

Fotografias gentileza: CuervoDeath
El miércoles 29 de abril de 2025, Uniclub volvió a abrir sus puertas para otro concierto de metal. De la mano de los amigos de Noiseground, el local situado en el barrio de Almagro se convirtió en el epicentro de una nueva presentación en el país de las monjas satánicas: Dogma, quienes pisaron por tercera vez suelo argentino.
Fue una noche que combinó mística, teatralidad y una ejecución musical afilada. El delirio colectivo alcanzó su punto máximo en los temas insignia de la banda, donde los saltos y gritos se volvieron un acto de comunión entre las “monjas” y sus fieles devotos.
Antes del acto principal, los locales Hermanos de Sangre abrieron con un set sólido y poderoso. El “Chino” Gastaldi lideró en guitarra y voz, acompañado por el virtuosismo de Pehuén en la otra viola, Germán Caramanico en bajo e Iván Larraburu en la batería. Arrancaron con “El Arrepentido” y le sumaron “La Revolución”. En total ejecutaron nueve canciones más la intro, y salieron victoriosos ante un público muy respetuoso que los despidió con una lluvia de aplausos.
Para las 21:30, el nerviosismo y la ansiedad eran generalizados, hasta que comenzó a sonar la intro y un video proyectándose en las tres pantallas de Uniclub que mostraba imágenes aleatorias de situaciones vinculadas a fanáticos religiosos. Al oscurecerse por completo el escenario, la banda, comandada por la imponente Lilith, dio inicio a un show donde cada movimiento parecía calculado, pero no por ello carente de pasión. La vocalista se mostró completamente entregada, contorsionando su cuerpo con una mezcla de magnetismo escénico y dramatismo, mientras entonaba cada línea con una sensualidad perturbadora que dejó boquiabiertos a propios y extraños. Su registro vocal alternó entre melodías suaves y confesionales, hasta guturales que hicieron vibrar cada rincón del recinto.
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La puesta visual fue otro elemento clave: iluminación milimétrica, visuales religiosas deformadas proyectadas en la pantalla de fondo, y una cuidada estética de monjas oscuras que convirtió la presentación de Dogma en una experiencia sensorial. En cuanto al repertorio, recorrieron todo el disco debut homónimo, lanzado en 2023, con temas como “Carnal Liberation”, “Father I Have Sinned” y “Make Us Proud”, destacándose por su mezcla de oscuridad, groove y ganchos melódicos efectivos. También hubo lugar para los nuevitos, “Be Free” y “Banned”, adelantos de un posible nuevo álbum, este último, incluye una base tanguera y que las chicas se encargaron de hipersexualizar al extremo.
Todas las “monjas” se lucieron en lo suyo: Lamia con sus solos de guitarra; Rusalka, asumiendo el rol de líder e interactuando constantemente con el público; Nixe, en plan monja poseída, se contorsionó con su bajo durante todo el show, aportando intensidad; y Abrahel mantuvo todo en ritmo con una batería prolija y precisa. Por su parte, Lilith, con su sensualidad y una voz impecable, coronó la propuesta llevándose todos los flashes.
Con el correr de las canciones, la versión metalizada de “Like a Prayer” de Madonna volvió a levantar la temperatura, ratificando su estatus de himno atemporal con una vuelta de tuerca que las monjas adaptaron perfectamente a su sonido. Uno de los puntos altos de la jornada fue el potente solo de batería de Abrahel, donde demostró no sólo precisión, sino también un despliegue físico y técnico que se ganó una de las mayores ovaciones de la nohe. En contraste, el uso excesivo de samplers dejó una sensación ambigua: por momentos, las bases pregrabadas dejaban en evidencia el playback, especialmente en los coros, dado que no había siquiera un micrófono de pie para las coristas. Un detalle que, si bien no empaña del todo la experiencia, le restó algo de naturalidad a la puesta en escena.
Volviendo a lo estrictamente musical, se sumó un popurrí instrumental con riffs icónicos de bandas como Pantera, Metallica, Iron Maiden, Slayer y Megadeth, que disparó una respuesta fervorosa de todos los presentes y marcó el comienzo del cierre de la noche. Las últimas canciones elegidas fueron “Pleasure From Pain” y “Father I Have Sinned” y, como ya es costumbre en su propuesta, no hubo despedidas ni palabras finales: tras “The Dark Messiah”, la banda se retiró en silencio, dejando al público envuelto en una mezcla de éxtasis y deseo de más.
Así finalizó una noche en la que Dogma reafirmó su creciente conexión con el público argentino, elevando su misa metálica a la categoría de ritual, donde cada canción es un rezo profano, cada gesto un acto de seducción, y cada silencio, parte de una liturgia moderna.
