En líneas generales, el tercer día del Copenhell sería el más tranquilo en mi tarea, siendo que no tendría tantos grupos que se pisaran en los horarios. Claro que esto puede sonar extraño si mencionamos el hecho de que la jornada comenzaría con nadie menos que las leyendas del hardcore melódico Bad Religion, que se presentarían a las 14:00 en el escenario Helvíti.
Tener a una banda de semejante porte tan temprano habría sonado fuera de lugar en casi cualquier otro festival, incluso si hablamos del escenario principal, pero acá habla acerca de la cantidad de nombres importantes en el lineup de este evento en la capital danesa. Y para los californianos no pareció importarles, con una lista de canciones (21, para ser exactos) que repasó casi toda su discografía, con excepción de los álbumes The New America y No Substance, de los que no suelen tocar nada más allá de alguna ocasión especial, y obviamente de Into The Unknown, aquel rarísimo traspié de rock progresivo que editaron luego de su debut. “Recipe for Hate”, “End of History”, “Generator”, “21st Century (Digital Boy)”, “American Jesus” y demás ataques al establishment pasaron por las manos de la banda y la voz de Greg Graffin, el profesor del punk.
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Pasando al escenario Pandæmonium, hicimos un cambio importante de sonido cuando vimos a Urne. Comparados con los cuarenta y tantos años de carrera de Bad Religion, este trío inglés lleva apenas seis y se encuentra presentando su LP debut Serpent & Spirit. Sin embargo, se nota el potencial de estos oriundos de Londres, sobre todo con el eclecticismo de su sonido: una mezcla de heavy metal clásico, elementos progresivos y sludge. Por lo poco que pude ver (uno de los casos donde el horario me quedaba a contramano), les recomiendo que no les pierdan el rastro. Como curiosidad, entre el público se pudo ver al legendario Vinnie Stigma, guitarrista de Agnostic Front.
La primera cuota de metal local vendría de la mano de Ghost Iris, cuarteto local que pertenece a esta ola tan particular de grupos que borran las fronteras entre el metalcore y el djent. Había mucha gente para poder disfrutar de primera mano esos riffs gruesos meshugguescos y las vocalizaciones gritadas del cantante Jesper Vicencio. Sin tener idea de quiénes eran antes de verlos, me sorprendieron gratamente y de una los recomiendo para quienes sean fans de este tipo de sonidos.
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Volviendo al escenario Helvíti, se pudo ser testigo de la presentación de los piratas escoceses Alestorm. Aunque más que “presentación”, se la podría describir como una fiesta: más allá de lo que uno pueda llegar a pensar de su folk/power de temática humorística y piratesca, es indudable que, al igual que con Gloryhammer, el quinteto tiene la habilidad para hacer que la gente saque su lado más descontrolado y moshero. Eso se podría saber con sólo ver la lista de canciones: “Mexico”, “Keelhauled”, “The Sunk’n Norwegian”, “Drink” y “Hangover”, ese particular cover del cantante de electropop Taio Cruz, dejaron a la gente pidiendo por más, con un setlist que se hizo corto entre tanta adrenalina.
Para las 5:30 de la tarde, el escenario Pandæmonium nos mandó de una patada de vuelta a los terrenos del hardcore más callejero de la mano de Agnostic Front. La banda de Stigma y Roger Miret transformó al centro de Copenhague en una sucursal de los barrios bajos de Nueva York, con canciones como “Gotta Go”, “For My Family”, “Old New York” y sus covers de “Crucified” de Iron Cross y “Blitzkrieg Bop” de los Ramones para redondear una presentación más que correcta.
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De vuelta en el Helvíti tuvimos más presencia local con Baest. Viniendo de Aarhus, una ciudad a 160 kilómetros que es conocida por muchas cosas más antes que por tener una robusta presencia metalera, en seis años lograron llegar al escenario principal del mayor festival de su país, y por la enorme cantidad de gente que había para verlos se puede decir que su éxito está justificado. El quinteto de death metal clásico, muy influenciado por la movida sueca de los noventas, se enfocó en su último disco Necro Sapiens de 2021, interpretando siete de sus diez canciones, y en su EP Justitia de 2022, y aunque se les hubiera podido pedir algo más de sus anteriores trabajos, la energía mostrada por la banda y la presentación que dieron, con la bandera enorme detrás y los fuegos que salían, sacó a relucir el entusiasmo del enorme público que atrajeron.
