Como el martes anterior, otra vez de camino a Razzmatazz para otra sesión vespertina compuesta por cuatro bandas con el hardcore como nexo de unión. Además, para más inri, dicen que es San Valentín, suerte que por aquí en Catalunya no se celebra demasiado. Encima, apenas si conozco vagamente a las formaciones implicadas, a excepción de la principal, aunque esta sea la primera vez que la veré en directo, a pesar de habernos visitado en numerosas ocasiones, así que no sé si esto será una mera procesión, o un fiestón salvaje.
Esta vez en la sala tres, la media maratón da inicio con algo de retraso con el joven quinteto de metalcore Brothers Till We Die, a los que vimos muy lanzados, y emocionados, aparte de encantados de estar de nuevo en Barcelona, el pasado noviembre en pleno mundial de fútbol, estuvieron encabezando cartel en la Estraperlo de Badalona junto otras tres formaciones. Contentos de estar en casa, como dijo su hiperactivo vocalista, aunque siendo madrileños, me sorprendió un poco, y es que ya sabemos de la rivalidad Madrid-Barcelona, etc., pero bueno, llamándose Hermanos hasta la muerte, supongo que todos somos familia. Felipe no se cansó de dar las gracias desde el inicio hasta el final, por la oportunidad que supone para un grupo como ellos, de rular por media Europa tocando con Deez Nuts, The Acacia Strain, y Unity TX.
En este, su diecisiete o dieciocho bolo de gira diría que abrieron con “The Thin Line Between Death and Immortality”, tras una pequeña intro, y todo aquello empezó a temblar gracias al golpeo de Julián, y el sincronismo de las guitarras de Edu y Mario, mientras Ali es el contrapunto ante tanto vigor, acariciando con sus dedos las cuatro cuerdas de su bajo, moviendo su larga melena, y dejando en un rincón sus pesadas botas para quedarse descalza la mayor parte del concierto.
En canciones como “Hand to Hand” mezclan ese metal extremo con coros bien hardcore NY, a lo Madball. Mientras que “Hardest Way” es una especie de Deathmetalcore melódico. También desde su último disco Resurrection (2022) “Path of Fire” alberga algún que otra secuencia industrial entre los rugidos de Felipe. Lo que no acabé de entender fue el final con bases rozando el maquineo más infame tras treinta minutos de metalcore extremo.
A la siguiente banda le tenía bastantes ganas, igual que un colega sardo que me encontré, y es que los texanos Unity TX son algo distinto, pero muy manido a la vez, con esos ritmos entrecortados mezclando hip-hop y hardcore, con un notorio bajo, un guitarra pulcro y efectivo, y un fornido vocalista afroamericano que rapea, canta o berrea con igual beligerancia según se tercie. En los apenas veinticinco minutos de show Jay acabó sin camiseta, y sudando a borbotones dada su agresividad sobre el escenario. Curiosamente, el front-man, se pasaría, una vez finalizado su show, paseando por la sala con una toalla por encima a modo de capa, y emulando en algún momento a Superman, o a Muhammad Ali, en el área de merchandising, un poco estrafalario me pareció su actitud.
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En cuanto a su directo, pues se me hizo corto, empezaron con la introductoria “Ruckus”, seguida por la distorsionada “Cross Me”, continuaron desgranando su escaso material discográfico contenido en el álbum Madboy (2019), un par de EPs, y algunos singles como “Burn Out” con inicio melódico, y narcótico que enseguida pasa a una escena Nu Metal, a lo P.O.D, o Korn. O el editado este mismísimo año “World of Malice” que supura un rollo más Disturbed, mientras que para “Agony” si mezclan convenientemente HC y Hip hop hasta “Walk With Me” con la que finalizaron. En fin, un excelente sonido en directo al que le faltaron al menos un par de cortes más para, al menos, no acabar tocando menos que la primera banda invitada.
El plato fuerte de la noche, dada su privación sensorial era The Acacia Strain, que en sus inicios contaban con la peculiaridad de contar con tres guitarras, posteriormente pasaron a dos, pero parece que para esta gira se ha quedado con tan solo la de Devin Shidaker, en la banda desde 2013. Empezaron con la machacona “Beast”, que abre su disco Wormwood (2010), con esa turbadora intro en la que Vincent Bennet aprovecha para presentarse, y demandar que empezáramos a mover el culo.