Etiquetas: Dogma, Hermanos de Sangre, Noiseground, Uniclub

Fotografias gentileza: CuervoDeath
El miércoles 29 de abril de 2025, Uniclub volvió a abrir sus puertas para otro concierto de metal. De la mano de los amigos de Noiseground, el local situado en el barrio de Almagro se convirtió en el epicentro de una nueva presentación en el país de las monjas satánicas: Dogma, quienes pisaron por tercera vez suelo argentino.
Fue una noche que combinó mística, teatralidad y una ejecución musical afilada. El delirio colectivo alcanzó su punto máximo en los temas insignia de la banda, donde los saltos y gritos se volvieron un acto de comunión entre las “monjas” y sus fieles devotos.
Antes del acto principal, los locales Hermanos de Sangre abrieron con un set sólido y poderoso. El “Chino” Gastaldi lideró en guitarra y voz, acompañado por el virtuosismo de Pehuén en la otra viola, Germán Caramanico en bajo e Iván Larraburu en la batería. Arrancaron con “El Arrepentido” y le sumaron “La Revolución”. En total ejecutaron nueve canciones más la intro, y salieron victoriosos ante un público muy respetuoso que los despidió con una lluvia de aplausos.
Para las 21:30, el nerviosismo y la ansiedad eran generalizados, hasta que comenzó a sonar la intro y un video proyectándose en las tres pantallas de Uniclub que mostraba imágenes aleatorias de situaciones vinculadas a fanáticos religiosos. Al oscurecerse por completo el escenario, la banda, comandada por la imponente Lilith, dio inicio a un show donde cada movimiento parecía calculado, pero no por ello carente de pasión. La vocalista se mostró completamente entregada, contorsionando su cuerpo con una mezcla de magnetismo escénico y dramatismo, mientras entonaba cada línea con una sensualidad perturbadora que dejó boquiabiertos a propios y extraños. Su registro vocal alternó entre melodías suaves y confesionales, hasta guturales que hicieron vibrar cada rincón del recinto.
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La puesta visual fue otro elemento clave: iluminación milimétrica, visuales religiosas deformadas proyectadas en la pantalla de fondo, y una cuidada estética de monjas oscuras que convirtió la presentación de Dogma en una experiencia sensorial. En cuanto al repertorio, recorrieron todo el disco debut homónimo, lanzado en 2023, con temas como “Carnal Liberation”, “Father I Have Sinned” y “Make Us Proud”, destacándose por su mezcla de oscuridad, groove y ganchos melódicos efectivos. También hubo lugar para los nuevitos, “Be Free” y “Banned”, adelantos de un posible nuevo álbum, este último, incluye una base tanguera y que las chicas se encargaron de hipersexualizar al extremo.
Todas las “monjas” se lucieron en lo suyo: Lamia con sus solos de guitarra; Rusalka, asumiendo el rol de líder e interactuando constantemente con el público; Nixe, en plan monja poseída, se contorsionó con su bajo durante todo el show, aportando intensidad; y Abrahel mantuvo todo en ritmo con una batería prolija y precisa. Por su parte, Lilith, con su sensualidad y una voz impecable, coronó la propuesta llevándose todos los flashes.
Con el correr de las canciones, la versión metalizada de “Like a Prayer” de Madonna volvió a levantar la temperatura, ratificando su estatus de himno atemporal con una vuelta de tuerca que las monjas adaptaron perfectamente a su sonido. Uno de los puntos altos de la jornada fue el potente solo de batería de Abrahel, donde demostró no sólo precisión, sino también un despliegue físico y técnico que se ganó una de las mayores ovaciones de la nohe. En contraste, el uso excesivo de samplers dejó una sensación ambigua: por momentos, las bases pregrabadas dejaban en evidencia el playback, especialmente en los coros, dado que no había siquiera un micrófono de pie para las coristas. Un detalle que, si bien no empaña del todo la experiencia, le restó algo de naturalidad a la puesta en escena.
Volviendo a lo estrictamente musical, se sumó un popurrí instrumental con riffs icónicos de bandas como Pantera, Metallica, Iron Maiden, Slayer y Megadeth, que disparó una respuesta fervorosa de todos los presentes y marcó el comienzo del cierre de la noche. Las últimas canciones elegidas fueron “Pleasure From Pain” y “Father I Have Sinned” y, como ya es costumbre en su propuesta, no hubo despedidas ni palabras finales: tras “The Dark Messiah”, la banda se retiró en silencio, dejando al público envuelto en una mezcla de éxtasis y deseo de más.
Así finalizó una noche en la que Dogma reafirmó su creciente conexión con el público argentino, elevando su misa metálica a la categoría de ritual, donde cada canción es un rezo profano, cada gesto un acto de seducción, y cada silencio, parte de una liturgia moderna.
Etiquetas: Dogma, Hermanos de Sangre, Noiseground, Uniclub