Con la cancelación de la presentación de Spiritbox, debido a un tema de salud, su lugar a las 9:00 en el escenario Helvíti pasó a estar ocupado por el cuarteto Thundermother. La diferencia de estilo entre el grupo canadiense y el sueco no podría ser más grande, con el primero siendo una mezcla de sonidos progresivos, djent, metalcore y demás estilos modernos, mientras que Thundermother toca hard rock como si los setentas nunca hubieran terminado. Pero más allá de algún problemita con el sonido, lo de estas nativas de Estocolmo fue impecable, con canciones como “Back in ’76”, “We Fight for Rock ‘n’ Roll” y “Driving In Style”, esta última tocada junto al guitarrista danés Soren Andersen, dejando a la gente con ganas de más rock y riffs de la escuela AC/DC.
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A las 9:30, el escenario Hades tuvo uno de los momentos más extremos del tercer día gracias a las leyendas del black metal sinfónico Emperor. Este fue un hecho histórico, siendo la primera vez que los noruegos se presentó en Dinamarca, algo que el mismo Ihsahn se encargó de señalar como algo que no podían creer que habían tardado tanto en hacer, y que encima lo hiciera con una presentación impecable no hizo más que agregar a la ocasión. El trío de Telemark, que son cinco en vivo, se mandaron una lista de canciones tremenda: “Thus Spake the Nightspirit”, “With Strength I Burn”, “Curse You All Men!” y “I Am the Black Wizards” fueron sólo un par de los clásicos del metal negro que tocaron con un sonido espectacular y la precisión de unos veteranos de la materia.
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El cierre de la fecha estuvo a cargo de los locales Disneyland After Dark, más conocidos por sus siglas D-A-D. Puede que haber llegado un tanto tarde a la onda del glam metal no les permitiera continuar con el impulso internacional que su álbum No Fuel Left For the Pilgrims (1989) les diera con su hit “Sleeping My Day Away”, pero el cuarteto sigue siendo una de las bandas más grandes de su país, como se comprobó presentándose frente a un público enorme y que fuera una presentación By Request, con la gente habiendo elegido la lista de canciones a través de una votación por Internet. Así se pudieron escuchar clásicos como “Isn’t That Wild”, “Marlboro Man”, “Jihad”, la acústica “Laugh ‘n’ a ½” y demás tracks de una discografía destacable en todos sus aspectos, con un público que se sabía cada palabra.
De más está decir que este tercer día del Copenhell se terminó con una nota muy alta, con un tono muy rockero. Con el último día arrancando en poco más de 12 horas, nos íbamos preparando para quemar los últimos cartuchos.
En líneas generales, el tercer día del Copenhell sería el más tranquilo en mi tarea, siendo que no tendría tantos grupos que se pisaran en los horarios. Claro que esto puede sonar extraño si mencionamos el hecho de que la jornada comenzaría con nadie menos que las leyendas del hardcore melódico Bad Religion, que se presentarían a las 14:00 en el escenario Helvíti.
Tener a una banda de semejante porte tan temprano habría sonado fuera de lugar en casi cualquier otro festival, incluso si hablamos del escenario principal, pero acá habla acerca de la cantidad de nombres importantes en el lineup de este evento en la capital danesa. Y para los californianos no pareció importarles, con una lista de canciones (21, para ser exactos) que repasó casi toda su discografía, con excepción de los álbumes The New America y No Substance, de los que no suelen tocar nada más allá de alguna ocasión especial, y obviamente de Into The Unknown, aquel rarísimo traspié de rock progresivo que editaron luego de su debut. “Recipe for Hate”, “End of History”, “Generator”, “21st Century (Digital Boy)”, “American Jesus” y demás ataques al establishment pasaron por las manos de la banda y la voz de Greg Graffin, el profesor del punk.
