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Matalobos – Phantasmagoria: Hexed Lands (2025)
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Finalmente ha llegado el tercer álbum de larga duración de Matalobos, una de las instituciones más importantes e imponentes del doom/death latinoamericano. Un álbum que se trabajó con mucho cuidado e invitados de lujo en el estudio como el veterano trompetista de mariachi Tano Padilla, Rich Marmolejo de Dark Matter y Carlos de Anda en el bajo (solo por mencionar a algunos), todos de la ciudad de León, Guanajuato y que lleva por nombre Phantasmagoria: Hexed Lands.

Desde aquella impactante presentación en el Candelabrum Metal Fest del 2024, ya habíamos podido escuchar algunas de las piezas que aquí se nos presentan, pero sin lugar ha dudas, apreciar este álbum en su totalidad es la manera correcta de apreciar este viaje a la desolación, melancolía, misterio y horror de las leyendas de Guanajuato.

Empezando por un frenético y tribal intro titulado “Panoramica“, se nos advierte que este compilado de historias trama algo con la desesperación para dar paso a lo que es la primera pieza en forma del disco: “This Mortal Music“, una pieza que expone todos los cambios, matices y evolución que esta banda ha llevado, incluyendo por primera vez esa cadencia regional, los ya advertidos diferentes tipos de voz de los que el disco hace gala y las hechizantes melodías acompañadas de trompetas rancheras que le imprimen al disco una especie de orgullo regional difícilmente replicado por alguna otra banda que haya hecho gala de ellas. Como buen inicio de álbum, es una declaración de sonido.

Purgatory Blessing” se nos abre paso con un rezo desesperanzador que parece tratar de acompañar a un alma en pena que no ha podido encontrar el descanso y llevarla (probablemente sin éxito) hacia la luz. El rezo da paso a la violencia, misma que a su vez nos lleva hacia el melancólico canto de una mujer que conversa con otra voz, quizás pactando algo. Destacan los cambios en intención e intensidad, pues mientras una guitarra nos hechiza, repentinamente el recuerdo brutal de la muerte interrumpe la calma, haciendo gala de breaks y blast beats que encuentran su lugar y encajan perfectamente con el desarrollo de la pieza.

Inmediatamente después nos acechan los inquietantes acordes de “Below the Dam“, el primero sencillo de este material. Narrando la leyenda de la dama de la presa, esta espectral pieza de angustia y embrujamiento ha sido una excelente carta de presentación para lo que se ha convertido el proyecto. Poseedora de un “groove” fantástico para el género que representa, una vez más, los matices entre lo bello y lo profano brillan en el trabajo, lo peculiar siendo que en esta ocasión huele a polvo, tequila y tabaco.

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La mitad del disco nos lo regala la brutal “Hatred of Kin“, que nos recuerdan las influencias octobertidescas de esta banda, con esa agresión demoniaca que abre paso a uno de los puntos más especiales del disco: “Hasta el viento tiene miedo“, una pieza bellísima que entre bolero, jazz, flamenco, metal y mariachi, recuerda a una versión más refinada incluso que los fragmentos de saxofón de bandas como White Ward. Una interpretación que de alguna manera suena tanto urbana, como campestre, algo contradictorio, pero que es mejor apreciado escuchándola, pero que eso sí, es 100% fantasmagórica, como el título del álbum nos prometió.

El álbum evoluciona con “Where Witches Gather“, que sí cuentan con un sabor más oculto y mágico, acentuado por un coro que evoca a los cánticos de un aquelarre, adornos musicales espeluznantes y un diseño sonoro completamente inmersivo.

Sin embargo, la calma no se ha ido por completo y el sonido casi cálido de “The Alley” nos retorna a un estado más contemplativo, casi letárgico. Una pieza que sugiere un sonido más cercano a “Discourage Ones” que a “Brave Murder Day”, pero que inmediatamente nos explota en la cara para asegurarnos de que se trata de Matalobos a full power: una melancolía adormecida por el recuerdo de los espectros del pasado y trompetas, perdida entre los laberintos de una oscura ciudad minera.

Siendo la montaña rusa de emociones que es esto, “Carmen Buried Alive” entra con una brutalidad inusitada hasta el momento, para luego volver al hipnotismo de la voz de Dante. De nuevo, blandiendo sin miramiento alguno el tema del álbum, el diseño sonoro sigue evocándonos terribles imágenes de maldición y tragedia, apoyando cada elemento a la siguiente idea y así en sucesión.

Curiosamente, la canción más convencionalmente Matalobos es la última, con “House of Laments“. Hubiéramos pensado que el disco finalizaría con alguno de los elementos distintivos de este trabajo, pero no paso, quizás sea la canción menos trascendente del disco. Claro que con esto no queremos decir que sea mala, pero un trabajo repleto de momentos, esta pieza se desarrolla, sí, sin eventualidades, pero tampoco sin sorpresas. Quizás hubiera quedado un poco mejor en alguna otra posición del listado, pero eso es solo un gusto personal.

Y hablando de gustos personales, ha sido muy satisfactorio seguir la carrera de esta banda mexicana. Phantasmagoria: Hexed Lands es un trabajo ambicioso, pero también muy centrado en sus objetivos y alcances y eso mismo hace que brille. Es difícil generar un disco tan peculiar, que no turistifique ninguno de los dos géneros nucleares a los que hace tributo (el doom y el mariachi), pero que sí proponga, si no el hilo negro, una forma más seria de generar sincretismo musical, sobre todo en nichos tan puristas.

Va a ser interesante ver si esto mueve alguna fibras, de qué tipo y si en el futuro podremos medir alguna influencia en el panorama de la música extrema regional.

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Spoiled – Collapse (2025)
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A siete años de su EP debut autotitulado y con un par de cambios de formación de por medio, el cuarteto italiano Spoiled llega por fin a su LP debut, editado el 27 de febrero a través del sello portugués Gruesome Records. Y vaya portada con la que decidieron acompañar a este Collapse: hay artistas que dejan algo a la imaginación al tenerlos a primera vista, pero Spoiled claramente no es uno de esos. Con esa imagen de un zombie borracho y dado vuelta como una media en un escenario post apocalíptico, vistiendo jeans, camiseta de D.R.I y una gorra con la visera levantada, Spoiled serán cualquier cosa menos tímidos al momento de mostrar su devoción por el altar del crossover thrash.

Eso puede que no quede súper obvio durante la primera “Marching Spoiled”, donde adoptan un ritmo un tanto más lento pero igual de pesadísimo y jodido, más de thrash clásico y con mucho doble bombo, mientras el cantante Danny Boy grita las letras con toda la furia del mundo. Pero “Beer Stealers” rápidamente demuestra el sonido que me imaginaba viendo la portada del álbum: riffs a toda velocidad, la banda haciendo coros hardcore y la batería que no da respiro ni por un segundo, con versos, estribillos y un solo desarrollado todo en apenas 68 segundos. Lo mismo ocurre con la siguiente “Zombie Hunters”, que hace lo suyo con más riffs a la velocidad de un auto tuneado entre hordas de zombies en 70 segundos.

La mayor parte del álbum sigue esa línea bien rápida marcada por esas dos canciones, como en “What A Mess”, “Rotting Sun” o “Fratello d’Italia”, donde Spoiled se animan a las letras en su idioma natal. Las únicas que se salen del molde ese de crossover thrash bien juvenil son “Be Food!”, que vuelve al estilo más marchoso de la primera canción, y en “Napalm”, una especie de homenaje al clásico “You Suffer” de justamente Napalm Death donde la banda busca plasmar su propia canción en joda de duración diminuta. Claramente el hit de todo el álbum.

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Como vemos, Collapse no es un disco que dé mucho para el análisis profundo: todo lo que Spoiled quieren lograr está frente a nosotros con todo detalle. ¿Cuadrados? ¿Obvios? ¿Copiones? No creo que sea justo tacharlos de ninguna de esas cosas, y lo más seguro es que ellos se sientan halagados de ser comparados con sus influencias. Es un disco que no busca ser revolucionario ni nada de eso, sino que ante todo busca ser divertido, y si lo logra siendo extra descerebrado entonces bienvenido sea. Estos italianos tienen bien en claro que lo suyo es la fiesta thrashera, y su LP los muestra constantemente con esa mentalidad y el norte bien definido en sus intenciones, manteniendo un sonido profesional pero no sobreproducido y unas canciones que son para corear cuando podés entender algo de lo que dicen. 

Claro que si no sos fan del crossover thrash y/o de las canciones repetitivas lo mejor es que te mantengas unos kilómetros alejado, pero para todo aquel es un disquito interesante para pasar el rato imaginando que estás en algún sótano en 1988 en una casa derruida donde se da un recital bien under y donde la gente no parece tener mucho cuidado de quién tiene al lado al momento de moshear. Es esa clase de disco poco dado a la reflexión pero muy dado a la fiesta furiosa, y eso hay que alabarlo.

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Whitechapel – Hymns In Dissonance (2025)
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Whitechapel,
una de las bandas referentes en lo que se refiere a la historia del Deathcore. Desde su “A Somatic Defilement“, “This is Exile” o el “A New Era Of Corruption”, hemos tenido una gran variedad de cambios en el sonido de la banda, pero no significa nada negativo, desde luego.

Tras encontrar un sonido y temática propia allá por el 2012 con “Mark Of The Blade”, Whitechapel vuelve a lanzar un álbum cuatro años después de su último lanzamiento “Kin”, el cual fraccionó a gran parte de la audiencia; por un lado se veía como una evolución correcta hacia el lado más melódico, y por el otro lo veía mucho más alejado del deathcore como un punto en contra.

Todas esas dudas se han acabado con “Hymns Of Dissonance”. La brutalidad está de vuelta; la banda ha superado las expectativas, y aquí lo vamos a desgranar todo.

Prisoner 666 es el tema que da la introducción al noveno álbum de estudio de los de Knoxville, con una aura oscura manteniendo el mismo ambiente característico de la banda desde hace más de 10 años; Misma afinación, y en cierto modo, parece una continuación de “Kin más que consolidada y con ese toque extremo que a algunos les faltaba. Este nos da paso hacia uno de los temas principales del álbum; el homónimo “Hymns in Dissonance”.

Blastbeats de la mano de Brandon Zackey, fryscreams perfectamente ejecutados, Growls que parecen sacados del averno por parte de Bozeman, con unos riffs espectaculares interpretados por el trío Savage – Wade – Householder además de unos armónicos oscuros, llevado con una presente línea de bajo de Gabe Crisp.

Un tema amplio, que progresa hacia el extremo más brutal; que cuando parece que el tema va a zanjarse, nos sueltan un blastbeat o un breakdown que nos mantiene pegados como si de un imán se tratase. Líricamente es un punto que también destaco, ya que Bozeman ha dedicado años en ello, basándose en experiencias propias conjuntamente con la narrativa dada en los anteriores álbums; como si de una historia se tratase.

“Diabolic Slumber” trae consigo uno de los Breakdowns mas brutales que he escuchado en mucho tiempo. Se nota que los de Dean Winchester (Algunos sabéis a quien me refiero) han querido fusionar los aspectos más esenciales de The Mark Of The Blade con una lírica que hace de continuación a la temática tratada en Our Endless War. Por lo tanto, temas como este nos dejan claro que la banda ha confiado en la opinión popular de “traer el Deathcore de vuelta”, aunque hay que admitir que gran parte de los temas tiene una gran influencia en el Death Metal, cosa que hemos visto escasamente en los anteriores trabajos de la banda; con una gran cantidad de armónicos disonantes y solos que no se alejan para nada de la identidad de Whitechapel.

