


La noche del 17 de abril de 2025 quedará marcada en la memoria de los asistentes al The Garage Attic Bar de Glasgow como una de esas veladas en que la música no solo se escucha, sino que se vive con intensidad. Organizado por Core Presents, el evento reunió a tres de las propuestas más frescas e imponentes del metal progresivo y post-metal europeo: Void of Light, Cobra The Impaler y los muy esperados Hippotraktor.
La jornada comenzó con algunos imprevistos: las puertas del venue se abrieron con un retraso de quince minutos, y esa demora pareció arrastrar un eco de descoordinación hasta el primer acto de la noche. Void of Light, quienes no contaron con demasiada interacción con el público, se vieron forzados a esperar en el escenario cerca de tres minutos mientras la música ambiental del local seguía sonando y su pista de introducción nunca llegaba. Hubo una clara falta de comunicación con la sonidista, un detalle que podría haber afectado a cualquier grupo en escena, pero que ellos supieron sortear con una profesionalidad admirable. A pesar del inicio accidentado, ofrecieron una actuación sólida y atmosférica, con un sonido que se mantuvo nítido y envolvente durante toda su presentación.
Uno de los momentos más memorables del set fue protagonizado por uno de sus tres guitarristas, quien, en un acto de inmersión total con el público, decidió abandonar el escenario a mitad del recital para tocar entre la multitud. Su presencia entre los asistentes generó una conexión tangible, aunque silenciosa, con la audiencia, y reforzó el sentimiento de comunión que la música de Void of Light suele evocar. Su propuesta, densa y emocional, encontró en el pequeño ático de The Garage un ecosistema ideal para florecer.
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Luego de una breve pausa, llegó el turno de Cobra The Impaler, y con ellos, el ambiente en la sala cambió por completo. Era evidente que no era el único que los esperaba con ansias: apenas sonaron los primeros acordes de “Season of the Savage“, la sala se encendió con una energía nueva, contagiosa, que fue en aumento a lo largo de todo su setlist. Su presentación fue una clase maestra de cómo equilibrar ejecución técnica, potencia y carisma escénico.
Esa noche, lamentablemente, no contó con la presencia de Michélé De Feudis, bajista y vocalista de la banda, quien no pudo asistir debido a una enfermedad. Sin embargo, el grupo supo manejar la situación con una solvencia admirable. A pesar de su ausencia física, el sonido que lograron fue tan compacto y ajustado que uno apenas notaba la falta. Fue un ejemplo perfecto de profesionalismo y cohesión entre los músicos restantes.
El quinteto de Gante se mostró cómodo desde el primer minuto. Con un sonido impecable que permitía apreciar cada detalle de sus complejos arreglos, y una interacción constante con el público, lograron lo que toda banda busca: atrapar completamente a la audiencia. Tocaron canciones de sus dos álbumes, destacándose “Colossal Gods“, “Scorched Earth” y la contundente “Assassins of the Vision” que cerró su participación dejando a todos pidiendo más.
Uno de los puntos altos del show fue el momento en que Tace y James, guitarristas de la banda, bajaron del escenario para enfrentarse con sus instrumentos entre el público, regalando una imagen poderosa y electrizante. Esta fue su primera vez tocando en Escocia, y el recibimiento que tuvieron fue tan caluroso que, como ellos mismos comentaron en sus redes sociales al finalizar la noche, superó todas sus expectativas. Yo mismo pude vivir un momento inolvidable al obtener una copia de Colossal Gods autografiada por todos los miembros, quienes bajaron a compartir unos minutos con nosotros al final del evento.
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Finalmente, llegó el turno de los cabezas de cartel: Hippotraktor. Si algo se sentía en el aire antes de que salieran al escenario, era anticipación. La sala, completamente llena, rugió cuando los cinco músicos tomaron posición. Y no era para menos: era la primera vez que se presentaban en tierras escocesas, y el público estaba más que preparado para recibirlos como se merecen.
