Siguiendo con la avalancha de bolos de la semana, y sin tiempo para recuperarnos del notable concierto de Udo Dirkschneider, hoy es el turno de Anvil, una de las bandas míticas de la escena metalera canadiense, un trio curtido en mil batallas desde el 78, aunque Lips y Robbo Reiner empezaron a tocar juntos, ya en 1973, ahí es nada. Vuelven a Barcelona por quinta vez, la última en esta misma sala hará unos cuatro años, dentro de una maratoniana gira europea compuesta por sesenta fechas presentando su decimonoveno álbum en estudio, Impact is Imminent, así como el anterior, Legal at Last, ya que poco antes de iniciar el tour correspondiente llegó el virus, del que Lips fue uno de los primeros afectados.
Pero antes de ver al trio de Ontario tenemos a un par de bandas que los están acompañando en este tremebundo tour por la vieja Europa, el primer plato de la tarde, con retraso de una media hora sobre el horario previsto saltan a escena unos jovencitos franceses llamados Harsh, a los que tenía interés en verlos tras escucharlos en su bandcamp, pero la verdad es que me decepcionaron bastante. Supongo que no andaban sobrados de motivación tocando ante unas treinta personas en esos momentos en la sala Bóveda, a excepción de Leo, que sí que le puso ganas desde su kit básico de batería.
Durante sus treinta minutos mostraron material de su Out of Control (2022), como “Fire at Will”, “The Sound She Does”, o “Good Lovin´”con la que cerraron, completaron su intervención con un innecesario duelo de guitarras entre Albert y Séverin, y un cover del “Maniac” de Michael Sembello que habrán escuchado en algún show de los Carpenter Brut, que nos pareció bastante fuera de lugar ante un público atónito. Si deseaban hacer una versión hubiera estado mejor una de alguna banda rockera, tipo Warrant, White Lion, etcétera, más acorde con su estilo, y con los allí congregados. Reconocer por otra parte, el valor que le echó Albert al incitar a los cuatro aficionados presentes a hacer unos coros, y sorpresivamente, conseguir una notable respuesta.
La siguiente banda en amenizar la noche serían los chicos de Gengis Khan, que a pesar de su nombre no son mongoles, sino italianos, pero que curiosamente coincidieron la semana pasada en Madrid con la banda de Mongolia, ese fenómeno musical denominado The Hu.
Con una puesta en escena musical y visual muy similar a Powerwolf, no me atrevo a calificarlos de mala copia de los alemanes, pero esa es a primera vista lo que te viene inmediatamente a la mente, aunque menos épicos y más viscerales. Los de Bologna, bastante apelotonados sobre las tablas con la inclusión de un bajista, instrumento del que hasta hace poco se encargaba el cantante Frank Leone sufrieron, y nos hicieron sufrir un sonido tan horrible como sus vestimentas, y sus caricaturescos maquillajes. A groso modo, a pesar del considerable barullo identificamos entre otras “War in the Fields”, “Taken by Force”, o “Reinventing the Fire” de su Colder Than Heaven (2021), y “Possessed by the Wolf”, “Extreme Power”, o “In the Name of Glory” de su tercer disco Possessed by the Moon (2022). Pues eso, que busquen otro técnico porque fue una autentica tortura, aparte de una broma de mal gusto.
Cuando volvemos a entrar a la antigua Mephisto, nos encontramos a Lips en la pista rodeado por un buen número de fans mientras inician la fiesta con la instrumental “March of the Crabs”, para continuar ya todos juntos sobre el escenario con otra canción de su exitoso Metal on Metal, el “666”. Tras bromear con los setenta fans que acabaron juntando, rescatan “School Love”, pieza única que extraerían de su primer trabajo, Hard’n Heavy (1981). El siguiente lo presenta Lips como una victoria sobre las autoridades canadienses, y es la legalización de la marihuana en su país, el reivindicativo corte que da título a su penúltimo disco, “Legal at Last”.
Desde su nuevo trabajo llega “Take a Lesson” con unos ritmos muy marcados y repetitivos, al igual que el solo de guitarra. Tras ella, el bueno de Lips nos pregunta si nos gusta el rock and roll antes de patearnos el culo con “Badass Rock’n’Roll” de su Hope in Hell (2013), aderezados por los movimientos pélvicos de Chris Robertson, que entró en la banda hace ya unos ocho años, ataviado con un pañuelo en la cabeza que le da cierto aire de pirata a este excelente bajista. Lips presenta cada uno de los temas, y ahora es el turno de una pieza del 93, concretamente la que cierra el tercer disco Forged in Fire, y que dedica a las malditas guerras, mejor paz y amor, expresó con su omnipresente sonrisa, antes de atacar con “Winged Assassins”, durante la cual Robertson se marcó su personal solo a las cinco cuerdas entre saltos, y brincos, una locura lo de este bajista.