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Con “A Visceral Retch” es distinto. Este fue el primer sencillo lanzado el pasado 12 de septiembre el cual sigue poniéndome la piel de gallina. Como si el demonio del que tanto hablan en Kin hubiese mutado desde el interior de Bozeman. Break tras Break; es un no parar y aquí voy a hacer un pequeño inciso para alardear la gran producción de esta canción en especial, por el hecho de ser tan cambiante y dinámica y aun así haber hecho que suene tan increíble.

Continuamos con “Ex-Infernis”, un tema interlúdico de escasos 1:12 minutos liderado por la percusión tribal y el “throat singing” , ese característico canto proveniente de las estepas mongolas donde progresa increíblemente hasta “Hate Cult Ritual”. Repetimos fórmula; blastbeats con un riff un tanto groovie en este caso, solos soberbios, las mejores guturales que ha parido el deathcore y… obviamente, Breakdowns. Esta remarca la temática principal del álbum; un culto misterioso donde se narran historias oscuras de la mano de las terribles experiéncias de Bozeman, que querrá acabar con el.

The Abysmal Gospel” es uno de los temas más atrevidos, donde se sacan de la manga un Death Metal que nunca antes había presenciado. La cantidad de solos es ingente, pero también la rapidez del tema no impide que tengamos unos beatdowns que nadie se espera. He de decir que Zackey ha exprimido al máximo su capacidad para debutar en la banda, un tema admirable por su parte.

Como antepenúltima canción tenemos “Bedlam”, la que personalmente es mi favorita, la que sirve como un portal en el tiempo para viajar una casi docena de años atrás con temas como “Let Me Burn”, “Mono” “Worship the Digital Age”, junto unos riffs abiertos que dan paso a una vuelta pesada, contundente y magistral. Nos despedimos con “Mammoth God” “Nothing Is Coming For Any Of Us”, remarcando este último donde seguramente se haya compuesto adrede para reventar tus cervicales.

Con este último, emocionalmente, acabas bastante tocado. Y aún más si eres fan de la banda o del deathcore en general. El estar orgulloso de como unas personas tan unidas en una alineación que se ha conservado de manera casi perfecta desde la fundación de la banda, ha evolucionado de esta manera, consolidándose como uno de los padres indiscutibles del género. Está claro que nos hacemos mayores y a día de hoy apreciamos más lo que somos y lo que la gente de alrededor nuestro ha vivido, y el ver como Whitechapel ha llegado hasta aquí, casi dos décadas tras su creación, no puede evitar hacer caer un par de lágrimas a muchos amantes del core.

 

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Hirax – Faster Than Death (2025)
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Hirax son de esos grupos de thrash de los ochentas que en su momento estuvieron alejados de las grandes ligas, separándose justo antes de que los noventas los obligaran a tener que adaptarse o perecer como le pasó a muchos de sus congéneres. Pero con la llegada del nuevo milenio parece que a la formación original del grupo se le dio por reactivar a Hirax, aunque rápidamente toda la base instrumental decidió bajarse y dejar al cantante Katon W. de Pena como único miembro constante de esta nueva etapa de Hirax.

Con la expansión de la Internet, la nueva apreciación por el thrash metal clásico de los ochentas y los sellos apostando a las reediciones dando acceso a muchos fans jóvenes que no habían tenido oportunidad de vivir esos años de escuchar a muchas bandas del estilo que seguramente hubiera quedado sepultadas por las arenas del tiempo en otras circunstancias, Hirax se encontraron en el momento indicado para tener una segunda oportunidad. Acá también tuvo mucho que ver la personalidad de Katon, un tipo carismático y particular que no sólo ha logrado mantener a flote al grupo a través de los constantes cambios de formación, sino también armarse todo un personaje a su alrededor: muchos metaleros argentinos lo conocerán por la cantidad de fotos que tiene con remeras de Hermética, banda a la que conoció a través del baterista argentino Jorge Iacobellis, quien fuera parte de Hirax durante casi una década.

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Además de vivir de sus canciones de la década de Reagan, Hirax ha tenido también nuevos lanzamientos, de un nivel bastante aceptable para lo que suelen ser estas bandas de thrash dinosaurio retomando sus carreras: The New Age of Terror y El Rostro de la Muerte me parecen discos muy disfrutables para quien buscara esa onda de thrash metal crudo y veloz. Y tras la salida de Immortal Legacy en 2014, en 2018 Katon comenzó a hablar sobre lo que sería el nuevo álbum de Hirax, eventualmente bautizado como Faster Than Death, pero la espera comenzó a alargarse más y más, sumado a los cambios de integrantes que lo más seguro es que no ayudara a las grabaciones. 

Para ser sincero, estaba preparado para que Faster Than Death de Hirax no saliera jamás. Con una pandemia de por medio y Katon haciendo horas extras para andar hypeando el álbum con tanta anticipación sin tener un adelanto preparado hizo que por momentos este lanzamiento de los californianos se sintiera como el Detox, el The Unquestionable Truth (Part 2) o el Time II del thrash metal. Pero contra todo pronóstico, el 27 de febrero último pudimos tener ya en nuestras manos el tan anticipado sexto álbum de Hirax, editado a través de Doomentia Records, a casi 11 años exactos desde el anterior Immortal Legacy.

¿Qué cabe encontrarse en este disquito? Bueno, “Drill Into The Brain” arranca con el sonido de un taladro haciendo lo suyo con (asumo) un cerebro, e inmediatamente da paso a una avalancha de riffs filosos, en este caso a cargo de Neil Metcalf (quien también se encargó del bajo), y un repiqueteo asesino de la mano de Danny Walker, actualmente baterista de D.R.I. Ninguno de estos dos está actualmente en la banda, pero su aporte a lo largo del álbum es imposible de exagerar: hay una energía constante e infecciosa detrás de cada nota, con ese bajo pulsante que de vez en cuando se separa del resto de los instrumentos para hacer lo suyo y las guitarras tronando como una motosierra.

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Y claro, hay que hablar sobre Katon. Se podrán decir muchas cosas acerca de Katon, sobre los momentos en los que su personaje se siente un tanto forzado o el nivel de vendehumo o figuretismo tratando de promocionar el disco, pero es imposible negar que el tipo tiene la voz para este tipo de música, con la que pasa sin problemas del grito hardcore al agudo metalero.

De esta manera se puede hablar acerca de todas las canciones, porque ciertamente Faster Than Death no es el disco más variado del mundo: es para un público muy específico que quiere thrash metal puro y duro, sin nada de cosas raras como pasajes melódicos o elementos progresivos elegantes, sólo thrash callejero y roñoso como un chaleco con parches viejo que ha visto mil batallas y mucho mosh. Los mejores momentos se encuentran en las canciones más desarrolladas como “Armageddon”, “Drowned Bodies”, “Relentless” y “Revenant”, donde Hirax sacan su Slayer interno homenajeando / copiando la intro del clásico “Hell Awaits” del combo Araya-King-Hanneman-Lombardo.

Creo que la mayor queja que muchos tendrán acerca de Faster Than Death estará en su longitud: no creo que 22 minutos de material tras 11 años de espera sea suficiente. Hirax no es una banda que rechace hacer discos cortos: su segundo trabajo Hate, Fear and Power escupe ocho canciones en 16 minutos y la banda no sólo lo considera un LP sino que muchos fans lo consideran el mejor de su primera etapa. Pero creo que en ese caso funciona como algo de una sola vez: volviendo a la comparativa con Slayer, Reign In Blood será recordado como un clásico de menos de media hora pero si estos días Araya y King sacaran un disco de esa longitud muchos se quejarían.

Sumado a eso, hay un par de canciones a las que no les habría venido mal una repasada más como “Psychiatric Ward” y el tema título “Faster Than Death”: el material presente está bien, pero darle un poco más de jugo a los versos o a los riffs los podría haber hecho incluso mejor.

¿Es Faster Than Death de lo mejor de Hirax? Respondiendo a eso, les pido por favor que no nos vayamos al carajo con eso. Faster Than Death está bien: es enérgico, furioso, se pone justo en la línea entre el thrash clásico y la onda crossover que tanto me gusta, suena bien y da para imaginarse cómo sería todo en vivo. Pero se queda corto de material justo cuando la cosa para que va a alcanzar su verdadero clímax en el final y se lo puede tachar de cortachorro claramente. No es de los mejores discos de Hirax pero tampoco creo que sea de lo peor de la banda como vienen diciendo algunas reseñas que he leído: es un disco perfectamente aceptable que daba para más.

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Bleeding Through – Nine (2025)
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Los californianos Bleeding Through son una de aquellas bandas que pese a haber influido en la generación posterior con la que se vivió la explosión del metalcore, nunca pudieron alcanzar la cima “mainstream” del género como si ha ocurrido con compañeros suyos como Avenged Sevenfold (aunque ellos hayan variado el estilo musical, se criaron juntos y compartieron alguna gira en el pasado), Lamb of God, Killswitch Engage, As I Lay Dying y posteriormente Parkway Drive, Architects y August Burns Red, por citar algunas de las “Vacas Sagradas” del género.

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Para esta nueva entrega, la banda ya con SharpTone Records como casa discográfica, no parece haber perdido un ápice de fuerza respecto a sus trabajos anteriores, es más, me atrevería a decir que es uno de los discos más pesados y oscuros en la discografía de los de Orange County.

Desde el apabullante comienzo con “Gallows”, uno ya puede ir agarrándose a la silla ante la tamaña tormenta que se le viene encima, esos gritos demoledores de Brandan Schieppati combinados con una base rítmica brutal y un puente algo más pausado pero igual de intenso con un ligero protagonismo de Marta Peterson a los teclados, es el comienzo perfecto para una obra que recoge el testigo justo donde lo dejaron hace siete años, cualquiera lo diría también hay que decirlo.

El binomio de singles “Our Brand is Chaos” y “Dead, But So Alive”, ya nos puso de sobre aviso hace unos meses de que el retorno de Bleeding Through iba a ser muy potente y que los de Orange County, podrían toda la carne en el asador para estar a la altura de sus trabajos previos.

La primera navega entre el metalcore más rudo y ciertos toques de blackened core, absolutamente brillantes y que harán las delicias de los amantes de estos dos estilos, con poco espacio para la “dulzura” vocal, pero si con ambientes creados por Marta que le dan un toque muy personal a la canción.

Para “Hail Destruction”, la banda vuelve a desplegar su lado más oscuro, pero combinado con unos riffs afiladísimos y unas voces infernales por parte de Brandan, que bien podrían haber encajado en un disco como Declaration e incluso en The Truth, evidenciando que para Bleeding Through, no solamente el tiempo no ha pasado, si no que se comen a gran parte de las bandas actuales del género que matarían por tener un disco como este en lugar de lo que ofrecen. El tema cuenta con un demoledor solo de guitarra que no hace más que coronar una de las mejores piezas del disco.

En el ecuador del álbum, vamos a encontrar al primer invitado que no es otro que el señor Doc Coyle, guitarrista de Bad Wolves, pero que muchos de nosotros conocimos hace casi dos décadas en bandas como God Forbid cuando surgió la explosión de la “NWOAHM” (o Early Metalcore, como queráis llamarlo) y que aporta su talento en uno de los cortes más “Accesibles” del disco y quiero matizar que es un tema mucho más abierto a nivel de melodías y arreglos que los primeros 4 cortes del disco, podría entrar con relativa facilidad al oyente que no conozca mucho a Bleeding Through, pero lejísimos está de ser un tema “ligero”.