Tras ella, Vincent suelta un gracias, y de puta madre, el straightedge, único miembro fundador, sigue al frente de los de Massachusetts luciendo como en él es habitual, pantalón corto, sudadera con capucha, gorra, y una barba ya canosa a sus cuarenta y un años. Aparte de su tremenda forma de cantar, puro ladrido, sorprende su peculiar forma de moverse sobre las tablas, saltando, corriendo, o levantando alguna de sus piernas, en plan patada, aunque no tanto como los jóvenes que la rompen en primera fila ejercitando el beatdown que ya vimos, y sufrimos la semana pasada con los chicos de Malevolence.
Antes de entrar con “Chhinnamasta” desde su último álbum, Slow Decay (2020), Bennet nos dice que nos quiere con una sonrisa, y que disfrutemos, pero con cuidado. Al acabar el tema se lanza con un Viva Barcelona, para acto seguido enumerar las otras tres bandas de la gira, antes de entrar con “Whoa! Shut It Down” de su The Dead Walk (2006). Entre otras dignas brutalidades nos presentaron con el novedoso sencillo “Untended Graves”, durante la cual hizo alegoría de boxeador ante un fotógrafo que se quedó petrificado al lado de la batería. Más veneno con “Crippling Poison”, antes de llegar al final con “Carbomb”, el infalible pseudo instrumental que tan solo contiene una frase en sus dos minutos de eclosión. Vincent terminó soltándose en un par de ocasiones con un te quiero, no sé si como efecto secundario del dichoso San Valentin.
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Por poco escenario, y poco equipo que utilicen, el cambio de instrumental de la banda principal volvió a ser como de costumbre de casi media hora de espera, que amenizó el guitarra neoyorquino Matt Realbad Rogers con el riff del “Du Hast” de Rammstein, y bromeando micro en mano. Deez Nuts, el combo que en 2007 fundó JJ Peters en su Melbourne natal, inició su actuación a la hora anunciada con “People Demand”, y la oda al alcohol “Shot After Shot” desde su disco Bout It (2013). Con tan solo dos piezas ya quedaba bastante claro, que la propuesta de los australianos, y su hardcore más purista, sería la propuesta más amable, y por tanto, la menos sufrida para nuestros tímpanos.
Continuaron con la que da título a su último álbum editado en 2019, “You Got Me Fucked Up” sobre el que edifican su setlist con temas como “Bitterest End” para la que JJ reclamó palmas en su apertura, o para la sonrisa con diente mellado, ese “Crooked Smile” con Matt haciendo la parte bruta de esta melodiosa composición. JJ anuncia un poco de mierda de la vieja con “Stay True” (2008). Tras la reiterativa “You Gotta Feel Me” vuelta a su primer larga duración con un triple amachambrado compuesto por “Tonight We’re Gonna Party”, “Like There’s No Tomorrow” y “I Hustle Everyday”. Que no pare la fiesta con un sonido más moderno y elaborado, con la pegadiza “Singalong”, y “On Some Shit”.
El himno “Band of Brothers” que cierra Bout It es la canción que se lleva la palma en cuanto a participación, de hecho, un espontáneo que ya había ayudado a cantar a Peters al principio, ahora se curra prácticamente media canción antes de volver a la pista, siendo el tipo que a la postre se llevaría un codiciado cartoncillo donde figuraba el setlist del grupo. Llegamos al momento serio de la noche para el que JJ pide atención máxima, ya que es la hora de recordar a Sean Kennedy, bajista del grupo entre 2008-2009 y 2014-2021, año en el que este decidió poner fin a su vida.
Al fallecido y al vocalista les unía una fuerte amistad desde la época en que tocaban juntos en I Killed the Prom Queen. Matt Realbad mostró una tela con el escrito SK 4EVA, y nos alentaron enérgicamente a gritar SK a todos los presentes, antes de continuar el homenaje con “Binge”& “Purgatory” de su disco homónimo, en la que danzas salvajes se apoderaron del personal. Más coros generalizados para “Your Mother Should’ve Swallowed”, hasta que una fanfarria anuncia el temazo “DTDFL4EVA”. Seguidamente Peters pide un poco de ruido dedicado a cada una de las bandas presentes, y fin de fiesta con “Face This On My Own”. Personalmente eché en falta, en especial, un nuevo single titulado “Rockstar”, que han hecho conjuntamente Deez Nuts, Union TX y el rapper texano Shaolin G., pero bueno, otra vez será.
A modo de conclusión, la pregunta a la que no encuentro respuesta, es el por qué una banda con el buen material que compone, en su séptima visita no salga de pequeñas salas como esta, con capacidad para doscientas personas, y además, no llenarla en su totalidad, apenas si han llegado a los tres cuartos de entrada, teniendo en cuenta el espacio que ocupaba el merchandising. En fin, cuesta creer que su número de seguidores no haya aumentado exponencialmente en todos estos años.