“Free as the Wind” se la quiere dedicar a su amigo Lemmy Kilmister, del que contó varias anécdotas durante unos cuatro o cinco minutos, llegando incluso a imitar su voz con más o menos gracia, para dar mayor veracidad a las distintas batallitas relacionadas con el speed, su influencia sobre Metallica en el tema “Metal Militia”, o cuando le propuso substituir a Fast Eddie, y le respondió amablemente que prefería seguir con su colega Rob Reiner. Lo que no dijo es si se ha arrepentido en algún momento de esta decisión.
“On Fire” suena súper rápida en comparación a la anterior que sonó algo más lenta que en su versión original. “Forged in Fire” suena algo mecánica, y con la emblemática “Mothra” Robertson vuelve a hacer el saltimbanqui, y Lips realiza su famoso solo de guitarra usando un vibrador/consolador eléctrico con el que golpea las cuerdas, y luego juega con las distintas velocidades del aparato, así como utilizar las pastillas de la guitarra como micrófono. Tras un saludo ceremonial a la japonesa entre el propio Lips y Robertson, vuelven a rematar el corte del Metal on Metal, para acabar perforándonos los tímpanos acoplando su guitarra contra los amplificadores.
Lips nos introduce la siguiente canción, esta vez desde el disco de 2018, Pounding the Pavement, desentierran “Bitch in the Box”, para empalmar con la instrumental “Swing Thing” de su Juggernaut of Justice (2011) que incluye un contundente y elaborado solo de batería a cargo de Robbo Reiner. Como últimas piezas del puzzle sorprenden con una del nuevo álbum, concretamente la martilleante “Ghost Shadow”, y extraña también la elección, ya que creo hay mejores composiciones que las elegidas, caso de la intensas “Someone to Hate”, “Bad Side of Town”, o el medio tiempo dedicado a la cuarentena “Lockdown”. En fin, otro día será, aunque con lo prolíficos que son los de Ottawa, complicado
Llegamos al final como no puede ser de otra manera con “Metal on Metal” entre coros y palmas, completando unos cien minutos de show, aunque solo han sido quince canciones, y en las cinco últimas han invertido como cuarenta minutos. Cabe destacar el perfecto estado vocal de Lips, a pesar de llevar cuarenta conciertos desde el uno de octubre en la que iniciaron esta gira europea, y mantener la sonrisa y el buen humor, a pesar de actuar para una audiencia tan reducida. En fin, algo parecido recuerdo que les ocurrió hace unos años a los chicos de Death Angel en esta misma sala, con un número de fans semejante. Pagaron el pato de tanto bolo, y que sus últimas visitas dejaron un sabor agridulce.
Siguiendo con la avalancha de bolos de la semana, y sin tiempo para recuperarnos del notable concierto de Udo Dirkschneider, hoy es el turno de Anvil, una de las bandas míticas de la escena metalera canadiense, un trio curtido en mil batallas desde el 78, aunque Lips y Robbo Reiner empezaron a tocar juntos, ya en 1973, ahí es nada. Vuelven a Barcelona por quinta vez, la última en esta misma sala hará unos cuatro años, dentro de una maratoniana gira europea compuesta por sesenta fechas presentando su decimonoveno álbum en estudio, Impact is Imminent, así como el anterior, Legal at Last, ya que poco antes de iniciar el tour correspondiente llegó el virus, del que Lips fue uno de los primeros afectados.
Pero antes de ver al trio de Ontario tenemos a un par de bandas que los están acompañando en este tremebundo tour por la vieja Europa, el primer plato de la tarde, con retraso de una media hora sobre el horario previsto saltan a escena unos jovencitos franceses llamados Harsh, a los que tenía interés en verlos tras escucharlos en su bandcamp, pero la verdad es que me decepcionaron bastante. Supongo que no andaban sobrados de motivación tocando ante unas treinta personas en esos momentos en la sala Bóveda, a excepción de Leo, que sí que le puso ganas desde su kit básico de batería.
Durante sus treinta minutos mostraron material de su Out of Control (2022), como “Fire at Will”, “The Sound She Does”, o “Good Lovin´”con la que cerraron, completaron su intervención con un innecesario duelo de guitarras entre Albert y Séverin, y un cover del “Maniac” de Michael Sembello que habrán escuchado en algún show de los Carpenter Brut, que nos pareció bastante fuera de lugar ante un público atónito. Si deseaban hacer una versión hubiera estado mejor una de alguna banda rockera, tipo Warrant, White Lion, etcétera, más acorde con su estilo, y con los allí congregados. Reconocer por otra parte, el valor que le echó Albert al incitar a los cuatro aficionados presentes a hacer unos coros, y sorpresivamente, conseguir una notable respuesta.
La siguiente banda en amenizar la noche serían los chicos de Gengis Khan, que a pesar de su nombre no son mongoles, sino italianos, pero que curiosamente coincidieron la semana pasada en Madrid con la banda de Mongolia, ese fenómeno musical denominado The Hu.