Tras el interludio “Last Breath”, la banda dispara el tercer single del disco “Path of Our Disease”, con Marta ejerciendo de protagonista vocal, con un timbre aterciopelado que pone los pelos de punta, para luego ser secundada por los screams de Brandan, creando una atmósfera bastante especial a lo Cradle of Filth, pero pasada por el filtro del metalcore clásico.

Escuchando temas como este, es fácil entender de donde bandas como Betraying The Martyrs y Make Them Suffer cogieron inspección, solo por citar dos bandas donde es muy clara la influencia que han tenido BT.

La siguiente es un bombazo y es que “I Am Resistence”, cuenta con la colaboración especial de Andrew Neufield (Comeback Kid, Sights & Sounds) y es un ejercicio impecable que combina hardcore punk, metalcore y toques sinfónicos por parte de Marta a los teclados, simplemente una delicia para el oyente y otra de las joyas del disco.

El disco va llegando a su fin, pero no sin antes dejarnos una traca final de infarto y es que “Emery”, recupera el sonido de la primera mitad del disco, pero le añade un toque algo más melódico y moderno que encaja de perlas en el sonido actual de Bleeding Through, sin cambiar nada, simplemente evidenciando que para ellos la evolución musical es un hecho concreto y real, no puro marketing como ocurre con otras bandas del estilo, sobre todo de las más nuevas, las cuales no solamente no les llegan a Bleeding Through a la suela de los zapatos, si no que deberían tomar ejemplo de como se lleva una carrera digna y con grandes canciones.

Para “War Time”, la banda abre un poquito el abanico y nos devuelve a su primera época con un sonido más propio de discos como This Is Love, This Is Murderous, con ese metalcore “Old School” de guitarras pesadas y que se combinan con un juego de voces espectacular entre Brandan y Marta, al cual se le suma la aparición del señor Brian Fair, vocalista de Shadows Fall y que va a dibujar una sonrisa gigante entre los que crecieron escuchando este genero a comienzos y la primera mitad de los 2000. Ese “Breakdown” hará añicos tus oídos y es impresionante, una vez más la aportación vocal de Marta, que está simplemente pletórica y brillando como nunca en este disco.

Con la furiosa “Unholy Armada”, el disco llega a su fin y como se podía intuir hace unos meses, con los dos primeros singles, Bleeding Through no solo han vuelto a lo grande, demostrando que para ellos 20 años no es nada, si no que ya es hora de que la gente les empiece a dar el crédito que merecen, porque con Nine, los californianos se lo han vuelto a ganar y con creces.

 

 

 

 

 

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The 7th Guild – Triumviro (2025)
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Tras años de preparación, tenemos un supergrupo italiano concebido por el líder y cantante de Skeletoon, Tomi Fooler, en The 7th Guild. El trío de vocalistas está formado por Giacomo Voli (Rhapsody of Fire) e Ivan Giannini (ex-Vision Divine), mientras que el elenco de músicos incluye a miembros de Gamma Ray, DGM, Freedom Call y Ancient Bards. En los nueve temas de Triumviro, su álbum de debut, se puede esperar un estilo de power metal operístico con matices sinfónicos y bombásticos, melodías elevadas y componentes musicales edificantes que se alinean bien con los de los primeros Angra y Sonata Arctica.

El proyecto se puso en marcha en 2021, pero hasta febrero de 2025 no vio la luz el primer álbum de larga duración, Triumviro, bajo el sello Scarlet Records. Fue producido, mezclado y masterizado por Tomi Fooler, Simone Mularoni y Simone Bertozzi en Domination Studio, mientras que la portada corre a cargo de Thomas Everhard (Edguy, Avantasia, Therion).

Triumviro hace gala de un power metal italiano muy tradicional: velocidad temeraria, voces agudas y ruidosas, y un patrón de batería diseñado para agotar al que empuña las baquetas (o palillos) antes de que piense en retirarse. Además, los guitarristas se dejan la piel con el típico festival de riffs, aderezado con algún que otro solo.

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El álbum es un viaje a través de las formas artísticas más icónicas del género, combinando pegadizas melodías de power metal con ricos arreglos orquestales. Esta mezcla única da como resultado un efecto coral fascinante. A diferencia de grupos igualmente opulentos como Twilight Force y Fellowship, The 7th Guild personifica lo genérico en cada momento, hasta el punto de que, a veces, resulta difícil distinguir a los tres vocalistas.

Al tratarse de un grupo nuevo y de un álbum de debut, las canciones iniciales son muy importantes, ya que representan la famosa “primera impresión”. En este sentido, es un poco suave. Disponen de buenas canciones y tienen todos los componentes que cabría esperar, pero Triumviro a menudo caza descaradamente en territorios que otros conjuntos ya ocuparon.

Una de las canciones destacadas es Glorious, que incluye cambios de ritmo entre un piano y una mezcla de voces en inglés e italiano, lo que añade profundidad. Se siente grandiosa y épica, que es lo que se esperaba de Triumviro. La Promessa Cremisi también mantiene la calidad, con otro enfoque dramático de la música que tiene un aire más teatral. Cantada predominantemente en italiano y con unos cantantes excepcionales a la cabeza, nos trae a la mente imágenes de la ópera italiana y de los famosos tenores.

Las bandas novatas a veces recopilan los mejores cortes que otras bandas ya publicaron para ganarse el favor de su todavía creciente base de fans, lo que terminó saturando a los oyentes por la superpoblación de bandas del estilo allá por el año 2001.

El trabajo a la guitarra de Simone Mularoni, junto con la impresionante producción de teclados y orquestación de Alessio Lucatti y Daniele Mazza, crea una atmósfera elevada en canciones como In Nomine Patris, que recuerda a Rhapsody of Fire, hasta llegar a un himno épico a medio tempo como Guardians of Eternity, que invita a profundizar en los componentes clave del gancho.

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La sinergia entre el trío de vocalistas es palpable, creando un sonido armonioso y dinámico, mientras que la claridad de cada instrumento, unida a los exuberantes arreglos orquestales, permite al oyente apreciar plenamente las complejidades de la música. Si bien el aspecto vocal de los tres cantantes es muy bueno, existen canciones como Time, en donde sinceramente no se distinguen, ya que el registro es tan similar que se pierde durante los minutos que dura la balada. Cierran el álbum con una innecesaria versión de “Fairy Tale” canción de los brasileros Shaman.

Si te gusta el power metal europeo ambientado en un paisaje más parecido al de Avantasia, The 7th Guild podría llenar todas esas casillas auditivas que has deseado a través de Triumviro. Pero, en definitiva, no esperes un disco que tenga el impacto que tuvieron, por ejemplo, Symphony of the Enchanted Lands (Rhapsody), Ecliptica (Sonata Arctica) o, en menor medida, A New Religion? de Athena.

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Dynazty – Game Of Faces (2025)
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Una amalgama de sensaciones donde los sentimientos con sabor amargo predominan, eso es lo que tengo después de escuchar lo nuevo de Dynazty. A primera hora de medianoche del viernes pasado, me dispuse a escuchar su último álbum titulado Game Of Faces, producido por la discográfica Nuclear Blast Records y no son del todo buenas las primeras impresiones.

Este último trabajo que saliera el pasado viernes 14 de febrero es un disco LP de 40 minutos de duración resultado de una secuencia de 10 piezas musicales. Si bien mis sensaciones, como dije, no son del todo buenas (y voy a explicarles el por qué), no es un álbum que se vuelva difícil de escuchar o que debamos cortar con su reproducción en los primeros minutos. Por el contrario, esta producción, es por demás ganchera, de fácil escucha y que puede quedarse sonando en loop hasta que nos percatemos de ello.

Dynazty, es una banda de casi 2 décadas de existencia y que particularmente sigo desde su segundo lanzamiento, el espectacular Knock You Down, motivo por el cual me veía entusiasmado y ansioso por este nuevo material. Quizás mis altas expectativas me hayan jugado una mala pasada, quizás sus anteriores trabajos hayan dejado la vara muy alta, o quizás no y puede que ustedes coincidan plenamente conmigo. Realmente no lo sé, pero tratare de ser lo más honesto posible en cada una de mis palabras.

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El disco arranca con “Call of the Night”, uno de sus singles promocionales. Aquí nos llega en los primeros segundos la presencia de unos sintetizadores bien presentes y con tono de suspenso, que dan introducción a un riff explosivo y muy ganchero. La canción comienza muy arriba, con mucha energía y se mantiene así en todo momento, con la típica estructura del éxito: estrofas, estribillos, solo y nuevamente estribillo. Sin duda que una muy buena forma de arrancar.

“Game of Faces” viene en una línea similar, mucha presencia de sintetizadores, pero aquí empezamos a notar un poco sobrecargada de efectos la voz de Nils Molin (vaya desperdicio). Precediendo a la anterior, tenemos a “Devilry of Ecstasy” que, nuevamente, comienza con sintetizadores, pero aquí al menos podremos notar un poco más la existencia de las guitarras (finalmente).

Llegamos a mitad de disco con “Die to Survive” y “Fire to Fight”, 2 canciones de las que no puedo decir mucho que ya no haya mencionado anteriormente. Sin embargo, no puedo negar que “Fire to Fight” es por demás pegadiza y motivacional. Canción que podría tal vez adoptar como la joya oculta del álbum si no fuese por esos fastidiosos segundos donde podemos escuchar a Molin cantar como un robot, al fiel estilo Robotina de los Supersónicos.

De “Dark Angel”, que es lo próximo en llegar a nuestros oídos, rescato con mucha voluntad que suena bastante más natural que sus compañeras y que tiene una melodía vocal por demás excepcional y llamativa, de esas que invitan a emularla con un leve silbido. Me gusta el inicio de “Fortune Favors the Brave”, con un excelente riff de guitarra para acompañarlo con alguna onomatopeya (como se dice por estos lares, tarareando).

El álbum cierra con “Sole Survivor”, “Phoenix” y “Dream of Spring” en ese mismo orden. Canciones que no pararé a dar detalles porque, en definitiva, son de una estructura composicional muy similar a todo lo que hemos venido escuchando hasta aquí.

En general el disco transcurre siempre de la misma forma, con la misma fórmula composicional en cada uno de sus temas, los insistentes inicios con teclados, las voces sobre producidas y guitarras que pasan a un segundo plano por la fuerte presencia de los sintetizadores. Y no es que tenga algo contra los sintetizadores y/o teclados, puesto que me gusta mucho más su inclusión que su ausencia, pero no al menos de esta forma, al punto donde uno se pregunta al finalizar la escucha: ¿Qué pasó con las malditas guitarras? Una propuesta que si debiera resumirla de alguna forma para que entendieran con que se van a encontrar, sería con la palabra “artificial”, porque así me suena este álbum, demasiado artificial.

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Se denota una clara intención de Dynazty de, en esta ocasión, perseguir sonidos más comerciales o que repercutan con más facilidad. Podemos decir, de alguna manera, que Game Of Faces es de aquellas producciones que, puestas en cierto contexto, comparada con sus precedentes y el nivel mismo con que la banda venía trabajando, no puedan resultarnos del todo buenas, pero que para cualquier persona que se encuentre con ellos por medio de este disco, el resultado quizás sea totalmente diferente. Sin duda, que es una producción de opiniones opuestas.

¿Realmente es un mal disco? No, no se confundan, es solo una apreciación que está fuertemente influenciada por todos aquellos años dedicados a escuchar esta banda y de la cual, a esta altura de su carrera, quizás esperaba algo diferente. Sin duda alguna que Game of Faces logra su cometido: una escucha rápida, agradable y fácilmente asequible al paladar de los oyentes.  Por mi parte y a pesar de mi parcial descontento, rescato muchas particularidades, como ha de ser las excelentes melodías (sobre todo las vocales) que este disco nos convida, la prolijidad con que lo produjeron y que la agrupación da muestras de que todavía tienen un largo camino por delante. Los invito, una vez más, a escuchar Game Of Faces y que saquen sus propias conclusiones.

