Acts of God (2022)
Nuclear Blast
Tracklist:
1. Abandoned
2. An Act of God
3. The Age of No Light
4. Noose of Thorns
5. Shed the Light
6. Blooded
7. Overtures of the Wicked
8. Immoral Stain
9. Incineration Procession
10. Broken Prey
11. Derelict of Spirit
12. When Halos Burn
13. Let the Darkness In
14. And the Flames Wept
15. Apostle
Immolation nos entrega su undécimo álbum Acts of God, tras el excelente Atonement (2017), nuevamente editado por Nuclear Blast. La banda liderada por Robert Vigna y Ross Dolan, suele ser ubicada en la blasfema trinidad del death metal neoyorquino, junto a Suffocation e Incantation, pero vuelve a reforzar la idea de que -en verdad- crea una música que se diferencia de todo lo que se crea dentro de este género musical tan prolífico y desde dicha megalópolis.
El arte de tapa a cargo de Eliran Kantor, a esta altura un pintor muy frecuente cuando de portadas de discos de metal se trata, es excelente, como de costumbre. La temática de ángeles en desgracia o aniquiladores ya es recurrente en la estética visual de Immolation. Es que, si vamos al contenido de las letras y la gráfica, este grupo siempre profundizó en un ataque a la religión, la realidad social y la política, todos territorios plagados de corrupción, opresión y tragedia, no tanto en la veta ficticia y morbosa (“gore”) que sigue la mayoría de los grupos de death metall. En este sentido, se puede trazar una relación con bandas como Deicide, aunque en cuanto al sonido, los primeros discos de Morbid Angel, en especial Covenant (1993) y Domination (1995) son más cercanos.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Cult Of Luna – The Long Road North (2022)
“Abandoned” es una breve introducción de guitarras particularmente oscuras que da paso a “An Act of God”, a puro blast beat. Está claro que, si bien el rol en la batería de Steve Shalaty es destacable, el bajo se ajusta a su función en la base rítmica y la monótona voz de Dolan es tan gutural como clara, el protagonismo en Immolation lo tiene siempre la guitarra de Vigna, acompañada por la de Alex Bouks. Ya nos encontramos con un buen riff principal y hacia el final un típico solo de Vigna.
“The Age of No Light” ofrece un despliegue más interesante de la percusión y un riff hacia el final con bastante groove y esos armónicos con púa tan abundantes en el estilo del guitarrista principal. Fue el segundo track en darse a conocer con su propio videoclip. “Noose of Thorns” es una buena canción que eleva la apuesta en cuanto al mencionado groove.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Zeal & Ardor – Zeal & Ardor (2022)
Las composiciones de Immolation tienen esa característica: son como viajes a través de nubes de tormenta. Cada vez que se ingresa en una, todas lucen similares, pero cuando se sale, en esos momentos se revelan las cualidades de cada canción. “Shed the Light” ya empieza con otro gran riff y un solo que sobresale en la medida justa. Puede que se encuentre entre los mejores tracks del álbum. “Blooded” –tercer corte de difusión con video- ya suena a algo más común en la discografía de la banda, pero como decíamos, en algún pasaje las guitarras siempre hacen algo que le otorga identidad a cada pista. Igual sucede en “Overtures of the Wicked”: si bien hay algunos toques “black”, la cosa se pone mejor cuando se ralentiza.
“Immoral Stain” tiene un comienzo con una guitarra sutil para luego llevarnos otra vez dentro de una nube gris. A continuación, “Incineration Procession” apuesta a diferenciarse desde el principio y lo logra, pero llegado ese punto, hay que reconocer que los solos de guitarra ejecutados por Vigna parecen seguir la regla de que todo track debe tener uno o dos solamente porque es heavy metal. Esta idea ya fue erradicada en la década de los 90’s: se puede componer metal -y muy pesado- sin solos de guitarra.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Celeste – Assassine(s) (2022)
De todas maneras, el comentario no se debe tanto al hecho en sí de que no haya una canción sin un solo de guitarra, sino que algunos parecen “forzados”, como distanciados de la textura general y la esencia de los riffs principales: no fluyen con el conjunto. Esta sensación surge en unas pocas canciones, de allí el planteo. A su vez, el disco tiene quince pistas y daría la impresión de que algunas podrían haber sido prescindibles. Tal vez exista una exigencia del sello en cuanto a duración y cantidad de tracks.
En “Broken Prey”, encontramos unas líneas de guitarra bastante modernas. “Derelict of Spirit” confirma la maestría en la composición de riffs tan pregnantes como siniestros. “When Halos Burn” brinda más de lo que ya veníamos hallando hasta el momento, y eso es consecuencia del señalamiento anterior: algo sucede en el balance entre cantidad y calidad. “Let the Darkness In” es otra canción poderosa y con bastante gancho. Tiene ciertas reminiscencias de Behemoth (algo que sucede en temas previos) y Vigna se mantiene más humilde en sus pretensiones. “And the Flames Wept” es un track instrumental que precede al tema que cierra el álbum: “Apostle”, el primer y contundente single. En conclusión, se trata de un gran disco, pero está lejos de posicionarse entre lo mejor de lo hecho por la banda hasta el día de la fecha.
