundo del heavy metal y por cualquier persona que se precie como fan del thrash, pero es interesante pensar en un escenario alternativo donde el quinteto hubiera podido editar su debut en tiempo y forma, tal vez uno donde ese reputado “Big Four” se vea bastante diferente y se hable mucho más de la banda por fuera de los círculos metaleros más fanáticos. Pero más allá de ese tipo de ucronías, es obvio que Bonded By Blood tiene bien ganado su lugar como uno de los discos más legendarios no sólo del thrash metal, sino de toda la música pesada.