En Sudamérica comenzó el verano hace un par de días. Con los pronósticos de que la temperatura máxima no bajará de los 32 grados por el resto de la semana, decidí aprovechar y poner algo de música acorde a este nuevo ambiente de soles picantes, días largos y noches cortas, así que me puse a escuchar Leidenschaft, el nuevo disco del dúo alemán-finlandés Lacrimosa.

Sí, es un tanto obvio que la música del dúo de Tilo Wolff y Anne Nurmi no es la mejor banda sonora para las condiciones atmosféricas actuales de este continente. Pero siendo que este álbum se programó para salir en Nochebuena, no suena tan fuera de lugar considerando que ya por estos lares nos acostumbramos a cierto nivel de disonancia al momento de adoptar elementos del hemisferio norte. Así que si podemos ver películas navideñas llenas de imágenes de nieve, abrigos, renos y fogatas mientras comemos helado y nos quejamos del calor, no veo por qué no podríamos escuchar sonidos góticos lúgubres mientras usamos bermudas.

No creo que haya que gastar mucho texto presentando a este dúo ahora afincado en Suiza, al menos si el lector es de Latinoamérica: a lo largo de treinta años de carrera, Lacrimosa pasó por el darkwave más minimalista, el rock y el metal gótico, las influencias sinfónicas y el casi inevitable coqueteo con los sonidos industriales, el arquetipo de la carrera de muchos grupos góticos en los noventas. En el camino, se terminaron creando un grupo de fans bastante grande en el “Nuevo Mundo”, sobre todo en México. Y aunque sus discos tienen sus altibajos, creo que personalmente uno termina apreciando cada una de sus eras: tendrás mejores y peores, pero todas tienen algo para destacar.

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Volviendo a nuestro tema principal, Leidenschaft es el decimocuarto álbum de Lacrimosa, editado por Hall of Sermon como todos sus trabajos anteriores. Sin contar el compilado Zeitreise de 2019, que incluía las canciones nuevas “Drei Sekunden” e “Im Schatten Der Sonne”, pasaron cuatro años desde que tuvimos noticias de material nuevo por parte del grupo, bastante considerando que desde hace tiempo el dúo se había acostumbrado a casi nunca dejar pasar más de dos años sin un nuevo disco en las bateas. Así que el anuncio de la futura salida de Leidenschaft en noviembre fue una sorpresa para muchos, y personalmente causó mucha expectativa, siendo que el anterior Testimonium (2017) fue uno de los mejores álbumes del grupo en muchos años.

“Liebe über Allen” (“El amor por sobre todo”), con su inicio de piano solitario y tenues acompañamientos sinfónicos seguidos de esas guitarras y baterías pesadas, es algo salido directamente del manual clásico del dúo gótico, como lo son las transiciones entre el ruido y la calma y los intercambios entre las voces de Wolff y Nurmi. Éstas siguen como siempre: Wolff sigue sonando rústico y distintivo de esa manera que divide a los críticos, que más de una vez comparé a la de un vampiro lamentando sus penas después de siglos de vida y penurias, mientras que Nurmi sigue teniendo ese rango limitado pero con un timbre distintivo, que se complementa con la del alemán. Todos estos elementos crean una apertura de tintes épicos más que correcta para el álbum, pero que no creo que sea para tirar manteca al techo, aunque hay algunos teclados como para destacar.

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“Führ mich nochmal in den Sturm” (“Llévame de vuelta a la tormenta”) sigue con más pianos melancólicos y arreglos sinfónicos junto a una guitarra acústica en la base, y más lamentos por parte de Wolff. La diferencia más grande con respecto a la primera canción, más allá de que pone más énfasis en las partes más calmadas sin dejar de lado la pesadez de las guitarras distorsionadas, es que Nurmi sólo aparece para apoyar y no tiene una parte solista. ¿Esto agrega a la soledad del track? Ciertamente, pero también hace que personalmente sea más complicada de escuchar, siendo que el estilo vocal de Wolff es un tanto abrumador si no tiene algo para balancear.

“Kulturasche” (“Cenizas de la cultura” o “Cenizas de la civilización”) marca la diferencia poniéndose mucho más rockera desde el inicio, con ese juego entre la guitarra y la batería. Sin embargo, la estrella termina siendo el bajo, que se destaca apoyando la voz de Wolff en los versos, que poco a poco van aumentando en intensidad hasta desembocar en una cacofonía de voces demoníacas y atormentadas. No sé cuál será el consenso entre los fans, pero creo que los tracks más rockeros son los que mejor le quedan a Wolff al momento de encargarse por completo de una canción, con esas bases más energéticas sirviendo como buen contrapunto a su timbre tan atípico. Este también termina siendo un buen ejemplo de esta mezcla entre rock gótico y sinfónico que la banda convirtió en su marca registrada, tanto en los elementos como en el buen resultado.