Desde el comienzo con “Renegade” hasta el cierre con “Beacons“, el show de Hippotraktor fue una montaña rusa emocional y sonora. La banda ocupó cada centímetro del pequeño escenario, y su presencia fue simplemente imponente. Stefan De Graef, el vocalista y percusionista, supo aprovechar esa cercanía con el público, colocándose repetidamente al borde del escenario e inclinándose hacia adelante, instando a todos a dejarse llevar por la experiencia.
La combinación de riffs densos, secciones rítmicas complejas y atmósferas envolventes encontró su complemento perfecto en un juego de luces casi coreografiado. Las siluetas de los músicos, iluminadas desde atrás, creaban un efecto visual que reforzaba el aura misteriosa y poderosa de su música. Durante “God is in the Slumber” y “The Indifferent Human Eye“, la sala vibraba, literalmente: el suelo del ático temblaba bajo los saltos sincronizados del público.
Fue un show que no sólo cumplió con las expectativas, sino que las superó ampliamente. Con un setlist que incluyó piezas de sus dos álbumes (Meridian y Stasis), Los belgas demostraron por qué se han ganado su lugar entre las bandas más destacadas del metal progresivo europeo actual. Cada canción era una construcción cuidadosa de tensión y liberación, técnica e instinto, crudeza y belleza.
Al igual que las otras bandas, los Hippotraktor también bajaron al piso para saludar y compartir con los fans después del show. Ese tipo de cercanía y humildad, sumado a un despliegue musical de altísimo nivel, no hace más que confirmar que estamos ante una banda con un presente brillante y un futuro aún más prometedor.
Core. Presents logró, una vez más, ofrecer una velada inolvidable. El The Garage Attic Bar, con su ambiente íntimo y acústica contenida, fue el escenario ideal para una noche de comunión sonora, en la que cada banda ofreció lo mejor de sí misma y el público respondió con una entrega absoluta. Lo que vivimos ese 17 de abril fue más que un concierto: fue una celebración del metal en todas sus formas posibles, y una promesa de que aún queda mucho por venir.
Keep on headbanging motherfucker!



La noche del 17 de abril de 2025 quedará marcada en la memoria de los asistentes al The Garage Attic Bar de Glasgow como una de esas veladas en que la música no solo se escucha, sino que se vive con intensidad. Organizado por Core Presents, el evento reunió a tres de las propuestas más frescas e imponentes del metal progresivo y post-metal europeo: Void of Light, Cobra The Impaler y los muy esperados Hippotraktor.
La jornada comenzó con algunos imprevistos: las puertas del venue se abrieron con un retraso de quince minutos, y esa demora pareció arrastrar un eco de descoordinación hasta el primer acto de la noche. Void of Light, quienes no contaron con demasiada interacción con el público, se vieron forzados a esperar en el escenario cerca de tres minutos mientras la música ambiental del local seguía sonando y su pista de introducción nunca llegaba. Hubo una clara falta de comunicación con la sonidista, un detalle que podría haber afectado a cualquier grupo en escena, pero que ellos supieron sortear con una profesionalidad admirable. A pesar del inicio accidentado, ofrecieron una actuación sólida y atmosférica, con un sonido que se mantuvo nítido y envolvente durante toda su presentación.
Uno de los momentos más memorables del set fue protagonizado por uno de sus tres guitarristas, quien, en un acto de inmersión total con el público, decidió abandonar el escenario a mitad del recital para tocar entre la multitud. Su presencia entre los asistentes generó una conexión tangible, aunque silenciosa, con la audiencia, y reforzó el sentimiento de comunión que la música de Void of Light suele evocar. Su propuesta, densa y emocional, encontró en el pequeño ático de The Garage un ecosistema ideal para florecer.
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Luego de una breve pausa, llegó el turno de Cobra The Impaler, y con ellos, el ambiente en la sala cambió por completo. Era evidente que no era el único que los esperaba con ansias: apenas sonaron los primeros acordes de “Season of the Savage“, la sala se encendió con una energía nueva, contagiosa, que fue en aumento a lo largo de todo su setlist. Su presentación fue una clase maestra de cómo equilibrar ejecución técnica, potencia y carisma escénico.