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Wild Charge – Wild Charge (2025)
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En una ocasión anterior mencioné que muchas veces la portada es lo primero que suelo cruzarme de un álbum, y que por eso aprecio cuando los artistas se toman en serio el trabajo de presentar una imagen que haga que me interese por el lanzamiento y que al mismo tiempo represente bien el contenido del mismo. Así que me veo en la obligación de aplaudir a los chicos de Wild Charge por ilustrar su álbum con una imagen que exprese tan bien los deseos tremendos que tienen de ser Iron Maiden.

¿Qué tenemos acá? Podríamos decir que es el Eddie con el traje de samurái de la portada de Senjutsu recorriendo las calles de alguna ciudad japonesa, pasando frente a un bar donde sirven Heineken, con el contraste de azul y amarillo de la portada de Live After Death. Alguno lo podría considerar un robo a mano armada y no lo culparía, porque yo por dos segundos creí que era justamente una portada de algún disco de Steve Harris y su séquito, pero no puedo negar que cumplió su propósito de hacerme interesar en el álbum. Y si tengo que ser más sincero todavía, diría que es mejor que al menos la dos últimas portadas del Iron Maiden verdadero, o al menos desde que decidieron que todas las portadas tengan un fondo negro y nada más.

Así que vamos a centrarnos ya en la música en sí y en la banda detrás de ella. Wild Charge es un cuarteto estadounidense formado en California por el cantante y guitarrista chipriota Sebastian “Seb” Agini, el guitarrista Chris McLeod, el bajista Will Weiner y el baterista Stanley Love. Este es su primer LP. antes habiendo editado el EP The Curse of the Crystal Witch con dos tracks que también están incluidos en este disco autotitulado.

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Apenas arranca la primera canción “City Hunter” (o, mejor dicho, cuando arranca la canción de verdad tras el sample del transporte público japonés), queda claro que la fascinación por Iron Maiden no se limita sólo a las portadas, aunque está lejos de ser su única inspiración. Es muy obvio que Wild Charge tienen bien estudiado el manual maideniano, sobre todo el material aguerrido de principios y mediados de los ochentas, con sus cabalgatas guitarreras y los riffs como para poner a estadios completos a saltar, pero de la misma manera también se pueden encontrar muchos detalles que aluden a otros clásicos británicos de los ochentas como Judas Priest, Saxon o incluso Tank

La mayor diferencia, aparte del uso del doble bombo tradicional, está obviamente en las voces, con Agini teniendo un estilo mucho más agresivo y grave que el de cualquiera de los vocalistas que pasaron por las filas de Maiden, por momentos asemejándose a Tom Angelripper de Sodom. Imaginen el universo alternativo donde Paul Di’Anno siguió al frente de Maiden tras los dos primeros discos y su estilo punk poco a poco le hubiera pasado factura a su voz y tendrán una visión bastante clara de lo hecho por Wild Charge.

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Es una combinación bastante particular, hasta podría tacharla de extraña, pero a fin de cuentas termina funcionando, a juzgar por lo mucho que me terminó convenciendo. Durando apenas 30 minutos, es un tanto complicado elegir un track favorito, pero tras repetidas escuchas iría por “Crystal Witch”: me encanta la manera en la que las guitarras suben y bajan y cómo se siente cada golpe minúsculo de la batería en los platillos. Y también me veo en la obligación de destacar la antes mencionada “City Hunter” y la final “Stardust Crusaders”, no sólo por ser grandes canciones sino también porque están claramente basadas en los animes City Hunter y Jojo’s Bizarre Adventure: si tanto los comparé con Iron Maiden, también quiero mencionar un par de cosas de las que Harris y Dickinson tendrían miedo de tomar inspiración .

A primera vista y escucha puede que Wild Charge no se destaquen por sobre otras bandas de heavy metal retro, pero rápidamente se nota la pasión que tienen por lo que hacen y la onda que le meten a sus composiciones. Para ser media hora de metal de 1983 que viajó en el tiempo al 2025 no suena apolillado, y las comparaciones que se le pueden hacer con otras bandas terminan sonando más como cumplidos que como otra cosa. Es un trabajo muy entretenido y cumplidor, y si el material progresivo de los últimos discos de Maiden no es de tu agrado, lo de Wild Charge puede ser un viaje a una dimensión donde todo se mantiene en su lugar.

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Löanshark – No Sins To Confess (2025)
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Desde España y como mordida de tiburón, llega el disco No Sins To Confess de la agrupación de heavy metal Löanshark con 10 temas que te hacen vibrar con todo el poder y la energía de una banda joven que se quiere comer al mundo con nueva música.

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De principio a fin, el disco está cargado de metal por donde sea vea, al abrir el tema “Electric Shocking Waves” te das cuenta que la vieja escuela está presente; el redoblante hace lo suyo con “Machine Gunner” en donde el baterista Ángel Smolski marca el ritmo en toda la canción.

“Another Man in the Trunk” revienta de poder al ritmo del guitarrista Lögan Heads y la voz de Aless Oppossed que también marca las líneas de bajo, nos recuerda una primera época de Saxon.

Uno de los mayores deleites de este disco fue el cover que eligieron para poner en el, escarbaron muy bien en el baúl de las bandas de la NWOBHM y la elegida fue Marseille, una agrupación que hizo su aparición a finales de los 70´s y que en 1984 sacó su disco Touch the Night, de aquí el tema que cierra el disco “Open Fire” suena encantador, esa es la palabra, ya que tiene mejor producción y además va en la misma onda que la original pero con toques modernos, que buen acierto fue sacar algo de una banda tan buena pero tan olvidada por el tiempo.

Con casi 40 minutos, No Sins To Confess es un disco para los metaleros de la vieja guardia que crecieron con bandas como Angel Witch, Y&T, Accept, Anthem, Baron Rojo, Heavy Pettin o Tokyo Blade; puede que agrupaciones como Löanshark no hagan nada nuevo pero aportan granos de arena gigantes al heavy metal actual esa fuerza que este género necesita para no decaer y ser olvidado.

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Blister Bleed – Apocalyptic Alien Invasion (2025)
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Acá hablamos mucho de bandas finlandesas, alemanas, suecas y demás lugares elegantes donde la gente usa puntos raros encima de las vocales, pero con el porcentaje de latinoamericanos que hay escribiendo en Track To Hell es obvio que en este equipo estamos al tanto de que hay todo un mundo por fuera de los festivales europeos y los discos editados por Nuclear Blast. Y si yo pude dedicarle unas palabras al espantoso EP de Mötley Crüe de hace unos meses, entonces no veo por qué no podría hacerlo mismo con el álbum de estos Blister Bleed.

Se puede criticar mucho de la Internet, pero siempre voy a apreciar cómo ha facilitado conocer bandas de lugares remotos, aunque para un argentino como yo lo de “remoto” con respecto a Blister Bleed es extremadamente relativo, siendo que este proyecto unipersonal nos llega desde la ciudad de Cochabamba en Bolivia, uno de nuestros países limítrofes. Si nuestros registros son correctos, esta sería la primera banda boliviana de la que hablamos, así que esta reseña bien podría considerarse como todo un evento en la historia de Track To Hell.

Blister Bleed forma parte de la extremadamente fructífera escena latinoamericana del brutal death metal, un género que ha encontrado tierra fértil por estos lares gracias tanto a apoyo de fanáticos como de sellos dedicados de lleno al estilo: Blister Bleed mismos participaron de un compilado del sello mexicano Sick Musik To Your Guts. Y ahora el grupo (perdonen que use este término a pesar de que ya sé que es un solo músico, es que es más cómodo) debuta con su LP Apocalyptic Alien Invasion, editado a través de Catáfila Producciones el 7 de febrero.

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Ya desde la portada, el nombre del disco y los títulos de las canciones, queda clara la temática extraterrestre y hasta conspirativa de Blister Bleed, un que es llamativamente popular entre los trucos de este estilo. Y ya al apretar play para arrancar con la inicial “Illuminati Warfare” nos encontramos con un largo sample tomado de un video del llamado Project Blue Book que supuestamente muestra una entrevista con un alien, y apenas arranca la canción en sí comprobamos que la banda no miente con respecto a la etiqueta que le pusieron: es death metal, y es muy brutal. Las guitarras son una pared de distorsión, la batería repiquetea tirando blast beats casi sin descanso, y las voces parecieran salir desde lo más profundo de un pozo de pestilencia. De vez en cuando tenemos algunos momentos donde Blister Bleed clava un poco el freno y le da un rebaje a los riffs, como se puede escuchar en el breakdown en “Ancient Ruins Of Extraterrestrial Remains”, pero en su enorme mayoría es velocidad y brutalidad descarnada todo el tiempo.

La temática alienígena es algo que sigue en todo el álbum, con el sample de la serie de ciencia ficción Falling Skies al inicio de “Program Life Forms”, serie que vuelve a aparecer en la introducción de la final “Drones War”. Es interesante, aunque creo que los samples se hacen demasiado largos en varios casos: en la primera canción dura 80 segundos, en “Program Life Forms” dura 74 y en la última dura 100 segundos y menos, dejando poco más de 4 minutos de samples cinemáticos en un disco de 32 minutos. Además, hay un par de efectos en ellos que se repiten demasiado.

Claro que esto es parte de la experiencia, una que es extrema, jodida, de esas que no son aptas para los que no estén ya súper metidos en la onda del brutal death metal bien denso, en el caso de Blister Bleed pudiendo perfectamente compararse con ser devorado por alguna bestia alienígena cuya estructura biológica está por fuera de las capacidad cognitivas del ser humano para siquiera comenzar a comprender. Y en mi caso, diría que también puede ser un tanto demasiado para el oyente.

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Me gusta apoyar el metal latinoamericano, como apoyaría cualquier escena pero acá con un sentido de pertenencia directa en el medio, y creo que una parte de apoyar a algo o alguien es señalar los aspectos donde puede mejorar. Como suele pasar con muchas bandas de brutal death metal, este primer LP de Blister Bleed tiene una producción que deja un tanto que desear. Sea por una decisión presupuestaria o artística, la mezcla cacofónica hace que sea extremadamente complicado distinguir algún riff individual, y ni hablar de que el bajo es directamente inexistente. hasta las voces parecen perderse entre las guitarras, algo bastante particular en un estilo caracterizado por sus vocalizaciones. 

Obviamente estamos hablando de death metal, una música que se se supone que sea extrema, underground y con una estética que aleje a los “normies” y “posers” que no estén preparados para algo así, y donde hacer el equivalente sonoro de alguna película snuff bajada de la Deep Web es una buena manera de poder cumplir ese objetivo. Esto no es algo exclusivo de este estilo: escuché una cantidad enorme de discos de black metal que sonaban como si salieran de una radio de la Segunda Guerra Mundial, pero en el caso de Blister Bleed creo que ese sonido termina atentando contra la música, sobre todo considerando el contraste entre la calidad de sonido de los samples y la de la música en sí.

A pesar de esto último que dije, Apocalyptic Alien Invasion es un álbum que recomiendo para los ultra fanáticos del brutal death metal y/o los obsesionados con los videos sobre conspiraciones extraterrestres y de alienígenas infiltrados en las instituciones gubernamentales. Son 32 minutos de carnicería sonora, corrosiva como un vómito de ácido directo al rostro. Espero que Blister Bleed logre mejorar esos aspectos que mencioné anteriormente sin dejar de lado su fiereza, porque es un proyecto interesante en todos sus ingredientes.