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Después de dos canciones con poca presencia por parte de Nurmi, “The Daughter of Coldness” tiene a la finlandesa encargándose por completo de ella, como suele ser la regla con las composiciones en inglés en Lacrimosa. Dicho eso, estoy un tanto desilusionado con este track: es bastante del montón en cuanto a canciones solistas de Anne Nurmi, y no hay mucho más allá de su voz y una base un tanto genérica tanto en la parte rockera como en los arreglos sinfónicos. Tal vez funcione mejor dentro del concepto del álbum, pero en solitario me deja un tanto frío.

“Raubtier” vuelve a las líricas germanas y al protagonismo de Wolff, aunque lo hace también como la canción más pesada de toda la placa. La voz del alemán suena bien al lado de este sonido grueso de guitarra, pero por suerte todavía hay suficiente melodía como para mantener la atención del oyente. Más secciones de calma y ruido intercaladas, acompañadas de sonidos sinfónicos ultra dramáticos, algo adecuado para una canción titulada “Bestia”. No hay mucho más para decir acerca de este, más allá de que cierra la primera mitad con uno de los puntos altos del álbum.

Abriendo la segunda mitad de Leidenschaft, “Die Antwort ist Schweigen” (“La Respuesta es el Silencio”) es pura melancolía, soledad y ver fotos en blanco y negro en un ambiente de otoño o invierno. Creo que en materia de “temas tranquilos con Wolff como voz principal”, este funciona bastante bien. Esta es una canción completamente sinfónica, que funciona porque Tilo usa su voz más reposada y suave, algo que agrega mucho a esta atmósfera tan oscura.

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“Celebrate The Darkness” tiene de vuelta a Anne Nurmi al frente, con Wolff acompañándola en algunas partes. Creo que este es el mejor track con la finlandesa al frente de toda la placa: mientras que “The Daughter of Coldness” sonaba un tanto aburrida, esta segunda canción protagonizada por ella tiene mucho más para apreciar, con esas guitarras pesadas y las explosiones de orquestaciones densas, que alcanzan el clímax cerca del final.

“Augenschein” (“Ilusión” o “Espejismo”) es otra canción con mucha guitarra acústica, aunque no se olvidan de meterle distorsión de a ratos. En cuanto a elementos, casi todo es el típico track a medio camino entre el rock gótico y sinfónico que Wolff compone sin sudar ni una gota. Más allá de un breakdown de batería cerca del final y una última nota misteriosa, es algo que Lacrimosa ha mostrado docenas de veces hasta ahora. ¿Es usted fan de esas otras canciones de características similares? Entonces lo mismo le pasará con esta canción.

“Die Liebenden” (“Los Amantes” o “Los Enamorados”) es un track a medio tiempo, con Nurmi apareciendo en el estribillo apoyando a Wolff. A esta altura es un tanto complicado decir algo sin repetirse, así que para resumir creo que no agrega mucho a la placa como canción individual. Las únicas excepciones a esto es la gran presencia del bajo y ese efecto de reverb en la guitarra, que me gusta mucho y me gustaría verlo más seguido. ¿Surf gótico? No sabría cómo definirlo, pero es muy interesante.

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Ya para el final tenemos “Exodus”, que cierra el álbum de manera épica. Esto no es sólo porque sea el track más extenso con poco más de ocho minutos, sino también porque la base rockera, los coros y la orquesta hacen un gran trabajo pintando este paisaje enorme. Es una canción lenta, pero que mantiene cierta tensión alternando entre las voces de Wolff y los coros de Nurmi, agregando más y más elementos hasta llegar a un clímax de baterías enormes y guitarras repetitivas, que dan punto final a Leidenschaft con ese efecto de delay que termina sonando desolador.

Para los comentarios finales, quisiera arrancar con lo negativo. Como habrán notado, hay contrastes bastante grandes de calidad entre varias de las composiciones, con “Augenschein” pudiendo haberse trabajado más y “The Daughter of Coldness” sonando directamente descartable. Que una de las dos canciones con Nurmi como voz principal me parezca un relleno es toda una pena, considerando que la finlandesa no tiene tanta presencia a lo largo del álbum fuera de esas dos ocasiones, además de que me gusta la química que ambos suelen tener.

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Diría que Leidenschaft es un disco sólo para fans: no creo que alguna de las canciones tenga una descripción que no se pueda hacer de alguna otra canción editada anteriormente por Lacrimosa, ni que alguna de las ideas sea de verdad nueva. Pero no creo que eso sea algo para andar reclamando a una banda con treinta años de carrera mientras las canciones sigan funcionando, y creo que esto último donde el álbum funciona: la mayor parte de ellas serán del agrado para el que ya esté familiarizado y guste de la fórmula de Lacrimosa, sobre todo si ya estaba hambriento de nuevo material de estas leyendas góticas. Pero no vayan a esperar que estas diez canciones conviertan a los oyentes en nuevos seguidores.