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Cannibal Corpse
Violence Unimagined (2021)
Metal Blade Records

Tracklist:

01. Murderous Rampage
02. Necrogenic Resurrection
03. Inhumane Harvest
04. Condemnation Contagion
05. Surround, Kill, Devour
06. Ritual Annihilation
07. Follow the Blood
08. Bound and Burned
09. Slowly Sawn
10. Overtorture
11. Cerements of the Flayed

Decimoquinto álbum en la tortuosa trayectoria de 33 años, de uno de los máximos exponentes del Death Metal y, sin dudas, la banda más popular en ventas dentro del género: Cannibal Corpse. Primer disco con Erik Rutan (ex Morbid Angel, Hate Eternal) como uno de los guitarristas, en reemplazo de Pat O’Brien, en un grupo donde los únicos miembros originales están en la base rítmica: Alex Webster y Paul Mazurkiewicz.

O’Brien tuvo que distanciarse tras la crisis que experimentó en 2018, la cual puso en evidencia sus trastornos mentales, que lo llevaron a cometer actos que ameritaron su detención por parte de la policía y posterior liberación al pagar una fianza. Rutan, quien grabó en esta nueva obra, no es una novedad trabajando con la banda, pues produjo tres de sus álbumes anteriores: “Kill” (2006), “Evisceration Plague” (2009) y “Torture” (2012). El sello a cargo de la edición sigue siendo, como siempre, Metal Blade.

Nadie esperaba nada innovador por parte de Cannibal Corpse. Arte de tapa, contenido de las letras, sonido: era sabido qué se podía venir. En esta ocasión, tal vez, había cierta curiosidad por el matiz que podría aportar la participación de Rutan en el grupo, no solamente como instrumentista, sino como responsable en la composición.

“Murderous Rampage” comienza con toda la brutalidad previsible, esa brutalidad que sí es la suma de la brutalidad de cada componente: batería, bajo, guitarras y voz. Pero queda en cada oyente decidir si hay o no, algún plus que supere la adición de las partes. “Necrogenic Resurrection” sigue una veta similar, aunque ralentiza el paso en algunos momentos. El siguiente track, “Inhumane Harvest” sube la vara: suena mucho más logrado como canción, y fue, de hecho, el corte de difusión con videoclip propio. También en “Condemnation Contagion” asoma una sonoridad más clara en cuanto a pregnancia musical y búsqueda compositiva.

“Surround, Kill, Devour” tiene momentos que rozan el Death ‘n’ Roll, sin reducir la bestialidad. “Ritual Annihilation” retoma la senda habitual, hasta que promediando el track, ofrece un riff que vuelve a captar la atención, la cual se mantiene, gracias a las diferencias exhibidas por “Follow the Blood” en cuanto a ritmo y características de los riffs, que permiten al bajo asomar con mayor presencia. Hablando del bajo, vale la pena mencionar que Webster es el único miembro del grupo que, esta vez, debido a la pandemia y por cuestiones geográficas, tuvo que grabar por separado, en su propio estudio.  “Bound and Burn” transcurre parejo, y en este sentido, cabe señalar lo mismo con respecto a los solos de guitarra: brillantemente ejecutados, pero difícilmente memorables. “Slowly Sawn” deleita con esos machaques que tanto se agradecen en Cannibal Corpse.

“Overtorture” es un track rápido y rabioso y “Cerements of the Flayed” perfila con más matices el camino hacia el final de estos casi 43 minutos de violencia imaginable, algo bienvenido para el público de la banda. El grupo apostó a demostrar que sigue siendo demoledor, sin interés por explorar climas como los que pueden encontrarse en “Gallery of Suicide” (1998), o incluso en “Bloodthirst” (1999), tras comprobar que, muchas veces, la audiencia simplemente quiere más de lo mismo, y eso está más allá del bien y del mal.

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Violence Unimagined (2021)
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01. Murderous Rampage
02. Necrogenic Resurrection
03. Inhumane Harvest
04. Condemnation Contagion
05. Surround, Kill, Devour
06. Ritual Annihilation
07. Follow the Blood
08. Bound and Burned
09. Slowly Sawn
10. Overtorture
11. Cerements of the Flayed




Decimoquinto álbum en la tortuosa trayectoria de 33 años, de uno de los máximos exponentes del Death Metal y, sin dudas, la banda más popular en ventas dentro del género: Cannibal Corpse. Primer disco con Erik Rutan (ex Morbid Angel, Hate Eternal) como uno de los guitarristas, en reemplazo de Pat O’Brien, en un grupo donde los únicos miembros originales están en la base rítmica: Alex Webster y Paul Mazurkiewicz.

O’Brien tuvo que distanciarse tras la crisis que experimentó en 2018, la cual puso en evidencia sus trastornos mentales, que lo llevaron a cometer actos que ameritaron su detención por parte de la policía y posterior liberación al pagar una fianza. Rutan, quien grabó en esta nueva obra, no es una novedad trabajando con la banda, pues produjo tres de sus álbumes anteriores: “Kill” (2006), “Evisceration Plague” (2009) y “Torture” (2012). El sello a cargo de la edición sigue siendo, como siempre, Metal Blade.

Nadie esperaba nada innovador por parte de Cannibal Corpse. Arte de tapa, contenido de las letras, sonido: era sabido qué se podía venir. En esta ocasión, tal vez, había cierta curiosidad por el matiz que podría aportar la participación de Rutan en el grupo, no solamente como instrumentista, sino como responsable en la composición.

“Murderous Rampage” comienza con toda la brutalidad previsible, esa brutalidad que sí es la suma de la brutalidad de cada componente: batería, bajo, guitarras y voz. Pero queda en cada oyente decidir si hay o no, algún plus que supere la adición de las partes. “Necrogenic Resurrection” sigue una veta similar, aunque ralentiza el paso en algunos momentos. El siguiente track, “Inhumane Harvest” sube la vara: suena mucho más logrado como canción, y fue, de hecho, el corte de difusión con videoclip propio. También en “Condemnation Contagion” asoma una sonoridad más clara en cuanto a pregnancia musical y búsqueda compositiva.

“Surround, Kill, Devour” tiene momentos que rozan el Death ‘n’ Roll, sin reducir la bestialidad. “Ritual Annihilation” retoma la senda habitual, hasta que promediando el track, ofrece un riff que vuelve a captar la atención, la cual se mantiene, gracias a las diferencias exhibidas por “Follow the Blood” en cuanto a ritmo y características de los riffs, que permiten al bajo asomar con mayor presencia. Hablando del bajo, vale la pena mencionar que Webster es el único miembro del grupo que, esta vez, debido a la pandemia y por cuestiones geográficas, tuvo que grabar por separado, en su propio estudio.  “Bound and Burn” transcurre parejo, y en este sentido, cabe señalar lo mismo con respecto a los solos de guitarra: brillantemente ejecutados, pero difícilmente memorables. “Slowly Sawn” deleita con esos machaques que tanto se agradecen en Cannibal Corpse.

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