Como el martes anterior, otra vez de camino a Razzmatazz para otra sesión vespertina compuesta por cuatro bandas con el hardcore como nexo de unión. Además, para más inri, dicen que es San Valentín, suerte que por aquí en Catalunya no se celebra demasiado. Encima, apenas si conozco vagamente a las formaciones implicadas, a excepción de la principal, aunque esta sea la primera vez que la veré en directo, a pesar de habernos visitado en numerosas ocasiones, así que no sé si esto será una mera procesión, o un fiestón salvaje.
Esta vez en la sala tres, la media maratón da inicio con algo de retraso con el joven quinteto de metalcore Brothers Till We Die, a los que vimos muy lanzados, y emocionados, aparte de encantados de estar de nuevo en Barcelona, el pasado noviembre en pleno mundial de fútbol, estuvieron encabezando cartel en la Estraperlo de Badalona junto otras tres formaciones. Contentos de estar en casa, como dijo su hiperactivo vocalista, aunque siendo madrileños, me sorprendió un poco, y es que ya sabemos de la rivalidad Madrid-Barcelona, etc., pero bueno, llamándose Hermanos hasta la muerte, supongo que todos somos familia. Felipe no se cansó de dar las gracias desde el inicio hasta el final, por la oportunidad que supone para un grupo como ellos, de rular por media Europa tocando con Deez Nuts, The Acacia Strain, y Unity TX.
En este, su diecisiete o dieciocho bolo de gira diría que abrieron con “The Thin Line Between Death and Immortality”, tras una pequeña intro, y todo aquello empezó a temblar gracias al golpeo de Julián, y el sincronismo de las guitarras de Edu y Mario, mientras Ali es el contrapunto ante tanto vigor, acariciando con sus dedos las cuatro cuerdas de su bajo, moviendo su larga melena, y dejando en un rincón sus pesadas botas para quedarse descalza la mayor parte del concierto.
En canciones como “Hand to Hand” mezclan ese metal extremo con coros bien hardcore NY, a lo Madball. Mientras que “Hardest Way” es una especie de Deathmetalcore melódico. También desde su último disco Resurrection (2022) “Path of Fire” alberga algún que otra secuencia industrial entre los rugidos de Felipe. Lo que no acabé de entender fue el final con bases rozando el maquineo más infame tras treinta minutos de metalcore extremo.
A la siguiente banda le tenía bastantes ganas, igual que un colega sardo que me encontré, y es que los texanos Unity TX son algo distinto, pero muy manido a la vez, con esos ritmos entrecortados mezclando hip-hop y hardcore, con un notorio bajo, un guitarra pulcro y efectivo, y un fornido vocalista afroamericano que rapea, canta o berrea con igual beligerancia según se tercie. En los apenas veinticinco minutos de show Jay acabó sin camiseta, y sudando a borbotones dada su agresividad sobre el escenario. Curiosamente, el front-man, se pasaría, una vez finalizado su show, paseando por la sala con una toalla por encima a modo de capa, y emulando en algún momento a Superman, o a Muhammad Ali, en el área de merchandising, un poco estrafalario me pareció su actitud.
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En cuanto a su directo, pues se me hizo corto, empezaron con la introductoria “Ruckus”, seguida por la distorsionada “Cross Me”, continuaron desgranando su escaso material discográfico contenido en el álbum Madboy (2019), un par de EPs, y algunos singles como “Burn Out” con inicio melódico, y narcótico que enseguida pasa a una escena Nu Metal, a lo P.O.D, o Korn. O el editado este mismísimo año “World of Malice” que supura un rollo más Disturbed, mientras que para “Agony” si mezclan convenientemente HC y Hip hop hasta “Walk With Me” con la que finalizaron. En fin, un excelente sonido en directo al que le faltaron al menos un par de cortes más para, al menos, no acabar tocando menos que la primera banda invitada.
El plato fuerte de la noche, dada su privación sensorial era The Acacia Strain, que en sus inicios contaban con la peculiaridad de contar con tres guitarras, posteriormente pasaron a dos, pero parece que para esta gira se ha quedado con tan solo la de Devin Shidaker, en la banda desde 2013. Empezaron con la machacona “Beast”, que abre su disco Wormwood (2010), con esa turbadora intro en la que Vincent Bennet aprovecha para presentarse, y demandar que empezáramos a mover el culo.