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Matalobos – Phantasmagoria: Hexed Lands (2025)
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Finalmente ha llegado el tercer álbum de larga duración de Matalobos, una de las instituciones más importantes e imponentes del doom/death latinoamericano. Un álbum que se trabajó con mucho cuidado e invitados de lujo en el estudio como el veterano trompetista de mariachi Tano Padilla, Rich Marmolejo de Dark Matter y Carlos de Anda en el bajo (solo por mencionar a algunos), todos de la ciudad de León, Guanajuato y que lleva por nombre Phantasmagoria: Hexed Lands.

Desde aquella impactante presentación en el Candelabrum Metal Fest del 2024, ya habíamos podido escuchar algunas de las piezas que aquí se nos presentan, pero sin lugar ha dudas, apreciar este álbum en su totalidad es la manera correcta de apreciar este viaje a la desolación, melancolía, misterio y horror de las leyendas de Guanajuato.

Empezando por un frenético y tribal intro titulado “Panoramica“, se nos advierte que este compilado de historias trama algo con la desesperación para dar paso a lo que es la primera pieza en forma del disco: “This Mortal Music“, una pieza que expone todos los cambios, matices y evolución que esta banda ha llevado, incluyendo por primera vez esa cadencia regional, los ya advertidos diferentes tipos de voz de los que el disco hace gala y las hechizantes melodías acompañadas de trompetas rancheras que le imprimen al disco una especie de orgullo regional difícilmente replicado por alguna otra banda que haya hecho gala de ellas. Como buen inicio de álbum, es una declaración de sonido.

Purgatory Blessing” se nos abre paso con un rezo desesperanzador que parece tratar de acompañar a un alma en pena que no ha podido encontrar el descanso y llevarla (probablemente sin éxito) hacia la luz. El rezo da paso a la violencia, misma que a su vez nos lleva hacia el melancólico canto de una mujer que conversa con otra voz, quizás pactando algo. Destacan los cambios en intención e intensidad, pues mientras una guitarra nos hechiza, repentinamente el recuerdo brutal de la muerte interrumpe la calma, haciendo gala de breaks y blast beats que encuentran su lugar y encajan perfectamente con el desarrollo de la pieza.

Inmediatamente después nos acechan los inquietantes acordes de “Below the Dam“, el primero sencillo de este material. Narrando la leyenda de la dama de la presa, esta espectral pieza de angustia y embrujamiento ha sido una excelente carta de presentación para lo que se ha convertido el proyecto. Poseedora de un “groove” fantástico para el género que representa, una vez más, los matices entre lo bello y lo profano brillan en el trabajo, lo peculiar siendo que en esta ocasión huele a polvo, tequila y tabaco.

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La mitad del disco nos lo regala la brutal “Hatred of Kin“, que nos recuerdan las influencias octobertidescas de esta banda, con esa agresión demoniaca que abre paso a uno de los puntos más especiales del disco: “Hasta el viento tiene miedo“, una pieza bellísima que entre bolero, jazz, flamenco, metal y mariachi, recuerda a una versión más refinada incluso que los fragmentos de saxofón de bandas como White Ward. Una interpretación que de alguna manera suena tanto urbana, como campestre, algo contradictorio, pero que es mejor apreciado escuchándola, pero que eso sí, es 100% fantasmagórica, como el título del álbum nos prometió.

El álbum evoluciona con “Where Witches Gather“, que sí cuentan con un sabor más oculto y mágico, acentuado por un coro que evoca a los cánticos de un aquelarre, adornos musicales espeluznantes y un diseño sonoro completamente inmersivo.

Sin embargo, la calma no se ha ido por completo y el sonido casi cálido de “The Alley” nos retorna a un estado más contemplativo, casi letárgico. Una pieza que sugiere un sonido más cercano a “Discourage Ones” que a “Brave Murder Day”, pero que inmediatamente nos explota en la cara para asegurarnos de que se trata de Matalobos a full power: una melancolía adormecida por el recuerdo de los espectros del pasado y trompetas, perdida entre los laberintos de una oscura ciudad minera.

Siendo la montaña rusa de emociones que es esto, “Carmen Buried Alive” entra con una brutalidad inusitada hasta el momento, para luego volver al hipnotismo de la voz de Dante. De nuevo, blandiendo sin miramiento alguno el tema del álbum, el diseño sonoro sigue evocándonos terribles imágenes de maldición y tragedia, apoyando cada elemento a la siguiente idea y así en sucesión.

Curiosamente, la canción más convencionalmente Matalobos es la última, con “House of Laments“. Hubiéramos pensado que el disco finalizaría con alguno de los elementos distintivos de este trabajo, pero no paso, quizás sea la canción menos trascendente del disco. Claro que con esto no queremos decir que sea mala, pero un trabajo repleto de momentos, esta pieza se desarrolla, sí, sin eventualidades, pero tampoco sin sorpresas. Quizás hubiera quedado un poco mejor en alguna otra posición del listado, pero eso es solo un gusto personal.

Y hablando de gustos personales, ha sido muy satisfactorio seguir la carrera de esta banda mexicana. Phantasmagoria: Hexed Lands es un trabajo ambicioso, pero también muy centrado en sus objetivos y alcances y eso mismo hace que brille. Es difícil generar un disco tan peculiar, que no turistifique ninguno de los dos géneros nucleares a los que hace tributo (el doom y el mariachi), pero que sí proponga, si no el hilo negro, una forma más seria de generar sincretismo musical, sobre todo en nichos tan puristas.

Va a ser interesante ver si esto mueve alguna fibras, de qué tipo y si en el futuro podremos medir alguna influencia en el panorama de la música extrema regional.

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Spoiled – Collapse (2025)
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A siete años de su EP debut autotitulado y con un par de cambios de formación de por medio, el cuarteto italiano Spoiled llega por fin a su LP debut, editado el 27 de febrero a través del sello portugués Gruesome Records. Y vaya portada con la que decidieron acompañar a este Collapse: hay artistas que dejan algo a la imaginación al tenerlos a primera vista, pero Spoiled claramente no es uno de esos. Con esa imagen de un zombie borracho y dado vuelta como una media en un escenario post apocalíptico, vistiendo jeans, camiseta de D.R.I y una gorra con la visera levantada, Spoiled serán cualquier cosa menos tímidos al momento de mostrar su devoción por el altar del crossover thrash.

Eso puede que no quede súper obvio durante la primera “Marching Spoiled”, donde adoptan un ritmo un tanto más lento pero igual de pesadísimo y jodido, más de thrash clásico y con mucho doble bombo, mientras el cantante Danny Boy grita las letras con toda la furia del mundo. Pero “Beer Stealers” rápidamente demuestra el sonido que me imaginaba viendo la portada del álbum: riffs a toda velocidad, la banda haciendo coros hardcore y la batería que no da respiro ni por un segundo, con versos, estribillos y un solo desarrollado todo en apenas 68 segundos. Lo mismo ocurre con la siguiente “Zombie Hunters”, que hace lo suyo con más riffs a la velocidad de un auto tuneado entre hordas de zombies en 70 segundos.

La mayor parte del álbum sigue esa línea bien rápida marcada por esas dos canciones, como en “What A Mess”, “Rotting Sun” o “Fratello d’Italia”, donde Spoiled se animan a las letras en su idioma natal. Las únicas que se salen del molde ese de crossover thrash bien juvenil son “Be Food!”, que vuelve al estilo más marchoso de la primera canción, y en “Napalm”, una especie de homenaje al clásico “You Suffer” de justamente Napalm Death donde la banda busca plasmar su propia canción en joda de duración diminuta. Claramente el hit de todo el álbum.

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Como vemos, Collapse no es un disco que dé mucho para el análisis profundo: todo lo que Spoiled quieren lograr está frente a nosotros con todo detalle. ¿Cuadrados? ¿Obvios? ¿Copiones? No creo que sea justo tacharlos de ninguna de esas cosas, y lo más seguro es que ellos se sientan halagados de ser comparados con sus influencias. Es un disco que no busca ser revolucionario ni nada de eso, sino que ante todo busca ser divertido, y si lo logra siendo extra descerebrado entonces bienvenido sea. Estos italianos tienen bien en claro que lo suyo es la fiesta thrashera, y su LP los muestra constantemente con esa mentalidad y el norte bien definido en sus intenciones, manteniendo un sonido profesional pero no sobreproducido y unas canciones que son para corear cuando podés entender algo de lo que dicen. 

Claro que si no sos fan del crossover thrash y/o de las canciones repetitivas lo mejor es que te mantengas unos kilómetros alejado, pero para todo aquel es un disquito interesante para pasar el rato imaginando que estás en algún sótano en 1988 en una casa derruida donde se da un recital bien under y donde la gente no parece tener mucho cuidado de quién tiene al lado al momento de moshear. Es esa clase de disco poco dado a la reflexión pero muy dado a la fiesta furiosa, y eso hay que alabarlo.

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Whitechapel – Hymns In Dissonance (2025)
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Whitechapel,
una de las bandas referentes en lo que se refiere a la historia del Deathcore. Desde su “A Somatic Defilement“, “This is Exile” o el “A New Era Of Corruption”, hemos tenido una gran variedad de cambios en el sonido de la banda, pero no significa nada negativo, desde luego.

Tras encontrar un sonido y temática propia allá por el 2012 con “Mark Of The Blade”, Whitechapel vuelve a lanzar un álbum cuatro años después de su último lanzamiento “Kin”, el cual fraccionó a gran parte de la audiencia; por un lado se veía como una evolución correcta hacia el lado más melódico, y por el otro lo veía mucho más alejado del deathcore como un punto en contra.

Todas esas dudas se han acabado con “Hymns Of Dissonance”. La brutalidad está de vuelta; la banda ha superado las expectativas, y aquí lo vamos a desgranar todo.

Prisoner 666 es el tema que da la introducción al noveno álbum de estudio de los de Knoxville, con una aura oscura manteniendo el mismo ambiente característico de la banda desde hace más de 10 años; Misma afinación, y en cierto modo, parece una continuación de “Kin más que consolidada y con ese toque extremo que a algunos les faltaba. Este nos da paso hacia uno de los temas principales del álbum; el homónimo “Hymns in Dissonance”.

Blastbeats de la mano de Brandon Zackey, fryscreams perfectamente ejecutados, Growls que parecen sacados del averno por parte de Bozeman, con unos riffs espectaculares interpretados por el trío Savage – Wade – Householder además de unos armónicos oscuros, llevado con una presente línea de bajo de Gabe Crisp.

Un tema amplio, que progresa hacia el extremo más brutal; que cuando parece que el tema va a zanjarse, nos sueltan un blastbeat o un breakdown que nos mantiene pegados como si de un imán se tratase. Líricamente es un punto que también destaco, ya que Bozeman ha dedicado años en ello, basándose en experiencias propias conjuntamente con la narrativa dada en los anteriores álbums; como si de una historia se tratase.

“Diabolic Slumber” trae consigo uno de los Breakdowns mas brutales que he escuchado en mucho tiempo. Se nota que los de Dean Winchester (Algunos sabéis a quien me refiero) han querido fusionar los aspectos más esenciales de The Mark Of The Blade con una lírica que hace de continuación a la temática tratada en Our Endless War. Por lo tanto, temas como este nos dejan claro que la banda ha confiado en la opinión popular de “traer el Deathcore de vuelta”, aunque hay que admitir que gran parte de los temas tiene una gran influencia en el Death Metal, cosa que hemos visto escasamente en los anteriores trabajos de la banda; con una gran cantidad de armónicos disonantes y solos que no se alejan para nada de la identidad de Whitechapel.