Esa noche, lamentablemente, no contó con la presencia de Michélé De Feudis, bajista y vocalista de la banda, quien no pudo asistir debido a una enfermedad. Sin embargo, el grupo supo manejar la situación con una solvencia admirable. A pesar de su ausencia física, el sonido que lograron fue tan compacto y ajustado que uno apenas notaba la falta. Fue un ejemplo perfecto de profesionalismo y cohesión entre los músicos restantes.
El quinteto de Gante se mostró cómodo desde el primer minuto. Con un sonido impecable que permitía apreciar cada detalle de sus complejos arreglos, y una interacción constante con el público, lograron lo que toda banda busca: atrapar completamente a la audiencia. Tocaron canciones de sus dos álbumes, destacándose “Colossal Gods“, “Scorched Earth” y la contundente “Assassins of the Vision” que cerró su participación dejando a todos pidiendo más.
Uno de los puntos altos del show fue el momento en que Tace y James, guitarristas de la banda, bajaron del escenario para enfrentarse con sus instrumentos entre el público, regalando una imagen poderosa y electrizante. Esta fue su primera vez tocando en Escocia, y el recibimiento que tuvieron fue tan caluroso que, como ellos mismos comentaron en sus redes sociales al finalizar la noche, superó todas sus expectativas. Yo mismo pude vivir un momento inolvidable al obtener una copia de Colossal Gods autografiada por todos los miembros, quienes bajaron a compartir unos minutos con nosotros al final del evento.
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Finalmente, llegó el turno de los cabezas de cartel: Hippotraktor. Si algo se sentía en el aire antes de que salieran al escenario, era anticipación. La sala, completamente llena, rugió cuando los cinco músicos tomaron posición. Y no era para menos: era la primera vez que se presentaban en tierras escocesas, y el público estaba más que preparado para recibirlos como se merecen.
Desde el comienzo con “Renegade” hasta el cierre con “Beacons“, el show de Hippotraktor fue una montaña rusa emocional y sonora. La banda ocupó cada centímetro del pequeño escenario, y su presencia fue simplemente imponente. Stefan De Graef, el vocalista y percusionista, supo aprovechar esa cercanía con el público, colocándose repetidamente al borde del escenario e inclinándose hacia adelante, instando a todos a dejarse llevar por la experiencia.
La combinación de riffs densos, secciones rítmicas complejas y atmósferas envolventes encontró su complemento perfecto en un juego de luces casi coreografiado. Las siluetas de los músicos, iluminadas desde atrás, creaban un efecto visual que reforzaba el aura misteriosa y poderosa de su música. Durante “God is in the Slumber” y “The Indifferent Human Eye“, la sala vibraba, literalmente: el suelo del ático temblaba bajo los saltos sincronizados del público.
Fue un show que no sólo cumplió con las expectativas, sino que las superó ampliamente. Con un setlist que incluyó piezas de sus dos álbumes (Meridian y Stasis), Los belgas demostraron por qué se han ganado su lugar entre las bandas más destacadas del metal progresivo europeo actual. Cada canción era una construcción cuidadosa de tensión y liberación, técnica e instinto, crudeza y belleza.
Al igual que las otras bandas, los Hippotraktor también bajaron al piso para saludar y compartir con los fans después del show. Ese tipo de cercanía y humildad, sumado a un despliegue musical de altísimo nivel, no hace más que confirmar que estamos ante una banda con un presente brillante y un futuro aún más prometedor.
Core. Presents logró, una vez más, ofrecer una velada inolvidable. El The Garage Attic Bar, con su ambiente íntimo y acústica contenida, fue el escenario ideal para una noche de comunión sonora, en la que cada banda ofreció lo mejor de sí misma y el público respondió con una entrega absoluta. Lo que vivimos ese 17 de abril fue más que un concierto: fue una celebración del metal en todas sus formas posibles, y una promesa de que aún queda mucho por venir.
Keep on headbanging motherfucker!