Tras ella, Vincent suelta un gracias, y de puta madre, el straightedge, único miembro fundador, sigue al frente de los de Massachusetts luciendo como en él es habitual, pantalón corto, sudadera con capucha, gorra, y una barba ya canosa a sus cuarenta y un años. Aparte de su tremenda forma de cantar, puro ladrido, sorprende su peculiar forma de moverse sobre las tablas, saltando, corriendo, o levantando alguna de sus piernas, en plan patada, aunque no tanto como los jóvenes que la rompen en primera fila ejercitando el beatdown que ya vimos, y sufrimos la semana pasada con los chicos de Malevolence.
Antes de entrar con “Chhinnamasta” desde su último álbum, Slow Decay (2020), Bennet nos dice que nos quiere con una sonrisa, y que disfrutemos, pero con cuidado. Al acabar el tema se lanza con un Viva Barcelona, para acto seguido enumerar las otras tres bandas de la gira, antes de entrar con “Whoa! Shut It Down” de su The Dead Walk (2006). Entre otras dignas brutalidades nos presentaron con el novedoso sencillo “Untended Graves”, durante la cual hizo alegoría de boxeador ante un fotógrafo que se quedó petrificado al lado de la batería. Más veneno con “Crippling Poison”, antes de llegar al final con “Carbomb”, el infalible pseudo instrumental que tan solo contiene una frase en sus dos minutos de eclosión. Vincent terminó soltándose en un par de ocasiones con un te quiero, no sé si como efecto secundario del dichoso San Valentin.
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Por poco escenario, y poco equipo que utilicen, el cambio de instrumental de la banda principal volvió a ser como de costumbre de casi media hora de espera, que amenizó el guitarra neoyorquino Matt Realbad Rogers con el riff del “Du Hast” de Rammstein, y bromeando micro en mano. Deez Nuts, el combo que en 2007 fundó JJ Peters en su Melbourne natal, inició su actuación a la hora anunciada con “People Demand”, y la oda al alcohol “Shot After Shot” desde su disco Bout It (2013). Con tan solo dos piezas ya quedaba bastante claro, que la propuesta de los australianos, y su hardcore más purista, sería la propuesta más amable, y por tanto, la menos sufrida para nuestros tímpanos.
Continuaron con la que da título a su último álbum editado en 2019, “You Got Me Fucked Up” sobre el que edifican su setlist con temas como “Bitterest End” para la que JJ reclamó palmas en su apertura, o para la sonrisa con diente mellado, ese “Crooked Smile” con Matt haciendo la parte bruta de esta melodiosa composición. JJ anuncia un poco de mierda de la vieja con “Stay True” (2008). Tras la reiterativa “You Gotta Feel Me” vuelta a su primer larga duración con un triple amachambrado compuesto por “Tonight We’re Gonna Party”, “Like There’s No Tomorrow” y “I Hustle Everyday”. Que no pare la fiesta con un sonido más moderno y elaborado, con la pegadiza “Singalong”, y “On Some Shit”.
El himno “Band of Brothers” que cierra Bout It es la canción que se lleva la palma en cuanto a participación, de hecho, un espontáneo que ya había ayudado a cantar a Peters al principio, ahora se curra prácticamente media canción antes de volver a la pista, siendo el tipo que a la postre se llevaría un codiciado cartoncillo donde figuraba el setlist del grupo. Llegamos al momento serio de la noche para el que JJ pide atención máxima, ya que es la hora de recordar a Sean Kennedy, bajista del grupo entre 2008-2009 y 2014-2021, año en el que este decidió poner fin a su vida.
Al fallecido y al vocalista les unía una fuerte amistad desde la época en que tocaban juntos en I Killed the Prom Queen. Matt Realbad mostró una tela con el escrito SK 4EVA, y nos alentaron enérgicamente a gritar SK a todos los presentes, antes de continuar el homenaje con “Binge”& “Purgatory” de su disco homónimo, en la que danzas salvajes se apoderaron del personal. Más coros generalizados para “Your Mother Should’ve Swallowed”, hasta que una fanfarria anuncia el temazo “DTDFL4EVA”. Seguidamente Peters pide un poco de ruido dedicado a cada una de las bandas presentes, y fin de fiesta con “Face This On My Own”. Personalmente eché en falta, en especial, un nuevo single titulado “Rockstar”, que han hecho conjuntamente Deez Nuts, Union TX y el rapper texano Shaolin G., pero bueno, otra vez será.
A modo de conclusión, la pregunta a la que no encuentro respuesta, es el por qué una banda con el buen material que compone, en su séptima visita no salga de pequeñas salas como esta, con capacidad para doscientas personas, y además, no llenarla en su totalidad, apenas si han llegado a los tres cuartos de entrada, teniendo en cuenta el espacio que ocupaba el merchandising. En fin, cuesta creer que su número de seguidores no haya aumentado exponencialmente en todos estos años.