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La primera cuota de metal local vendría de la mano de Ghost Iris, cuarteto local que pertenece a esta ola tan particular de grupos que borran las fronteras entre el metalcore y el djent. Había mucha gente para poder disfrutar de primera mano esos riffs gruesos meshugguescos y las vocalizaciones gritadas del cantante Jesper Vicencio. Sin tener idea de quiénes eran antes de verlos, me sorprendieron gratamente y de una los recomiendo para quienes sean fans de este tipo de sonidos.
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Volviendo al escenario Helvíti, se pudo ser testigo de la presentación de los piratas escoceses Alestorm. Aunque más que “presentación”, se la podría describir como una fiesta: más allá de lo que uno pueda llegar a pensar de su folk/power de temática humorística y piratesca, es indudable que, al igual que con Gloryhammer, el quinteto tiene la habilidad para hacer que la gente saque su lado más descontrolado y moshero. Eso se podría saber con sólo ver la lista de canciones: “Mexico”, “Keelhauled”, “The Sunk’n Norwegian”, “Drink” y “Hangover”, ese particular cover del cantante de electropop Taio Cruz, dejaron a la gente pidiendo por más, con un setlist que se hizo corto entre tanta adrenalina.
Para las 5:30 de la tarde, el escenario Pandæmonium nos mandó de una patada de vuelta a los terrenos del hardcore más callejero de la mano de Agnostic Front. La banda de Stigma y Roger Miret transformó al centro de Copenhague en una sucursal de los barrios bajos de Nueva York, con canciones como “Gotta Go”, “For My Family”, “Old New York” y sus covers de “Crucified” de Iron Cross y “Blitzkrieg Bop” de los Ramones para redondear una presentación más que correcta.
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De vuelta en el Helvíti tuvimos más presencia local con Baest. Viniendo de Aarhus, una ciudad a 160 kilómetros que es conocida por muchas cosas más antes que por tener una robusta presencia metalera, en seis años lograron llegar al escenario principal del mayor festival de su país, y por la enorme cantidad de gente que había para verlos se puede decir que su éxito está justificado. El quinteto de death metal clásico, muy influenciado por la movida sueca de los noventas, se enfocó en su último disco Necro Sapiens de 2021, interpretando siete de sus diez canciones, y en su EP Justitia de 2022, y aunque se les hubiera podido pedir algo más de sus anteriores trabajos, la energía mostrada por la banda y la presentación que dieron, con la bandera enorme detrás y los fuegos que salían, sacó a relucir el entusiasmo del enorme público que atrajeron.
Con la cancelación de la presentación de Spiritbox, debido a un tema de salud, su lugar a las 9:00 en el escenario Helvíti pasó a estar ocupado por el cuarteto Thundermother. La diferencia de estilo entre el grupo canadiense y el sueco no podría ser más grande, con el primero siendo una mezcla de sonidos progresivos, djent, metalcore y demás estilos modernos, mientras que Thundermother toca hard rock como si los setentas nunca hubieran terminado. Pero más allá de algún problemita con el sonido, lo de estas nativas de Estocolmo fue impecable, con canciones como “Back in ’76”, “We Fight for Rock ‘n’ Roll” y “Driving In Style”, esta última tocada junto al guitarrista danés Soren Andersen, dejando a la gente con ganas de más rock y riffs de la escuela AC/DC.
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A las 9:30, el escenario Hades tuvo uno de los momentos más extremos del tercer día gracias a las leyendas del black metal sinfónico Emperor. Este fue un hecho histórico, siendo la primera vez que los noruegos se presentó en Dinamarca, algo que el mismo Ihsahn se encargó de señalar como algo que no podían creer que habían tardado tanto en hacer, y que encima lo hiciera con una presentación impecable no hizo más que agregar a la ocasión. El trío de Telemark, que son cinco en vivo, se mandaron una lista de canciones tremenda: “Thus Spake the Nightspirit”, “With Strength I Burn”, “Curse You All Men!” y “I Am the Black Wizards” fueron sólo un par de los clásicos del metal negro que tocaron con un sonido espectacular y la precisión de unos veteranos de la materia.
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De más está decir que este tercer día del Copenhell se terminó con una nota muy alta, con un tono muy rockero. Con el último día arrancando en poco más de 12 horas, nos íbamos preparando para quemar los últimos cartuchos.