Con una puesta en escena musical y visual muy similar a Powerwolf, no me atrevo a calificarlos de mala copia de los alemanes, pero esa es a primera vista lo que te viene inmediatamente a la mente, aunque menos épicos y más viscerales. Los de Bologna, bastante apelotonados sobre las tablas con la inclusión de un bajista, instrumento del que hasta hace poco se encargaba el cantante Frank Leone sufrieron, y nos hicieron sufrir un sonido tan horrible como sus vestimentas, y sus caricaturescos maquillajes. A groso modo, a pesar del considerable barullo identificamos entre otras “War in the Fields”, “Taken by Force”, o “Reinventing the Fire” de su Colder Than Heaven (2021), y “Possessed by the Wolf”, “Extreme Power”, o “In the Name of Glory” de su tercer disco Possessed by the Moon (2022). Pues eso, que busquen otro técnico porque fue una autentica tortura, aparte de una broma de mal gusto.
Cuando volvemos a entrar a la antigua Mephisto, nos encontramos a Lips en la pista rodeado por un buen número de fans mientras inician la fiesta con la instrumental “March of the Crabs”, para continuar ya todos juntos sobre el escenario con otra canción de su exitoso Metal on Metal, el “666”. Tras bromear con los setenta fans que acabaron juntando, rescatan “School Love”, pieza única que extraerían de su primer trabajo, Hard’n Heavy (1981). El siguiente lo presenta Lips como una victoria sobre las autoridades canadienses, y es la legalización de la marihuana en su país, el reivindicativo corte que da título a su penúltimo disco, “Legal at Last”.
Desde su nuevo trabajo llega “Take a Lesson” con unos ritmos muy marcados y repetitivos, al igual que el solo de guitarra. Tras ella, el bueno de Lips nos pregunta si nos gusta el rock and roll antes de patearnos el culo con “Badass Rock’n’Roll” de su Hope in Hell (2013), aderezados por los movimientos pélvicos de Chris Robertson, que entró en la banda hace ya unos ocho años, ataviado con un pañuelo en la cabeza que le da cierto aire de pirata a este excelente bajista. Lips presenta cada uno de los temas, y ahora es el turno de una pieza del 93, concretamente la que cierra el tercer disco Forged in Fire, y que dedica a las malditas guerras, mejor paz y amor, expresó con su omnipresente sonrisa, antes de atacar con “Winged Assassins”, durante la cual Robertson se marcó su personal solo a las cinco cuerdas entre saltos, y brincos, una locura lo de este bajista.
“Free as the Wind” se la quiere dedicar a su amigo Lemmy Kilmister, del que contó varias anécdotas durante unos cuatro o cinco minutos, llegando incluso a imitar su voz con más o menos gracia, para dar mayor veracidad a las distintas batallitas relacionadas con el speed, su influencia sobre Metallica en el tema “Metal Militia”, o cuando le propuso substituir a Fast Eddie, y le respondió amablemente que prefería seguir con su colega Rob Reiner. Lo que no dijo es si se ha arrepentido en algún momento de esta decisión.
“On Fire” suena súper rápida en comparación a la anterior que sonó algo más lenta que en su versión original. “Forged in Fire” suena algo mecánica, y con la emblemática “Mothra” Robertson vuelve a hacer el saltimbanqui, y Lips realiza su famoso solo de guitarra usando un vibrador/consolador eléctrico con el que golpea las cuerdas, y luego juega con las distintas velocidades del aparato, así como utilizar las pastillas de la guitarra como micrófono. Tras un saludo ceremonial a la japonesa entre el propio Lips y Robertson, vuelven a rematar el corte del Metal on Metal, para acabar perforándonos los tímpanos acoplando su guitarra contra los amplificadores.
Lips nos introduce la siguiente canción, esta vez desde el disco de 2018, Pounding the Pavement, desentierran “Bitch in the Box”, para empalmar con la instrumental “Swing Thing” de su Juggernaut of Justice (2011) que incluye un contundente y elaborado solo de batería a cargo de Robbo Reiner. Como últimas piezas del puzzle sorprenden con una del nuevo álbum, concretamente la martilleante “Ghost Shadow”, y extraña también la elección, ya que creo hay mejores composiciones que las elegidas, caso de la intensas “Someone to Hate”, “Bad Side of Town”, o el medio tiempo dedicado a la cuarentena “Lockdown”. En fin, otro día será, aunque con lo prolíficos que son los de Ottawa, complicado
Llegamos al final como no puede ser de otra manera con “Metal on Metal” entre coros y palmas, completando unos cien minutos de show, aunque solo han sido quince canciones, y en las cinco últimas han invertido como cuarenta minutos. Cabe destacar el perfecto estado vocal de Lips, a pesar de llevar cuarenta conciertos desde el uno de octubre en la que iniciaron esta gira europea, y mantener la sonrisa y el buen humor, a pesar de actuar para una audiencia tan reducida. En fin, algo parecido recuerdo que les ocurrió hace unos años a los chicos de Death Angel en esta misma sala, con un número de fans semejante. Pagaron el pato de tanto bolo, y que sus últimas visitas dejaron un sabor agridulce.