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Con “A Visceral Retch” es distinto. Este fue el primer sencillo lanzado el pasado 12 de septiembre el cual sigue poniéndome la piel de gallina. Como si el demonio del que tanto hablan en Kin hubiese mutado desde el interior de Bozeman. Break tras Break; es un no parar y aquí voy a hacer un pequeño inciso para alardear la gran producción de esta canción en especial, por el hecho de ser tan cambiante y dinámica y aun así haber hecho que suene tan increíble.

Continuamos con “Ex-Infernis”, un tema interlúdico de escasos 1:12 minutos liderado por la percusión tribal y el “throat singing” , ese característico canto proveniente de las estepas mongolas donde progresa increíblemente hasta “Hate Cult Ritual”. Repetimos fórmula; blastbeats con un riff un tanto groovie en este caso, solos soberbios, las mejores guturales que ha parido el deathcore y… obviamente, Breakdowns. Esta remarca la temática principal del álbum; un culto misterioso donde se narran historias oscuras de la mano de las terribles experiéncias de Bozeman, que querrá acabar con el.

The Abysmal Gospel” es uno de los temas más atrevidos, donde se sacan de la manga un Death Metal que nunca antes había presenciado. La cantidad de solos es ingente, pero también la rapidez del tema no impide que tengamos unos beatdowns que nadie se espera. He de decir que Zackey ha exprimido al máximo su capacidad para debutar en la banda, un tema admirable por su parte.

Como antepenúltima canción tenemos “Bedlam”, la que personalmente es mi favorita, la que sirve como un portal en el tiempo para viajar una casi docena de años atrás con temas como “Let Me Burn”, “Mono” “Worship the Digital Age”, junto unos riffs abiertos que dan paso a una vuelta pesada, contundente y magistral. Nos despedimos con “Mammoth God” “Nothing Is Coming For Any Of Us”, remarcando este último donde seguramente se haya compuesto adrede para reventar tus cervicales.

Con este último, emocionalmente, acabas bastante tocado. Y aún más si eres fan de la banda o del deathcore en general. El estar orgulloso de como unas personas tan unidas en una alineación que se ha conservado de manera casi perfecta desde la fundación de la banda, ha evolucionado de esta manera, consolidándose como uno de los padres indiscutibles del género. Está claro que nos hacemos mayores y a día de hoy apreciamos más lo que somos y lo que la gente de alrededor nuestro ha vivido, y el ver como Whitechapel ha llegado hasta aquí, casi dos décadas tras su creación, no puede evitar hacer caer un par de lágrimas a muchos amantes del core.

 

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Hirax – Faster Than Death (2025)
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Hirax son de esos grupos de thrash de los ochentas que en su momento estuvieron alejados de las grandes ligas, separándose justo antes de que los noventas los obligaran a tener que adaptarse o perecer como le pasó a muchos de sus congéneres. Pero con la llegada del nuevo milenio parece que a la formación original del grupo se le dio por reactivar a Hirax, aunque rápidamente toda la base instrumental decidió bajarse y dejar al cantante Katon W. de Pena como único miembro constante de esta nueva etapa de Hirax.

Con la expansión de la Internet, la nueva apreciación por el thrash metal clásico de los ochentas y los sellos apostando a las reediciones dando acceso a muchos fans jóvenes que no habían tenido oportunidad de vivir esos años de escuchar a muchas bandas del estilo que seguramente hubiera quedado sepultadas por las arenas del tiempo en otras circunstancias, Hirax se encontraron en el momento indicado para tener una segunda oportunidad. Acá también tuvo mucho que ver la personalidad de Katon, un tipo carismático y particular que no sólo ha logrado mantener a flote al grupo a través de los constantes cambios de formación, sino también armarse todo un personaje a su alrededor: muchos metaleros argentinos lo conocerán por la cantidad de fotos que tiene con remeras de Hermética, banda a la que conoció a través del baterista argentino Jorge Iacobellis, quien fuera parte de Hirax durante casi una década.

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Además de vivir de sus canciones de la década de Reagan, Hirax ha tenido también nuevos lanzamientos, de un nivel bastante aceptable para lo que suelen ser estas bandas de thrash dinosaurio retomando sus carreras: The New Age of Terror y El Rostro de la Muerte me parecen discos muy disfrutables para quien buscara esa onda de thrash metal crudo y veloz. Y tras la salida de Immortal Legacy en 2014, en 2018 Katon comenzó a hablar sobre lo que sería el nuevo álbum de Hirax, eventualmente bautizado como Faster Than Death, pero la espera comenzó a alargarse más y más, sumado a los cambios de integrantes que lo más seguro es que no ayudara a las grabaciones. 

Para ser sincero, estaba preparado para que Faster Than Death de Hirax no saliera jamás. Con una pandemia de por medio y Katon haciendo horas extras para andar hypeando el álbum con tanta anticipación sin tener un adelanto preparado hizo que por momentos este lanzamiento de los californianos se sintiera como el Detox, el The Unquestionable Truth (Part 2) o el Time II del thrash metal. Pero contra todo pronóstico, el 27 de febrero último pudimos tener ya en nuestras manos el tan anticipado sexto álbum de Hirax, editado a través de Doomentia Records, a casi 11 años exactos desde el anterior Immortal Legacy.

¿Qué cabe encontrarse en este disquito? Bueno, “Drill Into The Brain” arranca con el sonido de un taladro haciendo lo suyo con (asumo) un cerebro, e inmediatamente da paso a una avalancha de riffs filosos, en este caso a cargo de Neil Metcalf (quien también se encargó del bajo), y un repiqueteo asesino de la mano de Danny Walker, actualmente baterista de D.R.I. Ninguno de estos dos está actualmente en la banda, pero su aporte a lo largo del álbum es imposible de exagerar: hay una energía constante e infecciosa detrás de cada nota, con ese bajo pulsante que de vez en cuando se separa del resto de los instrumentos para hacer lo suyo y las guitarras tronando como una motosierra.

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Y claro, hay que hablar sobre Katon. Se podrán decir muchas cosas acerca de Katon, sobre los momentos en los que su personaje se siente un tanto forzado o el nivel de vendehumo o figuretismo tratando de promocionar el disco, pero es imposible negar que el tipo tiene la voz para este tipo de música, con la que pasa sin problemas del grito hardcore al agudo metalero.

De esta manera se puede hablar acerca de todas las canciones, porque ciertamente Faster Than Death no es el disco más variado del mundo: es para un público muy específico que quiere thrash metal puro y duro, sin nada de cosas raras como pasajes melódicos o elementos progresivos elegantes, sólo thrash callejero y roñoso como un chaleco con parches viejo que ha visto mil batallas y mucho mosh. Los mejores momentos se encuentran en las canciones más desarrolladas como “Armageddon”, “Drowned Bodies”, “Relentless” y “Revenant”, donde Hirax sacan su Slayer interno homenajeando / copiando la intro del clásico “Hell Awaits” del combo Araya-King-Hanneman-Lombardo.

Creo que la mayor queja que muchos tendrán acerca de Faster Than Death estará en su longitud: no creo que 22 minutos de material tras 11 años de espera sea suficiente. Hirax no es una banda que rechace hacer discos cortos: su segundo trabajo Hate, Fear and Power escupe ocho canciones en 16 minutos y la banda no sólo lo considera un LP sino que muchos fans lo consideran el mejor de su primera etapa. Pero creo que en ese caso funciona como algo de una sola vez: volviendo a la comparativa con Slayer, Reign In Blood será recordado como un clásico de menos de media hora pero si estos días Araya y King sacaran un disco de esa longitud muchos se quejarían.

Sumado a eso, hay un par de canciones a las que no les habría venido mal una repasada más como “Psychiatric Ward” y el tema título “Faster Than Death”: el material presente está bien, pero darle un poco más de jugo a los versos o a los riffs los podría haber hecho incluso mejor.

¿Es Faster Than Death de lo mejor de Hirax? Respondiendo a eso, les pido por favor que no nos vayamos al carajo con eso. Faster Than Death está bien: es enérgico, furioso, se pone justo en la línea entre el thrash clásico y la onda crossover que tanto me gusta, suena bien y da para imaginarse cómo sería todo en vivo. Pero se queda corto de material justo cuando la cosa para que va a alcanzar su verdadero clímax en el final y se lo puede tachar de cortachorro claramente. No es de los mejores discos de Hirax pero tampoco creo que sea de lo peor de la banda como vienen diciendo algunas reseñas que he leído: es un disco perfectamente aceptable que daba para más.

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Bleeding Through – Nine (2025)
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Los californianos Bleeding Through son una de aquellas bandas que pese a haber influido en la generación posterior con la que se vivió la explosión del metalcore, nunca pudieron alcanzar la cima “mainstream” del género como si ha ocurrido con compañeros suyos como Avenged Sevenfold (aunque ellos hayan variado el estilo musical, se criaron juntos y compartieron alguna gira en el pasado), Lamb of God, Killswitch Engage, As I Lay Dying y posteriormente Parkway Drive, Architects y August Burns Red, por citar algunas de las “Vacas Sagradas” del género.

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Para esta nueva entrega, la banda ya con SharpTone Records como casa discográfica, no parece haber perdido un ápice de fuerza respecto a sus trabajos anteriores, es más, me atrevería a decir que es uno de los discos más pesados y oscuros en la discografía de los de Orange County.

Desde el apabullante comienzo con “Gallows”, uno ya puede ir agarrándose a la silla ante la tamaña tormenta que se le viene encima, esos gritos demoledores de Brandan Schieppati combinados con una base rítmica brutal y un puente algo más pausado pero igual de intenso con un ligero protagonismo de Marta Peterson a los teclados, es el comienzo perfecto para una obra que recoge el testigo justo donde lo dejaron hace siete años, cualquiera lo diría también hay que decirlo.

El binomio de singles “Our Brand is Chaos” y “Dead, But So Alive”, ya nos puso de sobre aviso hace unos meses de que el retorno de Bleeding Through iba a ser muy potente y que los de Orange County, podrían toda la carne en el asador para estar a la altura de sus trabajos previos.

La primera navega entre el metalcore más rudo y ciertos toques de blackened core, absolutamente brillantes y que harán las delicias de los amantes de estos dos estilos, con poco espacio para la “dulzura” vocal, pero si con ambientes creados por Marta que le dan un toque muy personal a la canción.

Para “Hail Destruction”, la banda vuelve a desplegar su lado más oscuro, pero combinado con unos riffs afiladísimos y unas voces infernales por parte de Brandan, que bien podrían haber encajado en un disco como Declaration e incluso en The Truth, evidenciando que para Bleeding Through, no solamente el tiempo no ha pasado, si no que se comen a gran parte de las bandas actuales del género que matarían por tener un disco como este en lugar de lo que ofrecen. El tema cuenta con un demoledor solo de guitarra que no hace más que coronar una de las mejores piezas del disco.

En el ecuador del álbum, vamos a encontrar al primer invitado que no es otro que el señor Doc Coyle, guitarrista de Bad Wolves, pero que muchos de nosotros conocimos hace casi dos décadas en bandas como God Forbid cuando surgió la explosión de la “NWOAHM” (o Early Metalcore, como queráis llamarlo) y que aporta su talento en uno de los cortes más “Accesibles” del disco y quiero matizar que es un tema mucho más abierto a nivel de melodías y arreglos que los primeros 4 cortes del disco, podría entrar con relativa facilidad al oyente que no conozca mucho a Bleeding Through, pero lejísimos está de ser un tema “ligero”.

