En la víspera del día decimotercero de marzo, el equipo de Track to Hell se aventuró una vez más hacia la Sala Apolo, donde las sombras danzaban al son de melodías que prometían encantar los oídos de los mortales. Sin embargo, la partida comenzó treinta minutos antes de lo esperado, un anticipo que dejó a muchos aturdidos y confundidos, mientras los horarios erróneos de la web añadían un toque de caos a la noche que se avecinaba. Aun así, el aforo estaba casi completo, una señal segura de la expectación que envolvía este evento musical.
A pesar de llegar en el ocaso de su actuación, la brevedad no restó valor a la intensidad de los últimos acordes de Infected Rain que resonaron en la Sala Apolo. Cuatro acordes, sí, pero cuatro acordes que irradiaban una fuerza imponente y dejaban entrever la grandeza de lo que se había perdido.
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Como heraldos de una era digital, Dragonforce hizo su entrada con un despliegue digno de epopeya. Sus máquinas gigantes de videojuegos dominaban el escenario, mientras que los músicos, como juglares modernos, ascendían y descendían sobre una tarima que parecía salida de un sueño tecnológico. Presentaron ante el público dos joyas de su nuevo álbum “Warp Speed Warriors”: “Doomsday Party” y “Power of the Triforce”, con la promesa de aventuras por venir en tierras sonoras aún inexploradas.
“Revolution Deathsquad” rugió con la fuerza de mil truenos, mientras que “Cry Thunder” acariciaba los oídos con su melodía tan suave como la brisa del amanecer. Power of the Triforce, un himno para los héroes de los videojuegos, resonó con una energía electrónica que hizo temblar los cimientos del lugar. Soldiers of the Wasteland marchó con una determinación férrea, seguida de cerca por “The Last Dragonborn”, cuya nobleza musical envolvía a la audiencia en un manto de fantasía. “Fury of the Storm”, un torrente desenfrenado de notas vertiginosas, preparó el terreno para la apoteósica “Doomsday Party”. Las inesperadas interpretaciones de “My Heart Will Go On” y “Wildest Dreams”, versiones de Céline Dion y Taylor Swift respectivamente, agregaron un giro sorprendente antes de la emblemática Through the Fire and Flames, que incendió los corazones de todos los presentes.
Como si hubieran emergido de las páginas de un antiguo poema, los miembros de Amaranthe cautivaron a la audiencia con su belleza sobrenatural. La batería, elevada en lo alto del escenario como una torre de fortaleza, marcaba el ritmo de una batalla sonora que prometía ser épica. Con tres cantantes en su arsenal, el grupo desplegó un espectáculo de fuerza y armonía que dejó a todos boquiabiertos.
Fearless irrumpió con una audacia imparable, seguida de “Viral”, cuya infección musical se propagaba sin control. “Digital World” transportó a los oyentes a un reino de sonidos electrónicos, mientras que “Damnation Flame” encendió la llama de la rebelión en los corazones de todos los presentes. Maximize bombeó adrenalina pura, seguida de Strong, cuya fortaleza resonaba en cada nota. PvP desató un duelo musical épico, seguido por “Crystalline”, cuya pureza cristalina envolvía a la audiencia en un aura de claridad. Interference, con su interrupción calculada, preparó el terreno para la explosión de “The Catalyst”. “Re-Vision” ofreció una nueva perspectiva sonora, mientras que Boom!1 sacudió los cimientos con su potencia explosiva. “Amaranthine” y “The Nexus” llevaron a los presentes en un viaje emocional, seguidas de “Archangel”, que elevó los espíritus a nuevas alturas. “That Song” resonó con una energía irresistible, culminando con el desafiante “Drop Dead Cynical”, que dejó a todos en un estado de euforia extática.
En la víspera del día decimotercero de marzo, el equipo de Track to Hell se aventuró una vez más hacia la Sala Apolo, donde las sombras danzaban al son de melodías que prometían encantar los oídos de los mortales. Sin embargo, la partida comenzó treinta minutos antes de lo esperado, un anticipo que dejó a muchos aturdidos y confundidos, mientras los horarios erróneos de la web añadían un toque de caos a la noche que se avecinaba. Aun así, el aforo estaba casi completo, una señal segura de la expectación que envolvía este evento musical.
A pesar de llegar en el ocaso de su actuación, la brevedad no restó valor a la intensidad de los últimos acordes de Infected Rain que resonaron en la Sala Apolo. Cuatro acordes, sí, pero cuatro acordes que irradiaban una fuerza imponente y dejaban entrever la grandeza de lo que se había perdido.
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“Revolution Deathsquad” rugió con la fuerza de mil truenos, mientras que “Cry Thunder” acariciaba los oídos con su melodía tan suave como la brisa del amanecer. Power of the Triforce, un himno para los héroes de los videojuegos, resonó con una energía electrónica que hizo temblar los cimientos del lugar. Soldiers of the Wasteland marchó con una determinación férrea, seguida de cerca por “The Last Dragonborn”, cuya nobleza musical envolvía a la audiencia en un manto de fantasía. “Fury of the Storm”, un torrente desenfrenado de notas vertiginosas, preparó el terreno para la apoteósica “Doomsday Party”. Las inesperadas interpretaciones de “My Heart Will Go On” y “Wildest Dreams”, versiones de Céline Dion y Taylor Swift respectivamente, agregaron un giro sorprendente antes de la emblemática Through the Fire and Flames, que incendió los corazones de todos los presentes.
Como si hubieran emergido de las páginas de un antiguo poema, los miembros de Amaranthe cautivaron a la audiencia con su belleza sobrenatural. La batería, elevada en lo alto del escenario como una torre de fortaleza, marcaba el ritmo de una batalla sonora que prometía ser épica. Con tres cantantes en su arsenal, el grupo desplegó un espectáculo de fuerza y armonía que dejó a todos boquiabiertos.
Fearless irrumpió con una audacia imparable, seguida de “Viral”, cuya infección musical se propagaba sin control. “Digital World” transportó a los oyentes a un reino de sonidos electrónicos, mientras que “Damnation Flame” encendió la llama de la rebelión en los corazones de todos los presentes. Maximize bombeó adrenalina pura, seguida de Strong, cuya fortaleza resonaba en cada nota. PvP desató un duelo musical épico, seguido por “Crystalline”, cuya pureza cristalina envolvía a la audiencia en un aura de claridad. Interference, con su interrupción calculada, preparó el terreno para la explosión de “The Catalyst”. “Re-Vision” ofreció una nueva perspectiva sonora, mientras que Boom!1 sacudió los cimientos con su potencia explosiva. “Amaranthine” y “The Nexus” llevaron a los presentes en un viaje emocional, seguidas de “Archangel”, que elevó los espíritus a nuevas alturas. “That Song” resonó con una energía irresistible, culminando con el desafiante “Drop Dead Cynical”, que dejó a todos en un estado de euforia extática.