Acts of God (2022)
Nuclear Blast
Tracklist:
1. Abandoned
2. An Act of God
3. The Age of No Light
4. Noose of Thorns
5. Shed the Light
6. Blooded
7. Overtures of the Wicked
8. Immoral Stain
9. Incineration Procession
10. Broken Prey
11. Derelict of Spirit
12. When Halos Burn
13. Let the Darkness In
14. And the Flames Wept
15. Apostle
Immolation nos entrega su undécimo álbum Acts of God, tras el excelente Atonement (2017), nuevamente editado por Nuclear Blast. La banda liderada por Robert Vigna y Ross Dolan, suele ser ubicada en la blasfema trinidad del death metal neoyorquino, junto a Suffocation e Incantation, pero vuelve a reforzar la idea de que -en verdad- crea una música que se diferencia de todo lo que se crea dentro de este género musical tan prolífico y desde dicha megalópolis.
El arte de tapa a cargo de Eliran Kantor, a esta altura un pintor muy frecuente cuando de portadas de discos de metal se trata, es excelente, como de costumbre. La temática de ángeles en desgracia o aniquiladores ya es recurrente en la estética visual de Immolation. Es que, si vamos al contenido de las letras y la gráfica, este grupo siempre profundizó en un ataque a la religión, la realidad social y la política, todos territorios plagados de corrupción, opresión y tragedia, no tanto en la veta ficticia y morbosa (“gore”) que sigue la mayoría de los grupos de death metall. En este sentido, se puede trazar una relación con bandas como Deicide, aunque en cuanto al sonido, los primeros discos de Morbid Angel, en especial Covenant (1993) y Domination (1995) son más cercanos.
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“Abandoned” es una breve introducción de guitarras particularmente oscuras que da paso a “An Act of God”, a puro blast beat. Está claro que, si bien el rol en la batería de Steve Shalaty es destacable, el bajo se ajusta a su función en la base rítmica y la monótona voz de Dolan es tan gutural como clara, el protagonismo en Immolation lo tiene siempre la guitarra de Vigna, acompañada por la de Alex Bouks. Ya nos encontramos con un buen riff principal y hacia el final un típico solo de Vigna.
“The Age of No Light” ofrece un despliegue más interesante de la percusión y un riff hacia el final con bastante groove y esos armónicos con púa tan abundantes en el estilo del guitarrista principal. Fue el segundo track en darse a conocer con su propio videoclip. “Noose of Thorns” es una buena canción que eleva la apuesta en cuanto al mencionado groove.
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Las composiciones de Immolation tienen esa característica: son como viajes a través de nubes de tormenta. Cada vez que se ingresa en una, todas lucen similares, pero cuando se sale, en esos momentos se revelan las cualidades de cada canción. “Shed the Light” ya empieza con otro gran riff y un solo que sobresale en la medida justa. Puede que se encuentre entre los mejores tracks del álbum. “Blooded” –tercer corte de difusión con video- ya suena a algo más común en la discografía de la banda, pero como decíamos, en algún pasaje las guitarras siempre hacen algo que le otorga identidad a cada pista. Igual sucede en “Overtures of the Wicked”: si bien hay algunos toques “black”, la cosa se pone mejor cuando se ralentiza.
“Immoral Stain” tiene un comienzo con una guitarra sutil para luego llevarnos otra vez dentro de una nube gris. A continuación, “Incineration Procession” apuesta a diferenciarse desde el principio y lo logra, pero llegado ese punto, hay que reconocer que los solos de guitarra ejecutados por Vigna parecen seguir la regla de que todo track debe tener uno o dos solamente porque es heavy metal. Esta idea ya fue erradicada en la década de los 90’s: se puede componer metal -y muy pesado- sin solos de guitarra.
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De todas maneras, el comentario no se debe tanto al hecho en sí de que no haya una canción sin un solo de guitarra, sino que algunos parecen “forzados”, como distanciados de la textura general y la esencia de los riffs principales: no fluyen con el conjunto. Esta sensación surge en unas pocas canciones, de allí el planteo. A su vez, el disco tiene quince pistas y daría la impresión de que algunas podrían haber sido prescindibles. Tal vez exista una exigencia del sello en cuanto a duración y cantidad de tracks.
En “Broken Prey”, encontramos unas líneas de guitarra bastante modernas. “Derelict of Spirit” confirma la maestría en la composición de riffs tan pregnantes como siniestros. “When Halos Burn” brinda más de lo que ya veníamos hallando hasta el momento, y eso es consecuencia del señalamiento anterior: algo sucede en el balance entre cantidad y calidad. “Let the Darkness In” es otra canción poderosa y con bastante gancho. Tiene ciertas reminiscencias de Behemoth (algo que sucede en temas previos) y Vigna se mantiene más humilde en sus pretensiones. “And the Flames Wept” es un track instrumental que precede al tema que cierra el álbum: “Apostle”, el primer y contundente single. En conclusión, se trata de un gran disco, pero está lejos de posicionarse entre lo mejor de lo hecho por la banda hasta el día de la fecha.