Tras el interludio “Last Breath”, la banda dispara el tercer single del disco “Path of Our Disease”, con Marta ejerciendo de protagonista vocal, con un timbre aterciopelado que pone los pelos de punta, para luego ser secundada por los screams de Brandan, creando una atmósfera bastante especial a lo Cradle of Filth, pero pasada por el filtro del metalcore clásico.

Escuchando temas como este, es fácil entender de donde bandas como Betraying The Martyrs y Make Them Suffer cogieron inspección, solo por citar dos bandas donde es muy clara la influencia que han tenido BT.

La siguiente es un bombazo y es que “I Am Resistence”, cuenta con la colaboración especial de Andrew Neufield (Comeback Kid, Sights & Sounds) y es un ejercicio impecable que combina hardcore punk, metalcore y toques sinfónicos por parte de Marta a los teclados, simplemente una delicia para el oyente y otra de las joyas del disco.

El disco va llegando a su fin, pero no sin antes dejarnos una traca final de infarto y es que “Emery”, recupera el sonido de la primera mitad del disco, pero le añade un toque algo más melódico y moderno que encaja de perlas en el sonido actual de Bleeding Through, sin cambiar nada, simplemente evidenciando que para ellos la evolución musical es un hecho concreto y real, no puro marketing como ocurre con otras bandas del estilo, sobre todo de las más nuevas, las cuales no solamente no les llegan a Bleeding Through a la suela de los zapatos, si no que deberían tomar ejemplo de como se lleva una carrera digna y con grandes canciones.

Para “War Time”, la banda abre un poquito el abanico y nos devuelve a su primera época con un sonido más propio de discos como This Is Love, This Is Murderous, con ese metalcore “Old School” de guitarras pesadas y que se combinan con un juego de voces espectacular entre Brandan y Marta, al cual se le suma la aparición del señor Brian Fair, vocalista de Shadows Fall y que va a dibujar una sonrisa gigante entre los que crecieron escuchando este genero a comienzos y la primera mitad de los 2000. Ese “Breakdown” hará añicos tus oídos y es impresionante, una vez más la aportación vocal de Marta, que está simplemente pletórica y brillando como nunca en este disco.

Con la furiosa “Unholy Armada”, el disco llega a su fin y como se podía intuir hace unos meses, con los dos primeros singles, Bleeding Through no solo han vuelto a lo grande, demostrando que para ellos 20 años no es nada, si no que ya es hora de que la gente les empiece a dar el crédito que merecen, porque con Nine, los californianos se lo han vuelto a ganar y con creces.

 

 

 

 

 

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The 7th Guild – Triumviro (2025)
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Tras años de preparación, tenemos un supergrupo italiano concebido por el líder y cantante de Skeletoon, Tomi Fooler, en The 7th Guild. El trío de vocalistas está formado por Giacomo Voli (Rhapsody of Fire) e Ivan Giannini (ex-Vision Divine), mientras que el elenco de músicos incluye a miembros de Gamma Ray, DGM, Freedom Call y Ancient Bards. En los nueve temas de Triumviro, su álbum de debut, se puede esperar un estilo de power metal operístico con matices sinfónicos y bombásticos, melodías elevadas y componentes musicales edificantes que se alinean bien con los de los primeros Angra y Sonata Arctica.

El proyecto se puso en marcha en 2021, pero hasta febrero de 2025 no vio la luz el primer álbum de larga duración, Triumviro, bajo el sello Scarlet Records. Fue producido, mezclado y masterizado por Tomi Fooler, Simone Mularoni y Simone Bertozzi en Domination Studio, mientras que la portada corre a cargo de Thomas Everhard (Edguy, Avantasia, Therion).

Triumviro hace gala de un power metal italiano muy tradicional: velocidad temeraria, voces agudas y ruidosas, y un patrón de batería diseñado para agotar al que empuña las baquetas (o palillos) antes de que piense en retirarse. Además, los guitarristas se dejan la piel con el típico festival de riffs, aderezado con algún que otro solo.

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El álbum es un viaje a través de las formas artísticas más icónicas del género, combinando pegadizas melodías de power metal con ricos arreglos orquestales. Esta mezcla única da como resultado un efecto coral fascinante. A diferencia de grupos igualmente opulentos como Twilight Force y Fellowship, The 7th Guild personifica lo genérico en cada momento, hasta el punto de que, a veces, resulta difícil distinguir a los tres vocalistas.

Al tratarse de un grupo nuevo y de un álbum de debut, las canciones iniciales son muy importantes, ya que representan la famosa “primera impresión”. En este sentido, es un poco suave. Disponen de buenas canciones y tienen todos los componentes que cabría esperar, pero Triumviro a menudo caza descaradamente en territorios que otros conjuntos ya ocuparon.

Una de las canciones destacadas es Glorious, que incluye cambios de ritmo entre un piano y una mezcla de voces en inglés e italiano, lo que añade profundidad. Se siente grandiosa y épica, que es lo que se esperaba de Triumviro. La Promessa Cremisi también mantiene la calidad, con otro enfoque dramático de la música que tiene un aire más teatral. Cantada predominantemente en italiano y con unos cantantes excepcionales a la cabeza, nos trae a la mente imágenes de la ópera italiana y de los famosos tenores.

Las bandas novatas a veces recopilan los mejores cortes que otras bandas ya publicaron para ganarse el favor de su todavía creciente base de fans, lo que terminó saturando a los oyentes por la superpoblación de bandas del estilo allá por el año 2001.

El trabajo a la guitarra de Simone Mularoni, junto con la impresionante producción de teclados y orquestación de Alessio Lucatti y Daniele Mazza, crea una atmósfera elevada en canciones como In Nomine Patris, que recuerda a Rhapsody of Fire, hasta llegar a un himno épico a medio tempo como Guardians of Eternity, que invita a profundizar en los componentes clave del gancho.

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La sinergia entre el trío de vocalistas es palpable, creando un sonido armonioso y dinámico, mientras que la claridad de cada instrumento, unida a los exuberantes arreglos orquestales, permite al oyente apreciar plenamente las complejidades de la música. Si bien el aspecto vocal de los tres cantantes es muy bueno, existen canciones como Time, en donde sinceramente no se distinguen, ya que el registro es tan similar que se pierde durante los minutos que dura la balada. Cierran el álbum con una innecesaria versión de “Fairy Tale” canción de los brasileros Shaman.

Si te gusta el power metal europeo ambientado en un paisaje más parecido al de Avantasia, The 7th Guild podría llenar todas esas casillas auditivas que has deseado a través de Triumviro. Pero, en definitiva, no esperes un disco que tenga el impacto que tuvieron, por ejemplo, Symphony of the Enchanted Lands (Rhapsody), Ecliptica (Sonata Arctica) o, en menor medida, A New Religion? de Athena.

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Dynazty – Game Of Faces (2025)
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Una amalgama de sensaciones donde los sentimientos con sabor amargo predominan, eso es lo que tengo después de escuchar lo nuevo de Dynazty. A primera hora de medianoche del viernes pasado, me dispuse a escuchar su último álbum titulado Game Of Faces, producido por la discográfica Nuclear Blast Records y no son del todo buenas las primeras impresiones.

Este último trabajo que saliera el pasado viernes 14 de febrero es un disco LP de 40 minutos de duración resultado de una secuencia de 10 piezas musicales. Si bien mis sensaciones, como dije, no son del todo buenas (y voy a explicarles el por qué), no es un álbum que se vuelva difícil de escuchar o que debamos cortar con su reproducción en los primeros minutos. Por el contrario, esta producción, es por demás ganchera, de fácil escucha y que puede quedarse sonando en loop hasta que nos percatemos de ello.

Dynazty, es una banda de casi 2 décadas de existencia y que particularmente sigo desde su segundo lanzamiento, el espectacular Knock You Down, motivo por el cual me veía entusiasmado y ansioso por este nuevo material. Quizás mis altas expectativas me hayan jugado una mala pasada, quizás sus anteriores trabajos hayan dejado la vara muy alta, o quizás no y puede que ustedes coincidan plenamente conmigo. Realmente no lo sé, pero tratare de ser lo más honesto posible en cada una de mis palabras.

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El disco arranca con “Call of the Night”, uno de sus singles promocionales. Aquí nos llega en los primeros segundos la presencia de unos sintetizadores bien presentes y con tono de suspenso, que dan introducción a un riff explosivo y muy ganchero. La canción comienza muy arriba, con mucha energía y se mantiene así en todo momento, con la típica estructura del éxito: estrofas, estribillos, solo y nuevamente estribillo. Sin duda que una muy buena forma de arrancar.

“Game of Faces” viene en una línea similar, mucha presencia de sintetizadores, pero aquí empezamos a notar un poco sobrecargada de efectos la voz de Nils Molin (vaya desperdicio). Precediendo a la anterior, tenemos a “Devilry of Ecstasy” que, nuevamente, comienza con sintetizadores, pero aquí al menos podremos notar un poco más la existencia de las guitarras (finalmente).

Llegamos a mitad de disco con “Die to Survive” y “Fire to Fight”, 2 canciones de las que no puedo decir mucho que ya no haya mencionado anteriormente. Sin embargo, no puedo negar que “Fire to Fight” es por demás pegadiza y motivacional. Canción que podría tal vez adoptar como la joya oculta del álbum si no fuese por esos fastidiosos segundos donde podemos escuchar a Molin cantar como un robot, al fiel estilo Robotina de los Supersónicos.

De “Dark Angel”, que es lo próximo en llegar a nuestros oídos, rescato con mucha voluntad que suena bastante más natural que sus compañeras y que tiene una melodía vocal por demás excepcional y llamativa, de esas que invitan a emularla con un leve silbido. Me gusta el inicio de “Fortune Favors the Brave”, con un excelente riff de guitarra para acompañarlo con alguna onomatopeya (como se dice por estos lares, tarareando).

El álbum cierra con “Sole Survivor”, “Phoenix” y “Dream of Spring” en ese mismo orden. Canciones que no pararé a dar detalles porque, en definitiva, son de una estructura composicional muy similar a todo lo que hemos venido escuchando hasta aquí.

En general el disco transcurre siempre de la misma forma, con la misma fórmula composicional en cada uno de sus temas, los insistentes inicios con teclados, las voces sobre producidas y guitarras que pasan a un segundo plano por la fuerte presencia de los sintetizadores. Y no es que tenga algo contra los sintetizadores y/o teclados, puesto que me gusta mucho más su inclusión que su ausencia, pero no al menos de esta forma, al punto donde uno se pregunta al finalizar la escucha: ¿Qué pasó con las malditas guitarras? Una propuesta que si debiera resumirla de alguna forma para que entendieran con que se van a encontrar, sería con la palabra “artificial”, porque así me suena este álbum, demasiado artificial.

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Se denota una clara intención de Dynazty de, en esta ocasión, perseguir sonidos más comerciales o que repercutan con más facilidad. Podemos decir, de alguna manera, que Game Of Faces es de aquellas producciones que, puestas en cierto contexto, comparada con sus precedentes y el nivel mismo con que la banda venía trabajando, no puedan resultarnos del todo buenas, pero que para cualquier persona que se encuentre con ellos por medio de este disco, el resultado quizás sea totalmente diferente. Sin duda, que es una producción de opiniones opuestas.

¿Realmente es un mal disco? No, no se confundan, es solo una apreciación que está fuertemente influenciada por todos aquellos años dedicados a escuchar esta banda y de la cual, a esta altura de su carrera, quizás esperaba algo diferente. Sin duda alguna que Game of Faces logra su cometido: una escucha rápida, agradable y fácilmente asequible al paladar de los oyentes.  Por mi parte y a pesar de mi parcial descontento, rescato muchas particularidades, como ha de ser las excelentes melodías (sobre todo las vocales) que este disco nos convida, la prolijidad con que lo produjeron y que la agrupación da muestras de que todavía tienen un largo camino por delante. Los invito, una vez más, a escuchar Game Of Faces y que saquen sus propias conclusiones.

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Wild Charge – Wild Charge (2025)
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En una ocasión anterior mencioné que muchas veces la portada es lo primero que suelo cruzarme de un álbum, y que por eso aprecio cuando los artistas se toman en serio el trabajo de presentar una imagen que haga que me interese por el lanzamiento y que al mismo tiempo represente bien el contenido del mismo. Así que me veo en la obligación de aplaudir a los chicos de Wild Charge por ilustrar su álbum con una imagen que exprese tan bien los deseos tremendos que tienen de ser Iron Maiden.

¿Qué tenemos acá? Podríamos decir que es el Eddie con el traje de samurái de la portada de Senjutsu recorriendo las calles de alguna ciudad japonesa, pasando frente a un bar donde sirven Heineken, con el contraste de azul y amarillo de la portada de Live After Death. Alguno lo podría considerar un robo a mano armada y no lo culparía, porque yo por dos segundos creí que era justamente una portada de algún disco de Steve Harris y su séquito, pero no puedo negar que cumplió su propósito de hacerme interesar en el álbum. Y si tengo que ser más sincero todavía, diría que es mejor que al menos la dos últimas portadas del Iron Maiden verdadero, o al menos desde que decidieron que todas las portadas tengan un fondo negro y nada más.

Así que vamos a centrarnos ya en la música en sí y en la banda detrás de ella. Wild Charge es un cuarteto estadounidense formado en California por el cantante y guitarrista chipriota Sebastian “Seb” Agini, el guitarrista Chris McLeod, el bajista Will Weiner y el baterista Stanley Love. Este es su primer LP. antes habiendo editado el EP The Curse of the Crystal Witch con dos tracks que también están incluidos en este disco autotitulado.

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Apenas arranca la primera canción “City Hunter” (o, mejor dicho, cuando arranca la canción de verdad tras el sample del transporte público japonés), queda claro que la fascinación por Iron Maiden no se limita sólo a las portadas, aunque está lejos de ser su única inspiración. Es muy obvio que Wild Charge tienen bien estudiado el manual maideniano, sobre todo el material aguerrido de principios y mediados de los ochentas, con sus cabalgatas guitarreras y los riffs como para poner a estadios completos a saltar, pero de la misma manera también se pueden encontrar muchos detalles que aluden a otros clásicos británicos de los ochentas como Judas Priest, Saxon o incluso Tank

La mayor diferencia, aparte del uso del doble bombo tradicional, está obviamente en las voces, con Agini teniendo un estilo mucho más agresivo y grave que el de cualquiera de los vocalistas que pasaron por las filas de Maiden, por momentos asemejándose a Tom Angelripper de Sodom. Imaginen el universo alternativo donde Paul Di’Anno siguió al frente de Maiden tras los dos primeros discos y su estilo punk poco a poco le hubiera pasado factura a su voz y tendrán una visión bastante clara de lo hecho por Wild Charge.

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Es una combinación bastante particular, hasta podría tacharla de extraña, pero a fin de cuentas termina funcionando, a juzgar por lo mucho que me terminó convenciendo. Durando apenas 30 minutos, es un tanto complicado elegir un track favorito, pero tras repetidas escuchas iría por “Crystal Witch”: me encanta la manera en la que las guitarras suben y bajan y cómo se siente cada golpe minúsculo de la batería en los platillos. Y también me veo en la obligación de destacar la antes mencionada “City Hunter” y la final “Stardust Crusaders”, no sólo por ser grandes canciones sino también porque están claramente basadas en los animes City Hunter y Jojo’s Bizarre Adventure: si tanto los comparé con Iron Maiden, también quiero mencionar un par de cosas de las que Harris y Dickinson tendrían miedo de tomar inspiración .

A primera vista y escucha puede que Wild Charge no se destaquen por sobre otras bandas de heavy metal retro, pero rápidamente se nota la pasión que tienen por lo que hacen y la onda que le meten a sus composiciones. Para ser media hora de metal de 1983 que viajó en el tiempo al 2025 no suena apolillado, y las comparaciones que se le pueden hacer con otras bandas terminan sonando más como cumplidos que como otra cosa. Es un trabajo muy entretenido y cumplidor, y si el material progresivo de los últimos discos de Maiden no es de tu agrado, lo de Wild Charge puede ser un viaje a una dimensión donde todo se mantiene en su lugar.

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Löanshark – No Sins To Confess (2025)
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Desde España y como mordida de tiburón, llega el disco No Sins To Confess de la agrupación de heavy metal Löanshark con 10 temas que te hacen vibrar con todo el poder y la energía de una banda joven que se quiere comer al mundo con nueva música.

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De principio a fin, el disco está cargado de metal por donde sea vea, al abrir el tema “Electric Shocking Waves” te das cuenta que la vieja escuela está presente; el redoblante hace lo suyo con “Machine Gunner” en donde el baterista Ángel Smolski marca el ritmo en toda la canción.

“Another Man in the Trunk” revienta de poder al ritmo del guitarrista Lögan Heads y la voz de Aless Oppossed que también marca las líneas de bajo, nos recuerda una primera época de Saxon.

Uno de los mayores deleites de este disco fue el cover que eligieron para poner en el, escarbaron muy bien en el baúl de las bandas de la NWOBHM y la elegida fue Marseille, una agrupación que hizo su aparición a finales de los 70´s y que en 1984 sacó su disco Touch the Night, de aquí el tema que cierra el disco “Open Fire” suena encantador, esa es la palabra, ya que tiene mejor producción y además va en la misma onda que la original pero con toques modernos, que buen acierto fue sacar algo de una banda tan buena pero tan olvidada por el tiempo.

Con casi 40 minutos, No Sins To Confess es un disco para los metaleros de la vieja guardia que crecieron con bandas como Angel Witch, Y&T, Accept, Anthem, Baron Rojo, Heavy Pettin o Tokyo Blade; puede que agrupaciones como Löanshark no hagan nada nuevo pero aportan granos de arena gigantes al heavy metal actual esa fuerza que este género necesita para no decaer y ser olvidado.

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Blister Bleed – Apocalyptic Alien Invasion (2025)
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Acá hablamos mucho de bandas finlandesas, alemanas, suecas y demás lugares elegantes donde la gente usa puntos raros encima de las vocales, pero con el porcentaje de latinoamericanos que hay escribiendo en Track To Hell es obvio que en este equipo estamos al tanto de que hay todo un mundo por fuera de los festivales europeos y los discos editados por Nuclear Blast. Y si yo pude dedicarle unas palabras al espantoso EP de Mötley Crüe de hace unos meses, entonces no veo por qué no podría hacerlo mismo con el álbum de estos Blister Bleed.

Se puede criticar mucho de la Internet, pero siempre voy a apreciar cómo ha facilitado conocer bandas de lugares remotos, aunque para un argentino como yo lo de “remoto” con respecto a Blister Bleed es extremadamente relativo, siendo que este proyecto unipersonal nos llega desde la ciudad de Cochabamba en Bolivia, uno de nuestros países limítrofes. Si nuestros registros son correctos, esta sería la primera banda boliviana de la que hablamos, así que esta reseña bien podría considerarse como todo un evento en la historia de Track To Hell.

Blister Bleed forma parte de la extremadamente fructífera escena latinoamericana del brutal death metal, un género que ha encontrado tierra fértil por estos lares gracias tanto a apoyo de fanáticos como de sellos dedicados de lleno al estilo: Blister Bleed mismos participaron de un compilado del sello mexicano Sick Musik To Your Guts. Y ahora el grupo (perdonen que use este término a pesar de que ya sé que es un solo músico, es que es más cómodo) debuta con su LP Apocalyptic Alien Invasion, editado a través de Catáfila Producciones el 7 de febrero.

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Ya desde la portada, el nombre del disco y los títulos de las canciones, queda clara la temática extraterrestre y hasta conspirativa de Blister Bleed, un que es llamativamente popular entre los trucos de este estilo. Y ya al apretar play para arrancar con la inicial “Illuminati Warfare” nos encontramos con un largo sample tomado de un video del llamado Project Blue Book que supuestamente muestra una entrevista con un alien, y apenas arranca la canción en sí comprobamos que la banda no miente con respecto a la etiqueta que le pusieron: es death metal, y es muy brutal. Las guitarras son una pared de distorsión, la batería repiquetea tirando blast beats casi sin descanso, y las voces parecieran salir desde lo más profundo de un pozo de pestilencia. De vez en cuando tenemos algunos momentos donde Blister Bleed clava un poco el freno y le da un rebaje a los riffs, como se puede escuchar en el breakdown en “Ancient Ruins Of Extraterrestrial Remains”, pero en su enorme mayoría es velocidad y brutalidad descarnada todo el tiempo.

La temática alienígena es algo que sigue en todo el álbum, con el sample de la serie de ciencia ficción Falling Skies al inicio de “Program Life Forms”, serie que vuelve a aparecer en la introducción de la final “Drones War”. Es interesante, aunque creo que los samples se hacen demasiado largos en varios casos: en la primera canción dura 80 segundos, en “Program Life Forms” dura 74 y en la última dura 100 segundos y menos, dejando poco más de 4 minutos de samples cinemáticos en un disco de 32 minutos. Además, hay un par de efectos en ellos que se repiten demasiado.

Claro que esto es parte de la experiencia, una que es extrema, jodida, de esas que no son aptas para los que no estén ya súper metidos en la onda del brutal death metal bien denso, en el caso de Blister Bleed pudiendo perfectamente compararse con ser devorado por alguna bestia alienígena cuya estructura biológica está por fuera de las capacidad cognitivas del ser humano para siquiera comenzar a comprender. Y en mi caso, diría que también puede ser un tanto demasiado para el oyente.

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Me gusta apoyar el metal latinoamericano, como apoyaría cualquier escena pero acá con un sentido de pertenencia directa en el medio, y creo que una parte de apoyar a algo o alguien es señalar los aspectos donde puede mejorar. Como suele pasar con muchas bandas de brutal death metal, este primer LP de Blister Bleed tiene una producción que deja un tanto que desear. Sea por una decisión presupuestaria o artística, la mezcla cacofónica hace que sea extremadamente complicado distinguir algún riff individual, y ni hablar de que el bajo es directamente inexistente. hasta las voces parecen perderse entre las guitarras, algo bastante particular en un estilo caracterizado por sus vocalizaciones. 

Obviamente estamos hablando de death metal, una música que se se supone que sea extrema, underground y con una estética que aleje a los “normies” y “posers” que no estén preparados para algo así, y donde hacer el equivalente sonoro de alguna película snuff bajada de la Deep Web es una buena manera de poder cumplir ese objetivo. Esto no es algo exclusivo de este estilo: escuché una cantidad enorme de discos de black metal que sonaban como si salieran de una radio de la Segunda Guerra Mundial, pero en el caso de Blister Bleed creo que ese sonido termina atentando contra la música, sobre todo considerando el contraste entre la calidad de sonido de los samples y la de la música en sí.

A pesar de esto último que dije, Apocalyptic Alien Invasion es un álbum que recomiendo para los ultra fanáticos del brutal death metal y/o los obsesionados con los videos sobre conspiraciones extraterrestres y de alienígenas infiltrados en las instituciones gubernamentales. Son 32 minutos de carnicería sonora, corrosiva como un vómito de ácido directo al rostro. Espero que Blister Bleed logre mejorar esos aspectos que mencioné anteriormente sin dejar de lado su fiereza, porque es un proyecto interesante en todos sus ingredientes.

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